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Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura

Print version ISSN 0120-2456

Anu. colomb. hist. soc. cult. vol.48 no.2 Bogotá July/Dec. 2021  Epub June 23, 2021

https://doi.org/10.15446/achsc.v48n2.95651 

Artículos dossier

Edición y frustración. El fracaso de la colección Poetas Hispano-Americanos y los límites del comercio de librería en América Latina a fines del siglo XIX*

Publishing and Frustration. The Failure of the Poetas Hispano-Americanos Collection and the Limits of the Bookstore Trade in Latin America in the Late 19 th Century

Edição e frustração. O fracasso da coleção Poetas Hispano-Americanos e os limites do comércio livreiro na América Latina no final do século XIX

JUAN DAVID MURILLO SANDOVAL** 

**Instituto Caro y Cuervo Bogotá, Colombia, juan.david.murillo.s@gmail.com


RESUMEN

Objetivo:

Este artículo analiza el inicio, desarrollo y fracaso de la colección Poetas Hispano-Americanos, un ambicioso proyecto editorial concebido por el librero colombiano Lázaro María Pérez en 1887. A pesar de contar con el establecimiento mejor surtido y conectado de su época, el lento y dificultoso avance de este proyecto, del que logró publicar apenas un tomo, permite examinar los problemas que debían encarar los editores suramericanos para trabajar a escala continental, así como la relación no estricta entre una red de contactos transnacional y el éxito comercial.

Metodología:

Las cartas del archivo familiar de Pérez, que revelan sus intercambios internacionales, así como su correspondencia con el bibliotecario peruano Ricardo Palma, permiten reconstruir tanto el empuje inicial del proyecto, como su estancamiento, y constituyen fuentes de relevancia para analizar las prácticas intelectuales y editoriales del librero.

Originalidad:

Al igual que ocurre con otros itinerarios de su tipo, el de Lázaro María Pérez resulta desconocido, por lo que su reconstrucción y el análisis de este megaproyecto editorial resultan claves para examinar las dinámicas del comercio del libro en Colombia y los dominios y horizontes de sus representantes para finales del siglo XIX.

Conclusiones:

Desde las orillas de la historia transnacional del libro, el artículo subraya, por un lado, las capacidades de Pérez como librero y editor, gracias a las cuales pudo convertirse, al menos temporalmente, en un agente del libro clave en el espacio cultural latinoamericano, y por otro, enfatiza la necesidad de atender las conexiones como elementos significativos en la construcción del mercado del libro continental, pero asimismo como mediadoras no necesariamente efectivas.

Palabras clave: América Latina; colección; comercio del libro; editorial; intelectuales; Lázaro María Pérez; libreros; poesía

ABSTRACT

Objective:

This article analyses the beginning, development and failure of the Poetas Hispano-Americanos collection, an ambitious publishing project designed by the Colombian bookseller Lazaro M. Perez in 1887. Despite having the best-stocked and connected establishment of its time, the slow and difficult development of his project, of which only a single volume was published, allows us to examine, first, the problems that South American publishers had to face to work on a continental scale, and, in addition, the non-strict relationship between a wide and transnational network and commercial success.

Methodology:

The documents from his family papers, which reveal his cross-border relationships and exchanges, as well as his correspondence with the Peruvian bookseller Ricardo Palma, allow us to reconstruct the initial progress of the project, but also its stagnation, and stand out as unavoidable sources to analyze the intellectual and publishing practices of this bookseller.

Originality:

Like other book agents' itineraries Lázaro María Pérez is unknown, so the reconstruction of this and the analysis of its publishing megaproject are key to getting closer to the dynamics of the book trade in Colombia and the horizons of its members by the end of the 19th century.

Conclusions:

From the perspective of the transnational history of the book, the article highlights Pérez's bookseller-publishing capacities, thanks to which he was able to become, at least temporarily, a key book agent of the Latin American cultural space. Also, it emphasizes the need to address connections as significant elements in the construction of the continental book market, but also as mediators not necessarily effective.

Keywords: bookseller; book trade; collection; scholars; Latin America; Lázaro María Pérez; poetry; publisher

RESUMO

Objetivo:

Este artigo analisa o início, o desenvolvimento e o fracasso do Poetas Hispano-Americanos, uma ambiciosa coleção editorial criada pelo livreiro colombiano Lázaro María Pérez em 1887. Apesar de ter o estabelecimento mais bem abastecido e conectado de sua época, o progresso lento e difícil deste projeto, do qual conseguiu publicar apenas um volume, permite examinar os problemas que os livreiros e editores sul-americanos tiveram que enfrentar para trabalhar em escala continental, no tempo que destaca a relação não estrita entre rede de contatos uma ampla e transnacional e o sucesso comercial.

Metodologia:

As cartas do arquivo de família de Pérez, que revelam suas relações e trocas internacionais, bem como sua correspondência com o bibliotecário peruano Ricardo Palma, permitem reconstruir o impulso inicial do projeto, mas também sua estagnação, e constituem as fontes de relevância para a análise das práticas intelectuais e editoriais do livreiro.

Originalidade:

Como outros itinerários semelhantes, o de Lázaro María Pérez é pouco conhecido, de modo que sua reconstrução e a análise de seu megaprojeto editorial são essenciais para examinar a dinâmica do comércio do livro na Colômbia e os domínios e horizontes de seus representantes no final do século XIX.

Conclusões:

D esde a história transnacional do livro, o artigo destaca as capacidades editoriais de Pérez, graças às quais ele pôde se tornar, pelo menos temporariamente, em um agente livreiro fundamental do espaço cultural latino-americano, e enfatiza a necessidade de abordar as conexões como elementos significativos na construção do mercado continental do livro, mas também como mediadores não necessariamente eficazes.

Palavras-chave: América Latina; coleções; comércio de livrarias; editorial; intelectuais; Lázaro María Pérez; livreiros; poesia

Introducción

A pesar de su importancia para la historia del comercio de librería en Colombia, la figura de Lázaro María Pérez (1822-1892) no logra todavía atraer la suficiente atención por parte de los historiadores. En el 2017, se buscó destacar su itinerario a través de un estudio dedicado a la aparición de las primeras librerías en el país, en el cual se trazó una síntesis de sus actividades y se ensayaron algunas hipótesis sobre los porqués del proyecto Poetas Hispano-Americanos y su ulterior fracaso.1 Las fuentes consultadas entonces, consignadas en el Archivo Familiar de Lázaro María Pérez (AFLMP), albergado en la Biblioteca Luis Ángel Arango, impedían ir más allá de este cometido, una vez que la correspondencia alrededor del proyecto, si bien es útil para seguir parte de su despegue, era insuficiente para dimensionar el papel de las conexiones continentales en su formulación y desarrollo.

El hallazgo de nuevas fuentes, como las cartas entre Lázaro M. Pérez y el escritor y bibliotecario nacional peruano Ricardo Palma, permite volver sobre el itinerario del librero nacido en Cartagena de Indias, así como profundizar en el estudio de su experimento editorial y lo que su concepción, avance y fracaso informan acerca del comercio de libros entre los países latinoamericanos en un momento de expansión del mercado internacional del libro.2 Desde las orillas de la historia transnacional del libro, y con una perspectiva próxima a la historia global, esto es, interesada en las conexiones transregionales, su construcción y relevancia, este estudio intenta mostrar a su vez cómo la maraña de lazos entre libreros e intelectuales de toda América Latina jugó un papel clave en la formulación de Poetas Hispano-Americanos, pero asimismo en su frustración, ya que la extensión e inseguridad que la constituían afectó la confianza en el proyecto y, con ello, su fomento y comercialización. Entendiendo con Roland Wenzlhuemer que las conexiones no son meras uniones, sino mediadoras que influyen sobre lo que justamente conectan, aquellas conexiones abiertas y aprovechadas por Pérez, primero para su librería y después para su proyecto editorial, son vistas aquí como fenómenos históricos en sí mismos.3

Dividido en tres partes, el artículo abre con una mirada al itinerario de Lázaro M. Pérez, que se concentra en sus actividades comerciales e intelectuales y lo que estas implicaron para su visibilidad como hombre de letras y de libros. Seguidamente, se examina el plan editorial de Poetas Hispano-Americanos y la infraestructura de conexiones que lo sustentó. Por último, se exploran los factores que determinaron el fracaso del proyecto, como la debilidad de muchas de las conexiones establecidas y, en particular, la ausencia de condiciones de posibilidad para el éxito de colecciones como la planeada, adelantada a su época, si se quiere, y por ello falible por sus dimensiones y ambiciones.

Una vida entre armas, letras y libros

A pesar de no haber incursionado desde joven en el comercio de librería, Lázaro M. Pérez logró convertirse en una figura nodal en el mercado del libro latinoamericano de finales del siglo XIX. Su trascendencia como librero y, en general, como un intermediario cultural clave en el relacionamiento intelectual continental, sería reconocida internacionalmente y le alinearía con otras figuras prestigiadas de este oficio.4 El escritor mexicano Francisco Sosa le incluiría, por ejemplo, entre los "benefactores de las letras" cuyo trabajo había ayudado a romper el retraimiento intelectual en el que vivían las repúblicas hispanoamericanas. En esta lista destacaban otros libreros como Carlos Casavalle en Buenos Aires, Roberto Miranda en Santiago de Chile y Carlos Prince en Lima, todas figuras que, "sin dejar de perseguir su propio interés", habían difundido "de un extremo a otro del mundo" los nombres de los literatos y poetas de sus respectivos países.5

Antes de alcanzar este estatus, sin embargo, la posición de Pérez en el espacio cultural colombiano reposaba en su valoración como poeta y activo militante del conservatismo local. En efecto, su vida había transcurrido entre la política y las guerras civiles de la segunda mitad del siglo XIX, episodios, estos últimos, que moldearon su reconocimiento al permitirle alcanzar los grados de coronel en 1860 y de general en 1876.

Junto a la experiencia guerrera, Pérez sería también parte de destacadas revistas literarias de la segunda mitad del siglo XIX -como El Albor Literario-, y colaborador habitual en periódicos políticos como El Porvenir (1855), El Vergel Colombiano (1875) y El Heraldo (1889), este último fundado por él mismo y conducido por su hijo, José Joaquín Pérez Orrantia (1860-1937). En paralelo a estos ejercicios, el futuro editor ocuparía cargos públicos como el de Administrador de la Imprenta de la Nación en Bogotá (1858), secretario del Senado, y senador por su natal Cartagena. Hacia el final de su vida, Pérez participaría asimismo de los órganos periódicos de asociaciones como el Ateneo y la Unión Ibero-Americana de Bogotá, esta última, corresponsal de la homónima sociedad madrileña.

Así, como representante típico de la élite letrada colombiana, Pérez era una figura capaz de combinar, sin grandes apuros, el fusil, la pluma y los tipos. De entre todas sus cualidades, sin embargo, sería la poesía la que impulsaría su notoriedad, aun cuando no se le consideraba un gran poeta.6 En 1868, José María Torres Caicedo le incluyó en sus Ensayos biográficos y de crítica literaria, obra publicada en París y que le permitió abrirse un primer espacio entre los representantes de la lírica nacional. Este sería ratificado años después con su participación en la Corona poética de la Virgen María: recuerdo del 8 de diciembre de 1872, compilación que colocó sus versos junto con los de figuras como Miguel A. Caro, Rufino J. Cuervo, José M. Groot y José M. Samper. Reseñada en Chile por Enrique del Solar, esta Corona sería una de las obras que ayudaría a internacionalizar su figura, un proceso que, valga añadir, deberá mucho a su pertenencia al medio intelectual conservador.7 En 1884, por ejemplo, la editorial parisina Roger y Chernoviz, muy cercana a Rufino J. Cuervo, publicó sus Obras poéticas y dramáticas, compilación que alcanzó más de seiscientas páginas y que fue acompañada por dos juicios críticos y biográficos a cargo de sus amigos Torres Caicedo y José M. Samper. Dos años después de este suceso editorial, el librero se sumaría a la nómina de autores integrados al Parnaso Colombiano (1886) por Julio Añez, y luego sería tenido en cuenta por Isidoro Laverde Amaya en sus Fisonomías literarias de colombianos (1890), dos acciones indicativas de su definitiva consagración como escritor nacional.

En relación con estos recorridos, la incursión de Pérez en el comercio librero puede considerarse tardía. Como tal, su inicio en el ramo comenzó hacia 1869, en razón al progresivo aumento de la demanda de textos y materiales escolares que propiciaron las políticas de instrucción pública fomentadas por los gobiernos liberales. En este contexto, Pérez lograría cultivar una serie de conexiones internacionales que transformaron gradualmente su negocio de importaciones en una librería formal. En Europa, por ejemplo, y gracias seguramente a su amistad con Torres Caicedo, residente entonces en París, logró conectarse con las casas de Hachette y Dramard-Baudry, de las que se volvería consignatario oficial.8 Además, su conocimiento del comercio portuario caribeño le permitió participar de redes propiamente americanas, gracias a las cuales su oferta no quedaría limitada al libro europeo. Es decir, gracias a la diversidad de conexiones mantenidas, Pérez logró formar un catálogo de venta robusto en cuanto a la masiva oferta editorial europea, pero igualmente inclusivo de la producción intelectual latinoamericana.

De este modo, gracias a sus canjes con el librero chileno Roberto Miranda, otra figura nodal del comercio de librería continental, su catálogo expondría una sección especial de "Bibliografía Chilena", a la que más tarde acompañarían secciones de bibliografía "Uruguaya" y "Argentina".9 Al cierre de la década de 1880, la Librería Torres Caicedo -así llamada en honor a su célebre amigo- ofertaba por igual títulos salvadoreños, nicaragüenses y cubanos, colecciones como el "Parnaso Mexicano" y acreditadas obras como las Tradiciones Cuzqueñas de Clorinda Matto de Turner; todo al tiempo que se ofrecía como una confiable casa de suscripción a publicaciones periódicas americanas como las chilenas Revista de Artes y Letras y Revista Forense Chilena o la neoyorkina Revista Científica Hispano-Americana, editada por E. y H. T. Anthony & Ca.10 Poco antes de finalizado el siglo, la Librería Torres Caicedo podía considerarse, en fin, como la más internacional de las librerías bogotanas.

Vitales en el proceso de mundialización del comercio de librería, las capacidades conectivas de los libreros favorecieron también su posicionamiento en los medios intelectuales locales. En el caso de Pérez, sus amistades político-letradas y su renombre como poeta, extendido fuera del país gracias a la circulación de las antologías, reforzaron este posicionamiento y hasta determinaron que tuviera un papel relevante en espacios de sociabilidad como el Ateneo de Bogotá (1884) y la Unión Ibero-Americana (1887), esta última, una filial de la asociación fundada en Madrid en 1885 y de la cual sería presidente. Pivote de los nuevos intereses económicos y socioculturales de la oligarquía y la burguesía española frente a América Latina, esta asociación engranaría rápidamente en Colombia, país donde sus objetivos empatizaban con los del nuevo orden conservador, encarnado en la Regeneración y su interés en recuperar a España como referente político y cultural.11

La importancia de presidir este círculo radicaba, empero, menos en la confluencia de letrados que podía incentivar que en su dimensión transatlántica. Con filiales en decenas de ciudades, participar de la Unión Ibero-Americana presuponía el acceso a una red de hombres y mujeres de letras transnacional, así como la entrada a un entorno de prometedoras posibilidades comerciales, atractivas incluso para el comercio de librería. Alentada su fundación por el ministro español residente, Bernardo Jacinto de Cólogan (1847-1921), la asociación liderada por Pérez sería así tan clave para el conservatismo local y el movimiento hispanista finisecular, como para su trabajo como librero.12

A mediados de la década de 1880, el veterano poeta, militar y comerciante podía, pues, pensar en grande. Por una parte, tenía a la mano un conjunto de amistades letradas cuyas obras estaba en capacidad de atraer y dar a conocer internacionalmente gracias a sus capacidades y conexiones libreras. Por otra, su lugar en la Unión Ibero-Americana, junto con su reputación autoral, le ubicaba allende el espacio cultural bogotano, integrándole en una geografía de intereses y lazos intelectuales y comerciales mucho mayor. En resumen, alrededor de Pérez podía gravitar tanto la menuda comunidad letrada colombiana como una parte significativa de la americana, hecho que ayuda a explicar las grandes ambiciones que tendrá su colección.

Poetas Hispano-Americanos: un megaproyecto editorial

Vista desde la superficie, la colección ideada por Lázaro M. Pérez retomaba la silueta antológica que había caracterizado otros proyectos editoriales de la segunda mitad del siglo XIX, pero reportaba a la vez elementos peculiares dentro del contexto local y continental.13 Un primer rasgo distintivo se hallaba en su formulación, y es que antes que pensarse como una simple y arbitraria recopilación a partir de bibliografía existente, la colección quiso formarse a partir de una convocatoria internacional. La geografía del llamado se calcaba, según veremos, sobre la red librera en la que se insertaba la Librería Torres Caicedo, pero también sobre aquella otra red tejida por las filiales americanas de la Unión Ibero-Americana. Una segunda novedad, relevante ante todo a nivel local, reposaba en la naturaleza de la empresa impulsora, pues a pesar del estatus alcanzado por su librería, Pérez prefirió crear una casa editorial nueva, moderna y capaz de absorber la ejecución de su idea.14

Instalada con la misión de dar forma a Poetas Hispano-Americanos, la nueva editorial abierta por el librero y administrada por su hijo José Joaquín inició trabajos a fines de 1886 con la emisión del primer prospecto de la obra. Según informaba, la empresa realizaría "en edición esmerada y correcta, la publicación de lo más selecto y escogido de las producciones de los poetas de nuestro Continente". Lleno de información editorial, el prospecto anunció que a cada participante le consagrarían "una o más entregas de 64 páginas" en 8° francés, a las que se agregarían, de conseguirse, un boceto biográfico, un retrato y una firma autógrafa. También anticipaba que el primer tomo correspondiente a cada país quedaría destinado "a las inspiradas damas que cultiven o hayan cultivado la gaya ciencia en nuestro Continente", decisión que obedecía a un "homenaje de cortesanía", pues era probable, según se recalcaba, que sus composiciones no alcanzasen a ocupar las 64 páginas pensadas para cada entrega.15

Más allá del masculino menosprecio, la decisión de dedicar el primer tomo de cada país a sus poetas mujeres evidenciaba su ineludible presencia autoral en la república de las letras transatlántica, así como el propio lugar alcanzado por las mujeres como un grupo lector relativamente afirmado.16 El mismo Pérez confiaba en su capacidad de consumo, y especialmente en lo referente a las producciones poéticas, algo que hizo explícito en su propia compilación publicada años antes en París, la cual se dedicó: "A mis lectoras".17

Volviendo al prospecto, la naturaleza participativa del proyecto quedaba resaltada con la mención de que la colección tendría una "Junta de Calificación", cuyo fin sería elegir, entre todas las poesías recogidas, aquellas que integrarían finalmente la obra. Ciertamente, al hacer del prospecto una suerte de call for papers, se buscaba denotar la seriedad de la empresa y el interés del editor por entregar a sus suscriptores un producto de calidad. La última parte del anuncio aportaría más precisiones en torno al formato de la obra, su organización y valor. Según indicaba, esta constaría de unos setenta volúmenes, cada uno de quinientas páginas, que serían distribuidos según país. A saber:

Méjico, 6 volúmenes; Isla de Cuba, 8 volúmenes; Guatemala, 2 volúmenes; Puerto Rico, 3 volúmenes; Honduras, 2 volúmenes; Salvador, 2 volúmenes; Nicaragua, 1 volumen; República Dominicana, 3 volúmenes; Costarrica [sic], 2 volúmenes; Venezuela, 6 volúmenes; Colombia, 6 volúmenes; Ecuador, 4 volúmenes; Perú, 4 volúmenes; Bolivia, 3 volúmenes; Paraguay, 1 volumen; República Argentina, 6 volúmenes; Chile, 6 volúmenes; Uruguay, 5 volúmenes.

A continuación, el prospecto sumaría los precios y modalidades de suscripción:

Por toda la colección, à razón de.....................$1 20 por tomo.

Por la colección de cada nacionalidad...............$1 60 por tomo.

Por cada tomo separado.................................$2......

En el caso de que se quieran en pasta, debe advertirse oportunamente, en cuyo caso se impondrá el recargo equitativo de la encuadernación.

Para los no suscriptores fijamos, desde ahora, el recargo de un 25 por 100 sobre los precios anteriores.18

Como es evidente, estos últimos apartes del anuncio exponían la monumentalidad del proyecto, sin precedentes en la juvenil historia de la edición latinoamericana. En números brutos, una colección completa tendría no menos de 35 000 páginas, y abarcaría producciones de todos los países de habla castellana, incluidos Cuba y Puerto Rico, entonces todavía territorios españoles. El diseño planteaba, además, una cierta jerarquía literaria, que ubicaba a Cuba, México, Colombia, Venezuela, Argentina y Chile a la cabeza de la producción poética continental, ponía en un lugar intermedio a Uruguay, Perú y Ecuador, y en la cola, a la América central y Paraguay.

Un largo listado de los agentes autorizados para recibir suscripciones cerraba este material de propaganda. Reafirmando el carácter internacional de Poetas Hispano-Americanos, la red tejida por Pérez para darle visibilidad y desarrollo a la colección fue desplegada por completo, mostrando una división entre los países latinoamericanos y el resto del mundo. La tabla 1 da cuenta del primero de estos grupos, y evidencia la variedad de firmas implicadas entre librerías y casas comerciales. No obstante, en los países privilegiados con un mayor número de tomos, los encargados de dar difusión y funcionamiento al proyecto serían siempre libreros reputados y cercanos a los círculos letrados y eruditos, como el danés Louis Jacobsen en Buenos Aires, Roberto Miranda en Santiago, Miguel de Villa en La Habana y Agustín de Bethencourt en Curazao. En México y Montevideo la tarea sería asumida por los españoles Juan Boixó y Antonio Barreiro y Ramos, respectivamente, dos libreros igualmente acreditados. La segunda y más global agrupación privilegió, por su parte, a figuras claves del comercio europeo del libro en español, como Édouard Dufossé, Fernando Fé y los Bastinos, localizados en París, Madrid y Barcelona, respectivamente (tabla 2).

Tabla 1 Puntos de suscripción en América Latina. 

Fuente: Jorge Pombo y Carlos Obregón, Directorio general de Bogotá (Bogotá: Casa Editorial de M. Rivas, 1887)

Tabla 2 Puntos de suscripción en el Atlántico y el Pacífico. 

Fuente: Jorge Pombo y Carlos Obregón, Directorio general de Bogotá (Bogotá: Casa Editorial de M. Rivas, 1887).

Dada su naturaleza extra americana, esta segunda agrupación dio otra complejidad a la geografía del negocio. Llama así la atención que Pérez manifestara tener puntos de suscripción en Portugal e Italia, países con los cuales las relaciones comerciales no relucían, pero destaca más aún que se expusieran puntos en los archipiélagos balear y canario, así como en Manila, un hecho que, más allá de su veracidad o de la fluidez de esta posible relación, enfatizaba el deseo de abarcar toda la comunidad hispanohablante.

Una vez puesto en circulación, el anuncio llamó, por supuesto, la atención de poetas de diversas latitudes. En marzo de 1888, a pocos meses de iniciada la campaña, Pérez recibió una carta del argentino Rafael Obligado (1851-1920), a quien había dirigido poco antes una invitación directa. El poeta adjuntó en su misiva un ejemplar de sus Poesías y un retrato en aguafuerte, trazó una breve autobiografía y autorizó la reimpresión de sus composiciones.19

Un mes más tarde, sería el poeta mexicano Manuel Pérez Bibbins (1840-1892) quien escribiría al editor de Poetas Hispano-Americanos. Natal de Durango, Bibbins le agradeció a Pérez por unas observaciones previas sobre sus versos, y le informó que había visto el prospecto circulando en Orizaba, por lo que se ofrecía como delegado en caso de que precisara un agente en su ciudad. Esta sugerencia, indicativa del funcionamiento de las redes sociales a nivel publicitario, documenta la atracción generada por el proyecto.20

Estas cartas dejaban entrever, sin embargo, que Lázaro M. Pérez había impulsado su iniciativa de forma privada antes de publicar el prospecto. Cartas procedentes del AFLMP revelan que, desde mediados de 1886, Pérez había empezado un trabajo de reclutamiento mediante cartas dirigidas a personalidades del mundo letrado americano. Ejemplo de lo anterior es otra carta recibida en diciembre de 1886 por parte del diplomático y literato guatemalteco Antonio Batres Jáuregui (1847-1929), quien considerando que Poetas Hispano-Americanos sería un "monumento de glorias para las letras hispanoamericanas", envió a Bogotá un libro de su autoría, unas poesías inéditas, su biografía y un retrato, todos elementos mencionados en el prospecto todavía no público.21

Para este mismo periodo, cartas cruzadas entre Lázaro M. Pérez y Ricardo Palma revelan que a este último le fue confiado, después de una fallida conexión con la librería limeña de Colville y Cía., el reclutamiento de los autores peruanos.22 Por medio del distinguido bibliotecario nacional, Pérez conectaría además con el Ateneo de Lima, círculo que promovió la iniciativa e incluso le hizo después su socio correspondiente.23 Gracias al mismo Palma, nuestro librero y editor pudo recolectar las obras de Luis B. Cisneros (1837-1904) y Teobaldo Corpancho (1853-desc.), y mantener la excitación sobre otros poetas peruanos para que se vinculasen al proyecto.24 En general, las cartas con Palma demuestran que Pérez pudo recopilar obras de Manuel Segura (1805-1871) y Federico Flores Galindo (1846-1905), y que esperaba hacer lo propio con las de José Pardo y Aliaga, Carlos A. Salaverry, Pedro Paz Soldán, Juana Lazo, Freire de Jaime y Manuela A. Márquez.25

Este fluir de cartas confirma que muchas puertas habían sido tocadas antes de la convocatoria pública, pero asimismo que la recepción continental del proyecto era positiva. En efecto, Pérez no solo había recibido respaldos simbólicos, sino también manuscritos, libros, retratos y autorizaciones que le permitían iniciar labores y ser optimista. Al cumplirse un año de propaganda, un editor orgulloso anunciaría, a través de El Ibero-Americano y la Revista bibliográfica de su Librería, que la primera batalla estaba ganada. Según afirmaba, las "benévolas manifestaciones de la prensa" y "las entusiastas felicitaciones" recibidas demostraban que los hombres de letras, "lejos de mostrarse indiferentes o remisos, han hecho lujo de prodigalidad, poniendo a mi disposición, los unos su abierta y desinteresada colaboración, los otros todo su caudal literario".26

Una colección enredada: los límites de las conexiones internacionales

En efecto, para finales de 1888, Pérez contaba con numerosas contribuciones, y era consciente de que varios periódicos de la región, como La Libertad Electoral en Chile, El Combate y El País de La Habana, el Boletín Bibliográfico de Lima, El Censor de Orizaba y El Globo de Guayaquil daban propaganda al proyecto. En Madrid, La Izquierda Dinástica había hecho lo propio, al igual que La Unión Ibero-Americana, órgano de la asociación homónima de esta capital. En este último medio, Pérez logró inclusive publicar una versión del prospecto, hecho sin duda facilitado por su posición principal en la filial bogotana.27

Desde Madrid arribaron también cartas confirmando el interés en participar de la colección. En febrero de 1889, Teodoro Guerrero Pallares (1824-1904), poeta nacido en La Habana, envió una nota a Pérez donde le autorizaba a escoger cualquiera de sus composiciones para nutrir la obra. Otros escritores de origen cubano entablaron relaciones directamente desde la isla, como Juan Ignacio de Armas (1842-1889), quien en noviembre de 1887 transmitió su interés, y el de su amigo Domingo Figarola Caneda (1852-1926), en dar publicidad al proyecto y reunir producciones propias y ajenas para remitir a Bogotá.28 Dada la relativa constancia de este tipo de interacciones, Pérez decidió listar, en el mismo reporte celebrativo publicado en la Revista Bibliográfica, los nombres de los poetas cuyas obras se encontraban ya en sus manos, un contingente de alrededor de doscientos autores.29

Este esfuerzo propagandístico no sería, sin embargo, enteramente halagador. En buena medida, buscó ilustrar a los seguidores del proyecto sobre las dificultades de un plan editorial tan ambicioso. Así, por ejemplo, su nota introductoria fijó la atención en la complejidad que entrañaba formar una colección como la concebida, pero ante todo en la posibilidad de que "su inmensa pesadumbre" aplastase a su iniciador, quien no se había cuidado de tener en cuenta su edad avanzada, sus limitados recursos, ni los escarmientos de que habían sido víctimas "en pueblos enfermos de prosaico materialismo" aquellos que le habían precedido en "la edición de libros de entretenimiento y fantasía".30 Aunque la referencia bien podía leerse en clave de campaña, esta fue la primera en referirse a los obstáculos que podía enfrentar la preparación de Poetas Hispano-Americanos, entre ellos la edad de su editor responsable.

Al momento de lanzar la convocatoria, Lázaro M. Pérez tenía 65 años, hecho que explica, al menos en parte, que la editorial fundada para publicar la colección se pusiese en manos de su hijo y potencial sucesor. La cuestión económica también salía a relucir en esta misma nota. Aunque desconocemos datos precisos sobre las finanzas del proyecto, los intercambios con Ricardo Palma dejan entrever las dificultades que empezaban a afectarlo. Por un lado, se habían presentado problemas para instalar la imprenta que integraría la editorial. De acuerdo con Pérez, las "enormes platinas" de la prensa mecánica habían demorado meses en llegar a Bogotá debido al invierno que había asolado al país a mediados de 1888. A esto se sumaría la tardanza con la que el fabricante de las planchas para los retratos, la neoyorkina Photo-Engraving Company, entregaba los pedidos, hecho que evitó que las primeras entregas salieran en septiembre de 1888, como aparentemente estaba previsto.31 En otras palabras, a casi un año de abierta la campaña, la empresa no estaba plenamente en marcha.

Por otro lado, las mismas cartas dirigidas a Palma señalan la urgencia de encontrar recursos. Debido al retraso en el plan inicial, Pérez comenzó a pedir a sus corresponsales extranjeros que animasen a sus gobiernos para que se suscribieran al proyecto. Según exponía, la idea era explicar que la colección era pertinente para bibliotecas, universidades, colegios y asociaciones, y que, "ya en su conjunto, ya en su detalle", podía servir de "texto extenso de Antología Continental o localizada". Junto con este pedido, Pérez reconocía el alto costo de la obra, presupuestada en unos treinta mil pesos, y aseveraba que, si bien era rico en "entusiasmo y buenas intenciones", era "relativamente pobre" para tener esa suma y anticiparla.32 Aunque la respuesta de Palma no sería la mejor, pues adujo que no era ningún "arcángel del Coro gubernativo" para lograr ese objetivo, la colección logró el apoyo del congreso guatemalteco, que se suscribió a diez colecciones en mayo de 1888 -recalcando, eso sí, que haría pagos diferidos en virtud del avance de la publicación-, y también del congreso ecuatoriano, que se suscribió a veinte ejemplares.33

Estos logros no representarían, sin embargo, ninguna solución. Al igual que todos los proyectos editoriales de su tipo, esto es, concebidos bajo una fórmula que fraccionaba los volúmenes planeados en entregas cuya producción y comercialización se hacía más manejable, Poetas Hispano-Americanos esperaba financiarse con suscripciones previas y masivas que garantizasen la entrada de capital por adelantado. Como lo explica Jean-Yves Mollier, esta modalidad tenía grandes ventajas, pues permitía alcanzar públicos amplios, extender el circuito de difusión allende las librerías, facilitar un manejo flexible de los recursos, y, lo más importante, testear la elasticidad de la clientela.34 Su éxito dependía, no obstante, del impacto de la campaña publicitaria, siempre previa a cualquier acción editorial, y de su efectiva persuasión de un amplio número de consumidores. Para el caso de Poetas Hispano-Americanos, no cabe duda de que la estrategia de propaganda funcionó en materia de visibilidad y atracción de participantes, pero no parece haber ocurrido lo mismo frente a la captura de suscriptores, fueran individuos, instituciones o gobiernos.

A este problema se sumó la débil salud del editor. Al obligarle a ausentarse de Bogotá en busca de mejores climas, la administración local de la colección y las comunicaciones internacionales solían quedar paralizadas por largos periodos. Si las conexiones epistolares ya tardaban en establecerse debido a las circunstancias geográficas y la débil infraestructura de correos, las ausencias de Pérez las hacían aún menos constantes. Su mala salud alcanzó, de hecho, un punto crítico a inicios de 1889. Dada la gravedad del episodio, que estancó de nuevo los trabajos, Pérez nombraría a José Rivas Groot (1864-1923) como su codirector literario para el proyecto. Director fugaz de la Biblioteca Nacional de Colombia en 1888, Rivas Groot era por entonces una figura prestigiada dentro y fuera del país, gracias a su estudio preliminar al Parnaso colombiano (1886), y su papel como responsable, junto con José A. Soffia, del libro Víctor Hugo en América (1889).

La necesidad de encontrar una figura de este tipo para manejar la colección respondía, igualmente, al nuevo cargo que pasaría a desempeñar Pérez, quien a pesar de su malograda condición fue nombrado Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de Colombia ante la corte de Berlín en julio de 1889. Su salud debió ser evaluada para tal efecto, y el resultado positivo le llevó a emprender el viaje a finales del mismo año, permitiéndole recorrer España, donde sería homenajeado por el Ateneo de Sevilla, y también Francia, país donde su salud volvería a decaer.35 Tras este nuevo quebranto, Pérez se vio imposibilitado para asumir su cargo a plenitud, debiendo instalarse en París, lo que con el paso del tiempo derivó en pedidos oficiales para que retornase a Colombia, acción que no lograría cumplir pues falleció en Vichy en mayo de 1892.36

Ahora bien, con todo y lo que la muerte de Pérez significaría para el futuro de la colección, su estado para finales de 1889 ya expresaba incertidumbre. Como tal, las primeras entregas del proyecto, que formaron el primer tomo dedicado a México, salieron entre octubre y diciembre de ese año y parecieron representar un buen despegue. Fueron un total de veinticinco poetas las que lo integraron, encabezadas por Sor Juana Inés de la Cruz y Refugio Barragán de Toscano.37 Solo entre estas se cubrieron más 250 páginas de composiciones, casi la mitad del tomo, que alcanzó un total de 535 páginas.38 No obstante, la comercialización de este volumen sería decepcionante, no alcanzando las ventas esperadas ni siquiera en México, país protagonista del debut. Según Francisco de la Fuente Ruiz, amigo y agente de Pérez y su hijo en este país, había sido imposible -¡a la altura de 1896!- colocar ejemplares de Poetas Hispano-Americanos en las librerías mexicanas debido a que sus dueños rehusaban comprometerse con una iniciativa inconclusa y de la que estaban persuadidos no llegaría a finalizarse.39 La ausencia de cartas con los libreros no permite interrogar mejor estas percepciones, pero la situación advierte los notables apuros de la empresa en materia de distribución.

La irregular calidad de las conexiones abiertas por Pérez y compañía puede quizá explicar la baja confianza en el proyecto. En general, el AFLMP no contiene cartas con aquellos libreros que, según el prospecto, configuraban la red de agencias. La relación con Juan Boixó, por ejemplo, no parece haber ido más allá de su mención como agente en México. Lo que documenta bien este archivo, en cambio, es que la mayor parte de los lazos cultivados por Pérez prefiguraban más una red social de amistades letradas que una estructura coordinada e internacional de libreros comprometidos con el comercio de la colección. Si entendemos las conexiones como fenómenos de mediación que afectan las personas, espacios e ideas que ponen en contacto, resulta claro que aquellas mejor tejidas por Pérez sirvieron para dar viabilidad intelectual al proyecto, pero fueron casi inútiles para garantizar su triunfo comercial. En otros términos, al desplegar su red sobre la geografía letrada latinoamericana y no sobre la librera, se logró atraer nombres y trabajos interesados en integrar la colección, pero no se pudo conocer el tamaño ni la elasticidad de su potencial clientela, ni tampoco evaluar la calidad de sus canales de venta internacional.40

La muerte de Lázaro M. Pérez frustraría toda oportunidad de modificar este escenario. A pesar de que sus sucesores contaban con materiales para seguir el trabajo y de que parte de la escena intelectual continental confiaba en el avance de la obra, ninguna entrega adicional de Poetas Hispano-Americanos vio la luz después de 1892.41 El fallido desenlace advierte así tanto una obvia falta de liderazgo como la probable presencia de grandes problemas financieros, ocasionados por pocas suscripciones, desmedida inversión en maquinaria y útiles de imprenta, y el fracaso comercial del único tomo publicado. A este escenario puede añadirse la inesperada aparición de otros proyectos editoriales que competían directamente con la propuesta colombiana. En 1890, Francisco Lagomaggiore lanzaría en Buenos Aires una segunda y ampliada edición de su América literaria: producciones selectas en prosa y verso, original de 1883. Más grave sería, empero, la aparición de la Antología de Poetas Hispano-Americanos comisionada por la Real Academia Española a Marcelino Menéndez y Pelayo, y cuyo primer tomo, lanzado en 1893, capturó pronto la atención de buena parte de la comunidad letrada latinoamericana.42

Una carta del AFMLP demuestra, además, que luego de 1892 la relación entre los herederos del proyecto quedaría fracturada. En abril de 1893, Rivas Groot escribió a Pérez hijo para insistirle sobre la necesidad de proseguir con el proyecto sin importar la resolución de los albaceas o los deseos de la familia, y tanto por lo que había significado para su padre como por el "pacto" establecido entre ambos.43 La economía de la familia no parecía, sin embargo, estar dispuesta a recordar el acuerdo de palabra con el escritor bogotano. En julio de 1896, la Librería Torres Caicedo sería liquidada y la propia biblioteca de Lázaro M. Pérez se puso en remate en las páginas de la Revista Bibliográfica, que también anunció la puesta en venta de una larga galería de retratos en la forma de clichés de imprenta, muy seguramente aquellos fabricados para ser usados en la frustrada colección.44

Conclusiones

Dejando de lado la muerte de su principal responsable, el prematuro desenlace de Poetas Hispano-Americanos exige tantear otras variables. Como se pudo señalar, el proyecto venía mostrando dificultades asociadas a su geografía de producción y circulación. Fundar una editorial propia había implicado, por supuesto, gruesos gastos en maquinaria, transporte e instalaciones, y el propio diseño de la colección obligaba a delegar parte de su producción fuera del país. Recuperar esta inversión dependía, naturalmente, del éxito de las conexiones, pues el balance del negocio descansaba en la consecución de un grueso, confiable e internacional número de suscriptores. Sin mayores noticias sobre el alcance de este objetivo, lo que se eleva, entonces, es un proyecto incierto en sus finanzas.

A esta dificultad puede sumarse la compleja geografía americana, que sumada a la diversidad de contextos económicos y socioculturales que el proyecto planeaba atravesar, imponía límites evidentes a la movilidad, las comunicaciones y las transacciones. Esta realidad no parece haber sido, sin embargo, muy temida por Pérez. Ni siquiera la ya compleja geografía colombiana, que evitó la rápida instalación de sus prensas en Bogotá, aparece en la correspondencia del librero-editor como un problema infranqueable. Su confianza en las conexiones y en su capacidad de aprovecharlas parece haber justificado toda apuesta. En marcado contraste, su hijo José Joaquín no vacilará en detener el proyecto y luego abandonarlo de forma definitiva sin importarle el compromiso público de su padre ni la presión de Rivas Groot.

Dicho esto, cabe preguntarse qué sabía o creía saber Pérez sobre el mercado del libro continental. Es probable que su buen desempeño como librero le diese una imagen ilusoria de este. Sus conexiones internacionales eran numerosas y el sistema de canje que alimentó su librería parecía funcionar con suficiencia. Ante este horizonte, la edición aparecía como un ámbito en el que se podía incursionar. Pensada como punta de lanza, una colección como Poetas Hispano-Americanos era incluso acertada, pues se sostenía en una estrategia editorial bien probada en otros países, apelaba al prexistente gusto por la poesía de los grupos lectores y podía inclusive verse impulsada por el aliento del hispanismo asociativo. La aparición casi paralela de otras iniciativas antológicas y poéticas de alcance continental o transatlántico constatan este hecho.

El plan demostraba, por ende, que Pérez no era un comerciante de libros más. Por el contrario, su actuar señalaba la apropiación de estrategias editoriales modernas y un conocimiento de las demandas lectoras. Al tratar de desplegar su proyecto a un nivel local, regional y transnacional, Pérez demostraba entender las orientaciones del mercado internacional del libro y, en particular, de aquel ligado al libro en español, tan bien explotado en América Latina por editoriales francesas y españolas, así como por algunas casas alemanas y estadounidenses. En cierto modo, puede afirmarse que el librero colombiano buscó modificar esta realidad promoviendo un centro de producción y difusión editorial para el continente que no se encontraba por fuera de este. Con su original y monumental proyecto, Pérez intentó trascender, en síntesis, su condición de punto en los flujos del comercio transatlántico para intentar controlarlos, redirigirlos o hasta amplificarlos.45

El fracaso del proyecto constata, de todas maneras, la insuficiencia del factor conectivo para alcanzar estos logros y, con ello, la complejidad del escenario que debían enfrentar libreros y editores latinoamericanos para trabajar fluidamente en espacios transnacionales. El corto ciclo de Poetas Hispano-Americanos señala así los límites de la internacionalización del comercio de librería en la región, que pese a su afirmación y especialización para finales del siglo XIX todavía parecía funcionar mejor como una estructura canalera entre las casas editoriales europeas y el universo de lectores locales, que como un motor capaz de incidir por sí solo sobre el mercado continental. La sola concepción de la colección resulta, de cualquier modo, expresiva de las mutaciones del libro ocurridas en este periodo, las cuales afectaron los horizontes de expectativa de muchos agentes del libro a nivel global y sus capacidades conectivas, llevándolos a lanzar apuestas tan inéditas como riesgosas en el plano de la producción literaria e intelectual y de su necesaria circulación más allá de las fronteras nacionales.

Obras citadas

I. FUENTES PRIMARIAS Archivos

Biblioteca Luis Ángel Arango (BLAA), Bogotá, Colombia [ Links ]

Archivo Familiar de Lázaro María Pérez (AFLMP) Biblioteca Nacional del Perú (BNP), Lima, Perú [ Links ]

Colección Ricardo Palma [ Links ]

Publicaciones periódicas

Periódicos [ Links ]

Diario Oficial [Bogotá] 1869-1870 [ Links ]

El Heraldo [Bogotá] 1889-1890 [ Links ]

El Ibero-Americano [Bogotá] 1887-1888 [ Links ]

La Estrella de Chile [Santiago] 1873 [ Links ]

La Unión Ibero-Americana [Madrid] 1890 [ Links ]

Revistas [ Links ]

Revista bibliográfica. Órgano de la Librería "Torres Caicedo" (1879-1889) [ Links ]

Revista bibliográfica. Órgano de la librería antigua i moderna de Roberto Miranda (1887) [ Links ]

Documentos impresos y manuscritos

Catálogo general de la Librería Torres Caicedo. Bogotá: Casa Editorial de J. J. Pérez. Director F. Ferro, 1894. [ Links ]

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Figueroa, Pedro Pablo. Prosistas y poetas de América moderna. Bogotá: Casa Editorial de J. J. Pérez , 1891. [ Links ]

Obras poéticas y dramáticas de Lázaro María Pérez. París: A. Roger y F. Chernoviz Editores, 1884. [ Links ]

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II. FUENTES SECUNDARIAS

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* Una primera versión de este estudio integró la tesis doctoral: "Conexiones libreras: modernización y cultura impresa entre Argentina, Chile y Colombia, 1880-1920" (2019), defendida en la Pontificia Universidad Católica de Chile y financiada por CONICYT (Beca Doctorado Nacional 2013-63130178). El apoyo del Instituto Caro y Cuervo al proyecto "Historia del comercio de librería en América Latina, siglos XVIII-XX" ha permitido enriquecer su base documental y resultados.

1Juan David Murillo Sandoval, "La aparición de las librerías colombianas: conexiones, consumos y giros editoriales en la segunda mitad del siglo XIX", Historia Crítica 65 (2017): 60-62.

2Alison Rukavina, The Development of the International Book Trade, 1870-1895: Tangled Networks (Basingstoke: Palgrave Macmillan, 2010).

3Roland Wenzlhuemer, "The Ship, the Media, and the World: Conceptualizing Connections in Global History", Journal of Global History 11.2 (2016): 165-166.

4Sobre las capacidades de mediación intelectual de los libreros, ver Michael Werner, "Les libraires comme intermédiaires culturels: remarques à propos du rôle des libraires allemands en France au XIXe siècle", L'Europe et le livre: réseaux et pratiques du négoce de librairie XVI e -XIX e siècles, eds. Frédéric Barbier, Sabine Juratic y Dominique Varry (París: Klincksieck, 1996) 527-542.

5Francisco Sosa, Escritores y poetas sud-americanos (Ciudad de México: Oficina Tip. De la Secretaría de Fomento, 1890) 289-290.

6Según José M. Samper, Pérez no era un versificador "correcto y atildado" y tenía dos defectos en muchas de sus poesías, "una incorrección fácil de explicar y excusar, por el trastorno que sufrió su educación literaria, y cierto amaneramiento en la forma de muchas estrofas". Ver Obras poéticas y dramáticas de Lázaro María Pérez (París: A. Roger y F. Chernoviz Editores, 1884) XXII.

7Enrique del Solar, "Corona poética de la Virjen María", La Estrella de Chile [Santiago] feb. 16, 1873: 301-304. No sobra advertir que desde 1866, gracias a los canjes desarrollados entre las bibliotecas nacionales, los dramas Teresa y Elvira, publicados por Pérez en 1857, podían consultarse en la Biblioteca Nacional de Chile.

8Para un rastreo de la transformación de la casa comercial de Pérez en una librería formal, pueden revisarse sus anuncios publicitarios desde mediados de 1869, por ejemplo, Diario oficial [Bogotá] jul. 1, 1869: 816.

9Conviene subrayar que Miranda replicaría esta modalidad de clasificación en sus catálogos chilenos, ofertando en su sección de "Bibliografía colombiana" títulos de Juan J. Molina, Justo Arosemena, Isidro Laverde, Rafael Celedón, Rufino J. Cuervo, Felipe Pérez y del mismo Lázaro M. Pérez. Ver Revista bibliográfica. Órgano de la librería antigua i moderna de Roberto Miranda 1 (1887): 9-14. Sobre la red de canjes formada por este librero, ver Pedro Pablo Figueroa, La Librería en Chile: estudio bibliográfico del canje de obras nacionales establecido y propagado en Europa i América, por el editor i librero don Roberto Miranda, 1884-1894 (Santiago: Imprenta de B. Vicuña Mackenna, 1894).

10Para una revisión integral de la oferta pueden consultarse el Catálogo general de la Librería Torres Caicedo (Bogotá: Casa Editorial de J. J. Pérez. Director F. Ferro, 1894); y la Revista Bibliográfica. Órgano de la Librería "Torres Caicedo", boletín que apareció en 1878 y logró extenderse, con interrupciones, hasta 1889. Asimismo, pueden revisarse los anuncios insertos en El Heraldo, los cuales promocionaban especialmente títulos como El Capital de Marx, en la edición resumida de Gabriel Deville, o La bestia humana de Zola, en versión castellana de Carlos Docteur. El Heraldo [Bogotá] jun. 18, 1890: 4.

11Sobre la Unión Ibero Americana, sus objetivos y auspiciantes, ver Palmira Vélez, La historiografía americanista en España, 1755-1936 (Madrid: Iberoamericana Vervuert, 2007) 121-126. En torno al paisaje político e intelectual configurado por la Regeneración, ver Gilberto Loaiza Cano, Poder letrado. Ensayos sobre historia intelectual de Colombia, siglos XIX y XX (Cali: Universidad del Valle, 2014) 165-201.

12De entre toda la bibliografía dedicada al hispanoamericanismo resaltamos los trabajos de Carlos Rama, Historia de las relaciones culturales entre España y la América Latina. Siglo XIX (Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica, 1982); y Aimer Granados, Debates sobre España. El Hispanoamericanismo en México a fines del siglo XIX (Ciudad de México: El Colegio de México / Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, 2005).

13En torno a las antologías decimonónicas de silueta americana, ver Rosalba Campra, "Las antologías hispanoamericanas del siglo XIX. Proyecto literario y proyecto político", Casa de las Américas 162 (1987): 37-46. Una mirada a estos repertorios en clave nacional, puede encontrarse en Hugo Achugar, "Parnasos fundamentales, letra, nación y Estado en el siglo XIX", Revista Iberoamericana 63.178-179 (1997): 13-31.

14Una vez montada, la casa editorial contó con talleres de imprenta, litografía y encuadernación, dirigidos por el tipógrafo Federico Ferro, y se consolidó como un centro de abastecimiento de papelería, tintas y útiles de todo tipo. En paralelo a la promoción de Poetas Hispano-Americanos, la casa editó el ya mencionado periódico El Heraldo, junto con sus colecciones de folletines asociadas, algunas obras de recordación como la segunda edición del Romancero colombiano (1889) y la Enciclopedia de bolsillo (1891) de Julio Cuervo, y varias memorias e informes de gobierno.

15Todas las citas provienen del prospecto publicado en Jorge Pombo y Carlos Obregón, Directorio general de Bogotá (Bogotá: Casa Editorial de M. Rivas, 1887).

16Sobre el lugar de las mujeres en el paisaje intelectual atlántico, ver Pura Fernández, ed., No hay nación para este sexo. La Re(d)pública transatlántica de las Letras: escritoras españolas y latinoamericanas (1824-1936) (Madrid: Iberoamericana Vervuert, 2015).

17Obras poéticas y dramáticas XXVII.

18Pombo y Obregón.

19"Carta de Rafael Obligado a Lázaro M. Pérez", Buenos Aires, mar. 25, 1888. Biblioteca Luis Ángel Arango (BLAA), Bogotá, Archivo Familiar de Lázaro María Pérez (AFLMP), MSS-825, folio 569r. En esta carta, Obligado adjuntó su poema Santos Vega (1885) y unas obras selectas de Esteban Echeverría.

20Bibbins recomendó además a Pérez que escribiera a Laureana Wright de Kleinhans (1842-1896) y a Eduardo Noriega (1818-1914), quienes ya sabían del proyecto y esperaban una invitación formal. "Carta de M. Pérez Bibbins a Lázaro M. Pérez", México, abr. 14, 1888. BLAA, Bogotá, AFLMP, MSS-825, f. 572r.

21"Carta de Antonio Batres a Lázaro M. Pérez", Guatemala, dic. 9, 1886. BLAA, Bogotá, AFLMP, MSS-825, f. 515r. Acción similar haría el caraqueño Juan Vicente Mendible, quien autorizó a Pérez para que publicara once de sus composiciones, además de otras que le interesasen. Ver "Carta de Juan Vicente Mendible a Lázaro M. Pérez", Caracas, ene. 3, 1887. BLAA, Bogotá, AFLMP, MSS-825, f. 517r.

22Según exponía Pérez, desde finales de 1886 había enviado a Colville y Cía. 80 ejemplares de su circular para que, mediante algún amigo literato, las distribuyesen "entre los cultivadores de la gaya ciencia". Al ser informado por el mismo Palma de la inmovilidad de Colville frente al proyecto, sería el bibliotecario peruano quien pasaría a asumir las tareas de promoción. "Carta de Lázaro M. Pérez a Ricardo Palma", Bogotá, sep. 22, 1887. Biblioteca Nacional del Perú (BNP), Lima, Colección Ricardo Palma, tomo 4, f. 118r.

23"Carta de J. Octavio de Oyaque a Lázaro M. Pérez", Lima, mar. 1, 1887. BLAA, Bogotá, AFLMP, MSS-825, f. 524r.

24"Carta de Lázaro M. Pérez a Ricardo Palma", Bogotá, ene. 24, 1888. BNP, Lima, Colección Ricardo Palma, tomo 4, f. 120. Tanto Corpancho como Cisneros parecían ser bien conocidos por su hispanofilia. Al primero se le debe, por ejemplo, el poema Canto a España, ganador de unas fiestas julias de Lima en 1897. En cuanto a Cisneros, el mismo Pérez comentaría a Palma que solo le conocía "su portentosa oda a la muerte de don Alfonso XII".

25"Carta de Lázaro M. Pérez a Ricardo Palma", Bogotá, nov. 15, 1887. BNP, Lima, Colección Ricardo Palma, tomo 4, f. 119r.

26"Poetas Hispano-Americanos", Revista Bibliográfica. Órgano de la Librería Torres Caicedo [Bogotá] dic. 1, 1888: 242.

27La propaganda coincidiría aquí con el seguimiento a una iniciativa que se discutía en la Unión Ibero-Americana de Madrid, consistente en la creación de un modo de adquirir libros, grabados, mapas y demás publicaciones de forma recíproca entre España y las repúblicas americanas. Impulsada por Cólogan, esta propuesta llegó a ser consultada con parte del gremio librero madrileño. Ver "Proyecto de interés literario", El Ibero-Americano. Órgano del centro de Bogotá [Bogotá] feb. 15, 1888: 123-126.

28"Carta de Juan Ignacio de Armas a Lázaro M. Pérez", La Habana, nov. 28, 1887. BLAA, Bogotá, AFLMP, MSS-825, f. 555r.

29"Poetas Hispano-Americanos", Revista Bibliográfica. Órgano de la Librería Torres Caicedo [Bogotá] dic. 1, 1888: 243-244.

30"Poetas Hispano-Americanos", Revista Bibliográfica. Órgano de la Librería Torres Caicedo [Bogotá] dic. 1, 1888: 129. Introductoria al texto escrito por Pérez, la nota a la que se hacemos referencia fue firmada con las siglas R. C. o R. G., seguramente Rivas Groot.

31"Carta de Lázaro M. Pérez a Ricardo Palma", Bogotá, abr. 10, 1888. BNP, Lima, Colección Ricardo Palma, tomo 4, f. 121r.

32"Carta de Lázaro M. Pérez a Ricardo Palma", Bogotá, may. 1, 1888. BNP, Lima, Colección Ricardo Palma, tomo 4, f. 122r.

33Ver Recopilación de las leyes emitidas por el gobierno de la República de Guatemala coleccionadas por el Licenciado Adrián F. Caballero, t. 7 (Guatemala: Tipografía de "La Unión", 1888) 116; y "Carta de Bartolomé Calvo a Lázaro M. Pérez", Quito, ago. 25, 1888, BLAA, Bogotá, AFLMP, MSS-825, f. 594r.

34Jean-Yves Mollier, La lectura y sus públicos en la edad contemporánea: ensayos de historia cultural en Francia (Buenos Aires: Ampersand, 2013) 144-145.

35"Apuntes biográficos", Unión Ibero-Americana [Madrid] nov. 1, 1890: 10.

36Un largo número de notas necrológicas, que ilumina igualmente sobre las amistades y contactos de Pérez, puede verse en Recuerdos a la memoria de Lázaro María Pérez publicados en el primer aniversario de su muerte (Bogotá: Casa Editorial de J. J. Pérez, 1893).

37Lázaro María Pérez y José Rivas Groot, Poetas Hispano-Americanos. México: entrega primera (Bogotá: Casa Editorial de J. J. Pérez, 1889).

38Cabe decir que este primer tomo no cumpliría todos los requisitos anunciados, pues llevó solo el retrato de Sor Juana, algunas biografías y ningún autógrafo. Según el crítico Manuel Sol, Poetas Hispano-Americanos plagió poemas y biografías incluidas en El Parnaso Mexicano de Vicente Riva Palacio, obra que, como mencionamos antes, se vendía en la Librería Torres Caicedo. Ver Leticia Romero Chumacero, "Frente al espejo de un canon: poetisas mexicanas en antologías del siglo XIX", Valenciana 8.16 (2015): 7-35.

39De la Fuente era también miembro de la Unión Ibero-Americana. Ver "Carta de Francisco de la Fuente Ruiz a José Joaquín Pérez", México, oct. 26, 1896. BLAA, Bogotá, AFLMP, MSS-825-810, ff. 316r-317v.

40Pensando en términos de una geografía del libro, podría plantearse que Pérez configuró para su proyecto una geografía de circulación que era, primordialmente, una geografía de recepción, una vez descansaba sobre consumidores eruditos bien localizados dentro de sus respectivas ciudades letradas, pero cuya posición no incidía directamente sobre el movimiento comercial. En torno al valor de la mirada geográfica para la historia del libro, ver Miles Ogborn y Charles W. J. Withers, eds., Geographies of the Book (Farnham: Ashgate Publishing, 2010) 1-25.

41En 1890, por ejemplo, el escritor chileno Pedro Pablo Figueroa daba por asegurado el término de la monumental obra, señalando que no habría "Parnaso en América" igual o superior. Pensadores Americanos (Santiago: Imprenta de "El Correo", 1890) 41. Un año después de publicado este trabajo, José Joaquín Pérez lo reeditaría en Bogotá con un nuevo título, leyendo quizá su utilidad para llamar de nuevo la atención sobre el proyecto editorial de su padre. Prosistas y poetas de América moderna (Bogotá: Casa editorial de J. J. Pérez, 1891) 14.

42A propósito del magnetismo intelectual de Menéndez Pelayo, ver el clásico ensayo de Manuel Olguín, "Menéndez Pelayo y la Literatura Hispanoamericana", Revista Iberoamericana 22.43 (1957): 27-39.

43"Carta de José Rivas Groot a José Joaquín Pérez", Bogotá, abr. 7, 1893. BLAA, Bogotá, AFLMP, MSS-825-935, ff. 1r-2v.

44"En la Librería Torres Caicedo", La revista bibliográfica [Bogotá] nov. 1896: 51, 62. Vale agregar que este catálogo periódico sufriría su propia transformación como medio comercial, pues dejaría de ser exclusivo de la Librería Torres Caicedo para servir como "Órgano de las Librerías y Casas Editoriales" de Bogotá, giro que configuró además un raro caso de solidaridad o efímera comunión publicitaria entre los libreros de la ciudad.

45Sobre la necesidad de atender estas tentativas entre los libreros con miras a dimensionar mejor su papel en el mundo intelectual, ver Werner 533-534.

Cómo citar este artículo Juan David Murillo Sandoval, "Edición y frustración. El fracaso de la colección Poetas Hispano-Americanos y los límites del comercio de librería en América Latina a fines del siglo XIX", Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura 48.2 (2021): 149-176.

Recibido: 02 de Julio de 2020; Aprobado: 19 de Noviembre de 2020

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