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Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura

Print version ISSN 0120-2456

Anu. colomb. hist. soc. cult. vol.49 no.1 Bogotá Jan./June 2022  Epub Dec 14, 2021

https://doi.org/10.15446/achsc.v49n1.98766 

Artículos dossier

William Dean Howells y Elizabeth Stuart Phelps: masculinidad, feminidad y representaciones literarias del matrimonio. Estados Unidos, 1870-1880

William Dean Howells and Elizabeth Stuart Phelps: Masculinity, Femininity and the Literary Representations of Marriage. United States, 1870-1880

William Dean Howells e Elizabeth Stuart Phelps: masculinidade, feminilidade e representações literárias do casamento. Estados Unidos, 1870-1880

*Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades Alfonso Vélez Pliego Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México CassandraNajera@outlook.es


RESUMEN

Objetivo:

El objetivo de este artículo es analizar la dimensión simbólica de las tensiones de género que se desarrollaron en Estados Unidos en el periodo de 1870 a 1880, cuando las esferas de lo público y lo privado habían comenzado a desdibujarse.

Metodología:

Se comparan las representaciones literarias del matrimonio en las novelas Their Wedding Journey (1872) de William Dean Howells y The Story of Avis (1877) de Elizabeth Stuart Phelps, relacionando los personajes femeninos y masculinos y sus preocupaciones en torno al matrimonio con el contexto histórico de las obras.

Originalidad:

Estas novelas no han sido estudiadas en años recientes, aun cuando su contenido resulta valioso para examinar tanto la estructura de sentimiento de la época respecto al género, como las luchas simbólicas de los autores en un contexto de crisis de la feminidad y la masculinidad.

Conclusiones:

Esta investigación revela que la pertenencia sexual de los autores determinó su relación con el género como estructura de distribución del poder y fungió como principio de separación cultural, por lo que cada uno trató de incidir en el ordenamiento de la estructura social desde su forma propia de ser en el mundo: Dean Howells abordó la identidad femenina como complemento de una noción específica de masculinidad, mientras que Stuart Phelps participó en el proceso de creación de la conciencia feminista.

Palabras clave: feminidad; género; masculinidad; matrimonio; representación literaria; siglo XIX

ABSTRACT

Objective:

This article aims to analyze the symbolic dimension of the gender tensions that took part in the United States in the period from 1870 to 1880 when the public and private spheres began to blur.

Methodology:

It compares the literary representations of marriage in the novels Their Wedding Journey (1872) writen by William Dean Howells and The Story of Avis (1877) writen by Elizabeth Stuart Phelps, relating the female and male characters as well as their concerns about marriage with the historical context of the novels.

Originality:

These novels have not been studied in recent years, even though their content is valuable to examine both the sentimental structure of the time regarding gender and the symbolic struggles of the authors in a context of a crisis of femininity and masculinity

Conclusions:

This research shows that the sexual belonging of both authors determined their relationship with gender as a structure for the distribution of power and served as a principle of cultural separation, hence each one tried to influence the ordering of the social structure from their own form of being in the world: Dean Howells approached female identity as a complement of a specific notion of masculinity, while Stuart Phelps contributed in the process of creating feminist consciousness.

Keywords: 19th century; femininity; gender; marriage; masculinity; literary representation

RESUMO

Objetivo:

O artigo analisa a dimensão simbólica das tensões de gênero que se desenvolveram nos Estados Unidos no período de 1870 a 1880, quando as esferas pública e privada começaram a se confundir.

Metodologia:

Comparam-se as representações literárias do casamento nos romances Your Wedding Journey (1872) de William Dean Howells e The Story of Avis (1877) de Elizabeth Stuart Phelps, relacionando as personagens femininos e masculinos, e suas preocupações sobre o casamento com o contexto histórico das obras.

Originalidade:

Essas novelas não foram estudadas nos últimos anos, embora seu conteúdo seja valioso para examinar tanto a estrutura de sentimento da época em relação ao gênero, quanto as lutas simbólicas dos autores em um contexto de crise de feminilidade e masculinidade.

Conclusões:

Esta investigação revela que o pertencimento sexual dos autores determinava sua relação com o gênero como estrutura de distribuição de poder e servia como princípio de separação cultural, pelo que cada um tentou influir no ordenamento da estrutura social a partir de seu modo de ser no mundo: Dean Howells abordou a identidade feminina como complemento a uma noção específica de masculinidade, enquanto Stuart Phelps participou do processo de criação da consciência feminista.

Palavras-chave: casamento; feminilidade; gênero; masculinidade; representação literária; século XIX

Introducción

La historiadora Gerda Lerner plantea que el patriarcado ha sido mitificado como natural, inmutable y eterno, por lo que una de las tareas más desafiantes de la Historia de las mujeres es historizarlo.1 Para avanzar en ello, resulta fundamental el análisis del género como dispositivo mediante el que el patriarcado produce a sus sujetos. La autora del conocido libro Política sexual (1970), Kate Millett, explica que las normas del género atañen al estatus (la jerarquía que cada sexo ocupa en la sociedad), el papel (la función que deben desempeñar) y el temperamento (sus rasgos de carácter permisibles).2 El género es construido como producto del proceso histórico y se encarga de mantener a los hombres como clase dominante y a las mujeres como clase subordinada, normando dos conjuntos de características diferenciadas que son impuestas a los individuos con base en sus cuerpos sexuados: la masculinidad y la feminidad. En estas líneas, lo masculino y lo femenino constituyen dos tipos de vivencias radicalmente distintas.3

Los estatutos de masculinidad y feminidad han cambiado a través del tiempo con base en las modificaciones en la estructura y función del patriarcado, así como en las readaptaciones que ha elaborado como respuesta a las subversiones de las mujeres. Estos cambios constituyen múltiples dimensiones de tensión dentro de la política sexual, entre las que se encuentra la simbólica, que puede ser analizada a partir de una lectura histórica de la literatura. El historiador Roger Chartier plantea que "la obra significa todo un proceso que resulta en un texto difundido, diseminado, accesible, legible".4 En este sentido, las obras literarias son producto de la intervención de lo social y lo cultural en su creación, al mismo tiempo que constituyen un mercado de bienes simbólicos5 que impacta aquello mismo que incide en su producción: lo social y lo cultural.6 Chartier explica que en este plano se desarrollan luchas de clasificación y representación que son constructoras del mundo social y que la reflexión sobre la construcción de las identidades femeninas y masculinas mediante las representaciones es una ilustración ejemplar para comprender cómo estas definen las relaciones de dominación.7

A su vez, las obras literarias como producto cultural recogen la estructura de sentimiento de su época, que, en palabras del intelectual galés Raymond Williams, se refiere a "los elementos específicamente afectivos de la conciencia y la relación: no del sentimiento enfrentado al pensamiento, sino del pensamiento en cuanto sentido y del sentimiento en cuanto pensado: la conciencia práctica de carácter presente, en una continuidad viva e interrelacionada".8 Williams explica que "la conciencia es parte de la realidad y la realidad, parte de la conciencia, en el proceso general de nuestra organización viviente",9 por lo que la intención de su concepto es "describir la relación dinámica entre experiencia, conciencia y lenguaje como formalizada y formante en el arte"10 y que "sólo puede ser percibido a través de la experiencia de la propia obra de arte".11 Se propone develar un tipo de pensamiento y sentimiento social y material tal como son vividos y experimentados, en contra de los análisis sociales y culturales basados en totalidades,12 lo que permite identificar realidades materiales de la existencia de los autores que escapan a las páginas de los documentos oficiales, como lo son sus concepciones, preocupaciones, experiencias y expectativas.

En estas líneas de reflexión, el presente trabajo compara las representaciones literarias del matrimonio en dos novelas ampliamente leídas en su época: Their Wedding Journey (1872) de William Dean Howells y The Story of Avis (1877) de Elizabeth Stuart Phelps. El análisis se centra en su contenido temático, no en su estructura formal, y se enfoca en la representación de los personajes femeninos y masculinos y sus preocupaciones en torno al matrimonio. Si bien el parentesco es solo uno de los elementos mediante los que se construye el género, elegí el matrimonio como tema central debido a que es la superficie institucional de la relación generalizada de la apropiación de la clase sexual de las mujeres por la clase sexual de los hombres.13 Las obras y los autores fueron elegidos por temática y por coetaneidad, cuyas publicaciones corresponden a la década de 1870, cuando las esferas de lo público y lo privado habían comenzado a desdibujarse y a poner en crisis la masculinidad y la feminidad. Los autores comparten estatus racial, económico y origen, ya que vivieron en el norte del país y tuvieron contacto común con movimientos sociales como el abolicionismo de la esclavitud y la Templanza.

El matrimonio

A finales del siglo XVIII la sociedad estadounidense comenzó a experimentar grandes cambios a consecuencia de la emergencia de tres revoluciones masivas: la comercial, la de transporte y la industrial.14 Además, la Revolución de Independencia y "los experimentos constitucionales que siguieron a esta, constituyeron una de las grandes épocas de innovación política en la historia occidental".15 En las décadas posteriores a la Independencia se consolidó una serie de instituciones encaminadas a regular la vida de los estadounidenses16 y se establecieron los términos por los cuales crearían su nuevo orden social.17 Una de estas instituciones fue el matrimonio occidental moderno, que hizo su aparición en el periodo comprendido entre la Independencia y la década de 1830.18 Funcionó como una estructura pública altamente reconocida de derechos y deberes no alterables, la cual dio forma a la conducta de todos los que serían entendidos como esposos y esposas, dándoles una identidad singular.19 Era un intercambio tácito entre las dos partes y explícito en la ley civil y religiosa, en el que el deber del marido era mantener económicamente el hogar, "mientras que de ella se esperaba que proporcionara sexo, hijos y el gobierno de la casa".20 A su vez, la existencia jurídica de la mujer quedaba suspendida durante el matrimonio, o al menos incorporada y consolidada en la de su marido.21

Durante la primera mitad del siglo XIX las leyes matrimoniales en Estados Unidos fueron, en general, similares a las británicas.22 Las bases legales del matrimonio fueron proporcionadas por los Comentarios sobre las leyes de Inglaterra (1753) de Sir William Blackstone:23 "El derecho consuetudinario [...] deriva de las tradiciones feudales en las cuales el deseo de garantizar la propiedad señorial llevó a darle al marido el control de por vida de las tierras de la esposa y la propiedad absoluta de sus bienes personales e ingresos".24 Y hasta el año de 1839, cuando los estados comenzaron a modificar los derechos de propiedad de las mujeres casadas, las leyes les impidieron la capacidad de administrar y poseer bienes. Su única posibilidad de conservar sus propiedades era que contaran con un acuerdo prenupcial o un instrumento de fideicomiso.25

La custodia de los hijos pertenecía al padre y, en caso de divorcio, independientemente de las causas que lo propiciaran, el marido podía prohibirle a la madre verlos.26 Durante la primera mitad del siglo XIX el divorcio estuvo prohibido en algunos estados como Carolina del Sur, mientras que en los estados que lo permitían era manejado a través de los tribunales por motivos fijos. La crueldad, por ejemplo, no era motivo de divorcio.27 En este periodo los tribunales tomaron el compromiso de preservar y hacer cumplir el matrimonio como una institución permanente a través de la renegociación de los términos de las relaciones de las parejas que decidían separarse, evitando la última consecuencia del divorcio.28 Además, en caso de llegar a un acuerdo de separación, no se le permitía a la mujer vivir separada de su marido si este decidía seguir cohabitando con ella.29

El estatuto legal de las mujeres casadas comenzó a modificarse en 1839 cuando Mississippi se convirtió en el primer estado que les concedió derechos de propiedad. Posteriormente, entre 1869 y 1887, se aprobaron reformas en 33 estados, y las mujeres comenzaron a obtener el derecho al control de sus ingresos.30 Además, en algunos estados como Nueva York, consiguieron la custodia compartida de sus hijos en 1860. Sin embargo, las concepciones tradicionales respecto a las responsabilidades de los esposos no se abandonaron: una mujer aún debía permanecer en la esfera doméstica y ser responsable de la crianza de los hijos, mientras que el hombre debía proporcionarle protección y sustento.31

Es en este contexto que vivieron los autores que aquí nos ocupan. Elizabeth Stuart Phelps nació el 31 de agosto de 1844 en Andover, Massachusetts, en el seno de una familia de escritores con tradición de dos generaciones,32 cuya ascendencia paterna había estado en Nueva Inglaterra durante dos siglos. Sus padres fueron Austin Phelps -un ministro cristiano que participó en el movimiento antiesclavista- y Elizabeth Stuart Phelps -una popular escritora-, quienes la bautizaron como Mary Gary Phelps. Mary, no obstante, nunca usó su nombre propio ni asumió el de Herbert Ward -su esposo-, ya que tomó el nombre de su madre, quien murió cuando ella aún no era adolescente.

Por otra parte, William Dean Howells nació en Martinsville, Ohio, en marzo de 1837 y fue el hijo mayor de Mary Dean y William Cooper Howells. Su padre era hijo de inmigrantes galeses cuáqueros y tenía fuertes convicciones abolicionistas, por lo que se desempeñó como impresor y editor del periódico Hamilton Intelligencer y posteriormente del periódico antiesclavista Dayton Transcript.33 Dean pasó gran parte de su vida en Ohio, donde comenzó a escribir en el Ohio State Journal, y posteriormente se posicionó contra la esclavitud en el diario Sentinel en 1859.34 El entonces periodista comenzó a desarrollar sus ideales literarios y fue el único de sus cinco hermanos que logró escapar del negocio de la imprenta.

Las preocupaciones de los personajes femeninos y masculinos en The Story of Avis y Their Wedding Journey

The Story of Avis es considerada la mejor novela de Stuart Phelphs. Fue leída por un amplio público; "algunos la consideraron admirable y otros escandalosa".35 En ella narra la historia de Avis Dobell, una pintora que regresó a Nueva Inglaterra después de seis años de estudio en Europa y estaba profundamente comprometida con el arte, por lo que pensaba que las obligaciones de un verdadero matrimonio no eran compatibles con sus aspiraciones. Estaba decidida a luchar contra el amor, aunque comenzó a perder esa batalla cuando conoció a Philip Ostrander. La autora abordó temáticas similares respecto a la elección entre una profesión y la vida doméstica por parte de sus personajes femeninos en otras de sus obras, dentro de las que se destaca Doctor Zay (1882). The Story of Avis fue la décimo primera obra de Stuart y se publicó cuando tenía 33 años de edad, momento en el que aún no contraía matrimonio, por lo que la obra no recoge su experiencia propia como mujer casada.

Los primeros siete capítulos de la obra representan la vocación artística de la protagonista. A través de una narración omnisciente, la autora articula en su personaje femenino sus dilemas y miedos como escritora, en un momento de su vida en el que contaba con una carrera prolífica y se encontraba lejos de la edad promedio para el matrimonio en el siglo XIX. En estas líneas, Avis se cuestiona su destino profesional a partir de que su relación con Phillip avanza. Cuando él le propone matrimonio, ella reflexiona en torno a que la elección de vida de una mujer siempre implica un sacriicio:

El éxito -para una mujer-, significa rendición absoluta, en cualquier dirección. Ya sea que ella pinte una figura o ame a un hombre, no hay división del trabajo posible en su economía. Para lograr cualquier in por el que valga la pena vivir, un sacrificio simétrico de su naturaleza es obligatorio para ella [...].36

Stuart percibe la explotación de las labores domésticas de las mujeres como un problema colectivo y, en palabras de Avis, reflexiona: "Dios pudo haber estado de un humor justo, pero no tuvo misericordia cuando, sabiendo que iban a estar en el mismo mundo con los hombres, hizo a las mujeres".37 A pesar de ello, Philip logró convencerla de casarse con él utilizando sus heridas de guerra para causarle lástima. Avis no se permitió rechazarlo y le respondió que cuando lo miraba podía soportar todo: "volverse pobre, enferma y agotada, y nunca pintar, y tener que coser tanto".38 La representación de Avis aceptando casarse a pesar de no ser lo que deseaba, aunada a su reflexión respecto a que el abandono del arte se vería compensado por la compañía de Philip, muestra un impulso amoroso que contrasta con el tono de conciencia de la subordinación de las mujeres de la autora. El impulso y la conciencia de esa realidad social se intercalan a lo largo del texto y permiten el acercamiento en un nivel subjetivo a la forma en la que operaban las dinámicas de la sociabilización femenina de la época.

Por otra parte, la ficción que Dean presentó en Their Wedding Journey39 intentaba recuperar el control del mercado literario que estaba siendo acaparado por la domesticidad literaria.40 Fue su primera novela publicada, cuando el autor tenía 35 años, estaba casado y era padre de una hija, por lo que la obra articula su experiencia propia en el matrimonio. En ella representó a Isabel y Basil March, una pareja profundamente enamorada que sigue el modelo del autor y su esposa y reaparece en otros libros. Su obra tiene una forma escritural muy distinta a la The Story of Avis en diferentes sentidos. En primera instancia, Dean, como varón, pertenecía al cánon literario y escribía dentro de la corriente del realismo. Desde su perspectiva, debía retratar la vida ordinaria de las personas y sus problemas, ya que consideraba que lo común era más interesante que lo excepcional. Planteaba que "un autor debe informar lo que ve, no lo que le gustaría ver; y que la novela llena de personajes e incidentes melodramáticos es perniciosa porque retrata a las personas como héroes y heroínas y no como hombres y mujeres".41 Su ficción representa hombres y mujeres (de la sociedad de clase media estadounidense) viviendo en contextos ordinarios y enfrentando desafíos ordinarios de manera ordinaria.42 En este sentido, su novela narra la historia de una pareja "comenzando a aprender a lidiar con las irritaciones que son resultado de dos personas reales que viven juntas".43 Su historia inicia en Boston en 1870 y relata el viaje de bodas de una pareja de maduros recién casados.

El matrimonio se convierte en el problema central de Their Wedding Journey cuando Isabel y Basil tienen su primera pelea en Montreal, debido a que en un paseo él deseaba dar la vuelta a una montaña en un carruaje con un solo caballo, mientras que ella le recordó que siempre habían deseado rodearla en un carruaje con dos caballos. El autor narra constantemente que Isabel prioriza sus deseos sobre los de Basil y representa en varios eventos que ocurren a lo largo del viaje que una de las complicaciones del matrimonio para el varón es la dificultad para llegar a acuerdos con su pareja. Sin embargo, el contexto de viaje le permite al autor no abordar profundamente la relación entre sus protagonistas. El escritor John Crowley propone que la decisión de Howells de tratar el tema del matrimonio superficialmente fue motivada por su miedo a caer en el abismo de la infelicidad del matrimonio desde el punto de vista de una mujer.44 Al final de la obra, cuando la pareja vuelve a Boston, Dean narra que "sus vacaciones habían terminado, sin duda, pero su dicha apenas había comenzado; habían entrado en esa larga vida de vacaciones que es un matrimonio feliz".45 En este sentido, a diferencia de Phelps, Dean representa el matrimonio como una experiencia personal cuyas dificultades centrales no están determinantemente atravesadas por el género, sino que se encuentran en la convivencia cotidiana.

Estas formas de conciencia de los escritores se encontraban inmersas en un contexto en el que, para hacer posibles las actividades masculinas en la esfera pública, los hombres habían construido el ideal de feminidad a través del culto a la True Woman46 y habían asignado las actividades la vida reproductiva a las mujeres. Se les exigía que educaran a sus hijos para la República mediante la instrucción cívica, la enseñanza de la lectura y la escritura, la religión y el patriotismo.47 Su misión política simplemente recreó el papel subordinado de apoyo que jugaron en las colonias.48 Hasta la década de 1870, las opciones de la mayoría de las mujeres de clase media y alta estuvieron limitadas al matrimonio y la maternidad o a la espiritualidad.49 Por esta razón, su educación fue vista como un aliciente para el cumplimiento de los deberes femeninos. Los artículos referentes a la educación son abundantes en las revistas para mujeres de la época; sin embargo, el más destacado para la primera mitad del siglo xix es la propuesta para la educación femenina presentada a la legislatura de Nueva York en 1818 por Emma Hart Willard, quien fundó el primer seminario permanente de mujeres en Estados Unidos, el cual sirvió como modelo para los seminarios creados posteriormente. Willard sugería que la idea de una universidad para señoritas parecía absurda si se proponía la misma rutina de estudios que para los jóvenes. No obstante, su plan educativo era considerado apropiado porque estaba "delineado con la debida referencia a la esfera de la mujer".50 Este consideraba fundamental la educación religiosa y moral,51 aunque su elemento más destacado era la instrucción doméstica teórica y práctica, con el objetivo de mejorar a las amas de casa y lograr uniformidad en sus métodos. Se consideraba que de esta manera la mujer podía ser de mayor utilidad para sí misma y para la sociedad. Willard planteaba que el deber de las mujeres era

[...] regular las preocupaciones internas de cada familia; y a menos que estén debidamente calificadas para cumplir con este deber, cualesquieran que sean sus logros literarios u ornamentales, no se puede esperar que sean buenas esposas, buenas madres o buenas amantes de las familias y, si no son ninguna de ellas, deben ser malos miembros de la sociedad; porque al promover la comodidad y la prosperidad de sus propias familias, esas mujeres sirven o dañan a la comunidad.52

Stuart Phelps formó parte de la generación de mujeres que comenzaron a tener acceso a la enseñanza. En medio de los cambios que trajo consigo la muerte de su madre, asistió a la Academia Abbot, en la cual aprendió a deletrear. Posteriormente fue educada en la Escuela para Señoritas de la Sra. Edwards en 1852,53 y comenzó a considerar las posibilidades que ofrecía una carrera en literatura o arte en comparación con la vida doméstica.

Trabajo, masculinidad y feminidad

A inicios del siglo xix el hombre estadounidense construyó su modelo de masculinidad en torno al trabajo. Anthony Rotundo plantea que esto no se trataba solo de un asunto personal, sino que conectaba el sentido interno de identidad de un hombre con su identidad ante las expectativas de la sociedad.54 La elección de una profesión para los varones representaba no solo una necesidad, sino también una decisión respecto a qué tipo de hombre deseaban ser. Este aspecto contenía su propia dimensión de género, ya que se consideraba que las diferentes profesiones eran más o menos varoniles.55 Por ejemplo, la política requería elementos como el engaño, la competencia, la agresión y el interés propio, por lo que era una profesión adecuada para los varones. Las carreras de artes, en cambio, eran concebidas como femeninas, por lo que Dean Howells señaló que después de la Guerra Civil, el escritor fue visto como una especie de mujer moral y mental, en comparación con los "hombres de verdad", los hombres de negocios.56

La idea de que la libre competencia recompensaría mejor al hombre tuvo un gran impacto en las nociones de virilidad, puesto que "los hombres rechazaron la idea de que tenían un lugar fijo en cualquier jerarquía, ya sea cósmica o social."57 Lo que definió al hombre que podía hacerse a sí mismo o self-made man de la clase media en ascenso fue el éxito en el mercado, los logros individuales, la movilidad y la riqueza.58 En las décadas de 1830 y 1840 comenzaron a publicarse manuales de consejos para jóvenes, dentro de los que se destacó The YoungMan's Guide de William Alcott, publicado por primera vez en 1833, en donde el autor plantea que el objetivo principal del hombre es alcanzar su felicidad y que "nada es más esencial para la utilidad y la felicidad que los hábitos de la industria".59 Se consideraba que la ociosidad no solo sería perjudicial para los hombres, sino que era una especie de fraude para la comunidad.60

En este contexto, Dean representó a Basil -su protagonista masculino- como un hombre dedicado a la venta de seguros, a pesar de que deseaba ser poeta en su juventud. Isabel solía recordarle que hubiese sido bueno que se dedicara a ello; sin embargo, él respondía que había renunciado cuando decidió casarse con ella.61 El narrador no menciona la forma en la que Basil desempeñaba su talento literario previamente a casarse, pero expresa que decidió cambiar su gusto por la poesía por un trabajo con una remuneración suficiente para solventar los gastos de un matrimonio. Esta representación no articulaba la experiencia personal de Dean, ya que gracias al prestigio que le trajo su carrera literaria llegó a incursionar en la política. En este sentido, es posible que el autor haya recurrido a representar a Basil como un poeta frustrado para expresar que solventar económicamente un matrimonio implicaba sacrificios para los varones, como reacción a la discusión de las desventajas del matrimonio para las mujeres en la época.

En una parte de la obra, narra que en un paseo por Quebec, Isabel le dijo a Basil que quizás pudo haberse dedicado a la literatura si ella hubiese tenido un poco más de dinero, a lo que Basil respondió: "oh, no tienes mucha culpa. [...] yo estoy muy satisfecho de volver a mis solicitudes y políticas mañana".62 A pesar de que el autor representa el sacrificio masculino por medio de la renuncia a la poesía, su personaje continúa conectado con las expectativas de la sociedad a través del trabajo y no se desarticula de su estatus. Por ello, el autor concibe el matrimonio como una experiencia positiva para los varones a pesar de esta dificultad.

En el caso de The Story of Avis, Stuart narró que Philip -su personaje masculino- enfermó y perdió su trabajo en la universidad, por lo que Avis se hizo cargo de la responsabilidad total de la familia y "lo reunió bajo el ala de su gran amor con una especie de feroz protección materna. [...] el rey de su corazón se había vuelto dependiente de su cuidado".63 La autora representa la capacidad de Avis de hacerse cargo de la familia económicamente como una masculinidad que "está latente en todas las mujeres y asume varias formas".64 Sin embargo, dicha protección significó un gran reto para ella y la llevó a reflexionar sobre

[…] la sombra de su futuro desordenado, de su propia aspiración deshonrada, de ideales desgarrados [...]. Su pensamiento parpadeó confundido, ahora sobre su propia incapacidad para los cuidados de la maternidad, ahora sobre el lapso de tiempo antes de que debieran pagar las facturas [...].65

Para esta etapa del matrimonio, Avis ni siquiera podía pensar en la posibilidad de pintar, pues tendría que sostener económicamente a su familia y seguir realizando las labores domésticas. Las mujeres no obtenían un mayor estatus por incorporarse al trabajo, por lo que dentro de la concepción de la autora su trabajo productivo representaba otra forma de cuidado maternal.

La concepción de Stuart se desarrolla en una época en la que uno de los deberes femeninos más importantes era el cuidado de los niños, los débiles y los enfermos, y en la que el valor de la piedad era considerado el núcleo de su virtud. En estas líneas, la historiadora Barbara Welter plantea que la religión era permitida a las mujeres debido a que "no alejaba a una mujer de su esfera apropiada, su hogar".66 El ideal de feminidad evangélica combinaba el ideal protestante de la mujer virtuosa con un nuevo énfasis evangélico en la acción: "retrataba a la mujer como sensible, piadosa, más consciente que el hombre de la injusticia, y más capaz de proporcionar consuelo a los necesitados".67 Hizo énfasis respecto a las diferencias esenciales entre los sexos, pero al mismo tiempo sugirió que esas diferencias habían sido designadas divinamente para la mejor economía del mundo.68

En la narración de Stuart, después de que Avis aceptó casarse, la temática emancipadora de la novela comienza a ser desplazada por el "crecimiento emocional y ético que experimenta durante los años de su matrimonio".69 En esta parte del texto, el impulso y la contención del personaje femenino son elaborados a partir de las expectativas del matrimonio de la autora, basadas en la experiencia de las mujeres de su época. Así, se narran experiencias consideradas agradables, como el amor, ya que una vez casada, "el amor de Avis por su trabajo era tan imperioso como su amor por su esposo".70 Sin embargo, la autora regresa al tono de conciencia cuando narra el nacimiento de su primer hijo. Y a partir del capítulo XV de la obra, comienza a representar el hartazgo de su protagonista debido a las demandantes labores de cuidado que implica la maternidad, cuya responsabilidad recae únicamente sobre ella. Una noche, Avis, agotada por el insomnio dijo: "¡Ese bebé ha llorado desde que nació! [...] Desearía que alguien lo quitara de mi vista y mi oído por un tiempo".71 Philip le respondió: "¿Por qué, Avis? [...] ¿no te importa? ¿No sientes ningún afecto maternal por la pequeña cosa?", a lo que Avis manifestó: "No [...] ¡Ni un poco!".72 La falta de devoción materna de Avis desconcertaba a Philip, pero este decidió cambiarse de habitación para no ser despertado por el llanto de su hijo. Avis justificó dicha decisión pensando que su marido no podría realizar sus tareas matutinas que "claramente requieren una noche completa de descanso".73 La autora representa el agotamiento de una mujer por hacerse cargo de su hijo sola, aunque como parte del ideal de feminidad evangélica concibe que esa situación está anclada al designio de las diferencias entre los sexos. Además, su concepción se encuentra en el contexto en el que el trabajo de los varones tiene mayor jerarquía social y es parte fundamental de su identidad, por lo que se prioriza su descanso.

Como consecuencia del agotamiento por la maternidad, Avis comenzó a dejar de realizar algunas labores domésticas. Philip, por ejemplo, reclamaba respecto a la comida: "La crema [...] es agria. El bistec estaba frío; y el café me dará un dolor de cabeza bilioso antes de la noche".74 Para suavizar la situación, Avis le recordó en broma que no se había casado con ella para que fuera su ama de llaves, a lo que Philip respondió: "Sí, lo recuerdo. ¡No sé en qué estábamos pensando ninguno de los dos!".75 Más tarde Philip le dijo a Avis que había cometido un error en la discusión: "Avis, ¡fui un bruto!",76 a lo que Avis respondió: "solo eras un hombre".77 En este intercambio puede apreciarse nuevamente la concepción de la autora respecto a la esencialidad del comportamiento de los sexos, que se corresponde con la ideología dominante. Sin embargo, su narración permite recuperar una forma de inconformidad sentida que escapaba a dicha ideología y que es parte del proceso de formación de la conciencia feminista78 que agrietaba el sistema patriarcal de la época.

Temperamento masculino y femenino

Dean Howells representó a su personaje masculino como un hombre interesado en la literatura y la historia, que, al igual que otros personajes masculinos de sus obras, puede ser considerado una autoproyección del autor. Por otra parte, expuso a Isabel como ignorante e irracional. En este punto cobra gran importancia el narrador, quien cumple una función muy distinta a la del narrador omnisciente en The Story of Avis. En Their Wedding Journey, las percepciones del narrador en primera persona compaginan con las del protagonista masculino para convertir a Isabel en un personaje irónico. Un ejemplo de ello acontece cuando Isabel y Basil se encuentran con una pareja de amigos y el narrador describe que las dos mujeres únicamente hablaban sobre sus esposos y "aún encontraban una inagotable novedad en el tema".79 Basil pensaba que el contenido débil de sus charlas era muy distinto al de las mujeres representativas de la época, quienes consideraban que los esposos eran "en el mejor de los casos, un mal necesario".80 Dean es condescendiente al describir los intereses de sus personajes femeninos y relata que Isabel y la señora Leonard "juntaron sus cabezas con cabello falso, fueron tan tontas e ignorantes como pudieron haber sido sus bisabuelas en las mismas circunstancias y [...] se animaron mutuamente en su absurdo".81 Además, contrasta el temperamento racional masculino con la irracionalidad e ignorancia femeninas. Al respecto, relata que al atravesar diversos paisajes en el trayecto, Basil deseaba patrióticamente reconstruir el pasado holandés e indio del Valle de Mohawk; sin embargo, se vio frustrado debido a "la inmensa ignorancia de su esposa, quien como una verdadera mujer estadounidense no sabía nada de la historia de su propio país, y menos que nada de las regiones bárbaras más allá de las fronteras de su provincia natal".82 Mientras paseaban por Rochester, Basil comentó a Isabel que asociaba esas calles con el pensamiento romántico de Sam Patch, pero Isabel no sabía quién era, a lo que Basil le respondió que era una ignorante de todo por lo que una mujer estadounidense debía sentirse orgullosa. Dean mantiene a lo largo de su obra un tono de control masculino83 que utiliza como recurso en el narrador para hacer sobresalir el punto de vista de Basil por encima del de Isabel. En varias ocasiones el autor sugiere la superioridad de las mujeres que poseen un bagaje cultural, aunque ninguno de sus personajes femeninos presenta esta característica. A su vez, menciona superficialmente las características ideales de una esposa cuando describe a una pasajera que cautivó a los protagonistas en su camino a Montreal narrando que, a pesar de que no poseía la belleza etérea de una mujer americana, "parecía [...] la más obediente de las esposas".84 Puede apreciarse así que a pesar de que el autor sugería la suprioridad de las mujeres que poseían un bagaje cultural como efecto de su acceso a la enseñanza, concebía que esta las convertiría en mejores compañeras para hombres como él, pero que debían mantenerse en un marco de subordinación.

En el caso de The Story of Avis, la autora no representa temperamentos en términos intelectuales, sino sentimentales. Stuart narra que existe un punto en el que las personas casadas consideran su unión como el peor error de sus vidas. Dicho punto llegó para sus protagonistas cuando su matrimonio cumplió tres años y medio, al mismo tiempo que Avis atravesaba por un periodo de enfermedad y Philip había comenzado a coquetear con otra mujer. Posteriormente, él decidió irse al sur de Europa y le explicó a Avis que "ciertamente no sentía a su esposa como cuando se casaron [...]. No vio ocasión para insistir en un ardor que el matrimonio debía enfriar".85 Sin embargo, regresó tiempo después y permaneció con Avis hasta que él murió, aunque ella perdió sus habilidades artísticas y no pudo recuperarlas. En esta parte del texto la autora presenta en Philip características sentimentales como la infidelidad, el desapego y el abandono, que concibe como masculinas y que forman parte de sus miedos respecto al matrimonio. A su vez, puede rescatarse que concibe que dichas características contrastan con las femeninas, ya que al final de la novela, cuando Avis se cuestiona si su vida pudo haber sido distinta si sus sentimientos por Philip no se hubieran devorado el núcleo de esta, reflexiona que no cambiaría lo sucedido:

Ella nunca lo amaría menos. Ella no sabía cómo expresar claramente, incluso a su propia conciencia, su convicción de que ella habría pintado mejores cuadros -no peores- por amar a Philip y a los niños; que esto era lo que Dios significaba para ella, para todos ellos [...].86

La sexualidad

Dean Howells representa la sexualidad femenina haciendo uso de un lenguaje metafórico cuando sus protagonistas visitan las catarátas del Niágara, donde cruzan por un puente colgante que atraviesa los rápidos que corren cuesta abajo. Ante el peligro, se refugian en una isla que ofrecía privacidad y que estaba llena de "amantes recién casados con sus brazos entrelazados y sus actitudes cariñosas".87 Posteriormente, al tiempo de volver por el mismo camino, Isabel, paralizada de miedo, se niega a atravesar el puente colgante. Sufre una explosión de pánico que Basil considera irracional y que expresa la culminación de una creciente aversión relacionada con el miedo sexual que Isabel sintió desde su llegada a Niágara.88 El crítico Gary Hunt señala que su ataque de histeria femenina estaba vinculado con que no podía reconocer sus deseos sexuales prohibidos por el código moral. Su miedo se derivaba de su incapacidad para aceptar la "pérdida" de su virginidad y el surgimiento de su propia sexualidad.89

El autor creó concientemente esta representación en una época en la que la True Woman fue exhortada a mantener su virtud, a pesar de que los hombres, siendo por naturaleza más sensuales, tratarían de asaltarla.90 La pureza "era tan esencial como la piedad para una mujer joven, su ausencia era antinatural y no femenina",91 además de que la represión sexual, la modestia y la inocencia eran rasgos sexuales equivalentes de la gentileza social y el refinamiento, asociados con las mujeres de clase media y alta.92 Sin embargo, desde la perspectiva masculina de Dean, el miedo sexual irracional e histérico de Isabel contrastaba con la tranquilidad de Basil, lo que puede reflejar su frustración respecto a la diferencia de temperamento sexual femenino y masculino y la dificultad del cumplimiento de sus propios deseos sexuales. Basil reflexionaba que cuando era joven deseaba que otras jóvenes se fijaran en él y que vivía "por el posible interés que podía inspirar"93 en ellas. Expresó que controlaban sus movimientos, sus actitudes y le impedían el descanso. Sin embargo, el haberse casado con Isabel le había otorgado libertad, dado que le producía una sensación de alivio el no tener que lidiar con las demandas del sexo. En esta parte del texto, en comparación con la metáfora con la que el autor retrata la sexualidad femenina, puede apreciarse una íntima descripción de la articulación de la sexualidad en el pensamiento masculino que permite recuperar su subjetividad respecto al reconocimiento de sus deseos, y, a su vez, su internalización de las normas de contención de la época.

Los manuales para jóvenes explicaban que debían participar en actividades sexuales con moderación, porque la pérdida excesiva de esperma a través de la masturbación o las relaciones sexuales les restaría la fuerza necesaria para trabajar. En 1844 el médico Sylvester Graham publicó su obra A Lecture to YoungMen on Chastity. Intended Also for the Serious Consideration of Parents and Guardians,94 en la que se refirió a la masturbación como una naturaleza del mal que representaba la transgresión de la ley más importante del ser, debido a que "el gasto de la energía del cerebro y los nervios [...] es mayor en el acto reproductivo que en cualquier otro [...]; y, en consecuencia, la mayor pérdida de vigor es sostenida por su recurrencia".95 Las prácticas sexuales fuera del matrimonio eran condenadas en un sentido moral, mientras que dentro del matrimonio debían ser moderadas "siempre recordando que el matrimonio es una provisión para el suministro de las necesidades naturales del cuerpo, no para los apetitos artificiales y adquiridos de la mente".96 El deseo sexual de los hombres de la época era reconocido, aunque se invitaba a regularlo y contenerlo en favor de su bienestar físico.

La crisis de la masculinidad y la feminidad

Los modelos de feminidad y masculinidad fueron desestabilizados por la creciente participación de las mujeres en actividades de la esfera pública y por el desarrollo del movimiento por los derechos de la mujer. A pesar de que los estatutos de feminidad colocaban a la True Woman en el ámbito doméstico, las mismas fuerzas económicas e institucionales que dieron origen a la burguesía y a la imposición de roles de cuidado habían desembocado en una gran cantidad de instituciones extradomésticas en las cuales las mujeres buscaban manifestar la piedad y la bondad, que se consideraban inherentes a su sexo. Las mujeres de clase media y alta comenzaron a ocupar el espacio público participando en movimientos sociales como la abolición de la esclavitud y la templanza, así como en la Guerra Civil y en el orden posterior a la esta. Las trasgresiones a los estatutos de feminidad impactaron directamente la forma en la que se encontraba definida la masculinidad, ya que "por sí sola [...] no tiene sentido, porque no es más que la mitad de un conjunto de relaciones de poder".97 La masculinidad, definida a partir de sus diferencias con la feminidad en términos de subordinación entró en crisis una vez que las barreras respecto al espacio público y el espacio privado comenzaron a ser difusas.

A su vez, las transformaciones industriales y tecnológicas modificaron la vida laboral de los hombres, dado que "los trabajadores parecían perder el control de su trabajo y el proceso de producción, que fue transferido hacia arriba a una nueva clase de gerentes y supervisores".98 En esta época cada vez menos hombres poseían sus propias tiendas, eran dueños de sus granjas o tenían la posibilidad de controlar su propio trabajo. Además, aumentó el ingreso de las mujeres a la fuerza laboral del 16 % al 20 % (1,8 millones de mujeres en 1870 y 5,3 millones en 1900).99 Por otra parte, el periodo que colocó a Estados Unidos en una posición de poder económico mundial cautivó la atención europea y trajo consigo una inmigración masiva. Para 1870, de aproximadamente un millón de personas que vivían en Nueva York, casi la mitad eran extranjeros (en su mayoría irlandeses y alemanes).100 Adicionalmente, la migración de hombres afroamericanos provenientes de los antiguos estados antiesclavistas aumentó en las ciudades del norte y del este. Dichas circunstancuas amenazaron con terminar de derrumbar la virilidad tradicional blanca, que anteriormente "se había basado en la exclusión de los afroamericanos y las mujeres, los no nativos (inmigrantes) y los genuinamente nativos (indios) [...] bajo la premisa de que no eran verdaderos estadounidenses".101 El sociólogo Michael Kimmel plantea que en el periodo de la posguerra las ideas del darwinismo social proporcionaron la justificación ideológica para preservar la exclusión de los "otros" racionalizando la desigualdad social como evidencia de superioridad natural del hombre blanco sobre otros hombres y sobre las mujeres.102

Como ejemplo del discurso de superioridad natural del hombre sobre la mujer, en 1873 el médico Edward Hammond Clarke -miembro de la sociedad médica de Massachusetts- publicó una influyente obra (reimpresa setenta veces hasta 1886) titulada Sex in Education; or, A Fair Chance for the Girls,103 en la cual replicó en contra de la admisión de mujeres a la educación universitaria común con los hombres. El autor planteó que la solución al problema de la esfera de la mujer "debe obtenerse de la fisiología, no de la ética o de la metafísica".104 Además, afirmó que la discusión sobre la mejora de la educación de la mujer y la ampliación de su esfera ignora las diferencias entre los sexos, pues "parecen tratarla como si fuera indéntica al hombre [...] como si su organización y, en consecuencia, su función, fueran masculinas".105 Clarke argumentaba que:

El hecho de que las mujeres a menudo hayan igualado y a veces superado a los hombres en el trabajo físico, el esferzo intelectual y el elevado heroísmo, es prueba de que las mujeres tienen músculos, mente y alma, así como los hombres; pero no es prueba de que [...] deban tener el mismo entrenamiento; tampoco es ninguna prueba de que estén destinadas a la misma carrera que los hombres.106

También planteaba que el periodo de desarrollo sexual de las mujeres coincidía con el periodo educativo y que podrían desenvolverse mejor física y mentalmente una vez que este hubiese concluido. Y aseguraba que sufrirían menos si trabajaban menos sus cerebros, ya que "la naturaleza moviliza las fuerzas de la organización de una niña con el propósito de establecer una función [...] para construir un aparato que albergue y alimente una raza",107 y que la actividad cerebral indebida causaría degeneraciones en las funciones más importantes de los aparatos reproductores femeninos ejerciendo una influencia esterilizadora.108

La crisis de la masculinidad y la feminidad en la literatura

El resentimiento de los varones respecto al creciente desafío a la feminidad tradicional por parte de las mujeres puede observarse también en la literatura. La historiadora Mary Kelley reflexiona que el cánon literario estadounidense "se ha basado en oposiciones políticamente cargadas entre la escritura popular y la de élite, la efímera y la clásica, y la escritura femenina y masculina",109 además de que en el ámbito de creación de la cultura los hombres se han reservado para sí mismos el galardón de genios y se han negado a compartirlo. Al respecto, el escritor Nathaniel Hawthorne se lamentaba: "Estados Unidos ahora está totalmente entregado a una muchedumbre de mujeres garabateando",110 refiriéndose al éxito de la domesticidad literaria de mediados de siglo. Por otra parte, el escritor Henry James capturó el resentimiento que muchos hombres habían comenzado a sentir a finales de siglo y criticó lo que percibía como la feminización de la cultura estadounidense. En su obra The Bostonians (1886), expresó en palabras de su protagonista masculino que "el tono masculino está desapareciendo del mundo; es una edad femenina nerviosa, histérica [...] de frases huecas [...] que si no miramos pronto, marcará el comienzo del reinado de la mediocridad".111 Además, popularizó el término New Woman, con el que se refería a las mujeres que luchaban por ganar mayor acceso a la educación, el empleo, los derechos económicos y cívicos, y optaban por vivir en redes de apoyo de mujeres alejadas del matrimonio.

En este periodo en el que el cánon literario brindaba prestigio únicamente a los varones, Dean Howells "encontró tiempo para aprender cinco idiomas, leer ampliamente los clásicos, convertirse en reportero y escribir una biografía de la campaña de Lincoln, con la que ganó suficiente dinero para un viaje a Boston",112 donde pudo conocer a sus ídolos: Lowell, Holmes, Hawthorne y Emerson. Además, consiguió el suficiente prestigio para recibir el nombramiento como cónsul estadounidense en Venecia. "Pasó los años de la Guerra Civil en Europa, viajando, estudiando y leyendo".113 Posteriormente, regresó a Estados Unidos casado con una mujer de Nueva Inglaterra y siendo padre de una niña en 1865. Escribió libros de viajes y comenzó su carrera editorial, "primero con The Nation en Nueva York y luego con The Atlantic Monthly en Boston [...]. Fue amigo cercano de Henry James y Mark Twain, a quienes presentó con practicantes europeos del realismo".114 A lo largo de su carrera escribió numerosos volúmenes de críticas, reseñas, obras de teatro, ensayos y novelas, y "junto con De Forest, Twain y, en menor medida, James, hizo de la lectura de novelas una actividad aceptable y popular para los hombres serios".115 Su primera novela publicada fue Their Wedding Journey (1872), y continuó con un amplio repertorio dentro de las que se destacan The Lady of the Aroostook (1879), The Undiscovered Country (1880), A Modern Instance: A Novel (1882) e Indian Summer (1886).

Al mismo tiempo, las mujeres se convirtieron en escritoras y lectoras mediante una literatura que reclamaba participación en el discurso cívico de un Estados Unidos recientemente independiente.116 En la primera mitad del siglo, las escritoras de la domesticidad literaria solicitaron que sus voces fueran escuchadas, "no tanto porque como ciudadanas debieran tener los mismos derechos y responsabilidades que los hombres, sino porque como mujeres dieron un ejemplo más puro, más alto y más excelente".117 Dentro de ellas se destacan Catherine Sedwick, Maria McIntosh, E.D.E.N. Southworth, Caroline Lee Hentz, Susan Warner, Maria Cummins, Mary Jane Holmes, Marion Harland y Augusta Evans. Elizabeth Stuart Phelps no es catalogada dentro de este grupo debido a que a pesar de cumplir con las características de narrar desde una perspectiva privada y familiar, sus objetivos no fueron la glorificación de la domesticidad. Las obras más relevantes que escribió son sobre mujeres que no poseen poder económico o que desean combinar el amor y el matrimonio con su necesidad de realización personal.118 A pesar de que su padre la consideraba una hereje debido a su carrera literaria, "ella lanzó sus energías con celo misionero a las causas que una vez resumió [...]: el cielo, la homeopatía y los derechos de las mujeres",119 a las que posteriormente se agregaron la templanza y la antiesclavitud. Su novela religiosa, titulada The Gates Ajar (1868), se convirtió en su primer bestseller al ser el segundo libro más vendido del siglo escrito por una mujer, con ochenta mil copias vendidas en América.120 Otras de sus novelas relevantes fueron Hedged In (1870), The Silent Partner (1871) y The Story of Avis (1877).121 Su éxito literario trajo consigo la independencia financiera cuando aún era soltera, y gracias a ello compró una propia casa junto al mar en Gloucester a inicios de la década de 1870, donde comenzó a organizar misiones religiosas entre los habitantes pesqueros de la zona, además de participar en el movimiento de la templanza.122 Durante esta etapa de independencia, y a lo largo de cinco años, Stuart Phelps escribio The Story of Avis (1877), catalogado como su mejor y más central libro.

The Story of Avis forma parte de la literatura escrita por mujeres en el último tercio del siglo XIX que da cuenta del proceso de formación del fenómeno social y político de la New Woman,123 cuya primera generación fue encarnada por hijas que habían visto a sus madres burguesas luchar por el acceso a espacios públicos en décadas anteriores y que habían obtenido cierta estatura pública e independencia durante sus vidas.124 En generaciones posteriores, sus objetivos se centraron en "emancipar enteramente a las mujeres de las expectativas sociales y las convenciones que se imponen por tradición",125 dentro de las que se hallaban el matrimonio y la crianza.

A pesar de que Stuart Phelps frenó la narrativa emancipadora en el desenlace de su obra, consciente del avance del movimiento por los derechos de la mujer y del cuestionamiento de los roles tradicionales de feminidad del que se volvió parte a través de sus representaciones, en su horizonte de expectativa veía con ilusión un futuro alentador para las siguientes generaciones de mujeres. Su protagonista concluyó la historia poniendo sus esperanzas en su hija:

Se nos ha dicho que se necesitan tres generaciones para hacer un caballero: podemos creer que se necesitará tanto o más para hacer una mujer. Un ser de físico radiante; la heredera de la salud ancestral en el lado materno [...]. Sería más fácil para su hija estar viva y ser una mujer, de lo que había sido para ella.126

Tras varios años de debate interno, Stuart Phelps se casó a la edad de cuarenta años con el aspirante a escritor Herbert Dickinson Ward, quien era hijo de un editor de publicaciones periódicas, con quien había mantenido correspondencia durante más de veinte años y era diecisiete años menor que ella.127 A pesar de que Ward trató de explotar la influencia literaria de Elizabeth, sus colaboraciones fueron de mala calidad y su carrera se desvaneció. En esta época la salud de Phelps comenzó a deteriorarse intensamente y Ward no permaneció cerca de ella porque viajaba constantemente. "Regresó a casa rara vez y luego no se arrepintió",128 ya que tras ser notificado sobre el fallecimiento de Phelps el 28 de enero de 1911, no regresó a casa hasta tres días después de su funeral.

En el caso de Dean Howells, el autor mantuvo una estrecha amistad e intercambio de correspondencia con Henry James hasta el fallecimiento de este último en 1916. "Howells sobrevivió a James por cuatro años. Aunque estaba viejo y cansado, permaneció hasta el final notablemente productivo. Viviendo durante una parte del año en el puerto de York y viajando hacia el sur [...] en primavera".129 Finalmente murió en su apartamento de Nueva York el 11 de mayo de 1920 y su funeral tuvo lugar el día siguiente en la iglesia de la Ascensión.

Conclusiones

Los estatutos de feminidad y masculinidad impuestos en el siglo XIX contextualizan el principio de diferenciación de los autores por pertenencia sexual y explican su separación cultural. Sus representaciones del matrimonio exhiben "una manera propia de ser en el mundo, significan en forma simbólica un estatus y un rango",130 cuyo objetivo "es el ordenamiento, y por lo tanto la jerarquización de la estructura social",131 en un contexto de crisis de la masculinidad y la feminidad. Sin embargo, como lo explica Chartier, estas representaciones dependen en sí mismas de recursos desiguales.132 El género atravesaba las carreras literarias de los autores: en tanto que Dean Howells pertenecía al cánon literario y a partir de su prestigio logró incursionar en la política, Stuart Phelps no podía acceder a ese círculo ni ganar estatus social a partir de su trabajo creativo debido a su pertenencia sexual.

El elemento más destacado en Their Wedding Journey es la construcción de dicotomías en torno al temperamento femenino y masculino, que tiene el objetivo de reafirmar el estatus inferior de las mujeres. La estipulación de la ignorancia y la falta de raciocinio, como características de una verdadera mujer estadounidense que fueron representadas en Isabel, muestran un intento de Dean por preservar la identidad femenina como complemento de una noción específica de masculinidad. El autor tenía por objetivo confrontar la idea de que las mujeres eran poseedoras de las capacidades necesarias para ocupar el espacio público de la forma en que habían comenzado a hacerlo. La publicación de esta primera obra del realismo que aborda el tema del matrimonio tuvo un doble objetivo: por una parte, recuperar el mercado de bienes simbólicos que estaba siendo acaparado por la domesticidad literaria, y, por otra parte, ofrecer una representación del matrimonio basada en el dominio masculino sobre lo femenino con el objetivo de mantener el orden sexual establecido en función de la relación del escritor con el género como estructura de poder. En buena medida, la obra recoge la experiencia personal del autor en el matrimonio y, como producto de su convicción realista y de su estatus privilegiado en la jerarquía de género, enfoca las dificultades y preocupaciones que desarrolla su personaje masculino en torno a la mediación de los conflictos en la vida cotidiana.

Por su parte, a pesar de que Stuart Phelps concebía la masculinidad y la feminidad como designadas, su obra permite el acercamiento a una forma de inconformidad sentida respecto a la realidad social de la opresión de las mujeres, que escapaba a la ideología dominante y que constituyó una parte relevante del proceso de formación de la conciencia feminista que agrietaba el sistema patriarcal de la época. Su creación literaria fue posible gracias a la intervención de elementos culturales y sociales. Uno de ellos fue el movimiento por los derechos de la mujer que criticó el matrimonio desde la Declaración de Sentimientos de Seneca Falls (1848) e influyó en la formación de una conciencia más o menos popular respecto al tema; otro fue la creación de instituciones educativas para mujeres a partir de la década de 1820, que brindó a mujeres como Stuart las herramientas necesarias para convertirse en lectoras y escritoras y utilizar esos conocimientos como forma de subversión.

Sin embargo, como producto de su sociabilización femenina, la autora presenta elementos introyectados respecto al ideal de la True Woman, en la medida que su personaje femenino se apega a convenciones tradicionales como el matrimonio como compromiso indisoluble. Avis no se plantea renunciar a su unión con Philip en momento alguno a pesar de su desdicha. En medio de un conflicto interno entre el deber ser y sus anhelos de libertad, Stuart articuló en su narración sus miedos como escritora respecto al matrimonio, así como la experiencia de las mujeres de la época en él. Su obra tuvo una doble influencia en el proceso de transformación del género: por una parte, trasgredió la esfera privada al hacerse parte del mercado de bienes simbólicos y, por otra, participó en el afianzamiento discursivo de las opresiones particulares de las mujeres en la segunda mitad del siglo XIX.

Respecto a la obra de Dean Howells, un elemento que destaca es el abordaje de la sexualidad, mientras que en la de Stuart Phelps el tema no se trata. Las diferencias entre los temperamentos sexuales de los personajes de Dean son representadas conscientemente a través de una explosión de pánico "irracional" de Isabel ante la posibilidad del surgimiento de su sexualidad, y la contraparte del reconocimiento de Basil de sus deseos con tranquilidad. Esta representación puede reflejar frustración por parte del autor respecto a las diferencias entre el temperamento sexual femenino y el masculino y la dificultad que implicaban para el complimiento de sus deseos sexuales. La reserva de Stuart respecto a dicho tema está vinculada con la introyección del rol de pureza de la True Woman, además de que el recato sexual resultaba particularmente importante para ella debido a que fue educada en un hogar con gran influencia del calvinismo ortodoxo. Conjuntamente, a causa de que sus preocupaciones centrales en torno al matrimonio eran la explotación de las labores domésticas de las mujeres y sus posibilidades de desarrollo personal, el tema de la sexualidad no resultaba prioritario dentro de su lucha simbólica.

El alcance del presente artículo corresponde al análisis de las subjetividades de una mujer y un hombre blancos de clase media en el norte de Estados Unidos en un proceso de transformación del género. Se abren interrogantes respecto a contextos geográficos, económicos y sociales distintos en el mismo país y en la misma época, ya que dichas diferencias suponen modelos de feminidad y masculinidad particulares. Algunos de los posibles análisis resultan más asequibles que otros, considerando que la marginalización educativa de grupos por las categorías de sexo, raza y clase social condicionan la producción literaria.

Obras citadas

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Publicaciones periódicas

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3Millett, Política 80.

4Roger Chartier, Cultura escrita, literatura e historia. Coacciones transgredidas y libertades restringidas (Ciudad de México: FCE, 2003) 122.

5Roger Chartier, El mundo como representación (Barcelona: Gedisa, 1992) 62.

6Andrés Rodrigo López-Martínez, "La novela como documento histórico de la cultura: ideas para un consenso", Historia Caribe 10.27 (2005): 217. http://doi.org/10.15648/hc.27.2015.

7Roger Chartier, "El sentido de la representación", Pasajes: Revista de pensamiento contemporáneo 42 (2013): 46. https://core.ac.uk/download/pdf/71043709.pdf.

8Raymond Williams citado en Terry Eagleton, Ideología. Una introducción (Barcelona: Paidós, 1997) 75.

9Raymond Williams, La larga revolución (Buenos Aires: Nueva Visión, 2003) 58.

10María Elisa Cevasco, Para leer a Raymond Williams (Buenos Aires: Universidad Nacional de Quilmes, 2003) 159.

11Raymond Williams citado en Cevasco 160.

12Jorge Cáceres Riquelme y Hugo Herrera Pardo, "La formas fijas y sus márgenes: sobre 'estructuras de sentimiento' de Raymond Williams. Una trayectoria", Universum 29.1 (2014): 187. https://scielo.conicyt.cl/pdf/universum/v29n1/art 10.pdf.

13Colette Guillaumin, "Práctica del poder e idea de naturaleza", Questions Féministes 2-3 (1978). En Ochy Curiel y Jules Flaquet, El patriarcado al desnudo. Tres feministas materialistas (Buenos Aires: Brecha Lésbica, 2005) 43.

14Carroll Smith-Rosenberg, Disorderly Conduct: Visions of Gender in Victorian America (Nueva York: Oxford University Press, 1985) 79.

15Linda K. Kerber, Women of the Republic. Intellect and Ideology in Revolutionary America (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 1980) 7. Traducción propia. En adelante, todas las traducciones son de la autora.

16María Estela Báez-Villaseñor, "Un largo camino: la lucha por el sufragio femenino", Signos Históricos 12.24 (2010): 92. http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=34420610004.

17Kerber, Women 7.

18Marilyn Yalom, Historia de la esposa (Barcelona: Salamandra, 2003) 207.

19Hendrik Hartog, "Marital Exits and Marital Expectations in Nineteenth Century America", The Georgetown Law Journal 80 (1991): 97. https://scholarship.law.georgetown.edu/hartlecture/8 .

20Yalom 17.

21Yalom 218.

22Yalom 223.

23Yalom 218.

24Linda Kerber, "From the Declaration of Independence to the Declaration of Sentiments: The Legal Status of Women in the Early Republic, 1776-1848", Human Rights 6.2 (1977): 118. https://www.istor.org/stable/27879046.

25Richard H. Chused, "Married Women's Property and Inheritance by Widows in Massachusetts: A Study of Wills Probated between 1800 and 1850", Berkeley Women's Law Journal (1986): 42. http://doi.org/10.15779/Z38CP27.

26Hartog, "Marital" 109.

27Kerber, "From the Declaration" 120.

28Hendrik Hartog, Man and Wife in America. A History (Cambridge: Harvard University Press, 2000) 75-86.

29Hartog, "Marital" 108.

30Yalom 223.

31Yalom 224.

32Mary Angela Bennett, Elizabeth Stuart Phelps (Filadelfia: University of Pennsylvania Press, 1939) v.

33Susan Goodman, William Dean Howells: A Writer's Life (Berkeley: University of California Press, 2005) XXI.

34Goodman 45.

35Hochman l43.

36Elizabeth Stuart Phelps, The Story of Avis (Boston: James R. Osgood and Company, 1877) 126.

37Stuart 126.

38Stuart 126.

39William Dean Howells, Their Wedding Journey (Edimburgo: D. Douglas, 1892).

40John E. Bassett, "Their Wedding Journey: In Search of a New Fiction", Studies in the Novel 19.2 (1987): 175. Mary Kelley propone el concepto de "domesticidad literaria" para referirse a un conjunto específico de inquietudes reflejadas en la literatura escrita por mujeres en el siglo xix sin utilizar el desdén modernista del término "sentimentalismo", que evoca emociones supestamente femeninas. El concepto de Kelley retoma el enfoque de "esferas separadas" a la manera en que historiadores y críticos literarios mapearon la geografía del género enfatizando en una esfera separada construida socialmente para las mujeres, que típicamente llamaron domesticidad. Las escritoras categorizadas dentro de la domesticidad literaria adoptaron una perspectiva privada y familiar, en Mary Kelley, Private Woman, Public Stage. Literary Domesticity in Nineteenth-Century America (Chapel Hill : University of North Carolina Press, 2002) 14.

41Hochman 154.

42Hochman 154.

43Hochman 154.

44John Crowley citado en Sarah B. Daugherty, "The Ideology of Gender in Howells' Early Novels", American Literary Realism, 1870-1910 25.1 (1992): 5. http://www.istor.org/stable/27746516.

45Dean 319.

46Los deberes femeninos fueron expuestos por los escritores de la época, quienes utilizaron el concepto de True Woman para hacer alusión a la mujer ideal que los cumpliría. Sin embargo, ninguno de ellos consideró necesario definir exactamente a qué se referían con el término y asumieron que los lectores entenderían lo que querían decir. Ver Barbara Welter, "The Cult of True Womanhood: 1820-1860", American Quarterly 18.2 (1966): 151. http://www.jstor.org/stable/2711179?origin=TSTOR-pdf.

47Yalom 203.

48E. Anthony Rotundo, American Manhood: Transformations in Masculinity from the Revolution to the Modern Era (Nueva York: Basic Books, 1993) 18.

49Smith-Rosenberg 188.

50Emma Willard, "Female Colleges", American Ladies' Magazine 7.4 (1834): 162. https://babel.hathitrust.org/cgi/pt?id=hvd.32044025686213&view=1up&seq= .

51Willard 168.

52Willard 169.

53Hochman 16.

54Rotundo 68

55Rotundo 170.

56Rotundo 173.

57Rotundo 19.

58Michael S. Kimmel, Manhood in America: A Cultural History (Nueva York: The Free Press, 1996) 23.

59William Alcott, The Young Man's Guide (Boston: Lilly Wait & Co., 1833) 28. https://babel.hathitrust.org/cgi/pt?id=wu.89038316469&view=1up&seq=48&skin=mobile.

60Alcott 8-29.

61Dean 31.

62Dean 202.

63Stuart 324-325.

64Stuart 325.

65Stuart 325.

66Welter 153.

67Anne M. Boylan, "Evangelical Womanhood in the Nineteenth Century: The Role of Women in Sunday Schools", Feminist Studies 4.3 (1978): 65. https://doi. org/10.2307/3177538.

68Boylan 65. Destacado agregado.

69Jack H. Wilson, "Competing Narratives in Elizabeth Stuart Phelps' The Story of Avis", American Literary Realism, 1870-1910 26.1 (1993): 61. https://www.jstor.org/stable/27746562.

70Stuart 270.

71Stuart 274.

72Stuart 274.

73Stuart 278.

74Stuart 278.

75Stuart 278.

76Stuart 283.

77Stuart 283.

78Gerda Lerner explica que la conciencia feminista consta de: 1) la percepción de las mujeres de que pertenecen a un grupo subordinado y que, como miembros de este grupo, han sufrido injusticias; 2) el reconocimiento de que su condición de subordinación no está determinado naturalmente, sino socialmente; 3) el desarrollo del sentido de sororidad; 4) las definiciones autónomas de las mujeres de sus objetivos y estrategias con el fin de cambiar su condición y 5) el desarrollo de una visión alternativa del futuro. Gerda Lerner, La creación de la conciencia feminista (Pamplona: Katakrak, 2019) 411.

79Dean 31.

80Dean 31.

81Dean 31.

82Dean 98.

83Daugherty 5.

84Dean 202.

85Stuart 364.

86Stuart 364.

87Dean 162.

88Gary A. Hunt, "'A Reality that Can't Be Quite Definitely Spoken': Sexuality in Their Wedding Journey", Studies in the Novel 9.1 (1977): 21. https://www.jstor.org/stable/29531825.

89Hunt 22.

90Welter 155.

91Boylan 65.

92Hunt 21.

93Dean 73.

94Sylvester Graham, A Lecture to Young Men on Chastity. Intended Also for the Serious Consideration of Parents and Guardians (Londres: Strange, Paternoster Row, 1843). https://archive.org/details/b28738639/page/n5/mode/2up.

95Graham v.

96Graham 95.

97Sheila Jeffreys, Unpacking Queer Politics: A Lesbian Feminist Perspective (Cambridge: Polity Press, 2003) 136.

98Kimmel 82.

99Kimmel 83.

100Kimmel 85.

101Kimmel 85.

102Kimmel 85.

103Edward H. Clarke, Sex in Education; or, A Fair Chance for the Girls (Boston: James R. Osgod and Company, 1873). https://dl.tufts.edu/concern/pdfs/h702qk13g.

104Clarke 12.

105Clarke 14.

106Clarke 16.

107Clarke 136.

108Clarke 137.

109Kelley 14.

110Nathaniel Hawthorne citado en Kelley 12.

111Kimmel 117.

112Hochman 152.

113Hochman 152.

114Hochman 153.

115Hochman 153.

116Yalom 16.

117Yalom 17.

118Hochman 141.

119Bennett v.

120Christine Stansell, "Elizabeth Stuart Phelps: A Study in Female Rebellion", The Massachusetts Review 13.1/2 (1972): 239. https://www.jstor.org/stable/25088226.

121Hochman 141-142.

122Stansell 246.

123Smith-Rosenberg 176.

124Susan M. Cruea, "Changing Ideals of Womanhood During the Nineteenth-Century Woman Movement", General Studies Writing Faculty Publications 1 (2005): 199. https://scholarworks.bgsu.edu/gswpub/1.

125Smith-Rosenberg 176.

126Stuart 450.

127Stuart 253.

128Stuart 255.

129Clara Marburg y Rudolf Kirk, William Dean Howells (Nueva York: Twayne Publishers, 1962) 210.

130Chartier, El mundo 57.

131Chartier, El mundo 57.

132Chartier, "El sentido" 46.

Cómo citar este artículo Cassandra Nájera, "William Dean Howells y Elizabeth Stuart Phelps: masculinidad, feminidad y representaciones literarias del matrimonio. Estados Unidos, 1870-1880", Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura 49.1 (2022): 225-257.

Recibido: 16 de Enero de 2021; Aprobado: 18 de Mayo de 2021

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