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Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura

versión impresa ISSN 0120-2456

Anu. colomb. hist. soc. cult. vol.49 no.1 Bogotá ene./jun. 2022  Epub 17-Dic-2021

https://doi.org/10.15446/achsc.v49n1.98777 

Reseñas

Lucía Duque Muñoz. De la geografía a la geopolítica: discurso geográfico y cartografía a mediados del siglo XIX en Colombia. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia / Pontificia Universidad Javeriana, 2020. 310 páginas.

*Profesor asociado Departamento de Historia y Geografía Universidad de los Andes, Colombia aguhl@uniandes.edu.co


Los nombres de Francisco José de Caldas y de Agustín Codazzi son claramente reconocidos por sus escritos, perfiles altitudinales y producción cartográfica sobre la geografía del actual territorio colombiano. Sin embargo, tal como nos lo muestra Lucía Duque, ellos fueron apenas algunos de los actores que contribuyeron a la cartografía y a los estudios geográficos del siglo XIX en el país. Precisamente, la autora resalta el papel que, entre 1840 y 1860, muchos otros actores jugaron -del Gobierno, intelectuales influyentes, políticos y diplomáticos- en la generación y divulgación de un acervo de información geográfica, y cómo este conocimiento se producía y comunicaba con una intención muy clara de contribuir a la consolidación de un proyecto de país federal y a la construcción de una identidad nacional. Entre estos actores, Duque resalta el protagonismo de figuras como José María Samper, Santiago Pérez, Joaquín Acosta, Tomás Cipriano de Mosquera, Carlos Segismundo de Greiff, entre muchos otros, quienes con sus mapas y escritos geográficos buscaban redefinir el significado del territorio colonial heredado de los españoles en el contexto republicano. Tal como lo plantea la autora en la introducción del libro: "Nuestro interés en esta problemática busca indagar los vínculos, directos o indirectos, que los textos geográficos y trazados cartográficos mantienen con los procesos de organización y resignificación territorial en el contexto de diversos intentos de implementación del modelo federal" (p. 16). Duque, muy en la línea de los estudios de cartografía crítica, aborda el tema teniendo en cuenta que los mapas y estudios geográficos, más que ser visiones objetivas de la realidad del territorio, contribuyen a construirlo.

La autora, por medio de una investigación cuidadosa y rigurosa sobre los autores de mapas y monografías geográficas, presenta evidencia muy convincente sobre la relación entre poder político y representación cartográfica, así como de la construcción territorial de la actual Colombia tanto al interior del país como hacia el exterior. Tal como se logra identificar, en esta construcción estatal federal se encuentran tensiones entre las ideas de nación, por un lado, y región, por el otro, ya que cada región trata de mantener su identidad particular, pero a su vez contribuir a un imaginario de nación.

Dado que la investigación busca indagar los vínculos entre la producción geográfica y la idea de territorio nacional a mediados del siglo XIX, la autora presenta y utiliza un balance teórico centrado en las categorías de territorio y formación nacional. Además de presentar las dimensiones políticas de dichos conceptos, expone sus significados patrimoniales y simbólicos en el proceso de consolidación de una idea de nación. En esta discusión pone a dialogar las ideas de filósofos, geógrafos e historiadores para construir un marco conceptual en el que el mapa y el escrito geográfico son objetos visuales y textuales capaces de influenciar a la sociedad. Sin embargo, Duque reconoce que su investigación no pretende ser exhaustiva o concluyente, sino abrir un espacio para un debate más amplio sobre la relación entre geografía, cartografía y construcción estatal y territorial del país en el siglo XIX.

El libro está organizado en seis partes: una introducción, cuatro capítulos y una sección de cierre. Además, tiene un anexo con las biografías de los neogranadinos letrados que contribuyeron con mapas o escritos geográficos durante el periodo estudiado. Asimismo, a lo largo del libro se encuentran reproducciones de distintos mapas que enriquecen el texto y permiten al lector ver con más claridad a qué hace referencia la autora. La introducción, en primer lugar, presenta el alcance de la obra, un estado del arte sobre las categorías de análisis y una breve descripción de cada capítulo. En el primero de ellos se realiza un balance de los distintos materiales cartográficos producidos entre 1840 y 1865, por ejemplo, mapas de navegación, mapas de caminos, cartografía de las regiones, entre otros. Simultáneamente, se hace una categorización de dichos trabajos de acuerdo con sus objetivos. Es interesante anotar que Duque, por medio de este inventario, muestra cómo los mapas producidos por la Comisión Corográfica solo representan el 23 % del total de la época. También concluye, por medio de la categorización, que el tema predominante es la delimitación de las provincias, seguido por los mapas de navegación y de caminos. Según la autora, estos mapas y trabajos geográficos contribuyeron a construir una nueva imagen del territorio nacional bajo una mirada estratégica y táctica que tuvo en cuenta las condiciones para la construcción de caminos y el mejoramiento de la comunicación.

En los capítulos 2 y 3 Duque analiza cómo la cartografía y los estudios geográficos contribuyeron a la reorganización territorial a dos escalas específicas: regional y nacional. En el primero de esos capítulos se afirma que tanto los textos geográficos como los mapas sirvieron para definir las fronteras de las regiones al interior del país. De igual manera, se presentan los objetivos de los múltiples textos de "geografía física y política" que a mediados del siglo XIX se utilizaban para mostrar a las autoridades información cuantitativa sobre los accidentes geográficos y habitantes de una región, y así explicar "la manera en que un grupo humano se ha organizado política, social e históricamente en un territorio específico" (p. 70). Los escritos geográficos de este tipo incluían, además, una gran cantidad de cifras e indicadores para que gobernantes y funcionarios pudieran manejar de manera más idónea el país. Duque hace especial énfasis en los mapas y escritos geográficos de José María Samper y Tomás Cipriano de Mosquera, y cómo ellos justificaron una construcción territorial específica a través de su producción geográfica. Adicionalmente, se dan ejemplos de los conflictos limítrofes entre divisiones territoriales y de cómo estos se plasmaban en distintos mapas y documentos, entre ellos, el conflicto entre Antioquia y Cauca por las regiones relativamente "marginales" de la costa Pacífica de nuestro país.

En el capítulo 3 se busca describir y analizar las aspiraciones territoriales neogranadinas a través de mapas y escritos geográficos. Duque plantea que:

Geografía y cartografía se convirtieron en herramientas de la apropiación territorial, ya no solo a escala local y regional, sino también en lo que se refiere a la construcción de una imagen global del país que pudiera ser asimilada al menos entre las élites, o bien ser utilizada en la discusión sobre problemas limítrofes con los países colindantes, o como carta de presentación del país (p. 117).

Aun así, el interés no está en cómo se definieron los límites, sino en por qué hay varios mapas con diversidad de límites internacionales. Por medio del análisis de varias de estas fuentes, Duque muestra que, a medida que pasó el tiempo, la pluralidad de límites se fue unificando en una posición más unánime que defendía los derechos territoriales del país con respecto a los de las naciones vecinas. En particular, la autora presenta los casos de las fronteras con Venezuela, de la costa de Mosquitos en Centroamérica, y los límites entre Colombia, Ecuador, Perú y Brasil en la Amazonía.

Por otra parte, en el capítulo 4 se analizan las distintas formas en las que fueron representados los paisajes y la población en los textos geográficos. Tal como lo expresa la autora, estas cumplían la función "de crear un conjunto de imágenes y representaciones del paisaje que lograran convertirse en símbolos nacionales, o bien que permitieran identificar y caracterizar el territorio granadino en sus particularidades geográficas con respecto a otros países" (p. 175). A partir de la capacidad de síntesis de la incipiente geografía de principios del XIX y de las ideas de Humboldt en las que el paisaje combina las miradas científica y estética, dichas representaciones fueron publicadas en muchos de los periódicos que circulaban en la Nueva Granada. Estas manifestaciones también tenían un profundo papel político, en las que el mestizaje fue preponderante para lograr la homogenización cultural y étnica del ciudadano neogranadino. Dentro de estas representaciones el determinismo geográfico jugó un papel importante, ya que ciertas regiones fueron plasmadas como más productivas y con habitantes más capaces para lograr el progreso. De igual manera, el capítulo trata de manera detallada la mirada científica que Codazzi tenía de los paisajes y sus pobladores, así como la síntesis que hace de los aspectos esenciales de las distintas regiones del país, por medio de la cual sensibiliza al resto de la población sobre su territorio y las proyecciones futuras de distintas zonas de la república.

Dentro de las imágenes sobre los paisajes del país que surgen en el periodo de estudio está la de nuestro territorio como un espacio tremendamente rico y diverso. Esta, que aún sigue vigente en el imaginario colectivo, se sustenta en nuestra ubicación geográfica, con enorme variedad de atributos biofísicos que le dan una riqueza privilegiada; entre ellos sobresale el rol fundamental de las cordilleras. Uno los trabajos que ejemplifica esta visión del país es "La Memoria de 1852", de Tomás Cipriano de Mosquera. Otros estudios geográficos también tienen un enfoque "racial" de la población del país. Duque nos indica que

[...] es así como ensayos, memorias y textos elaborados en el contexto de implementación y profundización de las reformas liberales se convierten, paradójicamente, en uno de los principales vehículos de transmisión de la concepción jerárquica de la sociedad según castas y mezclas raciales de raíz colonial (p. 196).

El capítulo 4 cierra con el análisis de varias publicaciones y la ambivalencia del papel del indígena, en el que, por un lado, se reivindican sus logros pasados y, por otro, se lamenta su decadente estado presente. En este mismo proceso se reconocen las ventajas del "blanqueamiento" de la población por medio del mestizaje.

En la reflexión de cierre, Duque reitera los hallazgos más importantes de cada uno de los capítulos e invita a los lectores a contribuir a la incipiente investigación sobre la producción cartográfica de Colombia y otros países. Para finalizar, concluimos que este libro hace un aporte importante no solo al estudio de la cartografía y de los trabajos geográficos entre 1840 y 1865, sino que permite demostrar claramente cómo los mapas y estudios, más que ser una descripción y análisis "objetivos" del territorio nacional, cumplieron un papel fundamental en la construcción del espacio territorial y estatal, así como del imaginario de nación.

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