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Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura

Print version ISSN 0120-2456

Anu. colomb. hist. soc. cult. vol.50 no.1 Bogotá Jan./June 2023  Epub Feb 27, 2024

https://doi.org/10.15446/achsc.v50n1.100482 

Artículos dossier

Trauma cultural en la Casa de la Memoria y los Derechos Humanos de las Mujeres (CMDHM) en Barrancabermeja, Colombia1

Cultural Trauma in the Casa de la Memoria y los Derechos Humanos de las Mujeres (CMDHM) in Barrancabermeja, Colombia

Trauma Cultural na Casa de la Memoria y los Derechos Humanos de las Mujeres (CMDHM) em Barrancabermeja, Colômbia

ANDREA MEJÍA JEREZ1 
http://orcid.org/0000-0002-1051-5812

ÁLVARO ACEVEDO TARAZONA2 
http://orcid.org/0000-0002-3563-9213

1 FLACSO, México. yuly.mejia@estudiante-flacso.mx

2 Universidad Industrial de Santander, Colombia. tarazona20@gmail.com


RESUMEN

Objetivo:

Este artículo analiza el papel de La Casa de la Memoria y los Derechos Humanos de las Mujeres (CMDHM) en el proceso de rememorar el trauma cultural del conflicto armado en la región del Magdalena Medio.

Metodología:

Esta investigación de carácter exploratorio descriptivo realiza un análisis cualitativo y utiliza como métodos de recolección de información las entrevistas semiestructuradas con creadoras, guardianas y visitantes del museo, así como un grupo focal con creadoras y observación participante mediante recorridos en el lugar.

Originalidad:

El artículo evidencia que el papel del museo en la producción del trauma cultural se activa con los sentidos de las creadoras, las guías y las audiencias. Entiende el lugar de memoria como un producto cultural donde dialogan diversas significaciones del conflicto armado como un trauma vivo en permanente construcción colectiva.

Conclusiones:

El papel que cumple el museo es la construcción de sentidos diversos sobre el trauma del conflicto armado, que por su magnitud histórica y geográfica marcó la historia individual y colectiva de la sociedad colombiana. La particularidad de exponer un sentido colectivo del trauma desde la perspectiva de las mujeres invita al diálogo con la experiencia de la visita, la asignación de significados a los objetos y la construcción de un sentido propio sobre el conflicto armado.

Palabras clave: Barrancabermeja; Colombia; memoria; museo; mujeres; trauma cultural

ABSTRACT

Objective:

This article analyzes the role of La Casa de la Memoria y los Derechos Humanos de las Mujeres (cmdhm) in the process of remembering the cultural trauma of the armed conflict in the Magdalena Medio region.

Methodology:

This exploratory and descriptive research conducts qualitative analysis and uses semi-structured interviews with creators, guardians, and visitors to the museum, as well as a focal group with creators and participant observation through tours of the site as methods of data collection.

Originality:

The article shows that the role of the museum in the production of cultural trauma is activated by the senses of the creators, the guides, and the audiences. It understands the place of memory as a cultural product where diverse meanings of the armed conflict dialogue as a living trauma in permanent collective construction.

Conclusions:

The role played by the museum is the construction of diverse meanings about the trauma of the armed conflict, which due to its historical and geographical magnitude marked the individual and collective history of Colombian society. The particularity of exposing a collective sense of trauma from the perspective of women invites to dialogue with the experience of the visit, the assignment of meanings to the objects, and the construction of one’s own sense of the armed conflict.

Keywords: Barrancabermeja; Colombia; cultural trauma; memory; museum; women

RESUMO

Objetivo:

Este artigo analisa o papel de La Casa de la Memoria y los Derechos Humanos de las Mujeres (cmdhm) no processo de recordar o trauma cultural do conflito armado na região de Magdalena Médio.

Metodologia:

Esta investigação de natureza exploratória descritiva realiza uma análise qualitativa e utiliza entrevistas semiestruturadas com criadores, tutores e visitantes do museu, bem como um grupo focal com criadores e observação dos participantes através de visitas guiadas ao local, como métodos de recolha de dados.

Originalidade:

O artigo mostra que o papel do museu na produção de traumas culturais é ativado pelos sentidos dos criadores, dos guias e do público. Compreende o lugar da memória como um produto cultural onde os diversos significados do diálogo do conflito armado são um trauma vivo em permanente construção coletiva.

Conclusões:

O papel desempenhado pelo museu é a construção de diversos significados sobre o trauma do conflito armado, que, devido à sua magnitude histórica e geográfica, marcou a história individual e coletiva da sociedade colombiana. A particularidade de exibir um sentido coletivo de trauma na perspectiva das mulheres convida ao diálogo com a experiência da visita, a atribuição de significados aos objetos e a construção de um sentido próprio do conflito armado.

Palavras-chave: Barrancabermeja; Colômbia; memória; mulher; museu; trauma cultural

Introducción

Desde la década de 1980 existen museos de la mujer en el mundo. Según Tejero, para el año 2010 se había calculado la existencia de 42 y se proyectaba la creación de 13 más.2 Estos lugares principalmente de tipo etnográfico, artístico y nacional, tienen la intención de reivindicar la presencia de la mujer en la historia, hacer visibles a mujeres artistas, destacar a mujeres emblemáticas de un país concreto y exponer las características culturales de las mujeres de una zona geográfica o un determinado contexto histórico y cultural.3 En un inicio dichos espacios tenían el propósito de reivindicar el papel de las mujeres en el desarrollo de la civilización humana, pero en los últimos años la reflexión ha introducido diálogos sobre los roles de género, las desigualdades, las injusticias y las violencias contra las mujeres.4

Sin embargo, dentro de este inventario de museos de mujeres parece no existir ninguno, al menos, a nivel Latinoamericano, que se preocupe por exponer traumas culturales como las dictaduras o los conflictos armados desde la perspectiva de las mujeres. El Museo CMDHM, creado por la Organización Femenina Popular (OFP) en Barrancabermeja, Colombia, es el primero que desde la experiencia colectiva se configura como un lugar de memoria con perspectiva de género. Este museo fue inaugurado en el año 2019 como producto de los esfuerzos de las mujeres de Barrancabermeja por narrar el trauma cultural del conflicto armado vivido en la región del Magdalena Medio, desde sus vivencias como actoras políticas. Aunque conscientes de que el conflicto armado pervive en el país, específicamente en la región, este lugar de memoria es un esfuerzo por hablar de la violencia que marcó una ruptura en la vida de las comunidades para que no siga sucediendo, y también para resaltar el papel de las mujeres en la defensa de los derechos humanos.

La construcción de este lugar de memoria conllevó a la toma de decisiones éticas, estéticas y políticas. Los objetos, los espacios, las historias, los sonidos, y todo lo que constituye el lugar, evidencia una intencionalidad, una narrativa y una estética resultado de una construcción colectiva. La densidad de ideas que se producen en el lugar promueve la activación de sentidos nuevos y diversos sobre la memoria, el trauma, el espacio y los infinitos temas que pueden surgir en la visita. Como afirma Sánchez del Olmo, “la visita al museo implica el establecimiento de una relación con los otros que pasa por la creación de un vínculo y, en ocasiones incluso, por la adscripción a determinados valores morales”.5 Por ello, este artículo plantea el objetivo de analizar el papel del museo en el proceso de rememorar el trauma cultural del conflicto armado en la región del Magdalena Medio.

Este texto se desarrolla como parte de la tesis de maestría en Ciencias Sociales llevada a cabo por la autora en FLACSO-México, la cual se titula “Los sentidos de la memoria: Museo Casa de la Memoria y los Derechos Humanos de las Mujeres” y es producto también del proyecto de investigación “Resistencia: las producciones culturales audiovisuales y literarias como alternativa de memoria del conflicto armado colombiano 1987-2016”, financiado por Minciencias y el Centro Nacional de Memoria Histórica. Es importante mencionar que, siguiendo los protocolos de ética en la investigación, se mantiene la anonimidad en los extractos de las entrevistas citadas dentro del texto, identificando a las personas como “creadora”,6 “guardiana”7 y “visitante”.8

El artículo está compuesto por cuatro apartados centrales. El primero, expone una reflexión teórica sobre el trauma cultural, la memoria y el lugar de memoria. El segundo desarrolla brevemente el contexto de creación del museo y describe su estructura estética y contenido narrativo. El tercer apartado aborda en concreto el papel de este lugar en el proceso de rememorar el conflicto armado. Finalmente, plantea algunas conclusiones.

Trauma cultural, memoria y lugar de memoria

El psicoanálisis, la psiquiatría y la sociología se han interesado por la marca traumática que algunos sucesos históricos, políticos y sociales han dejado en los actores y en las colectividades. Freud fue uno de los primeros autores en abordar el tema centrándose en identificar el origen sexual de los traumas de la infancia de los pacientes. Sin embargo, con la experiencia de la Primera Guerra Mundial se dio cuenta de que era necesario prestar atención a las experiencias colectivas de violencia que también están íntimamente relacionadas con el trauma.9

El trauma es un concepto que sirve para comprender el efecto psicológico, social y cultural de eventos que se viven en el cuerpo, los pensamientos, los recuerdos, las identidades y los sentidos de personas y comunidades. Jeffrey Alexander10 asigna el concepto de trauma cultural al evento o eventos que impactan la vida de una población provocando sufrimiento colectivo, crisis y ruptura en las rutinas cotidianas, y lastimando las significaciones y valores colectivos. En palabras del autor:

El trauma ocurre cuando los miembros de una colectividad sienten que han sido sometidos a un evento horrendo que deja marcas indelebles en la conciencia de su grupo, marcando sus recuerdos para siempre y cambiando su identidad futura de manera fundamental e irrevocable.11

Mediante la rememoración de estos eventos, los grupos sociales ya sean pequeñas comunidades o incluso civilizaciones enteras, se identifican y pueden asumir cierta responsabilidad moral en ello.12 Así, los miembros de las colectividades definen sus relaciones solidarias y las acciones que emprenden al respecto. Alexander plantea la pregunta: “¿es el sufrimiento de los otros también el nuestro?”, y responde; “al pensar que así podría ser, las sociedades amplían el círculo del 'nosotros' y crean la posibilidad de que la reparación de las sociedades evite que el trauma vuelva a suceder”.13

Con ello pone de presente el papel que cumple el ejercicio de narrar el trauma, esto es, hacer memoria del evento traumático como una responsabilidad moral que amplía los lazos de solidaridad en las sociedades para construir futuros en los que el trauma no tenga una segunda posibilidad de ocurrir. Aunque algunos autores14 plantean que el trauma está ligado al silencio debido a la imposibilidad de contar el horror, de nombrar lo indecible produciendo disturbios significativos en la transmisión intergeneracional y en la cotidianidad de las personas, lograr la narración del trauma es necesario para procesarlo. Ello implica un ejercicio de resignificación de lo vivido: “La construcción cultural del trauma colectivo se alimenta de experiencias individuales de dolor y sufrimiento, pero es la amenaza a la identidad colectiva, más que a la individual, lo que define qué sufrimiento está en juego”.15 De ahí la importancia de construir memoria del trauma.

Los estudios actuales de la memoria sostienen que esta no puede ser entendida solo como contenedora de hechos, información o datos del pasado; tampoco que puede ser estrictamente objetiva. Al contrario, estudiar la memoria implica tener en cuenta la intencionalidad, selectividad, y el trasfondo contextual político y social del presente. Dado que la memoria consiste en la interpretación y reconstrucción del pasado desde el presente, sirve a los grupos sociales para orientar sus acciones.16

Siguiendo la afirmación de Enzo Traverso: “la memoria refiere a las impresiones que la experiencia deja en el espíritu”,17 la memoria es una construcción individual y colectiva de rememoración, que implica un esfuerzo de intelección en el cual se deciden tanto los recuerdos como los olvidos, las formas de traer el pasado al presente, y para qué hacerlo.

Hablar de la memoria desde una perspectiva sociológica remite a pensarla en su relación espacio-temporal. Como afirma Ricoeur, rememorar es la capacidad humana de volver a los recuerdos, reinterpretarlos, resignificarlos, relacionarlos con el presente de la sensación y con las expectativas de futuro y sus conjeturas.18 En palabras del autor, “no tenemos nada mejor que la memoria para significar que algo tuvo lugar, sucedió, ocurrió antes de que declaremos que nos acordamos de ello”.19

El proceso de intelección individual puede también producirse en grupos sociales, que al reunir un conjunto de huellas de acontecimientos que afectaron su cotidianidad, tienen la capacidad de traer al presente esos recuerdos comunes creando y significando lugares de memoria, inaugurando rituales, fiestas, y celebraciones públicas.20 De esta forma, la memoria es una cuestión pragmática que no se encuentra solo en el yo, sino que es una construcción que se da también con el otro.21 La narración del trauma a partir de la construcción de memoria es un deber o como lo dice Alexander,22 es una “responsabilidad moral”, entre otras cosas, de hacer “justicia mediante el recuerdo”.23

Así, la construcción de memoria es un proceso de asignación de significados y constitución de sentidos que se da de múltiples maneras. Una de ellas es la creación y significación de lugares de memoria. Siguiendo a Ricoeur, “las ‘cosas’ recordadas están intrínsecamente asociadas a lugares”,24 ya sea porque en ellos sucedieron acontecimientos memorables o porque se relacionan de algún modo con experiencias vividas.

Los lugares de memoria están marcados por sus usos. Larralde analiza las “marcas territoriales” entendiendo a estas prácticas como configuradoras de disputas sobre su apropiación material y sobre los sentidos que distintos actores le asignan.25 De acuerdo con Jelin y Langland, la marca territorial involucra disputas por el sentido y establece debates sobre el pasado reme-morado debido a que “semantiza los espacios materiales”.26 Es decir, un lugar de memoria no solo es el reflejo de los sentidos del grupo social que lo crea o lo reconocer como memorístico, sino que se estructura culturalmente como espacio para la confluencia de pensamientos para procesar de maneras diversas los traumas culturales.

La riqueza de estos lugares recae en la reflexividad, es decir, pueden ser interpretados y vivenciados de formas plurales. Según Pierre Nora los lugares de memoria nacen y viven del sentimiento de que no hay memoria espontánea, de que hay que crear archivos, mantener aniversarios y organizar celebraciones, porque esas operaciones no son naturales.27 Es decir, crear lugares de memoria es un ejercicio consciente y reflexivo. Un lugar no es un lugar de memoria por sí mismo si no existe tras de sí un ejercicio colectivo de imaginación, de asignación de significado y si no se le confiere un “aura simbólica”.28

Los museos de memoria son uno de esos tantos lugares que buscan ser la materialidad donde se construye y difunde la memoria colectiva. Son un punto de referencia al que acuden individuos y grupos para conocer, compartir y suscitar nuevas ideas y nuevos sentidos. Incluso, también se les asigna un papel como medios de comunicación, potencial pedagógico, coleccionismo, exposición e investigación.

Pero estos lugares no son neutrales, pues “contienen un carácter normativo intrínseco y, de forma consciente o inconsciente, privilegian ciertos modos de representar la memoria”.29 Por ello, los museos suelen mantener “tramas memoriales”, es decir, están inscritos en un complejo entramado de lugares y prácticas que los exceden y contienen a la vez.30 Esto permite pensar su relación con otros lugares de memoria, su posición respecto de ellos y las series o capas de procesamiento del trauma cultural que juntos conforman. Capas que, lejos de excluirse, se superponen y potencian entre sí para comprender el pasado. Estudiar los museos de memoria implica, como propone Ludmila da Silvia, siguiendo a Michael Pollak, tener en cuenta algunos elementos: 1) recuperar los sentidos dados por individuos y grupos al pasado; 2) rescatar el proceso de construcción, organización, selección y estructuración del relato, 3) identificar las relación del lugar de memoria con los procesos de configuración y re-configuración de la identidad colectiva; 4) reconocer que los sentidos están en permanente disputa.31 Como plantea Alexander, todo esto hace parte del proceso de reconocer, rememorar y significar el trauma en un sentido cultural.32

Así, el museo tiene diversos aspectos que pueden ser analizados, entre ellos su narrativa, la constitución del espacio, la selección y colocación de objetos, los performances que se desarrollan allí, su funcionalidad, su carácter simbólico y el sistema cultural que lo constituye. El interés específico de este artículo se centra en el papel del museo en la construcción de narrativas y sentidos diversos de la memoria del trauma cultural.

Casa de la Memoria y los Derechos Humanos de las Mujeres (CMDHM)

Durante los últimos años se han construido en Colombia más de cuarenta lugares de memoria alrededor de la geografía nacional, los cuales producen distintos sentidos del conflicto armado. Ha sido tal la creciente construcción de estos lugares, que en el año 2015 se consolidó la Red Colombiana de Lugares de Memoria con el fin de articular las iniciativas. Estos lugares narran el conflicto desde la mirada de las víctimas y en algunos casos se encuentra el trabajo traductor de artistas, académicos, académicas y entes gubernamentales.33

Uno de estos lugares es la CMDHM, la cual fue creada por la OFP en Barrancabermeja, Santander. Esta ciudad (capital no oficial del Magdalena Medio)34 está ubicada geográficamente entre las cordilleras Oriental y Central de Colombia. Por esta zona pasa el río Magdalena, que conecta el centro del país con el norte y se considera la arteria fluvial y estratégica más importante de Colombia.

La región es rica en recursos naturales, gracias a lo cual se desarrollan diversas formas productivas industriales, agropecuarias, ganaderas y de pesca. La riqueza de recursos de la zona y su ubicación estratégica fueron una motivación importante para que distintos grupos armados disputaran su control territorial, político, económico y social. Entre las décadas de 1960 y 1970 se concentraron actores armados guerrilleros como el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Para las décadas de 1980 y 1990 los grupos ilegales contrainsurgentes iniciaron una avanzada territorial en el Magdalena Medio para tomar el control de zonas ocupadas por los grupos guerrilleros.35 Esto conllevó a enfrentamientos armados y la ejecución de crímenes contra la sociedad civil. Solo en el municipio de Barrancabermeja, según el Sistema sobre Derechos Humanos y Desplazamiento (SISDHES), entre 1999 y 2012 fueron desplazadas 42 879 personas.36

En dicho contexto económico, político y social existe, desde 1972, la OFP. Esta Organización empezó con la asistencia de mujeres a cursos de modistería de la Pastoral Social de la ciudad, estableciendo una “política de lo cotidiano”, es decir, un proceso en el que aprendieron a generar sus propios recursos, se formaron como lideresas y establecieron vínculos colectivos con otras mujeres del Magdalena Medio.37 En el transcurso de sus casi cincuenta años de existencia, esta Organización pasó por varias etapas: autonomía (1988-1998), resistencia (1998-2007), transición (2007-2011) y reconstrucción de memorias de la organización (2011-hasta la actualidad).38

Durante estos años se destacan principalmente acciones sociales con la comunidad, procesos de resistencia ante los grupos armados y apuestas de paz por medio de su accionar político, educativo y cultural.39 Debido a su accionar comunitario en defensa de los derechos humanos, rechazo de la violencia armada y tejido de lazos de solidaridad para la superación de los problemas causados por el conflicto armado, la Organización ha sido víctima de más de 140 crímenes por parte de grupos armados ilegales. Un visitante del museo, conocedor de la historia de la OFP describe brevemente los procesos que ha librado la Organización:

A partir de la década del 80 se tiene conocimiento de un grupo de mujeres laboriosas, mujeres defensoras de derechos humanos, mujeres que empiezan a trabajar en Barrancabermeja sobre la dignificación de la mujer. Y es ahí donde yo tengo conocimiento y acercamiento con la Organización Femenina Popular. Llamó mucho la atención porque las mujeres eran muy unidas […] cualquier situación de orden público, de atropello contra la mujer, ellas estaban al tanto. Articulaban mucho su accionar con la Diósesis de Barranca, […] con CREDHOS y otras organizaciones de Barranca, entre esas el padre Francisco de Roux, que era en ese momento el director del CINEP. [Estas organizaciones] fueron los pilares o la columna vertebral para que ese grupo de mujeres de los sectores nororientales que venían de una situación de organización se fortalecieran. Pero a la vez ante la defensa que hacían empezaron a tener inconvenientes con los paramilitares, con el mismo ejército, con el mismo gobierno, porque las tildaban de guerrilleras […] Eso dio fuerza para que ellas se pudieran unir más y hoy en día tuvieran un posicionamiento donde las organizaciones internacionales de Europa y otras pudieran aportarle en el fortalecimiento de esas aguerridas mujeres que estaban dando la lucha en las calles.40

Solo hasta el año 2012, la Organización fue reconocida como sujeta colectiva de reparación por parte del Estado mediante la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas (UARIV), que fue creada con la ley 1448 de 2011 (Ley de Víctimas y Restitución de Tierras).41 Sin embargo, aunque este reconocimiento pareciera una situación deseable, para la OFP no fue sencillo aceptar la reparación colectiva por parte del Estado debido a las críticas de sus líderes al rol del mismo en la región del Magdalena Medio, donde por acción u omisión tuvo gran responsabilidad en los hechos victimizantes que acontecieron. Después de varias conversaciones, la OFP reconoció que era necesario empezar un proceso de identificación del daño colectivo producido por el conflicto armado.42 No obstante, la Organización no aceptó que agentes externos realizaran el trabajo, por lo que ellas mismas:

Realizaron el diagnóstico del daño colectivo de la OFP y la Propuesta Autónoma de Reparación Colectiva; 2) hicieron una concertación metodológica para brindar solidez al proceso, reconstruir la confianza y verificar garantías de cumplimiento; 3) conformaron comités de observación y apoyo internacional al proceso; 4) tuvieron asistencia técnica y política del proceso y retroalimentación con organizaciones sociales y de mujeres.43

Después de este trabajo, la OFP creó un plan de reparación que incluye un conjunto de sesenta y cuatro medidas, las cuales comprenden: la restitución, indemnización, rehabilitación, satisfacción y garantías de no repetición tanto en los componentes político y material como simbólico.44 Como parte de este plan de reparación colectiva la Organización construyó el museo CMDHM, el cual abrió sus puertas al público en el 25 de julio de 2019. El museo se encuentra ubicado en la sede de la OFP del barrio Torcoroma en Barrancabermeja, Santander, donde funciona una de las Casas de la Mujer que tiene la Organización en siete municipios de tres departamentos.45

Para su creación, además del financiamiento de la UARIV, la OFP contó con la asesoría del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), el apoyo inicial de ONU-Mujeres en la creación de un diseño preliminar del interior del lugar y el soporte financiero de la Fundación Atelier, proveniente de la Generalitat Valenciana y el ayuntamiento de Valencia, España.46 El museo es producto de toma de decisiones colectivas sobre la ética, la estética y una postura política y narrativa que deseaban plasmar las mujeres en este lugar de memoria.

Para construir el relato que querían representar llevaron a cabo reuniones y talleres con mujeres populares de los municipios en donde tiene presencia la OFP. Así mismo, contaron con la asesoría de personas expertas en museología, la visita a otros museos de memoria y de la mujer existentes en Colombia y América Latina, así como con el trabajo de investigación y reconstrucción histórica de la Organización.47 Las mujeres narraron así el proceso creativo:

Se hicieron a todos los niveles, o sea, a nosotras como el equipo de la OFP, el equipo coordinador, el equipo con las mujeres de los grupos de base, con ellas también se hicieron talleres participativos. También hicieron grupos focales. Toda esa información y todos esos elementos, todo lo que se fue recogiendo para el museo fue acompañado por diversas organizaciones sociales tanto de la ciudad como de la región. Porque es que las mujeres no contamos solamente qué pasó con la OFP sino qué pasó dentro del territorio.48

Como lo narran las entrevistadas, el museo fue construido desde la mirada de las mujeres populares del Magdalena Medio (principalmente de Barrancabermeja), sobre la vivencia del conflicto armado como actoras políticas.49 El proceso creativo fue reparador, porque las mujeres, con las herramientas metodológicas que han construido a lo largo de los años, se dieron a la tarea de recordar para reconstruir de manera colectiva su identidad como organización y como región. Esto hace parte del proceso de trauma cultural, puesto que los acontecimientos traumáticos no solo generan cambios materiales en la cotidianidad, también conllevan el cuestionamiento de la identidad colectiva. Algunas mujeres narran el proceso de reparación así:

para nosotras las mujeres también es un proceso de exigencia, y el hecho de que ese museo se hiciera dentro de un contexto de reparación colectiva, en el marco de la Ley 1448, y que el Estado reconociera que se le ha hecho daño a la OFP, para nosotras eso fue muy importante. El contar lo que nos pasó no solamente a nivel interno sino el sacarlo, para nosotras también fue un proceso de reparación, de sanación. El que hubiera muchas historias de las compañeras que vivieron muchos hechos directos e indirectos, porque podemos decir que en esta ciudad y en esta región todos somos víctimas.50

El proceso de rememoración y lo que esto significó para las mujeres se puede leer en el recorrido virtual del museo. Este recorrido promete acercar a la audiencia al dolor, “que ha marcado la vida de generaciones que han crecido y soñado en calles y puertos, de los cuerpos de las mujeres avasallados y de los rostros y nombres que han sufrido la persecución, la exclusión y la impunidad”.51 Asimismo, afirma que sus visitantes “estarán junto a las memorias de los procesos colectivos, de la solidaridad y de la fuerza movilizadora de muchos sectores sociales que continúan sosteniendo las banderas de la vida, la justicia social y la dignidad”.52 Finalmente, se presenta como “un lugar seguro para el encuentro polifónico de voces para recordar, sanar y construir paz”.53

La CMDHM es una edificación pequeña que funciona en el segundo piso de la Casa de la Mujer de la OFP del barrio Torcoroma de Barrancabermeja. La colocación de los objetos del lugar corresponde con una narrativa construida de manera organizada en la exposición permanente llamada “Resistir en el Magdalena Medio”, la cual está compuesta por cinco espacios: Ser una con el Territorio, Ser Víctima, Ser Sujeta Política, Ser Sobreviviente y Ser Constructora de Paz.54 Este lugar de memoria rompe las reglas contemplativas de los museos tradicionales, es un espacio interactivo, con elementos de archivo, audiovisuales y plásticos que acercan a las audiencias a las experiencias y relatos de las mujeres y hombres que sufrieron la violencia en el Magdalena Medio.

El recorrido inicia en el “umbral de ingreso”, en el cual se encuentra la recepción y la información institucional; desde allí se observa de manera general la distribución del lugar. El primer espacio es “Ser una con el Territorio”, el cual está ubicado a la derecha de la recepción y consiste en elementos gráficos y audiovisuales, los cuales tienen varias intenciones: ubicar geográficamente el territorio; describir el contexto político, cultural, económico, ambiental y social; hacer un registro de la memoria histórica, biográfica y política desde la prensa y exponer la importancia de las mujeres dentro del territorio.

Saliendo de este espacio, se encuentra el Muro de la Semblanza, el cual es “un homenaje a quienes fueron protagonistas de la acción política no violenta como resistencia a la guerra en el Magdalena Medio”, según una de las tarjetas explicativas que están dentro del museo. Al salir de este espacio de transición se encuentra el espacio “Ser Víctima”, el cual está compuesto por “el árbol de la vida”, un memorial para recordar a las mujeres asesinadas en el marco del conflicto armado en la región; la “colcha tejida por la memoria”, la cual fue realizada por mujeres del Magdalena Medio “con prendas que reivindican la memoria de la resistencia y los duelos colectivos”, según una de las tarjetas explicativas del lugar. Este espacio, además, está compuesto por una exposición audiovisual en la que se encuentran historias de personas asesinadas y recopilaciones sobre las acciones colectivas de la OFP.

El tercer espacio es “Ser sujeta política”, el cual contiene la obra de la artista plástica Natalia Mustafá en homenaje a la OFP, donde ilustra las diferentes etapas de la historia de la organización a partir de la reelaboración de fotografías de movilizaciones, encuentros y símbolos. El cuarto espacio es “Ser Sobreviviente”, el cual aborda principalmente símbolos que narran la historia de lucha colectiva de las mujeres en la defensa del territorio y de los derechos humanos. El espacio se compone por una imitación de fachada de una Casa de la Mujer; dentro de puertas y ventanas hay símbolos como: una máquina de coser, una olla, un periódico, una bandera, unas batas negras, una vela, unas flores amarillas, unas campanas, entre otros. Este espacio es especialmente querido por la mayoría de las creadoras entrevistadas por representar la historia de resistencia de la Organización. Ellas explican:

Nosotras en reuniones de coordinación y en reuniones también con las mujeres, con el Comité de Víctimas estuvimos soñando qué queríamos que se dijera ahí, qué tipo de memoria queríamos que se hiciera ahí. Igualmente, los elementos, o sea, qué quisiéramos poner ahí. Entonces una de las cosas que más salió fue el tema de los símbolos. Los símbolos han sido algo muy significativo durante la historia, porque los símbolos son otra forma de hacer política […] sabiendo que somos una mujer en una apuesta pública y política.55

Finalmente, el espacio “Ser Constructora de Paz” es el último momento puesto intencionalmente dentro del recorrido para el diálogo y para construir compromisos con el presente, el futuro, con las nuevas generaciones y con la construcción de memoria.56

La visita al museo es una experiencia sensitiva que está compuesta por diferentes espacios para representar la memoria del conflicto armado como parte del proceso del trauma cultural. Como afirma Villeda, “el lugar de memoria incluye valores, subjetivaciones, emociones y motivos dentro de las ‘descripciones’ de los hechos narrados”.57 Esto se puede observar al hacer el recorrido, porque el lugar está organizado con una intención en particular, y cada espacio dentro de él tiene un objetivo propio.

El museo tiene la finalidad de hacer memoria de la violencia y de la agencia de las víctimas del conflicto armado. Además, las guardianas del museo así lo explican durante los recorridos; el énfasis del guion está en el papel de las lideresas de la OFP como actoras políticas y las victimizaciones vividas relacionadas con ello. De acuerdo con lo observado y recuperado en notas de campo durante los recorridos, se puede afirmar que la voluntad de las creadoras es reivindicar su papel como actoras políticas, expresando una lectura del trauma cultural que da importancia en recordar el dolor y el sufrimiento, pero que centra su atención en visibilizar el papel activo de las mujeres en el proceso de vivir el trauma.58

Con esta propuesta, el CMDHM plantea una nueva representación de lo dicho sobre el conflicto armado, una capa más en la memoria que implica nuevos diálogos y nuevas significaciones. En el apartado siguiente se explora el papel de este lugar de memoria en la construcción plural de sentidos que permiten a la sociedad colombiana procesar el trauma cultural.

Trauma cultural y memoria en el CMDHM

La construcción de sentidos sobre el conflicto armado en la CMDHM es un proceso de producción cultural del trauma en el cual se ven involucrados distintos actores: instituciones gubernamentales, organizaciones sociales, mujeres lideresas, comunidad barrameja, visitantes extranjeros, victimas y no víctimas, hombres, jóvenes, estudiantes, entre otros, quienes ponen en juego sus vivencias, las intenciones, los valores y percepciones particulares. Por esto, no puede darse por sentada una única idea sobre dicho trauma que, si bien ha marcado de manera diferenciada a la sociedad colombiana, constituye un conjunto de hechos que marcan la cotidianidad y las formas de relacionarse en el presente y de proyectar el futuro.

El lugar de memoria construido por la OFP no constituye una narrativa terminada ni puede verse como un espacio expositivo. Al contrario, es un lugar que posibilita un conjunto de practicas, imaginarios, conceptos, discursos y memorias sobre el trauma cultural que, como afirma Cristancho, ponen en disputa visiones y sentidos diversos sobre lo que significa (o debe significar) el conflicto armado.59 Incluso, así lo refiere la Subdirectora del lugar:

un espacio de memoria […] como el que nosotras hemos [creado], no es un espacio de exhibición, es más un espacio de encuentro, un espacio de interacción, pues saliéndose un poco de esa idea de lo que son los museos y pues la función de la mediación esta allí como en […] poner la experiencia de las narrativas que están en el museo, en conversación con las experiencias también de las personas que llegan a visitarlo.60

Estas posibilidades de dialogo e interacción nacen desde el momento mismo en que se decide materializar el CMDHM y continúan reproduciéndose al visitarlo, después de visitarlo o incluso al conocerlo desde la distancia, como lo han hecho personas y colectivos desde distintos lugares del mundo a través de los recorridos virtuales o las exposiciones de sus creadoras en encuentros académicos o comunitarios. Son tan plurales las formas en que se puede procesar el trauma cultural que la creación de este lugar de memoria significó una responsabilidad para la OFP, en el objetivo de sintetizar en un espacio reducido las visiones, opiniones, sentidos y decisiones de las mujeres populares y organizaciones sociales del Magdalena Medio. Como lo narra una lideresa de la Organización,

se hizo con mujeres, con maestros, con sindicalistas, con diferentes actores sociales en la región. Se trabajó toda una recopilación fotográfica también, con las mujeres, con las organizaciones, con todas se hizo un proceso de esto. Se hicieron muchos talleres en recuperación emocional como parte de reconstruir […] también […] las emociones, las afectaciones, el diagnóstico […] Se trabajó una reconstrucción de la historia de la Organización Femenina Popular, la simbología, el sentido de cada símbolo, cómo lo entendimos, cómo lo hicimos vida, cómo lo apropiamos. Pero también se hizo toda una reconstrucción de la historia del Magdalena Medio, de la historia de las mujeres en los diferentes ámbitos del contexto […] también se hicieron unos espacios con las organizaciones sociales en donde mucha gente pues aportó en esa construcción […] Entonces pues yo creo que hubieron diferentes temáticas, formas, herramientas, metodologías. Fue un trabajo muy constante.61

Este proceso de creación participativa y cuidada está cruzado por “el deber ético de la memoria” que menciona Svampa,62 como un esfuerzo por evitar el frenesí conmemorativo, el cual constituye, según Ricoeur,63 abusos de la memoria que deben ser evitados a toda costa. Se puede ver en el cuidado de las creadoras del lugar de memoria un ánimo por plasmar los sentidos del trauma desde la visión de las mujeres y de las organizaciones de Barrancabermeja y el Magdalena Medio que han sido victimizadas por el conflicto armado.

Según narra la subdirectora del museo, la inspiración para la creación está “en la vivencia, en la experiencia, en la necesidad de contar”,64 construyendo así un sentido colectivo del trauma cultural que puede y debe entrar a disputarse con otros sentidos posibles entre quienes interactúan en y con el lugar. Como también retoma una de sus creadoras: “queremos ser muy respetuosos, tampoco no […] es que tengamos ahí todo, ni es la única verdad […] creemos que el conflicto ha sido tan grande y tan avasallador que muy seguramente faltan muchísimas cosas qué plasmar ahí”.65

A pesar de que el museo ha sido construido desde una postura política en la selección de qué recolectar, cuáles historias contar y cómo contarlas,66 el sentido colectivo que propone solo es uno entre tantos sentidos que existen y que se pueden construir sobre el trauma cultural. En términos prácticos, este papel del museo como creador de sentidos plurales lo relatan algunas entrevistadas sobre la interpretación del conflicto armado. Para una de las lideresas de la OFP, víctima del conflicto armado y creadora del museo, este trauma cultural es “algo que no debería existir […] es un ejercicio del poder de la forma más dañina y mala […] Representa la sangre, el dolor, la tristeza”.67 Así mismo, una guardiana del museo, joven barrameja, víctima del conflicto armado lo define como “una actividad desastrosa, que […] se fuera [sic] podido evitar […] tantas familias destruidas. Tantos hogares en el cual se quedaron […] sin alguna figura”.68 Sin embargo, para una mujer visitante del museo, proveniente de otra ciudad y sin ser víctima del conflicto armado, es muy difícil definir el trauma: “como que siento que no tengo el derecho de hablar de conflicto armado porque nunca lo he vivido ni directa ni indirectamente”,69 aunque lo intenta y afirma que es “obligar a unas personas a que estén atravesadas en todos los aspectos de su vida por situaciones y condiciones que no les pertenece”.70

Aunque todas se refieren al trauma cultural como algo rechazable e indeseable, cada una lo postula desde sentidos diferentes, dos de ellas desde sus experiencias como víctimas y como habitantes de Barrancabermeja; la tercera lo postula tímidamente desde sus conocimientos externos, no como víctima ni como mujer barrameja. Esto deja ver que el museo cumple un papel en el cual, a pesar de las distintas experiencias, sentidos y lecturas, se pueden articular nuevas significaciones para procesar el trauma cultural. Así, el lugar de memoria trasciende en la constante construcción de memoria del conflicto armado para no dar por hecha y terminada una narrativa, sino como un proceso en constante elaboración colectiva, ya no solo con las mujeres de la OFP sino también con las distintas audiencias.

Como afirma Jara, si bien estos museos institucionalizan narrativas culturales que buscan elaborar pasados difíciles y ofrecen un marco ético, el proceso de elaborar memoria no se agota ni se reduce a su dimensión institucional rígida.71 Los sentidos del trauma cultural se construyen dentro y fuera del lugar, suscitados por las experiencias con y en el lugar; no porque el lugar de memoria tenga un poder especial, sino porque las personas activan significaciones a la materialidad desde la interacción. Lo que afirman algunas entrevistadas sobre la contribución del museo en este proceso es que “da unos aportes muy importantes de la resiliencia y del papel que han jugado las mujeres en la construcción de ciudad, de municipio. Se da un mensaje de esperanzador, de transformación, de construcción de paz”.72 También afirman: “lo siento […] como una invitación a no quedarnos únicamente con lo que ellas han hecho, sino que cómo nos sumamos y cómo podemos aportar a eso”.73 Otra de las entrevistadas dice: “no me gusta mucho la palabra democratización, pero de alguna manera lo hace al romper […] ese imaginario hegemónico de los museos como un lugar pues lejano, de élite”.74

En ese orden de ideas, el museo es sentido por las entrevistadas como un lugar participativo de reivindicación, reflexión y contribución. Es decir, como lugar de memoria que abre la posibilidad de diálogo para construir desde los recuerdos del pasado y la proyección de futuro. Una de las entrevistadas plantea:

entendemos que la memoria no es algo que permanece en el pasado, sino la interpretación, la lectura también de ello y la construcción entonces de apuestas de futuro desde ahí […] relacionado con la transformación de los conflictos de la justicia y la no repetición que son deudas históricas pendientes y que cada vez se agudizan y se profundizan más en Colombia.75

Así, desde las diversas visiones sobre cómo procesar el trauma cultural, cómo hacer memoria de él y qué recordar, este museo contribuye en la búsqueda de marcos de significación para tejer nuevas narraciones, nuevos entendimientos, e incluso, nuevos objetivos en el futuro individual y colectivo del trauma cultural. Por el momento, lo que interpretan algunas entrevistadas en relación con la memoria que se narra en este lugar es “la vista e interpretada desde el sentir y los ojos de mujer”,76 específicamente, “las mujeres que hicieron parte de la OFP o las que estuvieron cercanas al movimiento o que se vieron apoyadas por ellas”.77

Este lugar de memoria evoca un saber específico sobre el conflicto armado desde la visión de las mujeres de la OFP, suscitando otro tipo de significaciones que irrumpen entre las tantas narrativas que se han construido sobre el conflicto. Es importante destacar que el componente de género de este museo constituye un sentido colectivo sobre el trauma que no puede ser banalizado ni ignorado. El museo es un lugar donde se materializa una expresión de la memoria pero que -al involucrar miradas, cuerpos, sentidos y experiencias- contribuye a crear más capas de sentidos que sirven para sanar, cuestionar y construir otras formas posibles de entender lo vivido.

Un ejemplo de que ello es posible es la experiencia de una de las guardianas del museo, quien cuenta que antes de llegar a este lugar no se atrevía a hablar del conflicto armado, pues como trauma estaba suspendido en el pasado de la memoria familiar. Recordarlo era impensable, principalmente porque se protegía emocionalmente del dolor que le provocaba recordarlo. Pero al ver materializado un espacio para hablar del trauma sirvió para construir otros sentidos y así también otra narrativa.

Hay cosas de las cuales no tengo datos o no recuerdo o si sucedieron estaba muy niña, entonces llego acá y empiezo a ver todos esos datos y empiezo a recordar o empiezo a comparar lo que sucedía y a contrastar lo que sucedía con lo que estoy leyendo, que sí era cierto, a veces uno creía que era imaginado o que se lo había soñado pero realmente no, todo este tipo de cosas sucedieron, entonces, al recordar o al venir y leer, informarte sobre la memoria del conflicto es asegurar o más bien reconfirmar lo que sucedió. Pero la idea como lo hemos venido aprendiendo, la idea es recordarlo sin dolor, recordarlo sin miedo, recordarlo, que obviamente sí, claro porque son muchos recuerdos negativos dentro de todo el marco del conflicto armado que se dio aquí en Barranca, pero a raíz de eso se dieron también muchos cambios sociales aquí en Barrancabermeja. Se dieron muchas nuevas formas económicas o nuevas formas de vida social aquí en Barrancabermeja que antes no se daban.78

Este museo es la materialización de un sentido colectivo sobre el conflicto armado que, por supuesto, está abierto a interpretaciones. Como afirma Kuri, “recordar es una práctica social que tiene como soporte material y simbólico al espacio”.79 El trauma cultural en Colombia sigue vigente porque el conflicto armado se mantiene y se complejiza cada día más. En ese sentido, el museo es un lugar de memoria en permanente construcción que contribuye desde una postura ética, estética, política y moral a la creación de lazos de solidaridad. El proceso de rememorar los eventos violentos es solidario e implica la responsabilidad moral para la elaboración colectiva de un futuro en donde los estragos que desencadenaron el trauma no se repitan.80

Conclusiones

La construcción de sentidos plurales que dialogan en el lugar de memoria hace parte del proceso del trauma cultural del conflicto armado, el cual se encuentra vivo y en constante resignificación en el contexto colombiano. La complejidad del contexto, en el cual la violencia armada se adapta y se transforma de acuerdo con los cambios políticos del país, lleva a que las comunidades de distintas regiones como el Magdalena Medio produzcan lugares de memoria para establecer diálogos reflexivos que permitan entender lo vivido y proyectar un futuro en el que las causas del trauma cultural no den lugar a la repetición.

El CMDHM es una producción cultural del trauma contado desde los sentidos colectivos de las mujeres de la OFP, pero es al mismo tiempo un lugar que cumple con un propósito de producción de otros sentidos con las audiencias, la cuales desde distintas experiencias e interpretaciones producen nuevas lecturas culturales sobre el trauma. De esta manera, el lugar permite que se activen diversas narraciones, en el entendido de que nada se da por hecho y saldado. Es decir, el relato del museo no es la última palabra sino una aproximación al trauma que puede ser enriquecida con otras aproximaciones, toda vez que la estructura estética del lugar invita a la creación didáctica y participativa.

Obras citadas

I. FUENTES PRIMARIAS

Entrevistas

Creadora 1. Entrevista personal. Barrancabermeja. Ago. 27, 2021. [ Links ]

Creadora 3. Entrevista virtual. Sep. 21, 2021. [ Links ]

Grupo focal. Barrancabermeja. Ago. 26, 2021. [ Links ]

Guardiana 1. Entrevista virtual. Sep. 28, 2021. [ Links ]

Guardiana 2. Entrevista personal. Barrancabermeja. Ago. 20, 2021. [ Links ]

Guardiana 3. Entrevista virtual. Sep. 29, 2021. [ Links ]

Visitante 2. Entrevista personal. Barrancabermeja. Ago. 17, 2021. [ Links ]

Visitante 4. Entrevista personal. Barrancabermeja. Ago. 27, 2021. [ Links ]

Visitante 6. Entrevista personal. Barrancabermeja. Ago. 18, 2021. [ Links ]

Discursos y presentaciones orales

Serrano, Laura. “Los sitios de memoria como espacios pedagógicos”. Sep. 21, 2021. Presentación oral virtual. [ Links ]

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Otros medios

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II. FUENTES SECUNDARIAS

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1El artículo es producto del proyecto de investigación “Resistencia: las producciones culturales audiovisuales y literarias como alternativa de memoria del conflicto armado colombiano 1987-2016”, financiado por Minciencias, el Centro Nacional de Memoria Histórica y la Universidad Industrial de Santander. Código: 8033. Fecha de inicio: 26 de noviembre de 2020. Fecha de finalización: 26 de mayo de 2022.

2Graciela Tejero, “Museo de mujeres: un camino a recorrer en América Latina”, Her&mus 3 (2010): 43-47.

3Andrea Mejía, “Los sentidos de la memoria: Museo Casa de la Memoria y los Derechos Humanos de las Mujeres”, tesis de maestría en Ciencias Sociales (Ciudad de México: FLACSO, 2022) 7.

4Victoria López y Nayra Llonch, “Una panorámica de los museos de mujeres en el mundo”, Her&mus 3 (2010): 12-18.

5Sara Sánchez del Olmo, “Sacralización, ritualización y espectáculo en torno al pasado: El Museo de la Memoria y los Derechos Humanos en Chile”, Anuario de Historia Regional y de las Fronteras 2 (2016): 193-216

6Las creadoras son mujeres de la OFP que hicieron parte del proceso de toma de decisiones y construcción colectiva del museo.

7Las guardianas son mujeres jóvenes que cumplen el rol de guiar a las audiencias que visitan el museo.

8Visitantes son las personas que acuden al lugar de memoria para realizar el recorrido.

9Jacques Revel, “Comentarios sobre historia, trauma y memoria”, La urgencia de la memoria, eds. Patricio Arriagada et al. (Santiago de Chile: LOM ediciones / Londres 38, 2020).

10Jeffrey Alexander, “Trauma cultural, moralidad y solidaridad. La construcción social del Holocausto y otros asesinatos en masa”, Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales 228 (2016).

11Jeffrey Alexander, “Toward a Theory of Cultural Trauma”, Cultural Trauma and Collective Identity, eds. Jeffrey Alexander et al. (Berkeley: University of California Press, 2004) 1.

12Alexander, “Trauma” 192.

13Alexander, “Trauma” 192.

14Ernst Van Alphen, “Symptoms of Discursivity: Experience, Memory, and Trauma”, Acts of Memory: Cultural Recall in the Present, ed. Mieke Bal (Hanover-Londres: University Press of New England, 1999); Susan Brison, “Trauma Narratives and the Remaking of the Self”, Acts of Memory: Cultural Recall in the Present, ed. Mieke Bal (Hanover-Londres: University Press of New England, 1999); Mieke Bal, “Memories in the Museum: Preposterous Histories for Today”, Acts of Memory: Cultural Recall in the Present, ed. Mieke Bal (Hanover-London: University Press of New England, 1999); Sara Makowski, “Entre la bruma de la memoria. Trauma, sujeto y narración”, Perfiles Latinoamericanos 21 (2002): 143-158.

15Alexander, “Trauma” 207.

16Mauro Basaure, “Hacia una reconstrucción de los conflictos de la memoria. El caso del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos en Chile”, Revista del Magíster en Análisis Sistémico Aplicado a la Sociedad 37 (2017): 113-142.

17Enzo Traverso, El pasado, instrucciones de uso (Madrid: Marcial Pons, 2007) 22.

18Paul Ricoeur, Memoria, historia y olvido (Buenos Aires: FCE, 2000).

19Ricoeur 41.

20Ricoeur 18.

21Evans Gama, “Historia, memoria y reparación: usos y abusos en la construcción del Museo de Memoria de Colombia (2011-2018)”, Grafía 2 (2019): 61-87.

22Alexander, “Trauma” 192.

23Ricoeur 120.

24Ricoeur 62.

25Florencia Larralde, “Cartografiar las marcas: intervenciones, disputas y transgresiones en el espacio para la memoria ex-ESMA”, Kamchatka. Revista de análisis cultural 13 (2018): 167.

26Elizabeth Jelin y Victoria Langland, Monumentos, memoriales y marcas territoriales (Madrid: Siglo XXI Editores, 2003) 167.

27Pierre Nora, Les lieux de memoire (Montevideo: Ediciones Trilce, 2008) 25.

28Nora 33.

29Omar Villeda, “El Memorial del 68 como configurador de la experiencia conmemorativa”, tesis de maestría en Ciencias Sociales (Ciudad de México: flacso, 2012) 19.

30Luciana Messina, “El ex centro clandestino de detención ‘Olimpo’ como dispositivo de memoria: Reflexiones sobre las marcas territoriales y sus usos”, Aletheia 2 (2011): 17.

31Ludmila da Silva, “Variaciones sobre las memorias”, Estudios 16 (2005): 17.

32Alexander, “Trauma” 192.

33Visitante 6, entrevista personal (Barrancabermeja: ago. 18, 2021).

34Es una capital no oficial porque esta región no es reconocida en la división política de Colombia como un departamento. Sin embargo, por las características económicas, sociales, culturales y geográficas esta zona (en la cual confluyen parte de los departamentos de Bolívar, Cesar, Antioquia y Santander), se configura como una región de la cual las comunidades identifican como capital a Barrancabermeja. Esta ciudad es la sede central de la empresa estatal ecopetrol (Empresa Colombiana de Petróleos) y sus refinerías suministran el 60 % de las necesidades de gas y de otros combustibles de Colombia. Además, es la ciudad con mayor cantidad e incidencia de organizaciones sociales, obreras y sindicales del Magdalena Medio. Ver Amnistía Internacional, “Colombia Barrancabermeja una ciudad sitiada”. May, 1999. https://www.amnesty.org/es/documents/amr23/036/1999/es/; Luis Van Isschot, Orígenes sociales de los derechos humanos: violencia y protesta en la capital petrolera de Colombia, 1919-2010 (Bogotá: Editorial Universidad del Rosario, 2020).

35Teófilo Vásquez, “Dinámicas, tendencias e interacciones de los actores armados en el Magdalena Medio, 1990-2001”, Conflictos, poderes e identidades en el Magdalena Medio, 1990-2001, eds. Mauricio Archila et al. (Bogotá: CINEP, 2006).

36Diana Cabezas y Rudy Molina, “Más allá del silencio y el olvido. Memoria histórica y educación en cuatro organizaciones de mujeres constructoras de paz en Colombia”, tesis de licenciatura en Psicología y Pedagogía (Bogotá: Universidad Pedagógica Nacional, 2018) 93.

37Cabezas y Molina 13.

38Silvia Yáñez y Yolanda Becerra, Re-parar para la paz, caminos y reflexiones en el proceso de reparación colectiva de la Organización Femenina Popular (Barrancabermeja: OFP, 2014) 25-43.

39Cabezas y Molina 13.

40Visitante 4, entrevista personal (Barrancabermeja: ago. 27, 2021).

41Yáñez y Becerra 46.

42Yáñez y Becerra 46.

43Cabezas y Molina 105.

44Yáñez y Becerra 46-47.

45La Organización tiene Casas de la Mujer en Girón (Santander), San Pablo (Bolívar), Cantagallo (Bolívar), Sabana de Torres (Santander), Puerto Wilches (Santander), Yondó (Antioquia) y Barrancabermeja (Santander). Ver Yáñez y Becerra 25. La Casa de Barrancabermeja sigue funcionando en la planta baja de la edificación. En el segundo piso se encuentra el museo.

46Silvia Yáñez, Presentación Casa de la Memoria y los Derechos Humanos de las Mujeres, ene. 07, 2022, presentación oral virtual.

47Creadora 3, entrevista personal (sep. 21, 2021).

48Grupo focal (Barrancabermeja: ago. 26, 2021).

49Debido a la pandemia por covid-19 el museo cerró sus puertas solo ocho meses después de haberse inaugurado, quedando únicamente disponible el recorrido virtual en la página web oficial de la OFP. Sin embargo, siguiendo los protocolos de bioseguridad este lugar retornó a sus actividades en marzo de 2021, abriendo una vez a la semana para recorridos con aforo reducido.

50Grupo focal.

51CMDHM, ¿Quiénes somos?, recorrido virtual. 2022.

52CMDHM.

53CMDHM.

54La descripción del lugar está basada en la observación participante realizada durante la investigación.

55Grupo focal.

56Yáñez.

57Villeda 121.

58Las mujeres no detuvieron su accionar sino que se enfrentaron a los actores armados por medio de la protesta, el rescate de cuerpos de personas desaparecidas, la exigibilidad de los derechos humanos, la reconstrucción del tejido social, entre otros.

59José Cristancho, “Herederos y herederas del (pos)conflicto armado: subjetivación política y regímenes audiovisuales en tres documentales colombianos”, Cuadernos de Música, Artes Visuales y Artes Escénicas 2 (2019): 147-167.

60Laura Serrano, “Los sitios de memoria como espacios pedagógicos”, sep. 21, 2021, presentación oral virtual.

61Creadora 1, entrevista personal (Barrancabermeja: ago. 27, 2021).

62Lucila Svampa, “La historia entre la memoria y el olvido. Un recorrido teórico”, Pasado y Memoria. Revista de Historia Contemporánea 20 (2020): 117-139.

63Ricoeur 116.

64Guardiana 3, entrevista personal (sep. 29, 2021).

65Creadora 1.

66María Gundestrup-Larsen, “La representación de la memoria histórica en el espacio museal”, Revista Calle 14 14 (2014): 118-131.

67Creadora 1.

68Guardiana 1, entrevista personal (sep. 28, 2021).

69Visitante 2, entrevista personal (Barrancabermeja: ago. 17, 2021).

70Visitante 2.

71Daniela Jara, “Duelo y memoria. Marcos de duelo en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos”, La urgencia de la Memoria, comps. Patricio Arriagada et al. (Santiago de Chile: LOM ediciones / Londres 38, 2020) 59-76.

72Creadora 1.

73Visitante 2.

74Guardiana 3.

75Serrano.

76Creadora 1.

77Visitante 2.

78Guardiana 2, entrevista personal (Barrancabermeja: ago. 20, 2021).

79Edith Kuri, “Espacio, guerra sucia y memoria: la construcción del Museo Casa de la Memoria Indómita en México”, Revista de Ciencias Sociales 31, (2017): 115-133.

80Alexander.

Cómo citar este artículo Andrea Mejía Jerez y Álvaro Acevedo Tarazona, “Trauma cultural en la Casa de la Memoria y los Derechos Humanos de las Mujeres (CMDHM) en Barrancabermeja, Colombia”, Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura 50, n.°1 (2023): 199-226.

Recibido: 14 de Enero de 2022; Aprobado: 06 de Julio de 2022

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