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vol.50 issue2Ricardo D. Salvatore. La Confederación Argentina y sus subalternos. Integración estatal, política y derechos en el Buenos Airesposindependiente (1820-1860). Santiago de Chile: Biblioteca Nacional, 2020. 333 páginas.Álvaro Acevedo Tarazona, Angie Daniela Ortega Rey y Andrés Correa Lugos. Una crónica noticiosa de 1968 en Colombia. Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander, 2021. 384 páginas. author indexsubject indexarticles search
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Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura

Print version ISSN 0120-2456

Anu. colomb. hist. soc. cult. vol.50 no.2 Bogotá July/Dec. 2023  Epub Apr 08, 2024

https://doi.org/10.15446/achsc.v50n2.107986 

RESEÑAS

Rodrigo Ospina Ortiz. Mal que sí dura cien años. Jorge Bejarano y la higienización de Colombia durante el siglo XX. Bogotá: Universidad del Rosario, 2022. 298 páginas.

1 Universidad de los Andes, Colombia. https://orcid.org/0000-0003-1267-0666 dsolodko@uniandes.edu.co


El libro de Rodrigo Ospina Ortiz puede ser enmarcado como una "biografía política" (p. 3). El volumen es el resultado, elaborado con posterioridad, de una tesis de maestría dirigida por el profesor Cesar Augusto Ayala Diago del Departamento de Historia de la Universidad Nacional de Colombia (2012). A través de sus cuatro capítulos, el libro presenta una biografía intelectual del médico vallecaucano que abarca "su formación académica" y su "trayectoria profesional" (p. 3). No obstante, el libro es más que una biografía personal, dado que esa vida transcurre en un contexto histórico que involucra la creación de un ministerio (el de Higiene en 1946), las discusiones de la ciudad científica y letrada en torno a ciertos temas candentes de la época: la salud de la población, el problema de la pobreza, la raza y la alimentación, el alcoholismo, los lineamientos sanitarios del Estado, las discusiones ideológicas de la clase gobernante y el rol político de los intelectuales en el desarrollo sanitario y tecnológico del país.

El volumen se encuentra dividido en cuatro capítulos, perfectamente organizados y estructurados. También incluye un capítulo introductorio de su director de tesis, que analiza el debate sobre la "raza" y la "degeneración" en el ámbito académico de la primera mitad del siglo XX, en el marco de las conferencias sobre el particular que tuvieron lugar en el Teatro Municipal de Bogotá en 1920.

El libro navega por contextos históricos de máxima tensión entre los movimientos políticos antagónicos de Colombia: desde la Hegemonía Conservadora, pasando por la República Liberal, hasta la supuesta "concordia" de la formación del Frente Nacional. Es en este transcurso histórico donde se desarrolla la acción política-médica y la vida de Jorge Bejarano.

Para la metodología de investigación, el autor parte de la recolección de la obra de Bejarano: sus artículos periodísticos en El Tiempo y sus libros. Estas fuentes se estructuran de dos formas: por su cronología y por su estructura temática. El autor somete estas fuentes a un análisis cuantitativo, asociado a conceptos recurrentes, para luego hacer una lectura de estas fuentes mediante técnicas de análisis discursivo y de contenido.

El libro propone el análisis de temas íntimamente ligados a lo que Michel Foucault denominó "biopolítica": el manejo y gobierno de la población, temas que Ospina liga y relaciona no con la biopolítica, sino con los conceptos sociológicos de "higiene" y "control sanitario", dentro de las dinámicas económicas y desarrollistas del capitalismo vernacular. La obra del médico Jorge Bejarano le sirve entonces para "analizar las formas como se asume y expresa el discurso del higienismo como herramienta de legitimación del poder, de confrontación política dentro de las élites" (p. 5).

El autor clasifica a Bejarano como un "técnico humanista" y un intelectual orgánico del Partido Liberal "poseedor y difusor de un saber específico" (pp. 6-7), un "convivialista" y un "moderado". Creo necesario remarcar que los planteamientos ideológicos de Bejarano y de otros intelectuales de su generación se relacionan, más que con el "humanismo" de la clase dirigente, con ciertas formas posibles, utópicas y deseadas de "gobernar a la población" y construir, al mismo tiempo, una nación diseñada para ser "racialmente apta" y económicamente funcional al capitalismo vernacular. Como bien señala el autor, estas intenciones se enmarcaron dentro de una serie de relaciones verticales y paternalistas (p. 4). Asimismo, el propio autor nos aclara que el higienismo debe ser entendido como una "herramienta de legitimación del poder, de confrontación política dentro de las élites o como estrategia en contextos electorales" (p. 5).

Una de las cosas ambiguas a lo largo del libro es de qué lado pone el autor a Bejarano, ¿del lado de los intelectuales orgánicos de la élite política colombiana o del lado del pueblo? Si el higienismo es un modo de control social de la población por parte de las élites, entonces Bejarano forma parte de ese sector. La idea de "diseñar" una población para que esta responda al orden (político, estético y moral) capitalista imperante mediante un dispositivo como la higiene me parece que no deja lugar a dudas sobre el posicionamiento político de esta intelectualidad salvífica (caritativa) que trabaja "en favor" del pueblo. Esta idea sigue encubriendo un colonialismo supérstite, de corte ilustrado, que supone que hay unos especialistas, higienistas (médicos especialistas, técnicos) que deben "corregir" y "mejorar" las conductas de la población, y piensan y actúan dentro de un marco epistemológico que es siempre eurocéntrico. Esta sería mi discusión con el autor.

En cada una de estas etapas históricas mencionadas, Ospina Ortiz sigue con detalle, y con muy buen material bibliográfico de apoyo, la participación política de Bejarano, a quien denomina, siguiendo a Gramsci, como un "intelectual orgánico" del Partido Liberal (pp. 8-9). Bejarano nace en 1888 en una familia tradicional de Buga y tiene una formación escolar muy conservadora (Seminario Menor de Popayán) de corte humanista (pp. 67-70). Luego sale de su entorno provinciano para continuar sus estudios en otra institución conservadora: El Colegio del Rosario. Finalmente, ingresa a la Universidad Nacional de Colombia para realizar sus estudios en Medicina y es allí cuando se conecta con una red intelectual modernizante (p. 79).

Bejarano formó parte de la generación del Centenario que trajo ideas nuevas sobre la medicina y el tratamiento de las enfermedades físicas y sociales. Comenzó su labor médica construyendo una red muy fuerte de relaciones sociales e intelectuales a través de los círculos médicos de la época, las revistas de divulgación científica y como columnista asiduo en el periódico El Tiempo, que servía como un aparato difusor de su pensamiento y sus ideas políticas (p. 95). Bejarano no apoyó nunca la tesis de una supuesta "degeneración racial" de la población en Colombia; más bien, relacionaba las enfermedades de la población como relacionadas con la condición social, el hacinamiento, la pobreza y el hambre, y no con las condiciones genéticas exclusivas de la raza (pp. 10-101). Desde 1922, Bejarano encabezó, junto a otros agentes sociales, una lucha sistemática contra el alcoholismo y los supuestos "vicios" que las élites le achacaban a la población, como el consumo de chicha. También ocupó cargos políticos y fue diplomático en París, donde se ilustró sobre el tema del higienismo eurocéntrico. De regreso en Colombia, se dedicó a la reforma de los centros carcelarios con la idea de transformar estos "graneros del crimen" en "centros de regeneración moral" (p. 119).

En el capítulo 2, el autor hace un recuento de la consolidación pública de Bejarano como médico higienista y como intelectual orgánico. El posiciona-miento higienista de Bejarano en su función de médico e intelectual tenía unos ejes concretos de aplicación social: 1) el trabajo de los obreros debía cumplir con normas sanitarias, un salario decente y descanso adecuado, 2) había que proteger y alertar a la población sobre los problemas del alcoholismo, 3) la función de la mujer era la de reproducir la especie y los valores familiares (p. 134). Estos valores lo promovieron, dice Ospina Ortiz, a la categoría de "ideólogo" del Partido Liberal. Con estas ideas, logró hacerse un lugar en la Cámara de Representantes, donde presentó proyectos de ley sobre "embellecimiento urbano y vivienda obrera" y "formó parte de las comisiones de Instrucción Pública, Beneficencia e Higiene" (p. 145). También fue el promotor de la Revista de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional y luego volvió a ocupar una curul en el Concejo de Bogotá (1933). Con la llegada del gobierno de Eduardo Santos, vuelve a la línea de acción política y se dedica por completo al tema de la vivienda campesina.

Ospina Ortiz hace un detallado recuento de las preocupaciones sanitarias de Bejarano entre 1942-1946. Fue presidente de las Sociedad de Pediatría, vicedirector de la Oficina Sanitaria Panamericana, miembro del comité de redacción de la Revista de la Facultad de Medicina, director del Departamento de Medicina Tropical de la Facultad de Medicina y presidente de la Cruz Roja (p. 194). Para 1945, es designado al frente de la recién creada Dirección Nacional de Salubridad.

En el capítulo 3, Ospina Ortiz hace un mapeo del posicionamiento político de Bejarano, de sus críticas a los conservadores y rastrea la genealogía de la creación del Ministerio de Higiene y los factores que hicieron posible su surgimiento, como espacio institucional autónomo. Bejarano es designado en 1946 por el presidente Mariano Ospina Pérez al mando del nuevo Ministerio, en el cual no pudo hacer mucho, ya que las luchas internas de su partido y la oposición a ciertas decisiones de Ospina Pérez lo condujeron a su renuncia en 1947.

En el capítulo 4, el autor repasa los últimos momentos de la vida pública de Bejarano durante el surgimiento del Frente Nacional. Sus últimas contribuciones en la política fueron en cargos que ocupó en la Asamblea de Cundinamarca (19581959) y en el Concejo de Bogotá (pp. 60-62). Siguió siendo presidente de la Cruz Roja hasta 1960, y continuó con su obsesión por los temas sanitarios asociados a la pauperización de las condiciones de vida de la clase trabajadora, temas sobre los que trabajó toda una vida, de los que no vio resultados cuando murió.

Como plantea el autor en su conclusión, frente a los recientes hechos trágicos suscitados por la pandemia del covid-19, el tema médico y sanitario vuelve a ser central. Así, el pensamiento y la acción política de Bejarano son fundamentales para comprender las relaciones entre ideología, prácticas discursivas, redes intelectuales, dispositivos de poder y gobierno de la población. Al respecto, estoy de acuerdo con la afirmación que se desprende del análisis de Ospina Ortiz: "la idea defendida por la historiografía liberal de que el liberalismo transformó al Estado paternalista en uno promotor y defensor de derechos y deberes ciudadanos, no es tan radical" (p. 276).

El libro Mal que sí dura cien años es fundamental para comprender tanto los avatares de una época compleja en Colombia como las continuidades con el presente. Es un libro ampliamente documentado, impecablemente escrito, con mucha claridad conceptual, el cual constituye un gran aporte a la historiografía colombiana.

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