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Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura

versión impresa ISSN 0120-2456

Anu. colomb. hist. soc. cult. vol.50 no.2 Bogotá jul./dic. 2023  Epub 08-Abr-2024

https://doi.org/10.15446/achsc.v50n2.107987 

Reseñas

Darío Villamizar Herrera. Crónica de una guerrilla perdida. La historia inédita de la columna del M-19 que desapareció en la selva del Chocó. Bogotá: Debate, 2022. 800 páginas.

ADOLFO LEÓN ATEHORTÚA CRUZ1 
http://orcid.org/0000-0002-4957-0296

1 Universidad Pedagógica Nacional, Colombia https://orcid.org/0000-0002-4957-0296 adolate@pedagogica.edu.co


Conocí a Darío Villamizar Herrera cuando alguien cercano al Movimiento 19 de Abril (M-19) me obsequió uno de sus primeros escritos: Insurgencia, democracia y dictadura, relativo a las luchas políticas por el poder en Ecuador durante los años sesenta y noventa.1 La prosa de Darío se mostró desde entonces analítica, seria, prolija en el examen de fuentes y documentos, y dueña de un estilo narrativo que linda con la literatura. Creo que este estilo, así como su forma amena y al mismo tiempo profunda de escribir, se consolidaron con "la historia del M-19, sus hombres y sus gestas" que Darío tituló, parodiando el famoso bolero de la Sonora Matancera, "Aquel 19 será".2 Sin embargo, la perfección se logró con la mejor biografía hasta hoy escrita de Jaime Bateman,3 y el más reciente: Las guerrillas en Colombia. Una historia desde los orígenes hasta los confines.4 Este libro monumental, juicioso en sus seguimientos y descripciones, sencillo y directo, posicionó a Darío como uno de los más destacados cronistas de la guerrilla en Colombia, como lo han sido Arturo Alape y Alfredo Molano. Con el libro que hoy presentamos, Crónica de una guerrilla perdida, Darío alcanza un sitial inalcanzable con respecto a las historias escritas sobre el M-19.

El libro consta de dos partes. En la primera de ellas, titulada "El preludio de las armas", Darío retoma, en cierta forma, la historia del M-19 desde su surgimiento, en enero de 1974, hasta las fallidas propuestas de amnistía formuladas por el gobierno de Turbay Ayala. Este periplo resulta absolutamente necesario para quienes vivimos de alguna manera este devenir e intimamos recordarlo, para quienes no lo siguieron al dedillo y requieren aclarar dudas o completar sus horizontes, para nuevos lectores de la realidad nacional y para una población joven que surge recién a la vida política y ciudadana con la necesidad de conocer este importante trozo de la historia de Colombia y, en particular, el trasegar de la lucha armada revolucionaria, que hace rato conoció su ocaso.

De esta manera, pasan por la crónica de Darío el robo de la espada y los espolines de Bolívar; el secuestro y muerte de José Raquel Mercado; el secuestro de Hugo Ferreira, gerente de Indupalma, para obtener reivindicaciones obreras; el Paro Cívico Nacional de 1977; el Estatuto de Seguridad; el asalto al Cantón Norte y la sustracción de miles de armas a través de un largo túnel -hecho que se relata en detalle-, seguido de una intensa persecución y encarcelamiento de dirigentes de la organización; las diferentes conferencias del M-19 en este periodo, incluida la Séptima, como renacer del grupo; las relaciones internacionales promovidas por Jaime Bateman con Montoneros y Tupamaros, entre otros; la visita a Managua tras la triunfante Revolución Sandinista y el acercamiento producido con el Departamento América de Cuba; la toma de la embajada de República Dominicana y finalmente las fugas de La Picota, para culminar con sucesos como la toma de Icononzo y los cursos de formación militar que adelantaron en Cuba los guerrilleros salidos de la toma de la embajada y otros más que el M-19 desplazó a la isla. Todo ello como contexto necesario y obertura para la conformación de las columnas guerrilleras que intentarían ingresar luego a Colombia por las escabrosas geografías del Chocó y Nariño.

La segunda parte del libro describe el escenario al que arribó la guerrilla en el Chocó; la travesía de la columna de la que hacían parte Jorge Iván Rojas, Carmenza Cardona ("La Chiqui"), Édgar Arturo Valencia y Orlando Díaz Otero, participantes en la toma de la Embajada, entre otros; bajo el mando de Hélmer Marín, destacado miembro de la dirección nacional del M-19. Paralelamente, el texto refiere la toma de Mistrató, con sus ventajas y desventajas para la columna que ingresaba y, por último, el desafiante, a veces animado y valiente, pero las más de las veces difícil, desconcertante y desolador itinerario de la que tuvo como nombre "Columna Calarcá" del M-19. En forma consecutiva, el libro de Darío se ocupa igualmente del destino seguido por la columna comandada por Carlos Toledo Plata que penetró al país por Nariño con el propósito de reforzar el Frente Sur del M-19, en donde Jaime Bateman acababa de dirigir la toma de Mocoa. Entre sus consecuencias, señala Darío la ruptura de las relaciones internacionales con Cuba por parte de Colombia y la salida de Gabriel García Márquez del país.

En los dos capítulos finales, Darío describe con lujo de detalles lo ocurrido con la columna de La Chiqui, su espinoso deambular por la selva chocoana, sin rumbo claro y sin apoyo, hasta toparse con una envolvente operación del Ejército Nacional que, comprando colaboradores entre indígenas de la región y aprovechando las fatalidades que acompañaban a la guerrilla, desbarató por completo su destacamento: de cuarenta combatientes que llegaron a la ensenada de Utría, y a los cuales se les sumaron otros cinco que habían participado en las tomas de Icononzo y Mistrató, treinta y dos murieron durante los casi cien días que duró su proyecto, seis fueron capturados y cinco desertaron, mientras otros colaboradores fueron asesinados o desaparecidos. Solo dos sobrevivieron: "Salvador", cuyo nombre era Fernando Erazo Murcia, quien después formó parte del comando que intentó entrar armas a Colombia a bordo del buque Karina en 1981, cuya acción narraría a Germán Castro Caicedo. Erazo fue desaparecido el 16 de abril de 1988 en Bogotá, cuando se acercaba el acuerdo de paz entre el gobierno nacional y el M-19. El otro superviviente, José Gabriel Montaña Sanabria, conocido como "Alirio", fue amnistiado en noviembre de 1982 y pudo ofrecer el relato de toda su vivencia para el libro.

Además de un cúmulo de fuentes consultadas, de testimonios, prensa y documentos que facilitaron la reconstrucción de hechos; de entrevistas y diálogos con hombres y mujeres cercanos desde diferentes orillas a lo ocurrido, o de familiares de los combatientes, entre muchas otras dispendiosas labores investigativas, el trabajo de Darío nos ofrece un documento inédito y desconocido hasta el momento: el diario de Carmenza Cardona, La Chiqui, entregado por un oficial del Ejército a Gustavo Petro, cuyas páginas ilustran gruesa parte del comienzo, despliegue y final de esta "guerrilla perdida".

Con el lógico límite de espacio de una reseña, en esta nueva producción concerniente al M-19 destaco dos aspectos. En primer lugar, es un descollante ejemplo del esfuerzo que debe adelantarse con miras a recuperar la memoria de tantos hombres y mujeres que ofrendaron su vida tras un sueño que bien puede rastrearse en los ideales de la Revolución francesa: igualdad, libertad, fraternidad. Los nombres reales de muchos de ellos y ellas no fueron a veces conocidos ni reivindicados; sus cuerpos, en ocasiones sepultados por la misma guerrilla o víctimas de los desmanes de la guerra, tampoco fueron entregados a sus familiares identificados, ni exhumados para una sepultura digna; continúan perdidos en las selvas y montañas o arrojados al olvido por el silencio de los victimarios. A lo largo y ancho del territorio colombiano, su cifra puede alcanzar los dos millares y su reconocimiento resulta hoy indispensable para la reconciliación, la comprensión y la superación de nuestras violencias y, por consiguiente, indispensable para la búsqueda de la paz.

En segundo lugar, el libro de Darío nos brinda nuevos y oportunos elementos para el análisis académico y político del M-19. Detrás de las premuras de la guerra, del voluntarismo político y de fantasiosos exámenes sobre las correlaciones de fuerza, de las inadecuadas estructuras o planes, del desconocimiento o comprensión equivocada de las condiciones y escenarios de acción, de las improvisaciones, debilidades y desaciertos militares, pueden encontrarse concepciones y consideraciones que explican y ponderan el acontecer de nuestro inmediato transcurso histórico y, específicamente, líneas de investigación para mejores caracterizaciones de la misma guerrilla.

Cuando analizamos con Humberto Vélez lo acontecido en el Palacio de Justicia los días 6 y 7 de noviembre de 1985,5 propusimos como oculta inspiración del desenlace la alienación de las armas que cubrió a los actores enfrentados. Tras analizar en la mediana y corta duración las peculiaridades del acontecimiento, del acaecer reciente de los actores y de la coyuntura, observamos cómo la confrontación armada en sí misma y por sí misma se transformó en el objetivo más importante de la respectiva acción militar en el palacio judicial, con el consecuente duelo que atrapó la vida de rehenes inocentes, mientras los objetivos confesados por el propio M-19 pasaban a ocupar un plano secundario. Al fenómeno lo denominamos, por cierto, un "militarismo exacerbado", cabalmente respondido, en forma atroz e inhumana, por los aparatos de seguridad del Estado. Hoy, el libro de Darío nos aporta la posibilidad de acceder a nuevas miradas, auxiliadas por la crítica y la distancia en el tiempo. ¿Cómo asimilar y explicar, por ejemplo, la interrupción de la formación militar de las columnas o la ausencia de liderazgo y cohesión en sus filas vinculándolas con una tarea cuyo objetivo no estuvo claro para los rebeldes y que debía adelantarse -así fuera en simple paso- en un medio desconocido, con población ajena a la simpatía política y sin los preparativos necesarios para garantizar al menos el bienestar y pervivencia de los combatientes?, ¿qué responsabilidades reales tienen ante ello los mandos de la organización y los responsables del operativo, o qué desviaciones políticas o militares pueden considerarse en la afectación de sus orientaciones?, ¿qué elementos políticos y sociológicos eran palpables en la tipología conductual de respuesta que, en casos como este, asumió la fuerza pública? Estos son solo tres interrogantes sobre los cuales el nuevo libro de Darío Villamizar permite vislumbrar hipótesis.

Los analistas políticos y sociales, los historiadores, los estudiosos de nuestra aguda realidad pasada y actual, las nuevas generaciones de Colombia, los ciudadanos de antigua y nueva data, debemos saludar este nuevo obsequio, fruto de la incesante labor académica de Darío Villamizar Herrera.

1Darío Villamizar Herrera, Ecuador, 1960-1990: insurgencia, democracia y dictadura (Quito: El Conejo, 1994).

2Darío Villamizar Herrera, Aquel 19 será (Bogotá: Planeta, 1995).

3Darío Villamizar Herrera, Jaime Bateman. Biografía de un revolucionario (Bogotá: Planeta, 2002); Darío Villamizar Herrera, Jaime Bateman. Biografía de un revolucionario (Bogotá: Intermedio, 2007).

4Darío Villamizar Herrera, Las guerrillas en Colombia. Una historia desde los orígenes hasta los confines (Bogotá: Debate en 2016). Con una segunda edición revisada y actualizada en 2020.

5 Adolfo Atehortúa y Humberto Vélez, ¿Qué pasó en el palacio de Justicia? (Cali: Universidad del Valle, 2005).

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