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Lecturas de Economía

Print version ISSN 0120-2596

Lect. Econ.  no.97 Medellín July/Dec. 2022  Epub Oct 13, 2022

https://doi.org/10.17533/udea.le.n97a346665 

Artículos

Crisis económica e [in]estabilidad política: la política latinoamericana frente a la Gran Depresión de 1930*

Economic Crises and Political [in]stability: Latin American Polities in the Face of the 1930 Great Depression

Crise économique et [in]stabilité politique: la politique latino-américaine face à la Grande Dépression des années 30

Carolina Curvale1 

Gustavo Pérez-Arrobo2 

1 Profesora investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-FLACSO, Departamento de Estudios Políticos, Quito, Ecuador. Dirección electrónica: ccurvale@flacso.edu.ec https://orcid.org/0000-0002-3493-9855

2 Investigador asociado de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-FLACSO, Departamento de Estudios Políticos, Quito, Ecuador. Dirección electrónica: gaperezfl@flacso.edu.ec https://orcid.org/0000-0003-0162-1821


Resumen:

Este artículo analiza la ocurrencia de múltiples golpes de estado en los países de América Latina alrededor del año 1930. Entre 1924 y 1935 hubo diecisiete golpes, los cuales comenzaron con Chile y Honduras, y fueron seguidos por otros países que experimentaron los primeros golpes militares en su historia. Debido a que la expansión económica de América Latina en esa época dependía principalmente de las exportaciones y, por lo tanto, era vulnerable a las crisis externas, la crisis económica mundial de la década de 1930 es sospechosa de haber tenido un impacto negativo en el desempeño económico de la región. Lo anterior pudo haber provocado que los malos resultados económicos hayan socavado la resistencia de las instituciones políticas. Pero también hubo procesos paralelos de incorporación política de trabajadores y campesinos en la región. Para probar estas hipótesis, se utilizaron modelos de regresión logísticos. Se encontró que variables económicas con rezagos y las variables de incorporación política explicarían la inestabilidad política que se suscitó en ese periodo de tiempo, mientras que las de movilización social lo harían en menor medida.

Clasificación JEL:

H2, N16, N2, N26, P26.

Palabras clave: crisis económica; inestabilidad política; Gran Depresión; América Latina; años treinta

Abstract:

This article analyzes the occurrence of multiple coups d’état in Latin American countries around 1930. Between 1924 and 1935 there were seventeen coups which began with Chile and Honduras and were followed by others that experienced the first military coups in their history. Because Latin America’s economic expansion at that time was primarily dependent on exports and was therefore vulnerable to external shocks, the global economic crisis of the 1930s is suspected of having had a negative impact on the economic performance of the region. This may have caused poor economic performance to undermine the resistance of political institutions. But there were also parallel processes of political incorporation of workers and peasants in the region. To assess these hypotheses, we use logistic regression models. We found that economic variables with lags and the incorporation variables would contribute to account for the political instability that arose in that period, while the mobilization variables would do so to a lesser extent.

Clasificación JEL:

H2, N16, N2, N26, P26.

Keywords: economic crisis; political instability; Great Depression; Latin America; 1930s

Résumé :

Cet article analyse les coups d’État dans les pays d’Amérique latine autour des années 1930. Entre 1924 et 1935, il y a eu dans cette région dix-sept coups d’État, lesquels ont commencé au Chili et au Honduras. D’autres pays ont connu ensuite leurs premiers coups d’État militaires dans leur histoire. Étant donné que la croissance économique de l’Amérique latine dépendait à l’époque, principalement, des exportations - donc vulnérable aux chocs extérieurs-, la crise économique mondiale des années 1930 est soupçonnée d’avoir eu un impact négatif sur la performance économique de la région. Cela pourrait signifier que les mauvaises performances économiques ont miné la crédibilité des institutions politiques. Mais il y avait également dans la région des processus parallèles d’incorporation politique des ouvriers et des paysans. Afin de tester ces hypothèses, nous utilisons des modèles de régression logistique. Nous montrons que les variables économiques décalées et les variables d’incorporation politique expliqueraient l’instabilité politique qui a eu lieu au cours de cette période, tandis que les variables de mobilisation sociale le feraient dans une moindre mesure.

Clasificación JEL:

H2, N16, N2, N26, P26.

Mots clés: crise économique; instabilité politique; Grande Dépression; Amérique latine; années 30

Introducción

Para las primeras décadas del siglo XX -y considerando el impacto que tuvo la Gran Depresión de 1930-, factores tanto políticos como económicos intervinieron en la vida de América Latina provocando diferentes resultados en cada país. El cambio del centro financiero mundial y comercial hacia finales de la década de 1910, de Londres a Nueva York, permitió que la región entrara más rápido en la dinámica de intercambio. La entrada al mercado mundial de América Latina estuvo facilitada por la casi universal adopción de políticas de libre mercado y una creciente demanda por commodities (Halperín- Donghi, 2002). Sin embargo, con la caída del comercio mundial hacia finales de la década de 1920, la región sufrió estragos en las esferas política y social. Múltiples acontecimientos fuera de los límites de los sistemas políticos (Ake, 1974; 1975) permitieron que golpes de estado se sucedieran en todos los países de la región, con resultados económicos similares en la mayoría de estos.

En este contexto el presente artículo procura evaluar empíricamente el poder explicativo de las condiciones macroeconómicas resultantes de la crisis mundial de 1930 versus factores de política nacional asociados con la incorporación política de amplios sectores de la sociedad -como fenómeno particular en este periodo en la región-, sobre la inestabilidad política. El término “inestabilidad política” ha generado un debate prolífico dentro de la literatura de la ciencia política a partir de 1960. Desde una perspectiva parsoniana de la sociedad predominante en aquel entonces, los cambios fueron desafiantes dado que amenazaban la preservación del equilibrio social. Para establecer dos ejemplos representativos nos encontramos con que - primero- el concepto de inestabilidad se aplica a una relación en donde hay la posibilidad de cambio dentro del sistema político (Ake, 1975) y -segundo- con la afirmación que “una unidad política que funcione de forma estable es una en la que hay un limitado conjunto de patrones de comportamiento normal, que se producen de forma recurrente y predecible en un conjunto dado de circunstancias” (Needler, 1968, p. 12, traducción propia).1

Las posibles variables explicativas resultan de los correlatos macroeconómicos de la crisis mundial de 1930 y las cambiantes condiciones políticas nacionales, entendidas como la movilización de trabajadores y campesinos en Latinoamérica. Indicando el inicio de la década de 1920 como una época de oportunidades comerciales para la región, una gran cantidad de flujo de dinero ingresó a los países. El intercambio se dio con productos primarios de exportación. Sin embargo, los préstamos adquiridos eran mucho mayores que las exportaciones productivas, provocando en el largo plazo un déficit comercial que los países no pudieron controlar. Además del ámbito económico, la incorporación de nuevos actores -trabajadores y campesinos- en la vida política propuso nuevos desafíos para los países de la región. La movilización para la primera parte del siglo XX supuso retos en especial para los grupos oligárquicos y principalmente en la estabilidad del régimen, normalmente democrático, lo que plantea diferentes argumentos al momento de estudiar este periodo.

Algunas preguntas clave siguen sin respuesta: ¿En qué medida fue la depresión mundial responsable de la inestabilidad política en los países latinoamericanos, en comparación con los acontecimientos políticos nacionales concurrentes?, ¿Cuáles fueron las características compartidas por los países que experimentaron golpes de estado y otros eventos políticamente desestabilizadores?, ¿Qué arreglos institucionales pudieron repeler la mayor crisis económica que el mundo ha visto? A partir de un conjunto de datos originales de dieciocho países de América Latina, este artículo intenta abordar estas preguntas de manera sistemática.

Este manuscrito está organizado de la siguiente manera. En la próxima sección se revisa la teoría sobre las crisis económicas y sus correlatos políticos, contextualizándola a la región latinoamericana de los años 1930. Además, se discute el potencial poder desestabilizador de los procesos de incorporación política de trabajadores y campesinos, y termina con el planteamiento de las hipótesis. El siguiente apartado describe el tipo de base de datos a utilizar y los modelos a estimar. La siguiente sección muestra los resultados de la investigación. Finalmente, se esbozan las conclusiones.

I. Revisión de literatura, teoría e hipótesis

Existe una variedad de tipos de crisis económicas, pero todas comparten la característica de ser períodos de severo desequilibrio. Algunas de las definiciones más generales (Keeler, 1993) proponen que una crisis económica es “una situación de insatisfacción pública a gran escala o inclusive miedo que emana de una amplitud de problemas económicos” (p. 440). Según Przeworski et al. (2000), una crisis está definida por la existencia de un pobre desempeño económico anual. Los diferentes tipos de crisis económica pueden ser independientes uno del otro.

Wibbels y Roberts (2010) identifican cinco tipos de crisis económica. Las crisis pueden provocarse entre sí y desencadenar ciclos con correlatos políticos, también de forma endógena. Por ejemplo, según O’Donnell (1978) la inestabilidad política argentina del período 1956-1976 se debió al tipo de incentivos para los actores político-económicos que emergían de los ciclos económicos -crisis de balanza de pagos, devaluación, programas de estabilización, recesión-. Dichos incentivos generaron alianzas cambiantes y de corto plazo entre a) la gran burguesía urbana, b) la burguesía pampeana y c) la burguesía urbana local, los sindicatos y el sector urbano.

Por su parte, las crisis financieras son perturbaciones que se asocian con las caídas de precios de los activos y el no pago de deuda adquirida, las que pueden propagarse dentro del mercado financiero alterando la capacidad de éste de asignar capital (Eichengreen & Portes, 1987; Thorp, 1998). La dureza de las crisis financieras ha sido relacionada con las contracciones económicas más fuertes (Mishkin, 1992). Los monetaristas, por ejemplo (Friedman & Schwartz, 1963), plantean que la intervención del Estado debe ser casi nula ante la existencia de estructuras exógenas relacionadas a la oferta de dinero. Otros autores señalan una mayor necesidad de intervención frente a la existencia de estructuras financieras endógenas o propensas a la crisis y la especulación de monedas extranjeras en mercados de divisas internacionales (Minsky, 1977; Krugman, 1979). Kindleberger (1978) indica que tanto los monetaristas como los keynesianos ignoran la inestabilidad del crédito y la fragilidad del sistema bancario; además, sostiene que se debe observar el impacto negativo en la producción y los precios de la parálisis del sistema de créditos.

Algunos estudios utilizan la teoría del principal-agente con el marco de la asimetría de la información para comprender la naturaleza de las crisis financieras en donde se analiza cómo empeoran los mercados financieros al no canalizar fondos de manera eficiente, desacelerando la actividad económica (Chang, 2007; Mishkin, 1992)2. Según Mishkin (1992), cinco factores provocan las crisis financieras, entre tasas de interés y caídas del nivel de precios. Desde otra perspectiva, se ha investigado los efectos de las crisis financieras en el ambiente internacional. De manera general, el supuesto de que la crisis financiera se relaciona directamente con el mercado financiero sugiere que ésta se pueda propagar a toda la economía, tomando la noción de la generalización y propagación de las crisis financieras (Eichengreen & Portes, 1987; Minsky, 1977; Krugman, 1979). Además, las crisis financieras se pueden transmitir a través de vínculos comerciales (Ma & Cheng, 2005).

A. Las crisis económicas y sus correlatos políticos

Existen diferencias entre las crisis y las tendencias económicas cíclicas. Una grave crisis económica tiene repercusiones sobre las expectativas de los actores y, por ende, sobre la producción y el capital (Krugman, 1991). Pero ¿qué implicaciones tiene para los sistemas políticos? A pesar de los problemas que se derivan hacia la economía, dentro del ámbito político, este tipo de eventos pueden permitir márgenes de maniobra a los gobernantes. Si el problema económico se atribuye a shocks internacionales, los mandatarios pueden evadir el precio político y tener mayor margen de manejo sobre la toma de decisiones (Remmer, 1991; Zimmermann & Saalfeld, 1988). Las crisis provocan cambios que, para los cientistas políticos, se encuentran relacionados con un profundo desenlace institucional (Corrales, 1997).

Las crisis financieras y las crisis políticas tienen efectos de manera circular. En la presencia de distorsiones políticas o acontecimientos fuera del sistema político, grandes cantidades de deudas quedan sin pagarse, lo que a su vez desemboca en una crisis política costosa. De manera inversa, bajo el supuesto de que los mercados financieros son prospectivos, el costo y la magnitud de la deuda dependen de las expectativas de la estabilidad política (Chang, 2007; Ma & Cheng, 2005). De esta manera, las expectativas de los prestamistas pueden conducir no solo a una crisis financiera sino también a un colapso del gobierno. Si los prestamistas creen que la estabilidad del gobierno de turno es dudosa y operan bajo incertidumbre, fijan tasas de interés altas, aumentando así las distorsiones políticas y conduciendo al incumplimiento del pago de deudas. Si los prestamistas son optimistas, es más probable que ocurra lo contrario (Chang, 2007; Kindleberger, 1978; Krugman, 1991; Minsky, 1977; Mishkin, 1992).

De esa manera el término “inestabilidad política” suscita gran debate dentro del ambiente económico. El estudio de la inestabilidad política tiene relación con el surgimiento de la teoría de la modernización, a partir de los años 1950 y 1960 (Reyes, 2001; Tipps, 1973). El concepto de inestabilidad se aplica a una relación en donde hay la posibilidad de cambio dentro del sistema político, en donde si hay intercambios dentro de los límites de las expectativas de roles, los sistemas son estables; caso contrario, son inestables (Ake, 1974, 1975).

La visión de las teorías de la crisis marxista tomó fuerza durante la primera mitad del siglo XX acrecentándose por la experiencia de la Gran Depresión (Clarke 1994). En esta tradición, el término crisis alude a un conjunto de fallos en las relaciones económicas y políticas de la reproducción capitalista (Shaikh 1978). Desde esta perspectiva, las crisis que regularmente perturban la acumulación de capital son las manifestaciones superficiales de la contradicción fundamental que supone al modo capitalista de producción y constituyen un mecanismo traumático de regulación de la competencia a la luz del tamaño del mercado. La inevitable conexión propuesta entre resultados políticos y económicos alrededor de las crisis es relevante en la pregunta que ocupa.

Algunas investigaciones exponen relaciones negativas entre los golpes de estado, revoluciones y asesinatos políticos, y el ingreso o inversión (Alesina & Perotti, 1994; Barro, 1991; Londregan & Poole, 1990). Se encuentran relaciones negativas utilizando otro tipo de variables como la inflación (Edwards & Tabellini 1991; Ozler & Roubini, 1996), el señoreaje como reforma impositiva (Cukierman et al., 1992), la tasa de crecimiento del PIB per cápita (Aisen & Veiga, 2013; Alesina et al. 1996; Benhabib & Rustichini 1996) y las relacionan con la probabilidad de cambios de gobierno. Por último, la literatura relaciona el libre comercio con las protestas masivas, violencia política y fallas del estado (Bussmann et al., 2006) y el desarrollo financiero con condiciones estructurales que provocan inestabilidad política (Roe & Siegel, 2011).

Zimmermann y Saalfeld (1988) estudian la relación de la crisis económica de 1930 y sus repercusiones creando un modelo que explica la Gran Depresión en seis países de Europa, conectando con el colapso del gobierno. Por medio de la volatilidad electoral, la polarización electoral y de élites - además de la falta de un consenso democrático nacional- indican que la crisis afectó la caída de los gobiernos. En esta línea, surgen los estudios de Remmer (1991) y Corrales (1997) para América Latina. El primero analiza el efecto de la crisis económica en los resultados electorales entre 1982 y 1990, indicando que la literatura que explica los resultados de las elecciones no ha tenido en cuenta las crisis económicas que, al ver las causas del efecto, estas no se suelen tomar como explicación. El segundo explora cómo las crisis facilitan reformas económicas con dos estudios de caso: Venezuela y Argentina, desde 1989 hasta 1994. Las crisis suelen jugar un papel dentro de la política en general, y dentro de las reformas económicas en particular (Corrales, 1997).

B. La Gran Depresión de 1930

Habiendo establecido que las crisis económicas responden a diferentes lógicas y que pueden afectarse mutuamente, pasamos a relatar los procesos envueltos en la Gran Depresión de 1930.3 Según Samuelson (2012), la depresión es un colapso económico que produce alto desempleo donde no hay una solución clara, mientras que la recesión es un proceso más corto en donde la economía se recupera más rápido con correcciones del mercado y políticas de gobierno. Para esta discusión, vamos a partir desde los años de 1920. Según Eichengreen y Portes (1987) esta época da cuenta de tres factores que aumentaron la propensión del sistema financiero internacional a shocks desestabilizadores: mercado extranjero de divisas, préstamos internacionales y estructura y regulación bancaria.

Pese a que se intentó mantener las reservas de oro, los problemas aumentaban y los costos de la guerra eran solventados con la emisión de dinero y bonos, lo que presionó al mercado de divisas. El resultante aumento en las tasas de inflación hizo difícil la fijación de las monedas en relación con el oro (Bértola & Ocampo, 2013; Crafts & Fearon, 2010; Eichengreen & Portes, 1987). Para América Latina -posterior a la Primera Guerra Mundial- se notó un crecimiento liderado por exportaciones que provocó un boom. La región se incorporó al mundo por medio del comercio de bienes primarios4 y el ingreso de capital, y se hizo atractiva para inversionistas y prestamistas extranjeros (Bulmer-Thomas, 1994; Thorp 1998).5

De 1913 a 1929, el comercio entre Estados Unidos y América Latina creció rápidamente con más importaciones que exportaciones desde la región (Bulmer-Thomas, 1994; Thorp, 1998; Bértola & Ocampo, 2013).6 Una de las explicaciones de este fenómeno es el cambio del principal centro financiero internacional mundial, con el reemplazo de la Bolsa de Londres por la de Nueva York (Bértola & Ocampo, 2013; Bulmer-Thomas, 1994; Crafts & Fearon, 2010; Eichengreen & Portes, 1987). Para 1920, el control político y la efectividad de los gobiernos de América Latina se conectaba con el crecimiento de las exportaciones, en donde el comercio exterior otorgaba ingresos arancelarios e impulsó al crecimiento de empresarios comerciales y agrícolas (Dean, 1970). El commodity lottery (de Carlos Díaz-Alejandro, citado en Bértola & Ocampo, 2013) para América Latina representó una suerte sujeta a un producto por su capacidad exportadora, dotación y movimientos internacionales que -sin embargo- por las condiciones del mercado podían colapsar (Bulmer-Thomas, 1994; Thorp, 1998).7 No obstante, para los años 1920 y 1921 se propagó una severa deflación considerada como la crisis de la postguerra (Cortés-Conde, 2003; Crafts & Fearon, 2010; Kindleberger, 1986; Samuelson, 2012).

Los nuevos préstamos servían para financiar la inversión, el trabajo y una posible reactivación económica, lo que permitía que los países que recibían esos dólares importaran bienes pero que también pagaran los servicios de sus deudas (Crafts & Fearon, 2010; Eichengreen & Portes, 1987; Peicutti, 2014; Thorp, 1998).8 Entrar al mercado internacional con el boom de exportación supuso un rápido endeudamiento9 de América Latina por la buena perspectiva económica de la región. Además, el periodo de 1925-1929 fue uno de los de mayor aceleración del crecimiento exportador para la región (Bértola & Ocampo, 2013) y de 1914 a 1945, América Latina creció más rápido que el promedio mundial (Thorp, 1998). Sin embargo, las señales distorsionadas del mercado y la incertidumbre posterior a la guerra dificultaron que los empresarios y los encargados de la política pública de la región llegaran a conclusiones apropiadas. Ello provocó que no se ajustara el sector externo a las condiciones internacionales nuevas en la década de 1920, sino que aumentó su dependencia a las exportaciones de productos primarios (Bulmer- Thomas, 1994).

Para 1926 el rol de la banca creció de manera considerable, lo que condujo a una expansión financiera externa e interna (Thorp, 1998). Sin embargo, ante los comportamientos erráticos del mercado, en 1928 la Reserva Federal aumentó las tasas de interés y los flujos de caja se revirtieron. Se inició una venta de valores gubernamentales y aumentó gradualmente la tasa de descuento. A pesar de que los precios se deterioraron, las importaciones de los países deudores no cesaban (Cortés-Conde, 2003; Crafts & Fearon, 2010; Kindleberger, 1986). En agosto de 1929 la Reserva Federal aumentó la tasa de interés, resultando en una baja de precios y afectando en gran medida a los prestamistas y deudores, dada la imposibilidad del pago de obligaciones (Cortés-Conde, 2003). Para octubre de 1929 se produce la caída de la bolsa de valores con una expansión negativa en el mundo comercial que duró alrededor de cuatro años (Bagú, 1983; Brunner, 1981; Kindleberger, 1986; Samuelson 2012).10 Lo anterior provocó en América Latina una sobreproducción de alimentos que se condenó por el subsidio a la oferta y la no regulación de los precios con la demanda, que afectaron a su vez a los términos de intercambio (Bulmer-Thomas, 1994; Bértola & Ocampo, 2013; Cortés-Conde, 2003).

Comenzando la década de 1930, Estados Unidos era la economía dominante. Sin embargo, la tarifa Smoot-Hawley a las importaciones generó la parálisis del comercio global y amplificó la crisis económica que había comenzado un año atrás por la crisis financiera (Eichengreen, 2012; Samuelson, 2012); y ya para los años 1931 a 1933, los bancos también fallaron (Eichengreen & Portes, 1987). La Gran Depresión provocó una explosión de la economía global, una implosión en las relaciones internacionales y una retirada nacionalista de cada país (Peicutti, 2014). Finalmente, se abandonó el patrón oro en septiembre de 1931 en todo el mundo (Bértola & Ocampo, 2013). El hecho de que el motor de crecimiento se haya dañado no hizo nada para cambiar las estructuras sociales y políticas. Las élites mantuvieron su poder, las instituciones nuevas hicieron poco para cambiar el statu quo y fueron las exportaciones previas a este suceso las que perpetuaron la inequidad (Thorp, 1998).

La Gran Depresión perjudicó a los gobiernos pues no les permitió generar ingresos fiscales para pagar la deuda.11 El incumplimiento de la deuda en América Latina en 1931 tenía características similares para todos los países:

La crisis de la deuda y la inestabilidad política interactuaban en un círculo vicioso en donde la inestabilidad política obstaculizaba los intentos por alcanzar reformas fiscales mientras que el ambiente de crisis y las políticas ‘draconianas’ adoptadas para frenar el problema, amenazaban con socavar a los gobiernos más estables. (Eichengreen & Portes, 1987, p.p. 20-21).

Dada la coyuntura, existen dos cuestiones importantes que resaltar: primero, el vínculo del incumplimiento de la deuda, las perturbaciones del mercado cambiario hasta la inestabilidad de los sistemas bancarios, y segundo, el papel de la política en la interrupción de estos vínculos quitando al sistema financiero y a la macroeconomía de las amenazas a su estabilidad (Eichengreen & Portes 1987).

De la discusión en esta sección derivamos la siguiente hipótesis:

H1: La crisis económica mundial de 1930 desestabilizó políticamente en mayor medida a los gobiernos latinoamericanos que estaban más fuertemente vinculadas con los mercados internacionales, típicamente exportadores de commodities.

Dicha vulnerabilidad se expresa en una serie de variables macroeconómicas que expresan la salud de la economía tras el shock externo, incluyendo: crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), índice de inflación, nivel de desarrollo de la economía, importaciones y exportaciones.

C. La incorporación política de nuevos actores

La adquisición de derechos políticos que permiten la participación política provee a los grupos políticamente incorporados con una voz institucional y la posibilidad de participar en el proceso de toma de decisiones. En la lucha política por el control de recursos, la inclusión de nuevas partes interesadas podría conducir a la inestabilidad política cuando las disputas no pueden ser resueltas por las instituciones. También podría suceder que la inestabilidad se suscite cuando la legitimidad de los gobiernos esté socavada por medio de quitar derechos políticos a quienes antes los tenían. Alternativamente, las causas del desorden pueden no estar relacionadas con el número de participantes en el juego político o estar mediado por otros factores. Así, es posible que el efecto del nivel de participación -y sus cambios- en la estabilidad política dependa de condiciones subyacentes que varían en el tiempo.

Al comenzar el siglo XX, nuevos desarrollos cambiaron tanto el significado como la plausibilidad de la lucha civil. En lo local, el Estado devino más fuerte y capaz de reprimir. Internacionalmente, la lucha política de la izquierda en Europa y luego durante la revolución rusa significó que “ya no era posible distinguir entre buenas y malas revoluciones” (Malamud, 2000, p.48). Las revoluciones se transformaron en empresas peligrosas, llenas de nuevo contenido político. Quizá fue dicho contenido político -y las batallas ideológicas asociadas con la instauración del concepto del desarrollo en los años 1950- lo que promovió el interés de los investigadores en los temas de movilización política y social. Con respecto a la movilización, Cardoso y Faletto (1979) se focalizaron en “el despertar político” de los sectores medios, generalmente seguidos por el de los sectores bajos organizados por el movimiento obrero surgido a fines del siglo XIX o por los levantamientos de los campesinos anegados.

Los nuevos actores que surgieron en la escena política -trabajadores y campesinos- y la cuestión de su incorporación política representó un desafío nuevo para la vida política. El siglo XX evidenció las recurrentes intervenciones militares en la política, las que -en nombre del orden- algunas veces promovieron la inclusión política de los excluidos en forma de nacionalismos populistas y otras veces suprimió por completo toda forma de involucramiento popular en la política. Los estudios sobre “el desarrollo político” asociaron al proceso de la movilización con sus implicaciones para la estabilidad del régimen -particularmente- de las democracias. La búsqueda inminente para encontrar aparatos teóricos que puedan explicar la dinámica de regímenes pendulares en la América Latina de la posguerra se nutrió en los orígenes de las transformaciones sociales que comenzaron en la última parte del siglo XIX.

La urbanización durante las últimas décadas del siglo XIX cambió el mapa socioeconómico. Las mejores oportunidades para el empleo y el consumo atrajeron a un buen número de campesinos a las ciudades, quienes se convirtieron en trabajadores asalariados. Pero fue la actividad económica que emergió alrededor del sector exportador la que empleó a trabajadores no agrícolas. La expansión de las exportaciones contribuyó al crecimiento de la clase trabajadora y de la clase media asalariada, lo que -a su vez- condujo al aumento en la demanda de manufacturas. Sin embargo, debido a la falta de inversión, la producción artesanal perpetuó un sector de baja productividad que empleó a una gran proporción de la fuerza laboral (Bulmer-Thomas, 1994).

Si bien la masa emergente de trabajadores vivía en condiciones muy precarias, el movimiento obrero urbano que surgía hacia 1890 en las ciudades principales no amenazó -en sus inicios- seriamente al orden oligárquico constituido (Halperín-Donghi, 2002). De forma análoga a lo ocurrido con los trabajadores agrarios, los beneficios del crecimiento económico fueron absorbidos por las élites con poder político y económico. Alrededor de 1910, las protestas laborales explotaron a lo largo de la región y “los salarios reales se retrasaron con respecto al crecimiento del PIB per cápita en toda Latinoamérica hasta la década de la Primera Guerra Mundial. Los salarios reales adelantaron el crecimiento del PIB per cápita a partir de allí” (Williamson, 1998, p.p. 25-26). Durante las primeras décadas del siglo veinte, los líderes políticos se preocuparon cada vez más por el rol apropiado de la clase trabajadora emergente en el sistema económico y político. De acuerdo con Collier y Collier (2002), la respuesta a la cuestión social llegó en la forma de la incorporación al sistema político, lo cual implicó un quiebre con el estado oligárquico. Estos autores proponen un marco en el que el cambio político es el resultado de la “interacción dialéctica entre el control y la movilización laborales” (p. 745). En su estudio de ocho países sudamericanos, el estado fue el agente que institucionalizó al movimiento obrero con el objetivo de controlarlo.

El efecto de la institucionalización del movimiento obrero, de acuerdo con Collier y Collier (2002), parece haber conducido a la inestabilidad política en la forma de golpes de estado militares. En siete de los ocho países analizados por los autores, la experiencia de la incorporación produjo una reacción conservadora que culminó en el quiebre de los regímenes que implementaron las políticas de incorporación. Las consecuencias políticas de la incorporación, desde su punto de vista, dio forma al desarrollo político de las siguientes décadas en cada país. Dado que la incorporación de los trabajadores en algunos casos significó su desmovilización, uno podría pensar que las extensiones de derechos políticos a este grupo resultaban amenazadoras no porque podría generar redistribución fiscal -por medio de impuestos y subsidios-, sino porque estaba en juego el derecho a organizarse y a la huelga.

Así, la incorporación política de los pobres de principios del siglo XX se transformó en un problema cuando se organizaron como trabajadores y campesinos. Solo entonces su rol como votantes -cuando lo obtuvieron- tuvo alguna relevancia para la inestabilidad política. El mecanismo por el que su incorporación resultó en inestabilidad probablemente incluyó el rol político de las fuerzas armadas, a veces alentando o cooptando a los trabajadores, y otras reaccionando en contra de su incorporación. Cuando la distribución del poder bruto cambió, tomó tiempo a las instituciones ajustarse y alcanzar un nuevo equilibrio.

De acuerdo con Drinot y Knight (2015), la depresión de 1930 creó un contexto político e ideológico favorable al cambio, aunque la dirección del cambio varió de un país a otro. Para quienes estaban en contra del status quo, los cimientos para los cuales se había construido ese orden eran inestables y el momento era propicio para un gran cambio, incluso una revolución total. Para los que estaban a favor, la Gran Depresión forzó un supuesto de cambio en las jerarquías que les daban el privilegio, aunque solo fuera para evitar cambios más drásticos e incontrolados. Los autores consideran que la depresión aceleró, en lugar de iniciar, los procesos de cambio social y político -tales como la industrialización, la urbanización, la migración interna, la expansión del estado y su papel- y que tuvo consecuencias más amplias para la configuración política de gran parte de la región.12 De lo anteriormente dicho, y en combinación con la sección anterior, se desprenden las siguientes hipótesis de trabajo:

H2: El impacto desestabilizador de la crisis económica mundial fue más pronunciada en los países en los cuales los trabajadores y campesinos estaban mejor organizados políticamente.

H3: El impacto desestabilizador de la crisis económica mundial fue más intenso en países donde los trabajadores y los campesinos ya habían sido incorporados a la vida política.

II. Estrategia empírica

Tomando una base de datos original sobre dieciocho países latinoamericanos, este artículo intenta evaluar sistemáticamente el poder explicativo de factores de política nacional versus factores económicos externos que se encontraron en torno a los primeros golpes de estado alrededor de los años 1930 en la región. La base de datos tiene la estructura Time-Series Cross-Sectional, en donde cada observación es el país-año. Esta composición para bases de datos relaciona las unidades de un estudio de corte transversal repetidas en el tiempo. Al combinar ambas, nos encontramos con una unidad de análisis it que conforma el tipo de base de datos en donde la t suele ser mayor que la i (Beck & Katz, 1995; Carmignani 2003).

El estudio consiste en una serie de análisis econométricos utilizando la inestabilidad política como variable dependiente con variables económicas como independientes, y sumando variables de movilización y de incorporación a este grupo. Parte del problema conceptual es determinar si las variables macroeconómicas tienen un efecto propio, directo sobre la inestabilidad política. La otra posibilidad, no excluyente, es que tengan también un efecto indirecto vía el deterioro de las relaciones de poder entre actores. Las crisis económicas ponen sobre la mesa de discusión la necesidad de producir soluciones políticas viables, es decir, aquellas cuyos efectos redistributivos sean aceptables. También pueden contribuir a realizar los sistemas de partidos, ya sea afectando la oferta electoral o volviendo al sistema más volátil o alterando las relaciones de poder entre los actores sociales, políticos y económicos.

III. Discusión de resultados

En esta sección revisaremos datos históricos, en términos descriptivos, de indicadores macroeconómicos que creemos capturan el impacto negativo de la crisis en la economía, así como indicadores políticos. La Figura 1 muestra la variación de la tasa de inflación anual promedio en la región durante los años 1900 a 1950. Se advierte una caída de los precios alrededor de 1930 con una recuperación pronunciada posterior, hasta nuevas bajas una década después. Como es frecuente en los países latinoamericanos, el desglose del promedio en deflación e inflación apunta a tomar nota de la existencia de heterogeneidad en los países de la región con respecto a este indicador. La balanza comercial manufacturera alcanza un máximo en 1919 coincidente con la expansión del sector exportador.

Fuente: elaboración propia, basada en Global Financial Data (s.f.).

Figura 1 Inflación anual y balanza comercial manufacturera promedio, América Latina 1900-1950 

Por su parte, la Figura 2 presenta el PIB per cápita promedio en la región (curva azul) entre 1900 y 1950, así como el promedio mundial (curva roja). En Latinoamérica se advierten mínimos en 1921 y 1933, seguidos de una recuperación sostenida hasta que se produce una caída de pequeña magnitud en 1944. Como se mencionó en secciones anteriores, los años de mayor caída sugerirían procesos alrededor de la deflación de 1921 y el punto más bajo del comercio mundial desde Estados Unidos en 1933. La curva mundial presenta mínimos en 1914, 1931 y 1945, coincidiendo con las guerras mundiales y la Gran Depresión.

Fuente: elaboración propia, basada en Maddison (2003).

Figura 2 PIB per cápita promedio regional y mundial (1900-1950) 

Cuando combinamos series políticas con series económicas no se advierte a primera vista una correlación importante. La figura 3 nos muestra la proporción de países latinoamericanos desde la independencia con al menos un golpe de estado (curva roja) y la proporción de países que en un año dado experimentó una contracción de su PIB per cápita (curva azul). La Figura 4 expone la proporción de países que experimentaron, en cada año, una transición de partido de ejecutivo después de una elección (alternancia pacífica en el poder) y la misma serie económica que la Figura 3 (curva azul).

Fuente: elaboración propia, basada en Curvale (2010) y Maddison (2003).

Figura 3 Proporción de países con golpes de estado, contracción del PIB 

Fuente: elaboración propia, basada en Curvale (2010) y Maddison (2003).

Figura 4 Proporción de países con alternancia, contracción del PIB 

De las 86 alternancias después de elecciones registradas en la base de datos, para la cuales también existen datos del PIB, 14 se produjeron el año después de un año con contracción del PIB. Entonces, hay un poco de espacio para la solución pacífica con cambio de gobierno vía elecciones.

A. Resultados: modelos

A continuación, se presenta la estimación de dos modelos de regresión que tienen como fin mostrar la relación entre diferentes síntomas económicos de la Gran Depresión y la inestabilidad política. Como ha sido evidenciado en secciones anteriores, la inestabilidad política puede representarse a través de diferentes mediciones empíricas. Para este trabajo se han utilizado dos mediciones de esta variable: la variable dicotómica de golpes militares, la cual es igual a 1 si se produjo este evento en un año en particular, y 0 en caso contrario;13 y una variable dicotómica que es igual a uno cuando hubo alternancia en el partido del jefe de gobierno como resultado de una elección y es igual a 0 en caso contrario.

Los países que integran la muestra son: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. La cobertura temporal abarca desde los años 1900 a 1950 según la disponibilidad de datos para cada país.

La estrategia de identificación se asienta en la literatura antes revisada, dando cuenta de que instancias de inestabilidad o cambio político (variable dependiente) pueden responder tanto a factores de crisis económica (H1) como a factores políticos - ya sea de movilización (H2) o de incorporación a la política de nuevos actores (H3). Así, esperaríamos que las variables que operacionalizan el estado de crisis de la macroeconomía tengan un impacto positivo y significativo en la variable dependiente. Ello considerando que la mayor parte del período analizado estuvo afectado por el advenimiento de shocks externos negativos (guerras mundiales y gran depresión). Si las hipótesis H2 y H3 se verifican empíricamente, los impactos negativos en la estabilidad política de la crisis económica deberían mantenerse con la inclusión en el modelo de variables que miden (el impacto también esperado como negativo) de la movilización e incorporación políticas.

Como suele ocurrir en trabajos que cubren el inicio del siglo XX, la estrategia empírica se ve limitada por la falta de disponibilidad de datos. Así, para medir la salud de la macroeconomía hubiera sido deseable contar con series de datos sobre el peso del sector externo en el PIB, el nivel de endeudamiento, tasa de empleo, entre otras. Lamentablemente no contamos con datos comparables y disponibles para el panel durante el período en cuestión. Así, las variables económicas que fue posible incorporar son el PIB per cápita -producto bruto interno en millones de dólares (Maddison 2003)-, balance comercial de bienes manufacturados -en millones de dólares-, promedio anual de crecimiento del PIB per cápita (Maddison, 2003) y tasa de inflación anual según índice de precios al consumidor, estas tres últimas variables provenientes de Global Financial Data (s.f.). Este conjunto de variables, con cobertura adecuada para la muestra, permite controlar el estado de la economía, siendo el nivel del PIB y la tasa de inflación los determinantes, en el contexto, más relevantes de posibles correlatos políticos de la crisis económica.

Un segundo grupo de variables da cuenta de instancias de movilización social (H2). Incluimos las variables rezagadas un año referidas a huelgas, la cual cuenta el número de huelgas producidas en cada año con datos provenientes de la variable S17F2 de Banks y Wilson (2021) y el número de disturbios anuales registrados, también rezagado un año -variable S17F6 de Banks y Wilson (2021)-. Siguiendo a Londregan y Poole (1990) damos cuenta de la historia de inestabilidad política del país y el número de golpes de estado históricos en el país -variable PAST_COUPS de Curvale (2010) -.

El tercer bloque de variables operacionaliza la incorporación política de nuevos actores, incluyendo al movimiento obrero. Así, la variable primer código laboral registra el año de adopción del primer código laboral nacional, indicando cuán pronto en el tiempo los obreros se incorporaron al sistema político -a partir de la consecución de políticas públicas- los trabajadores.14 Se incluye una variable dicotómica que registra si se produjo o no una extensión del derecho al voto en ese año-país. La fuente para ambas variables proviene de Curvale (2010). Finalmente, debido a que el grado de competencia de la política nacional puede afectar a la inestabilidad política, en especial cuando hay partidos que pueden competir en todo el territorio como observa esta variable, siguiendo el modelo de Zimmermann & Saalfeld (1988) se evalúa el impacto del nivel de competitividad de los partidos políticos en el territorio nacional como un indicador de polarización política -variable v2pscomprg_lag de Coppedge et al. (2019) -.

Dada la naturaleza dicotómica de las variables dependientes propuestas, se estimaron modelos de regresión logística, los cuales pueden ajustar una relación no lineal entre los regresores y la variable dependiente. Además, controlamos por efectos fijos mediante la variable país.

Siguiendo a Kennedy (2003), los valores rezagados de las variables endógenas son tratados como variables exógenas porque para la determinación de los valores del período actual de las variables dependientes los valores rezagados de las variables independientes exógenas son tratados como constantes.

En la Tabla 1, el modelo 1 muestra que la tasa de inflación anual con rezago es estadísticamente significativa y afecta positivamente a la probabilidad de un golpe militar. Es decir que, a medida que los precios se incrementan, es más probable que ocurra este fenómeno. Este resultado es interesante porque asocia el impuesto inflacionario, que afecta a las masas, con la probabilidad de la terminación irregular de un gobierno. Mientras más tarde en el tiempo se demora la incorporación formal de derechos de los trabajadores, aumenta la probabilidad de observar un golpe de estado y el riesgo del quiebre institucional disminuye cuando existe competencia partidista a nivel nacional. Como esperaríamos según la hipótesis H1, existe una relación negativa y significativa entre el nivel de crecimiento de la economía mundial y la probabilidad de observar un golpe de estado militar. Este efecto se mantiene en todos los modelos.

El modelo 2 estima nuevamente el primer bloque de variables económicas, añadiendo las variables independientes relacionadas a la movilización dentro de cada país. La variable inflación anual sigue siendo estadísticamente significativa y afecta positivamente a la probabilidad de un golpe, a la que se suma la variable de golpes pasados que afecta positivamente la probabilidad de la ocurrencia de este evento.

Finalmente, un tercer bloque de variables es añadido. Como se mencionó anteriormente, este tercer bloque toma en cuenta la incorporación de nuevos actores políticos. Como en los modelos 1 y 2 la variable económica que indica la inflación se mantiene estadísticamente significativa y afecta de manera positiva a la probabilidad de un golpe. Sin embargo, dentro del bloque de variables de movilización, solo el nivel de inestabilidad política pasada afecta positivamente la probabilidad de ocurrencia de un golpe militar. Se advierte que la variable referente a la competencia entre partidos (proxy de polarización), es estadísticamente significativa con signo negativo, disminuyendo la probabilidad de un golpe cuando hay menos polarización.

Tabla 1 Modelo Logit. Variable dependiente dicotómica: golpes militares 

Variables Variable dependiente: dummy golpes de estado militares      
  Modelo (1) Modelo (2) Modelo (3) Modelo (4)
Variables económicas        
Tasa de inflación Anual 0,048*** 0,060** 0,063** 0,063**
(IPC) [t − 1] -0,019 -0,024 -0,028 -0,029
Balance (Exp - Imp) bienes manufacturados [t − 1] 0,001 0,002 0,001 0,001
  -0,002 -0,003 -0,003 -0,004
  0,000 0,000 0,000 0,001
PIB per cápita [t − 1] 0,000 0,000 0,000 -0,001
Crecimiento del PIB per cápita mundial -0,122* -0,174* -0,198* -0,188*
  -0,069 -0,103 -0,11 -0,108
Variables de movilización        
Huelgas [t − 1]   -0,283 -0,381 -0,439
    -0,709 -0,784 -0,822
Disturbio [t − 1]   -0,164 -0,006 0,145
    -0,269 -0,289 -0,295
Coups pasados   0,064* 0,045 -0,371
    -0,038 -0,037 -0,292
Variables de incorporación        
Primer código laboral [t − 1]     0,108*  
      -0,058  
Extensión del voto [t − 1]     1,909 1,717
      -1379 -1522
Competencia de partidos entre regiones [t − 1]     -0,823** -0,409
      -0,357 -0,479
Constante -2,721*** -3,311*** -214,605*  
  -0,607 -0,962 -113,439  
Observaciones 331 193 193 158
Efectos fijos por país No No No
Número de países 13 13 13 8
log-likelihood -78,82 -44,55 -40,87 -29,35

Errores estándar en paréntesis. ***p < 0,01, **p < 0,05, *p < 0,1

Fuente: elaboración propia.

En un ejercicio de robustez, utilizamos la variable dependiente golpes de estado en general, la cual cuenta el número de transferencias irregulares del poder perpetrado por personal militar profesional y en casos de levantamientos civiles y otros. La diferencia entre ambas variables es de 11 ocurrencias, contando con 94 instancias de golpes de estado en general y 83 golpes militares en la muestra. Los resultados sustantivos no se ven afectados por este cambio en la medición de la variable dependiente. Cuando estimamos el modelo tres con efectos fijos país, las únicas variables cuya significancia e impacto se mantiene son las asociadas a factores macroeconómicos: el nivel de inflación y el estado de la economía mundial. Así, parecería que existen factores no observados -y que son capturados por las dummies país, que afectan la probabilidad de la ocurrencia de golpe por fuera de las variables de movilización e incorporación analizadas.15

Una vez utilizada la variable dependiente de golpes militares, se pasa a utilizar la variable dicotómica “salterel”, la cual es igual a uno cuando hubo alternancia en el partido del jefe de gobierno como resultado de una elección y es igual a 0 en cualquier otro caso. Hacemos este ejercicio para dar cuenta de la literatura revisada previamente, en donde situaciones de malestar con el estado de la economía o con los niveles de participación política pueden generar cambios bruscos en la conducción del estado - sin llegar al punto de romper con el orden constitucional. Este análisis cuenta con un número menor de observaciones puesto que sólo se codifican años en los que se produjo una elección del ejecutivo.

La Tabla 2 muestra la estimación de 3 modelos con la segunda variable dependiente: alternancia en el partido del jefe de gobierno tras una elección. El primer modelo estima los coeficientes para las variables independientes de carácter económico que fueron presentadas en la tabla 1, cuando los golpes militares constituían la variable dependiente. Los resultados no se alteran, indicando que las variables macroeconómicas referidas a la tasa de inflación nacional y estado de la economía global son fuertes predictores de cambios en la conducción política de los países latinoamericanos incluidos en la muestra. Para el modelo 2 se incorporaron las variables de movilización referidas a inestabilidad pasada y se incluyó un indicador de incorporación laboral que da cuenta de concesiones de política pública al movimiento obrero; ya sea en la forma del primer código laboral, de la primera legislación emitida favorable al trabajador o la ratificación de convenios de trabajo internaciones -variable ALL_LABOR de Curvale (2010) -. Resulta apropiado considerar todo tipo de concesiones porque este modelo, por la naturaleza de la variable dependiente empleada, evalúa sistemas en los que se producen elecciones y por lo tanto negociaciones políticas con sectores sociales y permite una variabilidad de datos necesaria para la estimación.

Tabla 2 Modelo Logit. Variable dependiente: alternancia por elecciones (salterel) 

Variables Variable dependiente: alternancia por elecciones    
  Modelo (1) Modelo (2) Modelo (3)
Variables económicas      
Tasa de inflación Anual -0,009 -0,044 -0,079
(IPC) [t − 1] -0,068 -0,075 -0,074
Balance (Exp - Imp) bienes manufacturados [t − 1] 0,008* 0,009** 0,018**
  -0,004 -0,005 -0,009
PIB per cápita [t − 1] 0,000 0,000 -0,002
  -0,001 -0,001 -0,001
Crecimiento del PIB per -0,212 -0,212 -0,330
cápita mundial -0,169 -0,174 -0,229
Variables de movilización      
Coups pasados   0,045 0,075
    -0,081 -0,114
Ley de trabajo   1,543 0,955
    -1,574 -1,908
Variables de incorporación      
Competencia de partidos entre regiones [t − 1]     1,412*
      -0,821
Constante -2,254** -2,953** -0,454
  -1,121 -1,506 -2,376
Observaciones 56 56 56
log-likelihood -14,25 -13,45 -11,24
Errores estándar en paréntesis      

***p < 0,01, **p <0,05, *p<0,1

Fuente: elaboración propia.

Finalmente, se añade la variable competencia entre partidos (proxy de polarización), que, como esperábamos, resulta ser estadísticamente significativa con signo negativo, disminuyendo la probabilidad de una alternancia fuerte por elecciones cuando hay menos polarización.16

Conclusiones

Este artículo analizó la ocurrencia de múltiples golpes de estado en los países de América Latina alrededor del año 1930. Procuró evaluar empíricamente el poder explicativo de las condiciones macroeconómicas resultantes de la Gran Depresión de 1929 versus los factores de política nacional que se asocian con la incorporación política de sectores sociales, sobre la inestabilidad política vivida en esos años. Si bien no hemos evaluado empíricamente de manera directa el impacto de la Gran Depresión -que se produjo durante varios años antecediendo y procediendo la fecha insignia de 1929-, procuramos arrojar luz sobre la coincidencia de múltiples instancias de inestabilidad política en la región a la par de crisis económicas globales: la Gran Depresión y las dos guerras mundiales durante la primera mitad del siglo XX. Tomando en cuenta la finalización de la Primera Guerra Mundial, la decadencia del patrón oro, el cambio del centro financiero mundial y la abundancia de préstamos hacia la región, esta investigación se centró en responder: ¿en qué medida fue la depresión mundial responsable de la inestabilidad política en los países latinoamericanos en comparación con los acontecimientos políticos nacionales concurrentes?

Múltiples cambios y desafíos se dieron dentro de los sistemas políticos de la región alrededor del año 1930. A inicios de la década de 1920, los países de América Latina parecían experimentar cierto crecimiento económico por la gran afluencia de préstamos y el gran intercambio comercial con los Estados Unidos por medio de productos primarios de exportación. Sin embargo, las importaciones monetarias eran mucho mayores que las exportaciones productivas, provocando en el largo plazo un déficit comercial que los países no pudieron controlar. Lo anterior provocó un desenlace negativo en la mayoría de los países de la región por lo que intercambios políticos irregulares se suscitaron en donde la inestabilidad estuvo muy presente.

Por medio de modelos de probabilidad logísticos estimamos los efectos macroeconómicos y de política nacional sobre la inestabilidad política alrededor del año 1930 para 19 países de América Latina. Tomamos en consideración variables de golpes de estado y las alternancias fuertes después de elecciones como nuestras medidas de inestabilidad política.

Además, consideramos grupos de variables explicativas para estos fenómenos en donde se encontraban las económicas, las de incorporación y las de movilización políticas. Encontramos que las variables macroeconómicas y las variables de incorporación política son determinantes de la inestabilidad política que se suscitó en ese periodo de tiempo, mientras que las de movilización lo harían en menor medida. Este trabajo constituye un primer acercamiento y la futura investigación se alimentaría con el análisis a nivel de casos para explorar mecanismos causales.

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1En este artículo, medimos de diferentes maneras a la inestabilidad política, incluyendo cambio de régimen, golpes de estado, cambios constitucionales y si el ejecutivo logra terminar su período en el cargo.

2Son crisis mayores que las de los pánicos bancarios. Las crisis financieras no permiten que los agentes económicos con las mejores oportunidades de inversión inviertan el capital para la producción.

3Sin embargo, se ha estudiado más la coyuntura económica y política de las décadas posteriores que la de 1930 (Remmer, 1991; Corrales, 1997; Eichengreen, 2012), en donde pocos estudios indican su importancia (Zimmermann & Saalfeld, 1988).

4Inversiones directas en petróleo, minería, agricultura y, en menor medida, servicios públicos (Bértola y Ocampo, 2013).

5Ver Thorp (1998).

6En cuanto a los préstamos ver Eichengreen y Portes (1987).

7“En las economías de exportación altamente susceptibles a las influencias extranjeras, las crisis internacionales han presentado oportunidades inusuales y obstáculos para el cambio político” (Drake, 1994, p.109).

8Una de las condiciones de los préstamos era la creación de bancos centrales independientes

9La expansión del sector exportador requería inversión en capital físico y en mano de obra que fue financiada a través de los incipientes mercados de capital nacionales y —fundamentalmente— por deuda externa pública e inversión extranjera directa. Ver Bulmer- Thomas (año), capítulo 4.

10Ver Samuelson (2012) y Galbraith (1997) en cuanto a la economía y los actores alrededor de este suceso.

11Para datos puntuales sobre la región, ver Thorp (1998, p. 104) y Bértola y Ocampo (2013).

12Para efectos de la Gran Depresión, ver Drake (1994).

13Solo se cuentan golpes militares exitosos; no hay datos para Cuba.

14De los 19 países incluidos en la muestra, cinco registraron sus primeros códigos laborales luego de 1950: Cuba (1984), República Dominicana (1951), El Salvador (1963), Honduras (1959) y Paraguay (1961).

15Las pruebas de diagnósticos luego de las regresiones logísticas estimadas con el método de máxima verosimilitud arrojan valores de VIF (multicolinealidad) menores a 10; el comando de Stata linktest sobre especificación del modelo revela que el coeficiente del cuadrado de la variable predicha no es significativo, con lo que no se puede rechazar que los modelos estén bien especificados.

16Para la Tabla 2, las pruebas de diagnósticos luego de las regresiones logísticas estimadas con el método de máxima verosimilitud arrojan valores de VIF (multicolinealidad) menores a 10; el comando de Stata linktest sobre especificación del modelo revela que el coeficiente del cuadrado de la variable predicha no es significativo, con lo que no se puede rechazar que los modelos estén bien especificados.

*Cómo citar / How to cite this item: Curvale, C., & Pérez-Arrobo, G. (2022). Crisis económica e [in]estabilidad política: la política latinoamericana frente a la Gran Depresión de 1930. Lecturas de Economía, 97, 181-216. https://doi.org/10.17533/udea.le.n97a346665

Recibido: 29 de Julio de 2021; Aprobado: 27 de Febrero de 2022

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