La editorial del presente número está dedicada a la memoria del profesor Nel son Rueda, fallecido el 13 de febrero pasado, a quien tuve el honor y privilegio de tener como profesor. Además de haber sido docente del Departamento de Salud Animal en las áreas de Farmacología, Fisiología y Biofísica, fue Director del Departamento de Ciencias Fisiológicas, Secretario de Facultad, Representante Profesoral y Representante del Consejo Superior Universitario ante el Consejo de Facultad. Estuvo vinculado a nuestra universidad entre los años 1970 y 2004 y desde el año 2005 hasta el 2017 como docente especial. La Facultad de Medicina Veterinaria y de Zootecnia recordará siempre su entrega a la docencia y sus significativos aportes a la recuperación de la memoria institucional, así como el importante proyecto que desarrollaba sobre la historia de la Facultad. A continuación, el profesor pensionado Hernán Morales presenta una breve semblanza de quien fuera su colega y amigo durante varias décadas.

Gonzalo Díaz, PhD, Editor

Hablar de un amigo que partió y que no regresará, es traer a nuestra memoria todos los momentos alegres, difíciles y aquellos que nos sorprendieron en el largo camino compartido con él en alguna etapa de nuestra vida y que no olvidaremos jamás. Nuestro colega, compañero y amigo el profesor Nelson Rafael Rueda Alejo, Doctor en Medicina Veterinaria y Zootecnia, egresado de la Universidad Nacional en 1970, ha partido dejándonos un legado muy valioso de recuerdos y enseñanzas. Quienes tuvimos el privilegio de conocerlo, de disfrutar su amistad y su particular personalidad, solo tenemos sentimientos de agradecimiento hacia él por los años compartidos, no solo en la Universidad como colega docente, sino también por los compartidos con el amigo y convencido cooperativista que fue.

Nelson Rafael nació en Yacopí (Cundinamarca) el 29 de mayo de 1944, era nieto del sangileño Francisco Rueda Flórez, quien durante varios años fue el juez municipal de Yacopí. Hijo de Leonel Rueda Pineda y Beatriz Alejo Díaz, fue el mayor de cuatro hermanos, le siguen Fernando, también Doctor en Medicina Veterinaria y Zootecnia, Leonel Alberto (q.e.p.d.) y Gloria Esperanza. Viajó a Bogotá con su familia como consecuencia de la violencia, cuando el entonces corregimiento conocido como Yacopí del Carmen, fue bombardeado el 2 de diciembre de 1952 por aviones del ejército, quedando totalmente destruido. Terminó el bachillerato en el “Colegio Mayor Dis trital” y en el año de 1965 ingresó, junto con su hermano Fernando, a la entonces Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad Nacional de Colombia. Se graduó el 21 de agosto de 1970 con la tesis de grado “Determinación del tiempo e índice de protrombina en caninos de Bogotá” y el 1 de octubre del mismo año ingresó como instructor del área de fisiología bajo la tutoría del doctor Daniel Pacheco Pérez. Tuvo tres hijos: Andrés, Ana María y Catalina de su unión con Blanca Stella Jiménez Cantor.

Durante 47 años estuvo vinculado a la Facultad de Medicina Veterinaria y de Zoo tecnia, en calidad de Docente de planta, Profesor especial, Director del Departamento de Ciencias Fisiológicas, Jefe de la Sección de Fisiología-Farmacología-Toxicología, Secretario Académico, Decano encargado, Representante profesoral, Representante del Consejo Superior Universitario ante el Consejo Directivo de la Facultad y miembro del Comité Asesor del programa de Zootecnia. Se desempeñó en las áreas de Fisiología, Farmacología y Biofísica y tuvo vínculos con la Maestría de Farmacología de la Facultad de Ciencias. En sus últimos años fue un gran compilador y enamorado de la historia de la Medicina Veterinaria en Colombia, la historia de la Facultad y la vida académica y cultural de la Universidad. Gracias a su persistencia y trabajo arduo logró recopilar gran cantidad de material fotográfico y documental de la historia de la Medicina Veterinaria en Colombia, que en gran parte se encuentra publicado en las líneas de tiempo sobre los orígenes de la Medicina Veterinaria, la Zootecnia y la historia de nuestra Facultad en la página institucional.

Realizó numerosas investigaciones y fue director de trabajos de grado sobre valores hemáticos en diferentes especies animales, diagnóstico y tratamiento de la mastitis bovina, efecto hipotensor del Croton glabellus, farmacología de la reproducción en piscicultura, uso de prostaglandinas en perros, efecto luteolítico de la prostaglandina natural F2-Alfa (PGF2a) en bovinos, anestesia general para pequeños animales en casos de alto riesgo, dolor y analgesia, manejo del dolor en cólico equino, entre otros. Elaboró diversos textos académicos sobre endocrinología, fisiología de la glándula mamaria y de la lactancia, fisiología ruminal, fisiología del sistema nervioso autónomo, fisiología de la producción del huevo, farmacología de esteroides y antinflamatorios, tratamiento de la endometritis y el piometra canino y las guías del laboratorio de fisiología.

Es digno de destacar su participación en asociaciones gremiales y cooperativas, en especial la Asociación Colombiana de Médicos Veterinarios y Zootecnistas (ACOVEZ), la Asociación de Exalumnos de la Facultad de Medicina Veterinaria y de Zootecnia de la Universidad Nacional de Colombia (AEXVEZUN), la Asociación de Profesores de la Universidad Nacional (APUN), la Asociación Colombiana de Farmacología y la Coope rativa de Profesores de la Universidad Nacional de Colombia, en la que hizo parte activa de los organismos de dirección. Es de recordar su espontánea participación en el carnaval universitario, dando vida a su personaje favorito “El doctor Gabriel Antonio Goyeneche”, el candidato presidencial “inolvidable”, un símbolo de la Universidad Nacional en la célebre comparsa que organizo en 2011 y en la que a viva voz decía: “Más pan y más leche con Goyeneche”, “Con Goyo, salimos del hoyo” y las anécdotas sobre el perro Fermín y su hijo Chocolate o sobre Jorge Luis Velosa Ruiz, “El Carranguero”, que hacen parte de la historia de nuestra Facultad y que el profesor Rueda relataba con gran carisma y elocuencia.

Por ello, el Maestro, siempre será recordado por su gran simpatía, su incondicional amistad, su contribución desinteresada a la recuperación y divulgación de la memoria institucional, su gran amor por nuestra profesión y por la Universidad Nacional y a ratos, por su folclor personal, con el que se destacó como estudiante y como docente. Ese era y seguirá siendo Nelson Rafael Rueda Alejo, el amigo que partió.