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Apuntes del Cenes

Print version ISSN 0120-3053

Apuntes del Cenes vol.33 no.58 Tunja July/Dec. 2014

 

Editorial

Crecimiento económico y desigualdad de ingresos

El crecimiento económico, además de ser un objetivo de política económica muy importante, es concebido por algunos teóricos, como desarrollo económico. Sin embargo, como lo plantea Amartya Sen, el crecimiento es un medio para alcanzar el desarrollo, ya que este tiene que ver con el bienestar de las personas y, por tanto, debe incorporar no solo variables económicas, sino también, sociales, culturales, políticas y ambientales, entre otras. Es decir, el desarrollo económico tiene un carácter multidimensional.

Quienes conciben el desarrollo como crecimiento, argumentan que los frutos del crecimiento se propagan a todos los estratos sociales, y que, por consiguiente, toda la población se beneficia. Además, sostienen que es factible que los capitalistas se enriquezcán más y que los pobres reduzcan, o, por lo menos, mantengan los niveles de consumo, con el fin de que los primeros se vean incentivados a innovar y ahorrar, lo que, en últimas, beneficiará a los pobres. En los primeros trabajos sobre el crecimiento, especialmente los más influyentes autores, como Simon Kusnetz, con su famosa curva, se muestran partidarios de favorecer la acumulación del capital. Según Kuznets, es posible la existencia de desigualdad en las primeras etapas del crecimiento, en la medida que la mano de obra se desplaza de la agricultura a la industria; más tarde la desigualdad alcanzaría su máximo nivel y, al final, se reduciría nuevamente debido a que la mano de obra se concentra más en la industria.

En los últimos años, la desigualdad ha sido uno de los temas más estudiados por los académicos, y, sin duda, las protestas a nivel mundial desde 2010, sobre todo de movimientos como los indignados, han estado orientadas a exigir prontas medidas para combatirla. Empero, con la publicación del libro de Thomas Piketty, El capital en el siglo XXI (publicado en francés el año pasado y en inglés en marzo del presente año), comentado por premios nobel como Robert Solow, Paul Krugman, Robert Shiller, Joseph Stiglitz, entre otros, y cuyo autor ha sido recibido no solo en la Casa Blanca, sino en organismos multilaterales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, el tema se ha convertido en materia de discusión y controversia al más alto nivel.

El principal aspecto que examina Piketty es la dinámica de la distribución del ingreso y la riqueza, basado en la variación del crecimiento económico en un lapso de más de 200 años, particularmente en las economías desarrolladas. Para abordar este tema utiliza una metodología diferente a la empleada en los demás estudios sobre la desigualdad del ingreso, que consiste en usar las declaraciones de impuestos en lugar de las encuestas de ingresos y gastos de los hogares, lo cual es muy positivo en la medida en que los datos son más precisos y representativos.

Al tomar dichas declaraciones pudo estimar, con mayor certeza, el nivel de ingreso de las personas más ricas en diferentes países. Como bien lo plantea Paul Krugman "a pesar de su utilidad, los datos de las encuestas tienen limitaciones importantes: tienden a subregistrar u omitir por completo el ingreso que corresponde al puñado de personas situadas en la parte superior de la escala de ingresos... En cambio los datos fiscales nos dicen mucho acerca de la élite, y las estimaciones basadas en los impuestos pueden llegar a momentos en la historia mucho más lejanos: los Estados Unidos han tenido un impuesto sobre la renta desde 1913, el Reino Unido desde 1909, Francia conserva datos sobre la riqueza que se remontan a finales del siglo XVIII".

Utilizando la metodología antes descrita, Piketty postula que tanto en el siglo XIX como a finales del siglo pasado, y lo transcurrido del presente, la tasa de rendimiento del capital ha sido mayor que la tasa de crecimiento de la economía, lo que explica la persistencia de la desigualdad. Para el economista francés, esta situación se invirtió en el periodo 1910-1950, dadas las perturbaciones y los elevados impuestos fijados en la dos guerras, como también la depresión de los años treinta, y concluye: "cuando la tasa de rendimiento del capital supera de modo constante la tasa de incremento de la producción y del ingreso -lo que sucedía hasta el siglo XIX y amenaza con volverse la norma en el siglo XXI-, el capitalismo produce mecánicamente desigualdades insostenibles, arbitrarias, que cuestionan de modo radical los valores meritocráticos en los que se fundamentan nuestras sociedades democráticas".

Según Piketty, para reducir la desigualdad es necesario incrementar los impuestos a los patrimonios altos, y propone para aquellos de menos de 1 millón de euros, un impuesto de 0,1 o 0,5 por ciento. Para los patrimonios entre 1 y 5 millones de euros, de 1 por ciento. Para los casos entre 5 y 10 millones de euros, de 2 por ciento y los que superan los 10 millones de euros, entre el 5 y el 10 por ciento. Para que el crecimiento redistribuya el ingreso, sugiere que se graven los ingresos así: para aquellos mayores a 200.000 dólares anuales, del 50 por ciento y para los superiores a 500.000 dólares anuales, del 80 por ciento.

Si el análisis que hace Piketty lo aplicamos al caso colombiano, de seguro encontraremos que la desigualdad en nuestro país es mayor que la que conocemos, sin olvidar que esta es una de las más altas del mundo. En la actualidad, el coeficiente de Gini es de 0,54, calculado con base en las encuestas de ingresos y gastos del DANE. Si el cálculo se hace con base en la declaración de renta, la desigualdad se incrementaría, sobre todo a partir de la apertura económica, debido a lo que Piketty demostró: que el mercado no contribuye a la redistribución del ingreso sino a acentuar más la desigualdad. En Colombia esta situación es previsible, si tenemos en cuenta que en los últimos años los márgenes de intermediación financiera de los bancos, en algunos casos, exceden el 15 por ciento, los beneficios de las grandes empresas ascienden al 10 por ciento, las acciones se valorizan en montos superiores al 15 por ciento, mientras que los salarios crecen, en términos reales, en 2 por ciento.

Luis E. Vallejo Zamudio
Director Revista Apuntes del CENES, Tunja, Colombia