Siglos atrás, la "verdad" era lo que el rey y/o la biblia decía, siendo esta absolutamente indiscutible en caso de ser razonable, o no. Desde la era de La Ilustración, hemos aceptado que una verdad científica no puede ser simplemente afirmada; debe ser cuantificable y reproducible en experimentos públicos. Esta actitud ha promovido el auge de la ciencia a lo largo de los últimos siglos: se construyeron universidades, investigadores y científicos fueron altamente respetados, el conocimiento y la sabiduría fueron muy apreciados y la vida cotidiana fue organizada en torno a la aplicación, creación y transferencia de conocimiento. El conocimiento en sí mismo era considerado un tipo de propiedad de los científicos sabios que lo atesoraban y desarrollaban, colmados con las mejores intenciones para hacer progresar a la sociedad, por supuesto.

Hoy en día, nos estamos enfrentando con un dominio público donde las verdades científicas son puestas bajo tela de juicio como "noticias falsas", y afirmaciones sin fundamento son catalogadas como "hechos alternativos". Los niños ya no están siendo vacunados, la contribución humana al cambio climático mundial está descuidada y es ignorada, las teorías de conspiración crecen y la ciencia ha perdido la fe de las masas. Por supuesto, ha habido (y todavía hay) científicos fraudulentos que también pueden desacreditar a sus colegas serios; sin embargo, el verdadero problema tiene un nivel diferente: ¡la cantidad de conocimiento disponible se ha vuelto inconmensurable! Cada dueño de un teléfono móvil inteligente tiene acceso a más información que la que puede ofrecer la famosa biblioteca de la Universidad de Padua. El conocimiento se ha convertido en propiedad pública y ahora extrañamos a los sabios, hombres y mujeres que eran respetados por las masas y capaces de interpretar los hallazgos, alertar en caso de haber problemas y prevenir errores. Cualquiera puede reservar un viaje de vacaciones en internet sin necesitar la ayuda de un agente de viajes - entonces, ¿para qué necesitas de un médico de cabecera para permanecer saludable, si todo lo puedes buscar en google? ¡Nos faltan los verdaderos expertos!

Nos estamos enfrentando a una paradoja: a medida que el conocimiento está siendo difundido más que nunca, la complejidad de la vida, la complejidad del conocimiento y, por lo tanto, la necesidad de precisión a la hora de lidiar con este conocimiento se han incrementado. No obstante, la gran difusión y fácil accesibilidad al conocimiento para todos requiere de una simplificación del mensaje. Nosotros, los científicos, parecemos incapaces de entregar ambas cosas: la precisión y la simplicidad. Hay una evidente brecha de comunicación entre la comunidad científica y las masas.

Tenemos que aceptar que las "verdades" pueden ser dinámicas. Las nuevas perspectivas han cambiado y estas también cambiarán nuestra percepción del mundo en el futuro como, por ejemplo, nuestra comprensión de la vida y de las enfermedades. Solo hay muy pocas "verdades eternas". Tenemos que aceptar que aquellos, quienes buscan su propia "verdad" y que no están abiertos a aceptarlos resultados, encontrarán lo que sea que quieran encontrar: busque en internet por ejemplo la "teoría de la tierra plana" y encontrará suficiente información para creer que la tierra pudiese ser realmente plana o - si usted es de postura firme - llegar incluso a afirmar que DEBE ser plana.

Entonces las verdades científicas se vuelven debatibles, porque si a alguien no le gusta ciertos hallazgos, es muy fácil llamarlos "falsos" o "alternativos" en el espacio público. Por lo tanto, los científicos tienen que entrar en el debate público y muchos de ellos no están entrenados para hacerlo. En este debate público tenemos que estar conscientes de que el conocimiento puede ser instrumentalizado por compañías que pagan por investigación, gobiernos que escuchan a las voces más ruidosas - ¡en este contexto se hace cada vez más difícil luchar por la auténtica verdad científica!

Sin embargo ¡no hay otra opción! Tenemos que llevar a cabo las investigaciones, y debemos de estar abiertos y preparados para los resultados inesperados. El dinero invertido en la ciencia debería de estar libre de intereses secundarios, esto requiere de patrocinadores independientes y altruistas, y también que sean lo más abiertos posible a enfrentar cualquier conflicto de intereses. Tenemos que crear evidencia y tenemos que compartir nuestros resultados y comunicar nuestros hallazgos de forma concisa y fácil de entender, aceptando que representan el estado actual del conocimiento y que pudiesen ser adaptados o incluso corregidos en el futuro.

Discutir con fundamentalistas puede ser extremadamente desafiante, pero la lógica y los argumentos son extremadamente fuertes también. Si la ciencia abandona el espacio público a aquellos con las voces más ruidosas, a aquellos que consideran a los intelectuales como personas sospechosas, la vida se volverá desastrosa ¡no solamente para los científicos!