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Forma y Función

versión impresa ISSN 0120-338X

Forma funcion, Santaf, de Bogot, D.C. vol.24 no.2 Bogotá jul./dic. 2011

 

LAS LENGUAS CRIOLLAS DEL CARIBE: ORÍGENES Y SITUACIÓN SOCIOLINGÜÍSTICA, UNA APROXIMACIÓN*

THE CREOLE LANGUAGES OF THE CARIBBEAN: AN APPROACH TO THEIR ORIGINS AND SOCIOLINGUISTIC SITUATIONS

 

David Leonardo García León
Universidad Nacional de Colombia, Colombia
dalgarciale@unal.edu.co

Artículo de revisión de tema. Recibido 13-03-2011, aceptado 12-07-2011.


Resumen

En este artículo se presenta de manera general una descripción de la situación sociolingüística de las lenguas criollas habladas en la región del Caribe. Para esto, el texto se organiza de la siguiente manera: en primer lugar, se explica qué es una lengua criolla; luego se evidencia cómo dichas lenguas se clasifican en la región caribeña; en tercer lugar, se estudian las diferentes formas de surgimiento de estas lenguas en dicha región; y, finalmente, se muestra la situación sociolingüística de diferentes países del Caribe. Se concluye que el Caribe es una región multilingüe en donde el contacto lingüístico ha generado, de diferentes maneras, diversas lenguas criollas y en donde se presentan diferentes relaciones entre las lenguas que allí coexisten. Así, el texto tiene como fin extender la mirada sobre las lenguas criollas y mejorar la comprensión lingüística que se posee sobre el Caribe.

Palabras clave: lenguas criollas, sociolingüística, Caribe, lenguas en contacto.


Abstract

The article presents a general description of the sociolinguistic situation of the Creole languages spoken in the Caribbean. With this objective in mind, the text is organized as follows: first, it explains the concept of Creole Language; second, it discusses how said languages are classified in the Caribbean region; third, it examines the different forms of emergence of these languages in the Caribbean; and, finally, it shows the sociolinguistic situations of various Caribbean countries. The article concludes with the proposal that the Caribbean is a multi-lingual region in which linguistic contact has produced, in very different ways, diverse Creole languages, and in which there are different relations among the languages that co-exist there. Therefore, the text's objective is to expand the view regarding Creole languages and improve the linguistic understanding of the Caribbean.

Keywords: Creole languages, sociolinguistics, Caribbean, languages in contact.


Introducción

UNO DE LOS más recientes campos de estudio de las ciencias del lenguaje es el área denominada contacto de lenguas. Esta área interdisciplinar surge con la aparición del libro Languages in Contact, de Uriel Weinreich, en 1953, y tiene como fin identificar y explicar las implicaciones psicológicas, sociales y lingüísticas que se generan cuando dos o más lenguas entran en contacto. Uno de los fenómenos que ha cobrado gran importancia dentro de esta subdisciplina es la aparición de un tipo de lengua debido al contacto. Este nuevo idioma ha sido denominado lengua criolla y su proceso de constitución se ha presentado en diferentes partes del mundo y por diversas razones, entre las que se incluyen hechos históricos como el descubrimiento y el esclavismo. Dada la forma particular de aparición de estas lenguas, que difiere de las demás en la medida en que su origen no es genético (Patiño, 2000), los estudiosos del lenguaje se vieron en la necesidad de conformar, a mediados de los sesenta, una subdisciplina, denominada criollística, que se encargara del estudio científico de estos idiomas y de los desafíos que estas lenguas le plantean a la lingüística. Esta subdisciplina ha tenido mayor auge y desarrollos en la región del Caribe, dado que allí hay gran presencia de este tipo de lenguas y, por consiguiente, se presentan fenómenos sociolingüísticos de sumo interés para los investigadores. El presente artículo, entonces, tiene por fin presentar, desde una perspectiva general, la situación sociolingüística del Caribe, haciendo énfasis en las lenguas criollas.

Comprender la complejidad lingüística de este territorio es de vital importancia, debido a que permite entender, por un lado, cómo se originaron las lenguas criollas y, por el otro, da luces para que los académicos en esta área tengan referentes concretos de situaciones sociolingüísticas similares a las que estudian. El Caribe presenta una amplia diversidad en cuanto a criollos se refiere; podría afirmarse que es un referente obligado para los lingüistas que empiezan a interesarse por este tema. Además, aunque la producción intelectual del Caribe es una de las más prolíferas en esta subdisciplina, el hecho de que la mayoría de la producción se presente en inglés ha jugado en contra de investigadores no angloparlantes, pues estos pueden llegar a desconocer situaciones lingüísticas complejas y relevantes como la de Guyana o Santa Lucía y tender a referenciar en su mayoría las ya conocidas como Jamaica y Haití, que, aunque son importantes, no dan cuenta de los diferentes hechos sociolingüísticos que se presentan en toda esta región. Por consiguiente, es necesario conocer de manera más profunda esta área, de modo que nuestra mirada sobre las lenguas criollas se amplíe. Para ello, en primer lugar se presenta un pequeño marco teórico centrado en definir qué son las lenguas criollas; luego se intenta esquematizar la gran variedad de criollos y lenguas en la región Caribe, con el fin de que el lector pueda formarse una idea de la gran variedad que allí se presenta. Posteriormente, se evidencian las diferentes condiciones socio-históricas que dieron origen a las lenguas criollas del Caribe y sus implicaciones en la Criollística; para finalizar, se describen algunas situaciones sociolingüísticas con las cuales se intenta abarcar la mayor diversidad posible. Sin embargo, y debido al limitado espacio, se presentan solo algunos casos y se abandonan otros, bien porque ya existe una amplia literatura sobre ellos o porque las investigaciones sobre su situación lingüística son casi nulas.

Las lenguas criollas

Como se afirmó anteriormente, una lengua criolla surge gracias a una situación de contacto producida por diferentes razones, entre las que se incluyen procesos sociales como la colonización, la migración y el comercio (Patiño, 2000). En el Caribe, la mayoría de las lenguas criollas surgió por el encuentro1 interlingüístico entre lenguas europeas y lenguas africanas en los procesos de descubrimiento, conquista y colonización que se dieron entre los siglos XVI y  XX. Debido a la necesidad de trabajo barato por parte de potencias como Inglaterra, Francia y Holanda en los territorios colonizados, estas naciones se vieron en la necesidad de iniciar un proceso de migración de esclavos desde diferentes zonas de África hacia los nuevos territorios (Patiño, 2000), entre ellos el Caribe. Este encuentro de culturas y de lenguas llevó a que se generara una lengua que permitiera la comunicación entre los esclavos:

Los patrones europeos no hablaban el idioma o los idiomas de los subordinados y viceversa y por lo general los esclavos o trabajadores eran generalmente heterogéneos de manera que tampoco podían comunicarse fácilmente entre sí. Los idiomas criollos son, pues, el resultado de estos contactos de lenguas en situaciones de graves dificultades comunicativas y de aguda desigualdad social. (Patiño, 2002, p. 109)

De este modo, la falta de una lengua franca que permitiera la comunicación da origen a una nueva lengua que se caracteriza por tener rasgos tanto de las lenguas africanas como de las europeas. De las primeras se tomaron rasgos fonéticos, gramaticales y, en menor medida, léxicos (Patiño, 2002), mientras que de las últimas se tomó casi la totalidad del vocabulario. No obstante, antes de que la lengua criolla se formara, fue necesario el surgimiento de un pidgin o jerga de contacto. El pidgin es el paso anterior al criollo y se caracteriza por ser una lengua de contacto temporal que no es lengua materna de nadie, con un vocabulario limitado, una gramática simplificada (Decamp, 1971) y que, si las condiciones sociales lo permiten, puede llegar a convertirse en criollo. Para que esto último suceda, es necesario que se dé un proceso denominado nativización, es decir, la lengua de contacto o pidgin se convierte en la lengua materna del grupo dominado socialmente. Esta lengua, al ser adquirida como L1, asume y extiende todas las funciones sociales que le eran asignadas al pidgin.

En cuanto al Caribe, ha sido posible establecer que las lenguas africanas de los esclavos tuvieron como origen la parte occidental de África. Sin embargo, se discute si la constitución del criollo se dio en territorio caribeño, en África o en el trayecto migratorio (Patiño, 2002). Otro punto de discusión es si todos los criollos tienen el mismo origen, es decir, parten de un criollo común que luego se fue sufriendo modificaciones gracias al contacto con otras lenguas, en especial las europeas, o si, por el contrario, los criollos del Caribe surgieron independientemente (Hymes, 1971; Bickerton, 1976). A estas dos explicaciones se las ha denominado, respectivamente, hipótesis monogenética e hipótesis poligenética (Decamp, 1971). La primera surge de la idea de que existió un criollo afroportugués que luego fue modificando su léxico, por medio de un proceso de relexificación (Hancock, 1971), al entrar en contacto con cada una de las lenguas coloniales, lo que dio origen a la gran variedad de criollos que hoy existen; mientras que la segunda asume que cada criollo se formó independientemente cuando las lenguas africanas se mezclaron con cada una de las lenguas europeas. Lo importante para resaltar aquí es que el contacto generó criollos de diferentes bases léxicas en esta región. Dado que los colonizadores provenían de diferentes regiones lingüísticas de Europa, el contacto produjo criollos de base léxica española, francesa, inglesa y holandesa, entre otras. Por base léxica se debe entender que, debido al contacto, los criollos asumieron el vocabulario de la lengua de superestrato, la europea, manteniendo la gramática de la lengua o lenguas de sustrato, las africanas.

Clasificación de los criollos del Caribe

A pesar de que las lenguas criollas no tienen un origen genético en la lengua que las lexifica, la europea, los investigadores han utilizado a esta última como el criterio central para clasificar los diferentes criollos, no sin advertir que tener a la lengua europea como criterio puede producir la idea, algo errónea, de que los criollos son dialectos de la lengua colonizadora (Aceto, 2006), lo cual no es necesariamente cierto, pues, siguiendo a Patiño (2000), el rol de la lengua dominante se reduce al suministro del vocabulario. En el Caribe, dicho rasgo nos lleva a que existan criollos de diferentes bases léxicas. La mayoría de los criollos en esta región son de base léxica inglesa y se distribuyen tanto en el Caribe occidental como en el oriental. Los rasgos de los criollos de estas dos partes del Caribe, aunque presentan diferencias en términos lingüísticos, están unidos, como afirma Patiño (2000), por fuertes lazos históricos.

Entre los criollos ingleses de la región tenemos aquellos hablados en las siguientes islas y territorios continentales (Aceto, 2006): Trinidad y Tobago, Granada, Barbados, San Vicente, Jamaica, Las Islas Vírgenes Británicas, San Andrés y Providencia, San Eustaquio, San Martín, Belice, Guyana y Surinam, entre muchos otros. Estos criollos no son necesariamente inteligibles entre sí y presentan algunas diferencias lingüísticas e históricas. Las áreas de criollos franceses, por su parte, son Haití y las Antillas Menores, que se componen de los dos departamentos de ultramar franceses, Martinica y Guadalupe, y por las islas Dominica y Santa Lucía, entre otras. A la par, tenemos criollos cuya base fue el español y el portugués, entre los que se encuentran el papiamento, mezcla de lenguas africanas con estas dos últimas lenguas europeas, hablado en las islas holandesas Curazao, Bonaire y Aruba, y el Criollo de San Basilio de Palenque, hablado en San Basilio, Colombia, y de base española únicamente. Por último, existen dos criollos de base léxica holandesa, el berbice y el negerholandés, ya extinto (Herzfeld, 2002). Es importante hacer notar que, como se verá más adelante, el surgimiento de los criollos de los países o islas arriba mencionados fue hasta cierto punto similar; no obstante, en algunos casos su aparición presenta grandes diferencias que conducen a cuestionar la forma tradicional de surgimiento. A continuación, se muestra la clasificación propuesta por Youssef (2002) sobre la situación lingüística del Caribe (Tabla 1). Cabe mencionar que dicha clasificación no contempla la totalidad de las lenguas habladas en esta región, pues deja de lado criollos como el palenquero, el sanandresano y el criollo de Limón hablado en Costa Rica.

Como es evidente de la lectura de la Tabla 1, la región del Caribe exhibe una gran variedad lingüística rica que no solo la lleva a contar con idiomas europeos y criollos, sino que además conduce a que estas lenguas convivan con lenguas amerindias, e incluso con lenguas de familias lingüísticas muy diferentes, como es el caso del bhojpuri, lengua dravidiana muy cercana al hindi, que fue introducida en Trinidad entre 1845 y 1914 tras la llegada de más de 145 000 trabajadores de la India (James, 2006). Es importante resaltar, como lo afirma Youssef (2002), que, en la mayoría de las naciones de la Tabla 1, la lengua materna de los habitantes, usualmente el criollo, no es reconocida como lengua oficial y solo en algunos casos tiene estatus de lengua nacional. A la par, es importante destacar que en algunas de estas naciones se pueden encontrar criollos de dos bases léxicas diferentes que conviven con el idioma oficial, como es el caso de Santa Lucía y Dominica, donde se habla un criollo de base léxica inglesa y uno de base léxica francesa junto con el inglés estándar caribeño (Brayan & Burnette, 2003).

Orígenes de las lenguas criollas del Caribe

Las investigaciones en el campo de la criollística (Patiño, 2000; Arends, 1995; Holm, 1989; Aceto, 2006; Winford, 1994; Bikerton, 1976) han identificado tres escenarios que dieron origen a los vernáculos aproximadamente desde el siglo XVI en adelante. El primero de ellos, y el más estudiado, ha sido el de las plantaciones que fueron establecidas por los colonizadores con el fin de explotar productos tales como el azúcar, el tabaco y el café, y en donde la mano de obra era una gran cantidad de esclavos de origen africano. El segundo fueron los fortines que, según Patiño (2000), tenían como función ser el centro de intercambio comercial con otras islas, no solo de productos agrícolas, sino también de esclavos. Un ejemplo de este tipo de locación fue la isla de San Eustaquio, en el Caribe oriental. Por último, se presentaron los refugios de cimarrones en donde vivían los esclavos escapados, como es el caso de San Basilio de Palenque, en la costa Colombiana.

En cuanto a esta última forma social, es importante resaltar que, a diferencia de las otras dos, la lejanía con la lengua lexificadora era mayor, pues los cimarrones consolidaron comunidades distantes de la colonia. Uno de los casos más interesantes de cimarronaje en el Caribe es el de Surinam Allí se crearon dos lenguas criollas: una que es resultado del contacto entre dos lenguas lexificadoras (el inglés y el portugués) y las lenguas africanas de los esclavos en las tribus de Saramacan y Metawai; y otra de base léxica inglesa que se generó debido al contacto del inglés con las lenguas de las tribus cimarronas de Nduka, Aluku y Paramacan (Arends, 1995). Debido al aislamiento de estas comunidades y, por consiguiente, al bajo contacto que tuvieron con las lenguas europeas, estos dos tipos de criollos caribeños son considerados por los investigadores como los más puros en la actualidad.

Por su parte, los fortines fueron establecidos a lo largo de la costa occidental de África (Arends, 1995) y algunos de ellos en el Caribe. Uno de los casos más rele-vantes en la historia del Caribe, especialmente el oriental, es el fortín desarrollado en San Eustaquio. Esta isla fue denominada el emporio del Caribe en el siglo XVIII, debido a que allí era posible conseguir cualquier tipo de productos y también esclavos. Además, su ubicación geográfica permitió no solo el comercio con Estados Unidos, sino también con el resto del Caribe anglófono (Aceto, 2006). Dado el fuerte intercambio comercial en estos lugares, una lengua de comunicación tuvo que surgir. Fue necesario que los africanos y los europeos, ambos con orígenes diferentes, se comunicaran entre ellos y con los miembros de su grupo social. A la par, en estos lugares se presentó, según Arends (1995), una comunicación interétnica, ya que algunos hombres europeos, denominados lançados, convivían con mujeres de origen africano, produciendo una lengua de contacto que luego de nativizarse se convirtió en criollo.

Las plantaciones han sido el fenómeno histórico más estudiado alrededor de la formación de los criollos. Este sistema de producción económico fue introducido en el Caribe por los españoles y se llevó a cabo inicialmente en las Antillas Mayores, en islas como Puerto Rico y Jamaica. Luego, el sistema se expandió a lo largo de la región pasando a Barbados, Martinica y Guadalupe, entre otras islas (Mintz, 1971). Las plantaciones fueron consideradas como la estructura social típica que permitió la aparición de este tipo de lenguas. Tradicionalmente, las plantaciones han sido representadas como sociedades dicotómicas (Patiño, 2000): una minoría blanca que detentaba el poder y un gran grupo de esclavos africanos de diferentes orígenes que se encargaban de realizar los trabajos de cultivo. Esta fuerte división hacía que los esclavos no tuvieran la posibilidad de obtener modelos adecuados de la lengua dominante y que, por consiguiente, no pudieran aprenderla de manera adecuada, lo que dio espacio a la constitución del pidgin y luego del criollo (Mintz, 1971).

Sin embargo, hallazgos recientes han cuestionado la forma estereotipada de presentar esta estructura social (Arends, 1995). Se cree que dentro de la población de origen africano existían al menos cuatro grupos sociales que tenían un menor o mayor grado de contacto lingüístico con la lengua europea, dependiendo del tipo de relación que tenían con los colonizadores. Así, la población negra se componía, en primer lugar, de un supervisor negro, quien era el que tenía el mayor y más regular contacto con la lengua de los colonos, pues su papel era el de comunicar los detalles técnicos y de manejo de la plantación. A este grupo le seguían los esclavos domésticos, los esclavos designados para tareas especiales, y, finalmente, aquellos esclavos internos en las plantaciones y alejados de las zonas urbanas.

Además, las plantaciones generaron, a lo largo del tiempo, un grupo intermedio de población negro-blanca, cuyos integrantes eran denominados mulatos, que surgieron debido a las relaciones interétnicas. Estos eran hijos de hombres blancos y madres negras. Esta situación ayuda a desmentir la idea de la plantación como una sociedad bipolar, pues los mulatos, como afirma Arends (1995), eran un grupo privilegiado que usualmente trabajaba como esclavo en el hogar o era liberado debido a su ascendencia europea. Finalmente, las plantaciones eran, contrario a lo que generalmente se considera, más ricas lingüísticamente, pues dentro de los grupos de esclavos existían dos subgrupos diferentes debido a sus lenguas: los bozales y los criollos. Los primeros tenían como lengua materna una lengua africana, ya que llegaron a la colonia hablándola, mientras que los últimos adquirieron el criollo como primera lengua. Investigadores como Arends (1995) afirman que este es un fenómeno relevante, pues muchos de los bozales, por ser los primeros en llegar a la colonia, tenían la tarea de educar a los criollos a través de la lengua de contacto que ellos mismos habían adquirido como segunda lengua. Esto significa que los modelos de lengua, recibidos probablemente por una gran parte de la población negra, provenían de negros y no de blancos.

Existen, a diferencia de las formas tradicionales de origen arriba mencionadas, dos situaciones poco estudiadas que también permitieron la aparición de algunos criollos del Caribe. La primera de ellas es la transferencia de poder que se dio en muchas de las islas de esta región. Algunas de estas, entre ellas Santa Lucía, Granada y Carriacou, fueron colonizadas primero por los franceses y luego por los ingleses en los siglos XVIII y XIX (Aceto, 2006). Durante el dominio francés, se desarrolló un criollo de base léxica francesa en las plantaciones que, con el tiempo, fue la lengua base para el desarrollo de un criollo inglés. Las comunidades de estas islas utilizaban el criollo francés en todos los aspectos de su cotidianidad y el francés estándar, en áreas como la educación y el gobierno. No obstante, con el cambio de colonizador, estas últimas instancias fueron asumidas por el inglés y los hablantes se vieron en la necesidad de reestructurar su lengua para que funcionara en las nuevas condiciones. Esto condujo a la creación de un criollo inglés fuertemente influenciado por el criollo francés en todos los niveles de la lengua. El caso de Santa Lucía es el más representativo y evidencia que no todos los criollos de esta región pasaron por el mismo modelo de creación (las plantaciones). Sobre este criollo, denominado Inglés Vernáculo de Santa Lucía (VESL, por sus siglas en inglés), Garret afirma:

VESL [...] should not be lumped together with Jamaican, Guyanese, Antiguan, Bajan (Barbadian), and related varieties as another Caribbean English Creole. The language varieties that are generally grouped together in this category came into being in an earlier historical era and under a particular set of sociohistorical circumstances, namely those associated with the Atlantic slave trade and the development of colonial plantation societies. [...] In contrast to these varieties, VESL has emerged much more recently and under quite different circumstances: primarily through the acquisition of English as a second language by monolingual speakers of Kwéyòl whose access to English was limited to exposure gained during a few years (at most) of attending primary school. These learners subsequently passed their heavily Kwéyòl-influenced English as-second-language on to their children, whose access to English was otherwise almost as limited, in many cases, as it had been for their parents. (2003, p. 157)

De este modo, se puede afirmar que el VESL fue primero una interlengua que más tarde se estabilizó y transmitió intergeneracionalmente. Por consiguiente, es necesario separarlo de los demás criollos anglófonos del Caribe en la medida en que no posee las mismas características, no solo en términos socio-históricos, sino también lingüísticos. Investigadores como Garret (2003) sostienen que es erróneo clasificar los criollos del Caribe solo por su base léxica, como tradicionalmente se ha hecho, pues esto oscurece las circunstancias particulares del surgimiento de cada criollo y desconoce la influencia que otras lenguas, no solo la lexificadora, pudieron tener en su formación. Este es el caso del VESL, que ha sido clasificado como un criollo inglés debido a su base léxica, sin atender al hecho de que en otros niveles de la lengua, como el sintáctico, se presentan rasgos mayoritariamente tomados del kwéyòl o criollo francés. Incluso se ha llegado a pensar que el VESL no es una lengua criolla en sí y que debería denominarse lengua de contacto (Garret, 2003), ya que la tradición lingüística no contempla entre sus definiciones clásicas de criollo el surgimiento de una lengua por el contacto entre un criollo con una lengua europea. Sin embargo, debido a la fuerte influencia que el criollo francés tuvo sobre el VESL, esta lengua ha sido denominada criolla.

La segunda forma de surgimiento de criollos caribeños, poco estudiada y reconocida, es la migración intracaribeña. Aceto (2006) afirma que muchas de las hablas de Honduras, Costa Rica y Panamá son el resultado de un proceso de migración, durante los siglos XIX y XX, por parte de hablantes de criollo inglés del resto del Caribe, especialmente del insular, a estos países. Así mismo, la migración se dio también entre los habitantes de las diferentes islas. Dos casos de suma importancia en esta forma de aparición son el criollo intermedio de Trinidad y Tobago, y los diferentes criollos de Guyana.

Analizando y siguiendo a Winford (1997), es posible afirmar que el criollo trinitario de base léxica inglesa nació en el siglo XIX, debido al contacto de múltiples lenguas, entre las que se incluyen criollos establecidos del Caribe que llegaron a la isla gracias a un proceso migratorio. La isla de Trinidad contó, durante muchos años, con pobladores franceses, lo que permitió el desarrollo de un criollo francés. No obstante, en 1797 los británicos asumieron el poder e iniciaron la migración de mano de obra barbadense, especialmente. Estos esclavos de Barbados poseían, al llegar a Trinidad, un criollo inglés ya desarrollado que entró en contacto con el criollo francés, ampliamente hablado en la isla. Como afirma Winford (1997), el criollo barbadense se convirtió en el modelo de lengua que los demás querían alcanzar, pues con el dominio inglés, muchos de los barbadenses empezaron a ocupar puestos con mayor prestigio como el de profesores y policías. De este modo, muchos de los hablantes del criollo francés se vieron en la necesidad de reestructurar su lengua y de adoptar elementos del inglés criollo, lo que generó una lengua criolla, fuertemente influida por el criollo barbadense y en menor grado por el kwéyòl trinitario. Es importante resaltar que este criollo surgió en las áreas urbanas, ya que allí llegó la mayoría de los inmigrantes, y solo a mediados del siglo XX se extendió por toda la isla. Por consiguiente, es posible aseverar que el criollo trinitario surgió por las dos formas atrás mencionadas: el cambio de un poder colonial y la migración intracaribeña.

El segundo caso, el de Guyana, presenta unas características peculiares, debido a que en este país se presentan tres variedades diferentes: un criollo rural, uno urbano y el inglés estándar guyanés. El que ha atraído la mayor atención de los investigadores es el criollo urbano, pues, a diferencia del rural, no surgió en las plantaciones y no puede ser considerado como parte del continuo lingüístico pos-criollo de Guyana, como usualmente se cree. En otras palabras, en Guyana no existe un criollo basilectal o más puro, el rural (Winford, 1997), que debido al proceso de descriollización se transformó en uno mesolectal o intermedio más cercano a la forma estándar del inglés hablado en Guyana (criollo acrolectal). Para algunos investigadores, entre ellos Winford (1997), el criollo urbano debe ser entendido como un criollo en sí mismo e independiente de la variedad rural. Esta tesis se fundamenta en la forma de constitución de esta lengua, ya que la colonización de este territorio fue diferente si se la compara con la forma considerada más típica, la jamaiquina. En primer lugar, Guyana fue una nación en donde convivieron diferentes colonizadores, entre ellos holandeses, franceses e ingleses. Los dos primeros se encargaron de establecer puertos de comercio y, en menor medida, plantaciones, como sí ocurrió con los ingleses (Winford, 1997). Los británicos fueron muy exitosos en esta forma de producción y se vieron en la necesidad de importar esclavos de colonias ya establecidas como las de Antigua, Barbados y San Kits, lo que generó una situación lingüística muy variada, pues entraron en contacto diversas variedades del inglés, unas más criollizadas que otras, así como posiblemente un criollo holandés, debido al primer colonizador y a las lenguas europeas.

Por su parte, en el área urbana se había constituido una variedad reestructurada del inglés independiente del proceso descrito anteriormente, pues allí vivían ingleses que habían migrado de otras islas junto con sus esclavos y se caracterizaban por hablar una variedad reestructurada del inglés (Winford, 1997). Así, cuando se dio el proceso de pos-emancipación (1838), los criollos que se trasladaron del campo a la ciudad se vieron en la necesidad de aprender esta última variedad y acomodarse a la situación lingüística urbana. Como se evidencia, las dos situaciones, la rural y la urbana, presentan diferencias muy marcadas, pues mientras en la primera se presentaba una riqueza lingüística importante, en la segunda el contacto se dio entre hablantes cuya base léxico-lingüística fue una sola, el inglés. A esto es necesario agregar que la llegada de mano de obra india luego de la emancipación se produjo solo en las plantaciones. Esto ayudó a mantener el criollo rural como se encuentra hasta hoy, pues esta comunidad lingüística se vio en la obligación de aprender esta variedad. De este modo, es posible concluir al menos dos cosas: (a) los criollos hablados en Guyana presentan cada uno una historia particular de surgimiento que los hace independientes y, por consiguiente, no es posible hablar de un continuum, y (b) tanto el criollo rural como urbano se constituyeron, en gran medida, por la migración intracaribeña, esto es, gracias a la traída de esclavos de otras islas de la región, quienes muy posiblemente ya hablaban un criollo.

Aproximación a la situación sociolingüística de las lenguas criollas del Caribe

Como se ha evidenciado, la situación lingüística del Caribe es compleja y rica debido a la gran cantidad de criollos que se hablan y también a las diferentes maneras como estos surgieron. Por consiguiente, es importante dejar en claro que cualquier intento de caracterización de la situación sociolingüística de las lenguas criollas de esta región es incompleto, pues cada país o departamento presenta una situación particular. En este capítulo, entonces, solo se hace un esbozo de lo que podría ser dicha situación. El lector debe tener en cuenta que en esta región se presentan más situaciones de contacto que las acá descritas. En este apartado, se utiliza la lengua lexificadora como criterio de clasificación. Primero se presenta la situación sociolingüística de aquellas islas donde se habla un criollo portugués-español, luego aquellas cuyo criollo es de base léxica francesa y, finalmente, se describe la situación de algunas de las naciones o islas donde existen criollos ingleses. Es necesario, sin embargo, hacer algunas aclaraciones antes de presentar cada caso.

La situación de los territorios donde se habla una lengua criolla ha sido tradicionalmente caracterizada como diglósica. Esto significa que el criollo y la lengua oficial, usualmente la lexificadora, tienen funciones sociales distintas dentro de la comunidad de habla y que, además, el criollo es la lengua con menor prestigio y menos codificada. No obstante, esto ha cambiado con el pasar del tiempo y académicos como Winford (1985) y Youssef (1996) han cuestionado y problematizado este hecho. Para estos autores, el concepto de diglosia debería ser transformado en poliglosia con multilingüismo, debido al hecho de que en el Caribe, la demarcación entre las funciones que cumple cada lengua ya no es tan clara y tampoco lo es la asignación de prestigio que se les ha dado.

Aunque en países como Haití hay una diferencia clara entre el criollo y la lengua europea, lo que permite hablar de diglosia, en el Caribe anglófono se presenta un fenómeno diferente, debido a que cada vez más existe un sistema abierto e igualitario que cierra la brecha entre las variedades. Esto ha conducido a que se postule la idea de una diglosia que se rompe, leaking diglosia (Fasold, 1986), o incluso a una situación de varialingüismo en términos de la competencia comunicativa de cada hablante (Youssef, 1996). Dicha competencia se caracteriza por la capacidad que tiene el hablante caribeño de realizar cambios de código debido a la cercanía léxica entre las lenguas. Esta capacidad se aprende desde muy temprana edad y se usa en casi todos los contextos comunicativos, debido a la ruptura de la diglosia clásica. A la par, hablar de multilingüismo se fundamenta en la idea de que en muchas islas, entre estas Dominica y Santa Lucía, se presentan criollos de diferente base léxica que conviven con un estándar. Teniendo en cuenta estas aclaraciones, es posible iniciar la descripción sociolingüística de algunas islas del Caribe.

Criollo de base léxica portuguesa-española: el papiamento en Aruba, Curazao y Bonaire

El papiamento es una lengua hablada en las islas holandesas de Aruba, Curazao y Bonaire, ubicadas al norte de Venezuela. Esta lengua convive con el holandés, el idioma oficial. El total de hablantes de esta lengua criolla de base española y portuguesa se estima en 200.000. Se considera que este criollo surgió gracias al contacto entre el portugués, el español y las lenguas africanas de los esclavos, pues estas islas fueron en primer lugar colonias españolas y, más tarde, pasaron a manos de los holandeses, quienes eran mucho más tolerantes lingüísticamente y permitieron que la lengua dejada por los primeros colonizadores se mantuviera, pues reservaron el holandés para la élite y aprendieron el papiamento para la comunicación con la mayoría (Holm, 2000). Es relevante resaltar que este criollo no tuvo como centro de origen las plantaciones, pues estas islas se basaban en el mercado de esclavos y eran sitios relevantes para el comercio de los españoles. Estos últimos fueron los que dieron en su gran mayoría el léxico al papiamento; reportes históricos denominan a esta lengua como "un español chapurreado" o "mal hablado" (Holm, 2000, p. 77). Sin embargo, la influencia del portugués ha llevado a considerarlo como una lengua con doble base léxica. El papiamento se consolidó como lengua en 1700, cuando se extendió a Aruba y Bonaire. En la actualidad, se presentan algunas diferencias del criollo entre las islas de Aruba y Curazao, pues, debido a la cercanía de la primera con Venezuela, el criollo en esta isla se ha hispanizado, mientras que en Curazao, el papiamento tiende a estar más influenciado por el holandés.

En la actualidad, el papiamento es una lengua de alto prestigio, hablada por todas las clases sociales y es usada en los medios de comunicación y, en menor medida, en la escuela, pues aún no posee carácter oficial como lengua de instrucción (Kouwenberg & Muysken, 1995). No obstante, aunque este criollo es hablado por toda la población, aún existe una fuerte relación entre grupo étnico, religión y lengua, según Holm (2000), pues la mayoría de los blancos protestantes asisten a los servicios religiosos en holandés, mientras que los negros y mestizos, en su mayoría católicos, usan la lengua criolla en los eventos religiosos. Además, hablar holandés es indicio de un mejor estatus social y de una mejor educación, características usualmente tenidas por los blancos que aún mantienen una actitud positiva frente a esta lengua. No obstante, el holandés está actualmente perdiendo ámbitos de uso, debido a un sentimiento de valorización hacia el criollo. Autores como Appel & Verhoeven (1995) arguyen que la actitud de los antillanos hacia el holandés presenta dos características: en primer lugar, la consideran como una lengua con valor instrumental, pero, al mismo tiempo, la rechazan debido a su connotación colonial. De este modo, el holandés es fuerte solamente en aquellos espacios sociales como la escuela y la corte, donde la norma legal aún exige su uso.

Criollos de base léxica francesa

La colonización francesa de varios territorios entre los siglos XVII y XIX condujo a la formación de criollos en diferentes territorios, entre los que se encuentran las Antillas Menores, Haití, Luisiana (en Norteamérica) y la Guayana Francesa. En el Caribe insular, el contacto de lenguas condujo a la aparición de criollos en Guadalupe y Martinica, departamentos de ultramar franceses que poseen un fuerte contacto en la actualidad con la lengua europea, y en Dominica, Santa Lucía, Granada y Trinidad, en donde los criollos coexisten con el inglés. Sin embargo, y a pesar de esta división, los criollos de base léxica francesa son inteligibles entre sí debido a su modo de surgimiento y gracias a las fuertes relaciones que durante muchos años tuvieron estas islas. A continuación, se presenta la situación sociolingüística de tres de los criollos de base léxica francesa hablados en el Caribe: uno perteneciente a una nación independiente (Haití), otro hablado en un departamento de ultramar francés (Guadalupe) y, por último, un criollo que convive con diferentes lenguas (en Dominica).

Haití

El criollo haitiano es el que más hablantes posee y, junto con el jamaiquino, uno de los más estudiados en la región del Caribe. Este criollo posee en la actualidad más de 6 millones de hablantes en un país con el más alto índice de pobreza de toda América (Muysken & Veenstra, 1995). Aunque sus orígenes son imprecisos, se cree que este criollo surgió entre los bucaneros franceses cuya tripulación se componía tanto de estos europeos como de ingleses y esclavos africanos que más tarde se establecieron en Haití (Holm, 2000). Para fomentar la lengua en la isla, y debido a la fuerte competencia de los españoles y los ingleses por dominar este territorio, los franceses decidieron expandir su lengua a través de la migración de francesas que se convirtieron en las primeras habitantes. Hay que recordar que la isla estuvo bajo dominio español y solo hasta 1697 pasó a manos de los franceses. Sin embargo, el poderío español no dejó fuertes marcas lingüísticas. Algunos historiadores han podido concluir que las familias lingüísticas africanas que ayudaron a la consolidación del criollo son la familia mande y la kwa, pues a diferencia, por ejemplo, de Santo Domingo, los franceses traían a sus esclavos de áreas especificas en África y no a través de la compra en otros territorios caribeños.

En la actualidad, y gracias a los procesos de emancipación (1794) e independencia (1804), Haití perdió el contacto con su colonizador y se caracteriza porque un 90% de su población tiene como lengua materna y como única lengua el criollo. No obstante, la élite de descendencia directamente francesa se caracteriza por ser bilingüe, ya que adquieren tanto el francés como el criollo en el hogar (Holm, 2000). Es esta élite la que aún mantiene el francés en Haití, pues se beneficia económica y socialmente de poseer una lengua de prestigio internacional. Por esta razón, durante muchos años el francés fue la lengua oficial, desconociendo el hecho de que la mayoría de la población no la manejaba, y solo hasta 1987 el criollo obtuvo el carácter de lengua cooficial en la isla.

Un punto esencial es la situación entre las dos lenguas. Aunque se afirmó anteriormente que Haití es un caso típico de diglosia, autores como Holm (2000) afirman que es más conveniente hablar de una nación compuesta por dos comunidades lingüísticas: la primera, conformada por la élite haitiana, ubicada en zonas urbanas y caracterizada por ser bilingüe; y la segunda, constituida por la mayoría de la población tanto en espacios urbanos como rurales, cuya característica central es el monolingüismo en lengua criolla. Este planteamiento parte de la idea de que en la isla no hay una distribución de funciones entre el francés y el criollo, debido al hecho de que ningún dominio ni ninguna situación comunicativa están exentos del uso del criollo.

A la par, el prestigio del criollo ha aumentado en los últimos años, incluso ha llegado a ser usado en publicaciones políticas y en discursos presidenciales (Holm, 2000). Otro aspecto esencial en la situación sociolingüística es el hecho de que, en 1979, el gobierno desarrolló un proceso de estandarización del criollo que permitió que esta lengua fuera oficialmente la lengua de instrucción durante los primeros años escolares. Esto ha conducido a una gran mejoría de los niveles educativos de esta sociedad, pues antes la lengua de instrucción era el francés y esto generaba que los pocos haitianos escolarizados tuvieran un bajo rendimiento escolar. Este avance del criollo ha conducido a que se cuestione en la actualidad el rol del francés y que tienda a ser remplazado por el inglés. Holm (2000) considera que el inglés es una ventana económica y social al mundo. Además, muchos de los haitianos que logran salir del país están trasladándose a países de habla anglófona, lo que da lugar a la creación de una diáspora que aún mantiene fuertes relaciones con la isla y que pone en la escena lingüística el inglés.

En cuanto a la actitud que los hablantes tienen frente a estas dos lenguas, investigaciones como las de Doucet (2000) establecieron que los hablantes de criollo consideran su lengua como un sistema separado del francés, es decir, como una lengua en sí misma y totalmente apropiada para la comunicación entre los haitianos. Así mismo, aún consideran importante aprender la lengua europea, debido a la movilidad social que les puede traer. Es importante tener en cuenta que en Haití se presentan tres variedades del criollo: una central o urbana -con mayor contacto con el francés estándar-, una en el norte y otra en el sur. Estas dos últimas están menos influenciadas por el estándar y mantienen grandes diferencias con respecto a la variedad urbana en términos léxicos (Holm, 2000). Así, aquellos que aún ven el francés como lengua social con alguna utilidad son, en su mayoría, aquellos poseedores del criollo urbano o central, pues reciben directamente los beneficios sociales que trae hablar el estándar.

Guadalupe

Guadalupe, al igual que Martinica, es un departamento de ultramar francés que se caracteriza por la coexistencia de dos lenguas, el criollo o patois y el francés estándar, lengua oficial. Según Bolus (2010) la isla se caracteriza por la existencia de diglosia, ya que el francés es la lengua reconocida por el Estado que sirve como medio de comunicación en el poder político y judicial, mientras que el criollo es adquirido y usado en los eventos comunicativos de la vida cotidiana. En cuanto a las actitudes de los hablantes, estos ven el francés como la lengua del colonizador y le asignan al criollo un sentimiento de libertad; a la par, algunos hablantes consideran el criollo como un obstáculo para aprender de forma apropiada el francés estándar. Debido a que el francés es la lengua oficial, este se encuentra permeando la vida cotidiana de los hablantes, pues aparece fuertemente en los medios y es la lengua de instrucción en las escuelas. Esto ha conducido a que se considere que Guadalupe, y su hermana Martinica, se encuentren en un proceso de descriollización (Bolus, 2010) que se caracteriza por un remplazo de las características intrínsecas del criollo por elementos del francés estándar, especialmente a nivel fonológico, sintáctico y léxico. Así, la lengua hablada por algunos guadalupenses es lo que se denomina un formal-Creole o criollo con elementos del estándar (Bolus, 2010).

Debido a lo anterior, los hablantes son caracterizados como bilingües con una fuerte tendencia hacia el cambio de código. Dicho cambio se define por diferentes elementos, entre los que se encuentran el contexto social de interacción, la clase social de los interlocutores, el propósito de la interacción y las actitudes que tiene cada uno de los participantes frente al estándar y el patois. Esta tendencia hacia el cambio de código ha sido descrita como deliberada, es decir, el hablante la realiza intencionalmente y no por la falta de conocimiento en alguno de los códigos, lo que lleva a pensar que una nueva lengua se está formando debido al contacto (Bolus, 2010), una lengua que se ha denominado habla guadalupense y que se caracteriza por acercarse cada vez más al francés metropolitano o estándar, pero con rasgos traídos del criollo.

Por último, es relevante resaltar que la lengua criolla ha estado presente en el sistema educativo de dos maneras. Primero, como herramienta informal de educación, es usada por los docentes para aclarar información que no es comprendida cuando se usa el estándar, y, segundo, como materia de estudio. Esto ha conducido a que se planteen propuestas en torno a la inclusión del criollo en la escuela como lengua de instrucción. Sin embargo, debido al proceso de descriollización mencionado, algunos investigadores sostienen que es indispensable tender a una educación bilingüe en donde ambas lenguas tengan un papel importante, pues los alumnos crecen en un ambiente donde dos lenguas y dos culturas coexisten.

Dominica

En primer lugar, es importante resaltar que, durante el proceso de colonización, los franceses fueron los primeros en tomar la isla y convivieron durante un periodo considerable de tiempo con los habitantes tradicionales de este territorio, los caribes. En 1763, los británicos se apoderaron de la isla e intentaron consolidar el inglés como lengua del territorio. No obstante, el amplio número de hablantes franceses y su poderío económico en las plantaciones mantuvo la influencia del francés hasta bien entrado el siglo XIX. Debido a esto, se desarrolló un criollo de base léxica francesa con fuertes relaciones con los criollos de Martinica y Guadalupe, ya que la mayoría de los esclavos provenían de estas dos islas (Brayan & Burnette, 2003). A la llegada de los ingleses, y cuando estos asumen el poder, el patois o criollo francés se ve obligado a convivir con el inglés, lo que modifica la situación lingüística de la isla. El censo más reciente permite concluir que en Dominica un cuarto de la población es hablante de criollo, mientras que un 69% se considera hablante tanto de criollo como de inglés, a la vez que el 6% restante se considera monolingüe en inglés. Sin embargo, la situación es más compleja de lo que parece, pues en esta isla conviven en realidad cuatro variedades: el inglés estándar de Dominica, el criollo de base léxica francesa, un inglés dominicano fuertemente criollizado y un inglés criollo denominado cocoy.

En cuanto al cocoy, este es considerado un criollo basilectal que surgió en el norte de la isla, debido a que en esta región se presentó un fuerte asentamiento británico. Esta variedad posee similitudes con los criollos de Jamaica y Antigua, y es uno de los criollos más tradicionales de la región. Por su parte, el inglés criollizado de dominica (DCE, por sus siglas en inglés) se caracteriza por ser un criollo intermedio que surgió en el sistema escolar debido a la necesidad de utilizar una lengua de contacto entre los docentes ingleses y los estudiantes cuya lengua materna era el criollo francés. Por lo tanto, es un criollo que fue y sigue siendo adquirido como segunda lengua (Brayan & Burnette, 2003). En lo referente a la relación entre estas variedades, se considera que el cambio de código es una norma en Dominica, pues, aunque la mayoría de los habitantes son hablantes del patois, estos se ven en la necesidad de cambiar de lengua según el contexto en que se encuentren. El inglés es más utilizado en contextos formales como los negocios debido a su carácter oficial, mientras que el criollo francés se utiliza en la vida cotidiana y ha empezado a ganar espacio en la radio y en los servicios religiosos. En la escuela, la lengua de instrucción es el inglés, aunque el patois también es utilizado con el fin de que los estudiantes comprendan mejor los contenidos escolares. En su trabajo del 2003, titulado Language variation and language use among teachers in Dominica, Brayan & Burnette (2003) concluyen que la mayoría de los hogares son bilingües. Al mismo tiempo, los investigadores identifican que los docentes participantes en el estudio consideran a Dominica como un país multilingüe y reflejan actitudes positivas frente a todas las variedades en contacto.

Criollos de base léxica inglesa

A continuación, se presenta la situación sociolingüística de diferentes islas del Caribe en donde existen criollos de base léxica inglesa. Sin embargo, es importante tener en cuenta que muchos de estos criollos conviven con criollos de otra base, lo que hace que la situación lingüística del territorio sea más compleja. La caracterización que se hace corresponde tanto al área del este como del oeste, pero se dejan de lado criollos con fuerte tradición investigativa, como el Jamaiquino, pues la extensa bibliografía existente sobre estos daría para una descripción independiente. Del mismo modo, se prefiere poner en evidencia la situación de criollos menos conocidos, como por ejemplo aquellos hablados en Carriacou y las Antillas Holandesas.

Barbados

La situación sociolingüística de Barbados se caracteriza porque, en la actualidad, en esta isla no existe un criollo basilectal, sino que se presenta un criollo mesolectal inglés que se encuentra en proceso de descriollización (Van Herk, 2003). No obstante, debido al proceso de colonización, sí existió un criollo basilectal, ya que, durante 1650 y 1750, Barbados fue una potencia productora de azúcar y poseyó una gran cantidad de esclavos bajo el dominio inglés, lo que permitió la consolidación de este tipo de criollo. Sin embargo, luego de los procesos de emancipación e independencia, se inició una diferenciación social entre aquellos hablantes educados que utilizaban la variedad estándar y hablantes menos educados que, aunque hablaban el criollo basilectal, tenían como lengua meta el estándar, debido a los beneficios que esta última traía. Esta tendencia hacia el estándar condujo a que muy rápido se consolidara una gran comunidad de hablantes cuya variedad era, y es, muy cercana al estándar. Este proceso se dio, según Van Herk (2003), de manera más rápida que en otras partes del Caribe. Además el desarrollo económico de la isla permitió que este proceso se diera con mayor fuerza.

Otros factores que influyeron en la tendencia hacia la desaparición del criollo son las fuertes actitudes negativas que se atribuyeron a los hablantes de criollo basilectal y la baja cantidad de hablantes de este criollo que existieron, lo cual limitó su consolidación. En la actualidad, los hablantes más jóvenes no poseen contacto directo con el criollo basilectal y, por consiguiente, este no constituye una parte esencial para determinar su identidad, como sí ocurre en otras partes del Caribe. En el estudio realizado por Van Herk (2003), este caracteriza el habla de algunos de sus informantes como similar al de un afroamericano o al de un hablante de segunda generación de inmigrantes caribeños en Canadá. Así, los jóvenes barbadenses no construyen su identidad a partir del criollo intermedio allí hablado, sino que la construyen, gracias a la influencia de los medios de comunicación y a la alta posibilidad que existe de viajar a Norteamérica, desde naciones anglohablantes con fuerte prestigio.

Carriacou

Esta isla se encuentra ubicada en el Caribe oriental y hace parte de las Granadinas. El criollo allí hablado, al igual que el de barbados, ha sido considerado como un criollo intermedio mesolectal con fuerte influencia del inglés afroamericano. Así, este no presenta características tan profundas en términos lingüísticos como los criollos de Jamaica o Surinam. Esta isla es la más grande de las Granadinas y estuvo bajo el dominio francés, pero luego fue tomada por los ingleses. Fue un sitio de plantación de tabaco, algodón y azúcar. Kephart (2003) afirma que la isla pasó por un proceso de relexificación, pues el criollo francés que se desarrolló hasta 1750 tuvo que transformarse en menos de un cuarto de siglo en un criollo inglés. En la actualidad, el criollo francés tiene muy pocos hablantes y su influencia se puede percibir lingüísticamente en el criollo inglés. La situación lingüística se caracteriza, según Kephart (2003), por el uso de lo que ha sido denominado el inglés criollo de Carriacou (CCE, por sus siglas en inglés) en situaciones informales y por el uso del estándar en las más formales. Sin embargo, debido al proceso de descriollización, la primera variedad se acerca cada vez más al estándar.

San Eustaquio

San Eustaquio es una isla holandesa ubicada en el Caribe Oriental, muy cerca de San Martín, con una población aproximada de 3.300 habitantes. En esta isla, el idioma oficial es el holandés, aunque la lengua materna de la mayoría es el criollo inglés de San Eustaquio (SCE, por sus siglas en inglés). Este criollo, como se mencionó en el apartado titulado Orígenes de los criollos del Caribe, nació del contacto entre el inglés y algunas lenguas africanas en el puerto comercial que allí se estableció. Es importante recordar que esta pequeña isla estuvo al mando de diferentes colonizadores, entre ellos franceses, ingleses y, finalmente, holandeses. Estos últimos se caracterizaron por dar la bienvenida al inglés como lengua de comercio en la isla, pues la mayoría de los intercambios económicos se llevaban a cabo en esta lengua y los descendientes africanos la habían adquirido al estar en contacto con los compradores esclavistas que la utilizaban. Así, el SCE se convirtió no solo en la lengua de los esclavos, sino que también era utilizado por los europeos como lengua franca, pues San Eustaquio fue considerado en el siglo XVIII como el emporio comercial del Caribe, debido a su cercanía con otras islas y por el fuerte contacto que tuvo con las recién creadas colonias norteamericanas.

En la actualidad, el holandés es la lengua de instrucción de las escuelas, aunque no es la lengua materna de ninguno de los habitantes. A la par, muchos de los habitantes perciben el holandés como una lengua necesaria, pues, según Aceto (2006), consideran que al pertenecer a Holanda deben aprenderla; además, algunos de los habitantes realizan su educación en los Países Bajos. Debido a su tamaño, la isla solo posee una estación de radio y dos canales de televisión que utilizan en su mayoría el inglés estándar. Según Aceto (2006), la lengua no se está descriollizando, ya que no comparte con la lengua dominante ningún rasgo lingüístico que la haga tender hacia ella.

Trinidad y Tobago

Trinidad y Tobago son dos islas que constituyen la republica que lleva su nombre. Estos dos territorios se encuentran en la costa norte de Venezuela y tienen como idioma oficial el inglés. No obstante, su situación lingüística es compleja, debido a los procesos históricos que tuvieron lugar en estas dos islas. La isla de mayor tamaño, Trinidad, es considerada como un país multilingüe, en donde se habla el inglés trinitario estándar, un criollo intermedio o mesolectal y, en menor medida, el francés, el español y el bhojpuri, lengua cercana al hindi. Por su parte, en Tobago se presenta solamente un inglés criollo basilectal junto con uno acrolectal y, en menor medida, uno mesolectal de base léxica inglesa.

Para entender esta diversidad, es necesario tener en cuenta la situación histórica que dio origen a estas lenguas. Trinidad fue colonia española durante más de tres siglos, desde 1498. Sin embargo, el español nunca se consolidó como la lengua de la población. Luego, la isla pasó a manos de los franceses y allí se consolidó un criollo de base léxica francesa que durante varias décadas fue la lengua de la mayoría de la población, hasta cuando los británicos tomaron el poder en 1763 en Tobago y en 1797 en Trinidad (James, 2006). Este criollo se implementó en la isla gracias a que los franceses trajeron esclavos ya criollizados de Martinica, Guadalupe y Haití.

Debido a que los ingleses vieron la necesidad de fortalecer su poderío, estos promovieron un proceso de anglicización que condujo a la desaparición del criollo francés y a que la mayoría de la población asumiera la lengua criolla inglesa. Esta última se consolidó gracias a una oleada de hablantes de criollos ingleses de otras islas del Caribe que vieron a Trinidad como una fuente importante de trabajo. De este modo, afirma Ferreira (2011), para 1923, el criollo inglés ya había desplazado al francés. A la par, Trinidad atrajo un gran porcentaje de trabajadores indios como mano de obra, lo que llevó a que la situación lingüística se enriqueciera. Es importante resaltar que en Tobago se presentó un fenómeno distinto, pues a esta isla no llegaron los migrantes de tan diversos orígenes, sino que su población era mayoritariamente afrodescendiente, lo cual ha permitido que el criollo basilectal se mantenga. A la par, en el siglo XX se inició un proceso de industrialización en Trinidad (James, 2006; Youssef, 2011) que atrajo la migración de más hablantes de criollos de las otras islas del Caribe. Sin embargo, esta situación no se presentó en Tobago, que aún continúa siendo una isla rural.

En la actualidad, la situación de Trinidad se entiende a partir de la convivencia del criollo inglés y del estándar, pues todos los ámbitos sociales están permeados por ambas variedades. Una gran cantidad de niños aprenden la variedad mesolectal en el hogar y es en la escuela en donde tienen mayor influencia del estándar (Youssef, 1996). No obstante, aunque en algunos escenarios solo se habla el estándar, como en el gobierno y en los servicios religiosos, en la mayoría se presenta alternancia entre los dos códigos. De este modo, en gran parte de los dominios de la vida se encuentran conviviendo el estándar junto a la variedad intermedia. En los medios de comunicación y la escuela, por ejemplo, coexisten los dos códigos. Esta situación ha conducido a que los hablantes sean caracterizados como poseedores de una competencia varialingual (Youssef, 1996), una competencia que le permite al individuo desenvolverse en una sociedad donde coexisten diversos códigos que no necesariamente compiten, sino que conviven en los sujetos y que se caracterizan -a diferencia de las situaciones de bilingüismo clásico, donde los códigos son claramente diferentes- porque comparten rasgos lingüísticos como el vocabulario. Este hecho se presenta visiblemente en la escuela, en donde no se demarca claramente el uso del estándar ni del criollo. En Tobago se presenta una situación similar con algunos rasgos particulares. La mayoría de los hablantes, en palabras de Youssef:

[...] exhibit what I have elsewhere called varilingual competence (e.g. Youssef, 1996) balancing their use of the contact varieties according to stylistic features of the immediate situation in which they found themselves as well as according to userbased factors. They produced some mesolectal Tobagonian Creole (Tob MC) and some acrolect (Tob S) or some basilect (Tob BC) and some mesolect in a proportional representation of the two varieties which was not random but pre-selected and controlled. (2011, p. 195)

De este modo, en Tobago se presenta la misma competencia señalada para los hablantes de Trinidad, pero con el rasgo particular de la presencia del criollo basilectal, ausente en el repertorio de los hablantes trinitarios. Además, el hecho de poseer este tipo de criollo ha conducido a que los hablantes asignen valores diferentes a las variedades, pues los hablantes de mayor edad desdeñan el mesolecto, en la medida en que lo ven como una forma corrupta del estándar; mientras que los hablantes más jóvenes lo utilizan en mayor medida y se enfocan en él, pues consideran que el basilecto es más característico del habla de los mayores. Por su parte, el acrolecto es el habla de los hablantes mayores más educados y casi no se presenta en el habla de los jóvenes, hecho que hace pensar que los códigos no compiten entre sí, sino que coexisten sin conflicto.

Conclusiones

Como se evidenció a lo largo del texto, la situación lingüística del Caribe es compleja y se caracteriza por la existencia de criollos de diferentes bases léxicas como la inglesa, la portuguesa-española y la francesa. Además, estos criollos conviven en espacios geográficos muy pequeños con lenguas europeas, criollos de diferente base léxica e incluso con lenguas de otras familias lingüísticas.

Un punto esencial a lo largo del texto fue resaltar la idea de que los diferentes criollos hablados en esta región se originaron gracias a diversas situaciones socio-históricas, entre las que se encuentran: las plantaciones, los procesos de cimarronaje, los puertos comerciales, el cambio de poder por parte de los colonizadores y la migración intracaribeña. A la par, la descripción de las diferentes situaciones sociolingüísticas permitió afirmar que en algunos casos se puede hablar de diglosia, mientras que en otros se presenta una situación poliglósica e incluso una ruptura de la división de uso de las lenguas en contacto. También se evidenció que algunos criollos tienen un alto prestigio, mientras que otros están desapareciendo.

Por consiguiente, esta región no debe ser concebida como un todo, sino que es necesario tener en cuenta las situaciones particulares de cada territorio, esto con el fin de comprender de manera más clara y adecuada las lenguas criollas, un fenómeno interesante y de suma relevancia para la lingüística actual.


* Este artículo fue producto de las reflexiones llevadas a cabo en curso de Teoría I (2011-II) de la Maestría en Lingüística de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá, dirigido por la profesora Olga Ardila, a quien agradezco sus aportes.

1 Se utiliza el término encuentro dado que el énfasis de este texto son las situaciones de contacto lingüístico. Sin embargo, no se puede desconocer que dicho contacto cultural fue un proceso de subyugación violento.


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