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Forma y Función

Print version ISSN 0120-338X

Forma funcion, Santaf, de Bogot, D.C. vol.25 no.1 Bogotá Jan./June 2012

 

EL ESPAÑOL EN CONTACTO CON LA LENGUA TOBA (QOM): FENÓMENOS DE TRANSFERENCIA Y ADQUISICIÓN DE SEGUNDAS LENGUAS

SPANISH IN CONTACT WITH THE TOBA (QOM) LANGUAGE: TRANSFERENCE AND SECOND LANGUAGE ACQUISITION PHENOMENA

Alicia Avellana*
Universidad de Buenos Aires (UBA) & Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Argentina
aliciaavellana@yahoo.com.ar

Artículo de investigación. Recibido 04-11-2011, aceptado 26-04-2012


Resumen

Se analizan diversos fenómenos gramaticales de hablantes bilingües y de hablantes de español como segunda lengua en una situación de contacto lingüístico (toba- español) en la Argentina. Por un lado, se describe un conjunto de estructuras que pueden atribuirse a fenómenos de transferencia de la lengua indígena y, por el otro, se examinan distintas propiedades gramaticales vinculadas con el proceso de adquisición de segundas lenguas, que no guardan una relación directa con la gramática del toba. Posteriormente se evaluó el tipo de elemento gramatical involucrado en cada caso a partir del modelo teórico de la gramática generativa y, en especial, de la propuesta de la morfología distribuida de Halle y Marantz. Se concluye que los procesos de transferencia y los fenómenos de la adquisición de segundas lenguas presentan diferencias y que estas pueden vincularse con "lugares" gramaticales diferenciados. Este análisis sustenta la idea de que la variación entre las lenguas es formalizable y que los fenómenos de contacto influyen en esto.

Palabras clave: adquisición de segundas lenguas, contacto lingüístico, gramática genera- tiva, morfosintaxis, transferencia, toba-español (Argentina).


Abstract

The paper analyzes various grammatical phenomena observed in bilingual speakers and speakers of Spanish as a second language in a linguistic contact situation (Toba- Spanish) in Argentina. On the one hand, it describes a set of structures that can be attributed to transference phenomena from the indigenous language, and on the other hand, it examines different grammatical properties associated with second language acquisition that are not directly related to the grammar of Toba. Finally, it evaluates the type of grammatical element involved each case on the basis of the theoretical model of generative grammar, particularly the distributive morphology proposal set forth by Halle y Marantz (1993 and subsequent work), in order to ascribe the aforementioned phenomena to precise grammatical aspects. Beyond the descriptive goal of this paper, the analysis of the data makes it possible to conclude that the differences displayed in transference processes and second language acquisition phenomena could be related to different grammatical loci. Additionally, the analysis supports the idea that variation across languages is susceptible of formalization, and that contact phenomena contribute to it.

Keywords: generative grammar, linguistic contact, morphosyntax, second language acquisition, transference, Toba-Spanish (Argentina).


Introducción

En este trabajo nos ocupamos del español en contacto con la lengua toba (qom, familia guaycurú), una lengua indígena hablada por aproximadamente 70 000 personas en la región del Gran Chaco (Argentina, Bolivia y Paraguay) y, dentro de la Argentina, también en diversos asentamientos urbanos en las grandes ciudades. Específicamente analizamos una serie de fenómenos gramaticales en el habla de bilingües y hablantes de español como segunda lengua en diversas comunidades de la Argentina en las que conviven ambas lenguas.

En particular, nos proponemos clasificar y caracterizar dos tipos de fenómenos gramaticales involucrados en esta situación de contacto: en primer lugar, describ mos ciertas estructuras que pueden atribuirse a transferencia de la lengua indígena, es decir, a características del toba que se trasladan al español de contacto. En segundo lugar, analizamos un conjunto de propiedades gramaticales vinculadas con el proceso de adquisición de una segunda lengua. En este caso, examinamos ciertas regularizaciones y sobregeneralizaciones en el español de estos hablantes que no pueden adjudicarse de manera directa a la gramática del toba, sino que se originan en el proceso mismo de adquisición del español. Asimismo, discutimos algunos fenómenos que ponen en juego ambos tipos de procesos e, incluso, que corresponden a estructuras propias del español de la zona, que es en sí misma una variedad de contacto debido a la presencia de otras lenguas indígenas (fundamentalmente del guaraní).

Tomando como base la distinción mencionada, procuramos determinar el tipo de elemento gramatical involucrado en los fenómenos de transferencia, por un lado, y en las construcciones propias de la adquisición de segundas lenguas, por el otro. De este modo, más allá del aporte descriptivo, este trabajo posee un interés teórico en relación con la identificación de estructuras que pueden resultar del contacto lingüístico. Específicamente, indagamos si existen diferencias cualitativas entre los dos tipos de fenómenos descritos y si estas pueden vincularse con niveles gramaticales distintos. Para ello, partimos del modelo teórico de la gramática generativa y, en especial, de la propuesta de la morfología distribuida (Halle & Marantz, 1993; Embick & Halle, en prensa) como base para adscribir los fenómenos observados a "lugares" gramaticales precisos.

Por último, evaluamos el alcance de los fenómenos analizados en relación con la noción de variación dentro del marco teórico en el que trabajamos. En este sentido, consideramos que es posible formalizar los aspectos gramaticales que están sujetos a variación entre las lenguas y que el estudio de los fenómenos de contacto puede colaborar con dicha formalización.

El trabajo se articula de la siguiente manera: en el primer apartado exponemos el marco teórico, con particular atención en el lugar que este le otorga a la variación lingüística. En el segundo apartado presentamos el contexto sociolingüístico relevante en el que se encuentran los hablantes con los que trabajamos, a la vez que explicitamos algunos aspectos metodológicos vinculados con la recolección de los datos; en §3 y §4 incluimos la descripción y el análisis de los fenómenos atribuibles a la transferencia del toba sobre el español y a los procesos propios de la adquisición de segundas lenguas, respectivamente. El quinto apartado se ocupa de una serie de construcciones que resultan difíciles de delimitar, dado que presentan características de ambos tipos de fenómenos. En §6 discutimos los datos a la luz de los objetivos que guían este trabajo y, en el séptimo y último apartado, recogemos las consideraciones finales.

1. El marco teórico

Este trabajo se inscribe en el marco teórico de la gramática generativa (Chomsky, 1981, y trabajos posteriores). Dentro de este, el estudio de la variación lingüística recibió un interés particular a partir de los años ochenta con el modelo de principios y parámetros. Allí se propuso la noción de gramática universal para referir a un componente innato conformado por un conjunto de principios universales, comunes a todas las lenguas. Estos principios, a su vez, se vinculan con una serie de parámetros, que son los que dan cuenta de la variación entre las lenguas dentro de los límites impuestos por la gramática universal. Dentro de esta propuesta, en consecuencia, es posible no solo explicar el hecho de que las lenguas varíen, sino también formalizar dicha variación y circunscribirla a aspectos bien definidos de la gramática.

La forma en la que se codifica la variación ha recibido distintas formulaciones desde su propuesta original. Así, en un comienzo se concebían los parámetros como un conjunto de propiedades sintácticas abstractas que afectaba la aplicación de los principios universales (como, por ejemplo, las propiedades vinculadas al parámetro del sujeto nulo en relación con el principio que establece que toda oración posee un sujeto). Sin embargo, actualmente ya no se concibe la variación de ese modo, sino que se ubica principalmente en los rasgos funcionales presentes en las distintas lenguas.

En esta investigación trabajamos, en particular, desde la propuesta de la morfología distribuida (Halle & Marantz, 1993, y posteriores). Dentro de esta, resulta de importancia la incorporación de un componente morfológico que se ubica luego de la sintaxis propiamente dicha. Así, al modelo gramatical generativo se le añade este nuevo componente postsintáctico, como se observa en la figura 1:

A partir de esto, una de las peculiaridades que caracteriza a esta propuesta es que no se concibe un léxico como una unidad en la que se almacenan las distintas entradas con sus rasgos fonológicos, sintácticos y semánticos (y que precede a la sintaxis propiamente dicha), sino que esta información resulta segmentada y distriuida en distintas instancias a lo largo de la derivación. De esta manera, los aspectos variables entre las lenguas se almacenan en distintos "lugares" de la gramática.

En particular, en este trabajo nos detendremos en dos aspectos fundamentales en los que las gramáticas admiten variación en el dominio morfosintáctico: por un lado, las lenguas pueden presentar diferencias en cuanto a los rasgos sintáctico- semánticos que seleccionan dentro de un inventario universal (universal feature inventory). Por ejemplo, en relación con el número, existen lenguas que poseen un rasgo [dual], mientras que otras activan únicamente los rasgos [singular] y [plural], de manera que cada lengua puede conformar un subconjunto distinto de los rasgos abstractos que actúan en la sintaxis1. Por otro lado, las lenguas varían en las distintas operaciones que se aplican en la morfología. Dado que se ubican en el camino hacia la forma fonológica, dichas operaciones son puramente formales, es decir, no reciben interpretación semántica como, por ejemplo, la fusión de rasgos de tiempo y aspecto en ciertos morfemas del pasado en español (e. g. cantó). Asimismo, en el componente morfológico se asocian los rasgos abstractos con su manifestación fonológica en cada lengua (por ejemplo, se vincula el rasgo [plural] con sus realizaciones fonológicas -s, -es o Ø en español). En suma, las diferencias morfosintácticas entre las lenguas se encuentran distribuidas en distintos aspectos gramaticales, entre los cuales ocupa un lugar esencial la selección de rasgos, por un lado, y las operaciones que ocurren en el componente morfológico, por el otro.

A partir de lo anterior, en este trabajo nos centraremos en estos dos "lugares" fundamentales en los que puede codificarse la variación morfosintáctica, que re- sumimos a continuación:

A. Selección de rasgos: la selección del conjunto de rasgos sintáctico-semánticos que operan en la sintaxis (por ejemplo, [femenino], [plural], [pasado], etc.).

B. Aspectos morfológicos: todas aquellas operaciones que tienen lugar en el componente morfológico (morfología); específicamente nos detendremos en la concordancia2 y en la inserción de las manifestaciones fonológicas del español3.

A partir del marco teórico propuesto, en este trabajo partimos del supuesto de que los fenómenos de contacto -que aparecen como hechos aislados en las descripciones dialectológicas- pueden sistematizarse y que la variación entre las lenguas es formalizable. El análisis que expondremos a continuación nos permitirá determinar si los dos "lugares" gramaticales mencionados resultan afectados por la transferencia interlingüística y por los fenómenos de adquisición de segunda lengua. Asimismo, intentaremos precisar si estos procesos pueden diferenciarse y si la distinción encuentra sustento teórico en el modelo gramatical propuesto.

2. Los hablantes y los datos

Los datos con los que trabajamos fueron recogidos en diversas comunidades de la Argentina (en el nordeste del país [provincia de Chaco] y en una comunidad de la provincia de Buenos Aires). En cuanto a la situación sociolingüística de los hablantes, la lengua toba4 constituye muchas veces en las zonas rurales la única lengua de personas mayores y niños en edad preescolar. En estas zonas, los adultos jóvenes son generalmente bilingües, aunque su grado de bilingüismo varía según la escolarización o la actividad laboral. En los asentamientos urbanos se observa una mayoría de hablantes bilingües y de niños que adquieren el español como primera lengua (Messineo, 2003).

Los datos que presentamos aquí están tomados, por un lado, de hablantes adul- tos bilingües -que adquirieron conjuntamente ambas lenguas- y, por otro lado, de adultos que han adquirido el español a partir de los 15 años aproximadamente. A estos últimos nos referimos como hablantes de español como segunda lengua, dado que el proceso de adquisición del español tuvo lugar luego de tener completamente adquirida la primera lengua. No obstante, en este contexto de adquisición natural (i. e. no formal) no es posible descartar que estos hablantes hayan tenido contactos esporádicos con el español antes del momento más "intenso" de adquisición que ellos mismos refieren.

Por otra parte, cabe mencionar que el español que se habla en la zona de la cual provienen los hablantes pertenece a lo que se conoce comúnmente como variedad del nordeste. Tal como la define Abadía de Quant (2000), esta variedad se caracteriza, por un lado, por ser lingüísticamente más conservadora que la de otras zonas del país y, por el otro, por formar parte del área de influencia del guaraní. Estos son dos factores importantes a tener en cuenta al momento de considerar los datos, así como la posible influencia de otras lenguas indígenas de la región. En particular, el guaraní se utilizó en esta zona como una de las lenguas generales luego de la Conquista; esto explica que el español que se habla en todo el nordeste argentino haya incorporado características de esta lengua indígena que trascienden el habla bilingüe y que conforman una variedad regional. En el caso del toba, por el contrario, el contacto con el español comienza recién a fines del siglo XIX, lo cual justifica en gran parte el hecho de que las transferencias encontradas se limiten al habla bilingüe y a los hablantes de español como segunda lengua.

Los datos fueron recolectados por medio de una serie de entrevistas orales. Asimismo, hemos registrado datos de habla espontánea mediante la observación participante, en viajes de campo a diversas localidades de la provincia de Chaco (Villa Río Bermejito, Castelli, El Colchón y El Espinillo) y en el asentamiento urbano de Presidente Derqui, provincia de Buenos Aires.

En lo que sigue, nos abocaremos al análisis de las estructuras gramaticales seleccionadas, que hemos dividido en los dos próximos apartados según tengan origen en transferencias de la lengua indígena o en los procesos propios de la adquisición de una segunda lengua.

3. Estructuras que pueden atribuirse a la transferencia de la lengua indígena

En los hablantes bilingües toba-español y en los hablantes de español como segunda lengua hemos observado diversas estructuras que pueden deberse a transferencias de la lengua indígena. A partir del modelo teórico con el que trabajamos, en este apartado investigamos si dichos fenómenos se corresponden con los dos grandes grupos de propiedades que hemos definido previamente. Así, intentamos determinar si existen transferencias, tanto en la selección de rasgos sintáctico-semánticos como en los distintos aspectos que se contemplan en el componente morfológico.

En relación con la selección de rasgos, el toba posee un subconjunto distinto del que posee el español general, lo cual repercute sobre el español de contacto. Para su análisis, nos centraremos en particular en el dominio verbal. Por ejemplo, en relación con el tiempo, el toba es una lengua que no codifica morfológicamente rasgos temporales sobre el verbo. Esta característica explica los ejemplos de (1), en los que aparecen en el español de los hablantes de toba verbos en presente que refieren al pasado:

(1) a.   Lo único que yo ('sabía') es "hola".
     b. En ese tiempo la gente creen... ('creía').
     c. Cuando llegué a ese lugar ya está ('estaba') organizado.
     d. En ese tiempo cuando hay ('había') chañar, comen ('comía') la gente.

De este modo, la selección de rasgos del toba -que no incluye rasgos temporales manifestados gramaticalmente en el verbo- actúa sobre el español de contacto. En efecto, en toba el señalamiento temporal se realiza mediante distintos mecanismos lingüísticos no gramaticalizados. Por un lado, utiliza adverbios que permiten anclar las emisiones en el tiempo, como en el siguiente ejemplo5:

(2) a. Qoyo'oxoñi          damaye        nvi'
         Qoyo'oxoñi          damaye        n-vi'
         mañana              3PRON          3M-venir
         'Él va a venir mañana'

      b. Shicait                damaye         nvi'
          Shicait                damaye         n-vi'
          ayer                   3PRON           3M-venir
          'Él vino ayer'

Por otro lado, el toba se sirve de una serie de determinantes deícticos que permiten establecer distinciones temporales en la lengua. Así, por ejemplo, el determinan- te na -que indica que la referencia del nombre al que acompaña está acercándose al hablante- favorece una interpretación de tiempo presente; el deíctico so -que señala que algo/alguien está alejándose del hablante- favorece una interpretación de pasado inmediato, mientras que la forma ca -que señala personas u objetos fuera de la vista- favorece una lectura de pasado y de futuro remoto (Messineo, 2003). Esto se ilustra en los siguientes ejemplos:

(3) a. Nvi'                      na              'adqaỹa
         N-vi'                na             'ad-qayã
         3M-venir           DET:prox     POS-hermano
         'Viene tu hermano'

     b. Nvi'                      so              'adqayã
         N-vi'                    so              'ad-qayã
         3M-venir          DET:dist      2POS-hermano
         'Vino (recién) tu hermano'

      c. Nvi'                     ca              'adqayã
          N-vi'                   ca              'ad-qayã
          3M-venir            DET:aus      2POS-hermano
          '(Va a venir/vino) tu hermano'.

(Messineo, 2003, pp. 160-161)

El español en contacto con el toba adopta estos recursos de señalamiento temporal, y -paralelamente con la ausencia de morfología temporal en el verbo- se observa un aumento en el uso de determinantes demostrativos y de adverbios que anclan las emisiones en el tiempo:

(4) a. En ese época no hay ('había') médico.
      b. En ese tiempo la gente creen ('creía')...
      c. Antiguamente, acá hay ('había')...

No obstante, si volvemos sobre ejemplos como el de (1c), observamos que los verbos en presente no sustituyen a todas las formas del pasado, sino que alternan con el pretérito perfecto simple. A partir de un análisis de la distribución de estas formas, se advierte que la alternancia entre el presente y el pretérito perfecto simple se corresponden con el aspecto imperfectivo y con el perfectivo, respectivamente. De este modo, las formas de presente con valor de pasado reemplazan casi exclusivamente a las correspondientes al pretérito imperfecto del español general, al tiempo que se mantiene el pretérito perfecto simple para señalar el aspecto perfectivo:

(5) a. Yo llegué directo, pero hay gente que ya está ('estaba') viviendo acá en Buenos Aires.
      b. Cuando llega ese lugar ya está ('estaba') organizado.

(6) [Contexto: fragmento producido enfrente de un terreno ahora abandonado, pero que, en otro tiempo, fue un hospital muy importante.]

Ese tiempo hay ('había') montón, mucho trabajo. El consultorio de la casa del doctor está ('estaba') allá en la esquina. Bueno, acá hay ('había') montón de gente, siempre hay ('había') montón de gente, pacientes que viene ('venían') a buscar remedio, a hacer control médico. Hay ('había') montón de gente, chicos, grandes, ancianos, mucha atención médico. Pero después cuando se... en quiebra, ¿no? Primero la carpintería se fund; o sea, cuando se cambió la carpintería lo llevaron a El Colchón. Y la escuela de lenguas también lo mandaron ahí. Por último vino una orden que todos los que están ('estaban') trabajando acá tiene ('tenían') que trabajar allá en el hospital público.

Nótese que las formas de presente pueden corresponder tanto a hechos que se extienden hasta el momento de la enunciación como a hechos que ya no ocurren más en dicho momento, como se explicita en los siguientes ejemplos mediante el subrayado:

(7) a.  Hay ('había') una casa como esa también con... eh... los baño está ('estaban') allá, cuatro baño está allá, ahora no están.
      b. Yo fui a la casa de mi papá y mi papá todavía fuerte habla ('hablaba'), y ahora ya, viste, avanza la vejez. Mi papá ya no camina más, no habla más.

Estos ejemplos sugieren que la oposición entre las formas de presente y las de pretérito perfecto simple es fundamentalmente de carácter aspectual. En este sentido, la división principal ocurre entre los rasgos [+/-perfectivo], más que entre rasgos temporales; en otras palabras, las marcas morfológicas de tiempo se reinterpretan como marcadores aspectuales, en consonancia con lo que ocurre en el toba.

Sin embargo, además de las formas mencionadas, observamos también la aparición del pretérito imperfecto en ejemplos como los siguientes:

(8) a. Sí, yo me iba al colegio pero no hablo ('hablaba') tanto castellano.
      b. Antes no habían escuelas. Hay ('había') escuelas por no sé [a] cuántos kilómetros.
      c. En el toldito, ahí nomás vivían, en el año setenta todavía vivían así, viven ('vivían') así.
      d. El abuelo, él vivía por una miseria y es ('era') pobre, digamos, no tiene ('tenía') nada, no tiene ('tenía') escuela.
      e.  Tea siete años, ocho años, le ayudaba a la tía, se iba al colegio y está ('estaba') con la tía así, viste, cuando está ('estaba') así enseñando la tía, está ('estaba') al lado.
      f. Mi papá hacía el tratamiento, nosotros vamos ('íbamos') a la escuela.
      g. Mi papá es el que más me exigía de seguir estudiando. A veces cuando no quiero ('quería') ir, y bueno, es él el que me lleva ('llevaba') hasta la puerta.

Como observan Messineo & Klein (2003), la utilización de las formas del pretérito imperfecto sigue también la lógica temporal de la lengua indígena. Así, estos morfemas ocurren en los ejemplos de (8) en la primera ocurrencia verbal, mientras que en las siguientes apariciones desaparece la morfología de pasado en el verbo. En este sentido, el pretérito imperfecto actúa -de manera similar a los determinantes deícticos y adverbios- como un anclaje temporal dentro del contexto discursivo. Una vez establecido el marco, los elementos que inducen lecturas temporales ya no son necesarios y se mantienen únicamente las formas aspectuales para indicar la simultaneidad o no entre las situaciones. En suma, el toba y, en consecuencia, el español en contacto con este funcionan como una "lengua orientada al discurso" en cuanto al señalamiento temporal, en oposición al español, una lengua "orientada a la oración" (Tsao, 1977, citado en Huang, 1984). De este modo, la expresión del tiempo no se codifica mediante rasgos temporales gramaticalizados en todas las apariciones verbales, sino que se transfiere el mecanismo discursivo de señalamiento temporal de la lengua indígena, que regula la inserción de dichos rasgos.

El sistema tempo-aspectual de pasado de los hablantes de toba se resume y ejemplifica en (9). Nótese que la morfología de presente se utiliza tanto para indicar un valor de tiempo presente habitual (no dice nada en [9a]) como para señalar pasado, como ya hemos indicado:

(9) a. Antes no quería saber nada; cuando le llaman ('llamaban') gringo, se enoja ('enojaba'). "No me digan gringo porque soy aborigen" dice ('decía'). Ahora parece que se acostumbró, no dice nada.
      b. Era, viste, así, una casa de un colono, hay ('había') siete familias y esas siete familias tiene ('tenían') como cuarenta persona. En el año sesenta y seis y des- pués terminó la campaña, nosotros vinimos, o  mi papá vino acá, a la orilla de Castelli y vino la misión, la misión se llama ('se llamaba') Junta Unida.
     c. Mi papá era un dibujante (...) Viste, hace ('hacía') el dibujo, pone ('ponía') por ejemplo, el dibujo, mate, por ejemplo, pájaro o caballo, y bueno, le dio al médico y ahí se hicieron amigo.

En relación con la categoría de aspecto, se observan también diferencias en la selección de rasgos entre el toba y el español, las cuales repercuten sobre la lengua de contacto. Así, dentro del aspecto imperfectivo, el toba codifica dos valores muy productivos: el durativo (-ta) y el progresivo (-tac). El primero señala que la situación presenta cierta duración en el tiempo, y se utiliza frecuentemente con verbos que expresan estados (y con ciertos procesos): por ejemplo, saqamaxata ('estoy enfermo'), en donde el morfema -ta, aplicado a la base 'enfermarse', aporta un valor de duración y le asigna una interpretación estativa. El rasgo progresivo también hace referencia al desarrollo temporal interno de las situaciones, pero se diferencia del durativo "en que es necesario, de parte del agente, una inversión constante de energía para que el proceso pueda desarrollarse" (Censabella, 2002, p. 199). En toba estos dos valores aspectuales imperfectivos se marcan de manera obligatoria, dado que su omisión implica un valor perfectivo.

El español, por su parte, posee un valor imperfectivo general, codificado en el pretérito imperfecto y, dentro de este, señala el valor progresivo mediante el gerundio. Sin embargo, a diferencia del toba, no expresa morfológicamente un valor durativo de manera diferenciada, y la marcación del valor progresivo no coincide totalmente con la de la lengua indígena. Por ejemplo, en español no es obligatorio señalar el valor progresivo sino que las perífrasis de gerundio alternan normalmente con las formas simples correspondientes, generando cierta opcionalidad en pares como Juan miraba televisión (cuando llegué) y Juan estaba mirando televisión (cuando llegué). Estas diferencias en la selección de rasgos y en su manifestación morfológica están en el origen de una sobreutilización del gerundio en el español de los hablantes de toba, inusual para el español general. Así, los datos muestran que estos hablantes prefieren la marcación obligatoria del valor progresivo frente a las formas simples:

(10) a.  Por último vino una orden que todos los que están trabajando ('trabajaban'/'estaban trabajando') acá tiene ('tenían') que trabajar allá en el hospital público.
        b. La misma gente que está manejando ('manejaba'/'estaba manejando') la car- pintería me envió esa máquina.
        c. [Hay] una sola persona que está cuidando ('cuida'/'está cuidando'), nomás.

Las formas de (10) no son anómalas en el español general; lo inusual, en este caso, es simplemente el aumento en la frecuencia de uso del gerundio. Como se observa entre paréntesis, las formas perifrásticas alternan normalmente en español general con las formas simples. Esto no es frecuente en los hablantes de toba y se explica por el hecho de que el valor progresivo recibe marcación obligatoria en la lengua indígena, pero no en español.

Sin embargo, además de ejemplos como los de (10), el gerundio aparece en secuencias que no forman parte de la gramática del español general, como las siguientes:

(11) a. Mi viejo me comentó, yo estoy sabiendo ('sé') así.
       b. Bueno, mi tía entró [por] esa puerta, estoy parando ('estaba parada') así, estoy mirando ('estaba mirando'), igual [a] esas personas, así estoy parando ('estaba parada').
       c. Porque el qom, para mí, la importancia... porque estoy queriendo ('quiero') que en cada palabra eso tiene su significado, ¿no?
       d. Está quedando ('queda') una casita ahí.

En los ejemplos de (11), el gerundio se ve "forzado" con el fin de expresar el valor durativo sobre estados como saber, estar parado, querer o quedar, que en toba se construyen normalmente con el morfema de duración -ta. Como el español no codifica gramaticalmente este rasgo, el gerundio se resignifica para incluir no solo el valor progresivo, sino también el durativo, incorporando así un nuevo rasgo a su repertorio.

Un último ejemplo que involucra la selección de rasgos es la omisión del verbo copulativo ser6, como resultado de la ausencia de una forma equivalente en la lengua indígena. Esto se ilustra en los siguientes ejemplos:

(12) a. Y tiene que aceptar porque               [= somos] mayoría.
        b. La única diferencia               [= es] la ciencia.
        c. Pero más, la parte de nuestra infancia,                  [= fue] mucho más acá.
        d. Ese              [= es] un poco lo que yo estoy haciendo en este momento.
        e. Eso              [= es] la diferencia que va a tener... Así que esa             [= es] la diferencia.
        f.  Yo lo que trato de enseñar             [= es] la idioma.
        g. Este              [= es] la vida.
        h. Solamente este               [= es] el testimonio verdadero.

Estos ejemplos son el correlato en español de ciertas estructuras del toba en las que la predicación se expresa mediante yuxtaposición, sin elemento copulativo, como se ejemplifica en (13):

(13) de'eda        ỹ-aqataxac
        PD            1POS-consejo
        'Este [es] mi consejo'

(Messineo, 2002, p. 229)

Estas construcciones, sin embargo, son paralelas también al guaraní, una lengua indígena que tampoco posee verbo copulativo. De esta manera, ejemplos como los de (12) pueden encontrarse con cierta frecuencia en el español del nordeste de la Argentina (véase §2), en hablantes que no están en contacto con el toba. En consecuencia, se trata de un caso en el que las estructuras del contacto con el toba convergen con las correspondientes a la variedad regional hablada en la zona. Volveremos sobre este tipo de situaciones más adelante (en §5).

En suma, hemos ilustrado hasta aquí casos en los que la diferencia en la selección de rasgos entre el toba y el español general provoca modificaciones en las estructuras del español de contacto. De este modo, el español puede incorporar, eliminar o modificar el funcionamiento de los rasgos abstractos en función de las propiedades que se transfieren de la lengua indígena.

En cuanto a los aspectos morfológicos -es decir, el segundo "lugar" que analizaremos, y en el cual el modelo gramatical predice la existencia de variación-, resulta complejo encontrar fenómenos que puedan atribuirse exclusivamente a la transferencia del toba. Esto no significa que no existan, sino que, sencillamente, es- tos son difíciles de distinguir de los procesos morfológicos propios de la adquisición del español como segunda lengua. Pese a esta dificultad, un ejemplo de este tipo de fenómeno es la utilización del género femenino como forma general, que incluye a los otros géneros, en ciertos determinantes y pronombres del español de contacto:

(14) a. No tengo esa ('eso') que vos estás diciendo...
        b. Yo no sé si está bien esa ('eso').
        c. Nada más lo que cambia es esta ('esto').
        d. Ahora la ('lo') que nosotros pensamos...
        e. La ('lo') que nosotros a veces pedimos...
        f. Sí, el saludo o la'7 es como una ('un') hola (Ref: la palabra hola).
        g. Entonces viene esa mentira, ese loquerío, esa ('ese') matar a uno.

Como se observa en (14), en algunos hablantes y para algunas construcciones el femenino se vuelve una forma más abarcadora, en contextos en los que en español general se utilizaría el género neutro (14a-e) o el masculino (14f-g). El toba es una lengua que posee género al igual que el español, de modo que aquí la diferencia no está dada por la inexistencia de un rasgo. Por el contrario, en la base de este tipo de estructuras parece estar la utilización del género femenino como forma general, es decir, como forma que incluye tanto el género masculino como el femenino, en algunas construcciones del toba. En este sentido, qué elementos llevan marcas de género, cuáles son los criterios para su asignación y qué formas se utilizan como formas por defecto (i. e. formas que se introducen en ausencia de rasgos más específicos) son aspectos morfológicos particulares de cada lengua, que pueden transferirse en el contacto.

Dada la dificultad de discriminar el origen de los fenómenos morfológicos según provengan o no del contacto con la lengua indígena, en los próximos apartados nos detendremos con mayor profundidad en este tipo de datos.

En resumen, en este apartado hemos descrito un conjunto de transferencias que pueden ubicarse tanto en una distinta selección de rasgos como en determinados aspectos morfológicos. Así, en el nivel de la selección de rasgos abstractos, la influencia del toba puede provocar la incorporación, pérdida o reorganización de rasgos en el español de contacto. En el nivel morfológico, si bien no resulta fácil distinguir los fenómenos de transferencia de aquellos propios de la adquisición de segundas lenguas, pueden transferirse aspectos vinculados con la inserción de la morfología o, como veremos en los próximos apartados, con el funcionamiento de las operaciones que se aplican en este nivel. En suma, las transferencias entre lenguas pueden ocurrir en cualquiera de los dos niveles considerados.

4. Estructuras que tienen origen en el proceso de adquisición de una segunda lengua

En el español de algunos de los hablantes con los que trabajamos (en especial de los que accedieron al español tardíamente) aparecen fenómenos que resultan propios de la adquisición de una segunda lengua y que no pueden correlacionarse con características del toba.

En efecto, muchas estructuras son producto, por ejemplo, de la sobregeneralización de reglas elaboradas a partir de datos del español. Este es el caso de la asignación de género a determinadas palabras. Así, una estrategia para determinar el género de los ítems léxicos es inferir este rasgo a partir de la terminación morfológica de la palabra; por ejemplo, las palabras que terminan con el marcador -a se vinculan con el género femenino y las terminadas en -o, con el masculino. En español esta estrategia no siempre es confiable, dado que las terminaciones no se corresponden unívocamente con un solo género, lo cual conduce a los hablantes a sobregeneralizaciones como las de (15):

(15) la idioma, la problema, el mano, el moto, el costumbre, el gente.

En estos ejemplos se asigna a las palabras un género diferente del que poseen en español general y este se repite de manera relativamente sistemática en diversos contextos:

(16) las problemas, esta problema, nuestra problema.

El toba, como dijimos, es una lengua que selecciona rasgos de género, por lo cual los ejemplos de (15) y (16) no se explican por la ausencia de género en la lengua materna. Por otra parte, estas estructuras tampoco pueden correlacionarse con estrategias de asignación de género trasladadas del toba, dado que, por ejemplo, las palabras terminadas en -e son normalmente femeninas en dicha lengua (Censabella, 2007) y eso no justificaría emisiones como el costumbre8. Esto ocurre, más bien, porque -aun cuando sus lenguas maternas posean este rasgo- los hablantes de una segunda lengua deben adquirir el género de cada palabra de manera individualizada. Para esto, se apoyan mayormente en pistas morfológicas de la segunda lengua, incluso más que en pistas semánticas, tales como el sexo de los referentes (véanse Cain, Weber-Olsen & Smith, 1987; Bruhn de Garavito & White, 2002). Esta estrategia no es privativa de la adquisición de una segunda lengua, sino que ocurre también en la adquisición de la lengua materna (Pérez-Pereira, 1991).

El mismo tipo de fenómeno (i. e. de generación y sobregeneralización de reglas) se observa en los ejemplos de (17), en los que se insertan morfemas de género (17a-c) y número (17d) sobre elementos que no admiten esas marcas en español general:

(17) a. Cualquiera persona
        b. Mi hija mayora
        c. Es la más inteligenta
        d. Me estaban esperando ochos

De manera similar, los casos de (18) muestran la existencia de una regla distinta del español general, según la cual se sobregeneraliza la terminación en -e como marca de género neutro y la terminación en -o como marca de masculino. Esta generalización está, sin embargo, construida también con base en características del español, en donde la -o indica generalmente masculino, y la -e, en algunas formas (por ejemplo, en los clíticos dativos [le/les], en algunos nombres [estudiante, cantante, etc.] y adjetivos [verde, fuerte, etc.]), puede utilizarse con ambos géneros.

(18)  a. Vamos a hacer este ('esto').
         b. Ese ('eso') sí lo puedo garantizar.
         c. Este ('esto') era la secretaría de la carpintería.
         d. Este ('esto') no existía cuando llegamos acá.
         e. Eso ('ese') río
         f. El libro esto ('este')

En (18), los demostrativos terminados en -e funcionan como pronombres con valor de género neutro (18a-d), mientras que los terminados en -o se utilizan como especificadores de un nombre con valor de género masculino (18e-f ). No obstante, cabe señalar que las formas de (18a-d) no resultan anómalas en el español del nordeste de la Argentina, en contextos en los que el español general utiliza el pronombre demostrativo neutro (eso/esto)9. De modo que, estrictamente, solo las formas de (18e-f) parecen atribuibles de manera exclusiva a procesos de adquisición de segundas lenguas, mientras que las de (18a-d), que ya existen en el español local, solo se ven favorecidas por dichos procesos.

En el dominio verbal, por su parte, se observan discordancias de persona entre la flexión del verbo y el sujeto. Por ejemplo, se utiliza la tercera persona, tanto singular (19a-d) como plural (19e-g), para referir a la primera y segunda:

(19)  a.   Pero yo piensa ('pienso') así, como siempre.
         b. Me enfermé seis meses, no puede ('podía') levantar, no puede ('podía') caminar, no puede ('podía') sentar.
         c. ¿Cómo te puede ('puedo') decir?
         d. Entonces casi todo habla ('hablo') en toba, a las mujeres.
         e. Empezaron ('empezamos') a tener una experiencia.
         f. Nosotros son ('somos') la mayoría.
         g. Nosotros estaban ('estábamos') pensando...

El toba presenta una marcación diferenciada para la primera, segunda y tercera persona, por lo que esta no podría ser la causa de la variación en estas estructuras. Por el contrario, la estrategia de inserción de formas menos marcadas en donde correspondería una forma más específica ha sido descrita por numerosos autores (véase McCarthy, 2005) como prototípica de la adquisición de segundas lenguas, y es independiente de la lengua materna que posean los hablantes. Así, en los hablantes no nativos la tercera persona sustituye a menudo a la primera y segunda, el masculino al femenino, el singular al plural, el indicativo al subjuntivo, etc. La dirección de estos fenómenos es siempre hacia las formas menos marcadas y rara- mente ocurre en la dirección inversa, a menos que existan estructuras fosilizadas.

Los ejemplos que hemos analizado hasta aquí muestran que las gramáticas del español de los hablantes de toba son sistemáticas, en el sentido de que están gobernadas por reglas, aunque estas no siempre coincidan con las del español general. Sin embargo, además de la sistematicidad, otra de las características que presentan los datos es, paradójicamente, la variabilidad. De esta manera, pueden observarse en un mismo contexto sintáctico y en el mismo hablante formas alternantes:

(20)  a. No me das esto semilla entonces...
         b. Esto son semilla...
         c. Esa semilla que yo lo nombré...
         d. No como la otra semilla que necesita...
         e. Con la semilla puesto adentro de la tierra...

En toba, como mencionamos previamente, existe concordancia en género entre nombre y determinante demostrativo, por lo que se espera que no exista variación en este aspecto en español. No obstante, en (20) se observan fluctuaciones en esa relación, lo cual sugiere que la operación de concordancia puede ser de aplicación variable en las gramáticas no nativas, aun cuando funcione de manera similar a la lengua materna.

En resumen, en este apartado hemos mostrado que los fenómenos analizados, que corresponden a procesos propios de la adquisición de una segunda lengua, son fundamentalmente de orden morfológico. En particular, consisten, en su mayoría, en la inserción de formas menos marcadas, la sobregeneralización de reglas o la falta de aplicación de operaciones morfológicas.

5. Estructuras que ponen en juego ambos tipos de fenómenos

Si bien en los apartados anteriores hemos podido distinguir los fenómenos de transferencia de aquellos que son producto de la adquisición de segundas lenguas, la realidad es que muchas veces tal distinción se vuelve difícil de establecer. En efecto, cuando la lengua materna presenta propiedades que son, al mismo tiempo, estructuras frecuentes en las gramáticas no nativas, resulta complejo atribuirles un único origen. Esto ocurre, fundamentalmente, con los fenómenos de orden morfológico.

En el dominio nominal, por ejemplo, se observa en el español de los hablantes de toba, con cierta frecuencia, una falta de concordancia entre el nombre y el adjetivo (cuando este último acompaña a un nombre [21a-c] o cuando se encuentra en posición predicativa [21d-e]):

(21) a. Una persona violento
        b. Una noche oscuro
        c. Ya es una cosa más serio.
        d. La gente son cabezaduro.
        e. La palabra toba no es correcto.

La aparición de estas estructuras puede atribuirse, por un lado, al hecho de que la clase de los adjetivos presente en el español no posee un correlato idéntico en toba, que se vale normalmente de "nombres atributivos", es decir, nombres que expresan atributos o cualidades, y de "verbos descriptivos" (Messineo, 2003). Además, la marcación de género sobre los nombres atributivos en toba difiere del español, dado que solo aparece cuando el nombre principal es masculino, pero no cuando este es femenino:

(22) a.  a-ye                            y-amaxaso             malaxaray-Ø
              FEM-DET:acos              1POS-pantalón         azul-FEM
            'Mi pantalón (es) azul'

        b. ye                               lomaxaqui               malaxaray-c
              DET:acos                      camisa                   azul-MASC
           'La camisa (es) azul'

(Carpio & Censabella, 2009)

Como se observa en (22), el género femenino es el no marcado en los nombres atributivos (e. g. malaxaray en [22a]), mientras que el masculino es el que recibe marca (malaxarayc en [22b]). De modo que la ausencia de morfología de género femenino en el nombre atributivo en toba podría explicar los datos de (21). No obstante, la falta de concordancia entre nombre y adjetivo es también un fenómeno común en las gramáticas de los hablantes que están adquiriendo el español como segunda lengua. Como hemos mencionado previamente, la concordancia es una operación que suele aplicarse de manera variable en este tipo de gramáticas y eso provoca la inserción de formas menos marcadas (masculino, en este caso) en lugar de las formas más específicas. Por esto, los datos de (21) parecen tener un doble origen, producto, a la vez, de la transferencia de propiedades de la lengua materna y del proceso de adquisición10.

En relación con el número, en el dominio verbal la concordancia se vuelve también una operación de aplicación variable y, por ello, se omiten con frecuencia los morfemas de plural sobre el verbo, como se ilustra en (23):

(23) a. Todas las cosa es buena.
        b. Si mis hijos hoy tiene la posibilidad de...
        c. No encuentro personas que es pensador.
        d. Nuestros chamanes comunica...
        e. Los qom cuando dice "San Juan" dice "San Jual".
        f. Porque ellos ya conoce lo que pasó.
        g. Hay cosas que te dice algo.

Nuevamente, estos fenómenos pueden originarse tanto en características de la lengua toba como en el proceso de adquisición. Por un lado, la marcación de plural en toba no aparece en todas las ocurrencias verbales; por el otro, estructuras como las de (23) son frecuentes en el proceso de adquisición del lenguaje, aun en hablantes cuyas lenguas maternas sí marcan sistemáticamente el número en el verbo. En particular, la dirección que adopta la subespecificación en (23) es la de sujeto plural + verbo singular, lo cual nos permite inferir que la operación de concordancia que copia el rasgo de plural desde el sujeto al dominio verbal no se ha aplicado.

En cuanto a la concordancia en número en el dominio nominal, por otra parte, se observan estructuras que no pueden atribuirse directamente a ninguno de los dos tipos de fenómenos que analizamos. Allí aparecen ejemplos como los siguientes:

(24) a. Unos par de año
       b. Nuestras organización eran...
       c. Muchas ambición
       d. Las canción
       e. Todas las cosa es buena.
       f. Los más joven
       g. Muchas iglesia
       h. Acá traje unos material.
       i. Crió nuestra vida, crió las mujer.
       j. Después yo conocí a esas mujer.
       k. En las casa o en los patio

Si consideramos las propiedades del toba, esperaríamos que la marca morfológica de número plural apareciera siempre en el nombre y en menor medida sobre los determinativos, dado que el plural no ocurre sistemáticamente sobre estos últimos en la lengua indígena (Carpio, 2007). Sin embargo, los datos de (24) muestran la tendencia contraria: nombres en singular + determinantes/cuantificadores en plural. La dirección opuesta, es decir, la aparición de un determinativo sin marca de plural junto a un nombre flexionado, es muchísimo menos frecuente:

(25) a. El grupos tribales
       b. Mucho animales malo

En consecuencia, parece difícil sostener en este punto una transferencia directa de la lengua materna, dado que las formas no marcadas aparecen sobre elementos distintos a los del toba. Por otra parte, los ejemplos de (24) tampoco pueden explicarse directamente como resultado de la aplicación variable de la operación de concordancia, prototípica de la adquisición del lenguaje, dado que eso provocaría también la aparición de determinantes subespecificados. Por el contrario, en estos ejemplos parece operar algún tipo de estrategia de simplificación según la cual la marca de número se realiza solamente una vez dentro del sintagma y, preferente- mente, sobre el determinativo.

Para concluir, quisiéramos mencionar la existencia de fenómenos que pueden tener origen en tres aspectos distintos del contacto de lenguas: la transferencia de la lengua indígena, los procesos de adquisición de segundas lenguas y la existencia de tales estructuras en la variedad de español hablada en la región, una zona de gran influencia de lenguas indígenas (en particular, del guaraní). Este es el caso, por ejemplo, de la omisión de objetos definidos/específicos en oraciones como las siguientes:

(26) a. ¿Puedo cortar el árbol? Para qué querés cortar ____ [= lo].
        b. Es que no se compraban jueguetes allá, ____ [= los] hacíamos.
        c. Me enseñás todo lo que tengo que hacer y         [= lo] hago.
        d. Yo no puedo obligar     [= la] porque ella es mayor.
        e. Después no       [= la] paró más nadie.
        f. Ella encantadísima compró         [= las zapatillas].

En estos ejemplos se observa una ampliación del tipo de objetos que pueden ser omitidos en español. Así, mientras que el español general admite la omisión de algunos objetos con valor indefinido/inespecífico (véase Campos, 1986), como, por ejemplo, en A: ¿Compraste pan? B: No, no compré___, en (26) estas formas se ex- tienden también a los objetos definidos de tercera persona, tal como ocurre en toba.

Sin embargo, cabe señalar que los objetos nulos definidos se registran también en guaraní (Gregores & Suárez, 1967), lo cual explica la aparición de construcciones idénticas a las de (26) en la variedad de español hablada en toda la zona del nordeste. De esta manera, la utilización de estructuras ya presentes en el español regional se ve reforzada en los hablantes considerados por la existencia de una construcción paralela en toba. Asimismo, hay que considerar finalmente que la omisión de ciertos elementos funcionales (como los clíticos objeto) es también un fenómeno frecuente en la adquisición de segundas lenguas, de modo que estos tres factores convergen en las estructuras de (26).

Además de los contextos señalados en (26), el rasgo de definitud tampoco resulta relevante en las estructuras topicalizadas de los hablantes de toba, como se observa en (27), ni es una condición necesaria para el doblado de clíticos, como se ilustra en (28), en donde aparecen doblados objetos indefinidos:

(27) a. El fútbol, yo     conocí por la escuela.
        b.  Yo, la religión,    respeto un montón.
        c. La castilla11, a vos no te______saca nadie.
        d. El arte, ya____tenemos en la mano.

(28) a. Lo veo una abuela.
        b. Lo vi una mujer.
        c. Hasta ahora no lo veo nada.
        d. Lo teníamos un abuelo del Chaco.

Todo esto muestra que el rasgo de definitud no parece estar asociado a las mismas construcciones que en el español general.

En suma, hemos expuesto en este apartado cómo en determinadas estructuras resulta difícil discriminar los fenómenos de transferencia de aquellos propios de la adquisición de una segunda lengua, si bien estos últimos se comportan de una manera más variable. Por este motivo, aunque para muchos fenómenos puede identificarse un origen principal, muchos otros deben analizarse como resultado de una convergencia de factores en la que está en juego también la lengua regional.

6. Discusión: transferencia y adquisición de segundas lenguas

Del análisis de los datos hemos podido determinar que los fenómenos correspondientes a la transferencia de la lengua indígena y aquellos propios del proceso de adquisición de una segunda lengua presentan características diferenciadas. Así, mientras que los primeros pueden vincularse con los distintos niveles gramaticales sujetos a variación (i. e. selección de rasgos y aspectos morfológicos), los segundos se relacionan fundamentalmente con el componente morfológico.

Lo anterior nos permite desarrollar una serie de generalizaciones descriptivas y teóricas que consideramos que pueden ser provechosas para el el estudio del con- tacto de lenguas y de la adquisición de segundas lenguas. Por un lado, el hecho de que los fenómenos de transferencia involucren distintos niveles gramaticales y, en especial, que puedan ubicarse en la selección de rasgos abstractos que operan en la sintaxis nos permite afirmar que estos no son meramente superficiales, sino que pueden producir modificaciones profundas en la gramática de una lengua. En este sentido, los datos apoyan la propuesta de una gran cantidad de autores, provenientes de diversos marcos teóricos (véanse Thomason & Kaufmann, 1988; Aikhenvald, 2004; entre muchos otros), de que cualquier elemento puede ser transferido de una lengua a otra, aun cuando involucre aspectos sustanciales de su gramática. En relación con esto, los ejemplos expuestos abonan la idea de que el contacto puede incluso provocar modificaciones tipológicas en las lenguas, al menos en lo que respecta a hablantes bilingües y a hablantes de español como segunda lengua. Así, hemos observado, por ejemplo, que el español de los hablantes de toba, en cuanto a la marcación temporal, se comporta como una lengua "orientada al discurso", al igual que la lengua indígena, y no como una lengua "orientada a la oración", como el español general. Asimismo, podemos concluir que el contacto con otra lengua no genera necesariamente simplificaciones sino que, por el contrario, puede enriquecer la gramática del español mediante la incorporación de nuevos rasgos inexistentes en la variedad general.

Por otro lado, los datos analizados nos permiten afirmar que los fenómenos propios de la adquisición de una segunda lengua sí parecen ser superficiales, en el sentido de que involucran las operaciones morfológicas que se aplican luego de la sintaxis y la inserción final de los exponentes fonológicos. A partir de esto, mostramos que los fenómenos de adquisición involucran en su mayoría la inserción de elementos menos marcados, lo cual establece una diferencia con las transferencias, que no necesariamente siguen ese patrón. Asimismo, estos resultados nos permiten dar sustento a la hipótesis de adquisición de segundas lenguas que ubica los fenómenos propios de estos hablantes en la morfología (hipótesis de la flexión superficial ausente -missing surface inflection hypothesis- [Prèvost & White, 1999; entre otros]). En efecto, los ejemplos señalados muestran que muchos aspectos morfológicos resultan variables en las gramáticas no nativas, aun cuando los rasgos funcionales a los que representan están presentes en la lengua materna.

A su vez, hemos observado que los dos tipos de procesos analizados (i. e. las transferencias y los aspectos propios de la adquisición de segundas lenguas) pueden resultar similares entre sí -fundamentalmente cuando ponen en juego el nivel morfológico- e, incluso, que pueden asemejarse al habla nativa de los monolingües de la zona, como se ilustró mediante el fenómeno de los objetos nulos. En relación con esto, sin embargo, es esperable que los fenómenos de transferencia sean más sistemáticos que los resultantes del proceso de adquisición, dado que consisten en opciones ya almacenadas en las gramáticas de contacto y no dependen de factores más circunstanciales como la memoria, la atención y otros aspectos que pueden influir en la inserción de la morfología por parte de hablantes no nativos.

Finalmente, cabe remarcar que los fenómenos descritos forman parte de las gramáticas de hablantes bilingües y de hablantes de español como segunda lengua, pero que, sin embargo, casi no hemos registrado estructuras semejantes en los hablantes monolingües del español de la zona (con excepción de las que hemos atribuido al sustrato guaraní). A pesar de ello, no debemos descartar el hecho de que los dos tipos de fenómenos estudiados puedan pasar, en un futuro, a formar parte del español de la zona, si las condiciones extralingüísticas (tales como el prestigio de la lengua, el tiempo de contacto, los contextos de uso, entre otras) lo permiten. En este sentido, los datos que hemos examinado conforman el input al que se ven expuestas las nuevas generaciones, por lo que no solo los fenómenos de transferencia -que se registran más frecuentemente en las zonas de contacto-, sino también algunos procesos de regularización, podrían, en principio, pasar a conformar el habla local12.

Conclusiones

A modo de conclusión, a lo largo de este trabajo hemos definido dos tipos de fenómenos que pueden encontrarse en las situaciones de contacto: fenómenos de transferencia y de adquisición de segundas lenguas.

La descripción y análisis de dichos aspectos nos ha permitido indagar en el tipo de estructura gramatical que resulta involucrada en cada caso, tomando como base la propuesta teórica de la morfología distribuida. En este sentido, hemos podido vincular las diferencias existentes entre los dos tipos de fenómenos considerados con distintos "lugares" gramaticales. Así, los procesos de transferencia se relacionan tanto con la selección de rasgos abstractos -que puede provocar la incorporación, pérdida o reorganización de rasgos en el español de dichos hablantes- como con las propiedades del nivel puramente morfológico. En oposición a esto, los fenómenos debidos al proceso de adquisición de una segunda lengua se vinculan fundamentalmente con el componente morfológico de la lengua. Dichos fenómenos ilustran dos propiedades fundamentales de este tipo de gramáticas en construcción: por un lado, su sistematicidad, que se observa en la aplicación (y sobreaplicación) de reglas y, por el otro lado, su variabilidad, que se evidencia en el uso opcional de ciertas operaciones morfológicas y en la inserción de los elementos menos marcados.

Finalmente, podemos concluir que las propiedades que pueden transferirse entre lenguas en contacto coinciden, precisamente, con aquellos lugares en los que se codifica la variación morfosintáctica en la propuesta de la morfología distribuida. En este sentido, cualquier aspecto sujeto a variación parece ser también susceptible de ser transferido, si bien algunos resultan más propensos que otros. De este modo, las predicciones que se desprenden del marco teórico se aplican también a los fenómenos de contacto: así como la variación sistemática entre las lenguas es formalizable, las transferencias no son hechos aislados y caóticos, sino que pueden ubicarse en propiedades gramaticales bien definidas. Por esto, consideramos que el estudio del contacto de lenguas puede desempeñar un papel importante en la discusión sobre los aspectos universales y particulares de las lenguas y que, en este sentido, puede contribuir, de modo circular, a definir con precisión los lugares en los que puede formalizarse la variación.


* Licenciada y doctora en Letras (Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires). Actualmente, se desempeña como docente auxiliar en la carrera de Letras de la Universidad de Buenos Aires y es becaria posdoctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Investiga en temas relacionados con la adquisición del español como segunda lengua y el contacto de lenguas desde una perspectiva gramatical. En el marco de estas actividades se desarrolló la presente investigación.

1 Estrictamente, los elementos sobre los que opera la sintaxis se almacenan en una lista (denominada lista 1), que alberga tanto los rasgos abstractos mencionados como las raíces que conforman los elementos léxicos de la lengua. Aquí nos ocuparemos de los primeros y dejaremos de lado en la explicación aquello que no se vincula estrictamente con propiedades morfosintácticas. De igual modo, a lo largo del trabajo realizamos algunas omisiones y simplificaciones sobre distintos aspectos de esta propuesta teórica, dado que presuponemos un destinatario no especializado en esta.

2 En este trabajo asumimos que la operación de concordancia ocurre en el componente morfológico y no en la sintaxis propiamente dicha (véase Halle & Marantz, 1993; Embick & Halle, en prensa, entre otros).

3 Dicha inserción presupone la existencia de una lista de ítems de vocabulario (denominada lista 2), que especifica -para cada lengua- las asociaciones entre los rasgos abstractos y el contenido fonológico con el que se vinculan.

4 En Argentina, la lengua toba se habla principalmente en las provincias de Chaco, Formosa, Este de Salta y en asentamientos permanentes en grandes ciudades, como Resistencia, P. R. Sáenz Peña, Rosario, Santa Fé, La Plata y en la provincia de Buenos Aires (Messineo, 2003).

5 Abreviaturas utilizadas en los ejemplos del toba:1/2/3: primera/segunda/tercera persona; DET: determinante (acos.: acostado; aus.: ausente; dist.: distante; prox.: próximo); FEM: femenino; masc: masculino; M: marcación media; PRON: pronombre personal; PD: pronombre demostrativo; POS: posesivo.

6 Asumimos que se trata aquí de un conjunto de rasgos que conforman el núcleo funcional correspondiente a este verbo.

7 La' se utiliza como forma de saludo en toba.

8 Por el contrario, este tipo de estrategia sí parece ser un recurso productivo en la incorporación de préstamos del español al toba (Censabella, 2007).

9 En efecto, en el español del nordeste se utilizan normalmente las formas terminadas en -e como neutras, en ejemplos como Ese [es] lo que yo te estoy diciendo. Lo mismo ocurre en el español de Paraguay, también en contacto con el guaraní.

10 Se espera, sin embargo, que los fenómenos que se originan por transferencia sean más sistemáticos que los fenómenos propios de la variabilidad de las gramáticas no nativas.

11 La "castilla" es un término empleado por los hablantes para referirse al castellano, si bien no es exclusivo de esta zona, sino que se registra también en otras variedades de español.

12 De hecho, es posible escuchar emisiones como mi hija mayora/menora o la más inteligenta en algunos hablantes nativos del español en contacto con el toba. Estas emisiones, por su parte,  se registran también en el español de otras variedades (como, por ejemplo, en ciertas zonas de contacto con el quechua o con el guaraní), en donde han pasado a formar parte de la variedad de algunos hablantes nativos.


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