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Forma y Función

Print version ISSN 0120-338X

Forma funcion, Santaf, de Bogot, D.C. vol.25 no.2 Bogotá July/Dec. 2012

 

MODELOS COGNITIVOS, OPERACIONES COGNITIVAS Y USOS FIGURADOS DEL LENGUAJE*

COGNITIVE MODELS, COGNITIVE OPERATIONS, AND FIGURATIVE USES OF LANGUAGE

Francisco José Ruiz de Mendoza Ibáñez, Alicia Galera-Masegosa
Universidad de La Rioja (España)

* La investigación sobre la que se basa este artículo ha sido financiada por el proyecto FFI2010-17610/FILO, del Ministerio de Ciencia e Innovación. Asimismo, dicha investigación forma parte de las actividades del Centro de Investigación en Lenguas Aplicadas -CILAP- de la Universidad de La Rioja (http://www.cilap.es).

** francisco.ruizdemendoza@unirioja.es
*** alicia.galera@unirioja.es

Artículo de investigación. Recibido 07-07-2012, aceptado 13-09-2012


Resumen

El presente artículo está dedicado al estudio de los diferentes mecanismos cognitivos que, al operar sobre diferentes modelos cognitivos (ya sea en solitario o en combinación), dan origen a una serie de efectos de significado en el plano comunicativo. Dichos efectos constituyen lo que normalmente se conoce como usos figurados del lenguaje, tales como la ironía, la paradoja, la hipérbole, etc. Con este propósito, presentamos una taxonomía tanto de modelos como de operaciones cognitivas, atendiendo a varios criterios de clasificación. Además, proponemos una serie de principios reguladores que constriñen la actuación de las operaciones cognitivas.

Palabras clave: modelos cognitivos, operaciones cognitivas, uso figurado del lenguaje.


Abstract

The article is devoted to the study of the different cognitive mechanisms that give rise to a range of meaning effects in the realm of communication, when operating upon different cognitive models (either alone or in combination). Such effects constitute the so-called figurative uses of language, such as irony, paradox, hyperbole, etc. For this purpose, the article suggests taxonomies of both cognitive models and cognitive operations, on the basis of various classificatory criteria, as well as a set of regulating principles that constrain the activity of cognitive operations.

Keywords: cognitive models, cognitive operations, figurative use of language.


Introducción

En las tres últimas décadas, el estudio de la metáfora y la metonimia, como herramientas para la conceptualización del mundo, ha recibido gran atención en el ámbito de la lingüística cognitiva. Los primeros trabajos de Lakoff y sus colaboradores (Lakoff, 1987; Lakoff & Johnson, 1980; Lakoff & Turner, 1989) sentaron las bases para el estudio de la modelación del conocimiento en función de modelos cognitivos idealizados -MCI-, entendidos como estructuras cognitivas básicas que nos permiten categorizar nuestro entorno (Lakoff, 1987). Los cuatro tipos de modelo cognitivo que propuso Lakoff son la metáfora, la metonimia, los modelos proposicionales o marcos y los esquemas de imágenes. A pesar del creciente interés en los modelos cognitivos y de la gran cantidad de trabajos dedicados a su análisis y desarrollo, sobre todo en metáfora y metonimia, se ha prestado poca atención a su aspecto comunicativo. Además, hemos observado que el tratamiento de lo que normalmente se conoce como uso figurado del lenguaje -que además de la metáfora y la metonimia incluye otros fenómenos como la ironía, la hipérbole, la paradoja, el oxímoron, etc.- ha sido también relativamente escaso en círculos cognitivistas.

En este artículo proponemos una reelaboración de la teoría de los modelos cognitivos idealizados que tenga en cuenta la relación entre la modelación cognitiva y sus potenciales efectos de significado en el plano comunicativo. Para ello, partiremos de una distinción básica entre modelos cognitivos y operaciones cognitivas, considerando que los modelos cognitivos constituyen el material primario sobre el que trabajan las operaciones cognitivas. En la sección 1 profundizaremos en la naturaleza de los modelos cognitivos y estableceremos unos criterios para su clasificación. La sección 2 ofrece un estudio detallado de los diferentes tipos de operaciones cognitivas y de las diversas formas en las que estas pueden interactuar. Asimismo, veremos cómo la actuación de estas operaciones cognitivas -de una en una o en combinación- sobre diversas clases de modelo cognitivo da lugar a una gama predecible de efectos de significado que constituyen los ya mencionados usos figurados del lenguaje. Una vez analizadas las operaciones cognitivas, estudiaremos, en la sección 3, qué principios rigen su capacidad de actuación. Para finalizar, ofreceremos -en la sección 4- un resumen de las conclusiones alcanzadas en este estudio.

1. Modelos cognitivos idealizados o MCI

Según Lakoff (1987), un MCI es una estructura cognitiva que surge de la aplicación de ciertos principios estructuradores a nuestro conocimiento del mundo tal como lo percibimos. Debido a su naturaleza estructurada, los MCI nos ayudan a entender y razonar sobre lo que consideramos la realidad. En otras palabras, el término MCI designa cualquier concepto construido a partir de nuestro conocimiento del mundo. Inicialmente, Lakoff propuso cuatro tipos de modelos cognitivos idealizados:

  1. Metáfora -correspondencias entre dominios conceptuales discretos en las que uno de los dominios (denominado dominio fuente) nos permite entender y razonar sobre el otro (denominado dominio meta)-. Por ejemplo, entendemos la importancia de los objetos físicos por su tamaño y aplicamos esta forma de concebir la realidad -dominio fuente- a la conceptualización de otros componentes de la estructura de eventos -dominio meta-: una gran fiesta; una gran decisión; un gran problema.
  2. Metonimia -consistente en una correspondencia, interna a un solo dominio, en la que el dominio fuente representa la meta-. Por ejemplo, nos podemos referir a un objeto -dominio meta- mediante la mención de otro objeto -dominio fuente- con el que se relaciona estrechamente el primero: Tiene un gran cerebro -'una gran inteligencia'-.
  3. Modelos proposicionales o marcos -representaciones de objetos, estados, situaciones y eventos, tal como las propuestas por Fillmore, 1982-. Los marcos proporcionan contextos conceptuales para la adecuada selección de elementos constitutivos de los conceptos que se inscriben en dichos marcos. Por ejemplo, en el contexto de la planta de maternidad de un hospital, el concepto de 'madre' se relaciona con el de hijo, pero también con el de doctor, enfermera, camilla, sala de espera y otros. En el contexto del hogar, se relaciona con el de padre -como esposo o compañero sentimental-, hijos, cuidados, alimentación y otros. En el plano jurídico, forma parte de una red de conexiones que pueden incluir conceptos como derechos, deberes, subsidios, bajas laborales, etc.
  4. Esquemas de imágenes -o configuraciones topológicas primarias, como las nociones de recipiente, movimiento, camino, etc., basadas en nuestras experiencias físicas con el entorno-. Son ejemplos clásicos las nociones de recipiente, camino, fuerza, movimiento y parte-todo, entre otras muchas propuestas por Johnson (1987), todas las cuales se utilizan con frecuencia como dominios fuente de metáforas: Se metió en un lío -una situación se ve como un recipiente cuyas condiciones internas afectan a todo lo que entre en su interior-; Me sacó de mi error -causar un cambio de estado se ve como forzar la salida de un recipiente-; Nos hemos salido del camino en lo que respecta a la alimentación -no acertar en las acciones conducentes a lograr unos objetivos se conceptualiza como dejar de seguir un camino con un destino bien definido-; Una parte de mí se rebela, pero la otra prefiere la calma -se trata a la persona, en función de la metáfora del yo dividido, como un compendio de diversas partes, que pueden entrar en conflicto (véase Lakoff, 1996)-.

La tipología que proporciona Lakoff se fundamenta en la clase de principio estructurador del conocimiento: 1) distintos modos de correspondencia entre dominios conceptuales para el caso de la metáfora y la metonimia; 2) estructura de predicado-argumentos para los marcos; 3) organización topológica -es decir, de organización espacial-, en el caso de los esquemas de imágenes. A continuación proponemos otros tres criterios adicionales para la clasificación de tipos de MCI.

1.1 Modelos cognitivos operacionales y no operacionales

Ruiz de Mendoza (2007) diferencia entre modelos cognitivos operacionales y no operacionales. Los modelos cognitivos no operacionales son el resultado de la aplicación de principios organizadores de alto nivel tales como la selección, abstracción y esquematización de propiedades de entidades y eventos. Si estas propiedades son topológicas, dichos principios dan lugar a estructuras de esquemas de imágenes; si no lo son, dan lugar a marcos. Los modelos cognitivos operacionales son el resultado de la acción de principios organizadores de más bajo nivel sobre modelos cognitivos no operacionales. La metáfora y la metonimia, una vez que se convencionalizan, son el resultado de dichos principios de bajo nivel. Por ejemplo, el hecho de referirse a las personas como si fueran animales viene dado por las similitudes físicas y de comportamiento entre ambos tipos de entidad. Sin un conocimiento específico derivado de un marco sobre animales como leones, cerdos, etc., y sobre los seres humanos, la operación metafórica no sería posible. Del mismo modo, la conexión metonímica entre las manos y la ayuda que se presta -o se pide- a otra persona -echar una mano a alguien- se basa en nuestro conocimiento sobre la prominencia de las manos en muchos tipos de actividad.

1.2 Modelos cognitivos primarios, de alto nivel y de bajo nivel

Tal y como también se propone en Ruiz de Mendoza (2007), distinguiremos entre modelos cognitivos primarios, por un lado, y modelos cognitivos de alto y bajo nivel, por otro.

Los modelos cognitivos primarios se basan en experiencias sensoriales y motoras. Es el caso, por ejemplo, de conceptos básicos como temperatura, tamaño, altura, emoción, etc. Además, los esquemas de imagen son también modelos cognitivos primarios -contendor, camino, etc.-. Como es lógico pensar, las conocidas metáforas primarias se basan en este tipo de modelo cognitivo, ya que su dominio fuente está tomado directamente de nuestra interacción física con el mundo (véase Grady, 1997, 1999; Lakoff & Johnson, 1999). Un ejemplo de metáfora primaria es aquella en la que conceptualizamos el afecto como una sensación física de calidez. Este modo de conceptualización se refleja con claridad en el uso de cálido con el significado de afectuoso en la oración Me dio un cálido abrazo. De manera similar, también nos encontramos con metonimias primarias, como es el caso de el recipiente por su contenido. Un ejemplo sencillo de esta metonimia es el uso de vaso para referirse al contenido del vaso en la oración Se bebió el vaso de un trago. En este ejemplo se ponen en juego las propiedades topológicas del vaso -los recipientes tienen un espacio interior delimitado susceptible de contener otros objetos o sustancias-.

Los modelos cognitivos de bajo nivel son configuraciones semánticas no genéricas que se derivan de un proceso motivado y estable de enlaces y conexiones entre elementos pertenecientes a nuestro conocimiento enciclopédico. Los modelos proposicionales o marcos son un caso de modelo cognitivo de bajo nivel. Por ejemplo, el escenario de ir al médico entraña una serie de eventos concatenados -pedir cita, acudir a la recepción, esperar turno en la sala de espera, contar nuestro problema de salud al médico, etc.- que conforman un todo, que es lo que se denomina marco. Además, nos encontramos con metáforas y metonimias de bajo nivel: las personas son animales -Pedro es un cerdo- e instrumento por músico -El guitarra no ha ensayado lo suficiente-, respectivamente.

Por último, un modelo cognitivo de alto nivel es una caracterización genérica fruto de la abstracción de materia conceptual común a varios modelos de bajo nivel. Es el caso, por ejemplo, del marco de alto nivel de causa-efecto, que engloba una serie de entramados conceptuales de más bajo nivel como Si comes mucho, engordarás, Si gastas mucho, no ahorrarás nada, etc. Un ejemplo de metáfora de alto nivel es los estados son lugares -Entró en depresión, donde el estado de depresión se conceptualiza como un lugar-. Un ejemplo de metonimia de alto nivel es efecto por causa -¿Qué es ese ruido?, en el que el hablante se refiere al efecto ('ruido') cuando en realidad está preguntando por la causa de dicho ruido-.

Véase la Tabla 1, que ofrece un esquema con ejemplos de los tipos de modelo cognitivo que surgen como resultado de la aplicación de este criterio taxonómico -véase Ruiz de Mendoza, 2007-.

1. 3 Modelos cognitivos situacionales y proposicionales

Los modelos cognitivos proposicionales designan entidades, sus propiedades de estas y sus relaciones en contextos no situacionales. Por ejemplo, un león, su ferocidad, su rugido, etc., forman parte del modelo proposicional de la vida de los leones.

Los modelos cognitivos situacionales son escenarios más complejos constituidos por series de eventos o modelos proposicionales entre los que se establecen relaciones coherentes y ordenadas. Así, un modelo cognitivo situacional como la caza en el reino animal surge de la combinación de modelos proposicionales como el león, la gacela, el tigre, además de características como ser carnívoro, veloz, feroz, etc. Nótese que tanto los modelos situacionales como los proposicionales pueden, a su vez, ser de alto o bajo nivel. Conceptos como mesa, silla, bolso, animal, etc., son ejemplos de modelo proposicional de bajo nivel. De la abstracción de todos ellos obtenemos el modelo proposicional de alto nivel entidad física. En el caso de los modelos situacionales, la escena de caza constituye un caso de bajo nivel. Otros ejemplos de modelo situacional de bajo nivel son actos como prometer a un hijo una recompensa si hace los deberes, prometer amor a una persona, prometer fidelidad, etc. De la abstracción del material conceptual compartido por estos modelos situacionales de bajo nivel obtenemos el acto de habla de prometer.

2. Operaciones cognitivas

En el ámbito de la psicología, se entiende por operación cognitiva aquella actividad de la mente que tiene un efecto identificable en función de cómo el cerebro responde a la necesidad humana de interaccionar con el mundo -codificación y recuperación memorística; codificación visual, táctil y auditiva; programas motores y su ejecución; cf. Anderson, 1983; véase también Benedetti, 2009-.

En lingüística cognitiva, el término operación cognitiva o proceso cognitivo se usa de manera más restringida: 1) para referirnos a fenómenos de perspectivización que se inspiran en trabajos previos del ámbito de la psicología cognitiva, como es el caso de la alineación figura-fondo (Langacker, 1987) y la visualización de atención (Talmy, 2000); 2) para designar procesos de creación de estructura conceptual como el establecimiento de correspondencias metafóricas y metonímicas, también conocida como mapeo (mapping) (Lakoff, 1987, 1993) o la integración conceptual -blending-, estudiada por Fauconnier y Turner (2002).

En este artículo adoptaremos la noción más restringida de operación cognitiva, que establece una unión entre los procesos mentales que se manifiestan en el uso del lenguaje y su potencial para crear significado a través de actividades inferenciales. Por tanto, utilizaremos el término operación cognitiva para referirnos a cualquier mecanismo mental cuyo objetivo es contribuir a los procesos inferenciales necesarios para obtener una representación semántica completa de una expresión lingüística o de cualquier otro recurso simbólico -por ejemplo, un dibujo- para dotarlo de un significado completo en el contexto en el que debe interpretarse.

En apariencia, la metáfora y la metonimia son claros ejemplos de operación cognitiva. Sin embargo, aunque afirmar que un mapeo es una operación cognitiva sea correcto, no deja de ser una simplificación excesiva. Un mapeo es un conjunto de correspondencias, pero decir que existe una correspondencia entre dos elementos no revela la naturaleza de la conexión que se establece entre ellos. Es necesario, por tanto, revisar y refinar nuestra descripción considerando todas las operaciones cognitivas posibles que puedan determinar la naturaleza de una correspondencia. Por ejemplo, nosotros afirmamos que tanto la metáfora como la metonimia deben dividirse en operaciones más básicas: comparación y correlación, en el caso de la metáfora, y expansión y reducción, en el de la metonimia (cf. Ruiz de Mendoza, 2000, 2011; ver sección 3.2). A continuación proporcionamos un listado de operaciones cognitivas. Partimos de la propuesta de Ruiz de Mendoza y Santibáñez (2003), quienes distinguen entre operaciones formales y operaciones de contenido, de las que nos ocupamos en las siguientes subsecciones. Además, nos adentraremos en la descripción y análisis de cada una de ellas, centrándonos, sobre todo, en las operaciones cognitivas de contenido -dada la naturaleza preparatoria de las operaciones formales que se hará evidente en la siguiente sección- y haciendo hincapié en su relevancia para la interpretación del lenguaje figurado.

2.1 Operaciones cognitivas formales

Las operaciones cognitivas formales son de alto nivel y posibilitan la acción de las operaciones cognitivas de contenido -a las que nos dedicaremos en la sección 3.2-. Las operaciones cognitivas formales son la pautación -cueing-, la abstracción, la selección y la integración. Se gobiernan mediante una serie de principios que examinaremos en la sección 3, tendentes a determinar las condiciones en que se accede a la materia conceptual que se va a emplear en los procesos interpretativos relativos a las operaciones de contenido. Veamos a continuación cada una de estas operaciones:

  1. Pautación. Esta operación consiste en facilitar el acceso a los aspectos más relevantes de un concepto sobre la base de información lingüística y textual. Este tipo de información sirve de guía en la activación de partes del conocimiento del mundo o espacios mentales, de acuerdo con la terminología de Turner y Fauconnier (1995). Consideremos el concepto conejo en las dos siguientes oraciones: Mi madre me regaló un conejo precioso y No comemos conejo muy a menudo. En el primer caso, nos encontramos con una caracterización central del concepto, es decir, conejo como animal. Sin embargo, en el segundo ejemplo, el verbo comer propicia la conceptualización metonímica de conejo como carne.
  2. Abstracción. La existencia de correspondencias metafóricas es posible porque somos capaces de derivar estructura genérica común de los dominios fuente y meta (cf. Turner & Fauconnier, 1995). Por tanto, las operaciones de abstracción son precondiciones necesarias para que tengan lugar las operaciones metafóricas. El material abstraído nos permite establecer similitudes entre los dos dominios. Algunas expresiones metafóricas como nariz de loro, ojos de gata, orejas de burro, etc. se interpretan sobre la base de una estructura física común que necesitamos abstraer previamente de los dominios fuente y meta.
  3. Selección. Cuando realizamos operaciones interpretativas basadas en un concepto determinado, no usamos todo nuestro conocimiento sobre dicho concepto. Muy al contrario, seleccionamos la información más relevante del concepto que nos interesa ayudándonos de la información textual y contextual. Las operaciones de selección están íntimamente relacionadas con las operaciones de pautación, ya que ambas permiten al hablante seleccionar la información del paquete conceptual que se activa a través de la información lingüística. Sin embargo, la selección no solo opera a partir de la información lingüística, sino también a partir de información contextual y personal. Por ejemplo, el uso metonímico de la palabra conejo en la oración Hoy comemos conejo asado está pautado lingüísticamente de tal forma que seleccionamos como información más relevante la relativa a las partes comestibles del conejo. Esto mismo se puede lograr mediante el contexto. Imaginemos una situación en la que varios comensales están a la mesa y desconocen el plato que se les va a servir. Entonces, la persona que les atiende aparece con una bandeja cubierta. Al destaparla, se ve un conejo asado. Uno de los comensales exclama: ¡Conejo! El contexto pauta esencialmente la misma selección de rasgos que la expresión lingüística. Pero pensemos en una variante de la situación descrita en la que uno de los comensales, que odia la carne de conejo, profiere la misma exclamación cuando se destapa la bandeja. La pautación basada en información exclusiva sobre esa persona, nos llevará a una interpretación en la que el comensal vegetariano manifiesta disgusto ante la comida que le ofrecen, basada en nuestro conocimiento sobre la idiosincrasia de los gustos en comida y las reacciones de la gente ante los alimentos que les resultan desagradables.
  4. Integración. Esta operación cognitiva consiste en la combinación de estructura conceptual de un número determinado de elementos. La integración conceptual puede ser de dos tipos -véase Peña, 2003, 2008; Ruiz de Mendoza, 2011-: por enriquecimiento o por combinación. La integración por enriquecimiento tiene lugar cuando una configuración conceptual incorpora en su estructura interna otra configuración que puede ser inherentemente subsidiaria de ella o que se convierte en subsidiaria a través del proceso de enriquecimiento. La interpretación de la frase Estoy llena de amor por él requiere de la combinación del esquema lleno-vacío, invocado explícitamente, y el esquema de verticalidad, que es necesario para que tenga lugar la correlación figurativa cantidad-altura. El esquema de verticalidad es inherentemente subsidiario del esquema lleno-vacío. En los procesos de integración por combinación, ninguno de los conceptos que participan en la integración es subsidiario del otro. Su actitud me llevó a la desesperación es un ejemplo en el que opera la integración por combinación: el esquema de camino es enriquecido por el esquema del recipiente, siendo independientes el uno del otro.

2.2 Operaciones de contenido

Estas operaciones actúan sobre modelos cognitivos de diversa índole gracias al apoyo previo de las operaciones formales. A su vez, como veremos en la sección 3, la actividad de las operaciones de contenido se rige por principios que regulan su uso y su capacidad de producir significado. En las subsecciones 2.2.1 a 2.2.10 analizaremos cada una de estas operaciones, que agruparemos en dos grandes esquemas de relaciones en la subsección 2.2.11.

2.2.1 Expansión

Esta operación consiste en ampliar la cantidad de material conceptual que asociamos inicialmente al punto de acceso de un determinado concepto. Ruiz de Mendoza (2000) considera que las operaciones de expansión subyacen a las metonimias del tipo fuente-en-meta, es decir, aquellas en las que el dominio fuente es un subdominio del dominio meta. Así, la expansión metonímica consiste en mencionar parte de un dominio para acceder a todo el dominio o dominio matriz. En la oración El guitarra ha bebido demasiado, el instrumento musical -la guitarra- constituye parte de un dominio más amplio, a saber, la persona que toca el instrumento musical. De este modo, mencionar dicha parte nos da acceso a todo el dominio a través de la metonimia instrumento por músico. Veamos otro caso de expansión, esta vez posibilitado por la metonimia resultado por acción (cf. Panther, 2005). Si consideramos la oración Estás muerto, entendida como una amenaza, el estado final del oyente mencionado por el hablante -estar muerto- es el resultado de la acción potencial del hablante -matar al oyente-.

2.2.2 Reducción

Las operaciones de reducción son el resultado de dotar de prominencia a parte de un dominio conceptual. Al igual que en las operaciones de expansión, la reducción también está relacionada con la metonimia, que en este caso llamaremos metonimia meta-en-fuente, siguiendo la propuesta de Ruiz de Mendoza (2000). Por ejemplo, cuando decimos que Renault ha despedido a un delegado sindical, necesitamos focalizar parte del dominio conceptual de la compañía de coches Renault, a saber, el equipo directivo de la empresa que tomó la decisión en cuanto al despido. Esta operación de reducción subyace a la metonimia compañía por directivos. Hasta el momento, hemos visto cómo las operaciones de expansión y reducción actúan sobre la base de modelos cognitivos proposicionales. Cuando se trata de modelos cognitivos situacionales, estos mecanismos de expansión y reducción operan de forma combinada, tal como vamos a describir a continuación. Consideremos el siguiente intercambio comunicativo: ¿Estoy despedido?/Recoge tus cosas. En este ejemplo, la primera oración nos da acceso, a través de la expansión metonímica, al modelo situacional de bajo nivel del mundo del trabajo, que engloba una serie de modelos proposicionales tales como ser contratado, cumplir un horario de trabajo, recibir remuneración, la posibilidad de ser despedido, tener un puesto en el que realizar nuestras tareas, etc. Una vez hemos accedido a este modelo cognitivo situacional, hemos de focalizar nuestra atención en la parte relevante para la adecuada interpretación de la respuesta. La expresión Recoge tus cosas, a través de una operación de reducción de dominio, focaliza la parte del dominio que nos interesa, a saber, el hecho de que un trabajador dispone de ciertos espacios para almacenar sus objetos personales. El hecho de que al trabajador se le ordene recoger sus cosas nos lleva a la conclusión de que la persona está despedida, puesto que el hecho de recoger sus cosas implica que tendrá que renunciar al puesto que ocupaba en la oficina, a la taquilla en la que guardaba sus objetos personales, etc., lo cual es señal inequívoca de que el trabajador no seguirá desempeñando sus tareas en la empresa. Esta cadena de implicaciones tiene lugar gracias a un proceso de esquemas de razonamiento del tipo premisa-conclusión. Nótese que otras respuestas resaltarían aspectos diferentes del modelo situacional. Por ejemplo, si la respuesta hubiera sido Estoy harto de que llegues tarde, la reducción de dominio nos habría llevado a la focalización del hecho de que se asume que los trabajadores cumplen con un horario laboral y de que incumplirlo puede ser motivo de despido.

2.2.3 Correlación

Esta operación cognitiva, junto con las de parecido, que veremos más adelante, delimita la naturaleza de las correspondencias en los mapeos metafóricos. El término correlación se ha usado tradicionalmente para referirse a metáforas primarias, es decir, aquellas que se basan directamente en experiencias corpóreas (cf. Grady, 1999; Lakoff & Johnson, 1999). Dos eventos pueden ponerse en correspondencia metafórica por correlación cuando coocurren con frecuencia. Este es el caso, por ejemplo, de la metáfora entender es ver, como puede apreciarse en la oración No veo por qué quieres mudarte. Esta metáfora correlacional se basa en el hecho de que percibir con la vista es uno de los modos más habituales de obtener información. Por tanto, cuando encontramos dos eventos que coocurren en nuestras experiencias cotidianas, uno de ellos -el que es perceptualmente más accesible- es usado para hablar y razonar sobre el otro. Puesto que uno de los dos dominios en las operaciones de correlación experiencial es perceptualmente más saliente que el otro, se puede afirmar que el primero actúa como punto de acceso al segundo, lo cual sugiere que existe una relación metonímica entre ambos (cf. Barcelona, 2000; Radden, 2000). Así, en correlaciones como afecto es calidez y entender es ver, el afecto representa a la calidez -Le brindaron una calurosa acogida- y ver representa al entendimiento -¿Ves lo que quiero decir?-.

2.2.4 Comparación

Esta operación cognitiva engloba los procesos por los cuales establecemos las diferencias o las similitudes entre dos conceptos. En el primer caso hablamos de comparación por contraste, mientras que en el segundo nos referimos a comparación por parecido. Veamos cada una de estas operaciones a continuación. Existen diferentes formas de expresar contraste, como por ejemplo, mediante el uso de algunos marcadores lingüísticos a nivel discursivo: Me gusta pero no es mi estilo. Por un lado está bien, pero por otro no me convence. Algunos usos figurados del lenguaje se basan en operaciones de contraste, como es el caso de la paradoja y el oxímoron. La paradoja consiste en un contraste entre el significado general de una oración y el significado de una de las palabras que la componen. Encontramos un ejemplo de paradoja en la oración Estas son las pautas que debe seguir para ser espontáneo (Panther & Thornburg, 2012). La paradoja de esta afirmación radica en el hecho de que una condición esencial para actuar, de manera espontánea, es precisamente no seguir ninguna pauta de comportamiento, sino guiarse por los propios impulsos. Por tanto, el significado intrínseco de la espontaneidad contrasta con el significado general de la oración. En el oxímoron, nos encontramos con un contraste entre dos palabras o expresiones antónimas usadas en la misma oración, como por ejemplo en la expresión amor agridulce, en la que el ser amado se comporta de forma que se crea un contraste entre lo dulce de estar enamorado y lo agrio de no ser correspondido. Pero este contraste que se da en la paradoja y el oxímoron es solo aparente y se puede resolver mediante la creación de un espacio mental -es decir, un mundo posible- en el que sí tenga sentido. Así, para el ejemplo de paradoja dado arriba, podemos pensar en que una persona puede aprender a ser más espontánea siguiendo unos pequeños consejos, como hacer las cosas sin pensar, expresarse libremente y actuar con naturalidad. En el caso del oxímoron, pensemos que el amor normalmente se percibe como dulce, pero puede tener momentos agrios cuando se atraviesan dificultades inevitables. Pasemos ahora a tratar las operaciones de contraste por parecido. Este tipo de operación cognitiva subyace algunos casos de metáfora, a saber, metáforas que no están basadas en la correlación sino en establecer relaciones de correspondencia entre dos entidades sobre la base de algún tipo de similitud entre ellas (Grady, 1999). Un ejemplo de metáfora por parecido es las personas son animales, en la que se atribuyen propiedades físicas o de comportamiento animal a un ser humano. Además, la comparación por parecido es la base del símil. Oraciones como Sus ojos brillan como el sol, Su piel es suave como la seda, etc. son posibles debido a la similitud que percibimos entre la brillantez del sol y los ojos de una persona, en el primer caso, y de la que existe entre la suavidad de la seda y la de la piel de una persona, en el segundo. Se puede apreciar, asimismo, que estas oraciones contienen además un componente hiperbólico o de exageración: los ojos de una persona no pueden brillar tanto como el sol, al igual que la suavidad de la piel no alcanza la de la seda. En estos casos, la operación de comparación por parecido se combina con una operación de potenciamiento, que analizamos a continuación.

2.2.5 Potenciamiento

Esta operación cognitiva actúa sobre la base de conceptos que pueden ser objeto de gradación. En otras palabras, el potenciamiento opera sobre conceptos variables en función de una escala, a los que nos referiremos como conceptos escalares. El tamaño, la distancia, la temperatura, la longitud y otras magnitudes empíricas son ejemplos de conceptos escalares. Además, muchos adjetivos poseen cierto grado de escalaridad en tanto pueden ser modificados por un adverbio de cuantificación: poco/muy bueno, poco/algo/muy brillante, poco/algo/muy contento, etc. De modo similar, los conceptos que denotan emociones pueden también ser objeto de gradación: poco/mucho amor, poca/mucha alegría, etc. Las operaciones de potenciamiento elevan un concepto de la escala a un punto superior de esta. Por tanto, un caso prototípico de potenciamiento es la hipérbole. Si consideramos la oración Esta maleta pesa una tonelada, la expresión una tonelada se usa en sentido figurado para realzar el contraste entre el juicio subjetivo del hablante acerca del peso de la maleta -excesivo- y el peso real de la maleta. Por tanto, la operación de potenciamiento actúa en combinación con una operación de comparación por contraste para dar lugar al efecto final de significado, es decir, que el peso de la maleta es muy elevado, posiblemente excesivo. Si volvemos al ejemplo anterior, Sus ojos brillan como el sol, la operación de potenciamiento se combina con otra de comparación, pero esta vez por parecido. Si bien es cierto que en esta oración también existe un contraste entre el brillo real de los ojos de la persona y el brillo del sol, que nunca podrá ser alcanzado, el foco de la comparación se centra en una característica positiva común, a saber, el brillo. En otras palabras, la intención principal del hablante es realzar la relación de parecido entre el brillo del sol y los ojos de la persona. En el caso de la maleta, se podría decir que también existe parecido entre una tonelada y el peso excesivo de la maleta. Sin embargo, puesto que el principal efecto comunicativo del que el hablante pretende dotar a la oración es de queja, el énfasis de la comparación recae en el contraste entre la idealización y la realidad. Por tanto, ambas modalidades de comparación están activas en los dos ejemplos, pero con diferentes grados de prominencia. En cualquiera de los casos, para procesar estas oraciones, el hablante tiene que realizar una operación inversa a la de potenciamiento con el fin de ajustar el término exagerado llevándolo a un punto en que resulte más acorde con la realidad (cf. Herrero, 2009, p. 228). Esta operación es la mitigación.

2.2.6 Mitigación

Al igual que ocurre en el caso de las operaciones de potenciamiento, la mitigación opera sobre la base de conceptos escalares. Como ya hemos apuntado, la mitigación es necesaria para la interpretación de oraciones que han sido intensificadas por el hablante. Si adoptamos la perspectiva del hablante, a las operaciones de mitigación subyace la figura conocida como atenuación. Al contrario que en la hipérbole, la atenuación consiste en rebajar un concepto en su correspondiente escala hasta un punto inferior, como sucede en la oración Mi casa queda un poco lejos de aquí, en la que la intención comunicativa del hablante es decir que su casa está bastante lejos del punto en el que se encuentran. Evidentemente, es tarea del oyente el realizar una operación de potenciamiento para alcanzar una interpretación realista de la oración del hablante. Esta operación viene pautada por factores de convencionalización construccional que, en este caso, incluye una entonación y patrón acentual especiales que otorgan prominencia al cuantificador poco, unido al uso del artículo indefinido -cf. un poco frente a poco, cuyo uso no pauta la atenuación-.

Se debe distinguir bien la atenuación de la lítotes, pues con frecuencia se las confunde. En la lítotes se asevera algo a través de la negación de lo contrario de lo que se desea afirmar: Mi casa no queda muy cerca de aquí -es decir, queda muy lejos-. En ambos casos se produce una cierta reducción del impacto de la aseveración sobre el receptor, pero por vías distintas. En la atenuación el polo o extremo de la magnitud escalar que se expresa verbalmente denota lo que el hablante desea aseverar -por ejemplo, la lejanía de la casa del hablante en el ejemplo de arriba-. La atenuación conlleva una mitigación directa, por parte del hablante, de dicho polo con el fin de suavizar el impacto que afirmarlo tiene sobre el oyente: muy lejos, de la realidad, se convierte así en solo un poco lejos, en la expresión. En el caso de la lítotes, en cambio, el polo expresado es el opuesto a lo que el hablante desea aseverar, con lo que la atenuación se logra mediante la negación -o mitigación extrema- de dicho opuesto: no muy cerca equivale, así, a muy lejos. Una forma adicional de usar la mitigación se produce en el caso de la meiosis, que consiste en una exageración modesta realizada con el fin de quitar seriedad a una situación. Un ejemplo de meiosis es la afirmación Es solo un rasguño dicha ante una herida de cierta consideración. En la meiosis lo expresado verbalmente mitiga al máximo lo que el hablante o terceras personas piensan que es la verdad. Otros ejemplos de esta figura son: Apenas escuece -cuando el escozor es importante-, No es nada/Es poca cosa/No hay de qué preocuparse -cuando lo sucedido es grave-, Es solo un poco de viento, que parará enseguida -ante la inminencia de vientos huracanados-.

Veamos a continuación un ejemplo en el que las operaciones de potenciamiento y mitigación se combinan con otras operaciones cognitivas, además de la comparación para alcanzar el efecto comunicativo deseado. Este es el caso de la oración Tiene cerebro de mosquito. La interpretación de esta oración está ligada a una hipérbole ofensiva, y se basa en la combinación de cuatro operaciones cognitivas aplicadas a un modelo cognitivo proposicional de bajo nivel: 1) una operación metonímica de reducción de dominio conceptual según la cual el cerebro representa la inteligencia de una persona; 2) una operación de correlación metafórica que nos hace asignar mayor o menor capacidad intelectual a una persona en función del tamaño de su cerebro; 3) operaciones inversas de potenciamiento y mitigación, que hacen que el oyente aminore el impacto de la aseveración potenciada por el hablante con el fin de producir una exageración; 4) una operación de comparación metafórica, que pone en relación atributos humanos con los correspondientes en otros seres vivos: por un lado, encontramos comparación por parecido, ya que establecemos una relación de similitud entre el cerebro de un mosquito y el de un ser humano; por otro, como resultado del proceso de potenciamiento, obtenemos una comparación por contraste entre la realidad y el concepto que el hablante ha potenciado, es decir, entre el tamaño de un cerebro humano y el tamaño del cerebro de un mosquito.

2.2.7 Eco

Las operaciones de eco fueron inicialmente descritas por Sperber y Wilson (1995) para explicar el fenómeno de la ironía. Ruiz de Mendoza y Galera-Masegosa (2012) demuestran que esta operación no está restringida a la ironía, sino que puede dar lugar a otros efectos comunicativos a nivel pragmático y discursivo. Sin embargo, en este artículo nos ceñiremos al estudio de la ironía, que se ajusta a nuestro propósito de ilustrar la presencia de operaciones cognitivas en usos figurados del lenguaje. La oración ¡Qué buen día hace!, ¿eh? es un ejemplo de afirmación irónica en un contexto en el que un primer hablante pensó y afirmó ante un segundo hablante que haría buen día, cuando luego resulta que está lloviendo. El segundo hablante se hace eco de la afirmación del primer hablante, que contrasta con la realidad, es decir, con el hecho de que está lloviendo. Por tanto, la interpretación de esta oración requiere de la colaboración de las operaciones de eco y de contraste. Un segundo ejemplo de eco irónico viene dado por la oración ¡Tu hija es un ángel! En este caso, el hablante se hace eco de la creencia -y posiblemente las afirmaciones- del receptor acerca del comportamiento ejemplar de su hija, que contrasta con la realidad en la que el comportamiento de la niña es inapropiado. Además de las operaciones de eco y contraste, necesitamos una operación adicional de comparación por parecido que nos permite hablar de la niña atribuyéndole -irónicamente- las características de un ángel, en este caso, buen comportamiento.

2.2.8 Sustitución

Tradicionalmente se ha asociado la metonimia con la noción de sustitución. En efecto, tanto si la metonimia obra por expansión o por reducción de un dominio conceptual, el dominio fuente se emplea como sustituto del meta, lo que surte efectos en el nivel de la expresión lingüística. Así, el dominio fuente de la metonimia, que reemplaza al meta, es el que se expresa, mientras que el meta permanece implícito. Como ejemplos de reducción en los que el dominio matriz suple al subdominio de referencia tenemos: Átate los zapatos -'los cordones de los zapatos'-, De un balonazo rompió la ventana -'el cristal de la ventana'-, Comieron conejo -'la carne del conejo'-. Los siguientes son ejemplos de sustitución en los que se hace referencia implícita al dominio matriz mediante la mención de uno de sus subdominios: Tiene muchas bocas que alimentar -'bocas' por 'personas'-, No hace nada para ganarse el pan -'pan' por el 'sustento' general que normalmente incluye el pan con el que se acompaña al resto de los alimentos-, Le escribió unas letras -'una carta'-. No obstante, también se puede utilizar la sustitución en relación con la metáfora. Por ejemplo, en la oración ¡No quiero volver a ver a ese cerdo!, la metáfora animal -que se basa en una operación de comparación por parecido conductual- se utiliza de forma referencial en sustitución de una expresión más compleja, como sería esa persona cuya conducta es inmoral y abusiva. Lo mismo se puede decir de las metáforas basadas en correlaciones experienciales: Suben los precios -'aumentan'- utiliza la correlación entre cantidad y altura, muy común en nuestra experiencia cotidiana -a medida, por ejemplo, que aumenta el nivel de agua en un recipiente, alcanza más altura- y emplea el concepto de altura por el de cantidad; Le dio un cálido abrazo -'afectuoso'- se basa en la correlación entre calor y afecto -el afecto hace que nos acerquemos a las personas y notemos su temperatura corporal-, que utiliza para hacer que el calor represente al afecto.

Hemos hablado de la atenuación, la lítotes y la meiosis como figuras relacionadas con la operación de mitigación. Hemos determinado sus diferencias esenciales y cómo se produce el efecto de mitigación por caminos distintos. También se pueden lograr efectos similares mediante operaciones distintas a la mitigación. Un caso singular es el de la sustitución de una expresión por otra relacionada con el fin de reducir la malsonancia de la primera. Es lo que se conoce como eufemismo. Con estas figuras se logra un efecto similar al de la atenuación, tratada más arriba, pero no mediante la mitigación de un concepto escalar, sino a través de la sustitución de una expresión con cierto impacto negativo explícito por otra con menor impacto explícito, pero que denota la misma situación que el anterior. Existen numerosas formas de producir eufemismos que, por razones de espacio, no vamos a abordar aquí. No obstante, todas ellas tienen en común el mencionado mecanismo de sustitución. Veamos algunos ejemplos. En vez de morir decimos ir al más allá, que es una expresión originalmente más ambigua, aunque se ha convencionalizado ya lo suficiente como para volver a teñirse de algunas de las connotaciones negativas del vocablo al que sustituye. La expresión ir al más allá implica la muerte en un contexto cultural de creencia en la vida después de la muerte, con el efecto suavizante de pensar que la muerte no es el fin total sino solo una transición, por dolorosa que resulte. Este mismo tipo de estrategia se utiliza en otras expresiones, como ir al baño por orinar o defecar, dormir juntos por tener relaciones sexuales y vivir juntos por llevar una vida conyugal sin estar casados. A veces se utilizan otros mecanismos de sustitución como alteraciones fónicas -ostras por hostias- o cuasi-sinónimos -subsahariano por negro- y paráfrasis -centro de reinserción social por cárcel-.

Una clase especial de eufemismo es la paradiástole, que, desde un punto de vista cognitivo, se basa en utilizar la sustitución de una expresión por otra para obligar al oyente a un cambio de focalización. Mediante esta estrategia se le hace reparar en un rasgo positivo de un objeto, situación o evento en el que predominan las connotaciones negativas. Por ejemplo, imaginemos un niño pequeño que llora de manera estridente y, por tanto, irritante. Se puede suavizar este efecto, de forma humorística, diciendo: Tiene buenos pulmones.

2.2.9 Parametrización

Este mecanismo cognitivo opera sobre la base de la metonimia de alto nivel genérico por específico, que permite la utilización de material cognitivo genérico con el fin de proporcionar acceso a configuraciones más específicas. Las operaciones de parametrización son esenciales en casos de genericidad léxica, subdeterminación semántica y la resolución de truismos proposicionales. Veamos cada uno de ellos por separado:

  1. Genericidad léxica: si consideramos el adjetivo bueno, veremos que su significado es muy general, y que su interpretación depende de la oración en la que aparece y/o del sustantivo al que modifique. Así, podemos decir que una persona es buena -amable, que se preocupa por los demás-, que nos hemos comprado un abrigo bueno -de calidad-, que hemos tenido una buena mañana en el trabajo -agradable, productiva-, etc. Encontramos otro caso de genericidad léxica en el verbo hacer: Hacer la cama -estirar y acomodar las sábanas y mantas-, hacerse las uñas -manicura-, hacer la casa -tareas del hogar-, etc.
  2. Subdeterminación semántica: en la oración Hubo 20 000 asistentes al concierto, hablamos en términos generales, es decir, no estamos facilitando al oyente la cifra exacta y específica del número de asistentes. La operación de parametrización posibilita que el término general -20 000 asistentes- represente al número específico y real de asistentes al concierto. Otro ejemplo de expresión semánticamente subdeterminada se encuentra en la oración Mi hermana tiene cuatro hijos, ya que podría darse el caso de que mi hermana tuviera cinco hijos, y la veracidad de la oración no se vería afectada. El término general cuatro representa, en este caso, al específico exactamente cuatro.
  3. Resolución de truismos proposicionales: formular una pregunta como ¿Ha pasado algo? no tendría sentido sin la operación de parametrización, ya que, a cada momento, están sucediendo cosas a cada momento a nuestro alrededor. La parametrización hace que lo genérico -algo- represente a lo específico -algo malo-. De un modo similar, en la oración Te huele el aliento, el genérico oler representa al específico oler mal, oler más de lo socialmente aceptable.

2.2.10 Saturación

La saturación consiste en completar expresiones subdeterminadas de un modo que sea coherente tanto sintáctica como semánticamente. La oración No me gusta está incompleta desde el punto de vista conceptual, por lo que necesitamos un proceso de saturación que nos permita acceder a toda la información. Esta operación se lleva a cabo teniendo en cuenta no solo información de contexto, sino también los requerimientos construccionales de la oración. Así, podemos decir No me gusta que me ignores, pero no podemos decir *No me gusta que me habrías ignorado. Las operaciones de saturación también son necesarias en el caso de expresiones suboracionales, es decir, aquellas en las que parte de la estructura de la oración se elimina. Este es el caso, por ejemplo, de la expresión Buen día, que en su forma completa sería Deseo que tengas un buen día o Te deseo un buen día.

2.2.11 Esquemas de relación entre dominios

A nuestro entender, las operaciones de contenido se pueden clasificar en dos grandes grupos dependiendo del tipo de relación que establecen entre los elementos participantes de la operación: a es b o a por b. Las operaciones de correlación, comparación -incluyendo parecido y contraste-, eco, potenciamiento y mitigación pertenecen al primer grupo, mientras que operaciones de expansión, reducción, sustitución, parametrización y saturación pertenecen al segundo. Esta diferenciación nos ayuda a explicar algunos problemas a los que se han enfrentado los analistas. Por ejemplo, Barnden (2010) ha apuntado a la idea de que las metáforas de correlación son en el fondo metonimias debido a la estrecha asociación experiencial entre los dominios correlacionados -que es una forma de contigüidad- y a la relación a por b (ver, además, Radden, 2000; Barcelona, 2000). Sin embargo, es innegable que en expresiones como Suben los precios o Me dio un cálido abrazo razonamos sobre el aumento de cantidad como si fuera un incremento de nivel o altura, y sobre el afecto como si fuera el calor. Por esta razón tenemos expresiones relacionadas con las mencionadas como Bajan/se disparan/suben por las nubes los precios, para el caso de la conexión más arriba y Me dio un abrazo muy cálido/algo frío/gélido, para el de AFECTO-CALOR. Estas expresiones explotan el sistema de razonamiento del dominio fuente para ayudar a entender adecuadamente el dominio meta. Por esta razón, sostenemos que una metáfora por correlación usa el esquema a es b, si bien el resultado de la operación de correlación es susceptible de ser utilizado como base para una operación de sustitución, que se acoge al esquema a por b. Así, al decir Se han disparado los precios, inducimos al oyente a pensar en un aumento excesivamente rápido e incontrolado de los precios. Esta operación crea el sustrato conceptual necesario para la sustitución de la noción de incremento rápido e incontrolado, que es una parametrizacion de la de más, dentro de la relación más arriba citada antes, por la de disparo, que parametriza -y así enriquece- la noción de arriba dentro la misma relación.

3. Restricciones en las operaciones cognitivas

Las operaciones cognitivas se rigen por una serie de principios que limitan su actuación. Sin la presencia de estos principios, sería imposible la utilización significativa de los conceptos que almacenamos en nuestra mente. Distinguimos entre dos grandes clases de restricción al uso de operaciones cognitivas: 1) las que se aplican a las operaciones formales, y 2) las que actúan sobre las operaciones de contenido. En esencia, las primeras establecen condiciones para las operaciones de activación, selección e integración de información, mientras que las segundas regulan en qué forma se interpreta dicha información.

3.1 Restricciones sobre operaciones formales

3.1.1 Principio de consistencia conceptual

Este principio está latente en los supuestos fundamentales de la semántica de marcos de Fillmore (1982) y en la bien conocida dicotomía entre perfil y base, así como el concepto de zona activa, de la gramática cognitiva de Langacker (1987, 1999). Sin embargo, carece de una formulación explícita y, por tanto, no se ha explorado en conexión con otros posibles principios reguladores de la actividad cognitiva. De acuerdo con este principio, toda activación pautada de información implica la selección de materia conceptual que sea consistente con lo denotado por el mecanismo pautador. Por ejemplo, la activación de información relativa al concepto precioso conejo en la oración Le regaló un precioso conejo blanco es distinta de a la que se activa en Vio un precioso conejo blanco. En la primera, la expresión precioso conejo blanco aparece pautada por el contexto creado por el verbo regalar. El principio de consistencia conceptual nos lleva a pensar en el deseo, por parte del que regala, de agradar a la persona que recibe el regalo; que el conejo sea precioso y blanco -color agradable para la piel de un conejo- es plenamente consistente con esta activación conceptual. En la segunda, en cambio, tendemos a pensar en la admiración que despierta el conejo en el hablante. Se ha de tener en cuenta que el principio de consistencia conceptual subyace a nuestra capacidad para establecer el perfil -esto es la denotación- de un concepto frente a su base -o contexto de activación- y para determinar su zona activa. Así, en el ejemplo de más arriba, un precioso conejo blanco designa -o perfila- un conejo visto como regalo y en el segundo como objeto de deleite, siendo estas dos perspectivas fruto de la relación del perfil con su base. En cuanto a la zona activa, en el primer ejemplo coincide con el perfil, pero no en el segundo, en que es la piel objeto principal de la atención del hablante por su color blanco.

3.1.2 Principio de combinación conceptual

La estructura genérica de uno de los esquemas que participa en una operación de interacción conceptual proporciona el esqueleto o estructura básica para la proyección y combinación de otros esquemas. Una estructura conceptual, al ser incorporada a otra, pasa a ser subsidiaria de esta última, sin importar el grado intrínseco de genericidad de la primera. Por ejemplo, en la interpretación de la oración El golpe la llevó a un estado de coma, el esquema de imagen del camino resulta enriquecido por el esquema del contenedor que, por lo tanto, se hace subsidiario del primero. El esquema de verticalidad, que es por definición subsidiario al esquema de camino, se combina con este último de manera que sugiere inconsciencia en aplicación de la metáfora abajo es inconsciente.

3.2 Restricciones sobre operaciones de contenido

3.2.1 Principio de invariancia extendido

El principio de invariancia fue formulado por Lakoff (1990, 1993). De acuerdo con este principio, las relaciones topológicas que se establecen entre los elementos del dominio meta de una metáfora tienen que ser preservadas de un modo que sea consistente con la estructura topológica correspondiente en el dominio fuente -por ejemplo, el exterior de un recipiente se mapea sobre el exterior de un objeto, pero nunca sobre el interior-. El principio de invariancia extendido lleva esta formulación a todos los casos de estructura de nivel genérico (Ruiz de Mendoza, 1998). Por ejemplo, la condición robusta de una persona se correlaciona fácilmente con la fuerza de un árbol; la valentía de un guerrero en la batalla se relaciona con el comportamiento fiero e instintivo de un león luchando con otra fiera. Consideraciones similares se aplican a todas las operaciones que responden a la fórmula general a es b, sean o no metafóricas. Por ejemplo, en el caso de la hipérbole Esta maleta pesa una tonelada, que antes examinábamos, el contraste entre el peso real y el ficticio, por una parte, y entre los sentimientos de frustración que uno y otro producen en el hablante, siguen la misma pauta: peso se correlaciona con peso y sentimientos con sentimientos. Lo mismo se puede decir de la estructura lógica de causa-efecto que se da entre el peso y los sentimientos de frustración en ambos casos. Lo mismo ocurre con los casos de mitigación: los elementos mitigados se corresponden con sus homólogos; así, en algunos de los ejemplos que hemos tratado, la distancia atenuada se relaciona con la no atenuada en la realidad, y el impacto psicológico de una con el de la otra. Por su parte, el eco preserva relaciones genéricas por definición, al ser una operación basada en la igualdad de las representaciones conceptuales.

En su aplicación a la metonimia, el principio de invariancia extendido preserva la configuración de la estructura genérica en relaciones internas a un mismo dominio. Es el caso, por ejemplo, de la relación controlado-controlador entre autobús y conductor de autobuses en la oración Hay huelga de autobuses -cf. *Hay huelga de ruedas-. Esta misma consideración se hace extensiva a las demás operaciones que se ajustan al esquema a por b. Así, ni la parametrización, ni la sustitución, ni la saturación pueden violar la estructura genérica de relaciones entre dominios. Por ejemplo, si se produce una parametrización de bueno a eficaz, esto es porque percibimos lo eficaz como algo deseable. Si usamos ir al más allá como eufemismo de la muerte es porque, en cierta concepción cultural sobre la vida después de la muerte, ambos conceptos mantienen una relación de secuencia temporal: la muerte precede a la llegada al más allá. Esta relación no se puede quebrantar.

3.2.2 Principio de correlación

En las operaciones metafóricas, se ha de seleccionar el mejor de los posibles dominios fuente de acuerdo con la estructura implicacional del dominio meta. En las operaciones metonímicas, se ha de seleccionar el dominio fuente más relevante -no simplemente un elemento- teniendo en cuenta su potencial para proporcionar acceso al dominio meta que pretendemos alcanzar. En el caso de la metáfora las discusiones son guerras, es más apropiado conceptualizar un intenso debate entre candidatos de diferentes partidos políticos en términos de una guerra que de una simple escaramuza. Para las operaciones metonímicas, consideremos la conocida expresión El bocadillo de jamón está esperando la cuenta. Si bien es cierto que podríamos referirnos al cliente mencionando otros aspectos -el jersey rojo, los zapatos brillantes, etc.- es mucho más directo, en este contexto, dirigirse a él mediante la mención a su pedido.

De nuevo, lo dicho para el caso de la metáfora se aplica a todas las operaciones que se atienen al esquema a es b y lo dicho para la metonimia a las que utilizan el esquema a es b. Por ejemplo, la hipérbole de la maleta que pesa una tonelada utiliza esta cantidad extrema porque es la que mejor ayuda a producir implicaciones de significado sobre el efecto del exceso de peso de la maleta en el hablante. En el caso de los eufemismos, la expresión que reemplaza a la que no se desea usar por sus connotaciones, se escoge en función de su capacidad para apuntar al mismo referente sin producir confusión o serias dificultades de procesamiento, por una parte, y debido a su capacidad para cumplir con el objetivo comunicativo de suavizar el impacto emocional del auténtico referente, por otra.

3.2.3 Principio de refuerzo del mapeo

No se debe descartar ningún elemento del sistema de mapeo si dicho elemento puede adaptarse a los requerimientos de significado del sistema a través de los principios de invariancia extendida y de correlación. Este principio conforma las bases de las interacciones entre metáfora y metonimia, así como de las cadenas metafóricas -véase Ruiz de Mendoza & Galera-Masegosa, 2011-. Para ilustrar el funcionamiento de este principio, consideremos la expresión El niño me dio una patada. Lakoff (1993) afirma que, en virtud del principio de invariancia, no es posible mapear un elemento del dominio fuente que no tiene un elemento correspondiente en el dominio meta. Así se explica el hecho de que en esta metáfora, donde una acción se conceptualiza como si fuera una transferencia de posesión, la persona que recibe la patada en sentido figurado no se convierte en poseedor de esta. El principio de invariancia parece restringir el mapeo de tal forma que el elemento posesión debe descartarse, ya que no hay un elemento que se corresponda con este en el dominio meta. El resto de elementos encuentran, sin embargo, sus correspondencias en el domino fuente: el agente es el que da algo, el paciente es quien lo recibe y patear es dar. Sin embargo, uno de los efectos de significado crucial de dar una patada es que la persona que recibe la patada es afectada por la patada, es decir, la persona no posee la patada, pero sí los efectos de la patada. Una solución a este problema es postular la existencia de una metonimia por la que patear representa a los efectos de patear. Esta metonimia opera únicamente sobre una de las correspondencias del dominio meta de la metáfora, y nos permite mantener el elemento de la posesión en el dominio fuente. Véase la Figura 1, en la que se esquematizan estas operaciones.

3.2.4 Principio de simetría escalar

Este principio regula el grado de potenciación que el oyente debe realizar para ajustar la interpretación de un concepto escalar mitigado por el hablante. Recordemos que este tipo de manipulación se realiza con el fin de minimizar el impacto que el uso del concepto no mitigado puede producir en el oyente. Normalmente, la interpretación por defecto, conduce al punto simétrico de la escala. Así, un poco se suele interpretar como 'mucho' y un poquito, donde el uso del diminutivo aumenta el grado de atenuación, surte el efecto contrario de intensificar aún más el grado de potenciación hasta el valor de 'muchísimo' -cf. Llueve un poco/poquito, en un contexto en el que cae una gran cantidad de lluvia-.

3.2.5 Principio de ajuste pragmático escalar

Aunque la lítotes y la meiosis son formas de atenuación extrema, no se rigen por el principio de simetría escalar. En el caso de estas figuras, que maximizan la atenuación, el que exista una potenciación extrema por parte del oyente depende principalmente de factores contextuales: No es nada -lítotes-, enunciado con el fin de quitar importancia a una situación grave, no implica necesariamente lo es todo, sino que puede simplemente significar 'es mucho'; por su parte, Apenas duele, cuando es una clara atenuación, no lleva a 'duele al máximo' sino a -objetivamente- 'duele mucho (pero no le doy importancia)'. Curiosamente estos ajustes pragmáticos también se producen en el caso de la hipérbole: Esta maleta pesa una tonelada implica una reducción de 'tonelada' a un peso excesivo para lo que el oyente puede manejar; según el contexto pueden ser 20 kilogramos, o 30 o 40, difícilmente más; Esto no es viento; es un huracán, en una situación en que sopla fuerte el viento, pero no con la magnitud de un huracán, sugiere un ajuste pragmático a 'viento demasiado fuerte'. El ajuste pragmático, por otra parte, conlleva el significado añadido, ya convencionalizado para la hipérbole, de 'en exceso' o 'más de lo deseable'.

4. Conclusiones

En este artículo hemos presentado tres criterios de clasificación de modelos cognitivos adicionales a los propuestos inicialmente por Lakoff (1987). Estos son: 1) el modo de operatividad de su principio organizador; así, si se trata de principios organizadores de alto nivel como la selección, abstracción o esquematización de propiedades, obtenemos modelos cognitivos no operacionales y, si se aplican principios organizadores de bajo nivel, surgen modelos operacionales; 2) el grado de genericidad del modelo, que da lugar a modelos cognitivos primarios, de alto y de bajo nivel; 3) la naturaleza ontológica del modelo, de la que surge la distinción entre modelos cognitivos proposicionales y situacionales. A continuación, hemos analizado los diferentes tipos de operaciones cognitivas que pueden actuar sobre dichos modelos. Las hemos dividido en operaciones formales -pautación, selección, abstracción, integración- y de contenido -correlación, comparación, eco, potenciamiento, mitigación, expansión, reducción, sustitución, parametrización y saturación-. Las primeras actúan como pre-requisitos para la actuación de las segundas. Esto se debe a que las operaciones formales tienen como función preparar la materia conceptual sobre la que se va a trabajar, mediante las operaciones de contenido, con el fin de producir diversos efectos de significado. Hemos estudiado, además, dichos efectos de significado, que suponen diferentes usos figurados del lenguaje, siguiendo la terminología tradicional. Además, hemos demostrado que las operaciones cognitivas pueden actuar aisladamente o en combinación, con los consiguientes efectos comunicativos, como es el caso de la expresión Tiene cerebro de mosquito, que combina comparación por parecido, reducción metonímica, correlación metafórica y potenciamiento. Por último, proponemos una serie de principios reguladores de estas operaciones cognitivas, que se dividen en dos clases, según actúen sobre las operaciones cognitivas formales o sobre las de contenido.


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