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Forma y Función

Print version ISSN 0120-338X

Forma funcion, Santaf, de Bogot, D.C. vol.25 no.2 Bogotá July/Dec. 2012

 

ESPACIOS PRÓXIMOS: DE LA EXPERIENCIA PRAGMÁTICA A LA SUBJETIVIZACIÓN*

PROXIMAL SPACES: FROM PRAGMATIC EXPE RIENCE TO SUBJECTIVIZATION

Ricardo Maldonado**
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), México

* Este estudio se inserta dentro de un conjunto de investigaciones sobre lenguaje y cognición que el autor desarrolla en el Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.

** msoto@unam.mx

Artículo de investigación. Recibido 07-07-2012, aceptado 20-09-2012.


Resumen

En contra de visiones que entienden el problema de la subjetividad como un fenómeno que se reduce a la incorporación de inferencias pragmáticas, este trabajo sostiene que la subjetividad obedece a un problema de atenuación en el sentido de Langacker, según el cual hay incremento de la presencia del conceptualizador en el evento, como consecuencia de que las propiedades referenciales de la forma léxica se diluyen. La carga potencial de la forma se convierte en potencialidad epistémica y esta puede tomar cargas evidenciales y evaluativas. La atenuación se presenta tanto en la gramaticalización de verbos y sustantivos en la constitución de marcas gramaticales (posesión, marcación locativa, tiempo y aspecto) como en la formación de marcadores discursivos. El presente estudio pone especial atención a la gramaticalización de verbos como ir y tener, así como al contraste entre deícticos locativos de proximidad aquí/acá en los que la reducción de la distancia conceptual genera representaciones subjetivas que van de la afectación experiencial a las representaciones de corte evaluativo.

Palabras clave: subjetivización, atenuación, deícticos, deixis, proximidad, distancia conceptual, gramaticalización, reforzamiento pragmático, construcciones de punto de referencia, acá, aquí.


Abstract

Against views that understand the problem of subjectivity as a phenomenon reduced to the incorporation of pragmatic experiences, the article defends the view that subjectivity has to do with a problem of attenuation, in Langacker's sense, according to which there is an increase in the presence of the conceptualizing element as a result of the decrease in the referential properties of the lexical form. The potential weight of form becomes an epistemic weight, which can have evaluative and evidentiary value. Attenuation appears in both the grammaticalization of verbs and nouns for the constitution of grammatical markers (possession, location, time and aspect) and the formation of discursive markers. The paper pays special attention to the grammaticalization of verbs such as ir and tener, as well as to the contrast between the deictic locatives of proximity aquí/acá, in which the reduction of conceptual distance generates subjective representations ranging from experiential affectation to representations of an evaluative nature.

Keywords: subjectivization, attenuation, deictic elements, deixis, proximity, conceptual distance, grammaticalization, pragmatic reinforcement, reference point constructions, aquí, acá


1. Introducción

La subjetividad en la lengua es un tema de incuestionable recurrencia en la lingüística contemporánea. Absurdo sería pensar que se trata de un tema nunca visto, la mirada del conceptualizador ha estado presente a lo largo de las reflexiones del lenguaje desde siempre. Sin embargo, quien se encargó de tematizar el problema en la lingüística moderna es, sin duda, Benveniste (1966), quien, al hablar del sujeto, estableció la distinción entre el sujet d'enoncé y el sujet d'enonciation. El primero correspondía al actor que operaba en las acciones y estados del evento dentro de la oración; el segundo era extraoracional, estaba directamente asociado con la mirada del emisor. Las dimensiones de aquella distinción seminal se han desarrollado en lingüística contemporánea alrededor de la noción de subjetividad, como una tendencia cada vez más notoria a reconocer la mirada del conceptualizador en sus manifestaciones lingüísticas. Como bien se puede imaginar, ni las definiciones de tal noción ni el rango de fenómenos que ella cubre son los mismos. Hay coincidencia, sin embargo, en reconocer que el significado de las emisiones se basa, cada vez más, en las actitudes y creencias del hablante sobre la proposición (Traugott, 1989, 1993), si bien no es del todo claro que ello responda a los mismos tenores. Langacker (1991) introduce la noción de subjetivización como un cambio de alineación del eje de los participantes al del conceptualizador, como se puede ver en la Figura 1:

Existe una oposición básica entre los participantes del evento, identificados como X y Y, y el conceptualizador (C), cuya ubicación fuera de la escena le permite observar la interacción entre los participantes X y Y en forma objetiva. C está fuera del escenario en la mirada objetiva. En contraste, en la mirada subjetiva el conceptualizador se incorpora a la escena. La interacción se establece ahora entre X y Y', ligada ahora a C.

Un ejemplo evidente de la manera en que aumenta la presencia del conceptualizador en la escena es la manera en que se conceptualiza la tienda en (1):

(1) a. La tienda de la esquina de la carrera 14 y la calle 17.
b. La tienda de la esquina de la universidad.
c. La tienda de la esquina.

En (1a) la ubicación de la tienda responde al cruce de dos coordenadas, en (1b) su ubicación depende de un punto de referencia (PR). La subjetividad aumenta en virtud de que tal PR es conocido por los interlocutores; finalmente, en (1c) la subjetividad es aún mayor, por cuanto la tienda no es otra que la que está asociada directamente con el emisor; es la tienda que está cerca de su casa o la que el hablante está viendo en el momento del habla. No sorprende que la subjetivización sea fuente productiva de la gramaticalización. Se puede sugerir que la pérdida de los rasgos del significado de base de una palabra es recuperada en la mirada del conceptualizador: conforme se diluyen los rasgos referenciales de una forma ellos, se recuperan en la validación del conceptualizador. Este modelo da cuenta tanto de la formación de fenómenos gramaticales como de cambios léxicos de orden pragmático. Sin embargo, en torno a la subjetividad hay más de una aproximación: Traugott (1988, 1995b) analiza la subjetivización como un estricto efecto de reforzamiento pragmático; Verhagen (2005), como una omnipresencia del conceptualizador que se resuelve en términos de espacios mentales. El objetivo de este trabajo es mostrar que si bien la omnipresencia del conceptualizador es real, sus grados de prominencia varían de contexto en contexto según se atenúa el significado referencial de la forma de base, y que si bien la subjetivización se da en concordancia con fenómenos de reforzamiento pragmático, tal reforzamiento solo emerge como consecuencia de que el significado referencial pierda rasgos específicos que el conceptualizador suple de manera mental.

El trabajo está organizado de la siguiente manera: el apartado 2 se encarga de mostrar tanto el análisis de atenuación de Langacker como las propuestas alternativas de Traugott y Verhagen. El resto del artículo ofrece dos casos de corte distinto en los que la subjetivización solo puede ser explicada en términos de atenuación. El apartado 3 revisa la subjetivización de corte gramatical del verbo tener. El apartado 4 hace lo propio con el contraste deíctico entre aquí y acá, cuya subjetivización, de corte eminentemente pragmático, se resuelve en términos escalares y evaluativos. La sección 5 se encarga de subrayar las ventajas de integrar la mirada pragmática con la de la atenuación en la construcción de un modelo inclusivo de análisis subjetivo.

2. Modelos de análisis subjetivo

Como ya se ha mostrado en la introducción, el análisis de Langacker consiste en una realineación del eje de los participantes al eje del conceptualizador. Tal cambio incluye un proceso de desemantización, según el cual mientras más se diluyen los rasgos referenciales de una forma más se recuperan en la validación del conceptualizador. Tómese como ejemplo inicial la gramaticalización del verbo ir.

Del movimiento real se suceden cambios que introducen una trayectoria abstracta en la que se filtra la intención del sujeto de que se desarrolle el evento. Su desarrollo cada vez menos concreto radica en la mirada del conceptualizador, en la manera en que el conceptualizador configura mentalmente la trayectoria cada vez más abstracta del evento.

La propuesta de Langacker (2000) ha sido criticada desde dos vertientes: Verhagen (2005) ha señalado la necesidad de reconocer que el conceptualizador está siempre presente en el evento conceptual. Su omnipresencia se observa en toda emisión y se puede reconocer en los espacios más simples. En una misión declarativa la presencia no expresa del conceptualizador es innegable, como se ve en los corchetes de (3):

(3) [Yo creo/pienso que] Es muy interesante

E incluso, en cambios diacrónicos de lo deóntico (4) a lo epistémico (5), normalmente analizados como producto de la subjetividad, Verhagen encuentra la omnipresencia del conceptualizador:

(4) Ya se les pasó la mano, ahora deben casarse [deóntico]
(5) Ya no se hablan, deben llevar mucho casados [epistémico]

Para que haya obligación de casarse debe haber evaluación del hablante, como la debe de haber para calcular el aburrimiento de los matrimonios longevos. Verhagen (2005) opta por una interpretación en términos de espacios mentales, que no se discutirá en este trabajo. Se sostendrá, sin embargo, que el cálculo del nivel de presencia del conceptualizador en el evento es inevitable. En el caso de (4), el conocimiento común de las reglas de la sociedad obliga a los enamorados a contraer matrimonio; en cambio en (5), la conclusión de que "deben llevar mucho tiempo casados" se desprende de la deducción individual del hablante con respecto del comportamiento que alcanza a observar en la pareja inexpresiva. En el cambio de lo deóntico a lo epistémico hay, evidentemente, un aumento de presencia por parte del conceptualizador.

Sin embargo, en respuesta a la crítica de Verhagen (2005), Langacker reformuló la subjetividad en términos de atenuación y transparencia. Más que incrementar la presencia del conceptualizador, la pérdida de rasgos referenciales se proyectaban hacia el cálculo mental del conceptualizador sobre la realización de un evento. De ahí provienen lecturas cada vez más abstractas, en las que quien se mueve ya no es el sujeto de la oración, sino el hablante, cuyo recorrido abstracto revisa las posibilidades de realización de un evento. La marcación de futuro en (2c-d) es el último paso de atenuación, en el que ya solo se observa la potencial ocurrencia de un evento en un momento posterior al de la emisión. De ser esto cierto, el futuro es la esquematización de una trayectoria diluida, que se ha traducido de manera abstracta en una potencialidad calculada por el emisor. Los pasos que ella involucra se pueden reconocer en el siguiente esquema:

En la Figura 2a, la flecha que va de la figura primaria (FP) a la figura secundaria (FS) es continua, y representa el movimiento concreto que realiza el sujeto. En la figura (2b), la flecha es punteada en virtud de que el movimiento es más abstracto según el hablante hereda la potencialidad del desarrollo de un evento. En todo momento están presentes las flechas que vienen del conceptualizador (C) hacia la trayectoria, según rastrea el evento. Pero los diagramas difieren en las flechas que van de la figura primaria (FP) a la secundaria (FS). En la marcación de futuro tal flecha deja de ser observable, es transparente, por cuanto no hay movimiento concreto, y solo permanece el cálculo de C de la trayectoria abstracta de FP a FS en la que el hablante declara la posibilidad de que se desarrolle un evento futuro. Ese tipo de patrón conceptual permite sostener un comportamiento evolutivo, como la cadena (6), que se testimonia reiteradamente en las lenguas del mundo:

(6) trayectoria concreta > abstracción de trayectoria > disminución potencial subjetiva > marcación de futuro

Este patrón no es propio solo de las lenguas romances, sino que es común en una amplia gama de lenguas no relacionadas. Como es bien sabido, los verbos de movimiento son fuente productiva en la marcación de la temporalidad en la mayoría de las lenguas del mundo.

Si bien el incremento de presencia por parte del conceptualizador es claro, la atenuación ha sido también puesta en tela de juicio. La segunda crítica proviene de la idea sostenida por Traugott de que la subjetividad no se presenta como consecuencia no de una atenuación, sino de la necesidad del sujeto de comunicar la relevancia de lo que dice en el evento comunicativo. Se trata, pues, de un fenómeno de reforzamiento pragmático. Para refutar la presencia del patrón expuesto en (6), Traugott acude al Oxford English Dictionary para localizar el primer ejemplo documentado en el inglés. Helo aquí:

(7) Thys onhappy sowle... was goyng to be brought into helle for the synne and onleful lustys of her body. 'Esta alma infeliz iba a ser llevada al infierno por el pecado y la lujuria de su cuerpo' (1482 Monk of Evesham [OED go 47b]).

Resalta de este ejemplo el hecho de que el verbo go 'ir' esté en construcción pasiva y que no haya en él trayectoria alguna, ni física ni abstracta y, además, que no se encuentre más que un significado de futuro inminente. Tal significado solo se obtiene por implicatura conversacional. Puesto que no hay trayectoria alguna que seguir, el verbo se interpreta como marcador temporal. Traugott aporta como segundo argumento un ejemplo, dos siglos posterior, en el que no se ve movimiento alguno:

(8) The council sat upon it, and were going to order a search of all the houses about the town. 'El consejo no hizo al respecto e iba a ordenar una inspección de todas las casas del pueblo' (1680 History of Charles II, II p. 164 [IIDCET]).

Puesto que el evento es estático, no hay posibilidad de recuperar a un sujeto en movimiento. Lo único que se puede decir es que el significado temporal del verbo ir se ha convencionalizado. Más aún, la atención a otro ejemplo, dos siglos posterior, le permite a Traugott negar que la atenuación del movimiento se traduzca en cálculo potencial:

(9) It seems as if it were going to rain. 'Parece que iba/fuera a llover' (1890 Cham. Jrnl. [OED go Vb]).

Absurdo sería sostener que esta oración es compatible con la noción de propósito que se obtendría en ejemplos como (2d), Te vua [voy a] dar una patada, en el que la intención del hablante es innegable. Si acaso en (9) lo que se alcanza a ver es la posibilidad de que llueva. Finalmente, Traugott aporta una muestra de inglés contemporáneo en la que, más que predicción, lo que emerge es duda y corrección:

(10) An accident has been reported on Crockett Boulevard. This is going to besouth of Crockett. 'Un accidente ha sido reportardo en Crockett Boulevard. Más bien va a ser al sur de Crockett'.

Se trata de una modalización epistémica proveniente de una duda. Más que atenuación, se da un incremento de subjetivización, que se desarrolla a lo largo del tiempo. Según un postulado de reforzamiento pragmático, las formas subjetivas se pueden hacer cada vez más subjetivas en la medida en que el hablante va teniendo mayor necesidad de hacerse presente en el evento. Las consecuencias del análisis de Traugott son bien conocidas: hay efectos de unidireccionalidad que van de lo objetivo a lo subjetivo, del mundo referencial al mundo del texto y de ahí al ámbito del hablante. Aunque hay casos claramente documentados que van en dirección contraria (Guzmán & Maldonado, en prensa), las tendencias de cambio se orientan hacia lo subjetivo. De ahí la propuesta de cadenas de cambio como la que sigue:

(11) Mundo objetivo > nivel textual > ámbito del hablante

Ello hará que el contenido cambie de lo proposicional a lo textual y a lo expresivo. Caso prístino de esa trayectoria es la evolución de let 'permitir', primero como petición, en subjuntivo (12); después como exhortativo, en (13); como exhortativo condescendiente en (14), y como discurso autodirigido en (15):

(12) Let us rest on earth until God may raise us (At the Resurrection) 'Permítasenos permanecer en la tierra hasta que Dios nos eleve (en la resurrección). (c.1000 AECHom II 32).
(13) Let you bags stand... Let us hear a mass and let us go dine. 'Deja tus bolsas. Oigamos una misa y vayamos a cenar'.
(14) Let's take our pills now, George. '¿Nos tomamos las pastillas, George?'
(15) Let's see now, what was I going to say? 'Veamos, ¿qué iba yo a decir?'

La generalización ha sido propuesta en términos de la siguiente escala:

(16) Dirigido a un tercero > dirigido al oyente > dirigido a uno mismo

El incremento pragmático y la dirección hacia el mundo del hablante son incuestionables. La pregunta es si la atenuación participa en el proceso de subjetivización. En los casos del verbo go 'ir', Traugott no ve atenuación alguna. Si bien es cierto que lo subjetivo se puede hacer cada vez más subjetivo, la argumentación de Traugott en contra de la atenuación es débil. En primera instancia, el hecho de que en el ejemplo (7), de 1482, go sea ya un marcador de futuro no implica que no haya habido suficientes siglos de uso anterior en que go tuviera significado de trayectoria concreta. De la misma manera, hay dos siglos entre cada uno de los ejemplos del inglés, lo que permite deducir largos procesos de cambio semántico que siguen las tendencias de cambio documentadas en otras lenguas, como las romances, cuyo verbo ir sufrió transformaciones similares. Cierto es que el ejemplo (8) es estático, pero justamente es la trayectoria de go la que permite entender que el significado locativo se atenúa en favor del movimiento abstracto que realiza el hablante para imaginar el acto que los miembros del consejo están por realizar.

Mayor atenuación se puede encontrar en (9) al predecir que habrá lluvia. La lectura que hace el hablante del conjunto de cambios atmosféricos es la lectura secuencial de una trayectoria que termina en la predicción de un cambio climático. El movimiento es aún más abstracto en el caso de una autocorrección, como en (10), en la que el hablante recorre mentalmente una afirmación para después rastrear, mentalmente, una mejor. Si en todos los casos tenemos la posibilidad de reconocer una trayectoria, podremos afirmar que la representación física se ha atenuado en favor de que el hablante reconozca la potencialidad de la ruta a seguir, para ubicarla cada vez en ámbitos más abstractos. La subjetividad representa, sin duda, un aumento de presencia del conceptualizador. Que haya refuerzo de inferencias pragmáticas parece natural, pero no es sino en virtud de que el significado de base pierde propiedades que el hablante se dispone a recuperar mentalmente los valores potenciales de la palabra. Con base en lo anterior, deberemos concluir que la atenuación y el incremento pragmático son nociones complementarias.

Además de la interpretación subjetiva de ir, en este estudio se revisarán dos casos más, en los que tanto el nivel de presencia del conceptualizador como el proceso de atenuación son de vital importancia para explicar su proceso de subjetivización. En el primer caso, la subjetivización de tener es paralela a la de ir, por cuanto la subjetivización toma funciones de orden gramatical. En el segundo, la subjetividad se configura en torno a la conceptualización del hablante.

3. Subjetivización de tener

La gramaticalización de tener obedece a un proceso de subjetivización de orden abstracto. La similitud con ir será patente. Considérense los siguientes ejemplos:

(17) a. ¡Cuidado, tiene un cuchillo! [espacio de control físico inmediato]
b. Tiene una sierra que casi no usa [espacio de control potencial]
c. Tengo buenas entradas de mis rentas [espacio de experiencia potencial, control abstracto]

El significado de base de tener responde al control físico que se establece sobre algún objeto, fundamentalmente con la mano, como en (17a). Es claro que ese uso de tener se ha generalizado a fenómenos en los que el control, implícito en la posesión, no es necesariamente físico. Los niveles de posesión reducen el nivel de control que el poseedor puede establecer sobre lo poseído. La sierra está en el dominio del poseedor, independientemente de que haya contacto con ella. El control es menos evidente y más abstracto con respecto al dinero que proviene de rentas y salarios, en virtud de que existe la posibilidad de que llegue al dominio del poseedor para ser controlado en forma abstracta.

El control de tener puede ser atenuado en forma más notable. En la posesión inalienable justamente lo que se atenúa es el nivel de control. Compárense los ejemplos de (18):

(18) a. Don Nico tiene un hijo en la universidad [control de la situación del posesum]

b. Tengo tres hijos [espacio de interacción social]
c. Tengo las manos sucias [situación de parte del cuerpo]

Mientras que en (18a) el hecho de que el hijo esté en la universidad se presenta como una situación que el padre controla, en cambio, en la paternidad de (18b) hay una asimetría en la que el control solo está inferido; más aún, en (18c) solo se presenta la situación anómala de las manos, cuya relación de posesión es inevitable, y en la que tener no codifica control alguno. Las relaciones de control potencial son cada vez más abstractas.

En la gramaticalización de tener como verbo auxiliar se preservan rasgos sutiles de control. En (19) no solo está presente el haber dicho algo, sino además está la inferencia de que lo dicho debe ser llevado a cabo por el oyente (Carey, 1996):

(19) Tengo dicho que no quiero que salgan [espacio abstracto, auxiliarización]

Esta emisión dirigida a un niño o a un subordinado deberá ser entendida como una orden, en cuyo caso la noción extendida y atenuada del control está presente. A pesar de la imposición implícita en (19), el oyente tiene la libertad de salir, aun en contra del mandato.

Pero el control implícito en la posesión puede ser reducido todavía más, como sucede en situaciones experienciales. Como habíamos visto en el caso del dinero, el control se reduce a la simple existencia del objeto en el dominio del poseedor, lo cual conlleva inferencias de benefacción en favor del experimentante. La noción de control se reduce a cero en casos extremos en los que solo hay coexistencia de dos entidades en el mismo dominio, tal es el caso de (20):

(20) a. Tengo unos dolores de cabeza insoportables [espacio de experiencia pasiva]

b. Tenemos escorpiones en Querétaro [espacio coexistencia experiencia pasiva y potencial]

En estos casos el control se reduce a cero y la construcción con tener solo manifiesta la sensación o la posibilidad de contacto desde el punto de vista del experimentante. El cambio de agente a experimentante es la representación gramatical de la reducción del control posesivo de tener. Evidentemente en este tipo de construcciones ni el control ni la más abstracta posesión se alcanzan a recuperar. Cierto es que el evento se dirige cada vez más al mundo del hablante y no es menos cierto que el evento es cada vez más subjetivo, pero nada de eso ocurriría si el significado de 'posesión controlada' de tener no hubiera sido gradualmente atenuado para generar distintos tipos de construcción, cada vez menos posesiva. Es necesario ahora ver cómo se da la subjetivización cuando su meta es de corte más pragmático. El caso del contraste entre aquí/acá en la próxima sección ilustrará ese fenómeno.

4. Acá, proximidad subjetiva

No es del todo común que una lengua se dé el lujo de tener dos marcadores deícticos para marcar el mismo fenómeno de base. Las lenguas que heredaron del latín la dupla aquí/acá parecen haber resuelto de maneras distintas el hecho de que el contraste latino reflejara una distinción entre lo estático y lo dinámico. Una manera simple de ver el problema es asumir, como lo hacen una serie de gramáticas tradicionales, que tales formas son sinonímicas (Carbonero Cano, 1979; Hottenroth, 1982; Klein, 1983; Nilsson, 1983; Real Academia Española, 1931); sin embargo, tal solución crea más problemas que los que soluciona. Es de esperar que la existencia de dos marcadores para una misma función sea redundante y es predecible que una de las dos formas se pierda. Sin embargo, en el español, como en otras lenguas romances, ambas formas se han mantenido con distintos niveles de vitalidad desde su formación latina hasta ahora. Seguramente la preservación de ambas formas obedece a algo más que a una simple cuestión de sinonimia. De especial interés es revisar si el contraste latino se mantuvo bajo los mismos parámetros en la lengua española y, de no ser así, habría que identificar a qué fines comunicativos responde el mantenimiento de las dos formas. El fenómeno es todavía más atractivo si pensamos en la posibilidad de que no todos los dialectos del español han resuelto el contraste de la misma manera. Me centraré aquí en el contraste entre aquí y acá en los dialectos del español de Colombia y de México, poniendo especial atención a las precisiones de Sedano (1994, 2000, 2003) con respecto al comportamiento de esa dupla en los dialectos de Madrid, Buenos Aires y Caracas.

En principio se puede constatar que en el dialecto de México la aparente sinonimia entre aquí y acá solo se presenta cuando no se cuenta con el contexto necesario para contrastar los valores de cada forma:

(21) a. Aquí hace mucho frío
b. Acá hace mucho frío

El hecho de que existan ambas formas permite imaginar que debe haber contrastes, si bien sutiles, entre ellas. Así lo sugiere la existencia de contextos que bloquean el empleo de acá. En el caso de que alguien se encuentre frente al buzón público de una oficina, solo aquí sería adecuado:

(22) Deje sus sugerencias aquí/*acá

Si bien es claro que aquí y acá se reparten el espacio semántico de la proximidad, no es del todo claro de qué manera lo hacen. La mayoría de los estudios sobre el tema coinciden en afirmar que el contraste responde a la herencia del sistema latino, en el que acá (eccum hac) refleja situaciones que involucran direccionalidad y movimiento, mientras que aquí (eccum hic) se encarga de reflejar situaciones estáticas (Bello, 1972, pp. 118-119; Carbonero Cano, 1979, p. 75; Nilsson, 1983, pp. 257-259; Ramsey, 1966, pp. 576; Salvá, 1988, pp. 498). Tal aproximación explica sin duda ejemplos como (23), en el que la noción de movimiento bloquea el empleo de aquí:

(23) Venga para acá/*aquí

La posibilidad de emplear ambas formas parece darle la razón a la sugerencia de Hottenroth (1982), en cuanto a que la pérdida del contraste latino ha desaparecido totalmente en el español.

La idea de que la direccionalidad es exclusiva de acá puede ser rechazada a la luz de los ejemplos de (24). Nótese que en (24a) aquí constituye la meta de una trayectoria, mientras que en (24b) es, a la vez, fuente y meta:

(24) a. O estoy borracha o estoy locamente enamorada, porque no tengo ni la menor idea de cómo he llegado hasta aquí. (CREA México, 2002)

b. Encontré un lugar para la paz. Desde aquí iba a España, y aquí volvía después. Hay un monasterio benedictino allá arriba (CREA México, 2002)

Si la distinción estático/dinámico no constituye una explicación satisfactoria, cabe preguntarse a qué conceptualizaciones alternas podría obedecer. Los análisis de Sedano (1994, 2002) han comprobado que, en el dialecto de Caracas, ni los verbos, ni las preposiciones con que se construyen aquí y acá permiten sostener que el contraste estático/dinámico represente el modus operandi de la proximidad deíctica en ese dialecto. Sedano (1994) coincide con descripciones lexicográficas como las del Diccionario de la Lengua Española de la RAE, en cuanto a que la oposición obedece al carácter difuso de acá, en contraste con las propiedades puntuales de aquí. En forma más precisa, el espacio al que hace referencia aquí está delimitado y señala un punto específico, no así el de acá, para el que se perfilan1 zonas difusas. Ello explica, entre otras cosas, la preferencia en el dialecto de Caracas por emplear aquí con verbos como llegar y preposiciones como hasta y para, cuya focalización de un punto específico de llegada favorece la selección de una forma coherentemente delimitada. Sedano encuentra un uso categorial de aquí para referirse a un punto específico en el cuerpo (25a), a un punto en un texto (25b) o a un lugar de precisión tal que requiere la intensificación de mismo (25c):

(25) a. ... me dio un dolor aquí... (Sedano, 1994)

b. Aquí viene [...] lo drástico de esta narración... (Sedano, 1994)
c. Vivía aquí mismo, en esta casa... (Sedano, 1994)

Los usos categoriales de acá se asocian a zonas difusas demarcadas por la preposición hacia (26a), o por regiones cuantificadas por el marcador gradual más (26b):

(26) a. ... si el sellito estaba hacia acá... (Sedano, 1994)
b. ... creo que era mucho más acá... (Sedano, 1994)

Los datos de Caracas dan luz, sin duda, sobre una parte importante del nuevo contraste. Una pregunta que bien vale la pena plantearse es qué motivó el carácter difuso de acá, y bajo qué principios aquí tomó un perfil puntual. Quizá los datos del español mexicano y el de Bogotá den alguna pauta para encontrar tales motivaciones.

En todos los estudios sobre el tema se reconoce que el comportamiento de los demostrativos no está determinado por la distancia objetiva en el espacio, sino por su representación mental (García, 1989; Klein, 1983; Schmidely, 1975; Terrado, 1990; Hottenroth, 1982). Tal consideración es de vital importancia. Hottenroth (1982, p. 147) es quizá quien ha puesto mayor énfasis en reconocer la subjetividad como fenómeno central. Solo desde ella se puede entender que aquí se emplee tanto para una parte del cuerpo (aquí en la uña), como para una ciudad (aquí en Caracas) o un país (aquí en Venezuela). En forma similar, Rottenroth subraya las confluencias entre aquí y ahí (aquí/ahí viene mi hijo), que solo desde una mirada subjetiva se podrían dar. Lo que no ha sido revisado es si existe alguna diferencia entre la subjetividad de aquí y la de acá. Aunque el carácter puntual o difuso de una locación es importante, la subjetividad no ha sido tema de estudio.

En concordancia con mi propuesta anterior (Maldonado, en prensa), se defenderá la hipótesis de que el contraste obedece a un problema de alcance de la predicación, correlacionado con una organización gradual de la subjetividad con la que se construye el evento. Se trata de un contraste que depende del alcance de interacción entre los participantes (sujeto, objeto, etc.) y el contexto (circunstanciales, setting, en términos de Langacker [1991]). Rottenroth (1982) sugiere que cada vez que el hablante emplea un demostrativo divide el espacio en círculos concéntricos en torno a sí mismo y se constituye como punto de referencia de la denotación deíctica. La observación es adecuada y puede ser todavía más precisa. Dentro de tales círculos concéntricos el que ocupa acá funciona simultáneamente como locación y como punto de referencia; en cambio el de aquí demarca puntos ubicados en la región próxima a ego. A pesar de que en ambos casos el fenómeno en cuestión está cerca del centro deíctico, el evento ubicado por aquí se encuentra a mayor distancia que el que demarca acá. La diferencia de distancia determina el alcance de la predicación, y esto hace que con acá se construya el evento de una manera más subjetiva. Por definición, la subjetividad implica la presencia del conceptualizador en el evento, pero los espacios que él puede ocupar no son los mismos. A aquí le corresponde un espacio que, siendo próximo a ego, cuenta con la suficiente distancia para ver el evento de manera menos subjetiva. La locación y ego se diferencian con suficiente nitidez. Siendo todo evento de deixis subjetivo por definición, el demarcado por aquí tiene un mayor nivel de objetividad, una subjetividad media, llamémosle "cuasiobjetiva". Por su parte, acá representará casos de subjetividad profunda en que la distinción entre el participante del discurso y el contexto (locativo) es difícil de establecer. La noción de contacto está implícita en esta configuración, como me lo ha hecho ver Boris Fridman. De ser esto cierto, el carácter difuso de acá, reconocido por los estudios anteriores, puede ser visto como un efecto predecible de uno más general. Difuso es todo aquello que no se logra diferenciar con nitidez.

Sostendré además que la subjetividad media se encarga de desarrollar patrones de extensión en tres tipos de dominios: abstractos, temporales y textuales.

La subjetividad profunda de acá estará determinada por la selección de ego como punto de referencia y, en consecuencia, los dominios en que aparezca coincidirán solo parcialmente con los de aquí. Ellos serán abstractos, temporales y evaluativos. Sin embargo, los usos temporales y los abstractos involucrarán una relación más íntima con el conceptualizador y, en consecuencia, podrán activar patrones de evaluación, como los de dinámica de fuerzas. Las consecuencias de ello son predecibles:

  • Habrá mayor proximidad. La locación predicada será consistentemente más cercana a ego de lo que pueda demarcar aquí.
  • Incorporará de manera más evidente la mirada del conceptualizador.
  • Como consecuencia de la mayor subjetividad de acá, se darán lecturas evaluativas no presentes en aquí.

Los datos provienen de dos tipos de corpora. Para discurso oral (formal) y escrito (libros y revistas), las muestras provienen del Corpus de referencia del español actual (CREA) (1980-2003), tanto de México como de Bogotá. Las muestras de discurso oral-informal mexicano provienen del Corpus sociolingüístico de la Ciudad de México (CSCM).2

4.1. Direccionalidad

Ante la expectativa de que aquí cubra solo formas estáticas, bien vale la pena ver el tipo de locaciones que puede cubrir. En (27) se puede observar que el valor de base, como un espacio sin trayectoria, sin duda existe:

(27) En particular preguntas como ¿quién soy?, ¿qué quiero? o ¿por qué estoy aquí/*acá? no encontrarán una respuesta completa dentro de nuestra propia mente. (CREA México, 2002)

Es de notar que tal espacio no es necesariamente puntual. Los usos más representativos reflejan regiones próximas a ego:

(28) Por cierto, los leones no viven en la selva, sino en las sabanas, que son extensiones grandes de pasto con algunos árboles por aquí/*acá y por allá... (CREA México, 2001)
(29) Ciertamente en todas partes se cuecen habas, pero aquí el homicidio se ha desbordado hasta límites inimaginables. (CREA Colombia, 1994)

La tendencia sugerida por Sedano (2000) y el DRAE, en cuanto a que aquí es puntual mientras que acá es difuso, no parece ser respaldada por estos casos. Más interesante es el hecho de que no solo aquí se emplea en eventos que involucran movimiento hacia el centro deíctico, sino que la cercanía con respecto de ego puede ser notable, como en (30):

(30) a. Complejo de inferioridad. Y él me dice "no vengas aquí, tú no tienes complejo de inferioridad: tú eres otra cosa". (CREA Colombia, 1994)

b. Me hizo una señal y me dijo: — Ven, siéntate aquí conmigo. (CREA México, 2002)

Es evidente que el parámetro de estatividad que se presentaba en latín tampoco se mantuvo en los dialectos del español de Bogotá y de México. Queda por ver si el parámetro de la distancia es relevante para el contraste con acá.

En este punto las distinciones espaciales son verdaderamente sutiles. Los ejemplos que aparecen a continuación sugieren que no solo se trata de regiones próximas a ego, sino que son las locaciones en que efectivamente está ubicado el hablante:

(31) a. Voy a poner alcanfor y hierbas de aroma no sea vaya a entrar acá como tantas cosas en mi vida han entrado... ¡Ah! (CREA Colombia, 1989)

b. Él va siempre a mi trabajo, a buscarme... Yo no trabajé hoy, estoy un poco en ferma. Él va a buscarme, entonces va a venir acá/*aquí, porque yo no fui a trabajar. (CREA México, 1994)

Que se trata del espacio ocupado por el hablante es más notable en (32), en el que la región próxima a ego es insuficiente para expresar la exclusión del potencial visitante del punto mismo que ocupa quien habla. Acá implica una zona de contacto que aquí no incorpora:

(32) — Te ruega que lo recibas a tu servicio. La desesperación lo consume y no quiere más la vida...

— ¿Y para qué quiere venir acá/*aquí? Díganle que no lo haga. ¿Piensa que en este lugar hay mujeres, oro y piedras preciosas como de las que él goza allá, en el mundo de arriba? (CREA México, 1996)

La relación de proximidad puede implicar también involucramiento. Ello explicaría el contraste entre aquí y acá en un discurso de la cámara de senadores en la Ciudad de México, o en el discurso coloquial de un joven que se apropia del lugar que ocupa, como en (33b):

(33) a. ...los índices de contaminantes han sido tan elevados que ponen en riesgo más la salud de los mexicanos que viven en esta ciudad o los que tenemos que venir a trabajar porque el Senado está aquí, en el Distrito Federal, tenemos que venir acá/??aquí. (CREA México, 1998)

b. O sea <∼sea> y/ o sea <∼sea> te sientes bien/ vas entrando y/ sabes que esta es tu escuela/ esta es tu universidad/ dices/ "este es mi territorio/ sí"/ ahora sí vamos a ponerle el estilo macho/ "¡sí!/ es mi territorio/ yo meo aquí y acá y/ [y es todo esto mío]. (CSCM)

Mientras el edificio del senado está aquí, en un lugar observable frente a la mirada del hablante, el lugar real al que tienen que ir, la ciudad en donde se pone en riesgo la vida de los mexicanos, incluida la de los señores senadores, está representado subjetivamente bajo el ámbito de acá. En (33b) aquí es el espacio que señala y que puede ver, mientras que acá es el lugar mismo que el hablante ocupa.

Los usos en los que la preposición por encabeza la frase locativa refuerza este análisis. Como es bien conocido, el significado de base de por demarca regiones (Adrián vive por aquí). Sin embargo, con acá no se trata de una región cercana a ego, sino de la zona que el participante ocupa.

(34) Ojalá se restablezca pronto esto, y te espero por acá/*aquí, como siempre, la próxima semana. (CREA, 1996)

Quizá de ahí se desprenda el uso de acá en el que dicha región incorpora al conjunto de personas que conforman una comunidad:

(35) Me llena de orgullo, como nos llena a todos por acá/*aquí, saber que tu francés progresa cada día más. (CREA, 1996)

Este es, sin duda, el uso más frecuente en el corpus de Colombia, y no es poco frecuente en México. Se trata del espacio abstracto que conforman el conjunto de individuos que viven en la misma región. La inferencia de familiaridad grupal es inevitable. Nótese que la eliminación de todos (nos llena por acá) no impide que por acá se refiera a un conjunto indefinido de personas asociadas al hablante. Esta intuición parece ser confirmada por ejemplos como los de (36), en los que aquí contrasta radicalmente con acá, pues apunta a una zona próxima a ego que el hablante puede ver objetivamente frente a sí, como en (36a), o que constituye un espacio de búsqueda que no incluye a comunidad alguna (36b):

(36) a. Un día pasó por aquí/*acá y no me vio. (CREA, 1996)

b. Bueno, vamos a dar paso, a ver si se encuentra por aquí/*acá don Gustavo Sandoval. (CREA, 1996)

Hay, además, un correlato sociolingüístico que parece reforzar el análisis. El dominio discursivo de acá es dominantemente oral, como se puede observar en las siguientes tablas:

Tanto en lo oral como en lo escrito, la asociación de aquí con eventos estáticos alcanza o supera el 80 % de los casos. En cuanto a acá, es de notar que se emplea en usos no direccionales, tanto en lo oral como en lo escrito, lo cual sugiere una separación importante con respecto al sistema latino. Pero resalta, además, que la frecuencia se dispara en los usos estáticos en la lengua oral. Esto sugiere que acá se emplea en el lenguaje informal y familiar. De manera que la familiaridad semántica y la informalidad en el uso parecen estar íntimamente relacionadas, asociación que nada tiene de sorprendente.

Lo anterior sugiere una franca expansión de acá sobre los usos básicos de proximidad locativa. Sugiere también que el contraste estático/dinámico heredado del latín ha sido sustituido por un parámetro alternativo: acá se emplea en situaciones de máxima proximidad con respecto al hablante, proximidad que de hecho toma al hablante como punto de referencia. En cambio, aquí corresponde a una región próxima a ego, que el hablante puede ver con cierto grado de objetividad. El contraste puede ser ilustrado por una representación como la de la Figura 3:

Las flechas punteadas sugieren la posibilidad de que ambos marcadores entren en construcciones que involucran movimiento. Si bien la posibilidad de hacer referencia a escenas con desplazamiento hacia el punto deíctico existe, es claro que hay una tendencia general a privilegiar escenas estáticas en ambos marcadores. Mientras que aquí demarca regiones cercanas a ego, la proximidad de acá es mayor. Se trata del espacio mismo ocupado por el hablante. Una caracterización como esta debería tener una serie de consecuencias en cuanto al tipo de extensiones que cada marcador puede desarrollar.

4. 2. Espacios y extensiones: aquí

Hasta este punto, el espacio cubierto por aquí ha sido caracterizado como una región próxima a ego. Los referentes a los que aquí señala son de orden variado: responden a ciudades (37) o regiones próximas (38-39), que bien pueden involucrar movimiento, lo cual confirma la irrelevancia del contraste dinámico/estático.

(37) MARTÍN.— Nomás uno crece y emprende su propio camino. RIGO.— Una vez salimos cinco. Nos vinimos en camión hasta aquí/*acá, a la merita Ciudad Juárez. Yo también iba a pasarme. No traía papeles ni nada. LAURO.— Como todos. (CREA México, 1994)

(38) "Los compañeros se defendieron como pudieron, y al llegar a la comandancia les cubrimos las espaldas, pues hasta aquí/*acá fueron seguidos por los hombres armados", narró Felipe Pitacio Luciano, policía preventivo. (CREA México, 2000)

(39) Si la Pantepec se ocupa de ellos, probablemente volverán por las mismas vías que llegaron hasta aquí/*acá, y si alguien llegase a descubrirlo estará tan lejos y habrá pasado tanto tiempo que no se correrá ningún peligro. (CREA México, 1998)

Nótese que si se usara acá en (38), implicaría que los perseguidores habrían llegado justo al lugar donde estaban los soldados que guardaban las espaldas de sus compañeros y habrían sido muertos por los agresores. Y algo similar habría pasado en (39). El aquí de estos contextos es, de hecho, una zona que, siendo próxima, se mantiene a una distancia prudente con respecto a la ubicación del narrador. La noción de distancia es vital para aquí. Así lo atestigua el hecho de que se emplee para demarcar algún límite que impone distancia, como en (40):

(40) Porque los ciudadanos le dicen al político hasta aquí/*acá estamos dispuestos a que esto se practique. (CREA México, 1996)

La existencia de tal noción es de tanta importancia que ha generado la expresión idiomática un hasta aquí, empleada para frenar una acción que pueda afectar al hablante, como en (41). Normalmente dicha nominalización se acompaña del verbo poner, como en (42):

(41) — Si hay un hasta aquí/*acá, el apoyo no es incondicional. (CREA México, 1996)

(42) Estamos exigiendo, por tanto, poner un hasta aquí/*acá a esos hechos delictivos para que todos podamos trabajar y vivir en paz. (CREA México, 1999)

Fundamental para el contraste es que en estos contextos es imposible emplear acá, pues esta última forma, en lugar de distancia, impone cercanía, contacto y afectación, como se mostrará en la siguiente sección.

Más interesantes quizá son las extensiones que se desprenden de estos usos locativos. Es predecible el desarrollo de significados temporales, tanto de fuente como de meta. Pero lo importante es que se trata de un punto específico, como los que señala Sedano (1994), que el conceptualizador puede identificar objetivamente:

(43) Estos repartimientos de indios para el servicio personal, como se han hecho hasta aquí/*acá y se hacen al presente, son injustos y muy ajenos de toda piedad cristiana. (CREA, 1992)

En (43) se rastrea un evento que viene de tiempo atrás y que encuentra su límite en el momento mismo de la enunciación. No sorprende que, con valor también puntual, se ubique un punto temporal que coincide con la noción de límite a la que se hizo referencia en (41-42). La única diferencia es que, en el caso de (44), el límite es de carácter temporal:

(44) ¿Hasta cuándo con esto? Hasta hoy y ya, hasta aquí/*acá y ya, ya no más, ya basta, ya no de nuevo. (CREA, 2001)

Se puede reconocer un uso más que proviene justamente de esta capacidad para rastrear ya un razonamiento, ya una secuencia ordenada. El caso quizá más explotado en el ámbito discursivo proviene del uso de aquí como marca deíctica en una secuencia textual:

(45) Y la palabra pedazo suena aquí dolorosamente exacta. (CREA Colombia, 1997)
(46) Eisenstein venía de Hollywood, y era uno de los rusos que comenzaban a llegar a México en aquellos años. Recordaré aquí/*acá un hecho singular que tendrá un significado especial. (CREA México, 2002)
(47) Todos los factores hasta aquí/*acá apuntados configuraron sin duda la cultura nacional. (CREA, 1994)

De particular importancia es que este uso tenga propiedades no estáticas. Se trata del rastreo de una secuencia de hechos narrados desde un punto temporal arbitrario hasta el momento de la emisión. En este caso lo físico, lo temporal y lo textual confluyen en una misma función. El movimiento es, por supuesto, abstracto, en virtud de que recupera, en el momento del habla, hechos anteriores. Pero no es menos cierto que en un texto escrito tal rastreo es físico. La coincidencia locativo-temporal licencia de manera natural la secuenciación de un espacio anterior al momento del habla.

Como bien se puede imaginar, el significado temporal puede ser también de fuente. Aquí, en espacios temporales, señala el tiempo originario desde el cual se calcula la validez futura de un evento, como en (48):

(48) De acuerdo con Gartner Group, 75 % de los hogares estadunidenses estarán conectados a la Internet de aquí al año 2005, frente a 50 % que lo están en la actualidad. (CREA, 2000)

Seguramente estos usos se desprenden del significado de fuente locativa, como los que representa (49):

(49) ¿A dónde irá veloz y fatigada la golondrina que de aquí/*acá se va? (Las Golondrinas, canción popular)

Uno de los pasos que primero señaló Traugott (1988, 1995a), en sus bien conocidas rutas de gramaticalización, fue aquel en el que una forma lingüística pasaba del significado referencial al espacio del discurso. Justamente ese cambio es el que se atestigua en aquí como marca de secuenciación textual, así lo muestran los ejemplos siguientes:

(50) Eisenstein venía de Hollywood, y era uno de los rusos que comenzaban a llegar a México en aquellos años. Recordaré aquí/*acá un hecho singular que tendrá un significado especial (CREA, 2002)

(51) Todos los factores hasta aquí/*acá apuntados configuraron sin duda la cultura nacional (CREA, 1994)

Fundamental en este sentido es el hecho de que el espacio señalado por aquí responde a su representación deíctica más básica. Se trata de un rastreo secuencial del texto que va de lo dicho con anterioridad hasta el aquí y el ahora de la emisión. El punto tempo-espacial del texto es señalado puntualmente para que el receptor lo observe objetivamente. Aquí un punto fundamental, la propuesta de Traugott ve en este tipo de significados la primera manifestación de un movimiento hacia la subjetividad. Sin duda lo es, sin embargo, en comparación con otros usos, como los de acá, que dependen más notoriamente de la presencia del conceptualizador, bien se puede afirmar que el significado es prominentemente semiobjetivo.

De la conformación de una fuente abstracta que se extiende a otra textual la expansión es prácticamente predecible, como predecible es también una extensión, ahora más abstracta, en que tal fuente opera como base para un razonamiento consecuente. No es difícil encontrar ejemplos de esa extensión. He aquí dos de ellos:

(52) Por contra, en las clases sociales más bajas son más permisivas, de ahí que aumente sobre todo la obesidad. De aquí/*acá se deduce que detrás de los trastornos de la conducta alimentaria de los adolescente hay un fondo depresivo, relacionado con la frustración. (CREA México, 1996)

El aquí del que se deduce algo es un razonamiento claro y observable que sienta las bases para llegar a una conclusión. El carácter puntual y preciso que reconoce Sedano (1994) es justamente el que resulta necesario para establecer una deducción. Si tal deducción partiera de un espacio menos objetivo, como el que aportaría acá, ella sería poco confiable. Como en el caso del secuenciador textual, en el empleo de aquí como fuente abstracta hay, sin duda, un cambio notable dirigido al rumbo de la subjetividad y, sin embargo, la configuración objetiva de un punto textual o la observación precisa de un razonamiento sigue obedeciendo a rasgos dominantemente objetivos. De ahí la necesidad de hablar de subjetividad media en torno a aquí. La subjetividad media de aquí sigue rutas predecibles:

(53) Aquí locación próxima a ego (objetivamente observables) > espacios textuales > espacios temporales > espacios mentales

Común a todos ellos es la referencia a un espacio claramente observable que opera como punto de referencia para el cálculo de una proposición. Como veremos en el siguiente apartado, el proceso de cambio de acá incorpora un grado más alto de subjetividad.

4. 3. Espacios y extensiones: acá

Si hubiere duda con respecto al perfil objetivo de aquí, solo sería necesario visitar el tipo de espacios y las extensiones de acá para corroborar que, en comparación, el segundo toma al conceptualizador como punto de referencia y permite el desarrollo de conceptualizaciones con mayor nivel de subjetividad. Es pertinente revisar, en primera instancia, los casos estrictamente locativos de acá. En relación con la mayor cercanía de la locación con respecto a ego, el siguiente ejemplo es contundente:

(54) Nomás se burlaban- a pedirles galletas de tenme acá/*aquí, a la tienda, o a jugar en la azotea y... (CREA, 1993)

Tenme acá es ya una expresión idiomática en la que aquel a quien detienen debe estar literalmente pegado físicamente a su captor. Si en otros casos era notorio que el espacio de acá era el mismo que ocupaba el hablante, en este la distinción entre contexto y participantes queda totalmente borrada.

La información estática del caso anterior es informativa, aquella que involucra movimiento lo puede ser más. Resalta la abundancia de casos que se construyen con la preposición hasta, fenómeno ya reconocido en estudios anteriores, principalmente en los de Sedano (1994, 2002):

(55) ¿Tú crees que mi suegra se hubiera venido hasta acá/*aquí sin avisarnos? Bueno, ¿sin avisarle a Felipe? (CREA México, 1985)

Pero lo que resalta no solo es el hecho de que la trayectoria recorrida hasta ego haya sido puesta en perfil, sino que el recorrido mismo se conceptualiza como pesado y difícil de realizar. El hecho de que acá implique un esfuerzo notable de realización está corroborado por (56):

(56) El piloto le preguntó si de veras no quería que lo recogiera más tarde, pero mi tío Fernando Benítez dijo que no; quizás ya no tenía fuerzas para subir hasta acá/*aquí, pero para bajar, era distinto. (CREA México, 1988)

El uso de aquí en (56) eliminaría la idea de que el recorrido presenta dificultades para llevarse a cabo. En el discurso del subcomandante Marcos (57) justamente lo que acá subraya es el esfuerzo de haber llegado a las lejanías de la sierra chiapaneca:

(57) Hermanos y hermanas:

Queremos darles a todos y a todas ustedes las gracias por haber venido hasta acá a encontrarse con nosotros. (CREA México, 2001).

Es de esperar que la distancia sea determinante, pero en realidad más que la distancia es la construcción del evento en términos de dinámica de fuerzas (Talmy, 1985) lo que demanda el empleo de acá. En forma consistente, hay una fuerza de resistencia que complica la consecución de la meta; la distancia es solo su manifestación prototípica. En el caso del daño hecho a un mueble, la distancia en sí es pequeña, pero su representación subjetiva es notable:

(58) SARA (indicando).— De aquí hasta acá todo esto. Esto. Mire hasta dónde baja... Es que no tienen cuidado. Son muebles finos, se lo dije... Tiéntele. (CREA México, 1979).

(59) Abre la puerta. Adán se queda en el vano, viendo hacia dentro. Detrás hay árboles. SEÑORA DE RUIZ.— ¿Cómo entró usted hasta acá? ADÁN.— Está abierta la reja. SEÑORA DE RUIZ.— Me hará favor de cerrarla cuando salga. Perpetua no está.

En ambos casos se contradice una expectativa: en (58) la longitud de la marca en el mueble es indeseable, en (59) la llegada de Adán sucede en contra de las expectativas de la señora de Ruiz. Con hasta acá se da la progresión de un recorrido que implica notable esfuerzo a otro que va en contra de las expectativas del conceptualizador. La comparación de los significados identificados en hasta aquí y hasta acá coincide con el tipo de significados de cada forma:

Los usos dominantes de aquí se centran en significados locativos, ya en el espacio ya en el texto. Tales locaciones quedan frente a la mirada del conceptualizador, en un espacio próximo objetivamente identificable. No es de sorprender, entonces, que se haya desarrollado el significado de "límite", para establecer distancia, con una frecuencia no deleznable. Por su parte, en el comportamiento de acá hay dificultad para diferenciar la noción de "distancias considerables" de la de "dinámica de fuerzas". En un sentido profundo, ambos significados involucran el enfrentamiento de fuerzas contrarias. Sin embargo, es pertinente distinguir trayectorias que se logran con dificultad de otras, aún más subjetivas, que suceden en contra de lo esperado. Ambas responden al esquema de dinámica de fuerzas, pero su nivel de subjetividad es distinto. En las últimas, la fuerza de resistencia está típicamente representada por las expectativas del hablante. Lo notable de hasta acá es que se construye sistemáticamente de manera subjetiva, en contra de la relativa objetividad de hasta aquí.

La consideración de para acá quizá dé más luz sobre el fenómeno. Un ejemplo representativo es el siguiente:

(60) ¡De allá nos mandaron para acá/*aquí y ahora nos quieren mandar de regreso!

Quizá lo que más llame la atención de para acá es que se trata de una combinación prácticamente obligatoria. En el español de Caracas es, sin duda, dominante (Sedano, 2000), como lo es también en Colombia. En México, para aquí es prácticamente inexistente. Solo he encontrado dos usos de Carlos Fuentes, que resultan totalmente artificiales para el uso mexicano. Más interesante es comparar la frecuencia de uso entre hasta y para con ambos marcadores deícticos:

Lo obvio es que aquí selecciona naturalmente hasta. Su proyección es fundamentalmente cuasiobjetiva (subjetividad media). En cambio, acá se encarga de codificar escenas subjetivas, ya sea con hasta o con para. Que hasta aquí sea la forma dominante en contextos cuasiobjetivos no es sorprendente, en virtud de que se trata de trayectorias rastreables en un espacio próximo que no deja de diferenciarse de ego. Que para sea la forma que codifica la zona más subjetiva no es menos claro; pero que para seleccione a acá prácticamente en forma exclusiva es un fenómeno que demanda una explicación. En trabajos anteriores (Maldonado, 2002a; 2002b) he sostenido, siguiendo a la propuesta de Lewis (1989) sobre el ewe, que los benefactivos, como para, codifican trayectorias intencionales que contrastan con la trayectoria locativa y de afectación características de la preposición a. El contraste es observable en (61):

(61) a. Voy a la casa Trayectoria locativa
b. Voy para la casa Meta direccional

Mientras que en (61a) está en perfil la meta locativa, en (61b) lo que se perfila es la intención de llegar a ella. La posibilidad de que me detenga a hacer algo en el camino es más acorde con para que con a. Con a se da una relación de proximidad no presente con para. Este contraste sutil es más evidente entre construcciones de objeto indirecto y benefactivas. La consecución de la meta es predecible con a, no así con para:

(62) a. Juan Ramón les escribía poemas a las damas de su época Tray. de afectación

b. Juan Ramón escribía poemas para las damas de su época Tray. intencional

Mientras que con les y a Juan Ramón hacía llegar las cartas a las damas que quería enamorar, con para tales damas quizá hayan sido solo su fuente de inspiración, sin que ello implicara necesariamente que las damas hubieran recibido sus escritos. La diferencia, sin duda sutil, quizá pueda ser representada en las siguientes imágenes3:

En los diagramas la parte más oscura es la que está en perfil. Quizá lo único que sea necesario decir en cuanto a la predilección de para acá y no de para aquí es que en esa construcción está también puesta en perfil la trayectoria de intencionalidad. Una muestra evidente de ello la constituye la interacción entre un fotógrafo y su modelo:

(63) Hay que ver si es un buen actor o no es nada más que la mano del director... que lo está controlando..., en una línea, en no muevas los ojos, no muevas la ceja, no la levantes, no hagas gestos, la boca, los oídos nada más habla, mira para acá o sea, es, podríamos decir, algo así como un truco. (CREA México, 1998)

Para designa el lugar hacia adonde debe ver la modelo. Acá es el lugar mismo donde está tanto la cámara como el fotógrafo. Si la modelo solo dirige su mirada a aquí, no se garantiza el contacto visual entre ella y la cámara, pues existe la posibilidad de que se oriente hacia cualquier punto cercano a ego y no al fotógrafo.

Los casos hasta aquí vistos permiten ver que, por lo menos en Bogotá y en México, la caracterización de acá como difuso y de aquí como puntual quizá no sea del todo afortunada. Por lo que al dialecto mexicano atañe, el contraste depende más de que el conceptualizador se constituya realmente como punto de referencia de la locación enunciada. Mientras que acá responde a esa caracterización, aquí hace referencia a puntos cuasiobjetivos ubicados en la región próxima que circunda a ego.

En cuanto al significado temporal, ya he señalado que aquí se encarga de representaciones que se rastrean de momentos anteriores al de la enunciación. Por su parte, acá tiene la capacidad de entrar en espacios similares, con la peculiaridad de que el centro deíctico no se restringe al momento de la enunciación, sino que incorpora, además, el tiempo y la circunstancia que el emisor experimenta al momento de hablar:

(64) Lo que he recibido desde entonces para acá/*aquí ha sido una gran solidaridad (CREA, 1996)

En virtud de que está en juego la trayectoria experimental del hablante, es de esperar que acá aparezca introducido por para en este tipo de usos subjetivos, pero nada impide que ocurra introducido por a (65), o incluso sin preposición (66):

(65) Lucrecia lo acompañaba al piano. El señor de Landa, de un tiempo a acá/*aquí, había dejado su afición al canto llano. (CREA, 1999)

(66) Había llegado a ofrecerle "baratito" el "carrazo" sin papeles... ¿De cuándo acá/*aquí les interesaban las facturas y pagos de impuestos? (CREA, 1995)

Mientras que el uso de aquí haría referencia al tiempo de la emisión, que tanto hablante como oyente pueden observar, acá señala el tiempo experimentado por el hablante y sus relaciones empáticas. Nótese además que de cuándo (a) acá es ya una expresión fija que no alterna con aquí (*de cuando (a) aquí).

Además de la anterior, existe otra expresión idiomática de corte distributivo que no se documenta con aquí:

(67) Por fin el Arpa llegó a saludar al gran jefe de la palomilla... lo saludó con admiración y entusiasmo, con ese reconocimiento que era desconocido allá entre aquellos muros de la vecindad donde nadie se daba cuenta de sus méritos de deportista consumado. Allá el Huesos era solo Felipe, que Felipón para acá/*aquí, que Felipillo por allá, entre muchos pestilentes, entre pobres diablos con las huellas de los sudores en las camisas, con las patas oliendo a rayos... (CREA, 1983)

La expresión se emplea para subrayar la frecuencia y la importancia con que se hace referencia a alguien, sin duda, familiar. El ser referido está por todas partes, la región próxima se marca con para acá, la distante toma la preposición por allá. Es predecible que acá, y no aquí, desarrolle además significados de tipo evaluativo. Los últimos espacios en los que incursiona la subjetividad de acá constituyen el objetivo de la siguiente sección.

4. 4. Rincones evaluativos

Si es cierto que el contraste de subjetividad entre las dos formas deícticas ha permeado distintos espacios discursivos, sería predecible que presentara reflejos pragmáticos. Parece ser que el español de México es el dialecto que se ha encargado de extender sus valores pragmáticos a espacios de mayor subjetividad. Los usos de corte evaluativo son notables. En el contexto de compra en una zapatería es predecible que el intendente use aquí para referirse al cliente, como en (68):

(68) Aquí /*acá el señor necesita unos zapatos de vestir.

El uso de acá, de extremada cercanía, sería considerado como una falta de respeto hacia el cliente. Otros casos de cercanía y trato informal entre participantes son fáciles de reconocer. Si quiero burlarme de las intenciones amorosas de un amigo puedo declarar (69):

(69) Acá/?? aquí Melquiades quiere con Chonita.

A mayor cercanía entre participantes, mayor informalidad, y es evidente que acá, no aquí, se ocupa justamente de esos espacios. Con la finalidad de poner en duda lo dicho por otro participante del discurso, que es cercano al hablante, solo acá es posible:

(70) Y acá/*aquí que me dice que nunca ha andado por estas cantinas. Eso ni quién se lo crea.

Más aún, la cercanía parece rebasar los lindes de una distancia prudente para sugerir falta de respeto. Si quiero poner en evidencia al presidente de la República a partir de la ridiculez de alguna de sus mil declaraciones, lo haría con acá, nunca con aquí (71):

(71) Ahí está el señor, ahí no gana el pan, ahí no gana el pe-erre-de, ahí no gana nadie, dice Madrazo mientras él esté en el poder, y él sabe cómo le hace. Y acá/*aquí el señor Zedillo dice que hay apertura democrática en el país. (CREA oral, 1996)

En forma similar, otras extensiones evaluativas sobrepasan los límites de una distancia convencional de respeto. Así como se rebasan esos lindes, se pueden rebasar tanto los de la paciencia (72) como los de un estado de cansancio o de embriaguez aceptable (73):

(72) ¡Ya me tienes hasta acá/*aquí con tus mentiras!
(73) a. Ya me voy porque ya ando muy acá/*aquí ('borracho, fatigado').
b. Anda acá/*aquí bien puesto ('muy borracho').

La extensión a usos ponderativos es predecible. Si queremos resaltar que alguien es de niveles importantes o de la alta sociedad, usaríamos acá, como en (74):

(74) Se lleva con gente muy acá/*aquí.

No es poco común que en esos usos haya una implicación de pedantería. Los gestos que acompañan estas expresiones son notables. Ya McNeill (2005) ha puesto en tela de juicio la separación entre el uso de señas y las formas lingüísticas como punto fundamental de la codificación comunicativa. Tanto los significados asociados al cruce de un límite como los que implican pedantería llevan formas gestuales indivisibles del uso de acá. Los primeros se acompañan de una seña en que la mano rebasa la altura de la ceja, del lado de la sien. Icónicamente, la seña refleja el rebase de lo que la mente puede controlar. Por su parte, el reconocimiento de la clase social de élite se asocia con un gesto en el que una mano se acerca al pecho, la cabeza se retrae y el rostro toma un perfil altivo. El gesto es de separación; acá designa un espacio privado que excluye a los otros. La arrogancia asignada a otras personas lleva en acá el mismo tipo de seña, como en (75-76):

(75)Anda muy acá/*aquí a tronando su chicote4.
(76) I: Así/ "este grupo este/ se siente el ambiente con ganas de trabajar"/ o sea <∼sea> te/ te aventaban flores/ ¿no?
E: Órale/ qué padre.
I: Y tú acá/ como guajolote/ [¡ah!]
E: [Sí/ pues sí (risa)] (CSCM)

De manera análoga, si queremos subrayar que alguien viste con mucho estilo y al grito de la moda o que un lugar tiene una decoración moderna y fina diríamos (77) y (78), y emplearíamos el mismo tipo de gesto:

(77) a. Ana viste muy acá/*aquí.
b. Yo pensaba que en un despacho iban a venir acá/ vestidos de traje/ o de saco/ cosas así/ ¿no? (CSCM)
(78) Solo iba a lugares muy acá/*aquí.

Una actividad que vale la pena o una situación de prestigio también tomaría acá:

(79) I: Sí/ no/ no en cualquier momento/ si no tienes tiempo de/ aquí por ejemplo yo/ antes de terminar/ estaba en computación/ en lo que es cómputo acá.

E: Claro. (CSCM)

La aparición de estos usos evaluativos no es sorprendente. Se trata de situaciones que involucran no solo la consideración de un espacio próximo, sino también el involucramiento del conceptualizador como evaluador de un participante o de un evento. A una entidad ubicada en la zona más íntima del hablante se le aplica una mirada cualitativa, se rebasan los lindes de la objetividad y se le imponen calificaciones escalares a partir de estereotipos sociales.

La gama de significados de acá parte de una cercanía íntima que determina un mayor nivel de subjetividad. Hace referencia a una locación ocupada por el hablante. De hecho, toma al hablante como punto de referencia y obscurece el contraste entre el contexto y los participantes del evento. Con ello incorpora consistentemente la mirada del hablante. Si bien la ruta de subjetivización de aquí es similar a la de (80), difiere en dos factores fundamentales: i) el espacio referido involucra mayor proximidad y es consistentemente subjetivo y ii) la ruta de subjetivización alcanza espacios evaluativos no presentes en la configuración de aquí:

(80) Acá: locación de ego (subjetiva) > trayectoria experiencial temporal > trayectoria que implica esfuerzo > significados evaluativos representados en escalas

(81) Aquí: locación próxima a ego (objetivamente observables) > espacios textuales > espacios temporales > espacios mentales

Mientras el cambio de locación al ámbito temporal se presenta en las dos formas, para acá ese espacio temporal es vivencial. El rastreo objetivo del texto está bloqueado para acá, mientras que para aquí lo que queda vetado es el salto a la dinámica de fuerzas y a la proyección evaluativa del hablante.

Evidentemente no toda la trayectoria que he trazado se cumple en todos los dialectos del español. No cuento con datos que verifiquen los usos más evaluativos que se dan en México. Sin embargo, la representación de acá como lugar subjetivo asociado al hablante sí que se ratifica. En España, según me informa Victoria Vázquez Rosas, existe la expresión venga acá p'acá para llamar la atención sobre algo. Y cuando el abuelo decía venga para acá se sabía que venía un regaño, como nos lo hiciera saber Francisco Ruiz de Mendoza en un congreso5. En Colombia, la familiaridad entre participantes está claramente documentada (82):

(82) Esas cosas me las dieron acá los encargados de organizar el concierto. (CREA Colombia, 1994)

No cuento con muestras espontáneas que me permitan comprobar que los datos evaluativos de mayor subjetividad se presentan en otros dialectos, pero no hay duda de que, incluso en los dialectos más conservadores, acá representa conceptualizaciones de mayor subjetividad no documentadas para aquí. La mayor prominencia del conceptualizador se presenta cuando la proximidad es alta.

5. Conclusiones

En este estudio he intentado aportar tres casos de distinta índole, en los que la necesidad de tomar en cuenta el grado de prominencia del conceptualizador en la escena a partir de procesos de atenuación es evidente. Traugott prefiere ver la subjetividad como un mero efecto de refuerzo pragmático en el que la atenuación no tiene pertinencia alguna. Si bien dicho incremento existe, es evidente que los valores de dinámica de fuerzas y de evaluación subjetiva solo se dan en virtud de que el significado físico de acá se diluye —como se diluye también el significado físico de ir en favor de una mirada potencial, o el de 'control' en tener, para ubicarse en el plano de la vivencia experiencial—. Por su parte, la defensa de Verhagen de la incuestionable omnipresencia del conceptualizador en el evento no parece ser causa suficiente para negar que dicha presencia, más que pertenecer a la ubicación del evento en espacios mentales alternos, tiene distintos niveles de prominencia. En las lecturas locativas de acá, el conceptualizador está ya presente a nivel vivencial, pero su presencia aumenta en las lecturas de vivencia temporal, y es notorio su aumento en las lecturas de corte evaluativo. Todo parece indicar que la omnipresencia del conceptualizador debe ser aceptada, como debe aceptarse también la tendencia al incremento pragmático, pero lo que no se puede negar es que el proceso que involucra la subjetividad requiere tanto de atenuación como de la presencia incremental del conceptualizador. Tal incremento resuelve un problema granular. El carácter deíctico de aquí y de acá hace que, de entrada, ambas formas partan de la consideración obligatoria del hablante y que, en consecuencia, ambas respondan a constructos subjetivos. Siendo esto incuestionable, la diferencia solo puede ser de grado. Corresponde a aquí una subjetividad superficial que hace que el evento tome perfiles cercanos a las representaciones objetivas; en cambio, para acá no hay distancia alguna que impida que el conceptualizador filtre su mirada: después de todo, es con ella con la que configura su mundo.


Notas

1En Gramática Cognoscitiva, la noción de perfil es la porción de máxima prominencia que designa una emisión, ella resalta respecto de su base; es decir, respecto de la información que subyace en la emisión para contextualizarla.
2El primer corpus de los mencionados en este párrafo es una base de datos de la RAE. El segundo, por su parte, está coordinado por Lastra y Martín Butragueño. De ahora en adelante se hará referencia a estos por sus respectivas siglas.
3Véase Maldonado (2002b) para un conjunto de argumentos sintáctico-semánticos en los que contrastan a y para en construcciones benefactivas y de objeto indirecto.
4Tronar el chicote: comportarse con actitud dominante como la de un capataz con su fuete (chicote).
5Primer Encuentro Internacional de Lenguaje y Cognición. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. Mayo del 2012.


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