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Forma y Función

versión impresa ISSN 0120-338X

Forma funcion, Santaf, de Bogot, D.C. vol.27 no.1 Bogotá ene./jun. 2014

 

IN MEMORIAM

Moscú, noviembre 11 del 2013

Recordadas y recordados colegas


Sabe Dios qué angustia te acompañó
Qué dolores viejos calló tu voz.
Para recostarte arrullada
en el canto de las caracolas marinas...

He recibido con dolor la desconsoladora noticia del fallecimiento de mi querida colega y amiga, la profesora Ana Cristina. No me puedo reponer ni al desconcierto ni a la tristeza.

Durante muchos años, durante estas décadas del tiempo que soy profesor de mi entrañable Departamento, estuve en muchas ocasiones, en muchas circunstancias, en tantos eventos culturales, académicos, sociales, compartiendo con Ana Cristina:

Compartiendo una evaluación sobre el estado del español en una escuela del distrito, leyendo un concepto de la profesora sobre un artículo para Forma y Función, experimentando las vicisitudes de los cierres y, sobre todo, compartiendo el amor por nuestro oficio de profesores. O en una de las reuniones de fin de año cuando despedíamos el semestre. O leyendo las cartas de los estudiantes sobre sus cuitas domésticas y académicas.

Y Ana Cristina tenía el camino por donde salir y resolver sin formalismos, teniendo presente el reglamento y las normas vigentes. Y también hablábamos de los amores imposibles.

Fuimos profesores de español funcional. Obtuve comprensiones nuevas sobre este tema que sigue siendo tan necesario luego de escuchar a la profesora Ana Cristina.

Ana Cristina tenía siempre palabras exactas en la interlocución. Tengo el recuerdo de ella, como de una amiga y docente cuya vida giró alrededor de nuestra querida Universidad. Alegrías, pesares, zozobras, esperanzas, ideas que podían entusiasmar y hacer caer el ánimo, textos, textos, textos de los estudiantes; todo este universo de nuestra Nacho lo llevaba ella en su alma.

Ana Cristina conocía los intríngulis de la administración. Sabía decir no. Sabía ser prudente. Cuando había que ser firme era de una pieza. Tenía la frase que se ajustaba a la circunstancia. Y su actitud enhiesta y sutil de mujer, de intelectual, de maestra, de conocedora de las estructuras afectivas y profundas de la lengua es una esencia que llevo en mi recuerdo.

Voy a ver siempre su figura menuda, su mechón rebelde y juvenil sobre la frente amplia, su mochila arwaka en alguno de los dos corredores del Departamento de Lingüística. Voy a recordar las manillas de sus viajes por Colombia, que le rodeaban las muñecas finas.

Tejida con líneas paralelas, en el color ocre vegetal de la mochila que Ana Cristina llevaba al hombro, hay una imagen que nebulosamente me recuerda una espiral, o más bien una figura que nunca se deshace como un círculo mítico, ese misterio del signo es uno de sus gestos eternos con el que ella nos acompaña desde la eternidad que nunca muere.

Gracias por todo, inolvidable Cris.


Rubén Darío Flórez Arcila
Profesor asociado del Departamento de Lingüística
Universidad Nacional de Colombia