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Forma y Función

Print version ISSN 0120-338X

Forma funcion, Santaf, de Bogot, D.C. vol.29 no.2 Bogotá July/Dec. 2016

https://doi.org/10.15446/fyf.v29n2.60192 

Doi: http://dx.doi.org/10.15446/fyf.v29n2.60192

AGONÍA Y REVITALIZACIÓN DE UNA LENGUA Y UN PUEBLO: LOS NONUYA DEL AMAZONAS*

AGONY AND REVITALIZATION OF A LANGUAGE AND ITS PEOPLE: NONUYA FROM AMAZON

AGONIA E REVITALIZAÇÃO DE UMA LÍNGUA E DE UM POVO: OS NONUYA DA AMAZÔNIA

Juan Álvaro Echeverri**
Universidad Nacional de Colombia, sede Amazonia, Colombia
Isabel Victoria Romero Cruz***
Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá, Colombia

** Isabel Victoria Romero agradece al Instituto Caro y Cuervo y el Ministerio de Cultura de Colombia por la beca de investigación que le fue otorgada, en 2012, y a la Iniciativa para la Conservación de la Amazonia Andina (ICAA) por su beca de apoyo a investigación de maestría, en 2014. Juan Álvaro Echeverri agradece el apoyo de la Fundación Gaia Amazonas durante los años 1993 a 1999, que permitió localizar los hablantes de la lengua nonuya y llevar a cabo los registros de su habla. Este artículo está basado en una ponencia presentada en el IV Coloquio Internacional de Estudios Latinoamericanos de Olomouc (CIELO–4) «Lenguas indígenas de América Latina: Contextos, contactos, conflictos», en la Universidad Palacký de Olomouc, República Checa, 7–8 de mayo de 2015; Juan Álvaro Echeverri agradece a la Fundación Alexander von Humboldt de Alemania por su apoyo para participar en este evento. Ambos autores agradecen inmensamente la colaboración y amistad de la comunidad nonuya de Peña Roja. Fr!
** Antropólogo PhD, New School for Social Research (NY). jaecheverrir@unal.edu.co
*** Magister en Lingüística, Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá. ivromeroc@unal.edu.co

Cómo citar este artículo:
Echeverri, J. A., & Romero Cruz, I. V. (2016). Agonía y revitalización de una lengua y un pueblo: los nonuya del Amazonas. Forma y Función, 29(2), 135-156.

Artículo de revisión: Recibido: 18-05-2015, aceptado: 12-05-2016


Resumen

El nonuya es una de las tres lenguas sobrevivientes de la familia lingüística witoto, que también incluye el uitoto y el ocaina. Los nonuya fueron un pueblo numeroso, casi exterminado durante el período cauchero a principios del siglo XX. Otros grupos vecinos lograron retornar a su territorio ancestral después del éxodo cauchero. Solo dos hombres nonuya retornaron y se casaron con mujeres de otros grupos. Sus descendientes (cerca de 100 personas) perdieron su lengua paterna y adoptaron la lengua de otros grupos (muinane y andoque). Desde 1992, este grupo decidió reafirmar su identidad y formó una nueva comunidad. Este artículo presenta un breve recuento de la historia de este pueblo, muestra los avances en la documentación de su lengua y analiza algunos aspectos sociolingüísticos del proceso de revitalización lingüística en el contexto de las otras lenguas habladas en la comunidad. Además, discute la relación del nonuya con las otras dos lenguas de la familia witoto y presenta algunos resultados preliminares de su fonología y morfología, a partir del corpus documentado.

Palabras clave: Nonuya; familia lingüística witoto; revitalización lingüística; ecología lingüística; lenguas amenazadas.


Abstract

Nonuya is one of the three surviving languages from the Witoto family that also includes Uitoto and Ocaina. The Nonuya had a large population that was also exterminated during the rubber period at the beginning of the 20th century. Other neighboring groups managed to return to their ancestral territory after the rubber exodus. Only two Nonuya men returned and married women from other groups. Their offspring (approximately 100 people) lost their paternal language and adopted the language of other groups (Muinane and Andoque). Since 1992 this group decided to reaffirm their identity and form a new community. This paper presents a brief account of the history of this people, shows several advances in documenting their language and discusses some sociolinguistic aspects of the process of linguistic revitalization within the context of other languages spoken in the community. Additionally, the relation between Nonuya and the other two languages of the Witoto family is discussed and some preliminary results of its phonology and morphology, based on a documented corpus, are presented.

Keywords: Nonuya; Witoto linguistic family; linguistic revitalization; linguistic ecology; endangered languages.


Resumo

O nonuya é uma das três línguas sobreviventes da família linguística witoto, que também inclui o uitoto e o ocaina. Os nonuya foram um povo numeroso, quase exterminado durante o ciclo da borracha a princípios do século XX. Outros grupos vizinhos conseguiram retornar a seu território ancestral depois do êxodo do ciclo da borracha. Somente dois homens nonuya retornaram e casaram–se com mulheres de outros grupos. Seus descendentes (aproximadamente 100 pessoas) perderam sua língua paterna e adotaram a língua de outros grupos (muinane e andoque). Desde 1992, esse grupo decidiu reafirmar sua identidade e formou uma nova comunidade. Este artigo apresenta um breve relato da história desse povo, mostra os avanços na documentação de sua língua e analisa alguns aspectos sociolinguísticos do processo de revitalização linguística no contexto das outras línguas faladas na comunidade. Além disso, discute a relação do nonuya com as outras duas línguas da família witoto e apresenta alguns resultados preliminares de sua fonologia e morfologia, a partir do corpus documentado.

Palavras–chave: Família linguística witoto; ecologia linguística; nonuya; línguas ameaçadas; revitalização linguística.


Introducción

El nonuya (ISO 639: NOJ) es una de las tres lenguas sobrevivientes de la familia lingüística witoto, que también incluye el uitoto (hto, huu, hux1 : aprox. 3 500 hablantes) y el ocaina (oca, aprox. 50 hablantes) (Fagua, 2015). Las tres lenguas están todas en peligro, en diferentes grados: el uitoto es «vulnerable», el ocaina está «definitivamente en peligro» y el nonuya está «críticamente en peligro», según información de UNESCO (2014).

Los nonuya fueron un pueblo numeroso que sufrió su casi exterminación durante el periodo del auge de la explotación del caucho, a principios del siglo XX. Este artículo presenta un breve recuento de la historia del pueblo nonuya, muestra los avances en la documentación de la lengua, analiza algunos aspectos sociolingüísticos del proceso de revitalización en el contexto de las otras lenguas habladas en la comunidad, discute la relación del nonuya con las otras dos lenguas de la familia witoto y presenta algunos resultados preliminares de su fonología a partir del corpus documentado.

El pueblo nonuya y su historia

Los nonuya, junto con otros grupos vecinos, fueron esclavizados, torturados y asesinados por los agentes de la empresa cauchera Casa Arana; diezmados por epidemias y enfermedades, y reasentados forzosamente cerca del río Putumayo y la Amazonia peruana en la década de 1920. Los otros grupos étnicos afectados de la región lograron reorganizarse y retornar a sus territorios ancestrales. De los nonuya, solo tres hombres regresaron y se casaron con mujeres de otros grupos étnicos. Sus descendientes, actualmente cerca de 100 personas que viven en la región del Medio Caquetá, perdieron su lengua paterna y adoptaron la lengua de los grupos mayoritarios (andoque y muinane), además del español impartido en los internados indígenas.

El territorio ancestral nonuya se ubica al sur del río Cahuinarí en la región del Caquetá–Putumayo, «entre las cabeceras de la quebrada Casabe (Maugai, en muinane), afluente derecho del Cahuinarí y las cabeceras de la quebrada Palizada (Raziye en uitoto, Gakai en muinane), afluente izquierdo del río Igaraparaná» (Echeverri & Landaburu, 1995, p. 57), aproximadamente en las coordenadas 1°14'8.53''S, 72°32''43.83''W (puede verse un mapa y más detalles de la ubicación de los nonuya en Echeverri, 2014). Esta es la misma ubicación que señaló Thomas Whiffen (1915), un viajero inglés, quien a inicios del siglo XX calculó la población total de este pueblo en unas 1 000 personas.

Luego del período cauchero (1900–1930) los nonuya quedaron reducidos a unos pocos individuos. En la década de 1920, después de la firma del tratado Salomón–Lozano que entregó a Colombia la posesión de los territorios al norte del río Putumayo (donde operaba la Casa Arana), los caucheros peruanos llevaron a cabo un reasentamiento sistemático de toda la población indígena de la zona hacia el sur del río Putumayo. Estos traslados se realizaban en embarcaciones desde La Chorrera, descendiendo por el río Igaraparaná. Según relatan los nonuya actuales, una de las embarcaciones que llevaba un gran número de población nonuya naufragó en el río Igaraparaná. En este incidente falleció casi la totalidad de los viajeros, que estaban encerrados en la bodega de la embarcación (Echeverri & Landaburu, 1995, p. 49).

Dos de los sobrevivientes de ese accidente fueron Julio Nonuya, del clan Mochilero, y Mamerto Ríos, del clan Tronco de Achiote. Tras este fatídico evento, ocurrió el regreso de los sobrevivientes al territorio ancestral y los intentos de recuperación lingüística y cultural, lo cual inició el camino de lucha que los conduciría hasta su ubicación y situación actual. Julio Nonuya es el padre de dos de los actuales ancianos de la comunidad nonuya de Peña Roja, en el río Caquetá, donde viven sus descendientes, junto con los descendientes de Oliverio Rodríguez, otro sobreviviente del holocausto nonuya. Mamerto falleció en Leticia en 1995, y fue la persona con quien los descendientes de Julio Nonuya iniciaron el trabajo de recuperación de la lengua en 1991.

Tras el accidente, Julio se dirigió al Putumayo, combatió durante el conflicto colombo–peruano de 1932–1933 y viajó en una lancha por el río Putumayo hasta que (a finales de los años 30) se encontró con otro nonuya sobreviviente del holocausto cauchero: Kapohoi (clan Gavilán). Kapohoi también había sido deportado hasta el río Putumayo por la Casa Arana. De allí regresó en los años 1930 al territorio tradicional nonuya, en el interfluvio Caquetá–Putumayo, pero no encontró a su gente. Viajó de regreso al río Putumayo y de allí se trajo a otro nonuya del clan Gavilán, Oliverio Rodríguez. Juntos establecieron una maloca a orillas de la quebrada Casabe, en el territorio tradicional nonuya. Más tarde, Kapohoi se encontró con Julio Nonuya y lo llevó a vivir a la maloca. (Echeverri & Landaburu, 1995, p. 49).

Se conformó así una comunidad a partir de tres individuos: Julio Nonuya (clan Mochilero), Oliverio Rodríguez y Kapohoi (los dos últimos del clan Gavilán). Este fue el primer intento de recuperación de la lengua y la cultura nonuya, luego del holocausto cauchero. Sin embargo, el proceso se truncó con las muertes de Kapohoi y de Oliverio Rodríguez durante la década de 1940. Sus descendientes tomaron rumbos distintos: los hijos de Kapohoi se fueron para La Chorrera; su hijo varón falleció en los años 1990, pero su hija, Margarita, aún vive allí. De otra parte, los hijos de Oliverio, Sebastián y Abel, se criaron con los muinane de la Sabana, y sus descendientes viven actualmente en Peña Roja. Julio y sus hijos vivieron un tiempo en La Chorrera (junto con los hijos de Kapohoi), luego vivieron con el grupo andoque, y actualmente hacen parte de la comunidad nonuya de Peña Roja.

Mamerto Ríos (uno de los sobrevivientes del mencionado naufragio, cuando aún era niño) fue a vivir a Tarapacá, sobre el río Putumayo, en la frontera con Brasil. Entre las décadas de 1960 y 1980, Mamerto lideró lo que podemos llamar el segundo proceso de recuperación nonuya en Tarapacá, donde erigió una maloca y congregó a otros nonuya que estaban en la zona. Infortunadamente, sus esfuerzos se truncaron cuando su hijo mayor pereció y Mamerto se trasladó a Leticia, donde dejó de emplear la lengua.

Luego del fracaso de la maloca de Kapohoi, de su muerte y de la muerte de Oliverio, los descendientes de Julio Nonuya y de Oliverio Rodríguez convivieron con los muinane y los andoque. Aprendieron a hablar muinane y se casaron con mujeres muinane, andoque y uitoto. En la década de 1970 se trasladaron a vivir al río Caquetá, junto con un clan de los muinane. En 1989, el gobierno colombiano reconoció el territorio donde estaban asentados junto con los muinane como resguardo indígena, con el nombre de Resguardo Indígena Nonuya de Villa Azul.

A inicios de la década de 1990, este grupo nonuya por linaje, mas no por lengua, decidió reafirmar su identidad étnica y establecer una nueva comunidad, que se denominó Peña Roja, dentro del Resguardo Indígena Nonuya de Villa Azul. Solo los mayores recordaban algunas palabras, pero la lengua viviente estaba ausente. Ellos comenzaron una búsqueda de nonuya supervivientes, lo que los condujo a ubicar tres hablantes competentes: el anciano Mamerto Ríos (en Leticia), Humberto Ayarce (en Puerto Arica, río Putumayo), y Rafael Grande (en la banda peruana del río Putumayo). En 1991, con apoyo del lingüista Jon Landaburu, hicieron un conjunto de grabaciones del anciano Mamerto Ríos (quien falleció en 1995). Humberto Ayarce se trasladó a vivir a Peña Roja en 1994, y contribuyó con nuevas grabaciones (él falleció accidentalmente en 2003). Rafael Grande estuvo dos años en Peña Roja entre 1996 y 1998 y también contribuyó con nuevos materiales, grabados por Juan A. Echeverri (Rafael también falleció).

Los nonuya de Peña Roja han mantenido su empeño en el proceso de recuperación de su lengua. Se ha intentado introducir la enseñanza de la lengua en la escuela, y se preparó una cartilla para niños con el alfabeto preliminar (Rodríguez, 1997). Hoy en día, dos de los ancianos y dos de sus hijos adultos tienen una competencia oral básica en la lengua, y algunos otros tienen alguna competencia para entender (pasiva). Pero, sobre todo, han sido los cantos uno de los principales vehículos de la recuperación de la lengua. A ellos nos referimos al final de la siguiente sección, en la cual abordamos la condición multilingüe de Peña Roja.

Situación sociolingüística

Ecología lingüística de Peña Roja

El proceso de revitalización se ha dado en una comunidad multilingüe: los mayores hablan muinane (familia lingüística bora) y andoque (lengua aislada); varios hombres se han casado con mujeres uitoto y conviven con algunas familias hablantes de yukuna (lengua arawak); la gran mayoría hablan además español, la lengua nacional; y el nonuya es la lengua de mayor importancia ritual y política (circunscrita principalmente al primero de estos usos).

La Figura 1 muestra la distribución espacial y pertenencia étnica de las unidades domésticas en la comunidad nonuya de Peña Roja.

FIGURA 1

Hay nueve núcleos de viviendas en la comunidad. El primero corresponde a un núcleo familiar yukuna–miraña. Las lenguas que se manejan en este grupo son: yukuna, miraña y español. Los hijos e hijas entienden yukuna y suelen cantarlo en bailes. El segundo es un núcleo familiar nonuya–yukuna (clan Gavilán), en el cual se maneja principalmente el español.

Los grupos 3 y 4 corresponden a los clanes Achiote y Mochilero de la etnia nonuya, respectivamente. Su disposición en el espacio permite apreciar dos tipos de edificaciones distintas: malocas (2) y casas unifamiliares (7)2 o de tipo campesino. Los hijos varones del clan Achiote están casados con mujeres uitoto, andoque y muinane, y moran cerca de la maloca y del líder del clan, es decir, de su padre. La lengua que más se usa para la comunicación diaria es el español, seguida del nonuya (por el interés de recuperación), el muinane y el uitoto, en sus variantes npode y mnka. Por su parte, el clan Mochilero dispone de una maloca y tres casas unifamiliares. Las esposas de los descendientes de este clan son uitoto, miraña y tikuna (proveniente de la comunidad de Mocagua, en el Trapecio Amazónico).

Enseguida, en el núcleo 5, se encuentra una familia muinane, del clan Churuco. El núcleo 6 corresponde a un grupo andoque–uitoto, en el cual prevalece la lengua muinane. En el núcleo 7 habita una familia miraña–yukuna, en la que tanto el padre como la madre conocen sus lenguas y reconocen algo de la lengua del otro, además del español y el muinane (lengua nativa de comunicación en la comunidad). Adicionalmente, uno de sus hijos canta en lengua muinane y aprende nonuya en la escuela local.

El núcleo 8 corresponde al clan Gavilán de la etnia nonuya, representado por dos hermanos y sus respectivas familias3 , que incluyen esposas de origen uitoto y andoque. A pesar de que el líder del clan Gavilán participó en iniciativas de recuperación anteriores, el conocimiento de esta lengua no se ha difundido en este grupo, en el cual predomina el uso del español y el muinane. En el núcleo 9 se encuentra una abuela muinane, viuda de un hombre tukano (clan Picón), cuyo hijo (también viudo) se ha vuelto a casar con una mujer tanimuka. Por cercanía, se incluye en este grupo a un hombre miraña. Las lenguas presentes en este pequeño sector son: tukano, muinane, miraña, tanimuka y español, como lengua de comunicación.

La escuela de la comunidad nonuya de Peña Roja está ubicada en el sector 3. Actualmente, hay tres construcciones que hacen parte de la escuela: un salón en madera y teja de zinc, elevado del suelo, en el cual hay computadores, pupitres, tablero, libros y materiales didácticos; un kiosko tipo maloca, construido el año anterior, que también hace las veces de salón, y un kiosko pequeño.

En la zona 8 (conocida como «María Cristina» por la isla en frente del asentamiento), actualmente hay una cancha múltiple, que se usa frecuentemente, pues los domingos muchos vecinos, tanto de Peña Roja como de otros lugares cercanos, se reúnen allí.

El muinane es la lengua nativa de mayor conocimiento y uso en la zona, debido a sus relaciones sociohistóricas con el Resguardo Nonuya de Villa Azul, y a que en la mayoría de los casos es la lengua que los habitantes aprendieron de sus madres. En términos generales, los más jóvenes de Peña Roja tienen mayor contacto con el español y, por ende, mayor conocimiento de este en su variante local. En muchos casos, están en contacto con las lenguas nativas de sus abuelos y abuelas, pues estas últimas pueden estar a su cuidado. El muinane, diferentes dialectos del uitoto, el miraña y el nonuya, para el caso del clan Achiote, son algunos ejemplos de las lenguas con las que entran en contacto los más pequeños. Un ejemplo de lo anterior es Dodó, un niño nonuya (clan Mata de Achiote) de madre uitota, quien ha sido cuidado por su abuela, también uitota, hablante de npode. Con cuatro años de edad, él tiene una clara competencia bilingüe en español y npode, y conoce algunas palabras y canciones en nonuya y muinane. No obstante, recientemente ha perdido parte del conocimiento adquirido, tendiendo hacia la pasividad de su competencia bilingüe, especialmente en npode.

Por el contrario, los adultos mayores (abuelos, líderes) son quienes más lenguas saben o, al menos, reconocen comprender y producir. Por ejemplo, don Elías habla nonuya, muinane, uitoto, andoque, bora y español. Él afirma sobre el nonuya: «No lo estamos utilizando, no lo estamos hablando, no lo estamos practicando. Lo poquito que tenemos grabaciones, no lo practicamos. Entonces pues, ese es el peligro». Y agrega su hermano José: «Si nosotros no hablamos el idioma, si no recuperamos, no somos nonuya. Uno es por la lengua. Nosotros decimos uno se identifica es por su propio lengua».

En años recientes, cada autoridad tradicional (líderes de los clanes Achiote y Mochilero) ha decidido transmitir a sus descendientes (a su manera) los conocimientos que tiene: don José, en el mambeadero, principalmente con quien tenga el interés de aprender y se acerque a él a preguntarle; don Elías, reuniéndose noche a noche con sus cuatro hijos varones y sus nietos en el mambeadero. En este contexto, destinado a «hacer la palabra amanecer», se retoman historias de origen y palabras de consejo. Y aunque no siempre se haga en nonuya (dada la reducida competencia en este código lingüístico), sí se discute sobre el significado de la lengua, de lo importante de retomarla y sobre cómo entre los más jóvenes estará la clave para su revitalización.

Don Elías canta, saluda, pregunta y manda en nonuya. Con sus acciones procura un contacto más cotidiano con la lengua. Promueve el aprendizaje de léxico y expresiones en nonuya en todos los miembros de su familia, incluidas su esposa (Virgelina Gómez, bilingüe en npode y español) y su nuera (Margarita Gómez, bilingüe pasiva en mnka, y cuya lengua materna es el español), así como sus nietas y nietos. Los efectos de la crianza en un contexto multilingüe se van percibiendo en los nonuya más jóvenes, especialmente en Dodó, como se mencionó anteriormente. Los hijos de don Elías (Esteban, Evelio y Eliécer) se han acercado a la lengua (a su estructura, léxico y uso), especialmente desde los cantos. Incluso han compuesto algunos cantos nuevos, inspirándose en otros existentes en las lenguas vecinas. Como ya se mencionó, los cantos han sido uno de los vehículos más importantes de recuperación y mantenimiento de la lengua.

Como se muestra más abajo, el 15% del material grabado de los tres hablantes sobrevivientes fueron cantos rituales. Estos cantos corresponden a tres géneros principales: 1) cantos del ritual de las frutas, 2) cantos del ritual de la tortuga charapa y 3) cantos de repartición de cahuana (una bebida elaborada a partir del almidón de la yuca). El ritual de frutas y el ritual de charapa son «carreras ceremoniales», que consisten en una serie de bailes que son convocados por un dueño de ritual, en conjunto con sus aliados ceremoniales. Los aliados ceremoniales son otros hombres, no relacionados por consanguineidad o afinidad con el dueño, quienes llevan la misma carrera ceremonial. Los aliados son los responsables de cantar en la maloca del dueño del ritual. Un aliado participa en un baile con una serie de cantos que tienen una organización secuencial que corresponde a los diferentes momentos del ritual: cantos de entrada, cantos hasta antes de medianoche, cantos después de medianoche, cantos de amanecida. Una maloca puede tener dos o más aliados. Dada la composición multiétnica y multilingüe de esta región, los intercambios ceremoniales involucran aliados y cantos en diferentes idiomas. De hecho, un mismo canto puede tener versiones equivalentes en varios idiomas.

Uno de los sentidos más importantes de la recuperación de la lengua para este grupo tiene que ver con su capacidad para participar ceremonialmente con la lengua nonuya en rituales en los que intervienen también cantos en otras lenguas. Los nonuya tienen su maloca ceremonial, en la cual se lleva la carrera ceremonial de charapa, y tienen como aliados ceremoniales una maloca muinane y una maloca andoque.

Los conjuntos de cantos recuperados de los hablantes supervivientes fueron numerosos, pero insuficientes para constituir un conjunto completo que permitiera a los nonuya participar como invitados cantores de manera completa en un baile. Ellos lograron, sin embargo, completar la secuencia de cantos necesarios para el ritual de frutas, empleando técnicas de traducción de cantos de otras lenguas (en la medida en que los cantos y la secuencia completa son aproximadamente equivalentes entre lenguas). Eso les ha permitido participar como invitados en rituales donde hacen escuchar los cantos nonuya. El multilingüismo es parte integral del ritual, y es esta equivalencia entre cantos lo que facilita, además, el aprendizaje de la lengua a través del conocimiento de los cantos.

Situación social

Durante los últimos años, en la zona se ha incrementado la presencia de colonos y personas procedentes de diferentes zonas del país (Putumayo, eje cafetero, entre otras) e, incluso, extranjeros (especialmente brasileros), debido a la bonanza del oro. La minería en esta zona se practica en balsas e implica el uso de sustancias altamente contaminantes, como el mercurio. Esta práctica extractiva está impactando negativa y considerablemente la productividad y el acceso a fuentes alimenticias primordiales en la dieta de los habitantes del sector, como el pescado.

En las visitas a campo realizadas por Isabel V. Romero entre 2012 y 2015, se han percibido cambios en la realidad social de la zona. Por un lado, se han evidenciado momentos de incremento y descenso del número de personas vinculadas a la actividad minera (colonos e indígenas), así como de la cantidad de balsas: entre octubre y noviembre de 2012, se avistaron 12 balsas en el recorrido de Puerto Santander a la comunidad nonuya de Peña Roja; mientras que para enero de 2014, las cuentas de un habitante de la localidad llegaban a 49 balsas dispersas en la zona. Por otro lado, en consonancia con la dinámica de las bonanzas, en el centro urbano de Puerto Santander también ha aumentado la cantidad de establecimientos como discotecas y tiendas de abarrotes. Además, ha habido un incremento en la prostitución y en los enfrentamientos violentos (tanto entre civiles, como entre grupos armados al margen de la ley y las fuerzas del Estado).

El nonuya y la familia lingüística witoto

La familia lingüística witoto

La familia lingüística witoto fue propuesta por Koch-Grünberg (1906), quien agrupó en una nueva familia varios dialectos del uitoto y dos lenguas ya extintas que habían sido documentadas por Martius (1867): miranya–carapaná–tapuya y coeruna. Rivet y Wavrin (1953) postularon que existía una relación genealógica entre el ocaina, el nonuya y el uitoto.

La Figura 2, elaborada a partir del cálculo de similitudes, basado en la comparación de 40 ítems léxicos realizada por el Automated Similarity Judgement Program (Wichmann et al., 2013), representa las distancias entre los cuatro dialectos del uitoto y las lenguas ocaina y nonuya. Esta gráfica muestra que el nonuya y el ocaina tienen una importante distancia genética respecto a los cuatro dialectos del uitoto.

Hasta mediados del siglo XX, la información existente sobre las lenguas de la familia witoto consistía en cortos vocabularios colectados por misioneros, viajeros y estudiosos (ver Echeverri, 1992, para una revisión bibliográfica). Desde la década de 1950, varios estudios lingüísticos han permitido ampliar la documentación. Los misioneros del Instituto Lingüístico de Verano (ILV) trabajaron sobre los dialectos uitoto mnka (Minor & Loos, 1963; Minor & Minor, 1976, 1987; Minor, 1956; Minor & Minor, 1982), uitoto npode (Minor & Hendrich de Minor, 1971) y uitoto bue (Burtch, 1983), y sobre la lengua ocaina (Leach, 1969). Gabriele Petersen de Piñeros ha investigado el dialecto mka del uitoto y publicado sobre su gramática (Becerra & Petersen de Piñeros, 1994; Petersen de Piñeros & Patiño Roselli, 2000; Petersen de Piñeros, 1994, 2004, 2007); también, junto con Eudocio Becerra (Bigdma), publicó un curso de lengua bue, para su enseñanza en la Universidad Nacional de Colombia (Becerra & Petersen de Piñeros, 2012). Sobre el dialecto npode, existe un léxico, con notas fonológicas y morfológicas (Griffiths, Coleman & Morales, 2001). Jorge Gasché ha publicado en el archivo DOBES de la Gente de Centro materiales audiovisuales sobre los dialectos mnka y bue del uitoto (Gasché, 2009b) y un esbozo gramatical del uitoto dirigido a maestros indígenas (Gasché, 2009a). Del ocaina, además del diccionario publicado por el ILV (Leach, 1969), la lingüista Doris Fagua ha producido una tesis doctoral (Fagua, 2013) y algunos artículos (Fagua & Seifart, 2010; Fagua, 2009a, 2014), además de documentación audiovisual sobre la lengua ocaina en el archivo DOBES (Fagua, 2009b).

Documentación de la lengua nonuya

Hasta 1990, las únicas fuentes documentales sobre la lengua nonuya fueron un vocabulario publicado por Rivet y Wavrin (1953) y un vocabulario inédito de Mataro (1930)4 . Entre 1991 y 1998, con el apoyo de Jon Landaburu y Juan A. Echeverri, se hicieron grabaciones de la lengua con los tres hablantes sobrevivientes de la lengua: Mamerto Ríos, Humberto Ayarce y Rafael Grande (Echeverri & Landaburu, 1995; Echeverri, 2009a, 2009b).

Entre 2003 y 2009, se llevó a cabo un proyecto de documentación de lenguas de las familias witoto y bora, y del resígaro (de la familia arawak), pertenecientes al complejo cultural de la Gente de Centro (Seifart, Fagua, Gasché & Echeverri, 2009). Por medio de este proyecto, se hizo la digitalización de todos los casetes de audio grabados de la lengua nonuya, se llevó a cabo la anotación (transcripción y traducción) de todos los archivos, y su montaje en una base de datos del Max Planck Institute en Nimega, Holanda, con copia en el Instituto iiap de Iquitos, Perú (Echeverri, 2009b). Todo el conjunto de transcripciones y traducciones se imprimió en un documento de 199 páginas, que fue entregado a la comunidad nonuya de Peña Roja. La totalidad de estos materiales, que suma cerca de 20 horas, ha sido transcrita y traducida. Este corpus documental consiste en encuestas lexicales y frases simples (85%), y cantos (15%).

Algunos de estos materiales han sido aprovechados para estudios sobre la lengua. Una estudiante de lingüística hizo un trabajo sobre fonética acústica, preliminar para un estudio fonológico (Orjuela Salinas, 2010). La lingüista Isabel V. Romero hizo un estudio para la normalización de la lengua, con una propuesta preliminar de fonología, y, recientemente, escribió una tesis de maestría sobre el proceso de revitalización de la lengua. Además, con Frank Seifart se está haciendo un trabajo de lingüística comparativa entre las lenguas uitoto, ocaina y nonuya, utilizando los datos contenidos en estos archivos (Echeverri & Seifart, en prensa).

Resultados preliminares de la fonología y morfología nonuya

Fonología

La ortografía práctica nonuya, propuesta por Echeverri y Landaburu (1995), a partir de un análisis preliminar, está compuesta por 18 unidades consonánticas y 6 vocálicas. Algunos de los aspectos fonéticos que ellos destacan son: la velarización de las consonantes labiales ante «e», «i», «»; la implosión de las oclusivas sonoras labial y alveolar; la presencia de una implosiva palatal que semeja una retrofleja; la reducida presencia de la oclusiva bilabial sorda [p] y la oclusiva velar sonora [g], así como la presencia de la fricativa palatal sonora [∫] como variación morfofonética de la fricativa velar sorda [h] en posición intervocálica y en prefijos pronominales. Landaburu y Echeverri (1995) clasifican las vocales en cortas, largas e interruptas, es decir, entre las cuales se presenta un cierre glotal, al cual no consideran consonántico5 .

Romero (2013, 2015a) hizo una revisión de la fonología y propuso el siguiente inventario de fonemas, basado en el corpus recolectado del anciano Mamerto Ríos.

De los fonemas /p/ y /g/ en la serie oclusiva, Romero solo encontró una ocurrencia de cada uno en su corpus. Las oclusivas // y // se realizan como [b] y [d] en sílabas no acentuadas. La consonante /r/ solo ocurre en posición media. A diferencia del uitoto, la glotalización está bien representada en nonuya. El fono nasal palatal [] nunca ocupa la posición de inicio y, más bien, aparece en la penúltima sílaba.

La lengua prefiere la estructura silábica CV; pero se identificaron sílabas del tipo V, CVC y VC. La posición de coda en sílaba trabada se halló como exclusiva del fono oclusivo glotal sordo [], siendo el único [+obstruyente] posible en un contexto precontoide. Las posiciones de inicio generalmente son para fonos contoides, mientras que las de cima son para fonos vocoides. El nonuya prefiere las unidades léxicas trisilábicas; le siguen las bisilábicas, tetrasilábicas, pentasilábicas y, finalmente, las monosilábicas.

Orjuela (2010) afirma que el nonuya es una lengua tonal. Esta es una característica común en las lenguas amazónicas. Se puede hablar tanto de tonos puntuales como de tonos melódicos. En el nonuya, por un lado, se hallaron los tonos ascendente y descendente, los cuales suelen aparecer simultáneamente con un alargamiento vocálico. Además, se encontraron tonos puntuales disímiles en vocales geminadas o que aparecen separadas por []. El tono tiene alcance silábico y tiene estatus fonológico hasta donde lo hemos podido establecer.

Nuestros avances en la comparación de las lenguas de la familia witoto nos permiten adelantar que, en términos fonológicos, el nonuya es la lengua más conservadora y el ocaina la lengua más innovadora. Esto quiere decir que los sonidos del nonuya serían los más próximos a los del proto–witoto. En su artículo en elaboración sobre reconstrucción de la familia lingüística witoto, Echeverri y Seifart (en prensa) afirman que:

The Nonuya inventory is the closest to the reconstructed Proto Witoto–Ocaina–Nonuya phonological system. It thus appears that Nonuya is the more conservative language, and Ocaina is the most innovative (in both consonant and vowel inventory and sound correspondences).

Morfología

Hasta ahora no se ha conducido un estudio de la morfología del nonuya, pero nuestras observaciones preliminares nos permiten afirmar que, en términos morfológicos, el nonuya y el ocaina son más similares entre sí; y el uitoto, la lengua más innovadora.

Algunas observaciones preliminares nos permiten destacar algunos rasgos morfológicos del nonuya, compartidos con las otras lenguas de la familia (Fagua & Seifart, 2010):

  • Morfología relativamente polisintética y sufijante (rasgo común a las tres lenguas).
  • Los pronominales como prefijos en la palabra verbal, rasgo común con respecto al ocaina y en contraste con el uitoto, que ubica los pronominales como sufijos.
  • Marcación de la negación en la palabra verbal con cambio de posición del pronominal, rasgo común con respecto al ocaina y en contraste con el uitoto, que emplea un sufijo.
  • Sintácticamente, los argumentos siguen un patrón nominativo–acusativo.
  • Cuenta con un sistema complejo de clasificación nominal (con funciones derivacionales y anafóricas), rasgo común con respecto al ocaina y el uitoto.
  • Distingue entre singular, dual y plural, en la primera, segunda y tercera persona, rasgo común con respecto al ocaina y el uitoto.

Conclusiones

La lengua nonuya se encuentra en un estado crítico, puesto que ya han fallecido los tres hablantes plenamente competentes que quedaban. Los esfuerzos de los descendientes nonuya por localizar los últimos hablantes de la lengua, y el haber podido registrar casi 20 horas de audio de la lengua nonuya, han permitido que se conserve un corpus documental valioso, el cual se ha preservado en formato digital y se encuentra totalmente anotado (transcrito y traducido). En la comunidad de Peña Roja, por lo menos dos de los ancianos y otro par de jóvenes tienen una competencia y conocimiento limitados. Otros adultos, jóvenes y niños han aprendido algunas palabras y, sobre todo, han mantenido los cantos, los cuales son regularmente interpretados en los bailes rituales. Esto ha mantenido viva la esperanza y la identidad de este pueblo.

En los últimos 25 años, se ha invertido, en cercana colaboración con la comunidad nonuya de Peña Roja, una gran cantidad de esfuerzo en recuperar y salvaguardar la documentación de su lengua. Todos los trabajos de registro, transcripción, traducción, digitalización, metadatos y archivo electrónico de estos materiales han sido un paso importante que ha servido de apoyo para las iniciativas locales de mantenimiento y fortalecimiento de la lengua. En particular, el registro de cantos obtenidos ha servido de base para que se reactive la participación de los nonuya, con cantos en lengua nonuya, en los bailes rituales de otras etnias. Esto ha tenido un importante significado político. Los registros de frases y palabras han servido para mejorar la competencia de comprensión de algunos jóvenes y adultos que se han interesado. Esto ha promovido, además, algunas acciones en la escuela, que si bien no pretenden llegar a formar hablantes plenamente competentes, sí han servido para que los niños conozcan y valoren su lengua. Incidentalmente, han sido los cantos uno de los vehículos que más atractivo tiene para los niños, y se han conformado grupos de niños y jóvenes que organizan presentaciones escolares y eventualmente participan junto a sus mayores en los bailes rituales.

En el año 2015, con financiación del programa de Extensión Solidaria de la Universidad Nacional de Colombia, se llevó a cabo un proyecto titulado «Recuperación de la lengua nonuya en la comunidad nonuya de Peña Roja». Este proyecto pretendió revitalizar el uso de la lengua en varios ámbitos (mambeadero, escuela, chagra, río, monte) y con diversas personas (mayores, mujeres, jóvenes, niños); incluso se creó un blog en Internet sobre la lengua nonuya: https://sites.google.com/site/lenguanonuya/home6 . Para dar una idea de las intenciones de esta iniciativa, tomamos un fragmento de un artículo (inédito) que sintetiza los resultados de la experiencia (Moreno et al., 2016):

Los participantes debían trabajar en cinco espacios: monte, río, mambeadero, chagra y casa. La idea principal era que los jóvenes pudieran aprender sobre los tiempos de caza, los nombres de las especies, los nombres de las plantas, tiempos de construcción, historias, y formación como persona (lo que se denomina «cuidado» en la cosmovisión nonuya, es decir, el respeto y el trato de y con la naturaleza). De acuerdo con cada tiempo y tema que se iba a tratar, los jóvenes se encargarían de hacer las representaciones gráficas (tarea que también se definió para el grupo de los niños). Los adultos tenían como tarea principal realizar un diagnóstico de sus conocimientos sobre la lengua, para exponer con los demás participantes, y a partir de ellos se pudieran realizar las definiciones de palabras y frases en lengua. Esta actividad se realizaría principalmente en el espacio del mambeadero. Por otro lado, el propósito del trabajo con los niños era promover que recibieran el aprendizaje del conocimiento en lengua transmitido por los adultos, y reconocieran palabras de uso cotidiano en Nonuya. Finalmente, el grupo de las mujeres debía enfocarse en trabajar en los espacios de la chagra y en to'damo «nuestro fogón»: el espacio del fogón donde la mujer se encarga de transmitir el conocimiento sobre cuidado, respeto, educación y palabras en lengua de ese espacio.

No obstante, estos esfuerzos bien intencionados se enfrentan con muchos obstáculos, relacionados con la realidad social de hoy en día. Arriba se mencionó la situación de la extracción aluvial de oro, en la cual participan muchos jóvenes de la comunidad. La necesidad de recursos para el mantenimiento de sus familias hace que para muchos jóvenes el dinero sea una prioridad, razón por la que la recuperación de una lengua como el nonuya no sea algo primordial.

Las informaciones presentadas en este artículo nos deben llevar a reflexionar sobre el significado del término recuperación, cuando hablamos de lenguas en estado de cuasi–extinción (claramente el caso del nonuya)7. Algunas personas quieren entender que recuperar una lengua es lograr que esa lengua se vuelva a emplear como vehículo de comunicación en todos los ámbitos de la vida, y en todas sus formas (oral y escrita). Sin embargo, el caso del nonuya nos muestra cómo una lengua puede seguir viva ocupando un nicho especializado, e interactuando con otros nichos, en una ecología lingüística compleja como la de Peña Roja. En la escuela, en los espacios públicos y en muchos espacios de la vida cotidiana, el español parece ser dominante. No obstante, otras lenguas indígenas (muinane y uitoto) se utilizan en la vida cotidiana y esas mismas, más el andoque, tienen funciones y usos en la vida ritual y ceremonial (mambeadero y bailes). El nonuya tiene muy poca capacidad de competir por un espacio como medio de comunicación cotidiano. Tiene un pequeño, pero significativo, nicho en la escuela; pero sí compite, dado su significado ritual, político e identitario, en los espacios rituales y ceremoniales. Esto eleva el prestigio de la lengua y tiene efectos en el interés que jóvenes y niños puedan tener en conocerla más y adquirir alguna competencia.

En este sentido, el aporte que puede hacer la academia y las instituciones externas a tales procesos de «recuperación» no es tanto dirigido explícitamente a promover el uso y aprendizaje de la lengua (como en el ejemplo que se citó arriba), sino a hacer disponibles materiales derivados de la documentación de la lengua (tanto grabaciones como transcripciones de los materiales) que quedan disponibles como insumos para


Notas

1 Los códigos ISO 639–3 de los tres principales dialectos del uitoto (también escrito «huitoto» o «witoto») son: mnka (hto), bue o murui (huu) y npode (hux). El otro dialecto del uitoto es el mka (sin código ISO 639–3).
2 La cantidad de casas está en aumento, dado que varios hijos de los líderes de cada clan tienen planes (algunos ya iniciados) de construir casas más amplias, con nuevos diseños, etc.
3 A este clan pertenece el reconocido sabedor nonuya Abel Rodríguez, quien está radicado en Bogotá.
4 El vocabulario de Rivet y Wavrin, con 394 palabras y expresiones, es la primera fuente publicada sobre la lengua nonuya. Con base en la comparación del nonuya con el ocaina, Rivet y Wawrin plantean que estas dos lenguas están relacionadas. El manuscrito de Mataro, con 127 entradas español–nonuya, fue recolectado por los capuchinos en la región de Chorrera, probablemente en la década de 1930.
5 Orjuela (2010) presentó una aproximación a la estructura fonético–acústica del nonuya, usando los archivos de audio grabados con Humberto Ayarce. Ella analizó fonéticamente los fonos tanto contoides como vocoides, a partir de los cuales propuso un esbozo del inventario de sonidos de la lengua nonuya. Analizó, además, algunos fenómenos fonético–fonológicos como la duración, las series de consonantes oclusivas, los tipos de voz y la estructura silábica. Según Orjuela, a nivel fonético, la lengua nonuya cuenta con 27 sonidos consonánticos, 13 vocálicos y un diptongo.
6 Gracias al apoyo y labor de Guillermo Alfonso Viasús Quintero, estudiante auxiliar del proyecto.
7 Ver también Romero (2015b), quien propone algunas reflexiones en torno a la muerte, el mantenimiento y la revitalización lingüística, en el marco de la conservación lingüística.procesos locales que son muy lentos, muy impredecibles, pero de una notable perseverancia, como lo demuestra el caso de los nonuya de Peña Roja.


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