MARCADORES DEL DISCURSO Y FILOLOGÍA GRIEGA
Pocas cuestiones han suscitado un interés tan grande durante las últimas décadas como la relativa a la naturaleza, significado y funcionalidad de los llamados marcadores del discurso. Esta denominación hace referencia a un conjunto heterogéneo de palabras o locuciones, a menudo formalmente invariables, que no parecen ejercer una función sintáctica específica ni contribuir al contenido proposicional del enunciado en que se encuentran, y que se encargan de garantizar la cohesión y la coherencia y de servir de guía para la correcta interpretación de los enunciados1.
Tal ha sido el éxito de la línea de investigación en torno a estas unidades y la profusión de las monografías y artículos publicados, que ya no puede iniciarse una contribución a su estudio con el acostumbrado lamento ante la poca atención que la descripción gramatical les ha prestado. Al contrario, hoy puede afirmarse que los marcadores discursivos (en general y en las distintas lenguas particulares) constituyen un campo de estudio consolidado que cuenta con una amplia base teórica comprobada en un importante número de estudios de caso2. De esta forma, si bien asuntos tan esenciales como la definición de la categoría a la que pertenecen estos elementos son todavía objeto de controversia, existe ya un avanzado estado de la cuestión que sirve de punto de partida a la hora de abordar los diferentes aspectos3.
El especial protagonismo del que ha gozado el estudio de los marcadores en las lenguas modernas y sus lingüísticas obedece a dos clases de motivaciones. En primer lugar, la constatación de la existencia de unidades lingüísticas cuya presencia en un enunciado no encontraba razón de ser en las reglas de construcción sintáctica (en la versión estructural de la oración o en la generativa), contribuía a evidenciar el agotamiento de los paradigmas científicos vigentes hasta ese momento, lo cual convirtió a los marcadores en una suerte de reivindicación a favor de una nueva lingüística de corte discursivo y orientada hacia el texto como unidad central de análisis. En segundo lugar, y paralelamente, el progresivo desarrollo de nuevos marcos teóricos y metodológicos proporcionaba cada vez mejores herramientas para la comprensión de unos elementos que, efectivamente, habían sido tratados de forma marginal en las gramáticas tradicionales, a pesar de su fundamental aportación al procesamiento de los enunciados hablados y escritos.
La transposición de este nuevo espacio de trabajo al griego antiguo ha planteado retos que pueden ser agrupados en dos líneas principales. La primera tiene que ver con la descripción y clasificación de los supuestos marcadores del discurso en griego antiguo; ello obliga, por un lado, a la definición de una clase con arreglo a una serie de parámetros o características; y, por otro, a la ejecución del mayor número posible de estudios de caso. La segunda línea se refiere a la conciliación de las nuevas aproximaciones a los marcadores discursivos con toda una tradición gramatical, paragramatical y lexicográfica que, en esta lengua, ha prestado una atención especial a las llamadas partículas, unas unidades que presentan un indudable solapamiento con la categoría de marcador del discurso.
La situación de partida del griego a la hora de emprender la investigación de los marcadores es, por tanto, genuina, puesto que las partículas no han sido nunca elementos desatendidos u olvidados en la lingüística griega, sino, al contrario, un objeto de estudio propio y prioritario. Sirva un ejemplo: los primeros diccionarios de partículas del discurso del español han visto la luz muy recientemente y, en algunos casos, se trata aún de proyectos inacabados4; la primera edición del libro The Greek Particles de J. Denniston, sin embargo, apareció en 1934 y alcanzó un nivel de profundización y sistematicidad que todavía no tiene parangón en muchas lenguas modernas.
Esto no significa que la adopción de los nuevos marcos teóricos sea innecesaria en griego antiguo. Por muy afinados que sean los análisis de Denniston, la cuestión de las partículas pone sobre la mesa una serie de factores que escapan al control de las herramientas científicas de la época en que fueron concebidos. Es ahí donde entran las aportaciones de la Lingüística del texto, de las Teorías de la coherencia y la cohesión, así como de los enfoques pragmático-lingüísticos para dilucidar los valores que estas pequeñas partes orationis (particulae, en la denominación gramatical tradicional latina) son capaces de poner en marcha.
No hay duda de que la existencia de un acervo descriptivo tan antiguo5 aporta ventajas considerables, pero también el inconveniente que conlleva la presencia de una tradición que no puede ser ignorada, por más que responda a unos presupuestos teóricos de naturaleza muy diferente a los que sustentan las actuales líneas de trabajo. La nueva investigación sobre marcadores discursivos debe ser convenientemente ubicada en el contexto de los estudios anteriores, de modo que exista una profunda intercomunicación entre lo que ya se sabía y lo que ahora se descubre en cuanto al comportamiento de estos elementos.
Por otra parte, la confrontación entre viejas y nuevas perspectivas obliga a afrontar un importante problema terminológico, pues es necesario preguntarse, ante todo, hasta qué punto las palabras partícula (tal como la entendemos en filología griega) y marcador discursivo se refieren a la misma realidad. Esto nos lleva, indefectiblemente, a preguntarnos qué entendemos por marcador del discurso y por partícula. A lo largo de las páginas siguientes, se abordará este problema, si bien la indagación que aquí se lleva a cabo se hará siempre partiendo del concepto de marcador del discurso y nunca desde el concepto tradicional de partícula. Como expondré más adelante, considero que el de marcador discursivo es un concepto de mayor amplitud y flexibilidad que el de partícula (griega).
He estructurado esta aproximación al estudio de los marcadores discursivos en griego antiguo en torno a una serie de cuestiones, denominadas aquí problemas, puesto que no se trata de asuntos cerrados, sino de temas que están abiertos al debate. El objetivo no es rastrear en los textos griegos un conjunto de unidades afines a un cierto prototipo previamente fijado, puesto que los rasgos y características principales del prototipo se encuentran aún en construcción. La idea es, más bien, integrar al griego antiguo en esta discusión para averiguar qué puede aportar a nuestro conocimiento de la lengua griega la investigación sobre marcadores discursivos y, a la inversa, qué puede aportar la casuística particular del griego a esta investigación.
A menudo, estos problemas se ejemplificarán con pasajes extraídos de la literatura griega: la intención de introducir estos pasajes es meramente ilustrativa, y en ningún caso se intenta llevar a cabo un análisis exhaustivo o un estudio de corpus. Este artículo se cierra con un breve apéndice donde se reseñan las principales líneas de trabajo que, en la actualidad, se están llevando a cabo en el estudio de los marcadores del discurso en griego antiguo.
¿QUÉ SON LOS MARCADORES DISCURSIVOS?
El problema de la definición de los marcadores del discurso se articula, a su vez, en dos problemas subsidiarios: de un lado, el de la ambigüedad terminológica derivada del elevado número de etiquetas que se han empleado para hacer referencia a estas unidades; de otro, el de si estos elementos constituyen o no una categoría gramatical que, de existir, no se correspondería con ninguna de las clases tradicionales de palabras.
Tanto la indefinición terminológica como el problema categorial remiten, en última instancia, a la inexistencia de una respuesta satisfactoria a la pregunta «¿qué son los marcadores del discurso?». Ello se debe, entre otros factores, a la disparidad de perspectivas y enfoques desde los que se han analizado estas unidades y que han promovido en cada caso definiciones según intereses propios6. Sin embargo, más allá de esta pluralidad epistemológica, es innegable que uno de los principales problemas que plantea el estudio de los marcadores es la heterogeneidad de los elementos que, en principio, parecen adscribirse a la categoría:
It is difficult to see how a subset of conjunctions, adverbials, and prepositional phrases could be cobbled together to form a syntactic category, particularly since their individual syntactic patterning follows their obvious syntactic lineage: conjunctions patterns like conjunctions, and so forth. (Fraser, 1999, p. 994)
En general, el intento de lograr una caracterización morfosintáctica del grupo de unidades en términos equiparables a los que se emplean para delimitar otras clases de palabras, ha desembocado en tales aporías, que la investigación actual ha optado, en último término, por una aproximación a la marcación discursiva como una función susceptible de ser realizada por elementos pertenecientes a distintas categorías gramaticales7. El concepto de clase funcional, mucho más integrador, no se restringe a un tipo morfosintáctico específico, si bien las unidades que actualizan las funciones pueden ser descritas desde el punto de vista de su forma (§ «El problema de su forma»), su comportamiento sintáctico (§ «El problema de su sintaxis») y su significado (§ «El problema de su semántica»).
Este enfoque de perfil abierto lleva a que, al menos como punto de partida para la investigación de la categoría del marcador del discurso en griego antiguo y las unidades que la integran, deba atenderse a una gran cantidad de elementos dispares, incluyendo la nómina tradicional de las partículas (οὖν, δή, γε, αὖ, αὐτάρ, ἆρα, ἄρα,μήν, etc.), pero también adverbios o, más precisamente, determinados usos de ciertos adverbios (valores no prototípicos de ἄλλως 'de otra manera', οὕτω 'así', συλλήβδην 'en suma', πάντως 'totalmente', νῦν 'ahora', etc.), así como locuciones «adverbiales» en mayor o menor grado de fijación (piénsese en los infinitivos parentéticos como ὡς ἔπος εἰπεῖν 'por así decir').
No se trata de establecer un corpus a priori sobre el que cuadrar una definición, pues no puede afirmarse aún si todos ellos habrán de ser considerados o no marcadores del discurso. Lo indudable es que los valores funcionales que ponen en marcha estos elementos deben ser tenidos en cuenta a la hora de emprender la investigación sobre la actualización de la categoría de marcador discursivo en griego antiguo, y que una descripción, cuanto más amplia, de todos ellos contribuirá en mayor medida a dilucidar su problemática naturaleza.
EL PROBLEMA DE SU FORMA
La heterogeneidad de los miembros aspirantes a integrar la clase de los marcadores es, en primer lugar, formal. En las lenguas modernas sobre las que se ha desarrollado la investigación acerca de estos elementos (fundamentalmente el inglés y las lenguas romances, en menor medida el alemán y otras lenguas indoeuropeas actuales), las expresiones que desempeñan estas funciones son prototípicamente adverbios (una clase compleja que la gramática tradicional ha tendido a utilizar como categoría de «todo lo demás»), sintagmas preposicionales en mayor o menor grado de fijación, formas verbales lexicalizadas, o bien otro tipo de secuencias que han sufrido procesos de gramaticalización a lo largo de su evolución histórica. Esto hace converger el problema de la morfología de los marcadores discursivos con otras cuestiones que atañen a la naturaleza de los procesos de gramaticalización de las unidades en la lengua8.
En el aspecto formal, adquiere mayor interés la contraposición de los conceptos de marcador discursivo y partícula a la usanza griega del término, pues, si bien resulta evidente que existe un amplio ámbito de coincidencia entre ambos conceptos en cuanto a las funciones que llevan a cabo, es importante señalar que estas últimas no se identifican con el prototipo morfosintáctico que parecen seguir los marcadores en lenguas modernas9. Así pues, las partículas griegas, por lo general, poseen unas características fonológicas, morfológicas y sintácticas más o menos prototípicas (escasa entidad fónica, presencia o no de la Ley de Wackernagel, posibilidad de combinarse entre sí y con conjunciones, etc.) que las distinguen más netamente de otras clases de palabras de lo que sucede en el caso de los marcadores modernos (Loudová, 2014, p. 25). Si su origen se debe a procesos de gramaticalización, algo probado en algunos casos y probable en muchos otros, la huella de las formas originales es prácticamente inidentificable en la mayoría de ellas. Por último, resulta difícil observar en ellas convivencia de un significado de tipo conceptual con las puras instrucciones de organización y marcación discursiva10.
Esto no significa que haya que hacer una separación tajante entre marcadores discursivos y partículas, como si se tratase de compartimentos estancos. Es claro que ambos se refieren a la misma categoría funcional, si bien responden a prototipos diferentes. En general, podría decirse que las partículas griegas son marcadores discursivos, con sus características formales propias, tanto las que sean válidas para todas ellas en común como las que caractericen individualmente a cada una de ellas11. Por otro lado, es importante señalar que el prototipo formal de marcador discursivo de las lenguas modernas sí se documenta en griego antiguo, aunque no en el corpus tradicional de las partículas. Piénsese en las formas fosilizadas (llamadas adverbiales) de los adjetivos πρῶτον, δεύτερον y τρίτον en el pasaje citado en el ejemplo 1; en el comparativo μᾶλλον en el ejemplo 2; y en el adverbio ἔπειτα, en el ejemplo 3:
(1) Pl. R. 358b-c. οὑτωσὶ οὖν ποιήσω, ἐὰν καὶ σοὶ δοκῇ· ἐπανανεώσομαι τὸν Θρασυμάχου λόγον, καὶ πρῶτον μὲν ἐρῶ δικαιοσύνην οἷον εἶναί φασιν καὶ ὅθεν γεγονέναι, δεύτερον δὲ ὅτι πάντες αὐτὸ οἱ ἐπιτηδεύοντες ἄκοντες ἐπιτηδεύουσιν ὡς ἀναγκαῖον ἀλλ’ οὐχ ὡς ἀγαθόν, τρίτον δὲ ὅτι εἰκότως αὐτὸ δρῶσι· πολὺ γὰρ ἀμείνων ἄρα ὁ τοῦ ἀδίκου ἢ ὁ τοῦ δικαίου βίος, ὡς λέγουσιν. De esta forma, así actuaré, si a ti te parece bien: retomaré de nuevo el argumento de Trasímaco, y en primer lugar hablaré de lo que dicen que es la justicia y de dónde procede; en segundo lugar, que todos los que se ocupan de ello lo hacen en contra de su voluntad, por fuerza y no como un bien; y en tercer lugar, que es natural que lo hagan así, pues después de todo mucho mejor es la vida del injusto que la del justo, según dicen 12.
(2) Ar. Pl. 500-1. {ΧΡ.} Ὡς μὲν γὰρ νῦν ἡμῖν ὁ βίος τοῖς ἀνθρώποις διάκειται, | τίς ἂν οὐχ ἡγοῖτ’ εἶναι μανίαν κακοδαιμονίαν τ’ ἔτι μᾶλλον; Pues como está ahora la vida para nosotros los hombres, ¿quién no creería que es una locura y, mejor dicho, como estar endemoniado?
(3) Xen. Hell. 6. 2. 39. Ἐγὼ μὲν δὴ ταύτην τὴν στρατηγίαν τῶν Ἰφικράτους οὐχ ἥκιστα ἐπαινῶ, ἔπειτα καὶ τὸ προσελέσθαι κελεῦσαι ἑαυτῷ Καλλίστρατόν τε τὸν δημηγόρον, οὐ μάλα ἐπιτήδειον ὄντα, καὶ Χαβρίαν, μάλα στρατηγὸν νομιζόμενον. Yo desde luego alabo en no poca medida esta campaña entre las de Ifícrates, y además que diera la orden de que lo acompañaran Calístrato el orador, que no estaba muy a su favor, y Jabrias, que era considerado un gran estratego.
Muchas de estas formas (incluso otras más complejas como las secuencias δῆλον ὅτι, τοῦτο δ ̓ ἔστι -τουτέστι ya en prosa plutarquea- o λέγω δέ) sufrieron evidentes procesos de gramaticalización a la par que iban adquiriendo funciones ajenas a la sintaxis oracional, en el contexto de la organización discursiva o la reformulación. Morfológicamente, se identifican mejor con los marcadores discursivos de las lenguas modernas y, en mi opinión, su función debe estudiarse en conjunto con la de las partículas tradicionales, con las que a menudo interactúan de forma solidaria13.
EL PROBLEMA DE SU SINTAXIS
La interacción sintagmática de los marcadores discursivos con el contexto lingüístico en que se insertan da lugar también a cuestiones problemáticas, de las que destacaré su naturaleza extraoracional y su posible función conectiva. La extraoracionalidad hace referencia al estatus marginal de los elementos de marcación discursiva respecto a la estructura de la predicación oracional (esto es, la estructura sintáctica). Esta característica debe entenderse como un parámetro susceptible de ser actualizado en mayor o menor grado. No todos los marcadores discursivos muestran el grado de extraoracionalidad que se observa en el ejemplo 4, donde el editor ha marcado tipográficamente una pausa que refleja una independencia prosódica ligada a una autonomía sintáctica:
(4) Pl. Euthd. 272b. αὐτὼ γὰρ τούτω, ὡς ἔπος εἰπεῖν, γέροντε ὄντε ἠρξάσθην ταύτης τῆς σοφίας ἧς ἔγωγε ἐπιθυμῶ, τῆς ἐριστικῆς [...]. Pues fue cuando eran, por así decir, unos viejos, que estos dos se iniciaron en esta sabiduría que yo deseo, la de la disputa.
De hecho, en griego antiguo muy pocas unidades manifiestan esta autonomía entonativa. Incluso, en el caso expuesto en el ejemplo 4, el estatus sintáctico de ὡς ἔπος εἰπεῖν es discutible, pues, al igual que muchas partículas, puede entenderse como un modificador subordinado a un elemento concreto del enunciado, este sí portador de una función específica en la predicación en el sentido clásico. Sí parece claro que, en este caso, como en la mayoría de los que implican partículas, el marcador discursivo no posee en sí mismo relevancia en la sintaxis intraoracional.
En segundo lugar, muchos marcadores pueden poner en conexión unidades discursivas más allá del límite oracional. Es la llamada conexión extraoracional o transoracional, que caracteriza a los marcadores conectivos frente a las conjunciones. Existe una rama de estudios sobre marcadores discursivos que limita el uso de esta denominación exclusivamente a las unidades capaces de articular una conexión de esta naturaleza14. Sin embargo, la tendencia general en la bibliografía hispánica es favorable a un concepto de marcador discursivo más abarcador, que incluya tanto estas unidades como aquellas que inciden únicamente sobre un miembro del discurso, proporcionando instrucciones para su interpretación. En el primer caso suele hablarse de conectores; en el segundo, de operadores15. La distinción entre operadores y conectores no es extraña a la lingüística griega, pues corresponde a la división entre partículas conectivas y enfáticas que Denniston plantea en las primeras páginas de su libro:
Difficult as it is to arrive at a satisfactory definition of particle, an attempt must be made at the outset. I will define it as a word expressing a mode of thought, considered either in isolation or in relation to another thought, or a mood of emotion. (Denniston, 1954, p. XXXVII)
La conveniencia de reunir bajo una única denominación elementos de comportamiento sintáctico tan diverso tiene que ver con el hecho, anotado también por Denniston16, de que la frontera entre operador y conector no siempre es clara, especialmente en los casos en que la aportación del marcador o la partícula parece originarse en algún tipo de contraposición o contraste (que necesariamente descansa en una conexión) con un segmento o segmentos implícitos. Es el caso, por ejemplo, de muchos de los adverbios y partículas llamados de foco, que actúan sobre un único miembro discursivo explícito, pero cuya función consiste en oponer el elemento explícito a una serie de alternativas tácitas que la presencia del adverbio o la partícula necesariamente evoca y con las que pone en conexión al miembro explícito. Véase el siguiente pasaje:
(5) Pl. R. 335.b. Ἔστιν ἄρα, ἦν δ’ ἐγώ, δικαίου ἀνδρὸς βλάπτειν καὶ ὁντινοῦν ἀνθρώπων; -Καὶ πάνυ γε, ἔφη· τούς γε πονηρούς τε καὶ ἐχθροὺς δεῖ βλάπτειν. -¿Entonces es propio -pregunté- del hombre justo el hacer daño a alguno de los hombres? -Por cierto que sí -dijo- al menos a los malvados y a los enemigos hay que hacerles mal.
En el ejemplo 5, el énfasis que la partícula γε aporta al sintagma τούς πονηρούς τε καὶ ἐχθρούς descansa en la oposición que se establece entre la realidad a que apunta este sintagma y todo un conjunto de posibilidades evocadas tácitamente y con respecto a las cuales (según la aportación semántica de la partícula) el hablante no se compromete a afirmar que el contenido proposicional sea válido.
Es evidente que entre una partícula de foco como γε y un adverbio conjuntivo como οὕτω(ς) o ἔπειτα, en los casos en que actualizan este tipo de funciones, existen diferencias tan notables que podrían justificar la compartimentación de unidades de cara a su estudio. Sin embargo, la casuística de los contextos en que pueden detectarse funciones de marcación discursiva describe una tenue graduación de casos intermedios entre los diferentes prototipos. Esto invita a mantener una perspectiva integradora, que permita evaluar, en cada caso, qué tipo de relación se establece entre el marcador discursivo y su contexto sintagmático.
EL PROBLEMA DE SU SEMÁNTICA
Otra de las cuestiones importantes relativas a la descripción de los marcadores del discurso es la de su semántica, pues no parece que estas unidades posean un significado de naturaleza semejante al de otras entidades léxicas. En este sentido, las mayores aportaciones al entendimiento del significado de los marcadores proceden de la pragmática y, particularmente, de la Teoría de la relevancia17. La principal contribución de esta corriente reside en la invención del concepto de significado procedimental ( procedural meaning), opuesto al contenido semántico que posee la mayor parte del léxico, característico de la semántica de los marcadores discursivos18.
Este significado procedimental hace referencia a toda una serie de instrucciones que guían la interpretación del contenido proposicional de un enunciado, de manera que permiten la generación, modificación o restricción de las implicaturas19 que surgen de la interacción de un enunciado con su contexto pleno20. Se trata, por tanto, de un tipo de significado distinto al contenido conceptual prototípico del léxico, no vericondicio -nal y relacionado de alguna forma con la gestión de las inferencias que tienen lugar en los procesos comunicativos. Este significado puede ser portado por diferentes tipos de unidades en el discurso, pero se encuentra especialmente en estos marcadores que, además, parecen estar altamente especializados en el desarrollo de funciones discursivas que se compadecen con esta semántica21.
Esta es la naturaleza que, en general, suelen atribuir al significado de los marcadores discursivos las descripciones más habituales, como se recoge en las citas siguientes:
An expression with procedural meaning specifies how the segment it introduces is to be interpreted relative to the prior. (Fraser, 1999, p. 944)
Se distinguen unidades con significado conceptual, que permiten crear representaciones mentales de un mundo posible, y unidades con significado de procesamiento, que determinan la manera en que la cognición humana debe tratar la información proporcionada por estas unidades conceptuales. (Garcés, 2007, p. 320)
El significado de los marcadores es esencialmente un significado de procesamiento, es decir, un significado que guía las inferencias que se han de efectuar de los distintos miembros del discurso. (Portolés, 2001, p. 75)
Queda la cuestión, aún no resuelta, de hasta qué punto puede defenderse la coexistencia del contenido conceptual y el procedimental en los marcadores del discurso, dado que la mayoría de estas unidades alcanza su estatus discursivo por vías de procesos de gramaticalización, de manera que existe un significado originalmente conceptual que es, en cierta medida, responsable de las peculiares características del posterior significado de procesamiento (Garcés, 2007, p. 321).
CLASIFICACIÓN Y POLIFUNCIONALIDAD
Los intentos de clasificación de los marcadores discursivos proporcionados por la bibliografía no están exentos de la polémica que circunda todos los aspectos de la investigación de estas unidades (Fuentes, 2001) y alientan problemas que no pueden, por su envergadura, ser tratados en esta breve aproximación. En general, existe un común acuerdo en la delimitación de las clases mayores de marcadores, acuerdo que luego se diluye en la consideración de las subdivisiones que deben diseñarse y en las mutuas relaciones que existen entre cada una de las clases. Entre los marcadores que conectan miembros discursivos (implícitos o explícitos), es frecuente distinguir, en primer lugar, los llamados estructuradores de la información, que se encargan de ordenar la estructura informativa del discurso a distintos niveles, como en el ejemplo 6; en segundo lugar, los llamados conectores por antonomasia, que introducen o explicitan relaciones de tipo argumentativo, como en el ejemplo 7; y, por último, los reformuladores, que aportan al valor de conexión un enfoque metadiscursivo, en el ejemplo 8:
(6) Aeschin. In Timarchum 7. 1. Πρῶτον μὲν γὰρ περὶ τῆς σωφροσύνης τῶν παίδων τῶν ἡμετέρων ἐνομοθέτησαν, καὶ διαρρήδην ἀπέδειξαν ἃ χρὴ τὸν παῖδα τὸν ἐλεύθερον ἐπιτηδεύειν, καὶ ὡς δεῖ αὐτὸν τραφῆναι, ἔπειτα δεύτερον περὶ τῶν μειρακίων, τρίτον δ’ ἐφεξῆς περὶ τῶν ἄλλων ἡλικιῶν, οὐ μόνον περὶ τῶν ἰδιωτῶν, ἀλλὰ καὶ περὶ τῶν ῥητόρων. Pues, en primer lugar, acerca de la prudencia de nuestros hijos han establecido leyes, y han indicado explícitamente lo que tiene que hacer cada niño libre y cómo hay que criarlo, luego, en segundo lugar, acerca de los muchachos, y en tercer lugar, por orden de todas las edades, y no solamente en lo que respecta a las personas privadas, sino también a las públicas.
(7) Pl. R. 392d. Γελοῖος, ἦν δ’ ἐγώ, ἔοικα διδάσκαλος εἶναι καὶ ἀσαφής· ὥσπερ οὖν οἱ ἀδύνατοι λέγειν, οὐ κατὰ ὅλον ἀλλ’ ἀπολαβὼν μέρος τι πειράσομαί σοι ἐν τούτῳ δηλῶσαι ὃ βούλομαι. Al parecer, dije yo, soy un maestro ridículo y oscuro. Por tanto, como los que no tienen habilidad en el hablar, intentaré mostrarte lo que quiero decir con esto, no en su totalidad, sino tomando una parte.
(8) Pl. Phaed. 70d. 9. Μὴ τοίνυν κατ’ ἀνθρώπων, ἦ δ’ ὅς, σκόπει μόνον τοῦτο, εἰ βούλει ῥᾷον μαθεῖν, ἀλλὰ καὶ κατὰ ζῴων πάντων καὶ φυτῶν, καὶ συλλήβδην ὅσαπερ ἔχει γένεσιν. Y no mires esto solamente en el hombre, si quieres aprenderlo más fácilmente, sino en los animales y en las plantas, y, en suma, en todo cuanto tiene nacimiento.
A estas tres clases habría que añadir, si se pretende una tipología integradora del mayor número posible de unidades partiendo de una definición amplia de marcador discursivo, las funciones denominadas enfáticas por Denniston, que incluirían usos tales como los propios de partículas y adverbios de focos (entre otros, Martínez Vázquez, 2013, 2014) o de calificadores metadiscursivos (Verano, 2016), que prototípicamente no conectan dos miembros discursivos explícitos.
En general, los ensayos de clasificación de marcadores manifiestan frecuentemente un problema común que radica en el hecho de que suelen organizar la descripción en torno a funciones de naturaleza semántico-pragmática (organización de la información, argumentación, reformulación, etc.), pero centran el análisis posterior en la recolección de los valores que paradigmáticamente puede asumir cada forma. Esto termina generando una taxonomía mixta que agrupa onomasiológicamente las funciones, pero luego da prioridad a la descripción semasiológica de los elementos, con vistas a explicar los diferentes sentidos que cada marcador puede actualizar en los diferentes contextos22.
Frente a estas aproximaciones, cada vez adquiere mayor protagonismo en los trabajos recientes la defensa de una clasificación funcional cuyo objeto sean las operaciones o funciones discursivas, con independencia de los elementos o unidades que puedan desempeñarlas, pues, como observa Fischer, «[m]any functions that discourse markers/particles can fulfil are also fulfilled by speech formulas and nonlexicalized metalinguistic devices» (Fischer, 2006, p. 5)23.
Al independizar, por así decir, la adecuada descripción de la nómina de funciones del análisis contextual de los elementos que las actualizan, se obtiene un marco teórico que permite lidiar mejor con una de las características más problemáticas y universales de los marcadores discursivos: su polifuncionalidad (Fuentes, 2001, 2009; Pons Bordería, 2006). Esta polifuncionalidad se desarrolla en una doble vertiente24: de un lado, existe una polifuncionalidad sintagmática, que da cuenta de la posibilidad de que un marcador desempeñe simultáneamente en un contexto determinado más de una función en el nivel discursivo; de otro lado, una polifuncionalidad paradigmática, que se refiere a la potencialidad que alberga una unidad para desempeñar funciones discursivas diversas en diferentes contextos.
El concepto de polifuncionalidad sintagmática es una herramienta fundamental para desarrollar estudios funcionales, pues permite la separación en el plano instrumental de ciertas funciones, sin perjuicio de que puedan darse en la misma forma, solidariamente asociadas y en un mismo contexto de aparición. La paradigmática, por otra parte, constituye el eje vertebrador de las aproximaciones semasiológicas, especialmente de orden o interés lexicográfico.
Ambas perspectivas deben darse la mano en la búsqueda de una mejor comprensión de la fenomenología de que participan los marcadores discursivos. De un lado, parece más conveniente partir de un criterio onomasiológico para organizar las diferentes funciones y, de ahí, proponer clasificaciones prácticas y exhaustivas. De otro lado, es innegable que el estudio de los marcadores del discurso uno a uno ha contribuido enormemente a nuestro conocimiento acerca del funcionamiento de las unidades que llevan a cabo estas funciones. El análisis semasiológico, finalmente, constituye una herramienta importante, por no decir la única posible, de cara a la captación del significado de algunos marcadores portadores de valor un elusivo y connotativo muy difícil de definir en términos absolutos. Esto reviste a los estudios basados en este enfoque con una gran utilidad para el tratamiento lexicográfico, además de un genuino interés para la historia de la lengua.
CONCLUSIONES
De las páginas anteriores, pueden extraerse algunas conclusiones, que no son más que una introducción al estudio de los marcadores del discurso en griego antiguo y los problemas que plantea. En primer lugar, el de marcador discursivo es un concepto que debe ser integrado en la lingüística griega y trabajado con sistematicidad. Más allá de una cuestión terminológica, el concepto de marcador hace referencia a toda una fundamentación teórica y a unas metodologías cuya aplicación ha de ser y está siendo fructífera en el corpus de literatura griega antigua. Con independencia de la validez y permanencia de trabajos anteriores, las herramientas que proporcionan los nuevos enfoques pragmático-discursivos para la descripción de elementos de esta naturaleza son, sin duda, necesarios para actualizar las descripciones y arrojar nueva luz.
En segundo lugar, la tendencia a una caracterización de la clase de los marcadores del discurso como una categoría funcional, amplía considerablemente el espectro de las unidades que pueden formar parte de este grupo. De esta forma, el de marcador discursivo sería un término más abarcador que el tradicional de partícula griega. Las clásicas partículas de Denniston podrían considerarse, así, un subconjunto de los marcadores del discurso del griego antiguo. Junto a ellas, engrosarían la nómina de estos marcadores elementos como los adverbios conjuntivos y de foco, sintagmas preposicionales y otras unidades gramaticalizadas o en proceso de gramaticalización. Un entendimiento más abierto y menos restrictivo de la idea de clase funcional podría hacer extensiva la etiqueta de marcador discursivo a cualquier elemento que, en un enunciado determinado, desempeñe funciones equiparables a las que se describen para los marcadores, en lo que se conoce como enfoque onomasiológico de aproximación.
En tercer lugar, la categoría de marcador discursivo incluiría tanto unidades con función conectiva como unidades que operan únicamente sobre un miembro del discurso. Esta subclasificación, ya aplicada a las partículas griegas, permite articular prototipos de marcación con arreglo a los cuales pueden describirse los diferentes usos, siendo posible una amplia variedad de casos intermedios.
Por último, es propio de los marcadores discursivos un significado de tipo procedimental, ajeno al conceptual que posee la mayor parte del léxico, en forma de instrucciones de interpretación de los enunciados, así como de generación y selección de implicaturas. Esta base semántica puede ser la llave para elaborar una clasificación de las funciones que pueden desempeñar estos marcadores, en un viaje de ida y vuelta que comience en el análisis del comportamiento de unidades específicas en diferentes corpora, aísle las funciones principales y secundarias que ponen en marcha o en que se ven envueltos los marcadores del discurso, y sirva luego de guía para interpretar el valor de las unidades en los textos, en plena consciencia de la polifuncionalidad que les es propia, tanto en pluralidad de contextos como en uno solo.
LOS MARCADORES DEL DISCURSO EN GRIEGO ANTIGUO, HOY
Si se tiene en cuenta la magnitud de la eclosión de los estudios sobre marcadores del discurso en lenguas modernas que se ha producido en las últimas décadas, llama la atención la tardía incorporación de los estudios griegos a esta tendencia, especialmente teniendo en cuenta la importancia de las partículas en esta lengua. Rijksbaron, en el prólogo de los New Approaches to Greek Particles (Rijksbaron, 1997, p. 1), comparaba la situación del griego antiguo con la instalación del sistema de alumbrado público en Londres, que, por haber sido la primera ciudad en iluminarse completamente a partir de gas, se convirtió en la última en pasarse al sistema eléctrico. Del mismo modo, el hecho de que en griego las partículas hayan sido elementos preferentes de la descripción lingüística explica el retraso en la adopción de los nuevos enfoques.
Los nuevos estudios han surgido aquí y allá hasta constituir un corpus importante de publicaciones, en el que pueden distinguirse algunas líneas de trabajo. En primer lugar, ha sido determinante la adaptación del marco teórico de coherencia discursiva originario de D. Schiffrin (1987) al estudio de las partículas en latín llevado a cabo por C. Kroon (1995, 1998). De este esfuerzo, ha nacido un modelo propio que, en combinación con los fundamentos teóricos y metodológicos de la Gramática Funcional, ha dado como fruto un conjunto de trabajos que ha planteado nuevas aproximaciones a las partículas discursivas tanto en latín como en griego antiguo25. Además de las muchas contribuciones sobre el comportamiento de partículas específicas, es esperable que próximamente vea la luz una nueva clasificación funcional de las partículas griegas, elaborada gracias a las aportaciones de estos marcos teóricos renovados (Allan, 2015)26.
Desde otra perspectiva, y en consonancia con el ensanchamiento que el concepto de marcador discursivo supone respecto a las partículas griegas, debe destacarse también el trabajo llevado a cabo en el seno del proyecto de investigación Los adverbios conjuntivos en griego antiguo: un capítulo desatendido de la gramática griega, que ha abordado el estudio sistemático de las funciones conjuntivas o conectivas desempeñadas por numerosos adverbios que, precisamente por no tratarse de partículas, se habían visto privados de la atención que se ha prodigado a estas, con lo cual ha quedado relegado el estudio del papel que son capaces de desempeñar en la articulación del discurso27. El trabajo llevado a cabo por este grupo ha conseguido, por primera vez, llamar la atención sobre la similitud funcional que existe entre los adverbios que manifiestan valores conectivos en el discurso y las partículas y conjunciones que hacen lo propio. Así, se ha reivindicado la presencia de aquellos en una macrocategoría general de unidades conjuntivas, de la que habían estado prácticamente ausentes, por causa quizá de su carácter polivalente y por la dificultad de delimitar las funciones y usos28.
Otra importante línea de interés se ha generado en torno al foco y el papel de adverbios y partículas en su marcación. Para ello, han sido determinantes las aportaciones procedentes de la Gramática Funcional y su aproximación a la estructura informativa -mediante los conceptos de topicalidad y focalidad29 (Dik, 1997, p. 310)-, por un lado, y las investigaciones procedentes de la semántica de corte generativista en torno a la dualidad foco/alternativa, enriquecida con las aportaciones de la polifonía lingüística, por el otro. Nuevamente, las contribuciones del proyecto de investigación (continuación del anteriormente reseñado) Adverbios de foco en griego antiguo, merecen especial mención30.
Con independencia de estas grandes corrientes, que aglutinan un importante volumen de publicaciones, han visto la luz muchos trabajos que, haciendo gala de gran variedad de enfoques, ponen en evidencia que la articulación del discurso y el papel que juegan en ella las partículas (así como toda una serie de elementos que comparten con estas la vocación discursiva) es hoy una cuestión candente dentro de la filología griega, con numerosas líneas abiertas de cuya evolución a lo largo de los próximos años cabe esperar una contribución esencial para nuestro conocimiento de la lengua griega antigua en el tesoro de sus textos.