INTRODUCCIÓN
El presente trabajo se propone como una revisión de las estrategias del quichua santiagueño para señalar relaciones de propósito, específicamente relaciones de movimiento-cum-propósito (MCP) (motion-cum-purpose). Estas relaciones se definen como aquellas en las que uno de los eventos se lleva a cabo para permitir la realización del otro (Cristofaro, 2005). En el caso de las relaciones de MCP, el primero es un evento de movimiento.
En general, las lenguas de la familia quechua (Sudamérica) expresan MCP mediante una construcción que consiste en un verbo de movimiento finito y una cláusula de propósito nominalizada (con el sufijo nominalizador «-q») (Adelaar & Muysken, 2004, p. 227). Así se ilustra en el ejemplo 1 del quechua de Junín, donde «yalqyqlun» ('salió') es el verbo finito y «alliq» ('a buscar') es el propósito del movimiento.
Sin embargo, en algunas lenguas como en el quichua santiagueño, cuando esta construcción involucra al verbo «ri-» ('ir'), es reanalizada como un futuro perifrástico y ya no expresa desplazamiento espacial (de Granda, 1997), al menos en ciertos contextos. La hipótesis central de este trabajo consiste en que la lengua ha desarrollado otra estrategia para señalar MCP, ilustrada en el ejemplo 2: una cadena clausal (clause-chain)2 con un converbo de movimiento (señalado mediante el sufijo «-s») seguido de un evento de propósito que se realiza como un verbo finito. La relación que establecen el converbo y el verbo finito permite codificar, tal como es esperable para una relación de MCP, una secuencialidad de acciones y la intención de un único participante sobre ambas (Van Valin, 2005).
A continuación, se revisarán las definiciones dadas por la literatura tipológica en lo que respecta a la semántica y sintaxis de las relaciones de propósito para luego ejemplificar las construcciones ya descritas en quichua santiagueño. Finalmente, como hipótesis central de este trabajo, se presenta una descripción de las relaciones de MCP mediante cadenas clausales en quichua.
MARCO TEÓRICO: RELACIONES DE PROPÓSITO
Una construcción de propósito refiere a una relación entre eventos en la que uno de ellos (el principal) se desarrolla con el objetivo de obtener la realización de otro evento (dependiente) (Cristofaro, 2005). Así, en el ejemplo 3 del quichua santiagueño «upiyanaypaq» ('para que yo lo beba') es el propósito del evento codificado en el verbo finito «qoachkan» ('me (lo) está dando'). Un caso típico de relaciones de propósito son las que involucran un verbo de movimiento como evento principal, llamadas de «movimiento-cum-propósito». Una relación de MCP se ilustra en el ejemplo 4 donde el evento de movimiento «amun» ('viene') tiene como propósito la nominalización «llamkaq» ('a trabajar').
Semánticamente, en las relaciones de propósito hay una carga de voluntad por parte de uno de los participantes para la realización de un evento dado, es decir, existe la intención de realizar un estado de cosas por medio de una acción antecedente (Cristofaro, 2005; Van Valin, 2005). Como se representa en la Figura 1, además de existir intención de uno de los participantes, la realización del evento resultante se presenta como posible en un punto futuro del tiempo en relación con el evento principal (Van Valin, 2005, p. 8). En otras palabras, las cláusulas de propósito expresan un evento motivador que debe estar no-realizado al tiempo del evento principal (Thompson, Longacre & Hwang, 1985), es decir, el «deseo» del resultado no implica una realización de la acción (Schmidtke-Bode, 2009).
En este sentido, como señala Van Valin (2005), ambas acciones son necesariamente secuenciales y la intención del participante se relaciona con ambas. Esto lleva a que, en especial en cláusulas que involucran predicados de movimiento, típicamente se codifique un único participante compartido por ambos eventos (Cristofaro, 2005). De esta manera, una relación de propósito prototípica es aquella en la que el evento principal y el dependiente son realizados por la misma entidad, quien con su intensión y voluntad, controla la realización del dependiente (Cristofaro, 2013). En resumen, los elementos centrales de una relación de propósito son (Schmidtke-Bode, 2009):
intencionalidad,
dirección hacia un objetivo,
orientación a un punto futuro y
estado resultante hipotético.
En las lenguas del mundo, las relaciones de propósito suelen expresarse mediante oraciones complejas. Generalmente se codifica como cláusula principal la situación realizada con la intención de que otra suceda, que se expresa en una cláusula de propósito (Schmidtke-Bode, 2009). Para el caso de las relaciones de MCP, la primera acción consiste en un verbo de movimiento. Las características formales de las cláusulas de propósito varían tipológicamente: pueden tomar la forma de una cláusula finita, una cláusula reducida o no-finita (como se vio en el ejemplo 2), serialización verbal, entre otros (Schmidtke-Bode, 2009). Existen, entonces, diferentes formas «intermedias» de relaciones entre la cláusula principal y propósito. Sin embargo, la más frecuente es claramente la de la subordinación de la segunda (Schmidtke-Bode, 2009, p. 151).
Existe una conexión motivada entre los rasgos estructurales de las formas verbales y los rasgos semánticos de las relaciones de propósito (Cristofaro, 2013; Hetterle, 2015; Schmidtke-Bode, 2009). Cristofaro (2013) sostiene que ciertas características, como el tiempo de referencia, la correferencia de participantes y la integración semántica son motivaciones para una codificación sintáctica más deranked. La noción de deranking (Stassen, 1985; Cristofaro, 2005) implica una distinción entre formas verbales más «balanceadas/estables» (balanced), que son capaces de aparecer de forma independiente en cláusulas declarativas, y «derankeadas» (deranked), que carecen de independencia3.
Así, existe una tendencia a que las lenguas expresen las cláusulas de propósito con formas menos independientes (Schmidtke-Bode, 2009; Hetterle, 2015). Por ejemplo, siendo el dependiente un evento relativo a la referencia temporal del principal y no realizado, suele expresarse mediante formas verbales diferentes y menos independientes a las de eventos realizados con marcación temporal (por ejemplo, en modo subjuntivo). A su vez, los participantes que comparten ambos eventos pueden no ser expresados explícitamente; por lo tanto, es frecuente que las formas verbales dependientes no lleven morfología de persona y establezcan relaciones de concordancia con la principal. Considerando estas características y la motivación de un principio de economía, en general los eventos de propósito suelen expresarse mediante formas más deranked.
Por último, las relaciones de propósito se caracterizan por un alto grado de integración semántica y sintáctica entre los eventos principal y dependiente, por lo que el uso de formas menos independientes en cláusulas de propósito (con categorías reducidas de tiempo, modo o aspecto o persona no expresadas en el verbo) refleja una motivación icónica entre el grado de integración semántica de los eventos y la integración sintáctica de las cláusulas. A estas características, subyace la noción de iconicidad de independencia (iconicity of independence) que señala que cuanto menos independientes sean dos conceptos, menos independientes serán las expresiones que las codifiquen (Cristofaro, 2005) -o en la propuesta de Givón (2001), cuanto más fuerte sea el lazo semántico entre los eventos relacionados, más fuerte será la integración sintáctica de las dos cláusulas-. Por lo tanto, las estrategias que expresan relaciones de MCP tienden a codificarse en las lenguas del mundo con las formas menos independientes disponibles para el señalamiento de relaciones adverbiales (Figura 2) (Hetterle, 2015).
De esta manera, las cláusulas de MCP son generalmente más económicas en comparación con las construcciones de propósito generales, por contener menos complejidad estructural o material lingüístico: suelen poseer argumentos implícitos, formas verbales no finitas, omisión de conjunciones, fuerte integración a la cláusula matriz, entre otras (Schmidtke-Bode, 2009, pp. 96-97). Incluso, en muchas lenguas, con el tiempo, la alta integración semántica y sintáctica entre los eventos relacionados puede continuarse en un proceso de gramaticalización que lleva a la construcción de MCP a un complejo mono-clausal del tipo auxiliar-verbo, adquiriendo nuevas funciones gramaticales, generalmente ligadas a marcadores de tiempo y aspecto. En este sentido, está bien documentada la gramaticalización de construcciones de MCP en perífrasis de futuro o, incluso, de verbos de movimiento como 'ir' en marcadores de tiempo (Heine & Kuteva, 2002; Schmidtke-Bode, 2009). Este proceso de gramaticalización, representado en la Figura 3, será ejemplificado con el quichua santiagueño en la siguiente sección.
EL QUICHUA SANTIAGUEÑO
El quechua constituye una familia lingüística con 8 millones de hablantes en América (Unicef y Funproeib Andes, 2009), que se extiende desde el sur de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, norte de Chile, hasta el centro de Argentina. El grupo lingüístico quechua debe entenderse como una familia de lenguas más que como una única lengua (Adelaar & Muysken, 2004). En Argentina son hablados principalmente el quichua santiagueño, en la provincia de Santiago del Estero y otras grandes ciudades, y el quechua cusqueño-boliviano, cuyos hablantes son mayoritariamente migrantes de Bolivia o Perú. La provincia de Santiago del Estero se ubica en la región del NOA (Noroeste argentino). La lengua fue hablada en toda esta región hasta fines del siglo XIX y actualmente continúa hablándose en Santiago del Estero, y en menor medida en las provincias de Jujuy, Salta y Tucumán (Albarracín, 2009). Se estiman 80 000-160 000 hablantes en Santiago del Estero y otros 150 000 en Buenos Aires y otras zonas del país (Albarracín, 2009; Alderetes, 2001), como consecuencia de las migraciones internas hacia las grandes ciudades. Se trata, en general, de hablantes con diferentes grados de dominio, uso y valoración de la lengua (Andreani, 2015).
A pesar de sus diferenciaciones internas, la familia quechua comparte ciertos rasgos tipológicos que la caracterizan en su fonología, morfología y sintaxis (Torero, 2002; Cerrón-Palomino, 2003; Adelaar & Muysken, 2004; Adelaar, 2008, 2013). Así, la familia, incluido el quichua santiagueño, se caracteriza por una morfología aglutinante y sufijante. Entre sus rasgos más relevantes, la sintaxis se organiza con base en un sistema de casos de alineamiento acusativo-nominativo. En el verbo, puede codificarse tanto la persona sujeto como la persona objeto (excepto para la tercera), diferentes sufijos de tame, dos sufijos de incremento de valencia (un causativo y un aplicativo) y algunos sufijos direccionales (menos habituales en el santiagueño). La sintaxis de la cláusula simple suele seguir el orden sov y, en la cláusula compleja, la dependiente precede, en general, a la principal. Entre otros rasgos, se emplea la nominalización para la derivación léxica y para la codificación de cláusulas dependientes.
Cláusulas de propósito en quichua santiagueño
El quichua santiagueño posee dos construcciones de cláusula compleja para señalar propósito bien descritas (Albarracín, 2011, 2016, entre otros): una para señalar propósito general, ya sea con sujetos no correferentes (como en el ejemplo 3, repetido como ejemplo 5a) o correferentes (como en el ejemplo 5b); y otra para expresar el propósito con verbos de movimiento (como en el ejemplo 4, reiterado abajo como ejemplo 6).
Ambas construcciones se caracterizan por tener un verbo nominalizado como cláusula subordinada de propósito. Para las de propósito general, se emplea el sufijo nominalizador «-na», que expresa una acción no realizada generalmente posterior en el tiempo al verbo finito, como se ve en el ejemplo 5 «upyanaypaq» ('para que yo beba') o en «mikunaypaq» ('para comer/que yo coma'). Este nominalizador admite morfología de persona (posesivos) y un caso benefactivo «-paq», que señala la relación de propósito. Cuando ambas cláusulas comparten el sujeto, es posible que no se marque la persona en la dependiente, como puede verse en el ejemplo 7.
La construcción de MCP, por su parte, involucra un sufijo nominalizador «-q» que no establece ninguna relación temporal con el tiempo del verbo principal y no puede llevar marca independiente de persona actora (sí de persona objeto), como puede verse en el ejemplo 6 «llamkaq» ('a trabajar'). En estos casos, el orden de la cláusula finita y la nominalizada pueden variar (Albarracín, 2009, p. 191), mientras que las cláusulas de propósito general, como las de los ejemplos 5 y 7, suelen ser pospuestas a la cláusula principal.
Gramaticalización de MCP en perífrasis de futuro
En el quichua santiagueño, la construcción con una nominalización con el sufijo «-q» y el verbo de movimiento «ri-» ('ir') se ha desarrollado como un paradigma perifrástico de futuro que coexiste con otro de futuro analítico, cuya distribución no es exactamente la misma (Albarracín, 2011, p. 35). En los ejemplos siguientes, se ejemplifican ambas formas.
La gramaticalización del verbo ('ir') como marcador de futuro, como se mencionó en el marco teórico, está bien documentado tipológicamente, incluso para otras lenguas quechua, como el ecuatoriano ilustrado en 10 (Heine & Kuteva, 2002, p. 162).
Para el caso del quichua santiagueño, pueden destacarse al menos dos descripciones previas que abordan el desarrollo de esta construcción. Por un lado, de Granda (1997) postula que el futuro perifrástico en el quichua santiagueño se trata de un reanálisis de una estructura quechua producto de la transferencia lingüística por contacto con el español. El autor señala que «en todas las variedades diatópicas quechuas dicha construcción indica desplazamiento espacial del sujeto oracional para realizar un propósito determinado, pero en santiagueño expresa solamente tiempo verbal futuro» (de Granda, 1997, p. 35)6. Así, por ejemplo, el autor considera el ejemplo 11 del quechua boliviano, para ilustrar la interpretación de propósito; y el ejemplo 12, del santiagueño, para ilustrar la perífrasis.
Albarracín (2011, p. 36), por su parte, argumenta que en el quichua santiagueño «sobreabundan ejemplos en donde el verbo auxiliar «riy» no solo conserva el rasgo semántico 'desplazamiento espacial' sino que incluso él mismo puede estar en futuro [...]». Esto se ilustra en el ejemplo 13, donde el verbo «risunchis» ('iremos') es el que expresa desplazamiento espacial. Lo que aporta la autora con esta argumentación es que en quichua santiagueño sigue existiendo posibilidad de señalar MCP mediante el verbo «ri-» ('ir') y una nominalización con «-q».
Ahora bien, considérese nuevamente el ejemplo 13. Como señala Albarracín, el verbo de movimiento y la nominalización establecen una relación de MCP. Esta construcción, sin embargo, no señala futuro por sí misma, sino que la referencia temporal está dada gracias al sufijo de tiempo futuro «-su». En este sentido, estaríamos frente a dos construcciones diferentes. Véanse los ejemplos 14 y 15.
La primera construcción, «pallaq risunchis», del ejemplo 14 (modificada del ejemplo 11), se interpreta como 'iremos a juntar (con desplazamiento)'. De esta manera, expresa una relación de MCP que tiene referencia hacia el futuro gracias al sufijo de tiempo «-su» del verbo finito. La cláusula de propósito nominalizada es deranked y el verbo de movimiento independiente. Se trata, entonces, de una relación entre dos eventos diferentes. Por otra parte, en el ejemplo 15 «pallaq riychis», el verbo finito no lleva marcación alguna de tiempo (el presente es no marcado en la lengua). Sin embargo, toda la construcción se interpreta como un único evento en el futuro: 'vamos a juntar (sin desplazamiento)'. Ejemplos como el 15 constituyen una perífrasis de futuro donde el verbo de movimiento es siempre «ri-» ('ir'), que se ha desemantizado (ya no implica un desplazamiento espacial) y funciona como el verbo auxiliar. A esta segunda construcción, muy frecuente en el quichua santiagueño, es a la que hace referencia de Granda (1997) con el ejemplo 12.
En síntesis, el quichua santiagueño cuenta con una construcción para expresar MCP con un verbo de movimiento y una nominalización con «-q»; y, a la vez, ha desarrollado una perífrasis de futuro con el verbo 'ir' como auxiliar. En estos últimos casos durante el proceso de gramaticalización, la construcción fue afectada por diferentes subprocesos:
CADENAS CLAUSALES (CLAUSE-CHAIN) PARA EXPRESAR MCP EN QUICHUA
Siguiendo la propuesta desarrollada en Juanatey (2016, 2017) para el quichua santiagueño, se identifica como converbos a las formas deverbales señaladas mediante el sufijo «-s» que participan de (1) la modificación adverbial y (2) la formación de cadenas clausales.
Se define converbo como aquella forma verbal no finita cuya función principal es la marcación de la subordinación adverbial (Haspelmath, 1995). Las relaciones adverbiales que expresará un converbo en una lengua dada serán aquellas con más disposición a ser expresadas con construcciones reducidas o deranked. Así, los converbos son más frecuentes en relaciones de manera, instrumento o duración/simultaneidad (Hetterle, 2015). En general, en quichua santiagueño las formas deverbales terminadas en «-s» se integran semántica y sintácticamente al verbo finito, formando un complejo monoclausal que se caracteriza por la correferencialidad de persona actora, de TAM y la escasa posibilidad de llevar morfología verbal y nominal, entre otras características.
En línea con las predicciones tipológicas, los converbos en quichua santiagueño establecen relaciones estrechas entre eventos. Así, se especializan en la modificación aspectual (como se ilustra en el ejemplo 16, donde señala iteración); o en la introducción de subeventos modificadores al señalar relaciones de fase, como en el ejemplo 17, o manera, como se ve en el ejemplo 18; entre otros significados adverbiales y gramaticales7.
A su vez, las formas converbales en quichua intervienen en la formación de cadenas clausales (clause-chairi). El término cadena clausal refiere al uso de formas mediales no finitas sucesivas no encabezadas por una conjunción con significado temporal o circunstancial que suele codificarse tipológicamente como una secuencia cronológica de mismos sujetos y de aspecto perfectivo (Haiman & Thompson, 1988). Así, en quichua los converbos en las cadenas clausales se emplazan como los verbos mediales en la concatenación de eventos secuenciales y son correferentes en sujeto con el evento final, generalmente un verbo finito (o una forma nominalizada con los sufijos «-spa/-pti» del sistema de conmutación de la referencia -switch-reference-)8. Pueden presentarse como una secuencia de varios eventos secuenciales, como se ve en el ejemplo 19; o simplemente como una única circunstancia previa a otro evento, como en el ejemplo 20.
Semánticamente, las relaciones de MCP implican dos acciones secuenciales y correferenciales: un movimiento que se ejecuta en función de otra acción no realizada (véase el apartado sobre el marco teórico). La hipótesis central de este trabajo consiste en que, como extensión de la función de señalar acciones secuenciales (como se ilustró en los ejemplos 19 y 20), cuando se trata de converbos de movimiento, el predicado finito actúa como el evento de propósito de la acción inmediatamente anterior (véase el ejemplo 21).
En el ejemplo 21, el verbo de movimiento «ri-» ('ir') forma parte de una cadena de tres eventos secuenciales llevados adelante por el mismo sujeto: «ni-» ('decir'), «atari-» ('levantarse'), «ri-» ('ir') y «caza-» ('cazar'). Los verbos mediales toman la forma de un converbo, mientras que el evento final es un verbo finito. Es posible, entonces, interpretar la relación entre las últimas dos acciones, ya sea como una secuencia 'fue y cazó' o como MCP, 'fue a cazar'.
Casos como el anterior, que presentan varias acciones secuenciales en cadena, coexisten con otros donde es posible que se indique solamente el verbo de movimiento y un verbo finito. Así, véase el ejemplo 22. En este tipo de casos, también conviven las dos lecturas: eventos secuenciales 'fue y se acostó' o como MCP, 'fue a acostarse' (o, como suele decirse en el español regional, 'yendo se acostó')9. Lo mismo sucedería en el ejemplo 23 con el converbo de movimiento «ris» y en el ejemplo 24 con el converbo «amus» del verbo 'venir'. 10 11
La interpretación de MCP se vuelve más clara cuando el propósito se codifica en verbos en modo imperativo. Estos casos ya fueron descritos por Albarracín (2016) y Nardi (2002), entre otros; aunque solo los consignan con el verbo 'ir'. Como se ve en los ejemplos 25 y 26, las formas converbales de los verbos de movimiento seguidas de un verbo en imperativo indican una orden que implica un movimiento previo.
Considerando que las relaciones de MCP implican dos acciones semántica y sintácticamente bien integradas, para el quichua santiagueño se ha observado que, cuando involucran un converbo de movimiento, también son poco complejas estructuralmente. Sin embargo, a diferencia de lo descrito para las relaciones de MCP más prototípicas (véase el apartado sobre el marco teórico), es el evento de movimiento el que se integra sintácticamente al de propósito. Así, estas construcciones se caracterizan por (1) incluir una forma verbal deranked, el converbo; (2) carecer de conjunciones para señalar la relación; (3) mantener un orden secuencial fijo; (4) ser correferenciales en persona actora; y (5) compartir las marcas de TAME. A continuación, se ejemplifican algunas de estas particularidades.
Por ejemplo, se ha notado que en estas relaciones de MCP el converbo de movimiento se realiza inmediatamente anterior al verbo de propósito, estableciendo un orden secuencial en virtud de establecer la relación de propósito. Así como puede verse en el ejemplo 27, si se quiere agregar un desplazamiento previo que habilita la realización de la acción «pusa-» ('llevar.animados'), es posible intercalar un converbo de movimiento entre el verbo modal y el propósito.
Por otro lado, respecto de los argumentos, las construcciones con converbos implican necesariamente la correferencialidad de la persona actora en relación con el verbo finito, ya que la forma converbal no puede llevar marcas personales independientes. Esto puede verse en los ejemplos siguientes. En el ejemplo 28, el verbo finito «willakuy» ('avisales (avísales, tú)') lleva marca personal de modo imperativo de segunda persona singular, mientras que en el ejemplo 29 el imperativo es de segunda plural «waqyaysh» ('llámenlo'); en ambos, sin embargo, el converbo «ris» es invariable.
Del mismo modo, el converbo se inscribe dentro del señalamiento de tame codificado en el verbo principal. Así, en los ejemplos anteriores el modo imperativo se extiende a ambos predicados. En el ejemplo 30, sucede lo mismo con el tiempo pasado no experimentado que está indicado por la perífrasis de pasado «cuidaq kasa karanku» ('(Dicen que) solía cuidarla'). Y finalmente en el ejemplo 31 (aunque también en el ejemplo 30), la lectura aspectual habitual de la forma «llamkaq kara» ('solía trabajar') se extiende sobre ambos predicados.
Del ejemplo 30 en particular, es interesante notar que el converbo se integra a una perífrasis que señala a la vez referencia temporal de pasado, aspecto habitual y evidencialidad (evento alejado del conocimiento del hablante).
Cadenas clausales y otras construcciones de MCP
Como se describió en el apartado sobre la gramaticalización de la construcción de MCP, la lengua cuenta con una construcción de MCP que consiste en un verbo finito de movimiento y una cláusula de propósito nominalizada con el sufijo «-q». Se reitera un caso en el ejemplo 32. Esta construcción, cuando involucra el verbo de movimiento 'ir', ha sido afectada por un proceso de gramaticalización, por lo que es más frecuente que sea interpretada como una perífrasis de futuro.
En paralelo a esta situación, existen casos en los que una construcción como la del ejemplo 32 permite la adición de un verbo de movimiento con forma converbal para indicar el significado de desplazamiento que se ha erosionado en el verbo principal (que ahora funciona como verbo auxiliar de la perífrasis). Considérese el ejemplo 33.
La perífrasis de futuro es la misma en los ejemplos 32 y 33: «rini qaaq» ('voy a ver'). A esta perífrasis, se suma, en el ejemplo 33, el converbo de movimiento «ris» para indicar el desplazamiento espacial. En otras palabras, se trata de un ejemplo de una relación de MCP con un converbo de movimiento («ris») y el futuro perifrástico («rini qaaq»). El ejemplo anterior ilustra, por un lado, la existencia de una construcción gramaticalizada que señala futuro perifrástico donde el verbo 'ir' se ha desemantizado y, a la vez, la hipótesis central de este trabajo: la introducción de una forma converbal de movimiento habilita una lectura de MCP en relación con la acción principal.
De esta manera, si se considera que (1) las construcciones como las del ejemplo 32 frecuentemente ya no expresan MCP sino futuro; y que (2) toda relación de propósito implica semánticamente la secuencialidad de dos acciones, así como la intención de un único participante sobre ambas (Van Valin, 2005); puede explicarse por qué el quichua santiagueño puede expresar una relación de MCP mediante la presentación de eventos sucesivos secuenciales correferenciales (clause-chain).
Las construcciones de MCP más prototípicas suelen implicar una forma verbal más independiente o balanced que señala el movimiento y otra forma verbal deranked para señalar el propósito (Schmidtke-Bode, 2009; Hetterle, 2015). Sin embargo, la codificación de este tipo de relaciones presenta una considerable variación en las lenguas del mundo, como se mencionó en el marco teórico. Schmidtke-Bode (2009) identifica, por ejemplo, construcciones de verbos seriales12 para expresar MCP en algunas pocas lenguas, como el mandarín o semelai (austro-asiático). En general, estas lenguas cuentan con una construcción alternativa para expresar propósito señalada explícitamente. En otras lenguas que cuentan con cláusulas de propósito más prototípicas, también están emergiendo construcciones de propósito con serializaciones verbales. Como, por ejemplo, en el inglés coloquial (ej. «run go get me a newspaper» 'Corré, andá (a) traeme el periódico.'). El autor concluye a la luz de los datos de estas lenguas, que algunas construcciones coordinadas sindéticas o la mera yuxtaposición de verbos puede inducir potencialmente interpretaciones de propósito y que en general coexisten con las más prototípicas (que implican relaciones de subordinación).
Así, estas construcciones emergentes, que en la descripción tipológica suelen estar basadas en la coordinación o serialización de formas verbales, se asemejan considerablemente a las construcciones de cadenas clausales con converbos descritas para el quichua santiagueño, como las del ejemplo 33.
CONCLUSIONES
En síntesis, como se resume en la Figura 4, el quichua santiagueño cuenta con una forma más prototípica para expresar MCP en donde la cláusula propósito es nominalizada (con el sufijo «-q»), pero que está siendo progresivamente reanalizada como marcación de futuro. En paralelo, se observó que es posible expresar relaciones de MCP empleando acciones sucesivas encadenadas mediante una construcción de cadenas clausales (clause-chain) integrada por una forma converbal de movimiento y un verbo finito que señala el propósito.
Como señalan los estudios sobre gramaticalización (Lehmann, 1985), no se debe considerar un sistema lingüístico como un estado dado, sino como un producto de la actividad lingüística, en términos de seruna actividad creativa orientada hacia la solución constante de «problemas». Por lo tanto, siempre nos encontraremos ante una sincronía dinámica, es decir, ante el hecho de que es posible la coexistencia en un momento dado de más de una interpretación de una forma. En este panorama, es posible conjeturar que la estrategia para señalar MCP con un converbo en quichua santiagueño sea una respuesta al problema de las dos interpretaciones posibles para las construcciones con la nominalización «-q», es decir, el señalamiento de MCP o su gramaticalización como perífrasis de futuro. Sin embargo, para corroborar esta última hipótesis, sería necesario un estudio diacrónico del desarrollo de estas construcciones.