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Forma y Función

Print version ISSN 0120-338X

Forma. func. vol.35 no.1 Bogotá Jan./June 2022  Epub Dec 12, 2021

https://doi.org/10.15446/fyf.v35n1.88500 

Artículos

Calidad argumentativa y aspectos temporales del habla en adultos mayores chilenos*

Argumentative Quality and Temporal Aspects of Speech in Chilean Older Adults

Mónica Tapia-Ladino1 
http://orcid.org/0000-0003-2951-1798

Beatriz Arancibia Gutiérrez2 
http://orcid.org/0000-0003-4723-4157

Cristián Santibáñez3 
http://orcid.org/0000-0001-6755-3468

José Ángel Gascón4 
http://orcid.org/0000-0001-5571-6602

1Universidad Católica de la Santísima de Concepción, Concepción, Chile. mtapia@ucsc.cl

2Universidad Católica de la Santísima de Concepción, Concepción, Chile. barancib@ucsc.cl

3Universidad Católica de la Santísima de Concepción, Concepción, Chile. csantibanez@ucsc.cl

4Universidad Católica de la Santísima de Concepción, Concepción, Chile. jgascon@ucsc.cl


Resumen

Manifestar la opinión frente a diversas situaciones que nos acontecen es una actividad diaria. Sin embargo, es poco lo que sabemos acerca de cómo realizan esta actividad grupos etarios particulares. Esta investigación reporta algunos resultados relativos a las relaciones existentes entre variables socioculturales de los adultos mayores de tres ciudades diferentes de Chile (La Serena, Santiago y Concepción), algunos aspectos temporales del habla como son tiempo de latencia de respuesta, pausa intrarrespuesta y número de palabras por turno, y la calidad argumentativa. Se realizaron 88 entrevistas (44 mujeres y 44 hombres). Uno de los resultados importantes indica que, a mayor cantidad de palabras utilizadas, mejor calidad argumentativa, así como también que, a mayor duración de pausas, mejor calidad argumentativa.

Palabras clave: adultos mayores; calidad argumentativa; latencia; pausa; puntos de vista; razones

Abstract

Expressing opinions about different things that happen to us is a daily activity. However, little is known about how particular age groups perform this activity. This research reports some results related to the relationships between sociocultural variables of elderly people from three different cities in Chile (La Serena, Santiago and Concepción), some temporal aspects of speech, such as response latency time, intra-response pause, and the number of words per turn, and the argumentative quality. 88 interviews were carried out, (44 women and 44 men). One of the important results of our study indicates that the greater the number of words used, the better the argumentative quality, as well as the greater the number of pauses, the better the argumentative quality.

Keywords: elderly people; argumentative quality; latency; pause; point of view; reasons

1. Introducción

La experiencia nos hace pensar que, en conversaciones sobre temas polémicos o situaciones socialmente complejas, nuestra fluidez como hablantes adquiere características peculiares. Así, por ejemplo, hablamos más rápido si en una discusión defendemos apasionadamente un punto de vista o nos tomamos más tiempo si queremos organizar mejor las ideas, dudamos o nos cuesta recuperar información desde nuestra memoria. Del mismo modo, podríamos pensar que esto último se vería con mayor facilidad si observamos el desempeño argumentativo en adultos mayores, quienes tienden a enlentecer sus respuestas como resultado de los cambios cognitivos que ocurren con el envejecimiento. Sin embargo, esto son solo intuiciones infundadas, ya que en la literatura especializada en teoría de la argumentación aún no existen estudios que demuestren una relación entre edad, fluidez del habla y calidad argumentativa. De hecho, esta relación ni siquiera ha sido explorada.

Explorar la relación indicada se hace más urgente en un contexto en el que los adultos mayores (AM, en adelante) son un grupo etario que no solo aumenta en número en Chile y en muchas partes del mundo, sino también en su importancia social. Actualmente, Chile ostenta una de las esperanzas de vida más altas en el globo (Instituto Nacional de Estadísticas, 2018), lo que nos desafía científicamente a estudiar los distintos aspectos del comportamiento de las personas mayores y a reflexionar en torno a crear mejores condiciones para su integración.

Respecto al desempeño lingüístico en el envejecimiento, las investigaciones han indagado en diversos aspectos del lenguaje del adulto mayor que podrían evidenciar cambios con el avance de la edad (para una revisión, véase Véliz et al. [2010]). Como otros estudios han indicado (Santibáñez, 2019), se observa una conservación del léxico pasivo en los AM (Wingfield & Stine-Morrow, 2000) y un mejor rendimiento que los jóvenes en pruebas estándares de vocabulario (Kemper & Sumner, 2001; Singer et al., 2003). No obstante, las personas mayores pueden experimentar dificultades de acceso léxico para hallar nombres propios (Condret-Santi et al., 2015) o en tareas de búsqueda de palabras, lo que se ha denominado fenómeno de punta de la lengua. Diversos estudios muestran que este fenómeno es particularmente sensible a los efectos de la edad (Gollan & Brown, 2006; Juncos-Rabadán et al., 2005).

En la dimensión sintáctica, los estudios contemporáneos señalan que el procesamiento sintáctico interpretativo, que se realiza de manera automática (en línea), parece no afectarse con el envejecimiento. Sin embargo, el procesamiento posinterpretativo suele ser menos efectivo, como consecuencia del declive que experimentan los procesos cognitivos de recuperación de información (Dede et al., 2004; Caplan et al., 2011). Por esta razón, las personas mayores tienden a presentar latencias más largas cuando tienen que responder preguntas de comprensión de oraciones y también tienden a cometer más errores que los jóvenes (Arancibia et al., 2014). En relación con la producción de discursos narrativos, las investigaciones muestran que con la edad los hablantes suelen contar mejores historias en términos del nivel de detalles ofrecidos y la manera como se abordan los temas principales. Sin embargo, en el grupo sobre 80 años esta capacidad decae (Marini et al., 2005). Estos resultados son diferentes a los de Kemper y Sumner (2001), quienes encontraron, al comparar con participantes jóvenes, menos riqueza en la descripción oral de imágenes y otras tareas.

Por su parte, en la producción escrita, como por ejemplo en ensayos autobiográficos, tiende a declinar la capacidad productiva (Kemper & Sumner, 2001). Estudios en el ámbito hispano (Juncos-Rabadán et al., 2005) encontraron, en narraciones de AM elaboradas a partir de imágenes, que con la edad se reduce el contenido informacional y los recursos de cohesión, y aumentan los contenidos irrelevantes. En Chile (Tapia-Ladino, 2005) los datos evidencian que los AM con indemnidad cognitiva producen mayor cantidad de palabras que los adultos jóvenes frente a estímulos como una pregunta y descripción de una imagen, y presentan más circunloquios o repetición de palabras.

En el presente artículo nos interesa complementar lo que se ha estudiado sobre el lenguaje en el envejecimiento con información proveniente del análisis de producción oral de discursos argumentativos. En particular, nos interesa examinar las posibles relaciones entre variables específicas de la adultez mayor (género y nivel socioeconómico), la calidad argumentativa para expresar puntos de vistas y razones, con la fluidez del discurso argumentativo oral (latencias, pausas y productividad).

2. Marco teórico

2.1. Facultad argumentativa

Los estudios empíricos sobre argumentación lamentablemente no han producido datos robustos y sistemáticos respecto de qué pasa en la adultez mayor con esta competencia comunicativa, cuya manifestación más madura consiste en expresar puntos de vista y razones.

Desde la psicología de la personalidad y de la comunicación, algunas investigaciones relativas a la relación entre edad y cambios de personalidad (Soto et al., 2011) indican que las personas sobre 65 años son más autodisciplinadas que los más jóvenes, pero al mismo tiempo menos asertivas y más altruistas; la tendencia neurótica, psicológicamente considerada, declina con el paso de los años. En Alemania, Reiter et al. (2017) han comparado personas adultas sanas entre 18 a 30 años con adultos mayores entre 65 y 80 años también sanos, y encontraron diferencias en empatía, pero un aumento notable en compasión, que se observó en los adultos mayores. Esto último permite concluir que aun en la vejez hay posibilidades de cambios en la personalidad. En lo relativo al vínculo entre envejecimiento y agresividad, Schullery y Schullery (2003) demostraron que la agresividad comunicativa decae en las personas con el paso del tiempo, y que la argumentatividad, definida de forma general como la inclinación a involucrarse en desafiar y defender puntos de vista, también decae con los años. Por su parte, Birditt y Fingerman (2005), en un estudio realizado en Estados Unidos, entrevistaron a 200 personas cuyas edades fluctuaban entre los 18 y 99 años, y encontraron que los adolescentes eran más proclives a exhibir conflictos, mientras que los mayores eran más proclives a mostrar lealtad. La conclusión de estos autores fue que los AM tienden a seleccionar con mayor detenimiento las situaciones conflictivas en las que se involucran.

Ahora bien, estrictamente desde un punto de vista argumentativo, los estudios empíricos han ido identificando algunas características elementales desde los primeros atisbos de la competencia argumentativa. Respecto de la adquisición y desarrollo tempranos, vale decir que, en infantes de dos a cinco años, la literatura ha permitido confeccionar un panorama relativamente claro respecto de cómo se manifiesta esta facultad en este tramo etario (Felton & Kuhn, 2001; Köymen et al., 2014; Migdalek, Rosemberg & Santibáñez, 2014; Migdalek, Santibáñez & Rosemberg, 2014). Así, por ejemplo, las investigaciones revelan que la facultad de argumentar se hace explícita comunicativamente alrededor de los dos años, cuando los infantes participan en conflictos de opinión motivados por el entorno inmediato, particularmente el familiar. De acuerdo con algunas investigaciones (Schär, 2017), infantes de entre cuatro y seis años utilizan predilectamente argumentos por definición para apoyar sus puntos de vista cuando se enfrentan a casos sobre los que no tienen conocimientos previos. Del mismo modo, se ha reportado que la simple negación tiende a ser una conducta protoargumentativa paradigmática y que los esquemas argumentativos más comunes entre los infantes son argumentos por autoridad, argumentos tautológicos y por analogía (Migdalek, Rosemberg & Santibáñez, 2014).

Hay mayor cantidad de estudios disponibles en la literatura dedicados a sujetos de mayor edad. Por ejemplo, Bova y Arcidiacono (2013a, 2013b, 2014a, 2014b) han desarrollado en Suiza varias investigaciones convergentes entre sí. Estos autores indican que niños y niñas preadolescentes tienden a participar mayormente en interacciones controversiales dentro de la familia. Estas interacciones controversiales generan un aprendizaje mutuo entre padres e hijos, consistente en formas de autocontrol entre los involucrados. En estos contextos, los padres y madres asumen la tarea de transmitir valores y reglas en la dinámica argumentativa. En el grupo etario de jóvenes, específicamente universitarios, encontramos aún más estudios que utilizan una perspectiva psicosocial para acercarse a la competencia argumentativa. Si bien es cierto que los jóvenes mayores de 18 años son, en la mayoría de los países occidentales, técnicamente adultos, forman no obstante una comunidad de hablantes distinta, en el entendido de que están inmersos en procesos intensivos de formación. Este grupo etario ha sido profusamente analizado por Hample y coinvestigadores (Hample, 2005; Hample & Anagondahalli, 2015; Hample & Dallinger, 1987; Hample et al., 2013; Hample et al., 2009).

Los estudiantes chilenos, de acuerdo con algunos estudios (Santibáñez & Hample, 2015; Santibáñez, 2014), sienten cierto agrado cuando argumentan. Si se les compara con estudiantes de Estados Unidos, se observa que los estudiantes de Chile no le dan al discurso argumentativo un rol en la resolución de controversias. Es interesante notar que estudiantes masculinos tienden a considerar la argumentación como un juego que ofrece una oportunidad para establecer una relación de dominancia y usan la argumentación de forma verbalmente agresiva. Las mujeres, en cambio, tendrían un acercamiento y uso tendiente a la cooperación. Una diferencia importante entre universitarios chilenos y americanos se refiere a argumentatividad y agresividad verbal. De acuerdo con la teoría de Hample (2005), la primera noción (argumentatividad) es relativa a las motivaciones de aproximación, y la segunda (agresividad verbal), a la evasión argumentativa. Entre los norteamericanos, se observa que, a menor motivación por aproximarse al otro argumentativamente, hay menor agresividad verbal. En los chilenos, en cambio, a mayor motivación por aproximarse al otro argumentativamente, hay mayor agresividad verbal. El ideal, obviamente, sería que las personas generaran motivación por acercarse al otro argumentativamente a la vez que disminuyeran su comunicación agresiva verbal.

Específicamente con población más longeva, se observó en un estudio (Santibáñez, 2019), a través del análisis de la manifestación argumentativa de 229 adultos mayores que respondieron un dilema social, que la densidad argumentativa, esto es, la cantidad de razones pertinentes esgrimidas para defender uno de los dos puntos de vista sobre la situación problemática, parecía relacionarse con la cantidad de información disponible en el propio dilema que podía ser utilizada como evidencia a favor o en contra de dichos puntos de vista. En este caso, los adultos mayores que argumentaron de manera más robusta defendieron el punto de vista que epistémicamente resultaba más seguro, porque aparecía avalado por más hechos. En cambio, quienes manifestaron no estar seguros de qué posición defender, esgrimían como razón la falta de información que les permitiera optar por un punto de vista bien definido.

2.2. Fluidez en el discurso oral

Existe consenso entre diversos estudios en que el desempeño lingüístico presenta variaciones a lo largo de la vida. Para explicar los cambios que ocurren en la vejez, se han propuesto modelos o teorías que los relacionan con los efectos del envejecimiento cerebral en diferentes procesos cognitivos. Veliz et al. (2010) identificaron las principales aproximaciones que explicarían las diferencias en la comprensión y producción del lenguaje, a saber: enlentecimiento, déficit inhibitorio, déficit de transmisión y reducción de la memoria operativa. Más allá de dichas explicaciones, estudios empíricos han demostrado cambios en los diferentes niveles del desempeño lingüístico-comunicativo. De ellos, nos interesa ahondar en aquellos relacionados con la fluidez o flujo continuo de la producción del habla. Uno de ellos, es el de de Andrade y Martins (2010), quienes caracterizaron el habla de 128 participantes de ambos sexos con una edad promedio de 60 años, en términos de tiempos, tipos y frecuencia de interrupciones en el flujo del habla en muestras de 200 sílabas. Para ello, aplicaron un protocolo de evaluación del habla. Sus resultados mostraron que con la edad se reduce la tasa de producción de sílabas por minuto, y aumenta el número y duración de pausas y vacilaciones. Sin embargo, las diferencias más significativas se presentaron en los mayores de 80 años, quienes produjeron mayor cantidad de interrupciones. Por su parte, Rodríguez-Aranda y Jakobsen (2011) estudiaron la lentitud del habla en 30 AM sanos en tareas verbales no naturales para medir la producción de palabras en relación con la duración de la pronunciación y los tiempos de reacción. Sus resultados mostraron que el vocabulario y las funciones psicomotoras relacionadas con la velocidad del habla son variables que caracterizan el habla de AM. Entre tanto, Altiparmak y Kuruoglu (2018), al estudiar la fluidez en cuatro agrupaciones de participantes turcos desde los cuatro años a la adultez mayor, encontraron que los hablantes mayores de 50 años producían más interrupciones y alargamientos vocálicos o consonánticos que el grupo de 18 a 23 y el de 33 a 50 años. Algunos datos (Tapia Ladino, Quiroga & Valdivieso, 2003) muestran, en un estudio comparativo entre AM sanos y con enfermedad de Alzheimer, que estos últimos presentan mayor duración de pausas y grupos menores de habla continua en una entrevista a modo de conversación natural.

Por lo tanto, dado que la fluidez del habla experimenta variaciones con el avance de la edad, interesa analizar su relación con el desempeño argumentativo de los AM. Para ello, es necesario definir criterios de calidad de puntos de vista y razones que permitan establecer diferencias entre tipos de argumentos.

2.3. Calidad argumentativa

En relación con los estudios sobre capacidad y hábitos argumentativos, se han realizado algunas investigaciones empíricas sobre la calidad y las normas que siguen los argumentadores. Así, por ejemplo, Eemeren et al. (2000) estudiaron en qué medida los hablantes consideran poco razonables los casos falaces de argumentos ad hominem, con el fin de comprobar la validez de la teoría pragmadialéctica. Asimismo, O’Keefe (2007) exploró las relaciones entre los discursos argumentativos persuasivos y la argumentación correcta. Aunque, en sus anteriores trabajos, O’Keefe mostró que la persuasión y la corrección podían ir de la mano en varios aspectos, en esta revisión de hallazgos empíricos hasta la fecha planteó varios posibles conflictos. Finalmente, cabe destacar los estudios de Kuhn (1991) sobre el desempeño de las personas a la hora de presentar razones, responder a objeciones y pensar en posibles contraargumentos. Tales estudios mostraron (entre otros hallazgos) las dificultades de las personas para considerar posibles contraargumentos.

Para evaluar la calidad argumentativa en el presente estudio, se han desarrollado criterios de calidad desde la lógica informal (Johnson & Blair, 1994; Govier, 2010). Se considera que un argumento debe contar con razones aceptables, pertinentes y suficientes para apoyar un punto de vista. Tales criterios sustituyeron a aquellos de validez deductiva de la lógica formal que se basa en una concepción de la estructura general de los argumentos. De este modo, un argumento está conformado por dos elementos vinculados: un punto de vista y unas razones que lo apoyan. Entendemos por punto de vista lo que tradicionalmente en la lógica formal (pero no solo) se ha denominado conclusión del argumento, o lo que en el paradigma de la lógica informal también se ha llamado aseveración (Toulmin, Rieke & Janik, 2018). Un punto de vista es, entonces, una afirmación que un hablante presenta con la pretensión de que sea aceptada por su oyente y que puede ser respaldada con razones para lograr tal aceptación (Eemeren, 2018, p. 4). Existen diversos tipos de puntos de vista, tales como afirmaciones evaluativas («este libro es mejor que el anterior»), propuestas («debemos aprobar este proyecto») o descripciones («la reunión tuvo lugar ayer a las 20:00»).

En cuanto a las razones, se trata de consideraciones a través de las cuales el hablante presenta al oyente algún tipo de justificación o motivo para convencerlo de la aceptabilidad de su punto de vista. Pueden ser de diversos tipos, desde información sobre hechos o testimonios hasta valoraciones, pero deben ofrecer una base para apreciar/creer que el punto de vista es verdadero, verosímil o representa al hablante. En la lógica formal, y a menudo en la lógica informal (Walton, 2006; Marraud, 2013), se las denomina premisas del argumento. Con frecuencia, las razones son introducidas por conectores argumentativos o marcadores discursivos que sirven para representar la estructura argumentativa de un texto o de un discurso (Marraud, 2013, p. 22). La aparición de alguno de tales conectores es una fuerte indicación de que a continuación se ofrecen razones.

En el presente artículo, nos basamos principalmente en Johnson y Blair (1994) y en Govier (2010) para definir la calidad argumentativa. Para que las razones cumplan el primer criterio de la calidad argumentativa, el de pertinencia, un requisito mínimo es que tengan algo que ver con la cuestión de la que trata el punto de vista. Sin embargo, ello no es suficiente. Idealmente, las razones no solo deben estar relacionadas con el punto de vista, sino que además deben proporcionar algún indicio o prueba de que este es verdadero. La pertinencia, por lo tanto, es el criterio más básico para evaluar la calidad de los argumentos, ya que si se presentan razones irrelevantes ello no solo implica que el argumento sea débil, sino que manifiesta una incomprensión de las relaciones argumentativas entre enunciados.

Además de ser pertinentes, las razones necesitan ser aceptables, lo que, en el caso de las creencias, significa que son presumiblemente verdaderas (Freeman, 2005). Son aceptables las razones que son bien conocidas (asumidas como verdaderas) por todos o la mayoría, de acuerdo con el concepto aristotélico de endoxa (Vega Reñón, 1998); por ejemplo, cuando una persona menciona hechos que han aparecido en medios de comunicación fiables o que son ampliamente asumidos como ciertos. En cuanto a las razones basadas en experiencias personales, habitualmente su aceptabilidad depende de la credibilidad del hablante frente a su interlocutor o destinatario. Razones manifiestamente falsas, muy controvertidas o simplemente demasiado vagas resultan inaceptables. Un caso extremo de inaceptabilidad se da cuando las razones equivalen a una mera repetición o parafraseo del punto de vista.

Por último, mientras que los criterios de pertinencia y de aceptabilidad establecen unos requisitos mínimos que debe cumplir el argumento, el criterio de suficiencia permite diferenciar entre argumentos débiles y fuertes. De este modo, se introduce un elemento comparativo en la evaluación de los argumentos. Aunque unas razones sean pertinentes para defender el punto de vista, puede que no sean suficientes para convencer al interlocutor de la aceptabilidad de tal punto de vista, porque existen otros argumentos más fuertes en contra de este. Este aspecto comparativo ha sido considerado necesario para la evaluación de los argumentos del discurso cotidiano, donde habitualmente hay varias razones tanto a favor como en contra de un punto de vista (Marraud, 2013).

En términos generales, establecer la relación entre una variable natural de desempeño conversacional del AM en contextos de conflictos de opinión y su fluidez verbal medida en términos de duración y número de unidades como palabras y pausas, permitiría caracterizar el desempeño lingüístico-comunicativo de este grupo etario.

3. Marco metodológico

El presente artículo se plantea como un estudio de tipo descriptivo-explicativo, basado principalmente en un análisis cuantitativo de datos apoyado con materiales de orden cualitativo.

3.1. Participantes

La muestra, de carácter no probabilística, estuvo compuesta por 88 AM de las regiones de Bío-Bío (n=40), Coquimbo (n=24) y Metropolitana de Chile (n=24), con una edad promedio de 73 años. Todos fueron contactados desde los registros de unidades de salud, así como del Servicio Nacional del Adulto Mayor del Gobierno de Chile (Senama), entre otras formas. Los participantes cumplieron los siguientes criterios de inclusión generales: (1) edad: adultos mayores de ambos sexos de 65 años y más; (2) nivel socioeconómico: pertenencia a los cuatro grupos socioeconómicos, distribuidos proporcionalmente por cada ciudad de los participantes (de acuerdo con la clasificación estándar en Chile según el criterio de ingreso familiar reportado los grupos son: el grupo ABC1, C2, C3 y D)1; (3) desempeño cognitivo (con indemnidad cognitiva, es decir, sin indicios de demencia senil o deterioro cognitivo asociado a patologías vigentes o pasadas); (4) consideraciones éticas: firma de consentimiento informado.

3.1.1. Evaluación de indemnidad cognitiva

Para asegurar que los participantes cumplieran con el criterio de indemnidad cognitiva, se utilizaron como medios de tamizaje los siguientes instrumentos de administración individual: (1) Escala Abreviada de Depresión Geriátrica Yesavage, de cinco ítems (Hoyl et al., 2000), que ha sido probada en población chilena con una sensibilidad de 0.88, una especificidad de 0.90, y con eficiencia diagnóstica (o proporción de resultados correctos) de 0.89, que descarta al participante si su puntaje es inferior a tres puntos; (2) Test Minimental (Quiroga et al., 2004), versión abreviada, que evalúa diversas funciones para dar cuenta de la normalidad cognitiva del individuo, como orientación temporal y espacial, memoria de corto y largo plazo, capacidad ejecutiva, atención, abstracción, comprensión, memoria e inteligencia y capacidad visoconstructiva, cuyo puntaje total de aplicación es de 19 puntos y se considera alterado si el puntaje es menor de 13 puntos.

3.2. Instrumentos para la obtención de las unidades de análisis

3.2.1. Entrevista

En el contexto de la investigación que alberga al presente estudio, los participantes respondieron una entrevista semiestructurada que consideraba un conjunto de preguntas para valorar la capacidad de producir y detectar movimientos argumentativos sobre temas contingentes de alta connotación pública (sistema de fondos de retiro y movimiento feminista). Para el presente análisis, se escogieron dos preguntas: ¿Qué piensa sobre el tema? ¿Por qué piensa de tal forma? Las respuestas a estas consultas se analizaron en conjunto, dado que los participantes dieron puntos de vista y razones inmediatamente. Las entrevistas se realizaron en su mayoría en el mismo domicilio del participante o en sus lugares de trabajo habitual y tuvieron una duración promedio de 20 minutos. Todas se realizaron en un ambiente distendido para los participantes y fueron grabadas con apoyo de equipos de audio como celulares o grabadoras digitales. Una vez obtenidas, las entrevistas fueron transliteradas a ortografía corriente, marcando con una notación simple las pausas internas de las intervenciones.

3.2.2. Medición de las unidades de fluidez del habla

Con apoyo de las entrevistas transcritas, se procedió a analizar los audios. Para el análisis de las muestras de habla, se consideraron tres aspectos de la fluidez: (1) el número de palabras totales de cada intervención, (2) la duración de la pausa o latencia que se dio entre el fin de pregunta y el inicio de la respuesta, y (3) la duración de las pausas silentes internas en cada intervención.

3.2.3. Evaluación de los argumentos: rúbrica de calidad argumentativa

La evaluación de la calidad argumentativa se realizó de acuerdo con los tres criterios clásicos de la lógica informal: pertinencia, suficiencia y aceptabilidad. Con base en estos criterios, elaboramos una rúbrica con tres niveles de calidad, cada uno asociado a una puntuación con un máximo acumulado de cuatro puntos: pertinencia (0-1 punto), aceptabilidad (0-1 punto) y suficiencia (0-2 puntos). La propuesta fue sometida a validación de contenido por juicio de expertos. Las observaciones y sugerencias recibidas, más los resultados de las aplicaciones piloto realizadas en la fase de entrenamiento y ecualización de los evaluadores, permitió ajustar los criterios de evaluación y sus respectivos descriptores a los fines prácticos del instrumento y los objetivos del estudio.

En la Tabla 1 se presenta la estructura general de la rúbrica, que contiene en la primera columna los criterios de evaluación, seguida de los puntajes y del espacio para valorar los argumentos de los participantes.

Tabla 1. Rúbrica para evaluación de calidad de argumentos y razones 

Criterios Total P1 P2 P3
Sin argumentación comprensible 0
Pertinencia 1
Aceptabilidad 1
Suficiencia 2
Total 4

Como se aprecia en la Tabla 1, los argumentos fueron evaluados según cuatro criterios, que se describen a continuación:

  • Sin argumentación comprensible. Se trata de aquellas razones insuficientes basadas únicamente en las experiencias personales del entrevistado, o en un único caso, o se referían a un tema no aludido en la consulta; por ejemplo: «El sistema de fondos de pensiones es muy malo, porque yo estoy recibiendo muy poco dinero».

  • Pertinencia. Corresponde al nivel más básico para la evaluación de la calidad de los argumentos, ya que si se presentan razones irrelevantes ello no solo implica que el argumento sea débil, sino que de hecho manifiesta una incomprensión de las relaciones argumentativas entre enunciados. Por este motivo, cuando este criterio recibió una valoración de 0 puntos, se decidió dar por finalizada la evaluación y obviar los demás criterios, pues la irrelevancia de unas razones implica su insuficiencia y hace que su aceptabilidad carezca de sentido. Esto tiene la consecuencia de que, según la valoración final, un argumento con razones irrelevantes es indistinguible de un caso de ausencia de argumentación, pues ambos tienen 0 puntos.

  • Aceptabilidad. Se consideró que las razones eran aceptables cuando, por ejemplo, mencionaban hechos que han aparecido en medios de comunicación fiables o que son ampliamente asumidos como ciertos. En cuanto a las razones que mencionaban experiencias personales, habitualmente su aceptabilidad depende de la credibilidad del entrevistado; sin embargo, ante la imposibilidad de realizar una evaluación de cada uno de ellos, decidimos considerarlas aceptables por defecto.

  • Suficiencia. Para hacer una distinción más precisa entre tipos de argumentos, se decidió usar una escala de tres niveles en este criterio (de 0 a 2), con el fin de diferenciar entre razones insuficientes, suficientes y óptimas. Este criterio nos permite diferenciar, de entre los argumentos que cumplen con los criterios de pertinencia y aceptabilidad, los que son más fuertes de los que son más débiles. Las razones presentadas tendrán un mayor grado de suficiencia en la medida en que sean generales (en lugar de casos particulares), que sean razones objetivas (datos, pruebas), que por sí solas hagan que un punto de vista sea muy plausible, y que no puedan ser fácilmente rebatidas por consideraciones que no se hayan tenido en cuenta.

3.3. Estabilización de la rúbrica

El primer paso para evaluar los argumentos fue interpretar las respuestas de las dos primeras preguntas de la entrevista, para así identificar puntos de vista y razones. En aquellos casos en los que no se pudo identificar un punto de vista concreto acompañado de unas razones que lo apoyaran, se consideró que no podía interpretarse la respuesta como argumentativa, por lo que fueron evaluados con 0 puntos. Si el argumento era susceptible de evaluación, se siguió adelante con la valoración de cada argumento.

Para aplicar los criterios, se siguió una secuencia iterativa de trabajo que comprendió el pilotaje del instrumento en un total de 25 entrevistas del corpus. El proceso comprendió los siguientes pasos:

  • Conformación de equipo de evaluadores: expertos en argumentación y en elaboración de instrumentos de evaluación.

  • Lectura conjunta de un grupo de entrevistas.

  • Análisis conjunto de los criterios de evaluación.

  • Aplicación en equipo de la primera versión de la rúbrica a una submuestra de cinco entrevistas.

  • Revisión conjunta de los resultados para definir necesidad de ajustes en la aplicación de la rúbrica.

  • Análisis individual de diez entrevistas con rúbrica ajustada.

  • Socialización de las evaluaciones e implementación de segundo ajuste al instrumento de evaluación.

  • Análisis individual de otra submuestra de diez entrevistas.

  • Socialización de las evaluaciones y ajuste de la última versión de la rúbrica con base en el juicio de expertos y los resultados de los pilotajes hechos por los evaluadores.

  • Análisis del total de las entrevistas distribuidas entre los investigadores con rúbrica final, según lo informado en la Tabla 1 y la descripción de los criterios ya presentada.

  • Auditoría cruzada de los análisis realizados por cada investigador y estabilización de las evaluaciones.

3.4. Análisis de los datos

Los audios fueron analizados con ayuda del software de audio Audacity (versión 2.3.0), disponible en la web. Se midió en específico la duración de las latencias de las dos preguntas, así como las pausas internas, y se contabilizaron las palabras de cada intervención. Los datos considerados para el análisis fueron los siguientes:

  • Caracterización de los participantes (ciudad, edad, sexo, nivel socioeconómico).

  • Puntajes individuales obtenidos de la aplicación de la rúbrica a la calidad de los argumentos; duración de latencia (s) y pausas internas (s) y número de palabras.

Todos estos datos fueron traspasados a una planilla de cálculo. Para el análisis estadístico, se aplicó el test Shapiro-Wilk (paquete stats v.3.6.1) para confirmar que los datos cumplieran los supuestos de normalidad, mientras que la homogeneidad de varianza fue evaluada utilizando el test de Levene (paquete car v3.0-3).

Los resultados indicaron que no se cumplían los supuestos de normalidad y homogeneidad de varianza. En la Tabla 2 se muestran los resultados descriptivos (medias, desviaciones estándar de las variables).

Tabla 2. Descriptivos: medias, desviaciones estándar de las variables según variables 

Factor Pregunta 1 y 2
Latencia (s) N.° de palabras totales Pausas (s)
Concepción 5.388±4.237 114.282±110.294 12.000±11.467
Santiago 4.239±2.559 182.958±187.312 29.239±28.666
La Serena 3.527±1.678 161.798±141.036 22.769±26.740
Hombre 4.388±2.360 164.454±154.798 24.572±26.650
Mujer 4.732±4.112 127.744±133.182 14.769±17.205
ABC1 4.188±2.282 200.524±187.84 23.147±23.043
C2 4.833±2.828 139.435±132.492 20.076±26.403
C3 4.394±4.780 148.455±147.270 18.566±21.249
D 4.799±3.049 97.381±84.898 17.139±21.456
0 6.501±3.223 204.429±149.432 33.413±36.058
1 4.040±2.975 64.444±37.896 8.510±6.487
2 3.337±1.876 96.095±102.490 10.459±9.048
3 5.198±2.748 183.833±166.749 28.877±31.003
4 4.986±4.604 209.174±171.891 25.640±22.238

Posteriormente, se realizó un ANOVA de una vía con un test no-paramétrico (Kruskal-Wallis), y ese aplicó el test Wilcoxon para evaluar diferencias significativas entre variables (p<0.05). Los análisis estadísticos se realizaron con el software RStudio (versión 3.6.0), mientras que los gráficos fueron construidos con el software SigmaPlot (versión 10.0).

4. Resultados

En primer lugar, interesa analizar la relación entre la variable independiente nivel socioeconómico (NSE) y la variable dependiente calidad de los argumentos de los adultos mayores participantes. Los resultados del ANOVA indican que hay un efecto significativo (p=0.003) de la variable NSE sobre la variable dependiente calidad de los argumentos.

Nota: Barras indican medias ± Error Estándar, Letras diferentes sobre las barras indican diferencias significativas de acuerdo con Wilcoxon p<0.05.

Figura 1. Efecto del nivel socioeconómico sobre la calidad de la argumentación de los adultos mayores 

De acuerdo con la Figura 1, se encontraron diferencias estadísticamente significativas en la calidad argumentativa según el nivel socioeconómico (p=0.003). El análisis indica que la calidad argumentativa del grupo de mayores ingresos (ABC1) es superior a la de los demás grupos. Le siguen los grupos socioeconómicos medio alto (C2) y medio bajo (C3), que no alcanzan a diferenciarse entre sí. Este último grupo tampoco se diferencia estadísticamente del NSE más bajo (D), que se ubica en el extremo opuesto al del NSE más alto.

Estos resultados son coincidentes con los de otros estudios (Santibáñez & Gascón, 2020). En el estudio citado, se comparó la calidad de los argumentos de AM y adultos jóvenes (entre 18 a 25 años) chilenos, cuyos resultados mostraron varias tendencias en línea con lo que en este trabajo se reporta; por ejemplo: de acuerdo con la variable educación, a mayor nivel de educación, mayor calidad argumentativa en ambos grupos etarios; de acuerdo con la variable ubicación geográfica, AM que viven en grandes ciudades tienden a argumentar mejor que personas residentes en lugares menos urbanizados.

Con el fin de averiguar si las variables que caracterizan a los participantes (NSE, escolaridad, sexo, región de residencia y calidad de sus argumentos) afecta el comportamiento de las medidas que dan cuenta de la variable dependiente fluidez del habla (tiempo de latencia(s) entre el fin de la pregunta y el inicio de la intervención; número de palabras, y duración (s) de las pausas internas de cada intervención), se aplicó la prueba de Kruskal-Wallis. Los resultados se presentan en la Tabla 3.

Tabla 3. ANOVA de NSE, escolaridad, región, ciudad, calidad argumentativa sobre fluidez del habla 

Factor/variable Gl Tiempo de latencia (s) Número de palabras Duración de las pausas (s)
Valor-p
NSE 3 0.3977 0.0909 0.4365
Escolaridad 9 0.1358 0.5349 0.4082
Sexo 1 0.6224 0.2151 0.0556
Ciudad 2 0.2241 0.1903 0.0185*
Calidad Argumentos 4 0.0335* 0.0002* 0.0038*

*Diferencias significativas para p<0.05.

Si bien en la Tabla 3 se observa que existirían diferencias significativas entre el tiempo de latencia según la calidad de los argumentos (p=0.0334), el análisis de separación de medias de Wilcoxon no arrojó diferencias significativas en las latencias al contrastar los datos agrupados según la evaluación de la calidad de los argumentos (0-1-2-3-4 puntos). Sin embargo, el mismo análisis mostró que la calidad de los argumentos se asocia a diferencias significativas en el número de palabras. Los resultados se muestran en la Figura 2.

Barras indican medias ± E.E. Letras diferentes sobre las barras indican diferencias significativas de acuerdo con Wilcoxon p<0.05.

Figura 2. Efecto del número de argumentos sobre el número de palabras totales de los adultos mayores 

El análisis de la Figura 2 revela que los argumentos evaluados con 0, 3 y 4 puntos presentan un mayor número de palabras, lo que quiere decir que la cantidad de palabras tiene relación con la calidad de los argumentos. Por su parte, aquellas respuestas que fueron valoradas con 1 y 2 tienden a comportarse de la misma manera o como un solo patrón, y los demás expresan diferencias, son las más breves y no alcanzan a diferenciarse estadísticamente entre sí. Es llamativo advertir que, en el caso de argumentos con puntaje 0, es decir, en los que se presentan argumentos sin razones suficientes, como en aquellos con alta valoración (4 puntos), se advierte un alto número de palabras. En el primer caso, el AM respondió la consulta, pero se refirió a temas diferentes o basado solo en su experiencia personal o a un único ejemplo. Estos datos son coherentes con estudios previos que indican que una de las características de los AM es su mayor verbosidad comparado con otros grupos etarios (Kemper, 2015); es decir, con los años los hablantes suelen ser más habladores.

Los argumentos que recibieron puntajes 2 o superior revelan razones y puntos de vista de mejor calidad en términos de pertinencia, aceptabilidad y suficiencia, los cuales se elaboran con más palabras. En un estudio similar (Tapia Ladino, 2005), en el que se comparó la fluidez del habla de adultos jóvenes y adultos mayores, ocurrió un fenómeno semejante en la narración de una historia. El mayor número de palabras con que relató el grupo de adultos mayores hizo la diferencia respecto de los adultos jóvenes, aunque en esa ocasión no se consideraron criterios de calidad para evaluar el desempeño.

Con el fin de hacer una reflexión más cualitativa de los casos, presentamos en la Tabla 4 algunos ejemplos de argumentos extraídos de las entrevistas hechas a los participantes. Damos ejemplos de respuestas de cada nivel de valoración: de 0 a 4 puntos.

Tabla 4. Ejemplos de argumentos extraídos de las entrevistas 

Caso C13 (evaluación 0 puntos)

¿Qué piensa de las administradoras de nuestras pensiones y jubilaciones?

-Eh de partida no me, no me gustan las AFP, porque pertenezco a otra caja, que es Fonasa … y he escuchado comentarios que no, no son, no son de mi agrado, o sea, no, no, no estoy conforme con eso.

¿Por qué le parece de tal forma?

-Como que no, eh, falta más trasparencia, más, más claridad en los, las empresas, lo que se impone, impone uno, y además por el asunto de salud, que tiene menos acceso que Fonasa, por decir el asunto de salud en cuanto al costo monetario.

Caso C86 (Evaluación 1 punto)

¿Qué piensas de las administradoras de nuestras pensiones y jubilaciones (AFP)?

-Lo peor. Con esa palabra se lo digo todo, no más.

¿Por qué te parece de tal forma?

-Me parece de tal forma por todo lo que se dice en la televisión, en las noticias, que ellos tienen ingresos, los reparten y que eso va quedando adentro. Así que no, no es un atado eso.

Caso MM25 (Evaluación 2 puntos)

¿Qué piensa usted de la administradora de nuestras pensiones y jubilaciones AFP?

-Que no están bien. Es poco, y para la gente que necesita más plata.

¿Por qué piensa usted de esa forma?

-Porque hay tanta gente que dice que no tiene plata, que no le alcanza lo que le dan de sueldo, de jubilación.

Caso JM78 (Evaluación 3 puntos)

¿Qué piensa usted de las AFP?

-Que es un proyecto que nació con, con problemas. Sigue con problemas y los problemas no son de fácil solución, pero la verdad que falta voluntad política para resolverlo.

¿Por qué usted piensa de esa forma?

-Porque esa fórmula fue concebida en tiempos de autoritarismo y dictadura, y no hubo espacios para recibir las opiniones, los comentarios, las decisiones de la mayoría de la población, y sus representantes.

C63 (Evaluación 4 ptos)

¿Qué piensa de las administradoras de nuestras pensiones y jubilaciones (AFP)?

-Que son gran negocio, que se aprovechan de los ahorros de todos los trabajadores para hacer los grandes negocios principalmente fuera del país.

¿Por qué le parece de tal forma?

-Me parece de tal forma porque las administradoras de pensiones no son otra cosa que una agencia de retención de dinero, porque ellas no aportan nada, en este caso las AFP no aportan nada al ahorrante, en este caso al pensionado, al trabajador. Principalmente, porque no hay un retorno de los dineros a los pensionados, porque todo se supone que, cuando hay, cuando suben en la bolsa los ahorros de los pensionados, eso va a incrementar el pozo de las AFP, pero en ningún caso sirve para aumentar la pensión de los trabajadores. Entonces no puede ser que haya un sistema de ese tipo, cuando está probado que el sistema principal, el sistema mejor, es el sistema solidario, que se mantiene un pozo el cual funciona principalmente con que el Estado sea el administrador y que todos esos dineros puedan servir para la creación de empresas en Chile, en el país que corresponde. En cambio, todos estos ahorros que son alrededor de $370.000.000.0000, resulta que la mayoría está afuera, y resulta que acá la desigualdad sigue, las pensiones bajas, entonces no hay por donde perderse.

Como se aprecia en la Tabla 4, el primer caso (C13) fue valorado con 0, porque revela una incomprensión de lo consultado y una total falta de pertinencia del punto de vista expresado. La pregunta era relativa al sistema de fondos de retiro y la respuesta aborda el sistema de salud. Por lo tanto, alude a un tema no consultado en la pregunta. El caso C86 con 1 punto de valoración basa su argumento en una experiencia personal aceptable y creíble, pues presenta un argumento relevante al señalar que el sistema de pensiones para los adultos mayores resulta débil para responder a sus necesidades, pero la cantidad de razones es insuficiente. Por su parte, el caso evaluado con 2 (MM25), además de pertinente, es aceptable al ofrecer razones ampliamente conocidas. El caso JM78, valorado con 3 puntos, se basa en argumentos pertinentes y aceptables basados en el contexto histórico en el cual surge el sistema de pensiones. Finalmente, el caso C63, con 4 puntos, se caracteriza por ofrecer razones óptimas al apoyar su respuesta en razones externas a la experiencia personal y al describir la forma detallada cómo funciona el sistema de pensiones

En cuanto al análisis del efecto de la calidad de los argumentos en la duración general de las pausas, considerando la suma del tiempo de latencia de la respuesta y las pausas al interior de la intervención, se encontraron diferencias significativas que se muestran en la Figura 3.

Nota: Barras indican media ± E.E. Letras diferentes sobre las barras indican diferencias significativas de acuerdo con Wilcoxon p<0.05.

Figura 3. Efecto de la calidad de los argumentos sobre la duración de las pausas (s) en adultos mayores 

Los resultados de la Figura 3 muestran que la duración de las pausas es mayor cuando la calidad de los argumentos es evaluada con 0, 3 y 4 puntos, sin diferencias estadísticas entre sí. Cuando la calidad de los argumentos es evaluada con 1 o 2 puntos, la duración de las pausas disminuye significativamente y resultan similares entre sí. Una explicación tentativa respecto de la nueva coincidencia (la anterior fue en relación con la cantidad de palabras) entre los puntos de vista evaluados con 0 (baja calidad) y 3 y 4 (alta calidad), ahora en relación con la duración de las pausas, podría ser que la dificultad para producir argumentos de buena calidad demanda los mismos esfuerzos cognitivos en el habla que el desafío de producir argumentos robustos (con calidad de 3 y 4 puntos de acuerdo con nuestra rúbrica). También como con la variable número de palabras, los niveles 1 y 2 de valoración de calidad de los argumentos se comportan de manera similar.

5. Discusión

Los resultados generales indican que se dan ciertas relaciones significativas entre calidad argumentativa y algunas variables de fluidez del habla. Como se ha ido indicando a lo largo de este trabajo, se presentan diferencias en la calidad de puntos de vista y razones entre los participantes de diferentes niveles socioeconómicos.

A mayor nivel socioeconómico, la calidad de los argumentos es mejor. El nivel socioeconómico está directamente relacionado con el nivel de educación: a mejor nivel socioeconómico, mayor nivel de educación (Rossell et al., 2017). De este modo, una mejor educación parece ser un factor importante en el desarrollo de las habilidades argumentativas. Este resultado confirma lo que se ha observado en otros estudios que han comparado la calidad argumentativa con el nivel socioeconómico, tanto en Chile (Santibáñez & Gascón, 2020) como en otras partes del mundo (Kuhn, 1991).

Por su parte, un mayor número de palabras puede indicar (1) argumentos de mejor calidad o (2) ausencia de argumentación pertinente. Esto es coherente con hallazgos generales previos (Kemper, 2015) en los que se indica que con la edad las personas se vuelven más habladoras, lo que puede estar tanto relacionado con un discurso relevante al tema bajo conversación como uno con elementos innecesarios o redundantes. Los hallazgos presentados en esta investigación dan cuenta de este fenómeno al abordar la tarea de investigación como una conversación natural y no como una tarea más estructurada, es decir, como un test estandarizado. La mayor producción de palabras puede ser una señal de que, o bien se presenta un número suficiente de razones, detalladas convenientemente, y se consideran posibles puntos de vista alternativos (es decir, una buena competencia argumentativa), o bien ese gran número de palabras es una manifestación de confusión e incapacidad de prestar atención al tema en discusión.

Ocurre lo mismo con las pausas. Una mayor duración de las pausas puede indicar (1) argumentos de mejor calidad o (2) ausencia de argumentación pertinente. En este caso, si se interpretan las pausas como tiempo de reflexión, esto podría mostrarnos la diferencia entre la reflexión de un individuo competente y la de uno poco hábil. Cuando se trata de un argumentador competente, la reflexión lleva a argumentos de gran calidad. Cuando se trata de un argumentador poco talentoso o adiestrado, la reflexión conduce a consideraciones irrelevantes y confusas. Ello es coherente con estudios previos que indican que los adultos mayores se caracterizan por presentar más fenómenos que retardan la fluidez del habla como pausas y vacilaciones (Kemper, 2015; Rodríguez-Aranda & Jakobsen, 2011; Juncos-Rabadán et al., 2005). La literatura comparada general sobre producción discursiva en adultos mayores (Arbuckle & Gold, 1993; Dennis & Hess, 2016; James et al., 1998) advierte que el mayor uso de lenguaje tangencial en AM respecto de adultos jóvenes se puede interpretar como un déficit inhibitorio o como un cambio en las metas comunicativas de los AM, que pasa de un intercambio informacional a una conexión social (James et al., 1998; Trunk & Abrams, 2009). Habrá que determinar en otros estudios si en el contexto de entrevistas, como las que hemos realizado, los AM realizan este cambio para buscar una interacción o conexión social con el entrevistador, razón por la cual podrían esforzarse por producir buenos argumentos.

Del mismo modo, la fluidez del habla, entendida como facilidad y eficiencia de producir comunicación oral, declina con el paso de los años. Kemper y Sumner (2001) han indicado que narraciones producidas por AM tienen menor densidad proposicional que adultos jóvenes. La densidad proposicional es la proporción de palabras que crean proposiciones (por ejemplo, verbos y adjetivos) con el total de palabras y que refleja la habilidad de proveer más contenido con menos palabras. Con el paso de los años, usualmente los AM exhiben más signos de una fluidez deteriorada (Dennis & Hess, 2016). En nuestro trabajo, hemos visto que las pausas, generalmente asociadas con menor fluidez, pueden tener un valor positivo en términos de calidad argumentativa. Dado que argumentar es en efecto una práctica cognitiva demandante (Santibáñez & Hample, 2015), una pausa sería una estrategia inteligente para reflexionar sobre los vínculos entre el punto de vista que se comunica y las razones que lo apoyan, para lo cual una pausa generaría el espacio reflexivo adecuado.

6. Conclusiones

Nuestros hallazgos más importantes indican que existe una relación entre calidad de los argumentos y fluidez del habla en adultos mayores, específicamente en lo relacionado con el número de palabras y la duración de las pausas. Las razones y puntos de vista de mejor calidad se caracterizan por contar con un mayor número de palabras y una mayor duración de las pausas. Nuevas investigaciones debieran esclarecer, particularmente, si las pausas en efecto se relacionan con un proceso reflexivo, o si solo se relaciona con una incapacidad, o desgaste, en el sistema cognitivo del adulto mayor de disminuir las pausas y hacer de su oralidad, en un contexto argumentativo, algo más fluido.

También observamos que las variables sociales nivel educacional y nivel socioeconómico están en una relación directa de afectar el desempeño argumentativo del adulto mayor. Este contexto socioeconómico, que en Chile determina varios procesos individuales y colectivos, manifiesta un vínculo en términos de mejor nivel socioeconómico y mejor educación y, por tanto, mejor desempeño argumentativo. Nuevas investigaciones debieran determinar qué variable específica en este grupo juega un papel principal, y si hablantes que no poseen estatus socioeconómico alto o no han tenido educación privilegiada aun demuestran una buena calidad argumentativa.

Se debe recordar que la competencia gramatical básica se preserva con el paso de los años, pero que los AM pueden mostrar algunos déficits con la capacidad de estructurar una gramática compleja en ciertos contextos comunicativos. Por ejemplo, Kemper et al. (2001), en un estudio que siguió durante 15 años la producción de narrativas, observaron que el declive comienza a partir de los 75 años. Este resultado fue luego corroborado en otro estudio (Kemper et al., 2010), añadiendo con mayor precisión que el declive se da en condiciones de tareas duales, vale decir, cuando los AM están utilizando sus recursos en dos o más estímulos para la producción discursiva (entender o interpretar imágenes, por ejemplo, y darles un nombre).

Siguiendo este desafío metodológico de realizar estudios longitudinales, es de vital importancia en un futuro cercano determinar con precisión desde qué tramo etario, dentro de la adultez mayor, se observa ya un declive evidente de la capacidad de producir discurso argumentativo, por un parte, y producir argumentos de calidad específicamente, por otra. En este sentido, cabe señalar que en este estudio se utilizó para el tamizaje de la muestra el test Minimental, versión abreviada, que es un instrumento ampliamente usado en Chile por el sistema de salud primaria para determinar la normalidad cognitiva de los adultos mayores. Sin embargo, en futuros estudios, puede considerarse la aplicación de un instrumento de evaluación neurocognitiva estandarizado como el Montreal Cognitive Assesment (MoCA) (Nasreddine et al., 2005) que ofrece una mayor fiabilidad clínica y neurocognitiva2.

Finalmente, también nos parece importante avanzar en procedimientos que le otorguen validez y fiabilidad estadística a la rúbrica que hemos diseñado para este estudio. Nuestros resultados sugieren que se trata de un instrumento con potencial para ser empleado en futuras investigaciones que busquen evaluar calidad argumentativa.

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Cómo citar este artículo: Tapia-Ladino, M., Arancibia Gutiérrez, M., Santibáñez, C., & Gascón, J. Á. (2022). Calidad argumentativa y aspectos temporales del habla en adultos mayores chilenos. Forma y Función, 35(1). https://doi.org/10.15446/fyf.v35n1.88500

1 La nomenclatura socioeconómica en Chile aquí utilizada refiere al ingreso familiar que vive bajo un mismo techo; en términos de dólares, aproximadamente, se despliega como sigue: ABC1 corresponde a más de $2.000; C2 entre $1.000 y $1.500; C3 entre $700 a $999; D a $699 y $300.

2Agradecemos a un revisor anónimo por esta sugerencia.

*Este trabajo es parte de los resultados del proyecto de investigación titulado «Caracterización lingüística y cognitiva de la competencia argumentativa en adultos mayores en Chile: un estudio en las Regiones del Bio-Bio, Coquimbo y Metropolitana», Fondecyt Regular N.º 1170492.

Recibido: 22 de Junio de 2020; Aprobado: 15 de Julio de 2021

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