Las lenguas clásicas comprenden un corpus de obras y autores, cuya extensión, de alguna manera, está prefijada y aumenta solo excepcionalmente con motivo de hallazgos arqueológicos. Por oposición a esta presumible estabilidad, los métodos, las dinámicas y los instrumentos, con los cuales se aprenden, se estudian y se cultivan las lenguas clásicas actualmente no son los de décadas atrás. Han evolucionado rápidamente. El advenimiento de la era de la información conlleva, entre otras consecuencias, que se disponga hoy en día de herramientas que apoyan y facilitan los procesos de enseñanza y aprendizaje de maneras desconocidas para generaciones anteriores. Asimismo, la emergencia del mundo globalizado ha planteado la necesidad de que la tradición occidental sea puesta en diálogo con otras culturas (^{Gruber-Miller, 2006}). En este contexto es apenas esperable que surja la necesidad de actualizar y replantear los métodos de enseñanza y aprendizaje de las lenguas clásicas y, junto con ellos, que se replanteen sus fines y objetivos.

El número monográfico que ahora se presenta ofrece un recorrido sobre algunas de las principales líneas de reflexión y de trabajo que han orientado durante los últimos años los esfuerzos por reformar en sus fundamentos, enfoques y métodos la enseñanza y el aprendizaje del griego antiguo y el latín. Son numerosos los elementos que representan este cambio de paradigma: la adopción del «método inductivo-contextual», el énfasis en el desarrollo de competencias activas y en el aprendizaje de vocabulario, la integración de contenidos culturales en los cursos de lengua, entre otros. Se trata en definitiva del distanciamiento crítico frente a lo que suele llamarse «método tradicional», también denominado «método gramática-traducción», en razón de que la dilucidación de estructuras gramaticales y la traducción de textos juegan el rol central en el proceso de enseñanza-aprendizaje (^{Dircksen, 2016}). La denominada crisis de las humanidades puede ser parcialmente explicada como producto de la implementación de métodos de enseñanza obsoletos, así como el agotamiento de modelos pedagógicos y didácticos anticuados. Por tanto, la necesidad de renovar tales métodos, modelos y estrategias puede también verse como condición necesaria para recuperar el lugar central de las humanidades en la educación (^{Stringer, 2019}). Este número monográfico pretende contribuir, así pues, en ambas direcciones, por un lado, a la renovación de los métodos de enseñanza y estrategias didácticas en las clases de lenguas clásicas y, por otro, al posicionamiento una vez más de las humanidades como elemento nuclear de la formación todavía en el siglo XXI.

Los artículos incluidos en este número son evidencia, además, de la investigación en la pedagogía y la didáctica de las lenguas clásicas. Este campo ha bebido ya durante largo tiempo de los avances en lingüística aplicada, lingüística de corpus, lexicología y semántica, etc.. Lo que estos seis artículos ponen en evidencia es que también la enseñanza y aprendizaje de lenguas clásicas pueden ser investigadas. En efecto, la formulación e implementación de un proyecto de renovación pedagógica, la medición de competencias lingüísticas, la indagación histórica sobre fuentes son formas de abordar la enseñanza y el aprendizaje como objetos de estudio. También el reconocimiento disciplinar y colectivo de estos campos de investigación como vigentes y válidos es un derrotero que marca nuestros principales objetivos hacia el futuro. Esperamos precisamente que el número que ahora se presenta sea estímulo para ulteriores contribuciones en estas mismas líneas de estudio, reflexión e investigación.