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Lenguaje

Print version ISSN 0120-3479On-line version ISSN 2539-3804

Leng. vol.50 no.1 Cali Jan./June 2022  Epub Jan 18, 2022

https://doi.org/10.25100/lenguaje.v50i1.11116 

Artículo

Una aproximación a los fitónimos en lengua tikuna desde la perspectiva terminológica

An approach to phytonyms in the Tikuna language from the terminological perspective

Une approche des phytonymes en langue tikuna du point de vue terminologique

Melisa Rodríguez Bermúdez1 
http://orcid.org/0000-0002-6303-9928

John Jairo Giraldo Ortiz2 
http://orcid.org/0000-0001-6102-8400

1 Universidad de Antioquia. Medellín, Colombia. Correo electrónico: melisa.rodriguez@udea.edu.co

2 Universidad de Antioquia. Medellín, Colombia. Correo electrónico: john.giraldo@udea.edu.co


Resumen

El presente trabajo es una aproximación al estudio terminológico de la fitonimia tikuna. En concreto, se plantea un diseño metodológico desarrollado a partir de la Teoría Comunicativa de la Terminología (TCT). Gracias a este enfoque, insertado en la lingüística aplicada, se llega a dos resultados principalmente. Por un lado, se conforma una BDT (Base de Datos Terminológicos) monolingüe con 206 fitónimos en español con equivalentes en tikuna y en latín (nombre científico) y, por otro lado, se logra una descripción cualitativa y cuantitativa de los fitónimos recogidos en la BDT. Así, esta propuesta supone la observación de diferentes fenómenos, como préstamos a lenguas aborígenes, neología, variación dialectal, etc., los cuales son a su vez de interés terminológico, en particular, y de interés lingüístico, en general.

Palabras clave: tikuna; fitónimos; terminología; corpus; etnolingüística

Abstract

This paper is an approach to the terminological study of Tikuna phytonymy. Specifically, we propose a methodological design based on the Communicative Theory of Terminology (CTT). Owing to this approach, embedded in applied linguistics, two main results have been attained. On the one hand, a monolingual term database (TD) has been compiled including 206 phytonyms in Spanish with equivalents in Tikuna and Latin (scientific name). On the other hand, a qualitative and quantitative description of the phytonyms collected in the TD is achieved. Thus, this proposal involves the observation of different phenomena, such as aboriginal language borrowings, neology, dialectal variation, etc., which are of terminological interest, in particular, and of linguistic interest, in general.

Key words: Tikuna; phytonyms; terminology; corpus; ethnolinguistics

Résumé

Cet article est une approche de l'étude terminologique de la phytonymie Tikuna. Plus précisément, nous proposons un design méthodologique basé sur la Théorie Communicative de la Terminologie (TCC). Grâce à cette approche, insérée dans la linguistique appliquée, deux résultats principaux sont atteints. D'un côté, une BDT (base de données terminologiques) monolingue est formée avec 206 phytonymes en espagnol avec des équivalents en tikuna et en latin (nom scientifique) et, de l'autre, une description qualitative et quantitative des phytonymes recueillis dans la BDT est réalisée. Ainsi, cette proposition implique l'observation de différents phénomènes, tels que les emprunts aux langues autochtones, la néologie, la variation dialectale, etc., qui présentent un intérêt terminologique, particulièrement, et un intérêt linguistique, en général.

Mots clés: tikuna; phytonymes; terminologie; corpus; ethnolinguistique

INTRODUCCIÓN

La lengua tikuna es una de las 65 lenguas nativas habladas en Colombia, las cuales, a pesar de las diversas políticas y leyes que se han establecido en el país para su preservación, se encuentran constantemente amenazadas debido a diversos factores sociopolíticos y académicos que dificultan su transmisión efectiva entre las diversas generaciones de nativos (Landaburu, 2004). Actualmente, la lengua tikuna se entiende como una lengua en peligro de extinción y, además, es definida como una lengua aislada, aunque es precisamente esta lengua la que abre la discusión sobre las lenguas aisladas gracias a evidencias que la emparentan con la lengua yurí.

La comunidad hablante del tikuna se ubica al sur de la Amazonía y se extiende desde el río Atacuari ubicado entre Colombia y Perú, hasta el río Jutaí en Brasil. Según Facó Soares (2018) la comunidad tikuna estaba conformada por 53 544 individuos en Brasil, 8000 en Colombia y 6982 en Perú1.

Colombia es un país con una riqueza cultural y biológica inconmensurable, donde, a pesar de haberse implementado una serie de proyectos, políticas y leyes para el cuidado del patrimonio inmaterial, cada una de las lenguas aborígenes se encuentra amenazada en lo que concierne a su vitalidad. Lo anterior, sumado a otros motivos, ha hecho que desde la lingüística se adelanten trabajos principalmente con un enfoque descriptivo (Landaburu, 2004). Dadas dichas condiciones, con este trabajo se pretende aportar al avance en el inventario de estudios lingüísticos en la lengua de nuestro interés con la recopilación, descripción y sistematización (mediante una base de datos terminológicos monolingüe, en español con equivalentes en tikuna) de los nombres de las plantas propias de las zonas de influencia tikuna.

A consecuencia de la carencia de recursos terminográficos en lengua tikuna (más adelante se profundizará en esto), pretendemos aportar una BDT de acuerdo con los principios establecidos en la Teoría Comunicativa de la Terminología (TCT) en la cual ha profundizado Cabré (1999). La metodología propuesta sigue las etapas del trabajo terminológico establecidas en esta teoría: cada entrada de la base de datos está en español y se acompaña de varios campos como el equivalente en lengua tikuna, el referente en latín, el área temática, las fuentes, el contexto, entre otros.

La base de datos terminológicos sobre los fitónimos en tikuna, en particular, y este trabajo, en general, se dirigen a la comunidad interesada en la temática objeto de estudio, que abarca un público amplio, desde tikunahablantes, filólogos, terminólogos, traductores y lingüistas hasta agentes gubernamentales y comunidad en general. En suma, con dicha problematización procuramos contribuir a la soberanía, pervivencia, conocimiento y divulgación de esta lengua y su cultura, así como a la apertura de nuevas líneas de trabajo para la etnolingüística desde la terminología.

Planteamiento del problema

Es importante tener presente que la lengua tikuna hizo parte del Programa de Protección de la Diversidad Etnolingüística (PPDE), que entrega unos pronósticos optimistas que contrastan con una realidad caracterizada por el gran riesgo que corre la vitalidad de esta y otras lenguas; es de ahí que, por ejemplo, Landaburu (2016) insista en que su equilibrio depende de las medidas a tomar en los próximos treinta años, medidas que deben ser contextualizadas y tener en cuenta, por ejemplo, la dimensión transfronteriza de esta lengua.

De esta manera, sobre la lengua tikuna se han llevado a cabo diversos estudios y publicaciones. Sin embargo, desde la lingüística, y como suele suceder con casi todas las lenguas aborígenes, la producción académica se caracteriza por ser predominantemente descriptiva abarcando los niveles clásicos de la lengua general y las taxonomías. Este fenómeno se da gracias a diversos factores, entre los cuales se destaca el temor que despierta la fragilidad de la pervivencia (Landaburu, 2004).

Es por esto que, dentro de la etnolingüística colombiana, se nota cierto descuido por los niveles lingüísticos diferentes a los mencionados, entre los cuales destacamos la disciplina terminológica que, como se expondrá más adelante desde la bibliografía propuesta por Fabre (2005), ha tenido una relación superficial con la lengua tikuna. En cambio, diversos estudios lingüísticos como aquellos pertenecientes a otras disciplinas de las ciencias naturales, que cuentan con sus propios métodos e intereses, se han encargado de recoger un material etnobotánico muy valioso, que tiene un gran potencial para ser recolectado y descrito desde el campo terminológico de esta lengua.

Gracias a este panorama, y a diagnósticos como el ya citado, el Ministerio de Cultura de Colombia (s.f.) se propone la protección de estas lenguas desde el ámbito político. De esta iniciativa surgen:

(1) la Ley de Lenguas Nativas (Senado de la República de Colombia. 1381 de 2010), (2) el Autodiagnóstico Sociolingüístico sobre el estado de vitalidad de las lenguas de los pueblos étnicos, y, (3) los Planes de salvaguarda de las lenguas definidos por los mismos pueblos. (Bodnar, 2016, pp. 141-142)

Por su parte, la Ley 1381 de 2010 se define a sí misma como:

de interés público y social, y tiene como objeto garantizar el reconocimiento, la protección y el desarrollo de los derechos lingüísticos, individuales y colectivos de los grupos étnicos con tradición lingüística propia, así como la promoción del uso y desarrollo de sus lenguas que se llamarán de aquí en adelante lenguas nativas. (Artículo 1)

En suma, el fenómeno de la urgencia descriptivista, al igual que las políticas y leyes citadas de la mano con la amplia producción científica de otras áreas como la etnobotánica (que sin tener metodologías lingüísticas han recogido un vasto material etnolingüístico), posibilitan el cuestionamiento de la organización de estos datos para conformar, como se hace en el presente trabajo, el objeto de estudio de disciplinas como la terminología.

En relación con lo anterior nuestro interés fue la sistematización y organización de algunos de los fitónimos existentes en lengua tikuna. Según Cáceres y Salas (2020):

el término fitónimo es un neologismo empleado en el vocabulario de la botánica y la etnobotánica desde mediados del pasado siglo. Relacionado con el término fitonimia, “nomenclatura botánica” (Font-Quer, 1993) -aunque esta voz incluye la fitonimia científica y la popular-, el término fitónimo es el más empleado en la actualidad para designar los nombres comunes, vulgares o populares de los diferentes vegetales . . . Son innumerables los trabajos científicos y divulgativos que se publican constantemente y que utilizan fitónimo o fitonimia como sinónimos de “nombres comunes de plantas”. (p. 14)

En definitiva, el problema de investigación se formuló de la siguiente manera: ¿Cómo recoger y describir desde el punto de vista terminológico los fitónimos de la lengua tikuna? Dar respuesta a la anterior pregunta lleva a un nivel de conocimiento de tipo exploratorio, en el cual se plantean unas bases de corte terminológico para el área de la etnolingüística. A esto deseamos llegar desde la caracterización sistemática de la unidad de análisis (el fitónimo) sugerida por la terminología para nuestro interés investigativo. De esta manera, se pretende entonces generar un tipo de conocimiento que no se quede en un nivel superficial o diagnóstico, sino que, desde la terminografía, como componente aplicado de la terminología, se logre llegar a describir la realidad lingüística de este lenguaje especializado consignado en el corpus de este trabajo.

Antecedentes

En lengua tikuna “los trabajos básicos de lingüística descriptiva (fonología, morfología y sintaxis) se han hecho en Perú (Anderson, 1959, 1966), Brasil (Soares-Facó, 1986, 1990, 2000) y Colombia (Montes, 2004)” (Montes, 2018, p. 193). Sin embargo, no se cuenta con estudios variados y actualizados que se interesen por el enfoque terminológico que nace en el nivel léxico y las disciplinas asociadas a este. Lo anterior es observable, por ejemplo, en el estado del arte de esta lengua propuesto por Fabre (2005), en donde solo aparecen cuatro vocabularios publicados a mediados del siglo XX, además de una obra en que se cuestiona la “diccionarización”, y una sola obra de carácter terminológico.

Ahora bien, para identificar la carencia de estudios enmarcados en la disciplina terminológica, que se interesen por el lenguaje especializado de la botánica, repasamos algunos autores que profundizaron en la lengua tikuna.

  1. En el siglo XIX hubo varios viajeros que convivieron con los tikuna; entre estos algunos pertenecientes principalmente a la etnografía y la botánica. Fue así como se destacó F.P. von Martius, quien conocía la medicina, la botánica y la antropología. Este autor, en su obra Glossarium linguarum brasiliensium (1863), se relacionó con la terminología y la etnobotánica en lenguas aborígenes. Esta obra, aunque no abarca la lengua tikuna sí lo hace con la yurí, lo cual posteriormente servirá, primero a Carvalho y luego a Goulard en conjunto con Montes Rodríguez, para desentramar la filiación y poder emparentar correctamente a la lengua tikuna (Montes, 2016).

  2. En el siglo XX escala el interés y la rigurosidad académica; se destaca Paul Rivet en la producción etnográfica y la formación de profesionales afines. Fue el primer director del Instituto Etnológico Nacional de Colombia (1941) y enfoca la lingüística en el nivel fonético, por lo cual descuida un poco los campos aplicados.

  3. Nimuendajú (1978) es un autor bastante importante en la bibliografía tikuna. Aunque no tuvo una formación formal, logró una copiosa producción académica, un aprendizaje empírico de décadas. Como resultado de las investigaciones que él llevó a cabo entre los tikuna en la primera mitad del siglo XX, se publicó en 1952 su obra monográfica póstuma.

  4. Contemporáneo a Nimuendajú (1978) sobresalió el fraile Alviano, quien sería el primer misionero en aprender a hablar y escribir en tikuna y lanzar, en 1949, la que sería la primera gramática de esta lengua.

Vemos pues que, antes de la mitad del siglo XX, se destaca la producción empírica de exploradores y misioneros (no muy rigurosos en términos modernos); sin embargo, paulatinamente se tiende cada vez más a la cientificidad. Al respecto, Schultes (1941) define a la etnobotánica de manera muy oportuna para nuestra investigación, así:

Esta ciencia, como interfacultativa que es, no sólo está en relación muy estrecha con las actividades comunes de la Botánica (taxonomía, morfología y anatomía vegetales, fitogeografía, ecología, genética, fitopatología) y con las que dependen de la antropología (lingüística, etnografía, etnología, arqueología, historia), sino que frecuentemente debe traslaparlas, esto es cubrirlas parcialmente. Otras veces es necesario utilizar también los datos geográficos, geológicos, químicos y farmacológicos para corroborar las conclusiones etnobotánicas. De igual modo la selvicultura, la horticultura y la agricultura están estrechamente vinculadas a muchos problemas etnobotánicos. (p. 8).

Definitivamente Schultes abre el diálogo entre la ciencia y el conocimiento ancestral, ya que, a pesar de hacerlo motivado por un fundamento utilitario y una relación dominante, hizo un importante énfasis en el papel definitorio que tienen estos conocimientos para la conservación biológica a través de la recolección, organización y pervivencia.

  1. En adelante la bibliografía aparecida sobre esta cultura, desde la etnobotánica en relación con la fitonimia, se torna mucho más científica, sistemática y académica. Así, Linda Glenboski, de la Universidad de Alabama, publica en 1983 su obra The ethnobotany of the Tikuna Indians, Amazonas, Colombia. Aunque Montes (2001) la califica como “breve”, resalta la importancia que esta tiene al ser la primera en preocuparse por la fitonimia tikuna enmarcada en la etnobotánica.

  2. En lo que respecta al final del siglo XX y el inicio del XXI, ha sido una época cuyos estudios en relación con la etnolingüística tikuna se han nutrido de metodologías y enfoques que tienden cada vez más a la cientificidad. Los más sobresalientes serán los de Anderson, Soares y Montes Rodríguez, todos enfocados en niveles básicos como la fonología, la morfología y la sintaxis.

Es interesante cómo estos tres autores, reconocidos por profundizar en los niveles descriptivos básicos de la lingüística, son también antecedentes para esta investigación gracias a productos que se emparentan con:

  • La fitonimia: Los nombres de las plantas, sus partes y sus espacios de crecimiento. Aproximación etnolingüística a partir de datos de la lengua tikuna de Montes (2001).

  • La terminología: A Proposal for Dictionarization of an Indian Language de Facó Soares (1996).

  • La recolección léxica tikuna-español (aunque no sea de lenguaje especializado): Diccionario ticuna-castellano de Anderson y Anderson (2016).

Justificación

En lo que respecta a la pertinencia de la ejecución de este trabajo investigativo, esta se valida por la necesidad, ya manifestada desde la legislación, de proteger la vitalidad de esta lengua y, además, por la ausencia en el campo de la lingüística de un producto o un estudio que se interese en nuestro medio por la terminología de la botánica en lengua tikuna, y por la ausencia general de estudios aplicados a esta lengua.

Lo interesante es que, a pesar de esto, dentro de la bibliografía de la lengua tikuna hay bastantes fuentes que contienen los fitónimos de nuestro interés, que provienen de diferentes áreas del conocimiento; por tanto, se hace tan viable como necesario contribuir con su sistematización desde la terminología como disciplina especializada en ello. En este sentido las siguientes palabras de Montes (2001) resultan oportunas:

La etnografía y la biología han explorado la visión cultural de las plantas entre los ticunas. Es de esperarse que el cúmulo de información botánica y etnográfica disponible empiece a ser sistematizado, y que en el futuro los datos lingüísticos relativos al tema sean algo más que una mera ilustración. (pp. 523-524).

De hecho, un referente clave en este proceso fue la base de datos Nombres Comunes de las Plantas de Colombia (NCPC), obra exhaustiva que logra sistematizar los fitónimos reportados en múltiples fuentes secundarias de todo tipo, teniendo en cuenta los nombres comunes y sus referentes (nombres científicos) además de otra información. Sin embargo, esta vasta obra no recoge ningún fitónimo aborigen “pues la correcta documentación de éstos requiere de análisis lingüísticos exhaustivos y de grafías que en muchos casos no están todavía estandarizadas” (Bernal et al., 2017, sección de Presentación).

Objetivos

El objetivo general de este trabajo es de doble vertiente. Por una parte, se busca establecer el estado de la cuestión en lo referente a los recursos terminológicos disponibles en el campo de la fitonimia en tikuna y español y, por otra parte, describir, desde el punto de vista terminológico, una muestra de términos relativos al campo de la fitonimia en lengua tikuna. Específicamente, se busca crear una base de datos terminológicos monolingüe sobre fitonimia en español, con equivalentes en tikuna y latín.

MARCO TEÓRICO

La disciplina en la que se enmarca este trabajo es la Terminología. En su vertiente teórica, esta se encarga de estudiar la estructura, formación, desarrollo, uso y gestión de los términos en los diferentes campos de especialidad. Asimismo, es un conjunto de designaciones que pertenecen a un mismo campo de especialidad. Y, en su vertiente aplicada (también conocida como ‘terminografía’ o ‘trabajo terminológico’) se dedica al registro, procesamiento y presentación de los datos terminológicos adquiridos mediante el proceso de investigación terminológica. (International Organization for Standardization [ISO], 2000, p. 10).

Así pues, enmarcamos nuestro trabajo en la Teoría Comunicativa de la Terminología (TCT) de Cabré (1999), ya que estimamos que responde a los siguientes cuatro aspectos fundamentales:

Su poliedricidad (denominativa, cognitiva y funcional), su doble función (representativa y comunicativa), la definición de sus elementos operativos (concepción del lenguaje como real o ideal, y de la comunicación como una actividad in vivo o in vitro), y su diversidad aplicada, determinada por las características pragmáticas de la comunicación. (p. 1).

Afirmar la pertenencia de la terminología al campo de la lingüística (concretamente al de la lingüística aplicada) trae sus consecuencias conceptuales y prácticas, las cuales están íntimamente relacionadas con las razones ya mencionadas. Al respecto Cabré y Adelstein (2001) en ¿Es la terminología lingüística aplicada? desarrollan una reflexión sobre su área de estudio desde la TCT. Desglosan la concepción del término como “objeto poliédrico” de la terminología, ligan esta disciplina a su componente práctico (la terminografía) con sus propias necesidades y regularidades metodológicas, lo cual entre otros detalles conforma la disciplina en la cual enmarcamos este acercamiento exploratorio:

Los términos, como cualquier componente del lenguaje, pueden ser objeto de la lingüística aplicada en tanto se analicen o aborden desde una perspectiva encaminada a la resolución de cuestiones de índole informativa o comunicativa. (pp. 3-4).

En cuanto al aparataje teórico, nos acogemos también a la TCT que, según las autoras antes citadas, debe interrelacionar lo que respecta al conocimiento, al lenguaje y a la comunicación desde sus propias teorías para, de esta forma, acercarse a la unidad terminológica (UT) consolidada como su objeto y desprendida de un potencial específico que puede o no tener (gracias a la pragmática) una unidad léxica,

cuya poliedricidad consiste en que es a la vez unidad cognitiva (representa conocimiento), unidad funcional (se emplea para comunicarse), y unidad lingüística (es una unidad del lenguaje natural) . . . Casi siempre se ha distinguido la palabra, en tanto unidad de la lengua general, del término o UT, unidad de las lenguas de especialidad. Consideramos, en realidad, que palabra y término son valores que puede adquirir una misma unidad del léxico, según cuál sea el contexto de uso. (Cabré y Adelstein, 2001, p. 5).

Es pues de esta manera como describiremos el lenguaje especializado de la botánica, particularmente las UT correspondientes a nombres de plantas, en la lengua tikuna y español. Nos valdremos de la metodología que propone Cabré (1993) para desarrollar, en la conformación de una base de datos, el componente terminográfico de esta disciplina, que es inseparable a su vez del contexto comunicativo y del aparataje cognitivo que presupone el lenguaje especializado objeto de este estudio.

METODOLOGÍA

Para este proceso de trabajo terminológico monolingüe en español con equivalencias en tikuna y latín se definió el siguiente diseño metodológico de 6 fases, adaptado de Cabré (1993): 1) Definición y delimitación del trabajo, 2) Preparación del trabajo, 3) Elaboración de la terminología, 4) Supervisión del trabajo, 5) Tratamiento y resolución de los casos problemáticos y 6) Presentación del trabajo.

Así pues, en la primera fase se definieron los asuntos relativos al tema (fitónimos en tikuna); los destinatarios (hablantes de la lengua tikuna, estudiosos de la botánica, lingüistas, traductores, agentes gubernamentales y público en general); el alcance (base de datos con mínimo 50 términos del área de la fitonimia en lengua tikuna); la finalidad (creación de una base de datos para la recopilación con fines descriptivos de los términos del área objeto de estudio); y definición de las funciones de los investigadores (establecimiento de la metodología de trabajo, criterios de conformación del corpus, conformación del corpus, validación de términos, vaciado de terminología, búsqueda de equivalentes en tikuna y latín, etc.).

La segunda fase, dedicada a la preparación del trabajo, consistió principalmente en la selección de la información, la constitución del corpus y la definición del plan de trabajo. En la selección de la información se tuvieron en cuenta las premisas de pertinencia, actualidad y originalidad. Lo anterior llevó a la constitución de un corpus de 28 textos que permitió clasificarlo a su vez en varios subcorpus, según su función, a saber: vaciado, referencia y equivalentes.

El subcorpus de vaciado son las fuentes para la extracción de los candidatos a términos en tikuna; este se conformó con 14 documentos, de los cuales 5 se recogieron en la muestra extraída para el análisis. De estos últimos, tres se publicaron en Perú, uno en Ecuador y uno en Colombia, sin dejar de lado que tres de los mismos aparecieron en el siglo XXI y dos en el siglo XX. El subcorpus de referencia, por su parte, corresponde a las fuentes para la confirmación de los términos en tikuna, contiene los textos que sirven de referencia, es decir, diccionarios o bases de datos similares. Estos recursos presentan los nombres de las plantas en latín, español y portugués con sus equivalentes en tikuna; este subcorpus se conformó con 7 documentos. Por último, el subcorpus de equivalentes contiene fuentes para la búsqueda de los equivalentes en tikuna, español y latín de los fitónimos que finalmente se seleccionaron; este se conformó con 18 documentos. Dicho esto, a continuación, la Tabla 1 recoge la información sobre cada uno de los textos que conforman cada subcorpus en particular.

Tabla 1 Subcorpus de vaciado, referencia y equivalencias 

Nombre Título Autor Año
Subcorpus de vaciado Hacia una dialectología tikuna Abel Santos 2005
Libro guía del maestro ticuna. Capítulo II Ahué, y otros. 2002
Libro guía del maestro ticuna. Capítulo III Ahué, y otros. 2002
Guía Etnográfica de la Alta Amazonía Goulard 1994
Inventario de plantas usadas para artesanías Linares 1994
The tukuna Nimuendajú 1952
Plantas del centro experimental amazónico Peñuela Mora y Jiménez Rojas 2010
Sombras Invisibles Quintana Arias 2011
Estudio de plantas medicinales usadas en la comunidad tikuna Quintana Arias 2012
Saberes ancestrales sobre el uso de flora Tikuna Rengifo-Salgado, y otros. 2017
Memoria ambiental de los tikuna Santos Angarita, y otros. 2013
Sistematización plantas tintóreas Sarmiento Dueñas 2006
La vida secreta de las plantas medicinales tikuna de Castro, F. B. R 2008
Etnobotánica de la Amazonía peruana Vega 2001
Subcorpus de referencia Diccionario ticuna-castellano Anderson y Anderson 2016
Breve glosario bilingüe inglés- español de plantas medicinales Brito Laserra, y otros. 2010
Fitónimos en el español panhispánico. Pervivencia e innovación Cáceres y Salas 2020
O livro das árvores ticuna Gomes 1998
El huaramá ticuna Martín Brañas, y otros 2017
Plantas del centro experimental amazónico Peñuela Mora y Jiménez Rojas 2010
A proposal for dictionarization of an Indian language Soares 1996
Subcorpus de equivalencias Hacia una dialectología tikuna Abel Santos 2005
Diccionario ticuna -castellano Anderson y Anderson 2016
Plantas medicinales de la Gente de Hacha I Andoque, Andoque, Andoque, y Andoque. (Echeverri. Ed.) 2009
Plantas medicinales de la Gente de Hacha II Andoque, Andoque, Andoque, y Andoque. (Echeverri. Ed.) 2009
Breve glosario bilingüe inglés- español de plantas medicinales Brito Laserra, y otros. 2010
O livro das árvores ticuna Gomes 1998
Inventario de plantas usadas para artesanías Linares 1994
El huaramá ticuna Martín Brañas, y otros. 2017
The tukuna Nimuendajú 1952
Plantas del centro experimental amazónico Peñuela Mora y Jiménez Rojas 2010
Sombras Invisibles Quintana Arias 2011
Estudio de plantas medicinales usadas en la comunidad tikuna Quintana Arias 2012
Saberes ancestrales sobre el uso de flora Tikuna Rengifo-Salgado, y otros. 2017
Nombres amerindios de las palmas de Colombia Rodríguez Montes, y otros 2008
Memoria ambiental de los tikuna Santos Angarita, y otros. 2013
Sistematización plantas tintóreas Sarmiento Dueñas 2006
De plantis toxicariis e mundo novo Schultes y Raffauf 1986
La vida secreta de las plantas medicinales tikuna de Castro, F. B. R 2008
Etnobotánica de la amazonía peruana. Vega 2001

Para llevar a cabo la extracción de términos a partir del corpus de vaciado, nos valimos de “TermoStat”, herramienta desarrollada por Patrick Drouin en la Universidad de Montréal. Cada texto del corpus de vaciado se ingresó en el programa en formato txt; luego se definieron los criterios de procesamiento deseados tales como idioma del texto, tipo de palabra deseada en función de su categoría gramatical, y tipo de términos (simples, compuestos o ambos). Y, por último, se lanzó la búsqueda que arrojó como resultado una lista de candidatos a término. La Figura 1 indica el resultado obtenido con la herramienta; es decir, la lista de candidatos a término extraídos.

Figura 1 Captura de pantalla de la lista de candidatos a término extraídos por TermoStat 

Finalmente, en esta fase también se llevó a cabo la propuesta de un plan de trabajo o cronograma detallado mes a mes (durante aproximadamente un año).

La tercera fase, denominada elaboración de la terminología, consta de dos momentos: creación de un fichero con el modelo de ficha terminológica y vaciado de términos. En el primero, se definió el programa que contendría el fichero (Microsoft Access), el cual permitió estructurar la ficha terminológica, de manera que permitiera almacenar toda la información que estimamos relevante para cada término, es decir, los campos para indicar lengua de partida (español), fuente del término, área temática (botánica), categoría gramatical, contexto, fuente del contexto, equivalentes en latín y tikuna, fuente de los equivalentes en latín y tikuna, sinónimos o siglas, autor y fecha de creación de la ficha y, por último, el campo de notas para registrar eventualmente alguna información aclaratoria pertinente. Se trata pues de una ficha monolingüe en español, con equivalentes en tikuna y latín (nombre científico). En el segundo, el vaciado de los términos consistió en asignar una ficha a cada término validado a partir de la lista de candidatos y llenar todos los campos correspondientes.

A continuación, la Figura 2 muestra el aspecto general de la plantilla de ficha terminológica creada en Microsoft Access.

Figura 2 Captura de pantalla de un formulario (ficha terminológica) en Microsoft Access 

La cuarta fase consiste en la supervisión del trabajo, actividad que es transversal en el proceso. Esta abarca la revisión teórica, metodológica y la sugerencia de ajustes por parte del asesor en terminología.

La quinta fase, dedicada al tratamiento y resolución de los casos problemáticos, se dedica principalmente a resolver dudas respecto de las equivalencias de los términos en las diferentes lenguas de trabajo.

La sexta y última fase consiste en la presentación del trabajo que, para el caso que nos ocupa, corresponde a la preparación del informe final de investigación y su sustentación pública.

RESULTADOS Y ANÁLISIS

De acuerdo con la metodología establecida y la base de datos derivada de este trabajo, se hizo un análisis exploratorio de tipo cuantitativo y cualitativo sobre los términos obtenidos. En este sentido, elegimos una muestra conformada por los primeros 50 términos en orden alfabético de nuestra BDT, la cual representa el 25 % de la BDT y cumple con el alcance original de este trabajo. De esta manera, la muestra de 50 términos se organizó en una hoja de Excel, con campos que nos permitieron sistematizar y contrastar los siguientes datos:

  • Tipo de formación de los términos (simples o compuestos) y el tipo de sintagmación (“n + n”, “n + adj”, “adj + n”, “n + prep + n”, etc.);

  • Procedencia por fenómenos neológicos;

  • Procedencia por préstamos lingüísticos (por ejemplo, aquellos procedentes del kichwa);

  • Existencia o ausencia de adaptaciones ortográficas en el caso de los préstamos y neologismos;

  • Presencia de similitud fonética que pueda existir entre los términos y sus equivalentes en tikuna;

  • Presencia o ausencia del término en el Diccionario de la Lengua Española (DLE; Real Academia Española [RAE], s.f.);

  • Presencia o ausencia del término en la base de datos de Nombres Comunes de las Plantas de Colombia (NCPC) (Bernal et al., 2017);

  • Presencia o ausencia del término en el Diccionario de peruanismos: el habla castellana en el Perú (DiPerú) (Álvarez, 2009);

  • Presencia o ausencia del término en la versión digital del Atlas Lingüístico-Etnográfico de Colombia “ALEC”;

  • Referencias de las obras que justifican el posible caso de préstamo;

  • Cita en la que se inserta el término o la unidad que se relacione con este, o algunas notas.

Así pues, en relación con los objetivos planteados al inicio, analizamos y describimos fenómenos como procedencia, sinonimia, variación dialectal y formación; veamos:

Tipo de formación

En nuestra BDT se registraron términos simples y compuestos. Los primeros, formados a partir de una sola unidad, por ejemplo, “cetico”. Y, los segundos, formados a partir de la sintagmación en distintas combinaciones; por ejemplo, “camu camu”. Asimismo, encontramos que los términos simples en español abarcan el 74 % y los compuestos el 26 %. De estos, las combinaciones más frecuentes son “n + adj” por ejemplo “copal blanco”, y “n + n” por ejemplo “rosa sisa”2. A continuación, la Tabla 2 muestra la distribución de todos los casos de sintagmación.

Tabla 2 Distribución de los casos de sintagmación 

Tipo de sintagmación Frecuencia Ejemplos
n + adj 14 ajos sacha
n + n 14 añuje caspi
adj + n 7 mishqui panga
n + prep + n 6 palo de sangre
n + prep + n + adj 1 palmilla de fruto azul
n + prep + artículo + n 1 chontaduro de los peces

Por su parte, gracias a la muestra recogida, en el campo de las equivalencias en tikuna se ha encontrado un 15 % de términos compuestos, los cuales se manifiestan de dos formas con la misma frecuencia de aparición, ya sean palabras separadas por un espacio (e.g., “aünetüxü dauatü” equivalencia en tikuna del término “falsa melisa”), o separadas por un guion (e.g., “ta-ü” la equivalencia en tikuna de “caimito”).

También se encontraron términos formados por tres y cuatro palabras, aunque en menor medida, por ejemplo “ãtape arü ĩxe” la equivalencia en tikuna de “sacha jergón”. En ninguno de estos casos fue posible determinar el tipo de categoría gramatical de cada componente del término; esto por dos razones, básicamente: por nuestra falta de competencia en lengua tikuna y por no corresponder al alcance de este trabajo.

Ahora bien, respecto a la taxonomía propuesta por la botánica para la sistematización de los nombres de la flora en latín, estos siempre serán términos compuestos (nomenclatura binomial heredada de Linneo) en donde en un término como el nombre científico Genipa americana, la primera unidad (“Genipa”) se refiere al género y, si se usa aislada, puede hacer referencia a muchas plantas diferentes que comparten características. Por su parte, la segunda unidad (“americana”) se refiere al epíteto específico (la especie); sin embargo, esta segunda unidad nunca se usa aislada, pues sin la unidad que indica el género pierde su referente, es decir, si se usa en cualquier contexto especializado el componente del término “americana” es imposible saber que se hace referencia, por ejemplo, a la Genipa americana.

Procedencia

Identificar las maneras como llegan los términos a determinado lenguaje especializado es una de las labores terminológicas, por lo cual, los neologismos son un fenómeno importante que dicha labor tiene en cuenta y define desde su propio metalenguaje para poder analizar los términos que le competen. A propósito, Cabré (1993) señala: “Por un lado, se crean los neologismos cuando un término tiene dos o más denominaciones y este hecho complica la comunicación y por otro, cuando una lengua de especialidad no tiene términos para expresar un concepto o realidad” (p. 443).

De esta manera, es posible señalar que los únicos términos de nuestra BDT que cumplen estrictamente con las características necesarias para ser neologismos son los provenientes del latín, ya que precisamente son creados desde el lenguaje especializado y restringido de la botánica, con un carácter universal y restringido, es decir, sin polisemia.

A propósito del problema con los nombres comunes Cáceres y Salas (2020) afirman que

puede concluirse que las especies ni tienen todas un fitónimo ni poseen un único nombre común. Ello plantea serios problemas en la comunicación en cuanto a su empleo técnico y general -no en el uso cotidiano-, como se ha demostrado a lo largo de los siglos. . . . Este problema ya se ha intentado paliar muchas veces, y para ello nació la propia nomenclatura binomial linneana. Todas las especies tienen un nombre y el nombre es único para cada especie. La pregunta es, por tanto, si ya existen los nombres científicos, ¿para qué se crean los nombres técnicos? La creación de nombres técnicos parece una necesidad basada en tres pilares (Machado y Morera, 2005; Mateo Sanz, 2014): 1. El rechazo que producen los nombres científicos, latinos, entre el público en general, seguramente propiciado por su desconocimiento y por la poca importancia que se les da en la enseñanza obligatoria, los medios de comunicación, etc. 2. La divulgación, a gran escala, de los conocimientos sobre las especies vegetales. Cuanto más se habla de las plantas y más se divulgan sus cualidades, su importancia, etc., más necesario es nombrarlas de manera que sea posible completar el acto de comunicación. 3. Los aspectos legales y comerciales que conlleva la declaración de especies protegidas, de utilidad pública, etc. En muchos de estos listados sobre especies protegidas, invasoras, comerciales, etc., es necesario añadir nombres comunes a los científicos para evitar confusiones que podrían tener efectos importantes de carácter legal. (p. 29).

Ahora bien, el fenómeno denominado “neologismo” suele usarse para el caso de las palabras nuevas en la lengua general. En cambio, para las palabras nuevas propias de un campo de especialidad, es decir, los términos, se prefiere la denominación “neónimo”. Su contraste es observable en la Figura 3 elaborada por Polyakova Nesterenko (2013) en su “Comparativa de los neologismos y neónimos" (p. 79):

Figura 3 Diferencias entre neologismos y neónimos 

Así, podemos encontrar que la mayoría de los términos recogidos en nuestra BDT corresponde a uno de los diferentes tipos y subtipos de neónimos o neologismos terminológicos. Además, como se observa en la anterior cita de Cáceres y Salas, los procesos que impliquen la creación de nombres técnicos en el área de la fitonimia son más que necesarios, por lo cual revisamos las ideas que Cabré (2006) propone en La clasificación de neologismos: una tarea compleja. Por consiguiente, la Tabla 3 muestra el análisis cualitativo y cuantitativo de los tipos y subtipos de neologismos y posibles casos de préstamos que encontramos en nuestra BDT.

Tabla 3 Análisis cualitativo y cuantitativo de los tipos y subtipos de neologismos y posibles casos de préstamos detectados 

Tipos de neologismos según (Cabré, 2006, pp. 232-234) Subtipos de neologismos según (Cabré, 2006, pp. 232-234) Porcentaje de aparición en la muestra Ejemplo extraído de la muestra Cita Fuente del ejemplo
Según su mecanismo de formación Por abreviación: Neologismos formados por abreviación de la base léxica de una unidad. 2 % Posiblemente “wakapu” > “huacapú” > “acapú” Tödter, C., Waters, W. y Zahn, C. (Comp.). (2002). Shimikunata asirtachik killka inka-kastellanu (Diccionario inga-castellano). Instituto Lingüístico de Verano.
Composición: Neologismos formados a partir de dos radicales (simples o complejos) 4 % “chancapiedra” De chanca, en quichua. Machacar. ; chancar Del quechua ch'amqay 'machacar, moler'. 1. tr. Arg., Bol., Chile, Ec. y Perú. Triturar, machacar, moler, especialmente minerales.; posible composición del verbo p.kichwa "chancar" + el n. piedra (Del lat. petra.) Respectivamente: Bayo, C. (1910). Vocabulario Criollo-Español Sud-americano. Madrid: Librería de los sucesores de Hernando; RAE. (2020). Diccionario de la lengua española (en línea).
Por sufijación: Neologismos formados a partir de la adjunción explícita de un sufijo a un radical. 6 % “cedrillo” Del lat. cedrus, y este del gr. κέδρος kédros. RAE. (2020). Diccionario de la lengua española (en línea).
Por conversión sintáctica: neologismos formados a partir de un cambio de categoría gramatical sin modificación de la base léxica. 2 % “amarillo” (adj.) > “amarillo” (n.) adj. Dicho de un color: Semejante al del oro o al de la yema de huevo, y que ocupa el tercer lugar en el espectro luminoso. RAE. (2020). Diccionario de la lengua española (en línea).
Sintagmación (mixta de préstamos): Neologismos formados por una estructura sintáctica lexicalizada (aquí la denominamos “sintagmación mixta de términos”, pues en los casos en que encontramos este fenómeno, el origen de los elementos implicados era diferente) 18 % “ajos sacha” «Del lat. “alium” + préstamo kichwa “sacha” kichwa “sacha” [sača] adj. salvaje; silvestre; mediocre». Ministerio de Educación del Ecuador. (2009). RUNAKAY KAMUKUNA. Yachakukkunapa Shimiyuk Kamu. Ecuador: Ministerio de Educación del Ecuador; SEPDI (coord.); DINEIB; UASB.
Por variación: Variante formal ortográfica (ni morfológica ni sintáctica) de una palabra documentada en el corpus de exclusión No aplica 22 % “andiroba” < “andiròba” andiròba voz de origen tupi. Treccani, V. Istituto dell’Enciclopedia Italiana [edición online]. Disponible en: http://www. treccani. it/vocabolario.
Préstamos (también se les llama “préstamos no adaptados” o “integrales”: Unidades importadas de otra lengua. Estos no sufren ninguna adaptación ortográfica No aplica 2 % “apacharana” del inga “apacharana” especie de árbol apacharama; chuchuwasha Instituto Linguístico de Verano y Ruth-Wise, M. (Ed.). (2002). SHIMIKUNATA ASIRTACHIK KILLKA Inka-Kastellanu. Diccionario Inga - Castellano. Perú: Serie Linguística Peruana n. 52.

Nos basamos en la presencia o ausencia de cada término en el DLE para establecer si era o no un neologismo. De esta manera, encontramos que el 60 % de la muestra está conformada por neologismos. Dicha productividad terminológica es un fenómeno positivo si relacionamos este tipo de trabajos terminológicos de sistematización con la cita de Cáceres y Salas ya expuesta, en la que se afirma y se justifica la necesidad de creación terminológica que tiene la fitonimia (sobre todo con base en estudios que permitan contextualizar dicha necesidad); con esto relacionamos el hallazgo de 7 de los 15 tipos de neologismos propuestos por Cabré. Como hemos visto, este dato nos habla de la riqueza que representa este fenómeno dentro de la terminología de la fitonimia.

Por tanto, una vez introducido el criterio de clasificación de los neologismos que encontramos, podemos interpretar la Figura 4 que aparece a continuación, la cual nos permite entender mejor los datos mencionados anteriormente.

Figura 4 Porcentaje de las frecuencias de aparición que tuvieron los tipos de neologismos en la BDT 

Como se observa, el tipo de neologismo más abundante es el de la variación. Grupo conformado tanto por préstamos como por posibles préstamos. Los primeros son aquellos que están así recogidos y cuyo origen está indicado en alguna fuente; por su parte, los que llamamos “posibles préstamos” corresponden a inferencias nuestras, pues no ha sido posible confirmar esta condición. Basamos nuestras suposiciones en el hecho de que los términos en cuestión (o formas similares a estos) no se registran en el DLE, pero sí en diccionarios de otras lenguas aborígenes o en otras fuentes con este interés. En consecuencia, estas palabras adquieren en español una doble condición: son neologismos y préstamos a la vez.

Dentro de los préstamos (que representan el 27 % de la variación), dos terceras partes provienen del tupí, y la otra tercera del latín. En cuanto a los posibles préstamos (el 73 % de la variación), estos términos podrían provenir en su totalidad de lenguas aborígenes, además hay mayor diversidad de lenguas que en los préstamos como tal, a saber: 1 del muchik, 2 del kichwa, 2 del inga, y 3 relacionados con el tupí, como se indica en la Tabla 4.

Por su parte, la variación ortográfica tiende a afectar las palabras provenientes de otras lenguas, lo cual repercutió con más frecuencia sobre el tupí, lengua con la que geográficamente el tikuna comparte territorio y ha llevado procesos históricos de bilingüismo y contacto. Tal vez el tupí protagoniza este grupo por haber estado vehiculizado casi siempre a través de la escritura del portugués pues, como sostiene Quadros-Leite (2014), esta lengua históricamente ha pertenecido a la matriz del portugués hablado en Brasil, lo cual es lo contrario a lo que podría pasar con el kichwa, que se ha vehiculizado sobre todo a través del español peruano. De esta manera, el tupí, al estar mediado por grafías del portugués, cuando llega al español está sujeto a sufrir modificaciones.

Tabla 4 Neologismos por variación: préstamos y posibles préstamos 

Término Préstamos Posibles préstamos
anacaspi posible p. kichwa
andiroba p. tupí
asai p. tupí
cairurú posible p. tupí-guaraní
camu camu posible p. tupí
capirona posible p. inga
caraná posible p. inga
castaña del lat.
catahua posible p. tupí
chambira posible p. kichwa
chiclayo posible p. muchik

Para finalizar lo concerniente a la variación, señalamos que la adaptación ortográfica es un fenómeno que abunda en la muestra de manera general si contamos los casos de posibles préstamos, ya que un 78 % del total de los términos de nuestra muestra ha sufrido alguna transformación en su escritura sin que estos sean propiamente neologismos por variación.

Por otra parte, con respecto a los términos prestados que no son neologismos, este es un grupo en el que se ubican 20 de los 50 términos de la muestra, cifra que incluye términos muy fijados en el español con sus respectivas adaptaciones ortográficas. Entonces con naturalidad hacen parte de la lengua general y la especializada, a pesar de provenir en un principio de otras lenguas como, por ejemplo, aguacate, que proviene del náhuatl “ahuacatl”.

De esta forma, si nos fijamos en los términos presentes en el DLE (observables en la Tabla 5), veremos en orden descendente los provenientes del latín (7), luego un empate entre los arabismos y aquellos provenientes del náhuatl (3 de cada lengua), luego los americanismos sobre los que no hay acuerdo etimológico (2), y finalmente cinco lenguas aborígenes -taíno, caribe, guaraní, kichwa, y arawak- que aportan un término cada una. Esta distribución nos indica que el español como lengua general ha incorporado algunos términos de especialidad (siendo en su mayoría neologismos) y que es una lengua romance que, a pesar de haber surgido del latín, también ha recibido aportes de múltiples lenguas originarias.

Tabla 5 Préstamos que no son neologismos 

Término Tipo de neologismo Préstamos
achiote no es neologismo p.náhuatl
aguacate no es neologismo p.náhuatl
aguaje no es neologismo americanismo sin acuerdo
ajengibre no es neologismo del lat.
ají no es neologismo p.taíno
albahaca no es neologismo p.árabe
algodón no es neologismo p.árabe
anona no es neologismo p.caribe
arazá no es neologismo p.guaraní
árbol del pan no es neologismo del lat.
arroz no es neologismo p.árabe
ayahuasca no es neologismo p.kichwa
barbasco no es neologismo del lat.
cacao no es neologismo p.náhuatl
caimito no es neologismo p.arawak
camote no es neologismo p.náhuatl
caña no es neologismo del lat.
caña agria no es neologismo del lat.
caoba no es neologismo americanismo sin acuerdo
cedro no es neologismo del lat.

Asimismo, vale la pena mencionar en este grupo de préstamos que no son neologismos, por un lado, la presencia considerable de préstamos provenientes de lenguas amerindias, tanto del taíno (2 %) como del náhuatl (10 %), y, por otro lado, la presencia de préstamos que provienen del latín (18 %) y del árabe (6 %). Son valiosos estos datos pues si sumamos dichos porcentajes obtenemos un significativo 36 %, cifra que representa la lengua española general, como se observa en la Figura 5 y la Tabla 6, respectivamente.

Figura 5 Lenguas de las cuales se encontraron préstamos 

Tabla 6 Préstamos y posibles préstamos detectados en la muestra 

Término Préstamos
acapu posible
achapo s.i
achiote p.náhuatl
achiote amarillo p.náhuatl
aguacate p.náhuatl
aguaje americanismo sin acuerdo
ajengibre del lat.
ají p.taíno
ajos sacha p.kichwa
alambre tamshi p.inga
albahaca p.árabe
algodón p.árabe
amarillo del lat.
amasisa posible
anacaspi posible
andiroba p.tupí
anona p.caribe
añuje caspi p.kichwa
apacharana p.inga
arazá p.guaraní
árbol del pan del lat.
arco sacha p.kichwa
arroz p.árabe
asaí p.tupí
ayahuasca p.kichwa
azúcar huayo p.kichwa
barbasco del lat.
bellaco caspi p.kichwa
caballusa posible
cacao p.náhuatl
caimito p.arawak
cairurú posible
calzón panga p.kichwa
camote p.náhuatl
camu camu posible
caña del lat.
caña agria del lat.
caoba americanismo sin acuerdo
capinurí posible
capirona posible
caraná posible
castaña del lat.
catahua posible
cedrillo del lat.
cedro del lat.
cetico s.i
chambira posible
chancapiedra p.kichwa
chiclayo posible
chicle huayo p.kichwa

Un grupo importante en nuestro análisis es el de los préstamos provenientes del kichwa (18 %), que tienen la misma frecuencia de aparición que los provenientes del latín; sin embargo, si a los primeros se les suma los del inga (variedad del kichwa), este grupo abarcaría el 22 % de los préstamos, e incluso si se le suman los posibles préstamos kichwas e ingas, el grupo en total sumaría un 36 %. Vemos pues que este grupo tendría igual peso que el grupo mencionado anteriormente como aportante a la lengua española general. En la Figura 6 se pueden observar las lenguas de las cuales se encontraron préstamos y posibles préstamos.

Inferimos con lo anterior que la terminología fitonímica en territorio tikuna se alimenta más de préstamos procedentes de otras lenguas aborígenes en contacto por su cercanía cultural, política y geográfica, como es el caso de la triple frontera amazónica de Perú, Brasil y Colombia, que del español como lengua general. En otras palabras, el lenguaje especializado de la botánica en territorio tikuna, incluso cuando se habla supuestamente en “español”, en realidad se habla en lenguas aborígenes encargadas de denominar estos fitónimos desde el conocimiento ancestral del territorio que habitan, por lo cual queda abierta la cuestión de si estos nombres pueden contener cargas semánticas que arraiguen las plantas al territorio que pertenecen.

Otro valioso hallazgo fue encontrar en diccionarios generales de lengua kichwa términos que no estaban en algunas o ninguna de las obras revisadas: ni en el DLE (recurso considerado como referencia del español como lengua general), ni en la base de datos NCPC (recurso del lenguaje especializado de la fitonimia en español de Colombia), ni en el DiPerú (recurso sobre la lengua general de uso en Perú; Álvarez, 2009), y tampoco en el ALEC digital (recurso sobre la lengua general de uso en Colombia). Por ejemplo “apacharama”, que no aparece en ninguna de las obras mencionadas, pero se registra incluso sin adaptaciones ortográficas (como préstamo integral) en Tödter et al. (2002), indica que a veces estos términos propios de la fitonimia pueden ser más comunes en el uso general de las lenguas aborígenes que en las lenguas occidentales.

Figura 6 Porcentaje de préstamos y posibles préstamos distribuidos según las lenguas de origen 

Por último, a pesar de no tener los recursos lingüísticos suficientes (ni ser este el objetivo de este trabajo) es posible ver dentro de la muestra 7 términos (el 14 %) en los que a simple vista (y bajo un criterio subjetivo) parecen existir algunas semejanzas fonéticas entre el término y su equivalente en tikuna, como se observa en la Tabla 7. Esto podría ser el efecto de algún tipo de préstamo o calco desde el tikuna hacia el español o viceversa; por ejemplo, el caso del término “andiroba” cuyo equivalente en tikuna es “aǘdiruba” y cuya lengua fuente es el tupí. Sin embargo, sin tener el conocimiento especializado no se puede afirmar si estas palabras llegaron al tikuna directamente de sus lenguas originales o a través del español, por lo que este interrogante queda abierto para resolverse en futuros trabajos.

Tabla 7 Peculiaridades de formación tikuna 

Término y variantes Equivalentes en tikuna Equivalentes en latín Peculiaridad de formación tikuna
andiroba aǘdiruba Carapa guianensis Semejanzas fonéticas
arazá aracha Eugenia stipitata subsp stipitat Semejanzas fonéticas
arroz aruchu Oryza sativa Semejanzas fonéticas
ayawaska; ayahuasca ayawaska vano Banisteriopsis caapi Semejanzas fonéticas
caballusa caballusa Triumfetta althaeoides Préstamo integral posible préstamo inga
camu camu komokomo Myrciaria dubia Semejanzas fonéticas
caoba cauba Swietenia macrophylla Semejanzas fonéticas
capinurí kopumuri Maquira coriacea Semejanzas fonéticas
catahua catawa Hura crepitans Semejanzas fonéticas

Sinonimia

El fenómeno de la sinonimia, desde el punto de vista terminológico, es definido como la “relación paradigmática entre diferentes términos o palabras que tienen la misma denotación o sentido.” (De Bessé et al., 1997, p. 132).

En los términos correspondientes a nombres comunes en español abunda este fenómeno (67 %), lo cual reafirma la problematización, ya mencionada, que hacen Cáceres y Salas y la necesidad de parámetros terminológicos para la creación o la estabilización de términos en el área de los fitónimos. Por su parte, en la lengua tikuna se da en un 41 % y, como es de esperarse, dado su carácter de lengua normalizadora para los ámbitos de la botánica y la zoología, el latín solo presenta un 5 % de términos con sinónimos. A continuación, la Tabla 8 muestra los datos para cada una de las lenguas en mención.

Tabla 8 Sinonimia detectada en la muestra 

Sinonimia Frecuencia Porcentaje sobre el total de la muestra (50 términos)
Sinonimia en el término (español) 39 67 %
Sinonimia en los términos tikuna 24 41 %
Sinonimia en los nombres científicos (latín) 3 5 %

Variación dialectal o geográfica

Para verificar la existencia de este fenómeno, se adoptó como criterio la consulta en obras de lengua general y especializada pertenecientes al área geográfica donde predomina el español, es decir, Colombia y Perú. Por consiguiente, las obras especializadas que se tomaron para el análisis fueron NCPC y DiPerú (Álvarez, 2009), respectivamente, mientras que para la lengua general se tomaron como referencia el DLE y ALEC digital (Colombia). Así pues, se encontró que más de la mitad de los términos que conforman la muestra están presentes en DiPerú, es decir, 27 de los 50 términos de la muestra; mientras que en el DLE aparecen 21 de los 50 términos de 50 y en el ALEC digital tan solo 9 términos de 50. Además de lo anterior, se efectuó una entrevista para la validación en términos generales de nuestra BDT con Alejandra Torres Gómez, ingeniera forestal egresada de la Universidad Nacional de Colombia, experta en botánica, particularmente en identificación de flora, quien trabajó por varios años en el Parque Nacional Natural Amacayacu, localizado en territorio donde se habla la lengua tikuna parcialmente. De esta validación obtuvimos, por una parte, su valoración positiva en cuanto al tratamiento de los términos y, por otra parte, a través de la lectura de los términos de nuestra BDT, su hipótesis de que la mayoría de los términos en español parecen proceder de la variante del español de Perú, con lo cual confirmamos la presencia de variedades dialectales dentro de la fitonimia recogida.

En consonancia con lo afirmado por Cáceres y Salas (2020), encontramos que la variedad dialectal peruana presente en nuestra BDT es evidencia del esfuerzo por registrar los fitónimos y sus equivalentes en lenguas aborígenes por parte de autores o entidades peruanas (quienes en su mayoría conforman nuestro corpus de vaciado al ser las obras más frecuentes y completas). De igual forma, Cáceres y Salas llegan incluso a exponer una posible relación directa e interdependiente entre la cantidad/diversidad de fitónimos reportada por país, el esfuerzo recolector que este lleva a cabo y la riqueza (cantidad/diversidad) botánica del mismo, lo cual es un dato que se puede relacionar con este hallazgo nuestro, al ser Perú el país que más aportó textos a nuestro corpus por su productividad (esfuerzo recolector), diversidad y fácil acceso. En relación con este dato, dado en términos cuantitativos de fitónimos y especies reportadas, es pertinente también relacionar en este punto la postura de Gorenflo et al. (2012), en cuanto a focos de diversidad lingüística y diversidad biológica, pues estas regiones del bosque tropical, que está habitado en su mayoría por pueblos aborígenes, albergan el 70 % del total de lenguas de la Tierra; y es justo allí en donde a medida que en el planeta se reduce la biodiversidad, también se reduce la diversidad lingüística, se puede pensar entonces en fortalecer el conocimiento contextualizado en cuanto al esfuerzo recolector de fitónimos, pues estos son realmente vitales para la salvaguarda de nuestro ecosistema.

Otras particularidades terminológicas

En último lugar, además de los anteriores fenómenos descritos, se encontraron algunas particularidades de interés terminológico a partir de la formación que tienen los términos, los contextos en que estos se insertan, y sus marcas de uso, a saber:

  • La formación de los términos a través de la función que desempeñan en el discurso fue un hallazgo valioso en nuestra BDT, sobre todo en términos cuantitativos. La terminología en este sentido sugiere que los términos pueden ser: nombres (n.), adjetivos (adj.), verbos (v.), adverbios (adv.). En este caso, nuestra BDT indica que los 206 fitónimos que la componen son nombres (su función es denominativa) y no encontramos ningún adverbio ni siquiera como elementos que conforman algún tipo de sintagmación.

  • Como se mencionó en el apartado sobre la metodología, nuestra BDT recogió en un campo específico de la ficha terminológica el “contexto” de cada término, que se refiere a una frase con sentido completo en donde aparece el término y sirve para observar cómo se comporta el término sin estar aislado. En nuestra BDT los contextos proceden de los textos del corpus de vaciado, es decir, de los mismos textos de donde se extrajeron los términos. Todos los textos son de tipo especializado, entre los cuales se encuentran: catálogos de la flora y su distribución, artículos sobre medicina ancestral, artículos etnográficos de conocimientos ancestrales, y artículos de etnolingüística.

  • Las fichas terminológicas nos permitieron recoger la principal información asociada a cada término y, de paso, observar ciertas marcas de uso como las marcas geográficas, que son términos específicos en un país o región, por ejemplo, “sacha” o “caspi”, que nos remiten al kichwa y, en ese sentido, a la variedad de habla del español peruano. También se observaron algunas marcas de frecuencia, pues hay términos muy frecuentes como “barbasco”, que según Bernal et al. (2017) es uno de los términos a los cuales se asocian una mayor cantidad de especies en Colombia.

DISCUSIÓN

La presente investigación es un aporte al inventario de recursos terminológicos en lengua tikuna, que son casi inexistentes en el contexto colombiano. Por las características propias de los trabajos de grado de pregrado, esta investigación tiene un alcance limitado; no obstante, podría servir de punto de partida para trabajos de mayor profundidad.

Como apuntábamos, hasta donde tenemos conocimiento, no existen trabajos terminológicos similares comparables en este ámbito en nuestro contexto, por lo que los referentes más cercanos se enmarcan en las áreas de la etnolingüística, la morfología, la sintaxis y la fonología, principalmente publicados en Perú. Razón de más para continuar con estudios de corte terminológico en lenguas minoritarias y minorizadas como la tikuna y las otras casi 70 lenguas aborígenes registradas en Colombia.

A la luz de la teoría en la que se enmarca este trabajo, la TCT, encontramos que se cumplen los principios establecidos en esta, sobre todo los relacionados con los términos como asociaciones de una forma y un contenido dados; el término como unidad de conocimiento lexicalizada de uso frecuente en los textos especializados; el carácter doblemente sistemático de la forma y el contenido de las unidades terminológicas, la existencia de una fuente real para cada dato terminológico, etc.

Llevar un trabajo de esta naturaleza no estuvo exento de limitaciones, siendo la primera de ellas el tiempo y las condiciones en las que tuvo que realizarse. Ciertamente el año 2020 fue un año marcado con una pandemia mundial por la COVID-19 que trastocó la vida y rutinas de todas las personas. En lo relativo a este trabajo, la oferta de material de consulta se redujo considerablemente por los cierres generalizados de los principales centros de documentación, limitando exclusivamente la búsqueda al material digital existente en la red. Tampoco se contó con la posibilidad de desplazamiento hasta la zona de influencia tikuna o a la entrevista de algún hablante de la lengua tikuna. No obstante lo anterior, esta investigación ofrece aportes interesantes desde el punto de vista del enfoque terminológico y sienta las bases para trabajos futuros no solo en el campo de la botánica, sino en cualquier campo de impacto benéfico para el fortalecimiento, la documentación y normalización de la lengua tikuna y su equiparación, terminológicamente hablando, con las dos lenguas occidentales dominantes en su territorio: el español y el portugués.

Finalmente, teniendo en cuenta las políticas y normas existentes en favor de la preservación del patrimonio inmaterial de la nación, se recomienda a las universidades la apertura formal y sistemática de investigaciones de corte lingüístico en general y terminológico en particular para avanzar en la descripción, conocimiento y protección de otra de las grandes riquezas, aparte de la biodiversidad, con la que cuenta nuestro país: la cultural y lingüística.

CONCLUSIONES

A pesar de que Colombia ha implementado en las últimas décadas una serie de políticas y leyes para el cuidado del patrimonio inmaterial, es evidente que cada una de las lenguas aborígenes de su territorio sigue amenazada por múltiples factores como los ambientales, socioeconómicos, culturales, entre otros. Estas políticas, aún insuficientes, sin embargo, han servido de marco para que desde disciplinas como la lingüística se dé inicio a trabajos principalmente con un enfoque descriptivo. De ahí que sea necesaria la existencia de más investigaciones, particularmente desde el punto de vista de la terminología, para contribuir a la descripción, normalización, preservación y fortalecimiento de lenguas como la tikuna en lo referente al acervo lingüístico. En tal sentido, este trabajo ha pretendido explorar una parte importante de la cosmovisión de la cultura tikuna, reflejada en la denominación de las plantas propias de su entorno. Es así como este trabajo aporta a la mirada terminológica iniciando con la recopilación, descripción y sistematización (mediante una base de datos terminológicos monolingüe, en español, con equivalentes en tikuna) de los nombres de las plantas más comunes conocidas por la comunidad tikuna.

Es pertinente mencionar que este acercamiento a la fitonimia en tikuna estuvo desde el principio mediado por un determinado alcance; sin embargo, se espera que tanto el contenido de este trabajo como la información sistematizada en la BDT sirvan para que expertos de otras disciplinas como la botánica, la zoología, la antropología y, especialmente, de la terminología puedan ahondar en aspectos aquí tratados u obviados; por ejemplo, en la línea de los préstamos y la variación parece haber un buen indicio de su productividad, lo cual podrían retomar y profundizar en posteriores investigaciones enfoques como la sociolingüística y la etnolingüística. Así, por ejemplo, encontramos otros fenómenos que bien vale la pena ahondar en futuros trabajos, como son el carácter de neónimos de los nombres científicos, la sintagmación, la variación geográfica, la sinonimia y los equivalentes en otras lenguas de influencia geográfica como el portugués y otras lenguas nativas.

Aparte de cumplir con el objetivo principal del trabajo, la construcción de una BDT sobre fitonimia en español, con equivalentes en tikuna y latín, se recogió información adicional interesante no prevista, relativa a la sinonimia tanto en español como en tikuna, campos que han quedado registrados en este trabajo como “Otras denominaciones (es)” y “Otras denominaciones (tca)”.

Se confirma el carácter predominantemente nominal de los términos. Como ya se señalaba en el apartado de resultados, el 100 % de los términos recogidos pertenece a la categoría de sustantivo, dato que está en consonancia con otros trabajos terminológicos. Asimismo, el acercamiento a la procedencia de los términos es muy amplio y diverso. En nuestro caso, que se interesa por la fitonimia de una lengua aborigen, este aspecto inmediatamente se contextualiza cuando el rastreo terminológico nos arroja una gran cantidad de préstamos, de posibles préstamos y de adaptaciones ortográficas como los fenómenos más recurrentes; análogamente la variación dialectal también juega un papel importante en relación con el tema contextual, pues desde la fitonimia se puede observar la situación plurilingüe de esta zona geográfica de triple frontera internacional, la cual, como se dijo, se alimenta tanto de préstamos como de lenguas en contacto y en nuestro caso específico de aparición de peruanismos (en una cantidad mayor al 50 % de la muestra).

REFERENCIAS

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Notas:

1Datos poblacionales de 2014, 2011 y 2007 para Brasil, Colombia y Perú, respectivamente.

2En el diccionario inga-castellano (Tödter et al., 2002), la segunda palabra se define así: “sisa. s. flor f.

Notas:

3Este artículo se deriva del trabajo de grado titulado Una aproximación a los fitónimos en lengua tikuna desde la perspectiva terminológica, presentado por Melisa Rodríguez Bermúdez, estudiante del pregrado en Filología hispánica de la Universidad de Antioquia.

Recibido: 02 de Abril de 2021; Aprobado: 27 de Octubre de 2021

Filóloga hispanista en la Universidad de Antioquia

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Doctor en Lingüística Aplicada por la Universitat Pompeu Fabra (Barcelona, España) y profesor titular en la Universidad de Antioquia. Áreas de docencia e investigación: terminología, traducción, neología, lexicología, fenómenos de reducción léxica (siglación)

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