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Desarrollo y Sociedad

versión impresa ISSN 0120-3584

Desarro. soc.  no.74 Bogotá jul./dic. 2014

 

Editorial

 

Catherine Rodríguez3
Darío Maldonado4 Editores invitados

3 Editora invitada para la edición especial sobre educación. Investigadora, Facultad de Economía, Universidad de los Andes. Bogotá, Colombia. Correo electrónico: cathrodr@uniandes.edu.co.

4 Editor invitado para la edición especial sobre educación. Escuela de Gobierno, Universidad de los Andes. Bogotá, Colombia. Correo electrónico: dmaldonadoc@uniandes.edu.co.

El año 2014 en Colombia estuvo marcado por discusiones muy relevantes sobre las políticas necesarias para potenciar el desarrollo del país. Los tres pilares del segundo gobierno del presidente Santos resumen los objetivos centrales que se buscarán alcanzar en los próximos cuatro años: paz, educación y equidad, los cuales difícilmente podrían ser cuestionados por alguien. Lo que está sujeto a una amplia discusión son las políticas y acciones que se deben llevar a cabo para alcanzar cada uno de ellos. La presente edición especial de Desarrollo y Sociedad, dedicada exclusivamente a temas relacionados con la calidad educativa, busca alimentar el debate actual en torno al segundo de estos pilares. Un debate que, aunque ha tomado fuerza en los últimos meses, aún está lejos de contar con la profundidad y evidencia robusta que merece.

En efecto, resulta extraño que la preocupación por la calidad de la educación se haya tomado tanto tiempo en llegar al debate sobre el desarrollo del país. Una de las posibles razones puede ser que la literatura internacional de los últimos treinta años se había concentrado en demostrar la importancia que tiene la cantidad de educación para el bienestar de los individuos y la sociedad en general y poco se sabía del impacto e importancia de la calidad. Estudios realizados en distintos contextos demostraban que un mayor número de años de educación se traduce en mayores salarios, mayores tasas de innovación, mejor salud, mayores tasas de crecimiento de los países y mayor estabilidad de la democracia, las instituciones y la paz, entre otros1. Recientemente, gracias a una mayor disponibilidad de información, se ha podido analizar el impacto de la calidad de la educación sobre algunos de los objetivos mencionados. Por ejemplo, Murnane, Tyler y Willett (2000a, 2000b) encuentran que incrementos en una desviación estándar en los puntajes obtenidos en pruebas cognitivas estandarizadas aumentan el ingreso laboral promedio en un 12%. Hanushek y Woessmann (2012) reportan que este efecto es mucho mayor para individuos residentes en países en vía de desarrollo, donde dicho aumento oscila entre 12% y 40%. Hanusheck et al. (en prensa) demuestran que incluso en países desarrollados los incrementos en una desviación estándar en pruebas estandarizadas aumentan los ingresos laborales hasta en un 28%. Además, estimaciones recientes han mostrado que la calidad de la educación es un mejor predictor del crecimiento económico de los países que las medidas de cantidad educativa, como el número de años promedio de educación o las tasas de cobertura. Hanushek y Woessmann (2012) muestran además que mientras el número de años promedio de educación solo explica el 25% de la varianza en las tasas de crecimiento de los países, si también se emplean medidas relacionadas con el desempeño académico se puede explicar en cambio hasta el 75% de la misma varianza.

El rezago del país en considerar la importancia de la calidad de la educación fue mostrado por Barrera, Maldonado y Rodríguez (2014), quienes revelan que aunque los avances en cobertura educativa en Colombia han sido importantes el rezago en calidad educativa es preocupante. Al analizar los resultados de pruebas cognitivas nacionales e internacionales se hace evidente que deben realizarse mayores esfuerzos que permitan asegurar que nuestros niños y jóvenes adquieran las herramientas necesarias para desempeñarse con éxito en su vida laboral. Es preocupante, por ejemplo, que de acuerdo con los resultados de las pruebas PISA 2012 el 47% de los jóvenes colombianos que las presentaron no están en capacidad de entender un texto, el 55% no pueden utilizar resultados científicos simples para relacionarlos con su cotidianidad y el 71% no son capaces de hacer inferencias sencillas a partir de resultados matemáticos. De manera similar, el análisis detallado de las pruebas Saber en todos sus niveles indica que existe una inmensa desigualdad en la calidad educativa en Colombia, en donde los estudiantes de hogares más pobres y los residentes de las zonas rurales obtienen una educación con una menor calidad.

En el último año fuimos testigos de varios debates que hacen pensar que es probable que Colombia ya haya emprendido decididamente un camino para mejorar la calidad educativa en estos niveles. El recorrido apenas comienza y aún no está completamente clara la hoja de ruta. Son muchas las preguntas que el país debe resolver, entre las que se encuentran aspectos tan diversos como la organización del sector, el rol de los sectores oficial y no oficial y temas relacionados con los métodos pedagógicos más apropiados para enseñar a los niños y adolescentes colombianos, entre otros. Estudios recientes, como Barrera, Maldonado y Rodríguez (2014) y García, Maldonado y Rodríguez (2014), argumentan que el país requiere la implementación de un conjunto de políticas sistémicas alrededor de temas cruciales que permitan elevar con eficacia la calidad educativa. No obstante, es necesario un debate más profundo sobre algunas de sus propuestas y otras políticas alternativas o complementarias sobre el tema. Esta edición especial de Desarrollo y Sociedad presenta una serie de trabajos que, a través de evidencia empírica rigurosa, contribuyen a la discusión de estas políticas. Todos los artículos, además de presentar un resumen de la evidencia nacional e internacional en cada aspecto, se basan en análisis cuantitativos novedosos que dan luces acerca de la conveniencia y los impactos esperados de cada política educativa y esperamos, por tanto, que se conviertan en referencias obligadas en las discusiones en el país2.

Los trabajos incluidos en esta edición especial se pueden agrupar en tres categorías. La primera de ellas se refiere a temas relacionados con la organización macro del sector educativo. En ella aparecen dos trabajos, uno sobre eficiencia en el gasto en educación (de Andrés Salazar) y otro sobre gratuidad de la educación (de Priscila Hermida). En el segundo grupo están los trabajos que se ocupan de factores directamente relacionados con la calidad de la educación y que la política educativa puede cambiar de forma directa. En este grupo aparece un trabajo sobre las habilidades cognitivas de los estudiantes de los programas universitarios que forman docentes (de Lina Marcela Cardona, Juan David Barón, Leonardo Bonilla y Mónica Ospina) y dos trabajos que evalúan los efectos en el aprendizaje de las mejoras en la infraestructura educativa (el primero de ellos escrito por Tatiana Velasco y el segundo por Paul Andrés Rodríguez-Lesmes, José Daniel Trujillo y Daniel Valderrama). En el tercer grupo aparecen dos trabajos relacionados con los factores de intolerancia y violencia y sus impactos sobre la calidad educativa. El primero se ocupa de la relación entre el matoneo escolar y el aprendizaje (Cynthia Van der Werf) y el segundo de la relación entre la violencia municipal y el aprendizaje (Luis Fernando Gamboa, Juan Fernando Vargas y Viviana García).

El primer artículo de la edición especial se titula "The Efficiency of Education Expenditure in Latin America and Lessons for Colombia" y fue escrito por Andrés Salazar, quien estudia la eficiencia en el sector educativo en quince países de América Latina usando técnicas no paramétricas de análisis de datos. Específicamente, el autor evalúa cómo se comparan cada uno de estos países en sus niveles de eficiencia del gasto en educación. La conclusión más importante de este trabajo es que, comparado con sus pares latinoamericanos, Colombia podría obtener mejores resultados educativos sin aumentar su gasto en educación, si este se utilizara mejor. Este trabajo no dice exactamente qué se debe hacer para mejorar la eficiencia del gasto en educación en Colombia, pero constituye una alarma importante sobre la necesidad de considerar ajustes en la estructura de gasto y deja la tarea de encontrar cuáles deben ser esas mejoras al resto de la academia y a los encargados de la política pública.

Un esfuerzo importante llevado a cabo recientemente por Colombia para aumentar la cobertura educativa es el de la gratuidad. Diversos estudios internacionales, como por ejemplo Banerjee, Glewwe, Powers y Wasserman (2013) y Krishnaratne et al. (2013), muestran que reducir los costos educativos tiene efectos importantes en la matrícula y la asistencia escolar. Para Colombia, el estudio de Barrera et al. (2007) basado en un programa implementado en Bogotá muestra que la reducción de costos de matrícula y costos complementarios aumentó en 3% la matriculación de primaria de niños del nivel 1 del Sisbén y en 6% la de secundaria para jóvenes del nivel 2 del Sisbén. En el segundo artículo de la edición especial, "Who Benefits from the Elimination of School Enrollment Fees? Evidence from Ecuador", Priscila Hermida complementa la evidencia previa y contribuye a la discusión alrededor del tema al dejar entrever que los esfuerzos del gobierno colombiano desde el año 2012 en materia de gratuidad aumentarán la cobertura y disminuirán la deserción en el país. Los resultados de la autora sugieren que la gratuidad en Ecuador aumentó la tasa de matrícula entre dos y cuatro puntos porcentuales en promedio. Es interesante encontrar que el efecto es mayor para hombres de zonas urbanas y para los estudiantes de los últimos grados de educación básica. Por supuesto, esta evidencia es positiva ya que, como se ha evidenciado, todavía se requieren en Colombia políticas educativas que contribuyan al aumento de la cobertura educativa, en especial en los niveles de educación preescolar y medio.

La calidad de la docencia como determinante de la calidad del aprendizaje en Colombia es uno de los temas que más se ha abordado en el debate sobre política educativa en el último año en el país. Sobre este tema es el trabajo de Lina Marcela Cardona, Juan David Barón, Leonardo Bonilla y Mónica Ospina, titulado "¿Quienes eligen carreras en educación en Colombia? Caracterización desde el desempeño en las pruebas Saber 11º". Los autores nos muestran evidencia detallada sobre las habilidades de los bachilleres que deciden estudiar para ser docentes en Colombia. El trabajo demuestra que en los programas de licenciatura (los programas universitarios que forman docentes) la probabilidad de graduación tiene una relación inversa con el puntaje en la prueba Saber 11º (la prueba que toman todos los bachilleres en Colombia para entrar a la universidad), mientras que en el resto de los programas universitarios del país esta relación no es inversa. Este resultado es similar -aunque más cuidadoso y detallado- a los hallazgos de Barrera, Maldonado y Rodríguez (2014) y García et al. (2014), en donde se muestra que las habilidades promedio de los bachilleres que deciden entrar a estas carreras es menor que las de todas las demás áreas y que las tasas de deserción de los estudiantes de las licenciaturas, a diferencia de lo que sucede en otras áreas, son más altas para los individuos con resultados más altos en la prueba Saber 11º que para los de resultados más bajos. Este trabajo llama la atención sobre la necesidad de cambiar el conjunto de políticas que logren atraer a los bachilleres más hábiles a la profesión docente en el país.

Glewwe et al. (2011) resumen los resultados de estudios llevados a cabo en diversos escenarios y contextos que demuestran la importancia que tiene la infraestructura escolar en las tasas de matrícula y deserción. Colombia ha hecho esfuerzos importantes en la construcción y mejoramiento de las escuelas oficiales, lo que sin duda ha contribuido a aumentar la cobertura escolar. Entre estos esfuerzos vale la pena resaltar el caso de la construcción de 42 megacolegios en Bogotá desde 2010. La pregunta que surge, sin embargo, es si este hecho por sí solo ayuda al mejoramiento de la calidad educativa. En el artículo "¿Edificar o educar? Impacto de los megacolegios en pruebas estandarizadas Saber 11º", Tatiana Velazco, a través de una metodología de emparejamiento por probabilidad, evalúa el impacto que estos megacolegios han tenido sobre el desempeño de sus estudiantes en las pruebas Saber 11º. La autora encuentra que aunque no hay efectos en la población promedio que sean significativos, los megacolegios parecen estar disminuyendo la vulnerabilidad de estudiantes que están en extraedad y en jornada de la tarde. Las conclusiones de este estudio implican que, a menos que las inversiones en infraestructura en los siguientes años estén acompañadas de cambios importantes que mejoren lo que sucede en estos colegios, los retornos a estas inversiones serán mínimos. No por construir más y mejores escuelas se logrará un aumento en la calidad educativa de Colombia.

El artículo de Paul Rodríguez, José Trujillo y Daniel Valderrama, "Are Public Libraries Improving Quality of Education? When the Provision of Public Goods is not Enough", complementa de manera cercana los resultados anteriores. Por medio de una metodología de diferencias en diferencias y un sinnúmero de pruebas de robustez los autores encuentran que la construcción de dos megabibliotecas en la ciudad de Bogotá tampoco ha tenido impacto en la calidad educativa de los estudiantes. Por tanto, al igual que en el caso anterior, los resultados indican que una mejor y más grande infraestructura no estará vinculada a mejoras en la calidad educativa en el país. Son necesarias políticas específicas que aseguren un mejor aprovechamiento de estas nuevas construcciones y posiblemente arreglos específicos con instituciones educativas que aumenten el uso de estos espacios por parte de los estudiantes y docentes. Por ejemplo, en los esfuerzos actuales de jornada extendida, podrían introducirse programas que incentiven la lectura y el uso de estos espacios en horarios no escolares, como medidas alternativas que además de asegurar un mayor aprovechamiento de ellas permitan una mejora en la calidad educativa.

La discusión sobre la calidad de la educación en Colombia ha estado marcada por la necesidad de mejorar factores escolares directamente influenciables por la política pública y directamente relacionados con las habilidades cognitivas. Sin embargo, la política educativa también debe ocuparse de aspectos más difíciles de influenciar y relacionados con aspectos no cognitivos. Este es el caso del matoneo escolar. Estudios internacionales recientes como el de Porta (2007) y el de Brown y Taylor (2008) demuestran que hay una correlación negativa entre la tasa de matoneo escolar y los resultados académicos de los estudiantes. Cynthia Van der Werf en su artículo "The Effects of Bullying on Academic Achievement" contribuye al entendimiento nacional del verdadero impacto de este fenómeno en la calidad educativa. Utilizando pruebas Saber de los grados quinto y once en Colombia y a través de una novedosa metodología de variables instrumentales que corrige problemas de endogeneidad demuestra que las víctimas de matoneo escolar obtienen puntajes significativamente menores en las pruebas Saber que sus pares que no han sufrido este fenómeno. Las implicaciones de estos resultados son aún más relevantes si se tiene en cuenta que es un problema generalizado y en crecimiento a nivel mundial. De hecho, estimaciones de Chaux, Molano y Podlesky (2009) sugieren que el 30% de los estudiantes colombianos de grado quinto han sido víctimas de matoneo en alguna oportunidad y que el 50% de los estudiantes reportan conocer el problema y ser testigos de matoneo en sus escuelas. Es fundamental, por consiguiente, que los padres de familia, los colegios y las autoridades educativas acepten el problema y pongan en práctica políticas y programas que ayuden a disminuir la incidencia de la violencia y el matoneo en las escuelas.

Vale la pena aclarar que el clima escolar no es el único factor relacionado con la violencia que puede influir en la calidad educativa alcanzada finalmente por los estudiantes. Los niveles de violencia y conflicto armado a nivel municipal también son relevantes, como lo demuestran Juan Fernando Vargas, Luis Fernando Gamboa y Viviana García en su artículo "El lado oscuro de la equidad: violencia y equidad en el desempeño escolar". Siguiendo la metodología de Ferreira y Gignoux (2011) y corrigiendo los problemas de endogeneidad a través de una metodología de variables instrumentales, los autores encuentran que el conflicto armado que vive Colombia pareciera haber aumentado la equidad de oportunidades en los logros educativos. Sin embargo, un análisis detallado de estos resultados implica que esto se debe a que, como lo demostraron previamente estudios como Rodríguez y Sánchez (2012), el conflicto está aumentando las tasas de deserción del sistema educativo. Más preocupante aún, el artículo muestra que son los estudiantes más débiles académicamente los que están dejando las escuelas, lo cual tiene por supuesto implicaciones de bienestar significativas. Aunque la eventual firma de la paz en el país sin duda ayudará a disminuir los impactos negativos que hoy sufren poblaciones vulnerables, es necesario llevar a cabo políticas educativas específicas en las regiones más afectadas por el conflicto, que permitan revertir los daños generados en los últimos cincuenta años.

Esperamos que los artículos presentados en esta edición especial contribuyan a la discusión sobre las políticas educativas en el país, las cuales, de ser escogidas adecuadamente y de aplicarse de manera sistémica y eficaz, asegurarán que la educación se convierta en la herramienta clave del crecimiento, la disminución de la pobreza y una mayor movilidad social, que Colombia tanto necesita.

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Notas al pie
1 Ejemplos incluyen a Duflo (2001), Psacharopoulos y Patrinos (2004), Schultz (1999), Strauss y Thomas (1998), Barro (2003) y Glaeser et al. (2004).
2 Es importante aclarar que todos ellos se refieren a políticas educativas relacionadas con la educación básica y media únicamente. Consideramos que los niveles preescolar y superior de la educación son, por supuesto, temas cruciales que podrían ser abordados en futuras ediciones especiales.

Referencias

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