Introducción
México cuenta con una población de más de 122 millones de habitantes, donde las 59 zonas metropolitanas (ZM) concentran cerca del 57% de la población total del país4. Lo anterior se traduce en una alta concentración de desempleo que motiva al incremento de la informalidad laboral y con ello problemas de desigualdad salarial, donde aquellos que se localizan en el mercado formal ganan considerablemente más que aquellos que se localizan en la informalidad, sea por cuestiones de habilidades (experiencia y educación), y donde las protecciones del salario mínimo y los sindicatos tienen mayor peso (Messina y Silva, 2017). Situación que provoca diferencias en los accesos a servicios y equipamientos básicos de la población, contaminación ambiental, así como congestión vial y carencia de infraestructura básica que atienda las demandas tanto de sectores económicos formales como informales (Escamilla, 2006), representando un gran desafío para la agenda pública nacional por su tamaño y complejidad. En México, alrededor del 60% de la población que conforma la población económicamente activa (PEA) carece de seguridad social, es decir, es informal, de la cual el 48% de dicha población se aglutina en las ZM. Nuestras estimaciones arrojan que solo la ZM del Valle de México congrega alrededor del 16% de la informalidad total nacional, seguida por la de Morelia con el 6%.
La informalidad es un síntoma de bajo desarrollo ligada a bajos niveles de productividad con los que cuenta un país, la cual es asociada, de acuerdo con el contexto donde se estudie, con desempleo, ambulantaje, falta de tecnología y carencia de seguridad social para aquellos que se ubiquen en ella, así como los efectos negativos que genera en la recaudación fiscal. Diversos autores han tratado de explicar el fenómeno de la informalidad como Castells (1989) y Harris y Todaro (1970), quienes señalan como causa prioritaria las rigideces del mercado laboral; aspectos que van desde la carencia de tecnología, bajo nivel educativo, entre otros, motivan su fragmentación y crean un mercado laboral dual en el que uno se encuentra más desarrollado que otro. Un enfoque distinto es el que proponen Perry et al. (2007), los cuales argumentan que no existen las limitaciones que se generan por la economía dual, sino que existen mercados laborales competitivos, donde los trabajadores encuentran condiciones similares en ambos sectores, y escogen su nivel óptimo de aceptación con respecto a las instituciones y mandatos del Estado. En otras palabras, hay libre transición entre el sector informal al formal, donde al parecer, el individuo decide ser informal por decisión propia, y no solo por las barreras impuestas por el mercado laboral formal. La presente investigación analiza el comportamiento de las causales más citadas que explican el problema de la informalidad en las ZM de México. Mediante análisis de microdatos y con regresiones tipo Logit, se observa que las variables explicativas más comunes de la informalidad presentan una influencia mayor en unas zonas que en otras, lo que demuestra la heterogeneidad de la problemática en cuestión.
Las principales aportaciones de la investigación son diversas. Una de ellas es contar con un panorama actualizado de la problemática de la informalidad en las ZM de México conforme a la definición de empleo informal, lo cual implicó la construcción y estimación de la variable en estudio, así como de cada causal de la informalidad para cada una de las ZM, que hace único el trabajo tanto en análisis como en estimaciones. Una segunda aportación va orientada a mostrar que el fenómeno de la informalidad no debe tratarse, al menos para el caso mexicano, como homogéneo a lo largo y ancho del país; lo cual sugiere que las acciones para abatirla deben diseñarse a nivel municipal, y no solo en lo estatal o nacional, como se observa hoy, por ser un fenómeno altamente cambiante y multicausal. Cuyo objeto ayuda al mejor diseño de la política pública en el combate a la informalidad.
El documento se compone de cuatro secciones: la primera muestra las características de las ZM de México. La segunda sección expone los tabulados de la informalidad por cada ZM del país, mediante el uso de microdatos del Módulo de Condiciones Socioeconómicas (MCS) para el 2016. La tercera sección aborda la fuente de datos, construcción de variables a utilizar en el modelo econométrico y resultados alcanzados por la regresión logística. Finalmente, se exponen las conclusiones del estudio.
I. Las zonas metropolitanas en México
Se define como ZM al:
conjunto de dos o más municipios donde se localiza una ciudad de 50 mil o más habitantes, cuya área urbana, funciones y actividades rebasan el límite del municipio que originalmente la contenía, incorporando como parte de sí misma o de su área de influencia directa a municipios vecinos predominantemente urbanos, con los que mantiene un alto grado de integración socioeconómica5.
De igual manera, se considera como ZM a cualquier municipio que alberga una ciudad de un millón o más de habitantes6.
Las ZM surgen no solo del crecimiento poblacional, sino principalmente de las actividades económicas que han llevado a algunas ciudades exceder los límites municipales, las cuales se localizan en la mayoría de las entidades federativas del país, excepto Baja California Sur, Campeche y Sinaloa.
Inicialmente, y de acuerdo con Sobrino (1993), México contaba con ZM desde los años cuarenta. Unikel, Ruiz-Chiapetto y Garza (1976) hicieron la primera delimitación de las ZM con datos de 1960, determinando 12 ZM. Posteriormente, Negrete y Salazar (1986) indicaron que existen en el país 26 ZM, las doce indicadas por Unikel et al. (1976) más 14 unidades. En 1993, Sobrino (1993) identificó 37 de ellas. En el 2004, en un trabajo conjunto entre el Consejo Nacional de Población (Conapo), la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), se identificaron 55 ZM que cuentan con el 52,8% de la población total del país. Según el INEGI (2010), México contaba con una población aproximada de 63,8 millones de personas distribuidas en alguna de las 59 ZM del país, de las cuales 11 superaban el millón de habitantes al 2010. En la actualidad, la cifra se ha incrementado notablemente; las estimaciones realizadas en esta investigación indican la existencia de 16 ZM que superan la cifra mencionada, concentrando alrededor del 41% de la población nacional. En el caso de incluir a las 43 ZM restantes, la cifra se incrementa al 57% de la población total del país. De acuerdo con el Conapo, al 2025 la cifra crecerá a 19 ZM en las que vivirán 57,2 millones de personas7.
Desde la perspectiva económica, las ZM son el componente territorial de mayor actividad al ser un motor de desarrollo económico y social, las cuales generan 77 de cada 100 pesos producidos (INEGI, 2014). Además del total de las unidades existentes en el país, el 60,5% se ubican en las ZM y su relevancia se incrementa, pues solo en el período 2008-2013 se registró un crecimiento de 14,3% en unidades económicas en las ZM del país. Sin embargo, el porcentaje más alto de unidades económicas son las compuestas hasta por 10 personas, representando el 94,4% (INEGI, 2014). Lo anterior es alarmante, pues son empresas consideradas informales conforme a la definición de informalidad a nivel agregado, es decir, visto a nivel de empresa, donde la informalidad contempla a toda empresa menor de 15 individuos y que carezcan de registros contables (Kaplan, 2016). Mientras que solo las unidades económicas de 251 y más personas solo representan el 0,2%, las cuales generaron el 63,2% de la producción bruta total del país (INEGI, 2014).
Garza (1999) indica que el crecimiento de las ZM en México fue acompañado con el rápido crecimiento de la economía mexicana en el período 1960-1980, principalmente en Ciudad de México, Guadalajara, Monterrey y Puebla; pues solo la capital del país pasó de tener una población de 5,4 millones de habitantes en 1960, con el 37,6% de la población urbana nacional, a 13 millones de habitantes en 1980. Lo anterior no se acompañó de un crecimiento urbano más equilibrado (Garza, 1999). Según Cenecorta (1988), la metropolización en México y principalmente del Valle de México, no se debió a un proceso de desarrollo como en los países industrializados, sino que su expansión se debió, en parte, a la creciente migración del campo hacia la ciudad y de la concentración de las actividades modernas en el Valle de México.
La apertura económica y la crisis de 1994 trajo consigo el incremento de la informalidad, principalmente en la ZM del Valle de México; pues de acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE, 1995), el desempleo creció hasta en 8% en dicha zona, donde alrededor del 70% de las ocupaciones que se formaron entre 1991 y 1997 fueron no asalariadas o micronegocios, primordialmente en el comercio al por menor; volumen semejante al de trabajadores industriales que perdieron su empleo por la crisis (Pacheco-Gómez, 2004).
Cabe mencionar que fue en la ZM del Valle de México donde la contracción industrial fue mayor a la nacional, y donde el sector terciario se volvió más dinámico, situación que se ha profundizado en todas las ZM. En el 2015, la ocupación en actividades ligadas principalmente al sector terciario se ha concentrado en el sector comercio con el 8,3% del total nacional, seguido por el sector de comunicaciones y transportes con el 13%, otros servicios con 11,6%; mientras que la industria manufacturera, por ejemplo, solo concentra una ocupación del 5,1%8. Supuesto que apoya Garza (1999), el cual indica que el laisse-faire urbano combinado con la globalización económica aumenta el proceso de concentración de la población y las actividades económicas en dos o tres regiones policéntricas, bajo el dominio de la megalópolis de Ciudad de México. Según Cenecorta (1988), dicha tercerización que se presentó en las ZM es un producto del desempleo y subempleo, que en los países industriales sería un producto del desarrollo tecnológico y la modernización.
La complejidad de las ZM se deriva del tamaño de la población, de su escala territorial, de la concentración de actividades económicas, y de que se exceden los límites político-administrativos. Su rápido crecimiento ha desencadenado una serie de problemas sociales y económicos, esencialmente en la concentración del desempleo que es absorbido por la informalidad laboral, lo que acarrea exclusión y pobreza que se observa en las desigualdades socioeconómicas de la población que la componen. Sin olvidar el acceso a servicios de equipamientos básicos, congestión vial, contaminación ambiental, así como la carencia de infraestructura básica, lo que desemboca en el deterioro de la calidad de vida de la población que en ellas radican.
Perrot (1992) indica que la polarización social y dualización que se observa en el mercado laboral, en especial en las ciudades, es característico de una globalización imponente, la cual impulsa una segmentación de la organización; así como en la estructura de los mercados de trabajo, lo que se materializa en una estructura social dual que es motivada, a la vez, por los cambios en la estructura ocupacional y las grandes áreas metropolitanas, llamadas “ciudades duales” (Castells, 1989).
Otra característica importante que se aprecia en las ZM, es la existencia de una correlación positiva entre el tamaño de la misma y los ingresos que genera (Rodríguez, 2015), así como la especialización y diversificación productiva dentro de ella, lo cual aporta un valor añadido por el acceso a conocimientos en ambos mercados, tanto informal como formal; así como la disponibilidad de capital humano y físico, que han permitido que ambos mercados laborales prosperen. Cenecorta (1988) indica que al menos en Ciudad de México coexisten todos los niveles de desarrollo conocidos a diferencia de los países industrializados, donde se observa una cierta homogeneidad en la distribución de la riqueza y los beneficios de la urbanización.
Sassen (1991) señala que la problemática de la informalidad se acentúa en las ciudades, pues es en ellas donde se concentra un sector de altos ingresos con pautas de consumo y niveles sofisticados de necesidades, lo que incrementa la oferta de empleos de bajos salarios. Como lo suponen Perry et al. (2007) y Robles-Ortiz y Martínez-García (2018), los mercados formales e informales no son mutuamente excluyentes, sino son complementarios, al menos para el caso mexicano.
Por otro lado, la fracción VI del artículo 115 constitucional establece:
Cuando dos o más centros urbanos situados en territorios municipales de dos o más entidades federativas formen o tiendan a formar una comunidad demográfica, la Federación, las entidades federativas y los Municipios respectivos, en el ámbito de sus competencias, planearán y regularán de manera conjunta y coordinada el desarrollo de dichos centros con apego a la ley federal de la materia9.
Sin embargo, lo anterior no se lleva a la práctica, pues no se aprecian acciones que atiendan las dificultades de las ZM.
A pesar de la puesta en marcha del Fondo Metropolitano en el 2006, creado con la finalidad de atender las problemáticas derivadas en las ZM con objetivos hacia el incremento de la capacidad productiva, la competitividad económica, así como el aprovechamiento óptimo de las ventajas competitivas de funcionamiento urbano, económico y regional que se gestan, dichas zonas no consideran acciones en la atención al desempleo y al combate a la informalidad. Dicho fondo considera que la expansión de las ZM se debe principalmente por la necesidad de las personas de trasladarse a la ciudad central por cuestiones laborales, por lo que reconoce que la prioridad es atender la falta de empleo que no obtienen en su lugar de residencia.
Sin embargo, al revisar los diversos proyectos del Fondo, en ninguno se contempla acciones que ataquen dicha problemática; solo atienden lo referente al transporte público, alcantarillado, agua potable, drenaje, comunicaciones y cuidado del medioambiente. Además de los recursos asignados al mismo, estos se han visto mermados, pues de acuerdo con lo publicado por las autoridades el presupuesto contemplado para el 2017 era de 3.240,1 millones de pesos10, cifra que en el 2008 solo estaba destinada para la ZM de Guadalajara.
Por su parte, en un esfuerzo por atender la problemática de la decimosegunda ciudad más poblada del mundo (Ciudad de México), la creación de su Constitución establece en su artículo 19 fracción I lo siguiente:
las autoridades de la Ciudad de México a través de la coordinación con la Federación, Estados y Municipios conurbados de la ZM del Valle de México deberán impulsar un desarrollo incluyente, funcional y eficiente para los habitantes de la Ciudad de México.
Mientras que en la fracción II establece:
El Gobierno de la Ciudad y las alcaldías impulsarán la creación de instancias y mecanismos de coordinación con la Federación, los Estados y Municipios para la planeación democrática del desarrollo y la prestación de servicios públicos de impacto regional y metropolitano, en materia de asentamientos humanos, gestión ambiental, movilidad, transporte, agua, saneamiento, gestión de residuos, seguridad ciudadana y demás facultades concurrentes.
Sin embargo, no se muestran acciones para combatir el desempleo y la subocupación. Lo anterior invita a construir una visión conjunta que rebase las decisiones de los gobiernos locales involucrados y permita definir estrategias y acciones conjuntas que beneficien las ventajas y oportunidades en cada ámbito metropolitano.
II. La informalidad en las zonas metropolitanas de México
De los 122,6 millones de personas contabilizadas a principios del 2017 en el país, 69,7 millones, es decir, el 57% de la población total nacional, residen en alguna de ellas. De acuerdo con el INEGI, en México existen 59 ZM, de las cuales la del Valle de México, Monterrey y Guadalajara, son las tres más pobladas del país, concentrando alrededor del 26% de la población.
Las estimaciones realizadas en esta investigación coinciden con las cifras oficiales, pues la informalidad representa el 60% de la población del país. Cabe señalar que la ZM del Valle de México es la que más concentra población informal del país con el 16,3%, seguida de la ZM de Morelia con el 6%. El cuadro 1 (Anexo) muestra que también las ZM de Guadalajara y de Monterrey son de las que congregan más población informal.
Si analizamos las 76 entidades que integran la ZM del Valle de México, Ecatepec de Morelos es el municipio que alberga la mayor población informal con 826.772 individuos, representando el 10% de la población informal de dicha zona, seguida por la alcaldía11 de Iztapalapa con 693.899 (9%) trabajadores informales; mientras que las entidades de Gustavo A. Madero, Tlalpan, Cuauhtémoc, Nezahualcóyotl y Naucalpan, en todas ellas, la población informal representa alrededor del 4%.
Otro ejemplo es la ZM de Puebla-Tlaxcala, pues en ella el 49% se concentra solo en la ciudad de Puebla, seguida por el municipio de San Pedro Cholula con el 8%. En el caso de la ZM de Monterrey, el municipio de Monterrey es el que aglutina la mayor población informal, pues de los 1.244.321 individuos informales estimados en esta ZM el municipio de Monterrey concentra el 24%, seguido por el municipio de Guadalupe con el 17%. Al parecer, la relación positiva existente entre el número de habitantes e informales se aprecia en todas las ZM, es decir, a mayor número de habitantes, mayor número de trabajadores informales. Sin embargo, el municipio de Tijuana no sigue la tendencia, pues a pesar de contar con una población mayor que la ZM de Toluca, su tasa de informalidad es de solo 0,7%, mientras que en la ZM de Toluca es del doble.
Por su parte, el género femenino es el que predomina en el sector en cuestión. De los 53.505.934 informales estimados en el país, 28.654.634 son mujeres, es decir, alrededor del 54% de la población informal total nacional. Las ZM concentran el 49% de dicha población, mientras que el 51% de la población femenina informal se congrega en el resto del país. La ZM del Valle de México concentra el 16,7%, seguida por las ZM de Guadalajara (3%), Puebla- Tlaxcala (2,5%), y la ZM de Monterrey con el 2,3%. Solo en la ZM de Acayucan se observa una ligera igualdad de género entre la población informal, pues la diferencia es solo de alrededor de 1.000 individuos, predominando las mujeres.
Diversos estudios pretenden explicar la participación de la mujer en el sector informal. Escamilla (2006) indica que la participación de la mujer se incrementó en los años ochenta y se profundizó con la crisis de 1994, donde el sector terciario, en específico el sector de comercio, demandó mano de obra femenina para participar en el ingreso familiar, mediante actividades y oficios vinculados principalmente a la preparación de alimentos. Cunningham (2001) así como Gong, Van Soest y Villagómez (2004) suponen que la flexibilidad de horario que permite las actividades informales, les facilita cuidar a los hijos y atender labores domésticas. Nótese que las causales que influyen en la decisión de la mujer para optar por un empleo informal llegan a ser diversas, lo que denota la alta heterogeneidad que prevalece en la informalidad.
Otro factor comúnmente citado es el nivel educativo. Entre la población informal prevalece la secundaria (32%), seguida por aquellos con estudios de primaria (30%) y bachillerato (18%). La ZM del Valle de México es la mayor concentradora de individuos con tales características, seguida de la ZM de Guadalajara. Brandt (2011) supone que, al existir mayor preparación entre la población, esta buscará empleos más estables que les permitan mejores condiciones de vida. Sin embargo, las estimaciones del cuadro 2 (Anexo) muestran lo contrario. Véase que una población de 303.397 individuos, correspondiente a aquellos que argumentan contar con un posgrado (maestría o doctorado) se localizan laborando en la informalidad. Solo las ZM concentran el 76,6% de la población informal nacional, mientras que el 23,4% el resto del país. Aunque la población no representa el 1% de la población total informal, es importante tomarla en cuenta. Si se realiza el análisis por ZM, la del Valle de México congrega cerca del 40% de la población con estudios de posgrados que laboran en la informalidad, seguida de Guadalajara y Monterrey, con el 3,7% y 2,9%, respectivamente. Lo anterior contrasta con el supuesto de que la informalidad es una alternativa para aquellos que deciden abandonar sus estudios (OCDE, 2015). Es claro que el contar con un nivel educativo alto, no garantiza un empleo estable con ingresos altos y prestaciones que les permita un mejor nivel de vida. A pesar de lo anterior, la relación inversa entre la informalidad y el nivel de estudios es notable. El nivel educativo actúa como una barrera al mercado laboral formal. Sin embargo, no llega a ser determinante ni homogéneo para todas las ZM del país.
Otro factor distintivo de la informalidad es lo relacionado con la edad de los individuos que participan en el sector. Los jóvenes se muestran como un grupo asociado típicamente a la informalidad, característica que no solo se observa en México; pues según los registros de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para Latinoamérica, la población juvenil entre 15 a 24 años es la que más participa en la informalidad, con una tasa del 55,7% promedio (OIT, 2015). Los bajos requisitos de acceso, así como la falta de experiencia y el escaso nivel educativo, son detonantes de la informalidad.
El cuadro 3 (Anexo) muestra que el 14% de la población informal se caracteriza por contar con edades entre 15 a 19 años, seguido por el grupo quinquenal de 20 a 24 años con el 12%. La ZM del Valle de México es la que más concentra población joven en informalidad con el 13% para el grupo de 15 a 19 años.
El promedio de edad en las ZM es de 38 años, mientras que a nivel nacional es de 37 años. Las cifras no son alentadoras, pues el 49% de la población informal de 15 a 59 años localizada en las ZM y conocida como bono demográfico12 no se está aprovechando. Se espera que para el 2030 las ZM de Veracruz y Valle de México sean las que mayor población tengan con edades de más de 65 años con el 13% y 12%, respectivamente13. Sin embargo, lo anterior no debe verse como un problema, sino como una oportunidad de crecimiento al diseñar políticas públicas que atiendan a estas poblaciones que otorgan cierto grado de especialización y diversificación productiva.
El estado civil es considerado otro determinante de la informalidad. En el ámbito nacional, de los 25.847.594 personas informales en las ZM, el 54% indica encontrarse casado o viviendo con su pareja, mientras que el 46% restante están solteros, y donde la participación de las mujeres casadas son un sector importante de la informalidad, como se abordó líneas arriba y donde el aumento de las responsabilidades familiares es una causal de la informalidad (Uribe, Ortiz y Castro, 2004).
III. Fuente de datos, construcción de variables y resultados
En la presente investigación se emplea la información proporcionada por el Módulo de Condiciones Socioeconómicas (MCS) de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gasto de los Hogares (ENIGH) 2016. El MCS se desarrolló entre el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) para la medición de la pobreza en México, la cual toma la estructura de la ENIGH. Su diferencia reside en la representatividad de cada una: la ENIGH solo es representativa en el escenario nacional, mientras que el MCS ofrece información a nivel nacional con corte urbano y rural para cada entidad federativa. La periodicidad de la encuesta es bienal, con el propósito de otorgar información de la actividad económica de los miembros del hogar, entre otras características de utilidad, como lo es la salud, educación y seguridad social de los hogares que conforman el país.
La muestra total del MCS varía cada dos años. Sin embargo, el tamaño muestral del MCS 2016 ha sido el más grande hasta el momento, con 82.718 hogares, resultado de la suma de 81.515 viviendas seleccionadas y de 1.203 ho-gares adicionales encontrados en dichas viviendas.
Son diversos los motivos por los cuales se ocupa el MCS 2016 para la presente investigación. Uno de ellos es el siguiente: al pretender realizar un estudio de las ZM de México y de las variables causales de la informalidad en dichas áreas, implica conocer los niveles de ingreso de la población que las componen, lo cual el MCS 2016 permite obtener; pues, por primera vez, esta base de corte transversal permite contar con información representativa de los ingresos de los hogares para cada entidad federativa con corte urbano y rural. Otro motivo es la disponibilidad de información acerca de las características del servicio otorgado por el sistema de seguridad social al cual se encuentren afiliados. Además, la OIT indica que es indiferente los métodos para medir la informalidad, la diferencia radica en identificar cuál método cumple de mejor manera con los requerimientos del investigador (OIT, 2013).
Por otro lado, es importante mencionar la definición de la informalidad y construcción de las variables que se ocupan en la presente investigación y se exponen en el cuadro 4 (Anexo). La razón de lo anterior radica en la naturaleza del tema, pues la informalidad es un tópico polémico que se encuentra abierto a distintas perspectivas, lo que ha llevado a contar con diferentes definiciones a lo largo del tiempo y conforme los diversos enfoques de estudio que se le han presentado.
Para lo anterior, se considera la última definición de empleo informal, es decir, vista desde la perspectiva del individuo. Si el trabajador no cuenta con seguridad social es considerado informal, aunque labore para empresas formales14, considerándose la edad de 15 años conforme a la última reforma a la Ley Federal del Trabajo15. Es importante mencionar que la base de datos ha sido homologada con lo reportado por las autoridades oficiales en la materia, con el fin de contar con una base confiable, y así evitar distorsiones en las estimaciones y en los resultados obtenidos.
Se consideró para el estudio el ingreso corriente, puesto que reúne todas las formas en las que un individuo puede obtener ingresos, como lo es por trabajo, negocio, vía transferencias, entre otras. La variable ingreso se presenta de forma mensual. Es importante mencionar que no se consideran, para la estimación del ingreso, aquellas claves referentes a ingresos anuales por rendimientos de acciones y las claves contenidas en el apartado de percepciones financieras y de capital; un individuo no puede obtener ingresos por dichos conceptos y ser informal.
Referente a la metodología econométrica, los modelos tipo Logit16 han sido ampliamente analizados y ocupados en diversas investigaciones. Su utilidad radica en estudiar fenómenos que no son continuos, sino discretos. En nuestro caso, la probabilidad de un individuo de ser informal es una situación dicotómica que solo toma los valores de 0 y 1, cero que no sea informal y 1 que sea informal, dada las variables independientes que se exponen en el cuadro 4 (Anexo).
Una de las principales razones por las cuales se hizo uso de los modelos econométricos tipo Logit, es que permite trabajar con información que no persigue una distribución normal, a diferencia de los modelos tipo Probit, los cuales requieren que se cumpla el supuesto de normalidad en los datos estudiados. Lo anterior radica en la naturaleza del tema, pues las cifras de la informalidad son cambiantes en todo el país, siendo un tema complejo de estimar. Además, al pretender conocer el impacto de las causales en cada ZM, el modelo Logit permite conocer la probabilidad de dicho efecto, y así poder realizar comparaciones entre regiones.
De acuerdo con el cuadro 5 (Anexo), en la gran mayoría de las ZM todas las variables son significativas, a excepción de Cuernavaca, Juárez y Toluca. En la ZM de Cuernavaca las variables sexo y edo_civil no son significativas, al igual que en Juárez, donde solo la variable edo_civil no lo es. En el caso de Toluca sucede lo contrario, es decir, solo la variable sexo no es significativa.
Respecto a los signos de las variables arrojados por la estimación econométrica, se observan que son los esperados para ciertas causales. Variables como la educación y la edad de los individuos mantienen una relación negativa con la informalidad; en otras palabras, a medida que los individuos envejecen y su nivel educativo se incrementa es menos probable que sean informales. En el caso de la variable sexo, referente a si son más propensos los hombres a ser informales que las mujeres, solo en las ZM de Acapulco y Mérida son más propensos los hombres hacia la informalidad que las mujeres. En el caso del estado civil, representado por la variable edo_civil, se observa que son más propensos a ser informales aquellos que no son casados, a excepción de las ZM de Juárez, Mexicali, Puebla-Tlaxcala, Querétaro y Acapulco donde se observa el efecto contrario.
En cuanto al ingreso, no se aprecia la similitud de signos en todas las ZM, Toluca y Monterrey son muestra de ello. En dichas ZM es más probable que un individuo con ingresos ligeramente altos se ubique en la informalidad, a diferencia de las demás ZM, en las cuales coincide el supuesto de que a ingresos bajos mayor probabilidad de ser informal.
Los coeficientes arrojados por la regresión econométrica son muestra clara del efecto heterogéneo en cada ZM. Con los valores promedio de cada una de las ZM utilizadas en el modelo econométrico (véase cuadro 1) se obtienen las probabilidades de ser informal para cada ZM.
*Ordenadas alfabéticamente.La variable educación se refiere a años de instrucción del individuo en cuestión.La variable sexo toma el valor de 1 cuando es mujer y valor de 0 cuando es hombre.La variable edo_civil (estado civil) toma el valor de 1 cuando el individuo indique estar casado y valor de 0 en caso contrario.Los valores no podrán coincidir por cuestiones de redondeo.
Fuente: estimaciones propias con datos del MCS 2016.
Como se observa en la figura 1, la probabilidad de ser informal es distinta en cada ZM. Por ejemplo, en la ZM de Acapulco, la probabilidad de que un individuo sea informal es del 83%, si este cuenta con un nivel educativo de preparatoria concluida, edad promedio de 37 años, que sea mujer y perciba un ingreso promedio de 7.212.12 pesos mexicanos. La probabilidad es muy alta si la comparamos con la ZM de Monterrey, la cual solo llega al 39% con los valores promedios (véase cuadro 1).
Sin embargo, si se llegan a mantener constantes todas las variables y en el supuesto de que el individuo contara con un nivel de instrucción de carrera profesional, las probabilidades de ser informal caen sustancialmente en todas las ZM. En Acapulco pasa de 83% a 49%; Cuernavaca de 71% a 46%. Ahora bien, al suponer todas las variables constantes en su nivel promedio y que el individuo sea hombre y casado, las probabilidades de ser informal disminuyen en la mayoría de las ZM a excepción de Acapulco, donde la probabilidad de ser informal se incrementa de 83% a 85%.
En todas las demás ZM se observa un efecto contrario, es decir, la probabilidad cae a medida que el informal sea hombre y se encuentre casado, tal es el caso de Tijuana donde pasa de 50% a 45% o de Querétaro (62% a 58%); mientras que en otras ZM permanece constante la probabilidad: Toluca y Cuernavaca, lo que es indicativo que el género no es determinante en la probabilidad de que se incorporen a la informalidad en dichas ZM.
IV. Conclusiones
La concentración urbana que se observa en las ZM ha mermado su estructura y capacidad para atender las diversas necesidades que estas requieren: desde abastecimiento de vivienda, transporte público eficiente, cuidado del medioambiente, sin olvidar la creación de empleos. Este último punto es uno de los más relevantes, pues al ser el empleo la principal motivación de la concentración de población en las ZM, al no ser atendido, desencadena otro fenómeno de dimensiones considerables como lo es la informalidad laboral, problemática que no solo atenta contra el bienestar de la población, sino también contra el buen desempeño de las finanzas públicas y la productividad nacional.
La presente investigación no solo mostró un panorama actualizado de la problemática de la informalidad que padecen las ZM de México, lo cual se consiguió mediante un análisis exhaustivo de microdatos que permitieron obtener diversas estimaciones de las causales que explican el fenómeno de la informalidad para cada una de las ZM, sino además, con la ayuda de modelos dicotómicos tipo Logit, se logró dar respuesta a dos situaciones que deben considerarse en el combate a uno de los principales problemas que compromete la viabilidad de las ZM del país.
Primero, se evidenció la relación positiva entre el incremento poblacional en las ZM y la informalidad, pues cerca del 50% del empleo informal se concentra en ellas, como lo muestra el cuadro 1 (Anexo); lo cual implica que la política pública diseñada en atender las ZM debe orientarse primordialmente a satisfacer necesidades de empleo, lo cual, como se vio, no es la prioridad, incluso ni se menciona, pues solo se centran en atender cuestiones de transporte, alcantarillado, suministro de agua, entre otras. En cuanto a los resultados obtenidos por las estimaciones econométricas para cada una de las 16 ZM más pobladas del país, se observó que las diversas causales de la informalidad influyen de manera heterogénea en cada una de ellas. Por ejemplo, la probabilidad de ser informal en la ZM de Acapulco es del 89%, mientras que en la ZM de Monterrey es de solo 39% con las mismas características de cada una de las causales de la informalidad.
Lo anterior deja en claro que la informalidad es un fenómeno que se comporta de manera heterogénea en todo el país. En cada región, estado o municipio las variables que influyen para que un individuo sea informal son diversas. Lo anterior invita a reflexionar sobre cuáles son realmente las causales de la informalidad, donde al parecer se manifiestan dependiendo del contexto, de la zona, del tipo de población y de factores socioculturales. De ahí la complejidad para comprenderlo y combatirlo a cabalidad, pues al ser una problemática multicausal no sabemos a lo que nos enfrentamos con certeza.
Por ello, una primera propuesta va orientada al desarrollo y puesta en marcha de la Comisión Metropolitana del Trabajo Formal, conformada por los municipios que integran las ZM del país. Lo anterior implica no solo contar con el Fondo Metropolitano, pues como se vio anteriormente, las acciones en materia de empleo no han sido las esperadas. La propuesta de la Comisión Metropolitana debe operar a nivel municipal, local e incluso por colonia en cada ZM del país, que entre sus funciones se encuentre la de estudiar, determinar y combatir las causales de la informalidad de dicha zona y que evite el contagio entre los mismos municipios o alcaldías (en el caso del Valle de México), mediante programas que se encuentren ligados a los ya establecidos en materia de combate a la pobreza, atención al medioambiente, transporte, entre otros.
Una segunda propuesta se refiere a descentralizar dependencias gubernamentales, lo cual reduciría la desigualdad, generaría desarrollo económico, potenciaría ciudades y reduciría la informalidad.
Una tercera va encaminada al diseño de la política de desarrollo metropolitano a nivel regional y nacional, que tenga por objetivo atender la necesidad de empleo de la población, siendo la principal causa por la que se aglutina demasiada población en ellas.
Las ZM motivan a la búsqueda de una base metodológica y conceptual que nos permita comprender su configuración, con criterios que permitan su correcta delimitación y caracterización para comprender otros problemas, como la informalidad que se gesta en ellas. Este fenómeno no se comporta de manera homogénea entre municipios, por lo que tratar de combatir un problema altamente cambiante y heterogéneo con la misma medicina no dará los resultados esperados.