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Desarrollo y Sociedad

Print version ISSN 0120-3584

Desarro. soc.  no.84 Bogotá Jan./Apr. 2020

https://doi.org/10.13043/dys.84.2 

Articles

Trabajo y pobreza: el caso de los costureros en Argentina entre 2003 y 2018

Work and poverty: the case of sewing workers in Argentina in 2003-2018

Gustavo Ludmer1 

Daniel Schteingart2 

Federico Favata3 

Martín Trombetta4 

1Centro de Estudios e Investigaciones Laborales (CEIL), Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).

2Centro de Innovación de los Trabajadores (CITRA), Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)

3Centro de Investigaciones Macroeconómicas para el Desarrollo (CIMaD), Universidad Nacional de San Martín (UNSAM)

4Universidad Argentina de la Empresa (UADE), Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)


Resumen

La precariedad laboral que caracteriza a la industria de ropa a nivel mundial tiene su correlato en la calidad de vida de sus trabajadores. El objetivo de este trabajo es analizar la relación entre el empleo en la costura y la pobreza para el periodo de 2003 y 2018 en Argentina. Se responderá al siguiente interrogante: ¿trabajar en la confección de indumentaria aumenta las probabilidades de pertenecer a un hogar pobre, ceteris paribus las características observables de los individuos y de sus hogares? Con información de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) se realizó una descomposición Oaxaca-Blinder que permitió concluir que a) los trabajadores de la costura presentan niveles de pobreza significativamente mayores que el resto, b) que tales diferencias se explican en parte por atributos personales (baja calificación, por ejemplo) y c) también debido a que trabajar en el sector de indumentaria incrementa las probabilidades de ser pobre, aun controlando por atributos personales.

Clasificación JEL: J24, J31, J46, J81.

Palabras clave Oaxaca-Blinder; informalidad laboral; Argentina

Abstract

Precarious work is a general feature of the clothing industry around the world and has an impact on the quality of life for those who work in it. The aim of this work is to analyze the link between working in the sewing industry and poverty for the 2003-2018 period in Argentina. We intend to answer the question ‘does working in the sewing industry raise one’s odds of living in a poor household, conditional on observable attributes of households and individuals?’ Using data from household surveys, we perform a Oaxaca-Blinder decomposition and conclude that: a) sewing workers show significantly higher levels of poverty than the rest of the workers in the economy, b) such differences are partly explained by individual attributes (such as low skills, for instance), and c) they are also explained by the fact that working in the sewing sector raises the odds of being poor, controlling for observable attributes.

JEL classification: J24, J31, J46, J81.

Palabras clave Oaxaca-Blinder; labor informality; Argentina

Introducción

A nivel mundial, la industria de fabricación de indumentaria se destaca por las adversas condiciones de trabajo que enfrentan día a día sus trabajadores (Lopez-Acevedo y Robertson, 2016; Campaña Ropa Limpia, 2012). La pobreza de los costureros y sus familias resulta moneda frecuente en esta rama de la industria, en la que la mayoría de los ocupados percibe ingresos quenas alcanzan para la subsistencia y gran parte no se encuentra protegido por las normas y leyes que regulan las relaciones laborales (Miller y Hohenegger, 2016; Sluiter, 2009).

En 2017, el sector de fabricación de indumentaria generó en Argentina unos 44 000 puestos de trabajo asalariados formales, según estadísticas del Observatorio de Empleo y Dinámica Empresarial (OEDE, 2018). A ellos se suman aproximadamente 100 000 personas que trabajan como costureros en la informalidad, según estimaciones del Centro de Investigación y Desarrollo Textil del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI, 2016) realizadas en función de estadísticas sociodemográficas. Así, solo el eslabón industrial de la confección de ropa generó alrededor de 144 000 puestos por año, de los cuales alrededor del 70 % está en la informalidad laboral (Ludmer, 2016).

En la misma línea, diversos autores destacan que aproximadamente dos terceras partes de la producción de indumentaria en Argentina se realiza en unidades productivas informales, conocidas como talleres clandestinos (Arcos, 2013; Lieutier, Degliantoni y Morillas, 2018; Bertranou y Casanova, 2013). Estas unidades se encuentran ocultas del control de los organismos públicos e incumplen las normativas laborales y de seguridad e higiene (Amengual y Wolfson, 2011). Fruto de la crisis del sector, proliferaron durante la década de 1990 y motorizaron la producción en los años siguientes al colapso de la convertibilidad: hacia 2008 las organizaciones de talleristas estimaban la presencia de alrededor de 5000 talleres solo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) (Lieutier, 2010).

Los estudios cualitativos realizados con entrevistas destacan que los costureros informales poseen ingresos significativamente inferiores a los salarios establecidos por el Convenio Colectivo de Trabajo (CCT) N.º 626 de 20115-6 (Lieutier, 2010; OIT, 2015; Rivera, 2011). Además, los costureros informales no acceden a la cobertura de salud vía obra social, están desprotegidos frente a accidentes de trabajo, no reciben un salario sino que perciben un ingreso por prenda confeccionada, no perciben aguinaldo ni indemnización por despido, no acceden a licencias con goce de sueldo y sus jornadas laborales llegan a promediar, en temporada alta, entre doce y catorce horas de duración (Salgado, 2012).

Por su parte, las fábricas y los talleres que sí cumplen con la normativa laboral se enfrentan a la competencia del entramado productivo informal que confecciona con menores costos por la evasión del pago de las cargas sociales y los salarios establecidos en el convenio colectivo (Benencia, 2009; Gutti, 2013). También son expuestos a la competencia de productos importados desde países con mínimos costos de producción, lo que termina de configurar un contexto sumamente competitivo para los talleres formales (Lieutier, Degliantoni y Morillas, 2018; Ministerio de Hacienda, 2017). Esta situación también resta poder de negociación a los sindicatos de la rama a la hora de acordar salarios, que se ubican entre los más bajos de toda la industria argentina (Coatz y Schteingart, 2016).

El objetivo de este estudio es analizar la relación entre el trabajo en la confección de indumentaria y la pobreza en Argentina en los quince años comprendidos entre 2003 y 2018. Se responderá al siguiente interrogante: ¿trabajar en la confección de indumentaria aumenta las probabilidades de pertenecer a un hogar pobre, ceteris paribus, las características observables de los individuos y de sus hogares? En otras palabras, en este artículo se buscará verificar si la elevada incidencia de la pobreza en esta rama de actividad obedece a una relación propia que genera el sector para sus trabajadores y sus familias o si, en cambio, responde meramente a diversas características personales y de los hogares que predominan entre los costureros (mayor participación femenina, de trabajadores poco calificados, migrantes, con subocupación horaria y hogares con muchos miembros, entre otros).

Nuestra hipótesis de trabajo es que la elevada pobreza de los costureros respecto de la media de la economía no se debe solo a las características personales de sus trabajadores, sino a que el sector genera una penalidad adicional. El periodo seleccionado obedece a la disponibilidad de los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec).

Para abordar el objetivo de la investigación, resulta necesario dar respuesta a los siguientes interrogantes específicos:

• ¿Cuáles son las características individuales de los trabajadores costureros en comparación con el total de ocupados y los ocupados en la industria?

• ¿Cuáles son las características de sus puestos de trabajo?

• ¿Existen diferencias estadísticamente significativas entre la tasas de pobreza de hogares con trabajadores costureros respecto de la pobreza en hogares integrados por trabajadores de otros sectores económicos (o de la industria manufacturera en particular)?

• De existir tales diferencias, ¿se deben meramente a los atributos sociodemográficos de sus trabajadores (nivel educativo, inmigración, género, etc.) o también a que existe una penalidad adicional para dichos trabajadores por el mero hecho de desempeñarse en la confección de indumentaria?

Para responder a tales interrogantes, en primer lugar, se realizó una exhaustiva revisión de la literatura disponible para conocer el estado del conocimiento sobre el fenómeno de trabajadores pobres como de las particularidades del sector de indumentaria e identificar el área de vacancia. A continuación, se desarrolló una metodología cuantitativa basada en tres pilares: a) el análisis descriptivo de las estadísticas disponibles en encuestas sociodemográficas; b) el cálculo de la pobreza para los hogares con al menos un miembro trabajador en la costura, en la industria manufacturera en general y en la economía total; y c) la realización de una descomposición Oaxaca-Blinder que permita determinar en qué proporción las diferencias observadas son producto de atributos observables particulares de los trabajadores del sector o por su pertenencia a esta rama de actividad.

Este artículo se estructura de la siguiente manera: luego de la introducción, en la sección 2 se presenta un breve estado del conocimiento sobre el sector. A continuación, se explicita la metodología del análisis descriptivo de los datos cuantitativos, de los cálculos de la pobreza y de la descomposición Oaxaca- Blinder utilizada para evaluar la hipótesis de pobreza asociada al sector (sección 3). En la sección 4, se presentan los resultados del análisis y se ensayan algunas explicaciones en función del análisis del estado de conocimiento del sector. Por último, se presentan las principales conclusiones y se plantean futuras líneas de investigación.

I. Revisión de la literatura: trabajo, pobreza e industria de fabricación de indumentaria

A. Estudios sobre pobreza en trabajadores

El estudio de la pobreza en los trabajadores tomó impulso en los Estados Unidos durante la década de 1990 y rápidamente se extendió a otras regiones, en línea con el deterioro de las condiciones laborales del último cuarto del siglo XX, producto del abandono del régimen de acumulación fordista (Neffa, Oliveri, Persia y Trucco, 2010). Esta línea de investigación, conocida como working poors, se dedicó a estudiar las causas que explican que, a pesar de su inserción en el mercado laboral, algunos trabajadores viven en hogares pobres (Gárriz, Medici, Panigo y Di Giovambattista, 2012).

La investigación de Panigo, Pérez y Saller (2003) representa uno de los primeros antecedentes en el estudio del fenómeno de los trabajadores pobres para el caso argentino. Al analizar los microdatos de la EPH para el Gran Buenos Aires (GBA) entre 1998 y 2002, los autores encontraron que, mientras el 54,4 % de la población era pobre, este porcentaje se reducía al 38,3 % para el caso de los trabajadores. A su vez, destacan que la incidencia de la pobreza es decreciente con la edad de los trabajadores, con el tamaño del establecimiento (medido en cantidad de trabajadores), con el nivel de calificación del ocupado y con la duración de la jornada laboral, con la cantidad de perceptores de ingresos en el hogar, y creciente para quienes trabajan en el sector privado (en comparación con el sector público), para los informales, para quienes trabajan en la construcción o en el servicio doméstico (Panigo et al., 2003).

Por su parte, Beccaria y Maurizio (2006) analizan la dinámica de la pobreza para el GBA entre 1991 y 2003, y concluyen que las transiciones de pobreza están explicadas principalmente por los factores asociados al mercado de trabajo (dinámica del empleo y de los ingresos salariales) y no tanto a las características demográficas de los hogares (cantidad de integrantes).

En una línea similar, Gárriz et al. (2012) estudian el comportamiento de la pobreza en los trabajadores en Argentina para el periodo de 2003 a 2011 y estiman un modelo probabilístico para examinar de qué manera ciertas características propias de los individuos, de los sectores de actividad económica donde trabajan y de la composición de sus hogares influyen en la probabilidad de que un trabajador sea pobre. Los resultados validan los obtenidos en el estudio de Panigo et al. (2003) y agregan como un sector sensible a los ocupados en el sector primario.

Dado que la pobreza suele estar asociada a la informalidad laboral, existen diversas investigaciones sobre los efectos de la precariedad del puesto de trabajo en la pobreza de los hogares en Argentina. En efecto, Beccaria (2006) destaca que para el segundo trimestre de 2005 el 84,6 % de los ocupados en los hogares pobres fueron trabajadores informales. A su vez, a través del procedimiento econométrico Oaxaca-Blinder, analiza comparativamente los niveles de remuneración de los ocupados formales respecto de los informales controlando por atributos personales y concluye que la informalidad del puesto de trabajo explica el 79,4 % de las diferencias del salario horario entre ocupados formales e informales, de modo que es este último el 48,3 % inferior al de los trabajadores formales (Beccaria, 2006). Es decir, verifica la hipótesis de que los ocupados informales sufren una penalidad de ingresos por trabajar en la informalidad, que no recibirían en caso de desempeñarse en un puesto formal, lo que eleva las probabilidades de pertenecer a un hogar pobre.

Resultados similares obtienen Beccaria y Groisman (2008) a través de tres metodologías econométricas: diferencial de ingresos vía regresiones lineales, brechas de ingresos individuales y diferencial de ingresos vía matching. Los autores también demostraron que los ingresos de los trabajadores informales son sustancialmente inferiores a los de los formales y que esa diferencia está explicada mayoritariamente por la condición de informalidad. Por eso, sostienen que la informalidad, al estar relacionada con bajos ingresos, incrementa la probabilidad de caer bajo la línea de pobreza.

B. Estudios sobre la fabricación de indumentaria

A nivel internacional, el estudio del problema laboral en la industria de confección de indumentaria ha cobrado protagonismo desde la década de 1970, cuando comenzó una importante transformación productiva mundial en la búsqueda de minimizar costos: la fabricación de ropa se relocalizó en países subdesarrollados caracterizados por sus menores salarios (Kosacoff, 2004). En efecto, Gereffi (2000) destaca que en el eslabón industrial de la confección la ventaja competitiva principal radica en los costos laborales. En los principales países exportadores del servicio de confección de ropa, resulta frecuente que los salarios no alcancen para cubrir las necesidades básicas de los trabajadores y sus familias (Esbenshade, 2004; Pruett, Merk, Zeldenrust y De Haan, 2005).

En Argentina, la industria de fabricación de indumentaria nació en el siglo XIX y alcanzó su mayor nivel de desarrollo hacia mediados de la década de 1950, cuando el sector se constituyó en un emblema del modelo de industrialización por sustitución de importaciones y generó 179 000 empleos, el 14 % de toda la industria (Canitrot, Fidel, Juillerat y Lucángeli, 1976). Entre 1976 y 2001, las políticas de apertura comercial en periodos de apreciación cambiaria (1976- 1981 y 1991-2001) llevaron a un intenso aumento de las importaciones de ropa, en un contexto de caída de ingresos de la mayoría de la población (Kosacoff, 2004). La competencia desatada entre talleres e importaciones llevó a la destrucción de parte de las fábricas y de los empleos formales, al tiempo que otros se precarizaron, y se extendieron las adversas condiciones laborales en la industria de ropa (Montero, 2017). Las adversas condiciones para los ocupados del sector prácticamente no mejoraron durante la recuperación económica de los años posteriores al abandono de la convertibilidad (Lieutier et al., 2018).

En particular, la fabricación de indumentaria posee bajas barreras a la entrada: abrir un nuevo taller clandestino requiere una mínima inversión de capital en máquinas de coser (cuyo precio oscila entre USD 150 y USD 250), el proceso de trabajo de la costura es relativamente simple y se necesitan pocos saberes técnicos específicos (Ferreira y Schorr, 2012). Esto explica la gran cantidad de talleres informales existentes, lo que origina una intensa competencia entre ellos, en la que cada unidad productiva está obligada a minimizar el valor cobrado a la marca de indumentaria o al dador de trabajo para lograr conseguir órdenes de trabajo (Lieutier, 2010).

Así, los responsables de comercializar las prendas pueden encontrar fácilmente diversos talleres dispuestos a realizar el proceso de confección, lo que determina que el servicio de costura enfrente una elevada elasticidad precio de la demanda. Esta dinámica lleva a que los talleres deban minimizar el precio de su servicio y a obtener magros ingresos para los trabajadores, que se ven obligados a extender fuertemente sus jornadas laborales para maximizar sus ingresos, al tiempo que absorben íntegramente el riesgo de los vaivenes de la demanda de ropa (Panigo y Monteagudo, 2016). Esta situación es posible gracias a la deficiente regulación estatal sobre la producción de ropa, dificultada por el pequeño tamaño de las unidades productivas y su difícil localización (Amengual y Wolfson, 2011).

Los reducidos ingresos de los talleres clandestinos tornan imposible su subsistencia en caso de tener que cumplir con las obligaciones de aportes y contribuciones a la seguridad social y de los convenios colectivos, lo que explica la informalidad de los puestos de trabajo y los insuficientes ingresos de los costureros (Lieutier, 2010).

La vinculación entre pobreza y condiciones laborales precarias en la industria de indumentaria argentina fue ampliamente estudiada por diversos autores en las últimas décadas (Benencia, 2009; Egan, 2015; Gallart, 2006; Lieutier, 2010; Salgado, 2012, entre otros). Sin embargo, la gran mayoría de estos trabajos son investigaciones de tipo cualitativo sobre las relaciones laborales características del sector y los entramados productivos. A pesar de la extensión del problema laboral en el sector y de la gravedad de sus consecuencias, prácticamente no existen estudios con métodos cuantitativos para el sector de indumentaria argentino.

Uno de los pocos trabajos que realiza un análisis descriptivo de las encuestas sociodemográficas disponibles para la industria de confección de indumentaria es el de la OIT (Bertranou y Casanova, 2013), que pone el foco en la estructura del empleo del sector de fabricación de ropa durante 2012. A partir del análisis de los microdatos de la EPH del Indec, el estudio destaca que el empleo asalariado formal solo explica el 22 % del empleo total en la fabricación de ropa en Argentina. El resto se compone de empleo asalariado no registrado (45,5 %) y empleo independiente (32,5 %). En relación con esto último, los autores entienden la prevalencia de trabajadores independientes como otra de las formas de manifestación de la precariedad laboral en la indumentaria, pues estos ocupados deben ser considerados trabajadores a domicilio, tercerizados y subcontratados, dependientes de otros eslabones de la cadena de valor. Con estadísticas descriptivas que utilizan los microdatos de la Encuesta Anual de Hogares Urbanos (EAHU) del Instituto Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires para los años comprendidos entre 2012 y 2016, Lieutier et al. (2018) realizan un aporte a fin de comprender la composición de la informalidad laboral en la fabricación de indumentaria. Los autores encuentran que más del 60 % de los trabajadores informales del rubro en la principal ciudad de Argentina son inmigrantes, cuyos salarios horarios resultan un 37 % inferiores a los de los costureros registrados, sus jornadas laborales suelen superar las 45 horas semanales y se concentran en micro y pequeños establecimientos.

II. Datos y metodología

A. Fuentes de información utilizadas

La fuente de información empleada es la EPH del Indec, realizada de manera continua y publicada con frecuencia trimestral desde el tercer trimestre de 2003. Cabe señalar que la EPH presenta limitaciones a la hora de trabajar a un alto nivel de desagregación sectorial del empleo, habida cuenta de que se trata de una encuesta cuya cantidad de casos no es suficiente para un análisis pormenorizado de los subsectores productivos. Por tal razón, y para ganar representatividad y disminuir el error muestral, en este trabajo se construyeron dos pools de datos de corte transversal y se unificaron diversas bases trimestrales de la EPH7. El primer pool está formado por las bases comprendidas entre el tercer trimestre de 2003 y el cuatro trimestre de 2011. El segundo pool comprende las bases entre el primer trimestre de 2012 y el cuarto de 20188. Los tamaños muestrales resultantes están reportados a continuación en el Cuadro 19.

La elección de los periodos a analizar responde a la dinámica de comportamiento del sector: en el primer periodo la producción de ropa en Argentina, atravesó un intenso proceso de crecimiento que duró hasta fines de 2011, solo interrumpido en 2009 por la crisis económica internacional. En esos ocho años, las cantidades fabricadas de ropa en Argentina crecieron un 62,8 %, según información del Indec. Por su parte, el segundo periodo iniciado en 2012 se caracteriza por una dinámica de contracción de la indumentaria confeccionada en el país, que a 2018 acumuló una caída del 33,3 %.

Cuadro 1. Cuadro 1. Tamaños muestrales 

Fuente: elaboración propia según EPH-Indec.

Además, cabe realizar una aclaración respecto de otra limitación importante de la EPH a la hora de captar fielmente a la totalidad del colectivo de trabajadores costureros. Según testimonios de extrabajadores de talleres clandestinos emplazados en viviendas particulares, los encargados de estos establecimientos realizan un estricto control de los accesos e impiden el ingreso a cualquier persona ajena al taller (Lieutier, 2010; Rivera, 2011). En este contexto, difícilmente acepten responder encuestas sociodemográficas por parte de personal del Indec, por lo cual factiblemente la EPH no logre captar a los trabajadores de los talleres clandestinos. Dado que la evidencia cualitativa disponible indica que estos son los trabajadores con peores condiciones de vida dentro del sector, nuestro cálculo de pobreza en hogares donde viven trabajadores costureros probablemente subestima el verdadero valor.

B. Medición de la pobreza

Para el cálculo de la pobreza de los costureros y sus familias, se utilizó el método absoluto (también conocido como indirecto o de línea) siguiendo la metodología descripta en Gárriz et al. (2012) y en Zack, Schteingart y Favata (2017), que consiste en verificar si el ingreso total de los hogares alcanza o no para cubrir su respectiva canasta básica total. Por su parte, y en línea con la definición de la OIT, entenderemos por trabajador a aquel individuo que trabajó de manera remunerada al menos una hora en la última semana de referencia, criterio también utilizado por Gárriz et al. (2012) y Beccaria y Groisman (2008).

Para la valorización de la canasta básica alimentaria (CBA) y de la canasta básica total (CBT) por adulto equivalente, se tomaron los valores por región informados por el Indec (2016) desde el segundo trimestre de 2016 al cuarto trimestre de 2018. Para obtener los valores de la CBA para los trimestres comprendidos entre 2003 y 2006, se utilizó el índice de precios al consumidor (IPC) del GBA elaborado por el Indec, mientras que para el periodo de 2007 y 2015 se utilizaron diversos IPC de institutos de estadísticas provinciales (desde 2007 San Luis, desde 2012 se incorporó el de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) y desde 2013 el de Córdoba). La metodología oficial de medición de pobreza sufrió diversos cambios en el periodo analizado; para evitar que esto afecte nuestros resultados, se aplicó una metodología de medición homogénea (en particular, con una línea de pobreza constante), como se explica en Zack et al. (2017).

C. Descomposición Oaxaca-Blinder

Para caracterizar las condiciones de vida de los hogares donde viven trabajadores costureros en relación con el total de hogares argentinos y los hogares con al menos un trabajador de la industria manufacturera, recurrimos a la descomposición Oaxaca-Blinder. Esta metodología permite descomponer la diferencia observada entre niveles de pobreza de hogares donde viven trabajadores costureros y el resto de los hogares en dos componentes, el efecto dotaciones y el efecto coeficientes. Mientras que el primero captura la parte de esa brecha que responde a diferencias de atributos observables entre los dos grupos, el segundo contiene las diferentes formas en que esos atributos son “remunerados”. De este modo, la descomposición permite cuantificar la medida en que el nivel de pobreza observado en costureros responde a características específicas de estos trabajadores o a características del sector en sí. Dado que la variable dependiente del problema es una dummy que adopta valor 1 si el trabajador vive en un hogar pobre, aplicamos la metodología de Yun (2004) para extender esta descomposición al modelo probit para variables dependientes dicotómicas. Para mayor claridad, reportamos los resultados de la estimación de los modelos probit en el Anexo 1. Las variables explicativas utilizadas son dummies de nivel educativo, edad, edad al cuadrado, dummies regionales, dummy de género, cantidad de miembros en el hogar, cantidad de miembros del hogar que trabajan, dummy de informalidad, horas trabajadas y dummy de extranjero. Un problema habitual en este tipo de descomposiciones es la no trivialidad en la elección de la categoría base para las variables categóricas; para subsanar esta limitación, se optó por la metodología presentada en Yun (2005).

III. Resultados

Antes de proceder a presentar los resultados de la descomposición Oaxaca- Blinder, se realiza un ejercicio de estadística descriptiva sobre las características individuales del trabajador de la confección de indumentaria, de su puesto de trabajo, así como de las horas trabajadas y su ingreso. En todos los casos, también se presentan los datos para el promedio del resto de los ocupados de la economía argentina y para el resto de los ocupados de la industria manufacturera. Los resultados refieren al periodo comprendido entre el tercer trimestre de 2003 y el cuarto de 2018, y se presentan junto con el total de la industria manufacturera y el total de la economía para facilitar su comparación.

A. Características individuales del trabajador

En la Figura 1 se presentan diversas características personales para los trabajadores de la industria de fabricación de indumentaria en Argentina: sexo, edad, lugar de nacimiento y nivel educativo. En primer lugar, es posible verificar la elevada presencia femenina en esta rama industrial, en la que el 67,6 % de los trabajadores fueron mujeres durante el periodo analizado. Esta cifra contrasta con el 41,6 % de la economía argentina en su conjunto y con el 23,2 % de la industria manufacturera. La mayor presencia femenina en esta rama es una tradición que proviene desde los orígenes del sector en Argentina a fines del siglo XIX y está asociada al propio oficio de la costura y a la facilidad de una tarea posible de realizar desde el hogar (Fernández y Legnazzi, 2012).

En segundo lugar, se observa que la edad promedio en la costura fue de 40,8 años, mientras que para el promedio de la industria manufacturera se situó en 39 años, y para el total de la economía, 39,9 años. Al desagregar por sexo, se observa que las mujeres costureras promediaron los 42,4 años de edad, mientras que los hombres 37,5. Por su parte, en la confección de indumentaria, la participación de trabajadores nacidos en otros países (20,8 %) cuadruplicó el promedio de la industria (5,5 %) y de la economía nacional (5,6 %).

Dentro de este grupo, la comunidad boliviana fue la más importante, seguida de la paraguaya y la peruana (y otras menores como la uruguaya, la chilena o la coreana)10. Aquí desempeña un papel fundamental las redes de contactos familiares y sociales que contribuyen a la inserción laboral de los migrantes recién llegados, y configuran una rama en al que se concentran trabajadores de diversos orígenes (OIT, 2015).

Fuente: elaboración propia según EPH-Indec.

Figura 1. Figura 1. Características individuales de los costureros (T3 de 2003 a T4 de 2018)La participación de mujer, extranjero y bajo nivel educativo se expresa en porcentaje mientras que la edad en años. 

En relación con el nivel educativo, la confección de indumentaria se destacó por una mayor presencia relativa de trabajadores con bajo nivel educativo (52,3 %) respecto de la industria manufacturera (47,2 %) como, sobre todo, de la economía total (40,8 %). La variable “bajo nivel educativo” incluye a aquellos trabajadores sin instrucción, a quienes tienen primaria completa e incompleta y a los que poseen secundaria incompleta. En efecto, las propias características del oficio de la costura tornan innecesaria la instrucción educativa de la mano de obra, por lo cual se constituye como una alternativa para aquellos trabajadores menos calificados (Bentolila, 2011).

B. Características del puesto de trabajo

En la Figura 2, se muestran los resultados de la estadística descriptiva sobre diversas variables que refieren el puesto de trabajo. Se trata de la concentración del empleo en el GBA, del trabajo a domicilio (operado a través del hogar como el lugar de trabajo), de la informalidad laboral en asalariados (operado a través de trabajadores sin aporte al sistema jubilatorio), de la participación de trabajadores independientes (o por cuenta propia) y de los ocupados sin afiliación sindical12. En primer lugar, se destaca que la concentración geográfica de la industria de confección de indumentaria alrededor del GBA, donde residió el 74,7 % de los ocupados en la confección: dicho porcentaje fue del 63,7 % para el empleo industrial y del 54,5 % para el total del empleo relevado por la EPH.

Fuente: elaboración propia según EPH-Indec y ENES11.

Figura 2. Figura 2. Características del puesto de trabajo (T3 de 2003 a T4 de 2018) 

La concentración geográfica registrada en la EPH es convalidada por las estadísticas del OEDE del Ministerio de Producción y Trabajo de la Nación, que informan que para el promedio de 2018 el 72,1 % del empleo asalariado registrado en la industria de confección de indumentaria argentina se ubicó en la Ciudad de Buenos Aires y los partidos del GBA (OEDE, 2018).

Otra característica distintiva del sector que surge de la EPH es la elevada presencia de trabajo a domicilio. Mientras que en la costura el 33,2 % de los trabajadores se desempeñó en sus hogares, este porcentaje desciende al 8,5 % para la industria manufacturera y al 3,9 % para el total de la economía. En efecto, en esta rama de actividad, el trabajo a domicilio se constituye en una forma frecuente de inserción laboral, dada la habitual fragmentación y tercerización de los procesos productivos que favorecen la evasión de las cargas sociales y el incumplimiento de la normativa laboral (Jelin, Mercado y Wyczykier, 1998; Lieutier et al., 2018).

En el periodo de 2003 a 2018, la informalidad laboral en los costureros asalariados ascendió al 64,9 %, nivel significativamente superior al promedio de la industria (29,1 %) y de la economía en su conjunto (37,0 %). La extendida presencia de esta problema en el sector obedece a factores técnico-productivos (actividad con bajas barreras a la entrada, facilidad para aprender el oficio) y laborales (disponibilidad de trabajadores vulnerables, debilidad sindical) combinados con estrategias productivas basadas en el incremento de la competitividad a través del ahorro de cargas sociales y salarios de convenio vía fragmentación del proceso productivo (Ludmer, 2010).

El sector se caracterizó por la elevada presencia de trabajo independiente (32,2 %), proporción que contrastó con el 15,6 % del promedio de la industria y el 19,2 % de la economía argentina. Bertranou y Casanova (2013) sugieren que el empleo independiente en la costura representa a los actores más débiles de la cadena de valor (talleristas a domicilio o talleristas por encargo) y oculta una relación laboral precaria con el dador de trabajo.

Por último, la cantidad de ocupados sin afiliación sindical fue más alta en la costura (89,1 %) que en la industria (77,3 %) y en la economía (82 %), según una encuesta realizada entre 2014 y 2015. Bentolila et al. (2011) identifican el aislamiento y la dispersión de los costureros (la gran mayoría se desempeña en microestablecimientos de hasta cinco trabajadores) como los principales obstáculos que impiden un mayor poder de sindicalización.

En la Figura 3, se presentan los datos de ingresos totales, ingresos horarios y horas trabajadas por mes referidas a la ocupación principal. Al tratarse de un pool de paneles de varios trimestres (con diferencias en valores nominales fruto del carácter inflacionario de la economía argentina durante el periodo analizado), se normalizaron los valores que utilizaron como referencia el ingreso horario y el ingreso total para el promedio de los ocupados de la economía argentina.

La figura deja en evidencia que los trabajadores costureros tuvieron ingresos totales por su ocupación principal un 37,4 % inferiores a los del promedio de la economía (y un 41,6 % menores que la industria). Esta diferencia fue principalmente explicada por las disparidades en el ingreso horario (32,3 % inferior), dado que las horas trabajadas en la semana resultaron prácticamente las mismas (39,1 contra 39,3).

C. Incidencia de la pobreza

A continuación, la Figura 4 muestra la evolución de la pobreza para hogares con al menos un miembro trabajador en la costura, en la industria y en la economía en general, entre el segundo trimestre de 200413 y el cuarto trimestre de 2018. Dado que la submuestra de los costureros resulta pequeña dentro de la EPH, se optó por calcular medias móviles de cuatro trimestres, para poder visualizar mejor las tendencias.

Fuente: elaboración propia según EPH-Indec.

Figura 3. Figura 3. Ingresos y horas trabajadas por semana (T3 de 2003 a T4 de 2018) 

La observación de la Figura 4 permite concluir que durante prácticamente todo el periodo bajo análisis, la pobreza en hogares con al menos un trabajador en el sector de indumentaria fue superior a la de la industria manufacturera y el total de la economía. En particular, de 2003 a 2018 la pobreza en hogares con trabajadores costureros se ubicó 5 puntos porcentuales (pp) por encima del promedio de la economía y 7,3 pp por encima de los hogares con al menos un trabajador en la industria.

D. Resultados de la estimación

En esta subsección, abordamos la pregunta que guía a este trabajo: ¿el sector de indumentaria penaliza a sus trabajadores desde el punto de vista de la pobreza, aun controlando por atributos personales? El Cuadro 2 presenta el resumen de los resultados obtenidos en la descomposición Oaxaca-Blinder para cada periodo analizado.

Fuente: elaboración propia según EPH-Indec e institutos provinciales de estadística.

Figura 4. Figura 4. Tasa de pobreza en hogares con al menos un miembro ocupado en costura (media móvil cuatro trimestres. T2 de 2004 a T4 de 2018) 

En ambos periodos encontramos mayor probabilidad de ser pobre entre los trabajadores del sector costurero que en el resto de la población ocupada y en el resto de los ocupados en la industria manufacturera, con diferencias en torno a 9 pp en el primer periodo y 4,7 pp en el segundo, ambas estadísticamente significativas con confianza mayor del 99 %.

Cuadro 2. Cuadro 2. Resultados de la descomposición Oaxaca-Blinder 

***p < 0,01, **p < 0,05, *p < 0,1.

Fuente: elaboración propia según EPH-Indec.

El efecto dotaciones, que captura las diferencias en la pobreza explicadas por distintos atributos observables en cada grupo, explica el 37 % de la diferencia observada en el primer periodo y el 66 % de la reportada en el segundo, cuando se compara a los costureros con el total de la población. En cambio, cuando el grupo de comparación elegido son los trabajadores de la industria, el peso de este efecto asciende al 53 % en el primer periodo y al 81 % en el segundo. Esto implica que la brecha en pobreza responde en buena medida a que los trabajadores de la costura presentan peores atributos productivos que la población general, lo que se traduce en menores ingresos laborales, y que este efecto es mayor incluso cuando se los compara con los trabajadores de la industria manufacturera.

Por otra parte, el efecto coeficientes, que captura la penalidad salarial específica del sector costura, exhibe tamaños del 43 % y del 40 % cuando se compara con la población general, lo cual indica que efectivamente existe una peor estructura de remuneraciones en este sector ceteris paribus los atributos de sus trabajadores. Sin embargo, cuando se compara a los costureros con el resto del sector industrial, encontramos un tamaño considerablemente menor para este efecto, que de hecho se vuelve estadísticamente no significativo en el segundo periodo.

Aquí se observan dos fenómenos. Por un lado, la diferencia salarial entre costureros y otros trabajadores industriales responde más a diferencias de atributos productivos que a la estructura salarial del sector, lo cual indica que la costura absorbe a los trabajadores con los atributos menos valorados dentro de la industria. Por otro lado, el hecho de que este efecto coeficientes virtualmente desaparezca entre 2012 y 2018 parece ser producto del empeoramiento de las condiciones del sector manufacturero en general, que se tradujo en una reducción de su prima salarial específica. Los resultados de la descomposición sugieren que esto no redundó en mejoras para los costureros en el sector industrial (pues la diferencia en pobreza es similar, ya sea que se compare con la industria, ya sea con toda la población), ya que el sector siguió absorbiendo a los trabajadores con atributos productivos menos valorados, lo cual sugiere un posible efecto composición.

Por último, el efecto interacción (fruto de la no trivialidad en la elección del grupo base en cada descomposición) es significativo solo en el primer periodo y explica el 20 % de la diferencia observada. Para comprender mejor los determinantes de los efectos anteriores, podemos analizar la descomposición detallada, presentada en el Cuadro 3. Aplicamos la metodología sugerida por Yun (2005) para lidiar con la no trivialidad en la elección de la categoría base empleada en variables cualitativas. Los resultados varían levemente entre periodos, aunque algunos patrones generales se mantienen (para mayor detalle, los resultados de las estimaciones de los modelos probit pueden ser consultados en el Anexo 1).

En el efecto dotaciones, se observa una contribución relevante de las dummies educativas, la edad, la informalidad y la cantidad de horas trabajadas. Los costureros tienen menor nivel educativo, trabajan menor cantidad de horas y tienen mayor proporción de informalidad, factores que redundan en mayor nivel de pobreza; en particular, la informalidad por sí sola explica el 66 % de la diferencia observada en el primer periodo y el 91 % de la observada en el segundo. Sin embargo, la cantidad de miembros del hogar que trabajan ejerce un poderoso efecto compensador (de entre el el 20 y el 34 % del tamaño de la brecha, según el periodo); el hecho de que los hogares donde trabajan costureros tengan una alta tasa de empleo en su interior sugiere que el efecto trabajador adicional desempeña un papel relevante merced a las débiles condiciones sociales de estos hogares.

Dado que la relación entre la probabilidad de ser pobre y la edad tiene forma de parábola cóncava, los efectos asociados a la edad y a su cuadrado tienen signos distintos; el hecho de que su suma sea positiva indica que los costureros se ubican en torno al máximo de la parábola con mayor frecuencia que el resto de la población, lo cual ejerce un efecto compensador. Por otra parte, dado que la mayoría de los costureros reside en el GBA, implica que tienen menor representación en las regiones donde los ingresos son menores (Noroeste Argentino [NOA], Noreste Argentino [NEA] y Cuyo), pero también allí donde los ingresos son mayores (Patagonia); por este motivo, los signos asociados a las dummies regionales son distintos y en el primer periodo se compensan aproximadamente entre sí.

Si bien las variables educativas y regionales tienen un peso menor cuando se compara a los costureros solo con los trabajadores de la industria, la informalidad y las horas trabajadas14 asumen tamaños sensiblemente mayores, y llegan a explicar conjuntamente más que la totalidad de la brecha (lo que sugiere que existen otras variables que actúan como compensadoras). Esto refuerza lo explicado: el sector costura absorbe, claramente, la franja de trabajadores industriales con peores atributos productivos.

Cuadro 3. Cuadro 3. Resultados detallados de la descomposición Oaxaca-Blinder 

***p < 0,01, **p < 0,05, *p < 0,1.

elaboración propia según EPH-Indec.

La variable extranjero tiene un efecto estadísticamente significativo en el efecto dotaciones, aunque con un tamaño más reducido (en torno al 10 % de la diferencia observada). Si bien la proporción de extranjeros entre los costureros es alta y esto es penalizado por el mercado laboral, no se trata de un factor tan preponderante como los anteriores.

Pasando al efecto coeficientes, las horas trabajadas tienen un peso fundamental en el primer periodo (independiente del grupo de comparación elegido) pero con signo positivo; esto implica que, si bien los costureros trabajan en promedio menor cantidad de horas que el resto de los trabajadores, no está tan penalizado como en otros sectores y por tanto ejerce un efecto compensador de magnitud relevante. Sin embargo, en el periodo de 2011 a 2018, esta variable ya no presenta una contribución estadísticamente significativa (nuevamente, ya sea que se compare con la industria, ya sea con el total de la población). Esto sugiere que algo podría haber cambiado en el patrón de organización del trabajo en el sector en este segundo periodo y amerita mayor investigación posterior.

Las dummies educativas ofrecen un patrón interesante en el efecto coeficientes: las que denotan nivel educativo bajo exhiben valores positivos (es decir, compensan la brecha), mientras que las de nivel educativo alto exhiben valores negativos (es decir, contribuyen a la brecha). Esto indica que, mientras que la educación alta está peor remunerada en el sector costura que en el mercado de trabajo general (o en la industria en particular), la educación baja está menos penalizada, un patrón consistente con la idea de un sector donde las tareas realizadas tienen bajos requisitos de capital humano genérico. Sin embargo, cabe señalar que este patrón casi desaparece del todo en el segundo periodo si se toma a la industria como grupo de comparación, lo cual sugiere que esto podría responder a un proceso más general del sector industrial en su conjunto.

Por otro lado, un hallazgo interesante es que la dummy de género no contribuye de manera significativa a ninguno de los dos efectos, lo cual indica que no existe una dimensión de género en la diferencia de condiciones de vida entre hogares donde viven costureros y el resto de la población.

Finalmente, un punto a analizar es por qué la pobreza de los costureros tendió a asimilarse a la del resto de la economía entre ambos periodos (es decir, por qué la brecha pasó de 8,9 pp a 4,7 pp). El factor más destacable aquí es la menor dispersión de los ingresos laborales: el coeficiente de Gini de los ingresos laborales horarios pasó de 0,422 en el periodo de 2003 a 2011 a 0,380 en el periodo de 2012 a 2018; el grueso de la reducción se produjo durante el primer periodo (en 2003 el coeficiente de Gini era de 0,462 y en 2011 era de 0,399). Esta menor dispersión laboral es consistente con una menor brecha de ingresos horarios entre los trabajadores de alto y bajo nivel educativo, que pasó de 2,27 veces en el periodo de 2003 a 2011 a 1,92 en el periodo de 2012 a 2018 (en 2003 la brecha era de 2,35 veces y en 2011 de 2,05)15. En el caso de los costureros (que, como hemos visto, son de nivel educativo relativamente bajo), esta tendencia parece haberse replicado también, dado que su ingreso horario mediano pasó de ser el 61 % de la mediana de la economía entre 2003 y 2011 al 73 % entre 2012 y 2018, también de acuerdo con la EPH.

IV. Conclusiones

Este trabajo se propuso responder al interrogante sobre si trabajar en el sector de fabricación de indumentaria aumenta las probabilidades de pertenecer a un hogar pobre. Analizando datos de la EPH a través del método Oaxaca-Blinder para el periodo de 2003 y 2018, hemos podido comprobar que:

• Efectivamente, existen diferencias significativas en los niveles de pobreza entre los costureros y el resto de los trabajadores (diferencias que fueron aminorando con el paso del tiempo producto de una mayor homogeneización de los ingresos laborales a partir de 2003).

• Tanto el efecto dotaciones como el efecto coeficientes fueron estadísticamente significativos durante todo el periodo analizado, aunque con una magnitud más moderada en el periodo de 2012 a 2018 (producto de que el diferencial de pobreza de los costureros respecto de la media fue menor que entre 2003 y 2011).

• Una parte de las diferencias en los niveles de pobreza entre costureros y el resto de los trabajadores se explica por ciertas características individuales de aquellos (efecto dotaciones) que son penalizadas en el mercado laboral (como bajo nivel educativo, mayor informalidad y mayor porcentaje de inmigrantes, por ejemplo).

• Se comprobó que la estructura de remuneraciones del sector agrava la situación de pobreza en la comparación con el resto de los ocupados de la economía y con el resto de los de la industria manufacturera, aunque en este último caso solo para el primer periodo (efecto coeficientes). En otros términos, un trabajador con determinados atributos individuales tiene mayor probabilidad de ser pobre si trabaja en la costura que si lo hace en otro sector.

En relación con el proceso de homogeneización de ingresos laborales verificado en este trabajo, es posible plantear dos explicaciones que podrán ser tomadas como hipótesis para futuras investigaciones sobre el sector. Por un lado, Gasparini et al. (2016), analizando tendencias de América Latina, sugieren que con el cambio de siglo aumentó la demanda relativa de los trabajos no calificados. Ello contrasta con la década de la década de 1990 cuando la liberalización económica afectó relativamente más a los trabajadores menos calificados que a los calificados. Por el contrario, durante la primera década del siglo XXI el crecimiento económico fue más intenso y generalizado a múltiples sectores que en la década de 1990, con impactos positivos en la demanda de ramas intensivas en mano de obra poco calificada.

En segundo lugar, Argentina se caracterizó por un cambio cualitativo en la institucionalidad del mercado laboral a partir de 2003, momento a partir del cual los aumentos del salario mínimo tendieron a subir sustancialmente por encima de los del salario medio (particularmente hasta 2006), y así homogeneizó la pirámide salarial (Bertranou y Casanova, 2013). Ardiciácono (2015) analizó el impacto distributivo del salario mínimo en Argentina entre 2003 y 2013, y concluyó la existencia de una significativa contribución de este a la reducción de las brechas salariales. Vale apuntar que es probable que los efectos de estos cambios en la institucionalidad del mercado laboral se hayan visto amplificados por la fuerte expansión económica de esos años, que permitió una rápida generación de empleos, una acelerada baja del desempleo y una reducción significativa de la informalidad laboral (Porta et al., 2017).

A partir de todos estos hallazgos, surgen nuevos interrogantes que abren futuras líneas tanto de investigación como de políticas públicas. Respecto de las primeras, resulta interesante replicar este ejercicio pero para otros sectores de actividad, para así diagnosticar cuáles tienen un efecto benéfico sobre la pobreza y cuáles, al igual que en fabricación de indumentaria, uno negativo. En cuanto a las políticas públicas, los resultados aquí presentados evidencian la necesidad de diseñar e implementar políticas concretas que permitan eliminar (o al menos morigerar) el efecto negativo que introduce el sector de la costura sobre la pobreza de sus trabajadores.

Agradecimientos

Por último, cabe aclarar que para la realización de esta investigación no se tuvieron fuentes de financiamiento. Los autores agradecen a los evaluadores anónimos que realizaron valiosos aportes y sirvieron para mejorar sustantivamente la calidad del producto final.

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5En este punto, cabe aclarar que existe la posibilidad de que los costureros entrevistados subdeclaren ingresos.

6El CCT fue acordado entre la Federación Argentina de la Industria de la Indumentaria y Afines (Faiia), en representación del sector empresarial, y la Federación Obrera Nacional de la Industria del Vestido y Afines (Foniva), en representación del sector sindical.

7Este tratamiento se encuentra en línea con el adoptado en Maurizio et al. (2008).

8Vale señalar que en la emergencia estadística decretada por el Gobierno Nacional en 2016 no se cuenta con datos del tercer y cuarto trimestre de 2015 ni del primer trimestre de 2016 (tampoco se encuentra disponible la base del tercer trimestre de 2007).

9Debido a los cambios implementados en el Clasificador de Actividades Económicas para Encuestas Sociodemográficas (CAES-Mercosur), en el primer pool, los costureros son identificados como la actividad 1800, mientras que en el segundo se trata de la actividad 1400. En ambos casos, se incluye a los trabajadores ocupados en la confección de prendas para hombres, mujeres, niños y bebés, de uso interior o exterior, sea que su fabricación provenga del ensamble de tejidos planos, de tejidos de punto o de la costura de pieles y cueros. Entre las principales actividades realizadas, se destacan el moldeado, el tizado, el corte de las telas, la confección de las partes, el bordado, el control final y el empaquetado.

10De acuerdo con los registros de la EPH, durante el periodo de 2016 a 2018 el 60% de los costureros inmigrantes fueron bolivianos, el 21% paraguayos y el 11% peruanos.

11Los datos de sindicalización refieren a 2014 y 2015.

12Por su parte, para obtener información acerca de la sindicalización de la rama, se trabajó con los datos de la Encuesta Nacional sobre la Estructura Social (ENES), elaborada dentro del Programa de Investigación sobre la Argentina Contemporánea (Pisac), para el segundo semestre de 2014 y el primero de 2015: se relevó información de 8 200 hogares y 27 000 personas en más de 300 localidades del interior del país.

13Dado que se trata de la media móvil de cuatro trimestres y que el relevamiento continuo de la EPH comenzó en el tercer trimestre de 2003, el primer dato disponible es el del segundo trimestre de 2004.

14La diferencia con el resultado de la estadística descriptiva radica en que en ese caso se tomaron los individuos según su criterio de expansión muestral, mientras que para el Oaxaca-Blinder y el probit se consideraron solo los resultados para los individuos relevados.

15Los datos de brechas salariales surgen de la base de datos del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (Cedlas), según procesamientos de la EPH. Se debe considerar que los valores de brechas según nivel educativo corresponden a varones adultos.

Anexo 1. Modelo probit

Se procedió a estimar un modelo probit donde la variable dependiente es una dummy de pertenencia a un hogar pobre. Las variables independientes son las descriptas en el texto. El objetivo del modelo fue cuantificar, de la forma más adecuada, cuánto incrementa la probabilidad de pertenecer a un hogar pobre el hecho de trabajar en la costura, controlando por atributos observables. En el Cuadro A1, se presentan los resultados para los dos pools de paneles construidos: 2003-2011 y 2012-2018.

Cuadro A1. Cuadro A1. Resultados detallados del modelo probit 

Cuadro A1. Cuadro A1. Resultados detallados del modelo probit 

elaboración propia según EPH-Indec

Recibido: 29 de Marzo de 2019; Aprobado: 30 de Octubre de 2019

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