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Desarrollo y Sociedad

versão impressa ISSN 0120-3584

Desarro. soc.  no.94 Bogotá maio/ago. 2023  Epub 31-Maio-2023

https://doi.org/10.13043/dys.94.2 

Artículos

Tres décadas en diez gráficos: el desarrollo inclusivo en América Latina a la luz de las encuestas de hogares

Three decades in ten graphs: Inclusive development in Latin America through the lens of household surveys

Leonardo Gasparini1 

Jessica Bracco2 

1Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (CEDLAS) –IIE –FCE –Universidad Nacional de La Plata y CONICET, La Plata

2Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (CEDLAS) –IIE –FCE –Universidad Nacional de La Plata y CONICET, La Plata


Resumen

Este artículo examina el desarrollo de América Latina durante las últimas tres décadas (1992-2019), mediante curvas de incidencia del crecimiento y tasas de crecimiento ponderadas, calculadas sobre la base de microdatos armonizados de encuestas de hogares. En este periodo, América Latina ha avanzado positivamente según la mayoría de los indicadores básicos de desarrollo. En promedio, el crecimiento en el ingreso y en algunas variables educativas y habitacionales ha sido más intenso entre los estratos de menores ingresos. En contraste, en otras dimensiones importantes (como educación superior y participación laboral femenina), los avances fueron más lentos entre los hogares más vulnerables. La evidencia señala que, a pesar de los progresos en casi todas las dimensiones medibles del desarrollo en las encuestas de hogares, las carencias y las brechas siguen siendo enormes.

Palabras clave distribución del ingreso; educación; empleo; América Latina

Clasificación JEL O1; I31; I24

Abstract

This paper analyzes the development of Latin America over the past three decades by using growth incidence curves and weighted growth rates calculated on the basis of harmonized microdata from national household surveys. Over the past three decades, Latin America has made progress in fundamental socioeconomic indicators. On average, there has been significant growth in income as well as some educational and housing variables, particularly among the lower income strata. In contrast, progress was slower among the most vulnerable population in other important areas (e.g., higher education, female labor participation). Despite notable improvements in various areas of development captured through household surveys, the evidence reveals that substantial shortfalls and disparities still persist.

Keywords Income distribution; education; employment; Latin America

Introducción

Han trascurrido tres décadas desde que las encuestas de hogares comenzaron a extenderse y popularizarse en América Latina. En la actualidad (2023), los países de la región tienen sistemas de encuestas nacionales de hogares con los que monitorean la pobreza, la desigualdad, el desempleo y el avance en distintos indicadores de desarrollo, como las tasas de escolarización, el acceso al agua potable o la participación laboral de las mujeres.

La evaluación del desarrollo socioeconómico de un país o una región es un proceso complejo que requiere definir las dimensiones que se piensa evaluar y las métricas que se emplean. En ese proceso no debe faltar la información valiosa que proviene de las encuestas de hogares. Estas encuestas permiten hacer análisis que otras fuentes de información no consiguen: evaluar el progreso en distintas dimensiones del bienestar a lo largo de la distribución del ingreso. Al incluir información sobre ingreso, las encuestas de hogares permiten monitorear el desarrollo no solo para el agregado de la población, sino para los distintos estratos de ingreso. En particular, permiten evaluar si el desarrollo ha sido inclusivo; es decir, si ha beneficiado a los estratos más vulnerables y si lo ha hecho con mayor intensidad en estos, en comparación con el resto de la población.

Este trabajo propone un ejercicio sencillo: seleccionar diez indicadores de desarrollo que puedan construirse con microdatos de las encuestas de hogares de América Latina, con el fin de calcular sus cambios para las tres últimas décadas, a lo largo de la distribución del ingreso. En particular, computamos y analizamos curvas de incidencia del crecimiento (CIC; en inglés, growth-incidence curves), a nivel de percentiles de ingreso y, con ello, calculamos tasas de crecimiento ponderadas para cada variable. La ventaja de las CIC es que son instrumentos gráficos simples que permiten visualizar rápidamente los principales patrones de cambio. Por su parte, las tasas de crecimiento ponderadas permiten una evaluación alternativa a la típica consideración de la tasa de crecimiento de la media, que ignora las asimetrías a lo largo de la distribución.

Aunque conceptualmente sencillos, en la práctica los ejercicios propuestos requieren considerables esfuerzos de armonización, debido a que las encuestas de hogares no se realizan todos los años, ni son homogéneas entre países ni en el tiempo. Este artículo se basa en el trabajo de armonización del proyecto Socioeconomic Database for Latin America and the Caribbean (SEDLAC) del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (CEDLAS) y el Banco Mundial, y aplica algunos criterios básicos para obtener series comparables.

En resumen, en este trabajo computamos curvas de incidencia del crecimiento y tasas de crecimiento ponderadas para el promedio de casi todos los países de América Latina, a lo largo de las últimas tres décadas (1992-2019), para un conjunto de diez variables: el ingreso per cápita familiar, sumado a un conjunto de variables educativas, habitacionales, demográficas y laborales. El trabajo, basado en microdatos armonizados de las encuestas de hogares de la región, es intensivo en datos: implica considerar las respuestas de más de treinta millones de latinoamericanos a las encuestas de hogares nacionales a lo largo del periodo de estudio.

La evidencia sugiere que América Latina ha avanzado en la mayoría de los indicadores básicos de desarrollo en las últimas tres décadas. En promedio, el crecimiento en el ingreso y en algunas variables educativas y habitacionales ha sido más intenso entre los estratos de menores ingresos. En contraste, en otras dimensiones importantes, como educación superior, formalidad laboral, participación laboral femenina, entre otros, los avances fueron más lentos entre los más vulnerables. La evidencia señala progresos en casi todas las dimensiones en las últimas tres décadas, pero también revela que las carencias y las brechas entre hogares siguen siendo enormes.

El documento está organizado de la siguiente forma. Primero, se incluye una breve discusión sobre la metodología y los datos utilizados. A continuación, se presentan las CIC y se comentan los principales resultados. Posteriormente, se resumen esos resultados mediante el cálculo de tasas de crecimiento ponderadas. Para cerrar el estudio, en la sección final, se presentan algunos comentarios sobre el análisis.

I. Metodología y datos

¿Fue el aumento del ingreso en un país generalizado?, ¿quiénes se beneficiaron más por la expansión educativa?, y ¿en qué grupos se redujo la informalidad laboral? Estas preguntas implican una evaluación del desarrollo de una sociedad pero, a diferencia del análisis usual que monitorea el progreso a través del aumento en el valor medio de ciertas variables de bienestar, estas preguntas requieren evaluar el progreso, a lo largo de toda la distribución1. Idealmente, estas preguntas deben responderse a partir de datos de panel, que incluyan información de las mismas personas y familias a lo largo del tiempo. Por la falta de paneles largos en América Latina, la alternativa es analizar grupos en lugar de personas.

Las curvas de incidencia del crecimiento (CIC) propuestas por Ravallion y Chen (2003) son instrumentos simples para estudiar la distribución del crecimiento y evaluar la medida en que los diferentes segmentos de la población participan en el proceso de crecimiento (o sufren de una recesión).2 Estas curvas simplemente muestran la tasa de crecimiento anualizada de la variable de interés (x) para cada percentil (p) de ingresos. Formalmente, la CIC de la variable x entre el periodo 1 y el periodo T se definen como:

(1)

xt(p) es la media de la variable x correspondiente al percentil p en el periodo t.

Para ciertas variables (por ejemplo, tasas de escolarización) resulta más natural computar directamente el cambio y no la tasa de crecimiento. En este caso, la CIC se define así:

(2)

Las CIC son evaluaciones anónimas de la movilidad, en el sentido en que el resultado x se compara para un mismo percentil p en dos momentos distintos, no para un mismo hogar o persona. Es posible que el percentil p esté integrado por personas diferentes en los dos momentos involucrados en el análisis. Más allá de sus ventajas conceptuales, la evaluación anónima de la movilidad tiene ventajas claras de implementación: requiere una serie de encuestas (censos o registros administrativos) de corte transversal y no un panel que siga a las mismas personas en el tiempo3.

Como complemento de los gráficos, a manera de resumen, también calculamos tasas de crecimiento ponderadas para cada variable. Estas tasas, socialmente, no son indiferentes al lugar de la distribución en el que se producen los avances. Esquemáticamente, supongamos una sociedad de dos personas, una pobre (P) y una rica (R) con ingresos 10 y 100, respectivamente. En la situación A, el ingreso de P crece 10 % y el de R se mantiene constante. En la situación B se invierten los roles: el ingreso de P crece al 10 % y el de . no cambia.

Existen tres evaluaciones alternativas para resumir esta situación. La más usual es considerar la tasa de crecimiento del ingreso medio. En el ejemplo, esa tasa es 0.9 % en la situación A, y 9.1 % en la B. Este es el indicador de desarrollo más comúnmente utilizado. Una alternativa es computar el promedio sin ponderar de las tasas de crecimiento individual. En este caso, esa tasa promedio es 5 %, tanto en la situación como A en la situación B.

La tercera alternativa es computar tasas de crecimiento ponderadas, con ponderadores decrecientes en el ingreso. En nuestro ejemplo, esto implicaría que el peso de P sea mayor al de R. Bajo estos ponderadores, la tasa de crecimiento ponderada en la situación . sería mayor a la de B. Por ejemplo, si el pondera dor de . fuese 2/3 y el de R 1/3, la tasa de crecimiento en la situación A sería 6.67 % y en B 3.33 %.

Es de notar el contraste de esta evaluación con la basada en el promedio simple de las tasas de crecimiento (que marcaba indiferencia entre A y B) y la basada en la tasa de crecimiento del ingreso medio (que marcaba amplia diferencia a favor de B).

En este trabajo, se computan tasas de crecimiento ponderadas, formalmente definidas así:

(3)

j indexa a alguna variable relevante de desarrollo (por ejemplo, ingreso y educación); e i indexa a los percentiles de ingreso per cápita familiar.

Siguiendo una práctica habitual en la literatura desde el trabajo seminal de Atkinson (1970), se asocian los ponderadores a la utilidad marginal social del ingreso de cada individuo (percentil i), derivada de una función de bienestar agregado de tipo CES, con los ingresos Xi como argumentos:

(4)

En particular, utilizamos como ponderador la utilidad marginal social de i normalizada, por el total de las utilidades marginales:

(5)

En la práctica limitamos al valor del coeficiente . entre 0 y 1, ya que resulta suficiente para ilustrar una variedad de estructuras de ponderación. Por ejemplo, con e = 0, la ponderación del percentil 1 es trivialmente 1 (sobre 100); con e = 0.5, la ponderación asciende a 2.95, y con e = 1, este valor trepa a 7.44. Para construir los ponderadores, se consideraron los ingresos del último año con información disponible en cada país.

En este documento se implementan las CIC y las tasas de crecimiento ponderadas para un conjunto amplio de variables, para casi todos los países de América Latina, sobre la base de microdatos de encuestas nacionales de hogares. Las encuestas se procesaron siguiendo el protocolo de Sedlac.

Las encuestas de hogares no son uniformes en los países de América Latina y, en la mayoría de los casos, ni siquiera dentro de un país, a lo largo del tiempo. Debido a esa situación, se hacen todos los esfuerzos posibles para hacer que las estadísticas sean comparables entre países y en el tiempo, por lo que se utilizaron definiciones similares de variables en cada país y cada año, aplicando métodos consistentes de procesamiento de datos5. El cuadro 1 lista las encuestas de hogares utilizadas en el trabajo. Se incluye información de todos los países de América Latina, con excepción de Guatemala y Nicaragua, que realizan encuestas comparables de forma esporádica, y Venezuela, donde la información reciente se ha vuelto difícil de obtener.

Cuadro 1. Encuestas de hogares utilizadas en el trabajo 

Fuente: elaboración propia.

En muchos países de la región, las encuestas no se realizan todos los años. Cuando no existe una encuesta, por simplicidad, seguimos dos reglas básicas para estimar el valor de una variable en el año faltante: primero, completamos la brecha de un año intermedio faltante, aplicando proyecciones lineales simples entre años adyacentes; y segundo, estimamos el valor de un año faltante final (o inicial) a partir de los cambios del resto de los países que posean información (por ejemplo, estimar el valor 2019 para un país con los cambios para el resto de los países de América Latina con información para 2018 y 2019).

En este trabajo es importante analizar el nivel y el cambio de un conjunto de variables, desagregando la población en percentiles de ingreso. Dado el número de observaciones en las encuestas de hogares en América Latina, los gráficos de la mayoría de las variables suelen presentar fluctuaciones de baja frecuencia (por ejemplo, saltos entre percentiles adjuntos). Para aliviar esa limitación presentamos gráficos con curvas suavizadas, en lugar de las series originales más ruidosas. Con ese objetivo utilizamos estimaciones no paramétricas, mediante el método de LOWESS (locally weighted scatterplot smoothing).

La lista de variables analizadas comprende el ingreso per cápita familiar y un conjunto de variables típicamente vinculadas al desarrollo que captan distintas dimensiones del bienestar: educación, vivienda, servicios, empleo y demografía. Las definiciones más precisas de las variables y la metodología de construcción pueden consultarse en SEDLAC (2022):

  1. Ingreso per cápita familiar en términos reales: ingreso total de la familia, dividido por el número de miembros, expresado en USD PPP6.

  2. Años de educación población adulta: número de años de educación formal de personas de 25-65 años7.

  3. Escolarización secundaria: variable dicotómica igual a 1 si un joven en edad de educación media asiste a ese nivel8.

  4. Escolarización superior: variable dicotómica igual a 1 si un joven en edad de educación superior asiste a ese nivel.

  5. Acceso al agua: variable dicotómica igual a 1 si el hogar tiene acceso a una fuente de agua (agua segura si se reporta en la encuesta) en la vivienda o en el terreno.

  6. Acceso a servicios sanitarios: variable dicotómica igual a 1 si el hogar tiene baño conectado al sistema de cloacas o pozo séptico.

  7. Salario horario real: ingreso laboral por hora en USD PPP.

  8. Participación laboral femenina: variable dicotómica igual a 1 si una mujer adulta (de 25-65 años) está laboralmente activa (ocupada o buscando trabajo).

  9. Informalidad laboral: variable dicotómica igual a 1 si el trabajador ocupado es asalariado no registrado, o cuentapropista no profesional o trabajador familiar.

  10. Número de menores de 12 años por hogar: número de niños de 0-12 años en hogares en los que el jefe tiene 25-45 años.

II. Resultados

Si bien las dinámicas sociales y económicas difieren entre países, existen rasgos regionales comunes. En esta sección se presentan resultados para el promedio simple de los países de América Latina, con el fin de ilustrar tales patrones comunes. El análisis se focaliza en tres ventanas temporales, que coinciden aproximadamente con las tres últimas décadas. Los límites temporales de cada ventana son variables entre países, ya que dependen de la disponibilidad de las encuestas de hogares, pero en general están dados por los años 1992, 2000, 2010 y 2019 (cuadro 2). En resumen, las ventanas a analizar son: los 1990 (1992-2000), los 2000 (2000-2010) y los 2010 (2010-2019).

Los indicadores de las décadas de 2000 y 2010 se construyen sobre la base de información de casi todos los países de América Latina (quince países, cuadro 1), salvo excepciones indicadas, cuando no existan datos para alguna variable en algún país. En cambio, la información en la década de 1990 se construye sobre datos de las encuestas nacionales de hogares de Argentina, Brasil, Costa Rica, México, Panamá y Uruguay, dado que la información para comienzos de 1990 en el resto de los países es inexistente o poco comparable con la de principios de los 20009. Los países considerados en esa submuestra representan el 65 % de la población total de la región.

Cuadro 2. Años considerados en cada país 

Nota:la década de 1990 se define entre t1 y t2, la del 2000 entre t2 y t3 y la del 2010 entre t3 y t4

Fuente: elaboración propia.

A. Ingresos

La figura 1 presenta las CIC del ingreso per cápita familiar en América Latina. De acuerdo con la información declarada en las encuestas de hogares, los ingresos reales crecieron a lo largo de las últimas tres décadas en todos los percentiles. En promedio, los ingresos reales crecieron al 2.4 % anual en 1992-2019, un desempeño no extraordinario, pero ciertamente positivo.

La dinámica de aumento fue diferente entre décadas. En la década de 1990, el crecimiento de los ingresos fue débil y creciente en el percentil de ingresos (a partir del percentil 24). En contraste, el crecimiento fue pro-pobre en los 2000 y 2010: las CIC de ambos periodos fueron decrecientes en el percentil de ingreso, aunque este perfil fue más marcado en los 2000 que en la década siguiente. Como consecuencia de estos patrones, en el agregado del periodo la CIC global resulta decreciente: los ingresos reales han aumentado en las últimas tres décadas, en mayor proporción en los estratos de menores ingresos. El ingreso real creció al 4.2 % anual en el decil 1; al 2.9 % en el decil 2; y así a tasas decrecientes hasta 1.4 % en el decil superior10.

Es importante considerar una serie de puntos metodológicos y conceptuales a la hora de interpretar estos resultados.

Fuente: elaboración propia a partir de microdatos de encuestas de hogares de SEDLAC (CEDLAS y Banco Mundial).

Figura 1. CIC del ingreso per cápita familiarNota: cada curva muestra el promedio regional de la tasa de crecimiento anualizada del ingreso per cápita familiar en USD PPP por percentil de ingreso, en cada periodo. 

B. El problema de los ingresos cero (y bajos)

Las encuestas de hogares registran el ingreso corriente, típicamente, el del mes anterior a la visita del encuestador. Algunos hogares reportan un ingreso nulo. Estos hogares incluyen (1) casos de subdeclaración o errores de registro, tanto en hogares vulnerables como no vulnerables; y (2) casos genuinos de ingresos nulos, por desempleo o inactividad en el mes, o bien por un patrón de ingresos irregular en el año. En este caso, interesa acá la segunda razón. En particular, en un periodo de reducción del desempleo, el número de hogares con ingreso nulo se reduce.

En el extremo, si inicialmente al menos el 1 % de la población tenía ingresos nulos; y solo un hogar de ese grupo obtiene un empleo, el cambio del ingreso en el percentil uno de la distribución será infinito. Aun fuera de esos casos extremos, el punto es claro: la presencia de hogares con ingresos nulos genera mucha inestabilidad en el registro de los cambios porcentuales del ingreso en los percentiles inferiores de la distribución.

En particular, en periodos de disminución del desempleo e inactividad, el aumento en el nivel de vida de los estratos más bajos tiende a sobrestimarse. En parte, la estimación del fuerte aumento de los ingresos en los percentiles más bajos en los 2000 puede estar afectada por este factor. De cualquier forma, es claro que el gradiente de la CIC es negativo, aun ignorando los primeros percentiles, por lo que parece seguro afirmar que el crecimiento ha sido pro-pobre en los 2000 y los 2010, y en consecuencia, también en el agregado de las tres décadas.

C. La captación de ingresos en las encuestas

La estimación de ingresos, a partir de microdatos de encuestas nacionales de hogares, tiene limitaciones importantes. Un primer problema surge de la heterogeneidad de las encuestas de hogares entre países, lo que afecta la comparabilidad de los resultados. En particular, la definición y el cálculo de la variable agregada de ingreso difieren sustancialmente entre países. Debido a este problema, este trabajo se basa en estadísticas de SEDLAC (CEDLAS-UNLP y Banco Mundial) que busca armonizar los indicadores distributivos, laborales y sociales en la región.

Un segundo problema es aún más relevante: las encuestas nacionales de hogares son débiles para captar los ingresos del capital y los hogares muy ricos (Lustig, 2020). Esta limitación ha incentivado el uso de otras fuentes de datos, como los registros administrativos. Sin embargo, desafortunadamente la evidencia proveniente de fuentes administrativas es todavía muy escasa en el mundo en desarrollo, incluida América Latina. Por tanto, en este trabajo nos limitamos a la estimación de ingresos con microdatos de las encuestas nacionales de hogares. Esa decisión implica que podemos medir razonablemente bien los ingresos laborales y las transferencias monetarias, pero no los ingresos del capital. En ese sentido, los patrones de ingreso que se muestran en esta sección seguramente subestiman el alcance real de las desigualdades en la región.

D. CIC, pobreza y desigualdad

La evolución de los ingresos, ilustrada en las CIC de la figura 1, es consistente con los cambios reportados en la literatura especializada en la pobreza y la desigualdad de ingresos (Alvaredo & Gasparini, 2015; Lustig et al., 2016; Busso & Messina, 2020). Las CIC han estado en todo el periodo por sobre el eje horizontal y reflejan aumentos generalizados del ingreso real. Para los percentiles inferiores y medios, los incrementos han sido bajos en los 1990, relativamente altos en los 2000 y moderados en los 2010.

Estos patrones se reflejan en la dinámica de la pobreza. La proporción de personas pobres, definidas como aquellas en hogares con ingresos inferiores a 5.5 dólares por día por persona (PPP 2011), se redujo moderadamente en los 1990, más fuertemente en los 2000 y volvió a desacelerase en los 2010; en particular, si se toma el promedio ponderado por población, donde afecta con más fuerza la situación en países con población relativamente alta, como Brasil y Argentina (Gasparini et al., 2023). La desigualdad también muestra un patrón consistente con las CIC de la figura 1: aumento en los 1990, marcada reducción en los 2000 y desaceleración en los 201011.

E. La magnitud de los cambios

Aunque en el agregado de las tres décadas la dinámica de los ingresos ha sido progresiva, la magnitud de los cambios no ha implicado ninguna transformación fuerte de las sociedades latinoamericanas. Por ejemplo, en promedio una persona en el percentil 5 aumentó su ingreso per cápita de USD 34.3 en 1992 a USD 72.3 en 2019. Este es un cambio considerable, que no debe ser soslayado: implica un sustancial aumento en el poder adquisitivo de la persona, en sus capacidades de consumo. Dicho esto, esta tasa de crecimiento no le ha permitido escapar a la persona en tres décadas de un estado de grave insuficiencia de ingresos (la línea de pobreza de 5.5 USD implica 166 al mes, aún muy superior a los 72.3 de ingreso de esa persona en el percentil 5). Adicionalmente, si bien su distancia proporcional de ingreso con los más ricos se ha acortado, la reducción sea posiblemente imperceptible, porque aún es enorme: 47 veces con respecto al percentil más alto en 2019. Más aun, aunque la distancia relativa se ha acortado la distancia absoluta se ha agrandado: de 2723 USD/mes por persona en 1992 a 3306 USD/mes en 2019.

En términos de participación en el ingreso, los cambios también han sido modestos. Aun en los 2000, una década aclamada por los cambios igualadores, la participación del decil más bajo pasó de 1.1 % en 2002 a 1.5 % en 2012; un aumento de 0.04 puntos porcentuales por año. Por supuesto, si estos cambios continúan durante un largo periodo, implicarían cambios económicos muy relevantes. Pero, como mencionamos, los cambios igualadores se han vuelto más débiles en algunos países y se han detenido por completo en otros. En ese sentido, los cambios en los últimos treinta años fueron significativos, pero claramente insuficientes para transformar las características básicas de la distribución del ingreso en América Latina.

F. Educación

América Latina ha experimentado una expansión educativa significativa y generalizada. La figura 2 ilustra esta dinámica a través de un indicador sencillo: los años de educación promedio de la población adulta por percentiles de ingreso. En los 1990, los años de educación casi no crecieron entre los adultos más pobres, pero sí lo hicieron para el resto, en especial, entre los más afluentes. Es importante notar que este fenómeno de fuerte asimetría es consecuencia de políticas y fenómenos ocurridos en décadas anteriores, dado que el gráfico refiere a población adulta cuya formación educativa mayormente ya había terminado en esa década. En los 2000 el aumento de los años de educación fue en promedio mayor, y más intenso, en los estratos de ingreso medio/bajos. En los 2010, ese crecimiento continuó, a mayor ritmo y con mayor sesgo hacia los más vulnerables.

Considerando todo el periodo de tres décadas, la evidencia indica un considerable grado de movilidad absoluta educativa. Los años de educación promedio aumentaron a un ritmo anual de 0.102, lo que implica un salto de más de un año adicional de educación formal de la población adulta cada doce años calendario. El ritmo de crecimiento fue mayor en los deciles intermedios y ligeramente menor en los primeros dos deciles de la distribución del ingreso, fundamentalmente por el estancamiento educativo en 199012.

Fuente: elaboración propia a partir de microdatos de encuestas de hogares de SEDLAC (CEDLAS y Banco Mundial).

Figura 2. CIC de años de educación de población adultaNota: cada curva muestra el promedio regional del cambio anualizado en los años de educación de adultos (25-65 años) por percentil de ingreso, en cada periodo. 

El avance educativo más notable en la región se ha producido en los niveles medio o secundario (figura 3). A principios de los 1990 solo alrededor de la mitad de los jóvenes latinoamericanos en edad correspondiente asistía a escuelas de nivel medio. A fines de los 2010 la proporción había escalado a 83%. El ritmo de aumento fue algo más rápido en las dos primeras décadas (1.28 en los 1990, 1.37 en los 2000 y 1.12 en los 2010). En promedio, la tasa de escolarización media aumentó con gran intensidad: 1.26 puntos por año. La distribución de esos aumentos no fue simétrica ni entre décadas ni entre deciles.

En la década de 1990 el aumento fue aproximadamente uniforme, con máximos entre los percentiles de ingreso 60 y 70. En la del 2000, el crecimiento fue marcadamente pro-pobre. Ese patrón continuó en la década de 2010, pero con menor intensidad. El aumento de la inversión en educación media y las condicionalidades de los programas de transferencias monetarias seguramente dan cuenta de gran parte del aumento de la escolarización secundaria en los estratos más vulnerables. En promedio, para las tres décadas, la tasa creció 1.66 puntos por año en el decil 1, 1.22 en el decil 6 y 0.45 en el decil 10.

Fuente: elaboración propia a partir de microdatos de encuestas de hogares de SEDLAC (CEDLAS y Banco Mundial).

Figura 3. CIC de la tasa de escolarización secundariaNota: cada curva muestra el promedio regional del cambio anualizado en la tasa de escolarización secundaria por percentil de ingreso, en cada periodo. 

Aunque a menor ritmo, la escolarización superior (que incluye estudios terciarios y universitarios) también ha crecido (figura 4). La dinámica de este crecimiento ha sido diferente entre décadas. En los 1990, el patrón de cambio en la escolarización superior fue marcadamente asimétrico: nulo para los más vulnerables e intenso entre los más afluentes. El gradiente creciente en el ingreso se mantuvo en las siguientes décadas, pero más atenuado.

En el agregado de los últimas tres decenios, mientras que la tasa de escolarización superior creció apenas 0.26 puntos por año en el decil 1 de ingresos, lo hizo a un ritmo de 0.77 en los deciles 6 y 7, y a más de 1 punto porcentual en los dos deciles de mayores ingresos. Esta dinámica asimétrica es, naturalmente, preocupante en términos de movilidad relativa, en especial cuando se considera un escenario donde la educación secundaria no alcanza para acceder a puestos de trabajo mejor pagados.

Fuente: elaboración propia a partir de microdatos de encuestas de hogares de SEDLAC (CEDLAS y Banco Mundial).

Figura 4. CIC de la tasa de escolarización superiorNota: cada curva muestra el promedio regional del cambio anualizado en la tasa de escolarización superior por percentil de ingreso, en cada periodo. 

G. Servicios básicos

El acceso a una fuente segura de agua potable y al adecuado saneamiento son indicadores fundamentales del desarrollo. América Latina ha avanzado en las últimas décadas hacia el objetivo de cobertura universal. La información de encuestas de hogares revela que los mayores progresos ocurrieron en los estratos más bajos, que eran quienes partían de situaciones de carencias más extendidas. Las CIC de los dos servicios son decrecientes en el ingreso en el agregado de las tres décadas y en cada periodo, con excepción de saneamiento en los 1990, cuando los avances en los estratos más vulnerables fueron escasos o nulos (figuras 5-6).

Fuente: elaboración propia a partir de microdatos de encuestas de hogares de SEDLAC (CEDLAS y Banco Mundial).

Figura 5. CIC de la tasa de acceso a agua en la viviendaNota: cada curva muestra el promedio regional del cambio anualizado en el porcentaje de los hogares con acceso al agua en la vivienda por percentil de ingreso, en cada periodo. 

Fuente: elaboración propia a partir de microdatos de encuestas de hogares de SEDLAC (CEDLAS y Banco Mundial).

Figura 6. CIC de acceso a baños con saneamiento adecuadoNota: cada curva muestra el promedio regional del cambio anualizado en el porcentaje de hogares con saneamiento adecuado en la vivienda por percentil de ingreso, en cada periodo. 

En el periodo considerado, la proporción de hogares con agua potable en el decil de menores ingresos creció 1,1 puntos por año, mientras que la proporción con adecuado saneamiento aumentó 0,97 puntos por año. A pesar de este progreso, aún hay carencias en estos servicios básicos: el 21 % de los latinoamericanos del decil 1 no tiene acceso a agua en la vivienda y el 40 % no tiene condiciones de saneamiento adecuadas.

H. Empleo

Una de las variables más básicas vinculada al mercado laboral es la tasa de participación. Típicamente esta tasa es alta y estable ente los varones. El análisis se vuelve más interesante en el grupo de las mujeres. Siguiendo la tendencia iniciada a mediados del siglo pasado, la tasa de participación laboral femenina (PLF) ha continuado aumentando en América Latina en las últimas tres décadas (figura 7). El aumento ha sido mayor en los 1990 y se ha desacelerado en las siguientes décadas. El patrón de cambio ha sido asimétrico. En los 1990 la tasa de PLF aumentó más entre las mujeres más vulnerables. En contraste, en la fase expansiva del ciclo económico durante los 2000, la PLF de ese grupo se desaceleró bruscamente. En los 2010, se retomó el crecimiento de la PLF, aunque a menores tasas que en los 1990. En el agregado de las tres décadas la PLF aumentó a tasas aproximadamente semejantes a lo largo de la distribución del ingreso.

Fuente: elaboración propia a partir de microdatos de encuestas de hogares de SEDLAC (CEDLAS y Banco Mundial).

Figura 7. CIC de la participación laboral femeninaNota: cada curva muestra el promedio regional del cambio anualizado en la participación laboral femenina por percentil de ingreso, en cada periodo. Mujeres de 25-65 años. 

Los salarios reales han crecido a lo largo de las tres últimas décadas. En promedio al 1 % anual en los 1990, más velozmente en los 2000 (1.7 % anual) y algo más lentamente en los 2000 (1.5 % anual), como se muestra en la figura 8. El patrón fue asimétrico, aunque semejante al de los ingresos totales. El aumento en los 1990 fue más o menos uniforme entre estratos de ingreso. En cambio, el gradiente se volvió marcadamente negativo en los 2000, característica que se mantuvo, aunque con menor intensidad, en los 2010. Para el total del periodo, los salarios reales crecieron al 2.7 % anual en el primer decil y a tasas más bajas a medida que se consideraron deciles de mayores ingresos.

Fuente: elaboración propia a partir de microdatos de encuestas de hogares de SEDLAC (CEDLAS y Banco Mundial).

Figura 8. CIC del salario horarioNota: cada curva muestra el promedio regional de la tasa de crecimiento anualizada del salario real horario (USD PPP) por percentil de ingreso, en cada periodo. 

Los beneficios de tener un trabajo incluyen no solo su salario, sino también los beneficios asociados como el derecho a la seguridad social, los derechos laborales y el seguro médico. Los trabajos formales e informales suelen diferenciarse en función de si se incluyen o no estos beneficios. Aunque medir con precisión la informalidad laboral es complejo, los datos de las encuestas de hogares proporcionan una aproximación. La figura 9 revela una reducción en la tasa de informalidad, en especial durante los 2000. En promedio, la tasa se redujo tan solo de 75.2 a 74.4 en los 90, luego cayó fuertemente a 64 en los 2000 y se redujo una vez más, pero a ritmo más lento en los 2010 (61.9 en 2019). Las CIC revelan la asimetría de estos cambios. Los trabajadores más vulnerables han sido los menos beneficiados por la caída en la informalidad. De hecho, en los 90 la informalidad aumentó en este grupo, y en las dos décadas siguientes se redujo, pero a tasas menores que el resto. En el agregado, la tasa de informalidad cayó a una velocidad incipiente de 0.01 puntos por año en el decil 1, lo que contrasta con una caída de 0.78 puntos por año en el decil 9.

Fuente: elaboración propia a partir de microdatos de encuestas de hogares de SEDLAC (CEDLAS y Banco Mundial).

Figura 9. CIC de la informalidad laboralNota: cada curva muestra el promedio regional del cambio anualizado en la informalidad laboral por percentil de ingreso, en cada periodo. Se considera trabajador informal a los asalariados no registrados, cuentapropistas no profesionales y a trabajadores familiares. 

I. Demografía

Desde hace algunas décadas América Latina viene experimentando una transición demográfica, caracterizada por una caída significativa en la tasa de fecundidad. La figura 10 revela que este fenómeno ha sido generalizado, a lo largo de la distribución del ingreso. Curiosamente, el patrón ha cambiado en el tiempo. Mientras que la caída en el número de niños por hogar fue casi uniforme en los 1990, en los 2000 se hizo mucho más intensa entre los hogares más vulnerables.

El gradiente positivo (mayor caída entre los más pobres) se mantuvo en los 2010, pero a niveles inferiores. Para el total de las tres décadas consideradas, la caída en el número de menores por hogar se produjo a mayores tasas en los primeros deciles (la caída máxima se da en el decil 2: 0.041 por año), lo que implica una reducción significativa en la brecha de menores por estratos de ingreso. Mientras que la brecha entre los deciles extremos era de dos niños en 1992, se redujo a 1.6 en 2019.

Fuente: elaboración propia a partir de microdatos de encuestas de hogares de SEDLAC (CEDLAS y Banco Mundial).

Figura 10. CIC del número de menores por hogarNota: cada curva muestra el promedio regional del cambio anualizado en el número de menores de 12 años por hogar por percentil de ingreso, en cada periodo. Hogares en los que el jefe tiene 25-45 años. 

III. Tasas de crecimiento ponderadas

En la sección anterior analizamos el crecimiento en las variables de interés a lo largo de toda la distribución del ingreso. Las tasas de crecimiento ponderadas discutidas en la sección 2 son herramientas para resumir esa información, incluyendo valoraciones diferenciales según el lugar de la distribución donde se producen los avances. El cuadro 3 muestra el promedio entre países de las tasas de crecimiento (o cambios por año) ponderadas de cada una de las diez variables analizadas, para las tres décadas, para tres valores alternativos del parámetro e en la ecuación (5). El valor e = 0 refleja una estructura de ponderadores idéntica por percentiles, mientras que valores más elevados de . representan estructuras con ponderadores más altos en los percentiles de ingresos más bajos, como se discutió en la sección 2.

Cuadro 3. Tasas de crecimiento (o cambios anuales) ponderados 

Cuadro 3. (cont.) Tasas de crecimiento (o cambios anuales) ponderados 

Nota:los paneles de ingresos y salarios muestran tasas de crecimiento anualizadas. El resto de los paneles muestran cambios anualizados. El parámetro e regula la convexidad de la función de bienestar social (ecuación 4). El valor e = 0 refleja una estructura de ponderadores idéntica por percentiles, mientras que valores más elevados representan estructuras con ponderadores mayores en los percentiles de ingresos más bajos.

Fuente: elaboración propia a partir de microdatos de encuestas de hogares de SEDLAC (CEDLAS y Banco Mundial).

Considerando todo el periodo de análisis, la media entre percentiles de la tasa de crecimiento del ingreso fue 2.4 % anual (e= 0). Al considerar una mayor ponderación a los cambios que suceden en la cola izquierda de la distribución, la evaluación del crecimiento se acentúa: la tasa es 2.7 % con un coeficiente e = 0.5 y 3.2 %, si e = 1. El crecimiento en los ingresos fue más fuerte en los 2000, con un sesgo más marcado hacia los hogares más vulnerables. Las conclusiones son semejantes para la otra variable monetaria en el análisis (los salarios horarios): el promedio de la tasa de crecimiento sube de 1.4 % anual en el caso no ponderado a 2.0 % con e = 1.

Los años de educación en la población adulta han crecido en las últimas tres décadas, con aumentos más grandes en los 2010 que en los 2000, y en los 2000 que en los 1990. Mientras que el crecimiento en las últimas dos décadas ha sido bastante homogéneo para individuos con distintos niveles de ingreso, en los 1990, en cambio, la educación creció de manera más significativa en los estratos de mayores ingresos. Esta asimetría genera un contraste de la evaluación entre décadas mucho más marcado: mientras que con e = 0, el cambio anual en los 2010 fue menos del doble que en los 1990 (0.13 frente a 0.07 poraño), con e = 1 se vuelve más que el triple (0.14 frente a 0.04).

Este fenómeno se repite, aún con más fuerza, en el caso de la escolarización secundaria, donde el cambio pro-pobre se limitó a las últimas décadas. Es interesante notar que mientras que el promedio simple de los cambios anuales por percentiles (e = 0) revela un mejor desempeño en los 1990 respecto de los 2010 (1.28 frente a 1.12); el uso de ponderadores altera esa evaluación en favor de la última década (con e = 1 los valores son 1.23 en los 1990 y 1.40 en los 2000).

Contrariamente a lo que sucedió con la asistencia a niveles educativos más bajos, la escolarización terciaria aumentó más en los percentiles de mayores recursos económicos. Mientras que el promedio simple del aumento anual en la tasa de escolarización terciaria fue 0.69 en todo el periodo considerado, el promedio ponderado se reduce significativamente: 0.49 con e = 1. De cualquier forma, la brecha de resultados entre las distintas estructuras de ponderadores ha ido disminuyendo a lo largo de las últimas décadas, por la atenuación del sesgo hacia los estratos más altos de la escolarización superior.

En el caso del acceso al agua en el hogar la evaluación del aumento en el acceso a este servicio crece al tener en cuenta en mayor medida los cambios en la parte más baja de la distribución del ingreso. En el caso del acceso a saneamiento adecuado, esto ocurre solo en los 2000 y 2010.

En el mercado laboral, el crecimiento de la participación femenina en el total del periodo es similar aun asignando mayor ponderación en la participación de las mujeres más pobres. Este leve cambio es positivo y más acentuado en los 1990 y en los 2010.

La caída en la tasa de informalidad de los trabajadores, mayor en la década de los 2000, no estuvo concentrada en los estratos más bajos. Por esta razón, la evaluación de la disminución en esta variable se desacelera con el aumento de la ponderación en los más vulnerables. De hecho, para los 1990 la informalidad aumenta, si asignamos mayor peso a los cambios ocurridos entre los trabajadores más pobres (-0.04 con e = 0; 0.15 con e = 1).

Finalmente, la evaluación de la reducción en el número de niños en el hogar es mayor al darle mayor importancia a los cambios en los hogares de menores recursos, en especial en las últimas dos décadas.

IV. Comentarios finales

El trabajo documenta el cambio en varios indicadores de desarrollo por estratos de ingreso en América Latina, durante las tres últimas décadas, a partir de información de encuestas de hogares. Si bien estas encuestas tienen limitaciones, contienen información valiosa sobre la evolución en el nivel de vida de muestras representativas de la población de todos los países de la región. En particular, se consideraron las respuestas de más de treinta millones de latinoamericanos a las encuestas oficiales de casi todos los países de América Latina a lo largo de tres décadas.

Esa información revela algunos patrones interesantes:

  1. A lo largo de las últimas tres décadas América Latina ha avanzado en términos de la mayoría de los indicadores básicos de desarrollo. Para el promedio de la región y para cada uno de los países considerados, a fines de la década del 2010 los ingresos familiares y los salarios reales eran más altos que tres décadas atrás; los años de educación de la población adulta y los niveles de escolarización secundaria y terciaria eran también significativamente más elevados; el acceso a agua y saneamiento considerablemente más extendidos; la participación laboral de la mujer sustancialmente mayor; las tasas de informalidad laboral más bajas; y las de fecundidad más reducidas.

  2. De acuerdo con información de encuestas de hogares, durante las últimas tres décadas hubo un crecimiento en el valor real de las variables de ingreso. En particular, el ingreso per cápita familiar creció, en promedio, a una tasa de 2.4 % anual; y los salarios horarios al 1.4 %. Este crecimiento en promedio ha sido inclusivo, es decir más intenso entre los estratos de menores ingresos.

  3. En algunos indicadores no monetarios de desarrollo, las mejoras han tenido también un gradiente negativo con respecto al ingreso: fueron más intensas en los estratos socioeconómicos más bajos; sin embargo, en esas variables no monetarias, este fenómeno tiene una explicación mecánica: los estratos de mayores ingresos ya contaban con tasas de cobertura altas, por lo que la expansión ocurrió especialmente en los deciles de ingresos bajos. Este es el caso de los servicios de agua y saneamiento, y la escolarización secundaria.

  4. En contraste, existen dimensiones importantes del bienestar en que existieron avances, pero estos fueron menores entre los más vulnerables. Los años promedio de educación y la tasa de escolarización superior crecieron más lentamente en el decil de ingresos más bajos que en el resto de la población, y la tasa de informalidad laboral se redujo, comparativamente, muy poco entre los trabajadores más pobres. Adicionalmente, a pesar de partir de niveles mucho más bajos, la participación laboral aumentó de forma semejante entre las mujeres más vulnerables, en comparación con el resto.

  5. En casi todas las variables, los avances no han sido uniformes entre décadas. En particular, la década de 1990 se caracterizó por avances más lentos y menos pro-pobres. Las mejoras en la mayoría de los indicadores se aceleraron en la década del 2000 y desaceleraron en la siguiente. Aunque el papel de las políticas públicas es seguramente importante, es difícil establecer causalidades entre estos resultados y políticas específicas.

  6. La evidencia señala avances en casi todas las dimensiones en las últimas tres décadas. También revela que las carencias y las brechas siguen siendo enormes: más de un cuarto de los latinoamericanos vive con menos que la línea de pobreza de 5.5 USD por día por persona; un tercio de los jóvenes del decil 1 no asiste a la escuela secundaria, y menos del 10 % llega al nivel terciario; el 21 % de los latinoamericanos del decil 1 no tiene acceso a agua en la vivienda, y el 40 % no tiene condiciones de saneamiento adecuadas; el 88 % de los trabajadores del primer decil está en la informalidad y, por tanto, no está cubierto por los seguros sociales vinculados al empleo, ni protegido por la legislación laboral, y sólo alrededor de la mitad de las mujeres del decil más vulnerable participa del mercado laboral. Pese a los avances, aún queda mucho recorrido en el camino del desarrollo inclusivo en América Latina.

Por disponibilidad de información, la evaluación de este trabajo llegó a 2019, justo antes de la crisis por covid-19. Los datos disponibles sugieren un retroceso durante 2020 en algunas de las dimensiones estudiadas aquí, junto a una recuperación posterior, pero aún es temprano para establecer la magnitud y la perdurabilidad del impacto del shock.

J. La interpretación de las CIC

Las CIC son instrumentos útiles para visualizar el progreso y la movilidad absoluta en un país. Pero es importante comprender sus limitaciones. En particular, la interpretación de política económica de un instrumento tan simple como las CIC debe hacerse con precaución. Existen múltiples factores que afectan a cambios en los ingresos y todos se reflejan, a la vez, en una CIC. Algunos de ellos pueden no tener que ver con decisiones de política, mientras otros pueden resultar de interacciones complejas. En particular, las diferencias de desempeño entre décadas documentadas en esta sección no son, necesariamente, el reflejo de decisiones autónomas de política económica diferentes entre décadas, sino resultado de la compleja interacción de factores, incluyendo la política económica13.

Agradecimientos

Este artículo está basado en los resultados de un proyecto entre CAF y Cedlas-UNLP sobre movilidad en América Latina, y en el proyecto SEDLAC entre CEDLAS-UNLP y el Banco Mundial. Agradecemos a los participantes de seminarios en CAF y UNLP, en especial a Lucila Berniell, Dolores de la Mata, Ernesto Schargrodsky y Leopoldo Tornarolli y a uno de los evaluadores anónimos por sus valiosos comentarios y sugerencias.

Referencias

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Notas

1El Índice de Desarrollo Humano (IDH) de Naciones Unidas es el caso más conocido de indicador de desarrollo basado en variables agregadas. Recientemente, se han popularizado indicadores que buscan reflejar heterogeneidades a lo largo de la distribución, como el IDH ajustado por desigualdad, el índice de pobreza multidimensional de PNUD y el índice de igualdad de oportunidades del Banco Mundial.

2Ferreira (2010) extiende el uso de las CIC para estudiar la relación entre crecimiento, pobreza y desigualdad.

3Las curvas de incidencia del crecimiento no anónimas fueron introducidas por Grimm (2007), van Kerm (2009) y Bourguignon (2011). Ver Berman y Bourguignon (2020) para una discusión comparativa de ambas mediciones. Las mediciones anónimas y no anónimas coinciden cuando no hay reordenamientos (cambios en el ranking) en la distribución del ingreso.

4Con e = 2, la ponderación del percentil inferior es 28 %; y con e = 3 es 56 %. Los resultados con estos ponderadores están disponibles a pedido.

5Para más información consultar el manual de la base SEDLAC, disponible en la página web del proyecto (SEDLAC, 2022).

6El ingreso familiar agrega los ingresos individuales, monetarios y no monetarios, de todas las fuentes de todos los miembros del hogar. Por simplicidad, se ignoran las economías de escala internas al hogar y las escalas de equivalencia, en consecuencia se divide al ingreso familiar directamente por el número de miembros del hogar.

7Esta variable registra los años aprobados por la persona en el sistema educativo formal del país. Dada la no disponibilidad de información en algunos países, los años se truncan en 17.

8Las variables de escolarización secundaria y superior se computan teniendo en cuenta las especificidades de los sistemas educativos en cada país.

9Para aliviar el problema de comparación entre muestras distintas, los indicadores de principios de los 90 se ajustan por el cociente entre la muestra grande y la restringida del promedio de cada variable en 2000.

10Si bien estos patrones son comunes a casi todos los países, existen heterogeneidades importantes. Por ejemplo, en Argentina para el total del periodo, el crecimiento anualizado del ingreso real no superó el 0.5 % en ningún decil. En Uruguay, las tasas de crecimiento del ingreso en los deciles más bajos estuvieron en torno del 1 % anual, en México del 2 %, mientras que en Brasil ascienden a más del 4 %.

11Las múltiples posibles razones detrás de estos cambios son motivo de investigación y debate. Busso y Messina (2020), Cornia (2014), Fernández y Serrano (2023), Gasparini et al. (2016), López y Lustig (2010) y Messina y Silva (2018) son algunas referencias que discuten determinantes de los cambios distributivos.

12Naturalmente, existen heterogeneidades importantes detrás de estos valores. Por ejemplo, considerando las tres décadas, los años de educación del decil más pobre crecieron a un ritmo anual de 0.057 en Uruguay, 0.084 en Argentina, 0.145 en México y 0.177 en Brasil.

13Un ejemplo simple ilustra el punto. Supongamos que la mitad de la población vive en el campo y es pobre, mientras que la otra mitad vive en las ciudades y no es pobre. Supongamos que en un periodo determinado el Gobierno reduce fuertemente la inversión en educación e infraestructura solo en las zonas rurales, por lo que la productividad cae 20 %. Sin embargo, en el mismo periodo hay un boom en el precio internacional de la cosecha, lo que aumenta el precio recibido por los agricultores locales en 50 %. Ceteris paribus, en ese escenario la CIC mostraría ingresos fuertemente crecientes de los pobres (30 %) y estables de los no pobres: un episodio de crecimiento pro-pobre, a pesar de las políticas económicas regresivas.

Recibido: 21 de Octubre de 2021; : 23 de Marzo de 2022; Aprobado: 25 de Abril de 2023

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