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Cuadernos de Administración

Print version ISSN 0120-3592

Cuad. Adm. vol.27 no.48 Bogotá Jan./June 2014

 

Multinacionales y responsabilidad social empresarial en la construcción de paz en Colombia*

Multinational corporations and corporate social responsibility in the peace building in Colombia

Multinacionais e responsabilidade social empresarial na construção da paz na Colômbia

Gabriel Jiménez Peña**

*Este artículo es un producto derivado de la investigación "Programa de investigación sobre conflicto armado y construcción de paz, Conpaz. Línea de investigación: sector privado y construcción de paz", desarrollada por el autor en la Universidad de los Andes. El autor agradece los comentarios de Angelika Rettberg, Isaline Bergamaschi, Enzo Nussio y Carlo Nasi, profesores del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia; así como también a Ángela Salas G., del Centro de Escritura de la Universidad de los Andes. El artículo se recibió el 25-07-13 y se aprobó el 08-04-14. Sugerencia de citación: Jiménez P, G. (2014). Multinacionales y Responsabilidad social empresarial en la construcción de paz en Colombia. Cuadernos de Administración, 27 (48), 67-96.
**Candidato a Doctor, Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia; Estudios de profundización en Kulturwissenschaft, Europa Viadrina Universitât, Frankfurt (O), Alemania; Filósofo, Universidad de Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia. Investigador del Programa de Investigación sobre conflicto armado y construcción de paz, Conpaz. Correo electrónico: g.jimenez28@uniandes.edu.co


Resumen

Este trabajo se centra en el papel de las multinacionales en la construcción de paz en el conflicto colombiano. Para ello, en primer lugar, se construye un marco teórico en el que se intenta dar cuenta de dicho papel en este proceso. En segundo lugar, se presenta la experiencia de Colombia en relación con la construcción de paz por parte de las empresas transnacionales. En tercer lugar, se trata la relación entre paz, Responsabilidad social empresarial y el Pacto Global. Al Anal se ofrece una conclusión sobre la construcción de paz en Colombia por parte de las multinacionales.

Palabras clave: Multinacionales, construcción de paz, responsabilidad social empresarial.

Clasificación JEL: M14, F23, D74.


Abstract

This paper focuses on the role of the multinational corporations in the Colombian peace process. First a theoretical frame work is built which aims to shed light on the significance of multinationals in this process. The study then presents the specific Colombian experience with relation to the role of multinationals in the peace process. The penultimate section deals with the relation between peace, corporate social responsibility, and the UN Global Compact. Finally it offers a conclusion with regards to the role of multinational companies in the Colombian peace process.

Keywords: Multinational corporations, peace building, corporate social responsibility.

JEL classification: M14, F23, D74.


Resumo

Este trabalho se centraliza no papel das multinacionais na construção da paz no conflito colombiano. Para isso, em primeiro lugar, constrói-se um referencial teórico no qual se pretende dar conta de tal papel nesse processo. Em segundo lugar, apresenta-se a experiência da Colômbia a respeito da construção da paz por parte das empresas transnacionais. Em terceiro lugar, trata-se a relação entre paz, responsabilidade social e o Pacto Global. Ao final, oferece-se uma conclusão sobre a construção da paz na Colômbia por parte das multinacionais.

Palavras-chave: Multinacionais, construção da paz, responsabilidade social empresarial

Classificação JEL: M14, F23, D74.


Introducción

¿Cómo conciliar la búsqueda de utilidades y ganancia económica con el deseo, pero también el deber moral de la paz? En la literatura académica sobre construcción de paz1 ha recibido cada vez más atención el rol del sector privado o empresarial en la creación de condiciones para alcanzar una paz estable y duradera en sociedades con conflictos armados (Kolk y Lenfant, 2013). Este sector es relevante para encarrilar de manera sostenida un proceso de construcción de paz (Rettberg y Rivas 2012, p. 305), al punto que se le ha llamado "la niña consentida" entre las organizaciones domésticas e internacionales en tanto socio estratégico para dicha construcción (Rettberg, 2010).

Con todo, hay un riesgo de caracterizar a la empresa privada de modo homogéneo, esto es, sin tener en cuenta diferencias de contexto, tamaño, sub-sector y nacionalidad, los cuales constituyen factores que según Gourevitch (1986), Shafer (1997) y Schneider (2009) explican preferencias, estrategias y capacidades distintas en relación con los temas de política pública. Más aún, no sólo en la literatura académica, sino entre los practicioners de la construcción de paz prevalece una caracterización homogénea, lo cual supone una incomprensión de lo que quieren y pueden alcanzar las diferentes fracciones de este sector. Cabe, pues, ampliar la agenda de investigación de la construcción de paz y abordar este tema desde una óptica que tenga en cuenta la diversidad y la variación al interior del sector privado, y en particular, que se pregunte por el papel que han jugado las multinacionales en dicha construcción.

Se escoge Colombia para el análisis porque si bien el país ha abrigado el conflicto interno armado de alta intensidad con mayor duración del hemisferio occidental (Rettberg y Rivas, 2012, p. 312), ello no ha sido obstáculo para atraer cada vez más empresas extranjeras, al punto que prácticamente el 20% del total de empresas en Colombia son multinacionales (Portafolio, julio 4 de 2012). Esta paradoja implica que el país se constituye en un rico contexto para estudiar para la relación entre la empresa y el conflicto armado. Y vale decir que las investigaciones académicas se han ocupado mayoritariamente del papel del sector privado como uno de los actores de este último (Rettberg et al., 2011) o como víctima (Rettberg, 2008), pero poco como constructor de paz2. A su vez, la reflexión específica sobre las multinacionales en tanto impulsoras de paz en medio del conflicto armado y con miras al postconflicto es incipiente. Cabe preguntarse, entonces, qué evidencia empírica se puede encontrar de que las transnacionales fomentan el logro de una paz duradera en el país.

En este artículo se elige -específicamente-a las multinacionales por el principal riesgo que corren sus actividades, el cual consiste en que son vistas por los grupos guerrilleros colombianos como 'invasoras'3, y por los grupos paramilitares como fuente de financiación y objeto de protección y de la llamada 'vacuna' (Gutiérrez, 2008), lo cual puede conducir a que les sea más difícil contribuir a la construcción de paz. Asimismo, las empresas extranjeras enfrentan formas de presión diferentes, o en otras palabras, están más expuestas al juicio público y son más visibles (Kolk y Lenfant, 2013, p. 44), no sólo porque en el pasado fue parte activa y responsable de conflicto armado4, sino también por el respeto que deben prestar a la local ownership, esto es, a la idea del necesario sentido de pertenencia y apropiación local (Guaqueta, 2006a; Saul, 2011). Por último, otra razón por la cual las multinacionales son de interés en la construcción de paz consiste en que cuentan con enormes presupuestos, que a menudo superan los de los Estados-nación, y que les permiten fomentar o socavar la capacidad doméstica y el liderazgo necesarios para la construcción de paz (Abramov, 2010, p. 482; Prandi, 2010, p. 35) y por ello apoyar a gobiernos y a otras empresas en ese proceso (Gerson, 2001).

La tesis preliminar que busca defender este artículo es que los actores empresariales transnacionales que adhieren a los principios del Pacto Global de Naciones Unidas son más propensos a llevar a cabo acciones concretas de construcción de paz que los que sólo adelantan programas de RSE5. Se parte de esta afirmación en virtud de que en Colombia la necesidad de que las empresas adelanten iniciativas sociales ha tomado creciente importancia desde finales del siglo pasado, y suponemos aquí que ello puede llevar a que se fomenten actividades de construcción de paz en virtud de la afinidad de este tema con un área prioritaria en el Pacto Global: la defensa de los Derechos Humanos. Partimos de los hallazgos de otros estudios según los cuales las actividades de construcción de paz son aún escasas y limitadas a tipos de empresas con rasgos organizacionales y sectoriales particulares: empresas grandes, con mercados en el exterior y que responden a stakeholders externos (Rettberg y Rivas, 2012, p. 317). Es interés de este trabajo explorar esta última afirmación, buscando determinar si al interior de dichas empresas, hay lugar también a diferencias.

Esta indagación se llevará a cabo de manera que se establezcan distinciones en la caracterización de las multinacionales según el país de origen y determinando a través de qué prácticas lo hacen, por ejemplo, como mediadoras en alianzas estratégicas, o por medio de la ayuda humanitaria, o en virtud de la creación de empleos para desmovilizados y víctimas. Para ello, en primer lugar, se construye un marco teórico en el que se busca dar cuenta de la relación entre las transnacionales y la construcción de paz. En segundo lugar, se presenta la experiencia de Colombia en función de las prácticas de construcción de paz por parte de empresas, por país de origen. En tercer lugar, se tratará de la relación entre paz y RSE, en función de una revisión de las declaraciones de principios y las acciones concretas que hacen las multinacionales, propiciadas por ejemplo, por la suscripción de acuerdos voluntarios (soft law), en particular los principios del Pacto Global.

1. Marco teórico: la relación entre las multinacionales y la construcción de paz

Las estrategias de las multinacionales que operan en áreas en conflicto son variadas: 'hacer negocios común y corriente', la 'desconexión total' (disengagement), o 'comprometerse en la promoción de paz' (Westermann-Behaylo, 2010). Este marco teórico en particular se ocupa de la estrategia de compromiso con la promoción o construcción de paz y tiene en cuenta no sólo qué motiva a las multinacionales a asumir dicho compromiso, sino también, qué pueden hacer efectivamente tales empresas para llevarlo a cabo.

La literatura académica sobre la relación entre las multinacionales y la construcción de paz presenta tres grandes líneas. En primer lugar, la reflexión se concentra en el papel que pueden cumplir este tipo de empresas en tanto financiadoras de dicha construcción, esto es, en su potencial y capacidad de inversión para contribuir a la disminución de violencia durante del conflicto y a la etapa postconflicto (Kolk y Lenfant, 2013). En segundo lugar, se trata de la competencia que pueden tener las empresas transnacionales para promover alianzas estratégicas y coordinación entre diferentes partes interesadas en el proceso, es decir, este tipo de empresa, dada su credibilidad, puede fortalecer el margen de acción y la capacidad institucional o la parte política del proceso (Abramov, 2010). Por último, cuando se considera a las multinacionales en un contexto de conflicto, desde el punto de vista moral viene al caso la cuestión de su impacto en la dinámica de éste, pero también cómo se afectan sus operaciones (Kolk y Lenfant, 2013). La literatura se refiere a las posibles motivaciones sociales que puedan tener las corporaciones internacionales para coadyuvar en la construcción de paz, que pueden cifrarse en el prestigio y la reputación, o en el mero altruismo, o en la RSE y el trasfondo ético que ella supone (Jiménez, 2006). Partiendo de lo anterior, se aborda la relación entre multinacionales en términos de tres ejes: el económico, el político y el ético social. En términos de Banfield y Champain (2004, p. 5) las áreas centrales son negocio principal, inversión social y diálogo político.

En primer lugar, las motivaciones económicas por las que el sector privado decide participar o no en cuestiones de paz son diversas y van desde la posibilidad de ampliar su negocio en un escenario de paz (Bray, 2005) o reducir los costes ligados al conflicto, hasta la necesidad de garantizar sus inversiones (Rettberg, 2010). Atraer a las multinacionales para que participen en dicho proceso requiere de incentivos tanto económicos como no económicos que han de ser diseñados en conjunción con el Estado (Gerson, 2001). Un incentivo económico que tienen las multinacionales es el llamado 'dividendo de la paz', que consiste en que la paz se concibe como una vía para desarrollar actividades económicas de mayor envergadura, lo cual conlleva al aumento de beneficios y la reducción de los costes asociados al conflicto (Prandi, 2010, p. 60). De acuerdo con la literatura, un país como Colombia, con ingresos per cápita y PIB altos y niveles más bajos de paz, presenta mayores posibilidades de ofrecer ganancias en términos de dicho dividendo, lo cual es muy relevante para las empresas multinacionales (Prandi, 2010, p. 74).

Por otra parte, las transnacionales pueden generar efectivamente condiciones económicas de inclusión social necesarias para que el conflicto no se repita o no tenga lugar (Vargas, 2012, p. 267). En ese sentido, el atractivo del sector empresarial y en particular de las multinacionales para la construcción de paz consiste en que éstas cuentan con recursos privilegiados como capital, conocimiento y habilidades administrativas (Abramov, 2010; Rettberg y Rivas, 2012, p. 307). Ello se traduce en la capacidad de crear inversión y empleos, por ejemplo, para desmovilizados del conflicto, pero también para las víctimas de éste. Ciertamente, la creación de empleo y de otras oportunidades económicas puede alimentar y sostener acuerdos de paz frágiles y dichos acuerdos requieren una inyección de optimismo y esperanza nacidos justamente del empleo y las oportunidades económicas (Gerson, 2001). Por descontado, la creación de empleos en la construcción de paz no puede recaer sólo en el Estado y tampoco debe enfocarse excesivamente en los victimarios o en las víctimas. Así, mientras los gobiernos y la comunidad internacional necesitan ser cuidadosos de no privilegiar sólo ex combatientes sobre otros grupos de la sociedad cuando se disponen a crear oportunidades económicas, de igual manera es prudente desarrollar un esquema más amplio para la generación de ingresos, tal que incluya empresas medianas y grandes nacionales y multinacionales así como el sector público (Godnick y Klein, 2009, p. 8).

En segundo lugar, en la dimensión política, específicamente en el ámbito doméstico, la literatura sobre los saboteadores o spoilers plantea que el sabotaje incluye actores que son geográficamente externos al conflicto pero que soportan a saboteadores internos y tácticas de sabotaje (Nasi, 2006) y ello incluye a las corporaciones multinacionales y cualquier otro actor que pueda extraer beneficio del conflicto (Newman y Richmond, 2006, p. 4). En esa medida, para avanzar en la consolidación de procesos de construcción de paz conviene identificar y neutralizar a los posibles entorpecedores empresariales reacios a las concesiones que implica la paz, así como también atraer y empoderar a aquellos sectores afines a la construcción de paz y que podrían irradiar legitimidad hacia dentro y hacia fuera del sector empresarial (Rettberg y Rivas, 2012, p. 308). De ese modo, las multinacionales pueden cumplir el rol de coadyuvar no sólo a legitimar la construcción de paz sino que, al interior del sector empresarial mismo, pueden cumplir un papel político, que consiste en crear alianzas entre sí, y a animar a los más reticentes al proceso. Así, estas corporaciones tienen una capacidad de coordinación de esfuerzos y voluntades, puntualmente en relación con el fomento de alianzas público-privadas, lo cual las hace interesantes políticamente (Abramov, 2010). La mayoría de acuerdos de asociación de las multinacionales en áreas de conflicto y de bajo gobierno se enfocan en las organizaciones no gubernamentales (ONG) (Kolk y Lenfant, 2013). No obstante, lo ideal es que en estos acuerdos también se incluya al Estado, para no socavar sus funciones, y en virtud de que ello fortalece las instituciones que administran el conflicto y la reconciliación social en las sociedades postconflicto (Ite, 2007). Con todo, los arreglos colaborativos o acuerdos de asociación para la construcción de paz pueden ser vistos más bien como innovadores y pueden ser más difíciles de realizar que las actividades corporativas llevadas a cabo de forma independiente e individual (Kolk y Lenfant, 2013, p. 48). A pesar de este reconocimiento más bien pesimista, en la discusión académica se sugiere que países como Colombia, con un sector privado nacional y multinacional bien desarrollado proveen una riqueza de oportunidades para las asociaciones público-privadas que no siempre están disponibles en otros contextos de conflicto (Godnick y Klein, 2009, p. 27).

En cuanto a la dimensión política en el ámbito de las relaciones internacionales, un factor que ha contribuido al interés de las empresas en participar en la construcción de paz es la presencia de donantes de la cooperación, los cuales ayudan a capturar la atención del empresariado aportando fondos de cofinanciación de proyectos y atando el dinero de la cooperación a temas de paz (Guaqueta, 2006b, p. 11). De ese modo las alianzas estratégicas entre la cooperación internacional y las multinacionales pueden contribuir a que las empresas transnacionales interesadas en la construcción de paz tengan más garantías de transparencia en la administración de sus fondos y por ello a que tengan más incentivos para contribuir a ésta. De ahí que un proceso integral de paz debe tener en cuenta instrumentos sociales, políticos y de desarrollo, y ello supone un trabajo conjunto de las multinacionales en alianza con Naciones Unidas y organizaciones internacionales como el Banco Mundial (Gerson, 2001).

Respecto de las consideraciones morales y éticas, se exige cada vez más que las firmas jueguen un rol proactivo como 'agentes de beneficio mundial' (Maak, 2009, p. 361). De acuerdo con Prandi (2010), este es un factor que explica la implicación del sector privado y de las multinacionales en la construcción de paz. De ese modo, la esencia de la participación empresarial en la construcción de paz debe abordarse desde la visión ética y deontológica según la cual se deben utilizar los medios disponibles para beneficiar a otros o hacer el bien (Cranenburgh, 2010). De hecho, crecientemente las compañías están apoyando y financiando proyectos de emprendimiento social que pueden clasificarse como construcción de paz, en virtud de la difusión mundial de la RSE (Guaqueta, 2006b, p. 6). Así, cuando las multinacionales prestan atención a los problemas del conflicto en sus esfuerzos de asociación, lo hacen a menudo con relación a -y como parte de- sus actividades de RSE (Kolk y Lenfant, 2013, p. 46). Según la literatura académica, las políticas de RSE en los ámbitos económicos y sociales que incorporan criterios de construcción de paz tienen un objetivo doble. En primer lugar, crear oportunidades de subsistencia y emprendimiento y favorecer la actividad económica a nivel local de manera responsable centrándose, especialmente, en la población vulnerable. En segundo lugar, atender la exclusión social surgida a raíz del conflicto, favoreciendo la reconciliación entre grupos enfrentados y fomentando las relaciones comunitarias no violentas desde el área de influencia de la empresa (Prandi, 2010). De manera que, a través de la RSE, y sirviendo como mediadoras, las transnacionales pueden contribuir a reparar las fracturas sociales propiciando actividades económicas conjuntas que deberán ser diseñadas cuidadosamente y desde el conocimiento profundo del conflicto y de sus consecuencias. En esa medida una obligación de las multinacionales es evitar cualquier impacto negativo que su actividad pueda tener en la consolidación de la paz (Prandi, 2010, p. 47).

2. La experiencia de Colombia

2.1 Consideraciones metodológicas

A continuación se expone la metodología que se siguió para cumplir el propósito de este artículo de investigación. En primer lugar, se partió de la definición general de 'multinacional' (MNC), según la cual ésta es una "sociedad mercantil o industrial cuyos intereses y actividades se hallan establecidos en muchos países" (RAE, 2014), o en términos más técnicos, una multinacional es una compañía que realiza inversión extranjera directa (IED) en un país diferente al de su casa matriz, a través de operaciones integradas6: desde la extracción de materias primas hasta el proceso de manufactura y distribución a consumidores de todo el mundo (Ehrhardt y Brigham, 2007). En segundo lugar, se consideró el lugar de origen de las empresas. En Colombia se presenta un fenómeno muy particular y es que no necesariamente la IED coincide con la proveniencia de las MNC que operan en el país (cuadro 1).

Según el Banco de la República, Panamá y Anguila han sido los países con mayor IED en Colombia en el periodo 2005-2013, después de Estados Unidos y Reino Unido, si bien no hay ninguna MNC de estos países operando en Colombia, de acuerdo con la Superintendencia de Sociedades. Esto obligó a buscar otras fuentes diferentes a la IED para determinar el origen de las corporaciones que operan en el país.

De acuerdo con investigaciones realizadas por la Escuela nacional Sindical hasta 2008, los principales países de origen de las MNC que operan en el país son: Estados Unidos (37,6%), Unión Europea (32,2%), Colombia (10,5%), Japón (3,3%) México (3,1%), Venezuela (2,3%) (Silverman y Ramírez, 2008). A pesar de que esta investigación en particular puede dar una idea del país de origen de las firmas con negocios en Colombia, ciertamente la información proporcionada se encuentra desactualizada, dada la creciente llegada de este tipo de empresas a partir de 2010, en particular de explotadoras de las concesiones mineras (Revista Dinero, 2010). Más aún, en estas investigaciones no se desagregan los países europeos y tampoco se proporcionan los nombres de las empresas que funcionan en Colombia, por lo cual, en estricto sentido, no constituye una base de datos. En última instancia, no hay un trabajo académico en Colombia que dé cuenta de las multinacionales que operan el país por país de origen y actividad productiva.

Por lo anterior, fue necesario conformar una base de datos propia, a fin de determinar el origen de las MNC, a partir de datos extraídos de la Superintendencia de Sociedades (2008)7 y la edición especial de la Revista Semana sobre las 100 empresas más grandes (2013)8. Para efectos de este trabajo sólo se tuvo en cuenta sólo a las MNC más grandes que operan en Colombia, y aquellas grandes empresas colombianas que operan en otros países, es decir, a 50 de las empresas más grandes del país (n=50) con un patrimonio a 2012 de más de 300.000 millones de pesos anuales (aprox. US $163 millones) y más de 200 empleados (ver anexo 1). El argumento para tener en cuenta a estas empresas es que son justamente éstas las que en virtud de sus grandes patrimonios pueden hacer una contribución a la construcción de paz en Colombia.

La muestra tomada en consideración en esta investigación no pretendió ser representativa de las empresas colombianas en general, sino sólo dar cuenta de las más grandes por patrimonio con operaciones transnacionales. En concreto, se investigó cuál es el origen de las 50 empresas y si tienen programas de RSE; si adhieren a los principios del Pacto Global; si han adelantado proyectos o acciones concretas de construcción de paz y si se han visto involucradas como spoilers o en alguna acción violenta (1 en caso positivo, 0 en caso negativo9). Se clasificaron las acciones de construcción de paz reportadas por las empresas en sus informes de sostenibilidad de acuerdo con el marco teórico propuesto: programas de inclusión laboral o educativa de desmovilizados o víctimas; programas que tienen que ver con el ámbito social o las alianzas; programas que tienen que ver con programas de desarrollo y paz; y finalmente, programas de donaciones y fundaciones10. En el cuadro 2 se presentan los resultados de esta investigación.

De las 50 empresas, 33 son multinacionales extranjeras (66%) y 17 son empresas grandes colombianas con negocios en otros países (34%) y de las 50 totales, 20 (40%), esto es, menos de la mitad, lleva a cabo o apoya programas o actividades que pueden ser considerados de construcción de paz. De estos 20 programas 8 pertenecen a MNC (40%), 11 a empresas colombianas (55%) y 1 a una empresa franco-colombiana (5%). De los datos se infiere que las empresas colombianas realizan 15% más de los programas de construcción de paz que hacen las multinacionales extranjeras en el país. En general, la mayoría de los programas de construcción de paz consiste en fundaciones o donaciones (11), seguido de programas de inclusión laboral y educativa para reinsertados o víctimas (6), y de programas de paz y desarrollo (5). Sólo se lleva a cabo un (1) programa de alianzas estratégicas para la paz.

Cabe anotar también que el 6% de las 50 empresas de la muestra, esto es, tres empresas extranjeras han sido consideradas como responsables de alguna manera del conflicto armado o spoilers, y dos ellas a la vez hacen programas de construcción de paz, mientras que una no hace ni siquiera programas de RSE incluyentes. Expondremos estas prácticas a continuación a partir de estudios de casos documentados en la literatura y de la información proporcionada por las empresas.

2.2 Experiencias de construcción de paz de las MNC en Colombia

En este acápite se procede de la siguiente manera. En primer lugar, presentamos las experiencias de construcción de paz de las multinacionales extranjeras que operan en Colombia, y luego las de las empresas colombianas que por su tamaño y poder económico tienen operaciones en otros países. Todas las empresas reseñadas tienen a su lado un número entre paréntesis, que va de 1 a 50 y éste significa su tamaño dentro de la base de datos usada en esta investigación, dependiendo de su patrimonio (ver anexo 1).

2.2.1 Construcción de paz por parte las MNC en Colombia

En primer lugar presentamos la experiencia del Grupo Éxito (6) ya expuesta internacionalmente (Zuluaga, 2010) y cuyo accionista mayoritario es la multinacional francesa Casino. Este grupo económico, a través de su fundación de RSE, entre el 2010 y el 2012 buscó "brindar oportunidades de formación para el trabajo e inserción laboral, a personas que la sociedad margina por poseer unas características diferentes y que han sido adquiridas como consecuencia de la violencia urbana o rural, los prejuicios, la discriminación" (Zuluaga, 2010, p. 153). En el marco de este programa, en 2011, se beneficiaron 263 reinsertados y luego en 2012 adelanta un Programa de inclusión laboral que genera 342 puestos de trabajo para 'integrantes de poblaciones vulnerables'. En 2013 encontramos que la inversión parece estar concentrada más en programas de nutrición y no es claro si ello supone cambios al interior de las políticas de RSE del Grupo (Fundación Éxito, 2014).

Otras experiencias documentadas de las que se puede dar cuenta en el mismo sentido, esto es, como empleadoras de ex combatientes son las de la Anglo sudafricana SABMiller (10), propietaria de Bavaria, y Jumbo-Cencosud -antes Carrefour (17)-, en particular a través de su participación en el Programa de reincorporación a la vida civil (PRVC): "además de participar activamente en el proceso, estas empresas han mostrado la posibilidad de hacerlo de diversas maneras, más allá del empleo directo; por ejemplo, comprando productos desarrollados por ex combatientes en proceso de reintegración o donando tiempo para contribuir a mejorar los proyectos productivos ligados a quienes están en dichos procesos" (Rettberg y Rivas, 2012, pp. 332-333). En relación con Jumbo (antes Carrefour), cabe decir que "esta cadena multinacional de supermercados transmitió su intención de ayudar al PRVC en 2005. Inicialmente se pensó emplear personal desmovilizado en seguridad y como empacadores. Sin embargo, después de evaluar sus aptitudes psicosociales, la empresa descartó la idea y frenó su apoyo. Más tarde fue capaz de traducir su interés en acciones concretas" (Guaqueta y Orsini, 2007, p. 17), a través del entrenamiento de desmovilizados en proyectos productivos. No obstante, para 2013 es necesario señalar que dado que la totalidad de los activos de Carrefour en Colombia han sido comprados por la chilena Cencosud-Jumbo, la continuidad de los programas de construcción de paz adelantados por la multinacional francesa es incierta.

Por su parte, las españolas Endesa (4) y Telefónica (24), la primera propietaria de Codensa y Emgesa, financian los programas de acción social de la Fundación Endesa y la Redpapaz respectivamente. El primero consiste en un convenio de cooperación con la 'Corporación Programa Desarrollo para la Paz del Magdalena Centro' (PDPMC) con el fin de impulsar la creación de la Escuela de Fortalecimiento Hacia la Excelencia Comunitaria Total (Efhecto), en los municipios de Yacopí y Caparrapí de la Provincia de Río Negro. De acuerdo con dicha Fundación, gracias a este programa se capacitó a 100 líderes comunales en temas de incidencia pública, fortalecimiento comunitario, recuperación de la identidad cultural y desarrollo económico local (Fundación Endesa, 2014). Por otro lado, la Fundación Telefónica adelanta prioritariamente programas que buscan beneficiar a la población infantil y una de sus áreas de este trabajo es la convivencia en paz, a través de la cual se trata de evitar la intimidación escolar11. Por su parte, la multinacional Fenosa (14), propietaria de Gas Natural Colombia y Electricaribe, si bien lleva a cabo programas de RSE, no adelanta proyectos de construcción de paz (Fenosa, 2014). De las empresas españolas se puede decir entonces que están más enfocadas en programas de RSE, pero que al menos una de ellas ya comienza a financiar un programa de paz y desarrollo.

Otras prácticas de construcción de paz llevadas a cabo por las empresas extranjeras son, por un lado, la de la ensambladora de automóviles franco-colombiana Sofasa (46), la cual adelanta el proyecto "Conduciendo nuestros destinos", junto con la Fundación Plan, que beneficia a 500 niñas de zonas vulnerables de Cartagena y algunos municipios de Bolívar. El programa contempla múltiples tipos de talleres de capacitación en creatividad e innovación, además de espacios de formación sobre la prevención de la violencia de género y los derechos sexuales, y se desarrolla en comunidades como La Boquilla, Pozón, Bayunca y Turbaco (Renault-Sofasa, 2014).

Por otra parte, también cabe reseñar la práctica de la multinacional suiza Nestlé (50), la cual, en el marco de su estrategia de creación de valor compartido, trabaja en alianza con la Fundación para la Reconciliación, buscando generar espacios de perdón, reconciliación y paz en zonas donde opera la empresa, con el fin de construir tejido social, mejorar la calidad de vida de las comunidades y generar cambios sociales en torno a la paz. De acuerdo con Nestlé, los centros de reconciliación promueven la cultura política del perdón y la reconciliación entre sus participantes y el empoderamiento de multiplicadores que luego replican el proceso en sus familias y comunidades en los municipios de San Vicente del Caguán y Cartagena del Chairá (en Caquetá) y Bugalagrande (Valle del Cauca). Además de vincular en estos procesos a la comunidad en general y a víctimas del conflicto armado para hacer frente a los efectos que éste ha tenido en su vida, en las actividades de los centros han participado jóvenes con quienes se ha realizado un trabajo de prevención frente a los riesgos de reclutamiento forzado, narcotráfico y pandillismo, etc. (Nestlé, 2014).

No obstante, es necesario decir que el sindicato Sinaltrainal ha sido muy crítico de la RSE de Nestlé, sosteniendo que ésta es sólo una campaña de imagen que encubre sus acciones, y más aún, presentando una queja sobre la transnacional ante la OIT12. Actualmente este sindicato adelanta una campaña en contra de la empresa, que incluye más de cien artículos que cuestionan sus operaciones en Colombia13.

En cuanto a las empresas norteamericanas, la firma Coca-cola Femsa (31) desde 2007 ha participado en la reintegración de ex combatientes apoyando a la Agencia colombiana para la reintegración (ACR) con el Programa de Paz y reconciliación (Guaqueta y Orsini, 2007, p. 18), el cual ha beneficiado a más de 400 reintegrados, a través de 4 iniciativas: 1) contribuyendo tiempo, 2) Proyectos productivos, 3) Centros de aprendizaje comunitario y 4) Espacio de paz y reconciliación14. Sin embargo, esta multinacional es blanco de críticas por parte de sindicatos como Sinal-trainal, que la acusa de patrocinar la muerte de sindicalistas, negociar con paramilitares, entre otros graves cargos15.

Por otro lado, las multinacionales petroleras norteamericanas también han estado involucradas en casos de responsabilidad en el conflicto, y no siempre en la construcción de paz. Para ilustrar este punto cabe recordar el caso de la OXI (26) contra la comunidad indígena U'wa. En el año 2000, esta multinacional se vio envuelta en una controversia con dicho grupo indígena cuando pretendía hacer exploraciones en un territorio del nororiente del país que los indígenas consideran 'sagrado', conocido como bloque Samoré (Uribe, 2005, pp. 26-29). Según la red de la acción de Rainforest, luego de una manifestación en el 2000, tres niños U'wa se ahogaron en un río después de huir de tropas del ejército que fueron llamadas para terminar una manifestación contra la multinacional y por ello los U'wa amenazaron con cometer suicidio total si la Occidental se permitía seguir con sus planes (RAN, s.f.). La situación se agravó cuando el ELN (Ejército de Liberación Nacional), que ha buscado interrumpir las operaciones de las petroleras en Colombia, prometió arreciar la acción militar contra las MNC, mientras que expresaban condolencias a los U'wa. Vale decir que el ELN es responsable de bombardeos a la línea occidental del oleoducto Caño Limón-Coveñas, lo cual ha tenido un impacto importante en las utilidades de la Occidental, además de devastar el medio ambiente (Bennett, 2001). Por contraste, las acciones de la OXI en términos de construcción de paz consisten en más en acciones de RSE, y en particular en la promoción de DDHH. En particular, la OXY, en asocio con Dansocial, en 2010, entrenó en DDHH a 65 líderes del Departamento de Arauca, región del Alcaraván, donde tienen lugar parte de sus actividades (Human Rights, s.f.). Y ciertamente, se puede ver que después del incidente con los U'wa, la OXY se preocupó por el tema de DDHH y reevalúa periódicamente riesgos sociales y actualiza el sistema de alerta temprana de violación de DDHH, para facilitar la coordinación con grupos de interés a fin de mitigar tales riesgos OXY (2011).

Por su parte, la petrolera canadiense Pacific Rubiales (11) también ha adelantado una acción de construcción de paz, a través del apoyo a la Fundación Angelitos de Luz, y también con programas de capacitación a líderes de las zonas en que operan (Pacific Rubiales, 2012). No obstante, las palabras de Iván Marquéz en la mesa de instalación de los diálogos de paz en 2012 son dicientes de cómo es vista la multinacional por parte de un grupo armado como las Farc: "Ahí está la patriótica resistencia de los trabajadores petroleros contra la canadiense Pacific-Rubiales en Puerto Gaitán, cuyo escenario de saqueo fue preparado con sangre por los paramilitares de Víctor Carranza. Diariamente el vampiro transnacional se lleva más de 250 mil barriles de petróleo, mientras le succiona la sangre a más de 12 mil 500 trabajadores tercerizados que como esclavos tienen que trabajar 16 horas diarias por 21 días continuos por una semana de descanso. Su situación laboral es más atroz que la impuesta por los enclaves bananeros de los años 20"16. De acuerdo con investigadores del Centro de Recursos para el análisis del Conflicto (Cerac), una previsión de la problemática social del municipio de Puerto Gaitán y la adecuación de estrategias de RSE a este contexto de pobreza, puede impedir los costos de paros posteriores y de movilizaciones sociales que, en últimas, buscan visibilizar cómo el auge petrolero ha deteriorado el goce efectivo de derechos de las comunidades (Velasco y Rocha, 2012).

Por último, el caso que más sorprende es el de la norteamericana Drummond (8), que además de carecer de programas de construcción de paz y de RSE, ha sido objeto de controversia en estos últimos dos años por el derrame inocultable de toneladas de carbón al Mar Caribe. Más aún, el presidente y el vicepresidente de su sindicato fueron asesinados en 2001 (El Espectador, 2013), y por ello, ha sido demandada ante Cortes de Justicia en EE.UU. y vinculada al apoyo de grupos paramilitares en Colombia (Guaqueta et al., 2007).

Con base en las experiencias reseñadas podemos decir que las multinacionales americanas muestran una tendencia a ser parte del conflicto, a la vez que hacen acciones de construcción de paz, esto es, como se dice coloquialmente, se caracterizan por 'pecar y empatar'. Para ilustrarlo empíricamente, de once empresas norteamericanas (EE.UU. y Canadá), dentro de las 50 consideradas en esta investigación, sólo tres hacen programas de construcción de paz, y las tres han sido acusadas de alguna forma de colaboración en el conflicto. Dentro de las norteamericanas llama la atención la Drummond (8), que no contribuye a la construcción de paz, ha sido considerada spoiler y cuestionada en términos medioambientales y de DDHH, a la vez que sus programas de RSE son más bien incipientes. Por contraste, de las multinacionales europeas sólo una se ha visto relacionada con el conflicto, y son más propensas a apoyar programas de construcción de paz, o más sensibles del conflicto, pues cuatro adelantan proyectos de este tipo. Lo anterior lleva a decir que no importa tanto si las multinacionales operan en zonas de conflicto, o a qué actividad económica se dedican, sino el lugar de origen del que provienen las multinacionales y la cultura empresarial promovida en dicho país originario. A continuación expondremos el caso de las empresas colombianas, para reforzar esta última afirmación.

2.2.2. Construcción de paz por parte de las empresas colombianas

La empresa más grande de Colombia, Ecopetrol (1) apoya, sólo ella, 24 iniciativas de construcción de paz, entre las que se cuentan la Red de programas de desarrollo y paz -redprodepaz- y el Programa de desarrollo y paz del Tolima Tolipaz, a la vez que ésta es aliada de corporaciones cuya misión es la promoción local de la paz, como la Corporación desarrollo y paz del bajo Magdalena, la Corporación desarrollo y paz del canal del dique y zona costera, la Corporación nueva sociedad región nororiental colombiana, y la Corporación programa desarrollo para la paz del Magdalena centro, entre otras. Además, en el informe de sostenibilidad de la empresa se puede ver que no tiene denuncias por casos de DDHH y al triangular la información a través de los sindicatos, es posible corroborar que allí no hay menciones negativas a la multinacional colombiana (Ecopetrol, 2012).

Otro caso que está muy bien documentado en la literatura sobre construcción de paz y empresas en Colombia, lo constituye el de ISA (9), cuya creación del programa Prodepaz ha beneficiado a más 3.000 familias desde 1999 con una inversión de US$40 millones (Rettberg y Rivas, 2012, pp. 328-329). Hoy, sus actividades principales incluyen participar en la formulación e implementación de dicho proyecto, y promover la participación local y regional en el planeamiento de su desarrollo. Además, Prodepaz está a cargo del mantenimiento de la base de datos del Sistema de Información Regional para la paz, que contiene los datos demográficos y económicos básicos que ayudan a identificar proyectos, beneficiarios así como otras organizaciones potenciales socias, incluyendo compañías del sector privado (Guaqueta, 2006a). El programa de ISA ha persistido por más de 15 años (ISA, s.f.).

Por último, otros casos que vale la pena mencionar en el contexto colombiano son los de Argos (3), Nutresa (7), Isagen (13), Terpel (23), Carvajal (27), Olímpica (30), Alkosto (28) y el Grupo Mundial (32). Cada una de estas empresas financia comunidades de paz o estudios sobre el tema, o en los casos más incluyentes, proporciona puestos de trabajo a ex combatientes y víctimas del conflicto, como el Grupo Mundial y Alkosto.

Para concluir este acápite con una consideración empírica, se sostiene que de 17 empresas del país consideradas en esta investigación, 11, más de la mitad de las multinacionales colombianas, lleva a cabo programas de construcción de paz, lo cual nos lleva a afirmar que las transnacionales colombianas hacen 15% más de construcción de paz que las internacionales, y ello lleva a preguntarse por posibles factores que contribuyan a una propensión a la participación en construcción de paz más alta.

2.3 Paz, RSE y principios del Pacto Global

De las 50 empresas tomadas en cuenta en esta investigación sólo dos no están involucradas en actividades de RSE: la minera australiana BHP Billiton (18) y la norteamericana Weatherford (35). Es decir, todas las empresas europeas y colombianas hacen al menos una acción, por incipiente que sea, de RSE. Ahora bien, de las 48 que hacen RSE, seis tienen programas de RSE más bien pequeños, o mínimamente altruistas, como la dotación de una escuela, financiar eventos deportivos o dar unos pretendidos beneficios a los trabajadores de la empresa, es decir, una RSE mínimamente incluyente (Jiménez, 2006). De estas seis, dos son multinacionales norteamericanas, la Drummond (8) y la Halliburton (44). Lo anterior indica una cultura empresarial de las multinacionales americanas menos orientada a la RSE y por ello más insensible al conflicto. Más aún, la RSE de las empresas americanas consideradas se encuentra más enfocada a programas de sostenibilidad ambiental que propiamente a actividades sociales17. Ello podría tener que ver con la fuerte influencia que ha tenido el paradigma del desarrollo sostenible en Norteamérica18, pero también con que la mayoría de multinacionales norteamericanas son empresas de carácter extractivo, esto es, 9 de las 11 empresas (incluyendo la canadiense Pacific).

Por otro lado, el Pacto Global es el compromiso voluntario más importante en relación con la Responsabilidad social empresarial, conocido también como UN Global Compact, e incluye a más de 7.700 participantes corporativos de más de 130 países (UN Global Compact, 2009). Se trata de un instrumento normativo sin fuerza vinculante (soft law) pero aceptado voluntariamente por las empresas. Aquellas que firman el Pacto Global se comprometen a ejercer responsabilidad y civismo empresarial en cuanto a temas de preocupación mundial como los derechos humanos. Y este último compromiso supone una mayor sensibilidad hacia temas de construcción de paz en la medida en que la promoción de los derechos humanos es afín a las prácticas de construcción de paz y lleva a una creciente integración de buenas prácticas (Rettberg y Rivas, 2012, p. 320).

En una revisión a las 50 empresas de la base de datos se encontró que 29 están inscritas o son miembros del Pacto Global de Naciones Unidas, es decir, el 58% de estas empresas ha firmado dicho pacto. Este dato pone a consideración que falta todavía para que grandes empresas, con presencia e influencia en varios países, se comprometan a reivindicar formalmente los principios centrales del concepto de RSE que se encuentran íntimamente relacionados con la construcción de paz, a saber, la defensa de los DDHH19. Al respecto cabe decir que de las 29 multinacionales que adhieren al Pacto Global en Colombia, 13 son colombianas, nueve europeas, una australiana, una mexicana, dos suramericanas y tres norteamericanas, lo cual significa que las últimas empresas tienen más bien un porcentaje de adhesión bajo: de 11 multinacionales tan sólo tres participan en este programa de Naciones Unidas. Por contraste, Colombia ha sido bastante activa en el Pacto Global, pues según el informe de 2010, el país ocupa el primer lugar en implementación de prácticas responsables, entre las 43 redes locales que existen mundialmente (Rettberg y Rivas, 2012, p. 321).

Finalmente, vale la pena enfatizar que de las 20 empresas que llevan a cabo programas de construcción de paz, 75% de ellas han adherido al Pacto Global. Esto significa, en términos estadísticos, que la probabilidad en Colombia de que una multinacional que acoja los principios del Pacto Global contribuya a acciones de construcción de paz es del 69%20. Mientras que la probabilidad de llevar a cabo programas de RSE y llevar a cabo acciones de construcción de paz es más baja, del 47%21. Con lo anterior se puede inferir que abrazar los principios del Pacto Global hace a las empresas más propensas a llevar a cabo dichos proyectos y a ser más sensibles al conflicto que sólo adelantar programas de RSE.

3. Conclusión

En este trabajo de investigación se ha ofrecido evidencia empírica en torno de la afirmación según la cual la participación de las mayores multinacionales en la construcción de paz en Colombia no se explica por su exposición mayor o menor exposición al conflicto, esto es, por operar o no en zonas de violencia o por la actividad económica que realizan, sino por el lugar de origen de la empresa. De ese modo, las más comprometidas con la construcción de paz son las multinacionales propias del país, seguidas de las europeas y en último lugar las norteamericanas. Se buscó argumentar que ello puede tener que ver más con que las primeras adhieren más a menudo a los principios del Pacto Global, y no tanto a adelantar programas de RSE, mientras las empresas norteamericanas son más propensas a verse involucradas en el conflicto en tanto spoilers. Se abre al respecto una agenda de investigación futura en relación con las empresas específicamente norteamericanas en otros contextos de conflicto armado.

Desde el punto de vista económico se concluye que en Colombia se presenta la paradoja de que la estabilización creada a partir de la inversión y el empleo necesarios para la construcción de paz proviene en parte de las MNC, pero dichas firmas prefieren, por razones de seguridad por ejemplo, no contratar ex combatientes y por ello sus esfuerzos se enfocan más en programas de paz y desarrollo (Rettberg y Rivas, 2012). Al respecto, esta investigación muestra que de 20 empresas que hacen construcción de paz, 15 hacen programas de paz y desarrollo, o hacen donaciones a fundaciones que adelantan tales programas y tan sólo 5, esto es, un 25% de estas empresas construyen paz a través de la inclusión laboral.

Cabe decir que un comienzo ejemplar lo constituye el caso de las empresas, en particular las colombianas, que se han involucrado en proyectos productivos con reinsertados, pero son más las que tienen temor de los ex combatientes como fuentes de trabajo y todavía no consideran a las víctimas como posibles empleados. De ahí que los negocios inclusivos podrían constituir una alternativa ante esta reticencia, pues estos consisten en que una empresa ancla, grande, apoya proyectos productivos de pequeños emprendedores que bien pueden ser proveedores de la empresa grande o vendedores de sus productos22. Con todo, es necesario tener en cuenta la sostenibilidad de este tipo de negocios a largo plazo, y de hecho, Colombia confirma las lecciones aprendidas en otros lados en relación con los límites de los pequeños negocios y de agricultura de autoempleo para ex combatientes en particular (Godnick y Klein, 2009, p. 8).

En relación con el punto de vista político, se concluye que la construcción de paz por parte de las MNC en el país se está llevando a cabo de modo individual o como esfuerzo aislado y son más las empresas colombianas como Ecopetrol, las que explotan alianzas, particularmente con ONGs, mientras que las alianzas público-privadas están sub-exploradas. De hecho, todos los 20 programas de construcción de paz considerados aquí se realizan sin asociaciones con el Estado. Al respecto es importante subrayar que las instituciones gubernativas colombianas, en un eventual postconflicto tienen todo un repertorio de oportunidades en relación con este tipo alianzas público-privadas.

Por último, en relación con el aspecto moral, se buscó hacer un vínculo entre la RSE, la adhesión a los principios del Pacto Global y la construcción de paz. Se sostuvo que la creciente aceptación y acogida que ha recibido por parte las empresas colombianas y las europeas en torno de la RSE promueve una sensibilidad mayor al conflicto vía compromiso con la protección de los derechos humanos. Más aún, se estableció una relación probabilística entre la adhesión a los principios mencionados y la construcción de paz. Queda la pregunta de si en otros contextos de conflicto la RSE y la adherencia a los principios del Pacto Global también fomentan la construcción de paz por parte de las multinacionales, lo cual puede ser materia de otro estudio comparativo.


Pie de página

1La construcción de paz se ha entendido, en un sentido amplio, como las "acciones dirigidas a identificar y a apoyar estructuras tendientes a fortalecer y solidificar la paz para evitar una recaída al conflicto" (Boutros-Ghali, 1992; citado por Rettberg, 2012). Para el caso colombiano dicha construcción consiste en las acciones para fortalecer y solidificar la paz, aun en un contexto de conflicto armado, porque -se sostiene- su construcción de alguna manera ambienta el estadio de postconflicto y lo hace más fácil de alcanzar. En esa medida, se entiende aquí construcción de paz como un "concepto global que abarca, produce y sostiene toda la serie de procesos, planteamientos y etapas necesarias para transformar los conflictos en relaciones más pacíficas y sostenibles" (Lederach, 1998).
2Una excepción importante son Rettberg (2010) y Rettberg y Rivas (2012) para el sector privado.
3Ver, por ejemplo, "Comunicado del 1 de abril de 2013" de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FARC), con ocasión de los Diálogos de paz que adelantan con el gobierno colombiano en la Habana, Cuba, en particular el punto 3 en http://cedema.org/ver.php?id=5545. De igual manera, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), caracteriza su lucha armada en términos políticos, de la siguiente manera: "El ELN lucha por la Soberanía Nacional, contra las multinacionales y las políticas entreguistas del Estado y el gobierno colombiano y consecuente con la política de defensa de los recursos estratégicos de la nación, ha desarrollado permanentemente campañas político-militares e impulsado la realización de espacios de análisis y reflexión para que el conjunto de la nación discuta esta problemática y se formule socialmente la política pública al respecto; hoy seguimos en ese mismo esfuerzo". Ver http://cedema.org/ver.php?id=5422
4El caso más recordado en la historia de Colombia, en el que una multinacional tuvo una participación activa y responsable en tanto parte del conflicto, quizá sea el de la 'masacre de las bananeras', perpetrada por las Fuerzas Armadas de Colombia en 1928, en la cual se asesinó a un grupo de aproximadamente 300 manifestantes que protestaban por las pésimas condiciones de trabajo que ofrecía en el momento la productora transnacional de frutas: United Fruit Company (Gaitán, 1997). En tiempos más recientes, también se han presentado casos de colaboración entre las multinacionales en prácticas criminales, como el sonado caso de Chiquita Brands, que participó en el hostigamiento y la desaparición de sindicalistas en Urabá (Martín-Ortega, 2008), o el de Coca-Cola Femsa, que también se vio involucrada en amenazas y el asesinato de sindicalistas. Ver Sintrainal (2008).
5La Responsabilidad Social Empresarial (en adelante RSE) se entiende aquí como el conjunto de medidas y acciones económicas, sociales y ambientales que llevan a cabo las empresas u organizaciones hacia sus stakeholders internos (directivos, ejecutivos, trabajadores) y externos (proveedores, acreedores, comunidad, gobierno, medios, sociedad civil), de manera proactiva y en orden no sólo de cumplir con sus obligaciones sociales, sino de ir más allá de estas contribuyendo a través del beneficio general y promoviendo el desarrollo económico incluyente (Jiménez, 2006).
6Operación integrada quiere decir que la compañía o la empresa no se limita a comprar o a vender recursos en un país sino que invierte en éste, y sus operaciones se integran a la economía del país.
7Este es el último año en el que la Superintendencia de Sociedad proporciona datos oficiales en su portal oficial de las empresas que funcionan en Colombia; información -por demás- incompleta. El investigador requirió a la entidad en varias oportunidades con el propósito de obtener mejores datos, sin obtener resultados. Ver Superintendencia de Sociedades, Ranking de sociedades (antes las 3.000). Por ello, la base de datos elaborada se basa principalmente en los datos extraídos por la Revista Semana para su especial: Las 100 empresas más grandes de Colombia (mayo de 2013), a partir de datos proporcionados por la Superintendencia de Sociedades para 2012.
8Una de las limitaciones de esta investigación es que acude a datos secundarios de la Superintendencia de Sociedades, en virtud de que construir una base con datos primarios excede los límites y recursos de esta investigación.
9Se asigna el valor 0,5 cuando se enuncia un programa, actividad o acción de RSE, pero no se da a conocer informes de sostenibilidad o información más detallada al respecto.
10Es un hecho que estas atribuciones pueden resultar discutibles a menudo porque las acciones de construcción de paz pueden traslapar dos o incluso los tres ámbitos del marco teórico. Aquí se han clasificado los tres ámbitos de acuerdo con el propósito principal declarado de la actividades o programas: producir empleo o invertir en el postconflicto -dimensión económica-, fomentar alianzas o ser un spoiler en el conflicto armado -dimensión social-, una combinación de las dos, ie., ser máximamente altruista o incluyente -dimensión moral y ética- (Jiménez, 2006).
11Este no es un programa de construcción de paz, sino de prevención de violencia en las escuelas, lo cual coadyuva a la paz en general, pero no está contribuyendo a disminuir el conflicto armado de alta intensidad.
12Sinaltrainal presentó queja ante la OIT por abusos de Nestlé, en Sinaltrainal (s.f.).
13Ver campaña contra Nestlé en Sinaltrainal (2014a).
14Ver Reporte de sostenibilidad Coca-Cola Femsa 2012 en Sinaltrainal (2014b).
15Ver campaña contra Coca-Cola Femsa en Sinaltrainal (2014c).
16Ver Discurso de Iván Marquéz en la mesa de instalación de los diálogos de paz en Oslo 2012, en (Anncol, 2012).
17Para una corroboración de esta afirmación consultar la RSE de las cuatro empresas norteamericanas más grandes de la base de datos que funcionan en Colombia, esto es, la Drummond (8), la Occidental (26), Schlumberger Surenco (29) y Coca-Cola Femsa (31), a través de sus reportes de sostenibilidad. Ver Drummond (s.f.), OXI (2011), Schlumberger (s.f.) y Femsa (s.f.).
18Al respecto consultar la página del Banco Mundial sobre desarrollo sostenible y el sitio de Naciones Unidas.
19Ver los Diez principios del Pacto Global. Derechos Humanos: "Principio 1: Las empresas deben apoyar y respetar la protección de los derechos humanos fundamentales reconocidos universalmente, dentro de su ámbito de influencia. Principio 2: Las Empresas deben asegurarse de que sus empresas no son cómplices de la vulneración de los derechos humanos..." (http://unglobalcompact.org)
20Se calcula la probabilidad con base en la regla de La-place, según la cual, la probabilidad de que un suceso ocurra es: P(C _ ) = Casos favorables(20)/casos (Construcción de paz) posibles(29), esto es, 20 empresas que efectivamente construyen paz/29 que adhieren al Pacto Global=0,6896.
21P(Ct)= Casos favorables(20)/casos po(Construcción de paz) reversibles(42), esto es, 20 empresas que efectivamente construyen paz/42 que adelantan programas de RSE= 0,4761.
22Sobre los negocios inclusivos como estrategia de RSE y de reducción de la pobreza extrema, ver www.cecodes.org.co


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