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Theologica Xaveriana

versión impresa ISSN 0120-3649

Theol. Xave. v.61 n.171 Bogotá ene./jun. 2011

 

El método de correlación en la teología práctica: fundamentos, objetivos, intereses y límites*

The correlation method in practical theology: basic principles, objetives, interests, and limits

O método de correlação na teología prática: fundamentos, objetivos, interesses e limites

JUAN MANUEL TORRES SERRANO**


* Artículo de investigación, que tiene como referentes teóricos los siguientes textos: Marc Donzé, "La théologie pratique entre corrélation et prophétie" (1989: 183-190), Idem, "Théologie pratique et méthode de corrélation" (1990: 82-100); Louis Ridez, "La corrélation en catéchèse. Expériences de la tradition et expériences d'aujourd'hui" (1987: 109-136); David Tracy, Blessed Rage for Order. The New Pluralism in Theology (1975: 22-87).
** Licenciado en Ciencias Religiosas, Universidad de La Salle (Bogotá, 1999); Magíster en Teología, Pontificia Universidad Javeriana (Bogotá, 2003); Ph.D en Teología, Université Laval (Qc., 2006); Candidato al Doctorado en Teología Práctica, Université Laval; director y docente del Programa de Licenciatura en Educación Religiosa, Universidad de La Salle, Bogotá; docente de Posgrados en el área de Ciencia y Pensamiento Cristiano; miembro del Grupo de investigación "Educación ciudadana ética y política" (Clasificado B). Correo jtorres@lasalle.edu.co.

Fecha de recibo: 20 de marzo de 2010. Fecha de evaluación: 11 de junio de 2010. Fecha de aprobación: 31 de enero de 2011.


Resumen

Gracias a los giros antropológicos, hermenéuticos y políticos, la teología católica ha podido llegar a reconocer la importancia teológica y pastoral de relacionar las situaciones humanas y el mensaje cristiano. Particularmente la teología pastoral o práctica, que promueve una conciencia reflexiva sobre la acción eclesial, ha permitido reconocer la correlación crítica, performativa y dialéctica entre análisis social, interpretación teológica de la realidad y transformación de las prácticas eclesiales. El presente artículo presenta los fundamentos, objetivos y límites del método de correlación en el contexto de la teología práctica. Para ello, toma como referencia fundamental la reflexión teológica de Marc Donzé.

Palabras clave: Teología práctica o pastoral, método de correlación, análisis social, interpretación teológica, catequesis.


Abstract

Thanks to the anthropological, hermeneutical, and political turns, Catholic theology has come to acknowledge the theological and pastoral importance of relating human situations and Christian message. In particular, pastoral or practical theology, which promotes a reflective consciousness about ecclesial action, has allowed the acknowledgement of the critical, performative, and dialectical correlation between social analysis, theological interpretation of reality, and the transformation of ecclesial practices. This article presents the basic principles, objectives, and limits of the correlation method in the context of practical theology. To do so, the author uses as fundamental reference Marc Donzé's theological reflection.

Key words: Practical or pastoral theology, correlation method, social analysis, theological interpretation, catechism lesson.


Resumo

Graças aos giros antropológiocos, hermenéuticos e políticos, a teología católica pode chegar a reconhecer a importâcia teológica e pastoral de relacionar as situações humanas e a mensagem cristã. Particularmente a teología pastoral ou prática, que promove uma conciencia reflexiva sobre a ação eclasial, permitiu raconhecer a correlação crítica, performativa e dialética entre análise social, interpretação teológica da realidade e tranformação das práticas eclesiais. O presente artigo apresenta os fundamentos, objetivos e limites do método de correlação no contexto da teología prática. Para este, toma como referência fundamental a reflexão teológica de Marc Donzé.

Palavras-Chave: Teología prática ou pastoral, método de correlação, análise social, interpretação teológica, catequese.


En el contexto de la teología en el siglo XX se percibe un doble interés: uno por salvaguardar el primado del dato revelado, y el otro por no olvidar la historia, la experiencia y la existencia humana.

Del lado protestante se destacan: la teología dialéctica de Karl Barth, que pone de relieve el valor de la Palabra de Dios y que considera a Jesucristo como la realidad objetiva de la revelación y su conocimiento; la teología existencial de Rudolf Bultmann, que permite comprender que la Palabra es clarificación de la existencia humana; la teología de la cultura de Paul Tillich y su método de correlación; la reflexión teológica de Dietrich Bonhoeffer sobre las cuestiones de Jesús y del mundo que ha llegado a ser adulto; la teología de orientación histórica de Wolfang Pannenberg; y la teología de la esperanza de Jürgen Moltmann.

Del lado católico se subraya la influencia de dos grandes escuelas de teología: Le Saulchoir y Lyon-Fourvière. La escuela de Le Saulchoir, por medio de teólogos como Yves Congar y Marie Dominique Chenu, afirma la primacía del dato revelado y la importancia de la crítica bíblica, pero también se muestra atenta a los problemas del tiempo. En cuanto a la escuela de Lyon-Fourvière, teólogos como Karl Rahner, Henri De Lubac, Urs Von Balthasar y Jean Daniélou han continuado la renovación teológica, precisando la importancia del retorno a las fuentes esenciales del pensamiento cristiano, el contacto con las corrientes de pensamiento contemporáneo, y el contacto con la vida, con las experiencias humanas.

La renovación de la teología -afirma Rosino Gibellini1- promovida por la teología francesa durante 1930-1940 proponía un "retorno a las fuentes"2 para terminar con la estrechez de la teología especulativa neo-escolástica. Sin embargo, este retorno se centraba en la vuelta a las fuentes como la revelación y la tradición.

La teología posconciliar que se confrontó con la cultura secular subrayó que hay de hecho dos fuentes: la revelación y la tradición cristiana, de una parte, y la experiencia humana de otra. La teología deberá operar un trabajo permanente de correlación entre la fe cristiana y la experiencia humana. Para Gibellini3, la reacción de la teología dialéctica representó la recuperación del centro, de la Palabra trascendente de Dios como tema de la teología. Pero a lo largo de la historia de la teología se hizo ineludible el cómo recuperar a partir del centro, el horizonte de la misión, la confrontación con la realidad secular.

La relación entre antropología-teología, entre tradición cristiana y situaciones humanas, entre historia de salvación e historia humana, entre natural y sobrenatural, entre gracia y vida, se ha planteado de una manera u otra a través de la historia de la teología, en especial durante el siglo XX, en los ámbitos católico y protestante. Cabe subrayar que la necesidad, pertinencia y justificación de la correlación entre estas dos fuentes teológicas no se da sólo por influencias de corrientes filosóficas, por ejemplo, las filosofías existencialistas, sino que se entiende en la dinámica misma del misterio de la encarnación, de la centralidad del Reinado de Dios, de la kénosis histórica e intra-trinitaria. La razón fundamental de esta correlación entre revelacióntradición y experiencia humana es pre-teológica, hace parte del misterio de Dios encarnado que carga con la realidad, se encarna y se hace cargo de la misma.

La vuelta a estas dos fuentes ha representado para la teología, particularmente católica, rupturas epistemológicas y metodológicas y ha marcado la manera de pensar y hacer teología. La teología cumple entonces una función especulativa (en la que se recupera la razón y la historia), una función positiva (en la que se da el retorno a la revelación, la tradición, la Sagrada Escritura y el magisterio), y al mismo tiempo una función práctica (en la que se da centralidad a la revelación en relación con la soteriología, que lleva a considerar el Reino de Dios como manifestación de un nuevo orden de cosas, de la acción histórica de Dios que transforma la realidad compleja de los seres humanos).

En esta perspectiva, el presente artículo4 pretende presentar los fundamentos, objetivos, intereses, límites y maneras de proceder de un método en teología, específicamente en el campo de la teología práctica, que traduce la dinámica de esta "vuelta a las fuentes": el método de correlación.

Dos preguntas serán resueltas: ¿en qué consiste el método de correlación, cuáles son sus fundamentos, objetivos, su manera de operar? y ¿cuál es el interés, la relevancia, los límites de dicho método para el trabajo en teología práctica? Teniendo en cuenta estas preguntas, el artículo se estructura de la siguiente manera: una primera parte se dedica a precisar el objeto de estudio de la teología práctica; una segunda parte, se centra en presentar las fuentes y fundamentos teológicos de la correlación;5 una tercera parte explica en qué consiste el método de correlación y la manera como opera en el contexto de la teología práctica y particularmente en la catequesis; una cuarta parte se dedica a los intereses y límites del método de correlación en el trabajo pastoral.

EL OBJETO Y LA FINALIDAD DE LA TEOLOGÍA PRÁCTICA:
UNA INTRODUCCIÓN

Comencemos por precisar que la teología práctica, según Marc Donzé, es "esa rama específica que da conciencia reflexiva al actuar de la Iglesia hoy".6 Ella no puede reducirse a una aplicación de la razón teológica, ni a un saberhacer de los pastores; no puede considerarse simplemente: "...como la técnica de aplicación y de transmisión de descubrimientos de la exégesis o de la teología sistemática, ni menos se reduce al ejercicio de la iniciación práctica de un ministerio eclesial."7

Según Marcel Viau, la teología práctica se adhiere a una de las definiciones más tradicionales de la teología, la de San Anselmo, y su Fides quarens intellectum. Las prácticas humanas sólo se comprenden bien en la medida en que ellas son concretadas en un discurso. En este sentido, el discurso es el intellectus que se dice en la práctica. Al mismo tiempo, los problemas prácticos se comprenden como problemas de intellectus que se manifiestan en y por la práctica.

La función de la teología práctica -según Viau- será "producir discursos de fe en relación con las diversas prácticas humanas en la cultura"8. Dichos discursos se refieren a los cristianos en tanto bautizados que viven en comunidad eclesial, en tanto pueblo de Dios encarnado en vínculo con la familia humana, que participa del cosmos.

La teología práctica tiene como horizonte el Reinado de Dios; se interesa en todas las prácticas humanas en la medida que ellas son el lugar de la actividad de Cristo en el mundo. Esta teología tiene por función proponer a la cultura las significaciones propias a la tradición. Hacer teología práctica supone una adhesión crítica a la red de creencias movilizada por la tradición, la teología exige un anclaje en la tradición cristiana. En esta perspectiva, toda reflexión teológica que concierne la puesta en obra de la Palabra, no en el plano individual, sino en el plano comunitario y eclesial, es teología práctica.9

La actuación de la Iglesia es lo que ella hace para continuar la misión y la obra salvífica del Hijo: enseñar, ser testigo, hacer discípulos y bautizar. Este actuar se designa con cuatro palabras: martyria (testimonio y anuncio de la Palabra a través de la evangelización y la catequesis); leitourgia (culto dado a Dios en la alabanza, en la acción de gracias, y la celebración de los dones del amor divino a los seres humanos); diakonia (el servicio de los pobres y el servicio de la paz y de la justicia); koinonia (la asamblea-reunión de la comunidad cristiana en la unidad como signo profético de la recapitulación de la humanidad entera en Cristo).

A esto que hace la Iglesia hoy para vivir y anunciar el Evangelio en todas sus dimensiones, Donzé agrega la relación Iglesia-mundo:

    No se puede concebir una vida evangélica, comunitaria, que no coloque en cuestión y no desplace la relación entre mundo-Iglesia, pero al mismo tiempo un devenir histórico del mundo que no coloque jalones e interpretaciones a la práctica eclesial.10

Según la concepción que tiene Donzé de la Teología práctica, se puede afirmar que la práctica eclesial y cristiana tiene necesidad de una conciencia reflexiva:

    Hablar de reflexión es emplear un método adaptado, que permita la recolección de datos, su interpretación, la elaboración de prospectivas, de una manera suficientemente objetiva para que los resultados correspondan a lo real y que sean verificados por otros en su exactitud y su pertinencia.11

En este contexto surgen las preguntas de por qué reflexionar críticamente la práctica de la Iglesia y cuál es la finalidad de la teología práctica. Por un lado, se puede afirmar que se trata de obtener un estado de la situación de la Iglesia en el mundo actual. Se daría entonces prioridad a la sociología religiosa que tendría como misión dar datos sobre la fe, el impacto social y moral del cristianismo y ofrecer una interpretación. De otro lado, se puede aludir a la importancia que tiene el análisis de las prácticas para hacer que los actores sean más conscientes de sus presupuestos y su eficacidad.

Entonces se daría prioridad a las ciencias de la acción y a la investigaciónacción, con el fin de mejorar las prácticas y hacerlas más acordes a la referencia que las origina (el envío misionero de Cristo) y más adaptadas a los objetivos que persiguen. Este análisis incluiría un momento más específicamente teológico que conduciría a la confrontación de nuestras prácticas actuales con las prácticas de Jesús y de los apóstoles.

Donzé reconoce que la dinámica del Reinado de Dios exige más invención, más audacia y más coraje: "la teología práctica debe ser también un momento profético de la vida de la Iglesia".12 La teología práctica llega a ser más comprometida y más inspiradora, y se inscribe con decisión y audacia en la impaciente espera del Reinado de Dios. En esta perspectiva Donzé afirma que no basta con:

    ...hacer el estado sociológico de nuestras comunidades, ni indicar cómo pueden funcionar mejor o llegar a ser más comprometidas; se trata sobre todo de decir cómo ellas pueden ser significantes, por su vida y su compromiso, del Reinado de Dios que viene.13

La observación de la situación, el análisis y la prospectiva de la acción y el profetismo, se complementan para dar identidad a la teología práctica14 y dar razón a la reflexión sobre las prácticas eclesiales y cristianas.

De esta manera, la teología práctica, por tener como objeto de estudio la reflexión crítica sobre las prácticas eclesiales, es verdaderamente teología, ya que ella se ubica al interior de la Iglesia y en referencia con las fuentes fundadoras del ser cristiano. Se considera práctica, pues toma como fuente el análisis de las prácticas cristianas y eclesiales su impacto en la sociedad y la influencia que ésta tiene en aquéllas, y termina con la elaboración de nuevas actitudes proféticas para la comunidad cristiana.

La teología práctica es entonces una instancia reflexiva y científica de la actuación de la Iglesia en el mundo de hoy.

Cabe subrayar que la teología práctica, al ocuparse de la actuación de la Iglesia, tiene en cuenta el conjunto de los actores pastorales, para no reducirse tan sólo a la acción de los ministros ordenados: "Ella debe integrar la toma de conciencia de que toda la Iglesia es ministerial, portadora de la vida y del anuncio evangélico.15 Los destinatarios deben llegar a ser reconocidos como actores, sujetos de palabra, de acción e intérpretes de una teología práctica. Ella demanda la colaboración de agentes pastorales y de todo el Pueblo de Dios.

Esto no implica excluir a los agentes pastorales, ya que la teología práctica debe llegar a ser un servicio de su acción pastoral. Los agentes pastorales también tienen como tarea el reflexionar sobre el impacto de su acción pastoral y elaborar caminos y procesos siempre adaptados a la vida evangélica. La función de la teología será acompañar su reflexión y hacerla acceder a un rigor científico adecuado.

El método de correlación, para teólogos como Marc Donzé, es el más apropiado para ubicar en relación crítica la práctica eclesial y sus referentes (Jesucristo, el Evangelio y la tradición) y esta es una correlación que pone en interacción las búsquedas de sentido del ser humano y los grupos humanos, las prácticas del pueblo cristiano y las referencias cristianas fundadoras: "El método de correlación va de la práctica a la práctica, pasando por una correlación crítica, recíproca entre el mundo de referencia cristiano y el mundo del actuar eclesial en la sociedad actual".16

ALGUNOS FUNDAMENTOS TEOLÓGICOS DE LA CORRELACIÓN

Marc Donzé17 reconoce que hablar de correlación es sobre todo hablar de un proceso teológico donde se ubican en relación recíproca, no simétrica, el ser humano y Dios. La teología de la correlación implica entonces una tensión entre cultura y vida, vida y fe, experiencia histórica y revelación, prácticas eclesiales- cristianas y la práctica de Jesús. Antes de abordar el objetivo, la manera como opera el método de correlación, desde el plan-cuadro, de Marc Donzé y Michel Soetard, es importante reconocer los fundamentos teológicos de la correlación en los aportes de Paul Tillich, Karl Rahner,18 Edward Schillebeeckx19 y Pierre Gisel.

La teología de Paul Tillich20 está marcada por un cuidado por la unidad de todo el ser. La correlación se funda en la participación del ser alienado del hombre en el ser en sí, Dios. Esta teología reposa sobre dos fundamentos ontológicos: Dios, presente en todo eso que es y existe, permite trascender los polos finito e infinito y fundar la unidad de todo; el hombre, por esa falta que hay en él (alienación), es pregunta de la cual Dios es repuesta.

En el caso de Karl Rahner, él funda ontológicamente -como Tillich- la apertura del ser humano a Dios, pero se distingue de él por una visión más positiva de la existencia humana. Sin hacer referencia explícita a la correlación, Rahner se interesa por definir las condiciones por las cuales el ser humano puede escuchar el mensaje de fe.

El hombre está constitutivamente, en su ser mismo, orientado hacia el Dios bíblico, ya que la existencia humana porta en ella misma una apertura hacia el Absoluto.

Eso es lo que el teólogo alemán denomina la dimensión trascendental del hombre. Ésta se revela cuando el hombre se ve confrontado a las cuestiones fundamentales de la existencia humana (muerte, soledad, felicidad). Así, el hombre, en su fundamento último, está orientado a la gracia, hacia la búsqueda de salvación. Tanto para Tillich como para Rahner el ser humano está abierto al Absoluto; para el primero por el hecho de los límites del hombre alienado en la existencia; para el segundo por el hecho de la capacidad del hombre a aprehenderse él mismo.

Para Edward Schillebeeckx, la interpretación de sí es una condición intrínseca de la posibilidad de la revelación: "El hombre no ve su realidad interior sino en la comunicación con los hombres y con el mundo."21 Así, la revelación toca y encuentra al hombre como ser que se busca él mismo e intenta llegar a comprenderse. Dios mismo pertenece a la plena definición de lo humano. El ser humano tiene conciencia del Absoluto por las relaciones con sus semejantes y con el mundo.

De tal manera, la relación con Dios es inseparable de las dimensiones históricas constituidas. En esta misma perspectiva se puede afirmar: "La experiencia cristiana es el resultado de la puesta en tensión de la experiencia humana y la experiencia de los testigos de Jesús, prolongada y continuada en la práctica liberadora de los cristianos."22

La experiencia de Dios se realiza por la mediación de la experiencia humana. Dios se revela entonces en las relaciones relativas al ser humano, lo humanum es lugar teologal. De esta manera, experiencia y revelación están estructuralmente unidas, ya que toda experiencia cristiana es experiencia humana:

    La experiencia cristiana es relectura de la experiencia humana y de la experiencia religiosa de la comunidad; ella es experiencia de experiencias, es decir reflexión sobre las experiencias religiosas transformándolas en nuevas experiencias.23

Por otro lado, Gisel reconoce que la "verdad del Evangelio propone un nuevo modo de habitar la historia de los seres humanos".24 Las figuras que nos preceden en la tradición y las Escrituras sólo son figuras de verdad cuando son restituidas en la historia y manifiestan hoy la verdad. Es lo que Gisel25 denomina "homología estructural". La homología consiste en la relación de dos figuras en una analogía de relaciones. Ningún elemento se considera aisladamente, sino en relación complementaria con otro (el Nuevo Testamento de cara a lo vivido por las primeras comunidades y la revelación en relación con nuestra experiencia actual).

Para Gisel y Schillebeeckx, el ser humano se comprende como un ser abierto a Dios en sus relaciones con los otros y del mundo en la historia. En este sentido se juega la correlación que permite a la experiencia de fe llegar a ser siempre nueva.

Los fundamentos teológicos de la correlación se centran en un enfoque ontológico, o en cierta continuidad entre el ser del hombre y el ser de Dios: en el ser del hombre como lugar del conocimiento de Dios en la conciencia trascendental que el hombre tiene de sí mismo en sus cuestiones humanas fundamentales. En un enfoque histórico en el vínculo del encuentro con Dios que se define por el ser en el mundo histórico y en las relaciones de ser humano con los otros; en la comprensión de la experiencia como experiencia histórica y relacional y en una experiencia de Dios como experiencia que se realiza con las experiencias fundadores hechas en Jesucristo.

EL MÉTODO DE CORRELACIÓN

A continuación se presenta la comprensión y la dinámica del método de correlación a la luz del plan catequético alemán utilizado en la Suiza Romande, denominado plan-cuadro para una catequesis de la infancia, (releído y aplicado por Marc Donzé en el contexto de la teología práctica) y de la propuesta de Louis Ridez.

El modelo de correlación del plan-cuadro pone en relación la experiencia humana y la fe en Jesucristo transmitida en y por la Iglesia. Este modelo ha sido llamado, modelo XYZ. El método comienza con la experiencia vivida, que toca el mundo de las relaciones interpersonales, de las relaciones con el cosmos, de las relaciones con la fe y la vida de la Iglesia, con la revelación. El mundo de lo vivido será entonces un punto de inicio para el conocimiento y la transmisión de la fe. Lo vivido debe ser tomado en cuenta en su particularidad y su globalidad (esto se denomina X).

La experiencia y lo vivido reclaman una toma de conciencia, una profundización e integración:

    Una experiencia vivida se integra en la red de mis conocimientos, de mis referencias, de mi manera de ver el mundo, las personas y de situarme delante de ellos. Lo vivido el ser humano lo interpreta en función de eso que es y de sus opciones fundamentales.26

Ligada a esta experiencia de la vida, siempre en movimiento e integración, nuevas en profundización de sabiduría, hay todavía una experiencia fundamental: la fragilidad y la grandeza del ser humano, las experiencias límites y las experiencias cumbres (esto se denomina Y). Esta experiencia de sentido, esta sed de trascendencia, al ser reflexionada, es capital para la experiencia de fe: "Hablar de Dios en la justa profundidad es hablar de las experiencias humanas fundamentales."27

La interpretación de la experiencia, de lo vivido, la integración al conjunto de las experiencias humanas, las respuestas a los interrogantes de la experiencia, se hacen en referencia a sí mismo, al ambiente vital (familiar, escolar, social), a una visión del mundo escogida en función de su pertinencia (esto se denomina Z). En el caso del cristiano, en referencia igualmente a Cristo, a la Sagrada Escritura, a la vida de la comunidad de los creyentes, a la fe realizada y real de las mismas: "Hacer referencia a un mensaje es dejarse interpelar, es un acto de fe, de inteligencia, una disponibilidad a recibir otra interpretación."28

Cuando se ha integrado una experiencia profundizada en función de la referencia cristiana, el ser humano está preparado para encontrar otra experiencia, otra vivencia, para adherirse de una nueva manera a Cristo o también para rechazarlo (esto se denomina XYZ). Una vez percibida la verdad del hombre y de Dios, el cristiano hace práctica esa verdad. Sin embargo, esta correlación que se establece con la tradición cristiana para renovar la experiencia no es simple. Para hacerlo de manera seria -afirma Donzé- se debe utilizar la homología de relaciones.

La homología parte del hecho de que toda palabra es interpretación de una experiencia vivida en una situación dada; la Palabra de la Escritura es interpretación de la actuación de Jesús, de Dios, de los profetas, en una situación determinada; esta Palabra, con la autoridad que ella tiene, por ser inspirada, se debe reinterpretar para ser vivida en una situación histórica nueva. Para que dicha reinterpretación sea honesta, debe haber una relación, una continuidad entre palabra y actuación, a nivel de la Escritura, y entre la palabra y la actuación a nivel del hoy. Esta relación debe hacerse con seriedad y delicadeza, teniendo como apoyo el aporte de los estudios exegéticos y el conocimiento objetivo de la realidad actual.

Donzé retoma el modelo del plan-cuadro y lo traduce en la teología pastoral mediante cuatro fases:

- Fase preliminar. Es la percepción de experiencias pastorales y las preguntas que ellas suscitan (X). El punto de inicio en teología práctica es una práctica que cuestiona, que lanza preguntas. Esta práctica no es cualquiera: "Ella es un conjunto de hechos observables, vivido por los portadores del anuncio del Evangelio y sus destinatarios y la vida de la Iglesia como realización comunitaria, portadora de testimonio del Evangelio."29

La búsqueda de soluciones a preguntas que ponen las prácticas eclesiales se da en corto plazo por la sabiduría y la experiencia pastoral, el sentido común y el conocimiento del terreno pastoral. Estas soluciones tienen su sabiduría, pero de cara a problemas más complejos y más amplios ellas se muestran insuficientes y limitadas. Por eso, es capital tomarse el tiempo para determinar la pregunta que se va a tratar en diálogo con la comunidad. Ligada a la cuestión y a menudo predeterminándola se encuentra también el objetivo. El cuestionamiento no es neutro. De esta manera, la pregunta y el objetivo determinan el campo de observación, análisis y experimentación. Este campo, en teología práctica, debe ubicarse en la actuación de la Iglesia al servicio del Evangelio.

- Fase de análisis. Se trata del análisis socio-teológico de las experiencias de las cuales se quiere hacer un estudio profundizado (Y). Ella conlleva una observación científica (con la ayuda de métodos adecuados) en función de la cuestión y del objetivo. Las ciencias humanas, sobre todo, las que se ocupan de la acción humana en su dimensión histórica, ayudan en este análisis. El recurso de las ciencias es fundamental, si se pretende obtener resultados elaborados que superen las simples impresiones provenientes de la experiencia pastoral. Estos resultados de las ciencias deben recibirse de manera crítica: no son "la verdad", pero sí representan las conclusiones de observaciones fiables según el rigor del método que se haya utilizado.

Tales resultados, provenientes de las ciencias humanas y sociales, deben ser confrontados y sometidos a una evaluación teológica. Se trata de realizar un momento de interpretación y cuestionamiento crítico entre la interpretación científica de la realidad y una visión teológica del hombre, de Dios, de la Iglesia y de la historia. Esta primera correlación elemental es útil, ya que permite a la teología marcar los límites del aporte de las ciencias y hacer preguntas pertinentes a la teología: "El resultado de esta etapa es un campo de experiencia y de práctica, analizado científicamente e integrado teológicamente."30

Igualmente, esta primera correlación impide que se haga el paso rápido, acrítico, no reflexivo, de una práctica analizada a una práctica renovada, sin dejarse interpelar por el Evangelio. Dejar de lado esta interpelación es hacer una teología práctica muy sociológica, y representa un "cortocircuito" para el momento central de la misma.

- Fase de correlación. Pone en correlación los resultados del análisis y los datos de la revelación y la historia (ir y venir entre X y Y). A partir de la situación pastoral debidamente analizada es importante realizar una confrontación críticarecíproca con las situaciones parecidas o paralelas del Antiguo y el Nuevo Testamento, y de la historia de la Iglesia. Ello, con el fin de llegar a una interpretación práctica renovada, más apropiada a las búsquedas del hombre actual, al Evangelio y a la tradición.

La correlación es recíproca porque el hoy impone cuestionamientos inéditos en su contexto y el Evangelio y la historia guardan una función de interpelación de cara a las realizaciones humanas. Es importante que en esta fase "la teología práctica haga uso de la exégesis, la historia y la dogmática, para establecer la relación adecuadamente informada".31

- Fase de proyecto. Es la elaboración de escenarios para una acción pastoral renovada (XYZ). La puesta en correlación termina en una proposición de práctica renovada que se traduce en un proyecto concreto de realización de la misma. En esta fase de proyecto, contando con el riesgo de la opción que se hace en medio de la complejidad de las estructuras y de las situaciones en juego, se debe hacer uso de la ciencia praxiológica apropiada, para desarrollar modelos prospectivos y para preparar las decisiones que se deben tomar. Cabe aclarar que el rol de la teología práctica no es tomar decisiones prácticas, sino más bien dar elementos científicamente reflexionados para que las decisiones sean tomadas por las instancias concernientes.

- Fase de verificación. Se trata de percibir sobre el terreno la pertinencia de un proceso teológico que ha conducido a una acción renovada. Como la decisión y la puesta en acción de una práctica nueva no es tarea de la teología práctica, el teólogo práctico debe acompañar esta puesta en acción. Esta fase es difícil y raramente alcanzada, pues exige un vínculo estrecho del teólogo con la gente y el terreno de intervención.

Se puede afirmar que la identidad de la teología práctica se encuentra en "este recorrido complejo que permite ir de la práctica a la práctica, guardando un cierto rigor de análisis de los hechos y una cierta exigencia teológica".32

Por otro lado, Louis Ridez sitúa específicamente la correlación en el ámbito de la catequesis:

    La pedagogía moderna, la acogida de las esperanzas de los hombres actuales y la renovación de la teología, han transformado el acto educativo como es la catequesis. [...]. La catequesis se esfuerza por comunicar el mensaje cristiano enraizándolo en las experiencias de los sujetos y su vida de grupo.33

Ridez tiene el interés de mostrar, aplicando el método de correlación en la catequesis, cómo se estructura la comunicación de la fe y cómo llega a ser dinámica, teniendo en cuenta las experiencias y al mismo tiempo aclarando la relación que se debe establecer entre las experiencias de los sujetos y del grupo y el mensaje presentado; es poner en relación las experiencias significativas de hoy y las experiencias fundadoras de la tradición viviente del cristianismo. La correlación -según Ridez- "presenta la ventaja de dar un nombre a un proceso esencial de la pedagogía de la fe y de mostrar la urgencia para un acceso a una fe madura, responsable y adulta".34

Para alcanzar la relación fe-vida (relación por cierto problemática en el contexto de una sociedad secular que separa lo religioso y lo profano y que desarrolla el pluralismo liberando un espacio para la increencia) hay que introducir el término de experiencia. Ella será el término mediador entre vidafe. La experiencia humana es el eco de lo vivido, en el que la persona se siente interpelada por las cuestiones de sentido último (la vida, el amor, el sufrimiento).

La experiencia de fe es esa misma experiencia humana vivida en la conversión a Cristo, en referencia a su persona, su mensaje y su causa. La vida puede considerarse bajo la dimensión de lo vivido y de la experiencia como profundización de lo vivido. En la fe se puede igualmente considerar un aspecto objetivo (el dato, el contenido de la fe) anterior al sujeto, pero también el proceso de apropiación de ese dato objetivo (el acto de fe).

La tarea fundamental esencial de la catequesis, respetando la singularidad de las experiencias humanas, es aclarar las mismas a la luz del mensaje cristiano. No hay que olvidar que la experiencia humana posee consistencia propia, y que los seres humanos las viven aun estando fuera de la fe cristiana. De esta manera, la salvación (traducida en el mundo como la lucha por la paz y la justicia) se ha universalizado y es tarea de la familia humana. La catequesis debe ayudar a los creyentes a discernir eso que ellos viven en común con los seres humanos no creyentes, antes de aportar la clarificación de la revelación.

Ridez reconoce que es tarea de la catequesis establecer una correlación entre las experiencias humanas de hoy y las experiencias fundadoras de la fe. Ello ayuda a los creyentes a dar sentido cristiano a su vida y a impulsar en su fe el dinamismo que cambia la vida, a fundar su vida en la fe. Este proceso correlativo establece entre las dos fuentes de la catequesis -las experiencias significativas de hoy y las experiencias fundadoras de la fe- una relación recíproca, crítica, constructiva y dialéctica:

  • Es recíproca porque significa no yuxtaponer la vida y la fe, sino establecer interacciones entre ellas por la experiencia.
  • Es crítica pues implica respetar la singularidad de la experiencia de los sujetos en grupo y del grupo mismo, y el respeto por la singularidad de las experiencias de la tradición en su contexto histórico (las experiencias de hoy aclaran las experiencias de la tradición y viceversa).
  • Es constructiva en cuanto el camino grupal ayuda a descubrir nuevas conexiones, interpelaciones y llamados a la vida personal y social.
  • Es dialéctica, en la medida en que el Evangelio, al responder al deseo fundamental de ser humano, se encuentra también en situación de ruptura con ciertas vivencias y experiencias humanas, heridas por el pecado.

En perspectiva de Emaús, el proceso correlativo provoca una relectura crítica de lo vivido a la luz de la fe pascual, para discernir y profundizar nuevas vías de existencia creyente. Lo vivido es entonces la base de la catequesis, donde se integra lo vivido en la historia de la persona. De esta manera, lo vivido abre al cambio e introduce a una dinámica nueva. Tal es la dinámica del proceso catequético: "Permitir a lo vivido profundizarse en experiencia humana y convertirse a la experiencia de la fe pascual en la confrontación estructurada al dato de la Escritura y la tradición."35

Ridez36, en su método, pone en correlación tres perspectivas: la existencia de los participantes, los documentos de la tradición y la vida de las comunidades. Se trata de una lectura de lo vivido realizada por las personas y por el grupo, donde se toman en cuenta las experiencias de la vida humana en el ámbito social y personal, pero también las experiencias nuevas y significativas de los hombres de hoy, sus cuestionamientos y búsquedas de respuestas; se trata también de la aclaración crítica que esas experiencias reciben, debido a la confrontación con las experiencias fundadoras de la fe y a la mediación de la comunidad, que permite, por el testimonio de sus miembros, dar a la correlación su dimensión social y eclesial.

Estas perspectivas son presentadas en un modelo que articula las diversas dimensiones del acto catequético, entendido como acto educativo y acto de comunicación, a través de tres polos y dos actores: el polo subjetivo (el bautizado llamado a ser adulto en la fe), el polo objetivo (el mensaje cristiano, la persona y la causa de Jesús) y el polo social (comunidades iniciadoras y destinatarias del proceso de profundización en la fe); y dos actores: el catequista-animador y el Espíritu de Jesucristo.

El polo objetivo (fe-tradición) comprende la tradición como cristalización de la experiencia de fe de los creyentes a través de la historia. El polo subjetivo (situación-experiencia) comporta las experiencias significativas de los sujetos en el contexto de situaciones específicas; el polo social (Iglesia-mundo). Los dos actores, el catequista y el Espíritu de Cristo, ayudan a poner en correlación las dos fuentes de experiencia: el catequista, en sus funciones de enseñar, animar y acompañar; y el Espíritu, como fuerza presente al interior del catequista y de los tres polos. El Espíritu está al origen de las experiencias fundadoras de Jesús, de las primeras comunidades cristianas, de las experiencias de los creyentes, y en todo eso que implica búsqueda de amor y libertad en la Iglesia y el mundo.

Cada polo se encuentra en correlación:

  • El polo objetivo (fe-tradición) es la fe de la tradición constituida por múltiples experiencias de los creyentes (polo subjetivo: situaciónexperiencia), en la vida del pueblo de Dios, al interior de culturas y sociedades (polo social: Iglesia-mundo).
  • El polo subjetivo (situación-experiencia) es el conjunto de experiencias significativas de los sujetos al interior de ciertas relaciones eclesiales y sociales (polo social: Iglesia-mundo), a la espera y en resistencia a la mirada de una interpretación a la luz de la fe en Jesucristo (polo objetivo: fe-tradición).
  • El polo social (Iglesia-mundo), en tanto que el grupo, comunidad creyente, en una cierta relación con el mundo, está constituido por sujetos autónomos (polo subjetivo: experiencia-situación), pero sólo encuentra su especificidad en una referencia a la fe de la tradición (polo objetivo: fetradición).

La catequesis es el arte de articular los tres polos para el trabajo de animación (catequista-animador) por una apertura del y al Espíritu (Espíritu- Reinado).

INTERESES Y LÍMITES DEL MÉTODO DE CORRELACIÓN PARA EL TRABAJO EN TEOLOGÍA PRÁCTICA: PROSPECTIVAS

Después de la presentación sucinta del método de correlación podemos afirmar que la dinámica correlativa facilita el diálogo crítico y performativo entre fecultura- experiencia y práctica cristiana y experiencia y práctica humana. En esta perspectiva, la correlación permite una reflexión y praxis teológica que entra en diálogo con la realidad compleja de los seres humanos, y desde ella anuncia, proclama el mensaje del Evangelio. La teología, teniendo en cuenta la identidad de la experiencia y el mensaje cristiano, se esfuerza para que ellos lleguen a ser significativos, configurantes e interpelantes para el ser humano actual.

Entonces, la teología, al ser profundamente evangélica e histórica, es útil, audaz y profética para la edificación de la comunidad creyente y para la construcción de una sociedad más humana. El método de correlación implica para el trabajo en teología práctica la superación de una cierta "inocencia social" que ha confinado a la teología y a la fe al espacio de lo íntimo, de lo privado, sin ninguna implicación política y social.

En la dinámica de estas "superaciones" se hace manifiesto que ni la fe ni la Iglesia pueden seguir asumiendo un "imperialismo hermenéutico" y un "anhelo de cristiandad" que expresa la tentación de no tener en cuenta las preguntas y respuestas fundamentales y trascendentales de los seres humanos, construidas de manera autónoma y libre.

Surge entonces el interés y la necesidad de tener en cuenta a los creyentes como sujetos de la Palabra, de la acción, como sujetos interpretantes; y se debe valorar y reconocer la pluralidad teológica y la diversidad en las maneras como se puede vivir, expresar y celebrar la fe cristiana.

La dinámica de correlación lleva también a un trabajo crítico de interdisciplinaridad, al diálogo y al encuentro con las ciencias sociales y humanas, a una confrontación transformadora entre los análisis que estas ciencias realizan de las experiencias y prácticas cristianas, y la interpretación teológica, evangélica, de las mismas.

Por otro lado, es necesario señalar algunos límites del método de correlación en el trabajo de la teología práctica. En primer lugar, hay que subrayar que la correlación, si no respeta las singularidades de experiencias humanas y cristianas, puede caer en la tentación de una "primacía hermenéutica" que pretenda interpretar lo vivido y la experiencia humana, ignorando las referencias personales y sociales que han constituidos las mismas.

La "última palabra" la tendría entonces aquello que se puede afirmar y decir desde las referencias cristianas, pasando por encima de los marcos de interpretación de los sujetos. Esta tentación puede presentarse debido a que, en ciertos contextos, se anhela y se lucha por un eclesiocentrismo, un clericalismo, una sociedad de la cristiandad.

Un límite más que puede presentar el método de correlación, en el momento de análisis y correlación, es pretender teologizar la sociología, o a la inversa, sociologizar la teología. En un mundo donde la razón y las ciencias tienen cada vez más la primacía, el afán por acudir a ellas puede anular el valor del mensaje evangélico. La interpretación teológica se anularía para dar paso a los resultados de los análisis sociales de las prácticas y de las experiencias humanas, o igualmente se manipularía, poniéndola al servicio de la justificación de los resultados de las ciencias sociales y humanas.

Otro límite es la homología estructural entre figuras y situaciones presentes en la tradición cristiana y figuras y situaciones presentes en la situación actual. Es importante tener en cuenta que las analogías implican también discontinuidades: las situaciones y la manera como han asumido y se han configurado los sujetos, a través de experiencias, discursos y prácticas en el ayer, no son las mismas que las de hoy.

La continuidad necesaria en la homología debe considerar esta tensión crítica, de manera que no se caiga en cierto anacronismo acrítico y arreflexivo que lleve a adoptar y adaptar actitudes y prácticas que no son fieles a la historia actual, ni menos a la creatividad que suscita el Espíritu de Jesucristo.


Pie de página

1Gibellini, Panorama de la théologie au XXe siècle, 382.
2David Tracy defiende, en su primera tesis sobre el método revisionista, la proposición de que hay dos fuentes para la teología: la experiencia humana común y el lenguaje y los textos cristianos. Cfr. Tracy, Blessed rage for order. The new pluralism in theology, 43.
3Ibid., 120.
4El acercamiento que este texto hace del método de correlación se realiza desde los aportes de Donzé, "La théologie pratique entre corrélation et prophétie", 183-190; Idem, "Théologie pratique et méthode de corrélation", 83-100; Soétard, "La corrélation en catéchèse. Expériences de la tradition et expériences d'aujourd'hui", 109-136; Tracy, Blessed rage for order, 22-87.
5David Tracy, al plantear los cinco modelos básicos de la teología contemporánea, hace alusión al modelo revisionista, en el que se da la correlación crítica. Este modelo se compromete a una revisión de las nociones contemporáneas de creencias, valores y la fe de una auténtica secularidad y de una revisión comprensiva de creencias, valores y la fe de un auténtico cristianismo. El modelo revisionista sostiene que una teología cristiana contemporánea puede ser descrita mejor como una reflexión filosófica sobre el significado presente en la experiencia humana común y el lenguaje, y sobre los significados presentes en el hecho cristiano. Cfr. Tracy, Blessed rage for order, 33; 44.
6Donzé, "La théologie pratique entre corrélation et prophétie", 184.
7Ibid., 183.
8Viau, "De la theologie pastorale á la théologie pratique", 43.
9Estos aspectos son planteados por Viau, en "De la theologie pastorale á la théologie pratique", 43-45.
10Donzé, "Théologie pratique et méthode de corrélation", 83.
11Idem, "La théologie pratique entre corrélation et prophétie", 185.
12Idem, "La théologie pratique entre corrélation et prophétie", 186.
13Ibid., 186.
14Donzé plantea la diferencia entre teología pastoral y teología práctica así: "Hablar de teología pastoral, designa con cierta precisión el campo de estudio, pero corre el riesgo de limitar la reflexión a la actividad del pastor. Hablar de teología práctica es decir que el punto de partida y de llegada se sitúa en la práctica de la Iglesia." (Ibid., 84).
15Ibid., 85.
16Ibid., 82.
17Para profundizar ver Ibid., 86.
18Para Donzé hay dos corrientes que han marcado la reflexión de teólogos y catequistas en torno del método de correlación: una corriente ontológica, representada por Tillich y Rahner, que busca poner en relación la esencia del ser humano y el absoluto; y una corriente histórica, representada por Schillebeeckx y Gisel, que se centra sobre el ser histórico del hombre y piensa en relación experiencia y revelación. Cfr. Ibid., 86.
19Schillebeeckx, Expérience humaine et foi en Jésus-Christ, 76.
20Tillich, Théologie systématique I, 32.
21Donzé, "Théologie pratique et méthode de corrélation", 88.
22Ibid., 88.
23Ibid., 89.
24Ibid., 89.
25Gisel, Verité et historie, 45.
26Donzé, "Théologie pratique et méthode de corrélation", 91.
27Ibid., 91.
28Ibid., 92.
29Ibid., 95.
30Ibid., 98.
31Ibid., 99.
32Ibid., 100.
33Ridez, "La corrélation en catéchèse", 109.
34Ibid., 110.
35Ibid., 117.
36Para profundizar, ver Ibid., 120.


BIBLIOGRAFÍA

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