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Revista Facultad Nacional de Salud Pública

Print version ISSN 0120-386XOn-line version ISSN 2256-3334

Rev. Fac. Nac. Salud Pública vol.23 no.1 Medellín Jan./June 2005

 

Construcción cultural del concepto calidad de vida

Cultural construction of the concept o quality of life

Doris Cardona A.1

Hector Byron Agudelo G2

1 Administradora de empresas, magíster en salud pública con énfasis en salud mental; estudiante de maestría en epidemiología de la Facultad Nacional de Salud Pública de la Universidad de Antioquia. E-mail: doriscar@guajiros.udea.edu.co

2 Licenciado en educación, especialista en sistemas de información, magíster en salud pública, profesor titular en la Facultad Nacional de Salud Pública de la Universidad de Antioquia

Recibido: 13 de enero de 2005 Aceptado: 2 de junio de 2005


Resumen

Objetivo: hacer una revisión narrativa a la construcción del concepto de calidad de vida, su historia y evolución, pasando por diferentes enfoques y paradigmas que lo moldean de acuerdo con los significados culturales del momento. Materiales y métodos: se realizó una revisión bibliográfica, expuesta en forma narrativa, a algunos autores que abordan el concepto de calidad de vida desde diferentes enfoques. Resultados: el concepto de calidad de vida ha pasado de ser una forma abstracta del bienestar y felicidad a ser considerado operativamente como el nivel de vida y condiciones de vida según diferentes disciplinas y áreas del saber, tanto filosóficas y éticas como económicas, sociales y culturales. Conclusiones: la construcción de significados culturales y representaciones sociales de un individuo parten de un proceso mental formado desde el contexto en el que vive y se desarrolla, que le dan sentido a la vida y hacen que esta tenga calidad.

Palabras clave

Calidad de vida, construcción cultural, representaciones culturales, cultura


Abstract

Objective: to make a narrative revision to the construction of the concept of quality of life, its history and evolution, going through different approaches and paradigms that mold it according to the cultural meanings of the moment. Materials and methods: a bibliographical revision was made, exposed in narrative form, to some authors who approach the concept of quality of life from different perspectives. Results: the concept of quality of life has developed from being an abstract form of the well-being and happiness to be considered in an operative manner as the standard of life and conditions of life according to different disciplines and areas of knowledge: philosophical and ethical as well as economic, social and cultural. Conclusions: the construction of cultural meanings and social representations of an individual begins from a mental process formed by the context in which he lives and develops that gives sense to his life and causes it to have quality.

Key words

Quality of life, cultural construction, cultural representations, culture


Introducción

El término calidad de vida se remonta al siglo pasado, cuando la idea del Estado de bienestar, que deriva de los desajustes socioeconómicos procedentes de la Gran Depresión de los años 30, evoluciona y se difunde sólidamente en la posguerra (1945- 1960), en parte, como producto de las teorías del desarrollismo económico y social (keynesianas), que reclamaban el reordenamiento geopolítico y la reinstauración del orden internacional, una vez consumada la segunda guerra mundial. Aunque en su momento se admitió como ideal social y económico que la calidad en el vivir era el resultado de la posibilidad de consumir y acumular (crecimiento), esto ha sido objeto de concienzudos cuestionamientos por parte de otras escuelas y disciplinas.1

En las siguientes épocas, el término se utilizó desde dos vertientes claramente diferenciadas: en el lenguaje cotidiano de la población general, haciendo alusión al estado de felicidad deseado por todos, según Epicuro, sin que se definiera claramente qué era, pero se buscaba por estar relacionado con la satisfacción de las necesidades; y en el contexto de la investigación científica, donde ha sido analizado desde diferentes áreas del saber. Ambas vertientes han dado origen a políticas pú- blicas y han fomentado el surgimiento de nuevos significados, por lo complejo y multifactorial de su definición.

A principios de los años ochenta, los estructuralistas de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) planteaban la noción de calidad de vida en sus variadas interpretaciones. La gran mayoría de los estilos de desarrollo, hoy en curso en el mundo y en particular en los países subdesarrollados, se inspiran en la creencia de una relación directa y automática entre el crecimiento económico y el mejoramiento de la calidad de vida de toda la población. Sin embargo, a pesar del satisfactorio ritmo de crecimiento económico que ha experimentado la mayoría de países menos desarrollados, se ha originado un profundo escepticismo respecto de las bondades del crecimiento econ ómico como único objetivo del desarrollo. En efecto, han persistido y a veces se han recrudecido dos problemas: la pobreza, manifiesta en la mayoría de la población del mundo menos desarrollado, sigue sin satisfacer sus necesidades básicas elementales, y el deterioro del medio físico, que afecta directamente la calidad de vida de la totalidad de la población y que compromete el bienestar de las generaciones venideras.2

Esta revisión bibliográfica de algunos autores que abordan el concepto de calidad de vida expone de forma narrativa desde diferentes enfoques la evolución e influencia de la cultura en la construcción del concepto que lo moldea según los significados culturales del momento.


Evolución del concepto calidad de vida

La calidad de vida es un vago y etéreo concepto, polivalente y multidisciplinario, cuyas acepciones principales se han efectuado desde diferentes disciplinas y saberes: médicas, filosóficas, econó- micas, éticas, sociológicas, políticas y ambientales. La medicina la asocia con la salud sicosomática del organismo, la funcionalidad, la sintomatología o la ausencia de enfermedad; los filósofos, con la felicidad o una buena vida; los economistas, con la utilidad del ingreso o de los bienes y servicios; los sociólogos, con la inserción del individuo en la arena social; los políticos, como una meta que ha de alcanzarse para sus ciudadanos en el mediano o corto plazo; y los ambientalistas, con las condiciones ambientales en que vive, crece, se reproduce y muere un individuo.3

En el campo ético, desde la década de los sesenta el término calidad de vida adquirió una connotación semántica definida y en los noventa, la expresión se identificó en tres contextos y significados: descriptivo, evaluativo y prescriptivo. En el contexto descriptivo, cuando designa una determinada clase de objetos, los individualiza y los diferencia de los demás; en este sentido, la cualidad del ser humano es la razón, de modo que la calidad de vida se identifica con la racionalidad y es sinónimo de vida humana.4

La calidad de vida en el contexto evaluativo o normativo se refiere a los valores no morales donde se utiliza el verbo deber; puede evaluarse si existe un mayor o menor grado de calidad, pero el problema es definir el criterio para su evaluación. Y en el contexto prescriptivo o moral, la calidad de vida posee una ética rigurosa que permite diferenciar lo bueno de lo malo, lo que se debe hacer de lo que no.4 También se le puede dar un sinnúmero de interpretaciones que abarcan factores evaluativos con respecto a la vida de una persona o de un colectivo, pero en su concepción mas amplia se podría decir, en palabras de Dereck Parfit, “lo que hace que una vida sea mejor”.5

En el campo filosófico sobre las teorías del bien para las personas, existen tres amplias concepciones a saber: la hedonista, la de satisfacción de preferencias y la de los ideales de una buena vida. La teoría hedonista considera que el bien último para las personas consiste en sostener ciertas clases de experiencia consciente, como placer, felicidad, disfrute, que permiten una buena vida en la medida en que producen una valiosa experiencia.

La teoría de la satisfacción de preferencias o teoría del deseo consiste en la satisfacción de los deseos o preferencias entendidos como estados de situaciones tomados como objetos; por ejemplo, si el deseo de una persona es estar en un lugar determinado, este se satisface cuando esté en ese lugar, a diferencia de la satisfacción como experiencia consciente de estar en ese lugar. La diferencia entre estas dos teorías se da cuando el deseo se satisface. La teoría de satisfacción de preferencias permite algunas correcciones o ajustes en las preferencias reales de una persona, como, por ejemplo, cuando permite corregir preferencias basadas en mala información, pero su idea básica es que se obtenga lo que más desea o prefiere.5

La teoría sobre los ideales de una buena vida o del bien sustantivo consiste en la realización de ideales específicos explícitamente normativos; por ejemplo, se afirma que un componente de una buena vida es tener autodeterminación o autonomía, aunque como resultado ella no sea más feliz ni tenga ningún deseo de ser autónoma. Esta teoría contempla una pluralidad de ideales componentes que establecen limitaciones y/o complementan la medida en que la felicidad y/o la satisfacción de preferencias sirven al bien de una persona.5

Las tres teorías expuestas, según Dan Brock, tienen como finalidad el desarrollo del concepto de utilidad, pero las dos primeras son teorías subjetivas en el sentido de que sostienen que lo que es bueno para una persona en particular depende de lo que la hace feliz o de lo que desea, en cambio la teoría sobre ideales es objetiva, entendida como que una buena vida para alguna persona se determina por ideales correctos o justificados acerca de ella y no depende ni de lo que hace a la persona feliz ni de lo que son sus preferencias.5

Dicha utilidad podría definirse como la cualidad, que poseen algunos objetos, de aquietar los deseos, las preferencias y las satisfacciones de las personas, aunque solo sea de manera momentánea.3 Es decir, la utilidad hace parte del sentir de las personas, de su concepto subjetivo sobre la satisfacción que recibe de uno u otro bien, de su satisfacción personal y no del ideal de vida que la construcción social haya definido como buena vida; hace parte de su yo interno; entonces, hablar de calidad de vida es adentrarnos en un mundo ideológico, en una escala de valores, en una experiencia consciente y racional que de su propia vida tienen las personas.

El primer enfoque ético (descriptivo) guarda similitud con las teorías subjetivas del enfoque filos ófico (hedonista y satisfacción de preferencias) por cuanto parten del deseo, la felicidad, las preferencias y la racionalidad del ser humano para decidir sobre lo que considera le puede proporcionar calidad de vida. Los últimos dos enfoques éticos conservan la línea de pensamiento de la teoría sobre ideales de una buena vida del campo filosófico, por cuanto su satisfacción es a escala colectiva, y se impone más como un deber y un compromiso social.

Desde el campo económico no se ha construido un concepto universal sobre calidad de vida, pero sí se ha intentado cuantificar para establecer comparaciones entre las diversas naciones, y para ello ha aportado tres patrones diferentes, los cuales han ido sucediéndose en el tiempo: renta per cápita, nivel de vida y calidad de vida. El más antiguo de todos es la medición a través de la renta per cápita (cociente entre el producto interno bruto o PIB: conjunto de bienes y servicios producidos por un determinado país durante un año, y el número de habitantes del país durante ese mismo año). Esta es una función puramente aritmética que no tiene en cuenta los aspectos distributivos (las rentas distintas que necesitan los ciudadanos según sus necesidades) ni las diferencias de precios en los diferentes países, ni el poder adquisitivo real y la disponibilidad (carencia o abundancia) de los distintos tipos de bienes, entre otras cosas, que influyen muy directamente en el bienestar personal.6

Después de la Segunda Guerra Mundial, surge un movimiento mundial sobre el papel del Estado en la determinación del bienestar de sus comunidades, y habiéndose demostrado que el ingreso per cápita era una medida insuficiente para determinarlo, entonces las Naciones Unidas sugierieron que las medidas sobre el bienestar debían fundamentarse en varios componentes diferentes, que juntos conformaran el segundo intento de medición, llamado el nivel de vida. Este equivale a la renta per cápita nacional real más otros indicadores cuantitativos en los campos de la salud, de la educación, del empleo y de la vivienda y que además podía incluir todo lo relacionado con la esperanza de vida al nacer, la supervivencia infantil, el grado de alfabetización de la población adulta y la nutrición. En 1965, Suecia inició la aplicación de encuestas sobre el nivel de vida, que incluían: la salud y el acceso a la misma, el empleo y las condiciones de trabajo, los recursos económicos, la educación, la familia e integración social, la vivienda, la seguridad de la vida y de la propiedad, la recreación y cultura y los recursos políticos.7

El concepto utilizado sobre nivel de vida fue “el dominio del individuo sobre los recursos en forma de dinero, posesiones, conocimiento, energía mental y física, relaciones sociales, seguridad y otros medios de los cuales el individuo puede controlar y dirigir conscientemente sus condiciones de vida”,7 sin embargo este concepto fue objetado por limitarse solo a los recursos y dejar de lado alguna condiciones como tener buena salud y circunstancias como la calidad del ambiente de trabajo y el espacio del hogar como importantes en el bienestar individual. Además, el mismo conjunto de recursos no tiene el mismo valor equivalente en todos los contextos.7

Más recientemente, para determinar el grado de bienestar de una población se adoptó el concepto de calidad de vida, originario de la salud pública y de la ética médica, que hacía alusión a los criterios para decidir sobre la conveniencia de tratamientos especialmente dolorosos, agresivos, radicales, de alto costo o todavía en fase de experimentación para los enfermos, ante todo, para los casos terminales; ahora ha evolucionado para significar, en la jerga de los economistas del desarrollo, además del nivel de vida también el grado de libertades políticas y civiles y el dominio sobre sí mismo y la libre participación en relaciones sociales.3

El concepto ha seguido evolucionando y ahora diferencia los medios de los fines, los bienes materiales de los no materiales, las necesidades básicas satisfechas y las no satisfechas, las condiciones de vida del nivel de vida, y otras clasificaciones como las planteadas por Eric Allardt: tener, amar y ser. El tener hace referencia a las condiciones materiales necesarias para sobrevivir y evitar la miseria, como son los recursos económicos, vivienda, empleo, condiciones de trabajo, salud y educación; el amar se refiere a la necesidad de relacionarse con otras personas y de formar identidades sociales, como son el contacto con la comunidad, familia y parientes, patrones activos de amistad, compañeros de trabajo y compañeros de organizaciones; y el ser alude a la necesidad del ser humano de integrarse a la sociedad y de vivir en armonía con la naturaleza, como en las actividades políticas, la participación en decisiones, las actividades recreativas, la vida significativa en el trabajo y la oportunidad de disfrutar de la naturaleza.8

Amartya Sen, para quien la posibilidad de vivir realmente mucho tiempo y de disfrutar de una buena vida a lo largo de la existencia son cosas que los seres humanos valoramos y deseamos intensamente, 9 es quien brinda otra posibilidad para la determinación del bienestar: la obtención de la libertad medida como la obtención y desarrollo de las capacidades. En primer lugar, la gente necesita cantidades diferentes de los bienes básicos; en segundo lugar, más importante que la posesión o el acceso a los bienes es lo que dichos bienes realmente hacen a los individuos; el tercer indicador es equiparable con las actividades o las funciones valiosas que un sujeto efectivamente es capaz de realizar en cuanto integrante de una vida (la cual, a su vez, se inserta en una sociedad).10

Critica Sen la medición del desarrollo de las naciones con simples medidas económicas de crecimiento; especifica que el desarrollo se debe medir en términos de la libertad que poseen sus ciudadanos, entendida como capacidad de funcionamiento de las personas para llevar el tipo de vida que valoran y que tienen razón en valorar. Dicha libertad es el fin último del desarrollo humano y es el medio para acceder a él a través de las oportunidades sociales (salud y educación como fundamental para el desarrollo), económicas, de mercado y la libertad política en la toma de decisiones y la participación ciudadana.

En 1995, Felce y Perry encontraron diversos modelos conceptuales de calidad de vida. A las tres conceptualizaciones que ya había propuesto Borthwick-Duffy en 1992, añadieron una cuarta. Según esto, la calidad de vida se ha definido como: a) la calidad de las condiciones de vida de una persona, b) la satisfacción experimentada por la persona con dichas condiciones vitales, c) la combinación de componentes objetivos y subjetivos, es decir, condiciones de vida de una persona junto a la satisfacción que esta experimenta, d) la combinación de las condiciones de vida y la satisfacción personal ponderadas por la escala de valores, aspiraciones y expectativas personales.11

En la salud, el término mira desde varias perspectivas que han influido en las políticas y prácticas en las últimas décadas, por los factores determinantes y condicionantes del proceso saludenfermedad, como son los aspectos económicos, los socioculturales, los estilos de vida y la experiencia personal que influyen en la forma de enfermar y morir de un individuo, por eso evalúa el impacto físico y sicosocial de las enfermedades, disfunciones e incapacidades para un mejor conocimiento del paciente y su adaptación a los tratamientos y nuevas terapias; en la salud pública, la calidad de vida ha sido objeto de atención como una forma de evaluar la eficiencia, la eficacia y el impacto de determinados programas con las comunidades. 12

Más que construir un concepto, la calidad de vida relacionada con la salud (CVRS) se ha centrado en la elaboración de indicadores que midan y evalúen las diferentes formas de enfermar y morir de la población; para ello convoca otras disciplinas que le permitan una mejor comprensión del fenó- meno. Así surge la International Society for Quality of Life Research (http://www.isoqol.org) que publica investigaciones científicas relacionadas con la salud, desde diferentes áreas.12

Hasta 1998 se identificaban 446 instrumentos de medición de la calidad de vida para diferentes dolencias, pero solo 15% presenta una definición del término y su enfoque se hace desde cuatro áreas: definición global, según sus componentes, focalizada o combinada. La definición global es una medida genérica que no aborda las posibles dimensiones del constructo ni la operacionalización del concepto; su atención se centra en la satisfacción con la vida; la definición con base en componentes es un fraccionamiento del concepto global en dimensiones o componentes que busca la operacionalización del concepto; la definción focalizada, que también se llama específica porque valora componentes específicos relacionados con habilidades y funcionalidades muy relacionadas con la salud y a la enfermedad; y por último, la definición combinada en que se conjugan componentes y especificidades. 12

La definición combinada de calidad de vida es la más utilizada por considerar que abarca aspectos globales y sus diferentes dimensiones, su énfasis es la operacionalización y ha permitido el desarrollo, validación de conceptos, descripción de escalas valorativas y aplicación de modelos predictivos, explicativos, análisis factoriales y multinivel. La multidimensionalidad de la calidad de vida relacionada con la salud abarca aspectos subjetivos que parten de la percepción que cada persona tiene de su propio estado de salud, independientemente de la discrepancia con el concepto médico que permite la efectividad de un tratamiento, una terapia o un cambio de su estilo de vida.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha definido la calidad de vida como “la percepción individual de la propia posición en la vida dentro del contexto del sistema cultural y de valores en que se vive y en relación con sus objetivos, esperanzas, normas y preocupaciones”.13 Es un concepto coherente con la definición de salud de la misma organización, que incorpora las áreas (facetas) física (dolor, malestar, energía, cansancio, sueño, descanso); sicológica (sentimientos positivos, labor de reflexión, aprendizaje, memoria, concentración, autoestima, imagen y apariencia corporal, sentimientos negativos); grado de independencia (movilidad, actividades de la vida diaria, dependencia respecto a medicamentos o tratamientos, capacidad de trabajo); relaciones sociales (relaciones personales, apoyo social, actividad sexual); entorno (seguridad física, entorno doméstico, recursos financieros, atención sanitaria y social, actividades recreativas, entorno físico, transporte); espiritual (espiritualidad, religión, creencias personales).13, 14

Como se ve, la calidad de vida es una definición imprecisa y la mayoría de investigaciones que han trabajado en la construcción del concepto están de acuerdo en que no existe una teoría única que defina y explique el fenómeno. La calidad de vida pertenece a un universo ideológico, no tiene sentido si no es en relación con un sistema de valores, y los términos que la han precedido en su genealog ía ideológica remiten a una evaluación de la experiencia que de su propia vida tienen los sujetos. Tal evaluación no es un acto de razón, sino más bien un sentimiento. Lo que mejor designa la calidad de vida es la calidad de la vivencia que de la vida tienen los sujetos.1

El concepto multidimensional incluye la situación económica, estilos de vida, salud, vivienda, satisfacciones personales, entorno social, entre otras. Por ello, la calidad de vida se conceptúa de acuerdo con un sistema de valores, estándares o perspectivas que varían de persona a persona, de grupo a grupo y de lugar a lugar; así, la calidad de vida consiste en la sensación de bienestar que puede ser experimentada por las personas y que representa la suma de sensaciones objetivas y subjetivas personales.14-16

Las tendencias metodológicas para valorar la calidad de vida se han dado desde los enfoques cuantitativos y cualitativos; ambos paradigmas hacen esfuerzos por construir instrumentos, indicadores y escalas con el fin de abarcar la mayor cantidad de dimensiones por su mismo carácter multidimensional; por ello, cuando se desee investigarla y evaluarla se debe tenerse especial cuidado con el concepto o significado de la calidad de vida que orienta el trabajo, las razones para escoger los instrumentos de medición, la utilización de medidas que abarquen diferentes aspectos de las personas y la combinación de técnicas cualitativas y cuantitativas que abarquen la mayor cantidad de información.12

La OMS, consciente de que cada dimensión o componente tiene un peso diferente en la calidad de vida, según estándares culturales validados por las comunidades, desarrolló un proyecto multicéntrico en 15 ciudades de 14 países, con pacientes de diversas patologías y población general, utilizando de la investigación cualitativa la técnica de grupos focales, con el fin de clarificar los significados y representaciones sociales del concepto según diferentes culturas, y de la investigación cuantitativa, el análisis factorial, la confiabilidad y validación de constructo y la validación discriminante. Así emergieron cuatro grandes dimensiones: física, percepción sobre las condiciones físicas; psicológica, percepción sobre las condiciones afectivas y cognitivas; social, percepción sobre las relaciones sociales; y ambiental, percepción sobre el ambiente en el que se vive.12

En gran medida, la medición y valoración de la calidad de vida está regida por apreciaciones subjetivas e ideológicas correspondientes al particular contexto en que se desenvuelven las colectividades. Así, pues, para medir un determinado tipo de calidad de vida es necesario contar con otros referentes que sirvan de contraste. Es preciso diferenciar los diversos modos de vida, las aspiraciones e ideales y las éticas e idiosincrasias de los conjuntos sociales, para distinguir los diferentes eslabones y magnitudes, pudiendo así dimensionar mejor las respectivas variaciones entre unos y otros sectores de la población.2

Explicado de otra manera, es presuntuoso aspirar a unificar un único criterio de calidad de vida por cuanto los valores, apetencias e idearios varían notoriamente en el tiempo y en el seno de las esferas y estratos que conforman las estructuras sociales. La calidad de vida es una construcción histórica y cultural de valores, sujeta a las variables de tiempo, espacio e imaginarios, con los singulares grados y alcances de desarrollo de cada época y sociedad.2

Según Max Neef, en las definiciones aceptadas de calidad de vida se observa un relativismo socioeconómico y cultural que puede llevar a inequidades en su medición o evaluación; reconoce los aspectos positivos de adecuar la evaluación de calidad de vida al contexto cultural de individuos y comunidades, y su medición consiste en la percepción entre situación en relación con expectativas o estándares; sin embargo, existe el riesgo de obtener mediciones diferentes para situaciones objetivas similares, debido a expectativas reducidas por desconocimiento o falta de acceso a otros referentes.17


Construcción cultural

La palabra cultura proviene de la palabra latina cultüra, cuya última palabra trazable es colere. Colere tenía un amplio rango de significados: habitar, cultivar, proteger, honrar con adoración. Finalmente, algunos de estos significados se separaron, aunque sobreponiéndose ocasionalmente en los sustantivos derivados. Así, habitar se convirtió en colonus, de colonia (el surgir de la gente en un lugar no habitado antes); honrar con adoración se desarroll ó en cultus, de culto (hacer crecer la fe interior, lo que brota del alma); cultura tomó el significado principal de cultivo o tendencia a cultivarse (hacer brotar al reino vegetal) mientras que lo que brota del ser humano se convirtió en cultura, por lo tanto, el significado primario fue labranza: tendencia al crecimiento natural, retomada por el castellano en 1515; por esta razón, cuando se reconocía que una persona sabía mucho, se decía que era cultivada.18

Para las ciencias sociales, el concepto de cultura es comúnmente precisado en varias definiciones particulares que expresan lo que se entiende por cultura desde las necesidades y elaboraciones de disciplinas específicas. Raymond Williams las clasifica como la acepción sociológica, la antropológica y la estética, también llamada humanista por G. N. Fischer, agregando una cuarta acepción, la sicoanalítica. Estas cuatro formas de usar el concepto se explican así:18

En la concepción humanista o concepto de la estética se describe trabajos y práctica de actividades intelectuales y específicamente artísticas, como en cultura musical, literatura, pintura y escultura, teatro y cine; es decir, se trata de un concepto de cultura que considera que esta se acrecienta en la medida que se eleva hacia las manifestaciones más altas del espíritu y la creatividad humana en las bellas artes. En este sentido, la noción de cultura se refiere a la cultura del alma o cultivo del alma.

Para la antropología, la cultura indica una forma particular de vida, de gente, de un período, o de un grupo humano; el concepto está ligado a la apreciación y análisis de elementos tales como valores, costumbres, normas, estilos de vida, formas o implementos materiales, la organización social, etc. La sociología la entiende como “el concepto abstracto que describe procesos de desarrollo intelectual, espiritual y estéticos” del acontecer humano, incluyendo la ciencia y la tecnología, como cuando se habla del desarrollo cultural de un pueblo o país; es decir, se refiere a la suma de conocimientos compartidos por una sociedad y que utiliza en forma práctica o guarda en la mente de sus intelectuales.18

Para el sicoanálisis, según Fischer, la cultura humana comprende, por una parte, todo saber y el poder adquirido por los hombres para dominar las fuerzas de la naturaleza; y por otra, todas las organizaciones necesarias para fijar las relaciones entre ellos; en otras palabras, para el sicoanálisis, la cultura está constituida por todas aquellas presiones intrasíquicas, de origen social o colectivo, que constriñen la libre expresión del ego, repercutiendo en la personalidad y hasta posiblemente en traumas psíquicos.18

Fue Sir Edward B. Taylor (1871), en su libro Primitive Culture, quien legó una definición de cultura que aún hoy algunos usan, y de paso, fundó por escrito la antropología británica, al decir que cultura o civilización, tomada en su amplio sentido etnográfico, “es ese complejo de conocimientos, creencias, arte, moral, derecho, costumbres y cualesquiera otras aptitudes y hábitos que el hombre adquiere como miembro de la sociedad”. Definición que hoy se considera como imprecisa y poco clara porque es enumerativa y abierta, dejando abierta la posibilidad para cualquier otra cosa que se desee incluir; pero tampoco existe consenso en otra definición.

Producto del positivismo de comienzos de siglo, la cultura se consideraba fundamentalmente como un fenómeno externo a los seres humanos que la viven —más precisamente, externo a la mente humana—, de tal forma que el ser humano aparece más como objeto de la cultura que como el sujeto que la crea, recrea y vivencia cotidianamente. Ward Goodenough dice que cultura “es lo que uno debe conocer (saber o creer) para comportarse aceptablemente de acuerdo a las normas de los demás”; lo que traslada la cultura al interior de la mente. Esta definición interpreta la cultura más bien como la construcción o representación simbólica aprendida por los individuos, durante su periodo de enculturación, lo que obliga a los antropólogos a realizar una descripción de los fen ómenos culturales que sean congruentes tanto con el fenómeno analizado como con las conceptualizaciones de los nativos, poniendo en primera línea metodológica el conocimiento del informante. 18

Actualmente se analiza el concepto de cultura de Clifford Geertz, entendida como un proceso (o red, malla o entramado) de significados en un acto de comunicación, objetivos y subjetivos, entre los procesos mentales que crean los significados (la cultura en el interior de la mente) y un medio ambiente o contexto significativo (el ambiente cultural exterior de la mente, que se convierte en significativo para la cultura interior). Parte del concepto semiótico de Max Weber, que considera al hombre como un animal inserto en tramas de significación que él mismo ha tejido, y considera que la cultura es esa urdimbre y que el análisis de la cultura ha de ser, por lo tanto, no una ciencia experimental en busca de leyes, sino una ciencia interpretativa en busca de significaciones. En otras palabras, la cultura es la red o trama de sentidos con que les damos significados a los fenómenos o eventos de la vida cotidiana.18

Lo importante es comprender a la cultura como producción de sentidos, de manera que también se pueda entender la cultura como el sentido que tienen los fenómenos y eventos de la vida cotidiana para un grupo humano determinado. Siguiendo a Weber y continuando con Geertz, el sentido se entiende como un entramado de significados vividos y actuados dentro de una comunidad determinada. Al entender el sentido como un conjunto de significados (como conjunto semiótico), es posible seguir el hilo geertziano y comprender que la cultura se refiere a un conjunto de significados que cobran vida como tales en sus vivencias y relaciones con las demás personas y con su ambiente (la pragmática semiótica) y con un orden o jerarquía de significados (la sintaxis semió- tica). Este orden de los significados es el orden que cada pueblo o grupo humano les da a sus significantes. Finalmente, y del mismo modo, cada grupo humano tienen un significado para cada cosa del hacer y del quehacer (la semántica semiótica), de manera que esos significados tienen solo las connotaciones que ese grupo humano particular les da, pudiendo ser parecidos a los de otro grupo, pero nunca todos los significados iguales en su completa totalidad; es su huella digital cultural, por ello no existen dos grupos humanos con la misma cultura.18

Como estos conjuntos de significados no se dan en el vacío ni espontáneamente, al mismo tiempo surge la importancia del contexto de la cultura, como elemento importante en el estudio de una cultura en particular. La palabra contexto se refiere al entramado o tejido de significados provenientes del medio ambiente o entorno, que impresionan el intelecto o campo de conocimientos de un grupo humano, como parte integrante de su cultura y su visión de mundo o cosmovisión. En otras palabras, el contexto cultural es todo aquello que forma parte del medio ambiente o entorno y resulta significativo en la formación y desarrollo de la cultura de un grupo humano específico.

El entorno es todo aquello que envuelve a un individuo o a un grupo humano, por el solo hecho de estar allí, pero sin examinar el grado de significado que sus componentes o elementos tengan para esos individuos o grupos humanos. El entorno es simplemente lo que rodea, está allí, pero no dice nada, mientras que el contexto es el entorno más la significación cognitiva para el grupo social, por ello es que la palabra contexto se usa para referirse al medio ambiente pero con un sentido comunicativo. El entorno carece de alma o espíritu cultural en forma de elementos y sistemas simbólicos compartidos, mientras que el contexto incorpora todo lo simb ólico o que representa algo para alguien bajo cualquier circunstancia, y ese alguien es capaz de interpretarlo y exteriorizar sus significados a través de su cultura de una manera completamente inadvertida para él o para ellos.18

De hecho, el modo de comprender la vida humana difiere según una cultura u otra, y de esa misma manera ocurre con la noción de calidad de vida. El ser humano interpreta su estado anímico desde un determinado universo de símbolos, representaciones y creencias que hay que enmarcarlos en contextos y tiempos determinados, por lo que desde esta perspectiva no se puede generalizar el concepto de calidad de vida, ya que este va a responder al significado cultural de cada individuo. A esto se le añade el sentido que tiene la vida para cada persona; se cae en el plano filosófico, pues desde esta perspectiva, la calidad de vida debe verse cuando esta tiene algún sentido, además de la valoración teológica que cada persona haga sobre la calidad de su vida.19

Entendiendo que el hombre hace parte de una red de significados, como un acto de comunicación con los otros hombres, con procesos mentales producto de la cultura en el interior de su mente y viviendo en un contexto significativo (medio ambiente exterior), se puede entender el concepto y valoración que tiene de su propia vida, por ello la evaluación no es un acto de razón sino un sentimiento que se traduce en significados y percepciones individuales, que no pueden ser generalizados a otros lugares con culturas diferentes.

Según la OMS, la calidad de vida se define como la percepción individual de la propia posición en la vida dentro del contexto del sistema cultural y de valores en que se vive y en relación con sus objetivos, esperanzas, normas y preocupaciones.13 Entonces, ¿cómo valorarla y medirla sin analizar antes el verdadero sentido de la vida según los propios sujetos, el contexto en el que se mueven y sus propias creencias culturales?

Para ello deben construirse nuevos significados económicos y sociales a la luz del contexto cultural, significados que se han reproducido una y otra vez dejando de lado aspectos tan importantes para la vida humana, como son las relaciones interpersonales que hacen al ser social; el comportamiento individual que afecta a una población por su responsabilidad moral; la satisfacción de las diversas necesidades humanas, su capacidad para disfrutarla y la valoración de cada una de ellas; los derechos fundamentales de libertad, igualdad y disfrute de las condiciones de vida que permitan llevar una vida digna, dignidad que se busca a través del bienestar.

El bienestar, según el punto de vista filosófico, se puede considerar desde dos enfoques diferentes que dieron lugar al pensamiento moral que desde la Grecia antigua, con Epicuro y Aristipo, hasta hoy, han venido manifestándose para explicar hechos y acciones de los seres humanos; en la primera, el valor de los actos se halla determinado solamente por las consecuencias que genera en las personas afectadas (consecuencialismo); en la segunda, se considera como buena o mala según se ajusta o no a un principio universal establecido como criterio (principismo).6


Conclusiones

  • La calidad de vida se debe mirar desde dos puntos: la parte individual (privada) y la parte colectiva (pública); desde lo individual o privado es importante mirar: percepción, sentido de vida, utilidad, valoración, felicidad, satisfacción de necesidades y demás aspectos subjetivos que son difícilmente cuantificables, pero que hacen que una vida tenga calidad con responsabilidad moral.
  • Desde lo colectivo o público es fundamental determinar el contexto cultural en el que vive, crece y se desarrolla un individuo, pues en él se concentra un capital humano que con responsabilidad ética responde a significados que él mismo ha tejido con el apoyo de los demás y que corresponden a la trama de sentido de los eventos de la vida cotidiana y le permiten valorarla al poder contrastarla con criterios colectivamente válidos en la sociedad en que vive.
  • Algunas teorías sobre el concepto de calidad de vida hacen referencia al mundo ideológico de pensamientos, sensaciones, satisfacciones y subjetividades del ser humano; tiene sentido para cada persona según la escala valorativa de cada necesidad satisfecha, según el contexto descriptivo del campo ético y las teorías hedonista y de satisfacción de preferencias del campo filosófico.
  • La Organización Mundial de la Salud considera la calidad de vida como una percepción individual según las oportunidades, deseos o preferencias, en que las satisfacciones dadas por los bienes materiales son medios —no fines— del bienestar de las personas.
  • La bioética analiza la calidad de vida desde tres contextos: descriptivo, como un acto de razón; evaltativo, como un debe ser; y prescriptivo, lo que se debe hacer; mientras que la economía la mide con el ingreso per cápita, el nivel de vida y las condiciones de vida.
  • El nivel de vida es un concepto económico que se refiere a la acumulación de bienes materiales y al disfrute de los mismos, mediado necesariamente por el ingreso; las condiciones de vida son el conjunto de bienes que conforman la parte social de la existencia humana: salud, educación, alimentación, vivienda, medio ambiente.
  • Otras clasificaciones de la calidad de vida son el tener condiciones materiales necesarias para sobrevivir; amar, como la necesidad de relacionarse con los demás; y ser, como integrante de una sociedad en armonía con la naturaleza.
  • Como recomendación final, toda investigación o intervención sobre calidad de vida debe partir de un concepto teórico o significado cultural que permita valorar el sentido que tienen los bienes materiales (físicos u objetivos) en la vida de las personas, dependiendo del contexto en el que viven; seleccionar los instrumentos, mediciones y escalas acordes con razones teóricas y metodológicas; y abarcar aspectos de otras dimensiones que pueden estar afectando la percepción de una persona en un momento determinado, por cuanto la construcción de significados culturales y representaciones sociales de un individuo parten de un proceso mental formado desde el contexto en el que vive y se desarrolla, que le dan sentido a la vida y hacen que esta tenga calidad.

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