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Revista Facultad Nacional de Salud Pública

versão impressa ISSN 0120-386Xversão On-line ISSN 2256-3334

Rev. Fac. Nac. Salud Pública v.24 n.2 Medellín jul./dez. 2006

 

Magnitud y distribución de diferentes formas de violencia en Medellín, 2003-2004*

Magnitude and distribution of different forms of violence in Medellín, 2003-2004

Luis Fernando Duque1Nilton Edu Montoya2 •María Vilma Restrepo3

1 Médico, Máster en salud pública, asesor del área de Comportamiento Humano y Salud de la Facultad Nacional de Salud Pública, Universidad de Antioquia. Cibercorreo: lfduque@guajiros.udea.edu.co

2 Estadístico, profesor ocasional, Facultad Nacional de Salud Pública, Universidad de Antioquia

3 Médica, magíster en salud pública, coordinadora del área de Comportamiento Humano y Salud, Profesora de la Facultad Nacional de Salud Pública, Universidad de Antioquia

Recibido: 10 de junio del 2005 Aceptado: 18 de agosto del 2006


Resumen

Objetivo: estimar la magnitud y distribución del hecho de haber sido testigo, víctima o agresor de diferentes tipos de violencia. Métodos: estudio de corte en muestra representativa de la población (12-60 años) de Medellín. La información se recolectó por encuestas domiciliarias en 2003-2004. Resultados: los hombres reportan las mayores proporciones como víctimas, agresores y testigos por todas las formas de violencia, excepto agresor sin arma y víctima de desplazamiento forzado y de violencia sexual. El número de víctimas por agresor aumenta con la gravedad del tipo de violencia. Más de 75% ha sido testigo de amenazas graves y asalto armado, 46% de robo y 10% de violencia sexual. Cerca de 40% ha sido víctima de amenazas graves, robo y agresión armada; y 6%, de violencia sexual. La mayor victimización en los últimos doce meses se presentó en los menores de edad. El 10% de los menores de edad, 7% de 18 a 35 años han robado en sus vidas y 4% de 18 a 54 años agredieron con arma. Aproximadamente una cuarta parte percibe que en su barrio hay problemas de peleas entre vecinos o entre pandillas y robos. Se presenta la probabilidad de ser agresor, víctima y testigo en las 16 comunas urbanas de Medellín.

Palabras clave

Formas de violencia, víctimas, agresores, testigos, violencia física sin arma, violencia física con arma, violencia sexual, Medellín, Colombia

Summary

Objective: to estimate magnitude and distribution of being a victim, a witness or an aggressor in several types of violence in Medellin, Colombia. Materials and methods: cross-sectional study in a representative sample (2,500) of individuals between 12 to 60 years old. Data were collected through household interviews during the last months of 2003 and first trimester of 2004. Results: men informed higher proportions of being victims, witnesses or aggressors than women, except for being a non armed aggressor, victim of forced displacement or sexual assault. Victims per aggressor figure increases as violence is more severe. More than 75% of interviewees have witnessed severe threats and armed assault during their life time, around 40% reported being victims of severe threats, robbery and armed assault, and 6% reported being victims of sexual violence. Highest victimization was reported by young people under 18 years old (legally minors). 10% of legally minors and 7% of individuals between 18 to 35 years old have committed robbery and 4% of those between 18 to 54 years old have committed armed assault. Around 25% perceives that there are fights among neighbors or gangs and robberies in their own neighborhoods. Probability of being an aggressor, victim or witness is estimated for each of the 16 Medellin urban areas.

Key words

Violence, aggressors, victims, witnesses, verbal aggression, fraud, swindle, threats, physical aggression, armed assault, robbery, rape, Medellin, Colombia


Introducción

La ciudad de Medellín, así como Colombia, están viviendo una onda epidémica de muertes violentas iniciada en los años ochenta del siglo pasado, que llegó a su clímax en Medellín entre 1991 y 1992, cuando se reportó una tasa de homicidios cercana a 300 por 100.000 habitantes, que en el 2005 fue de 30 por 100.000, lo que significó un descenso de 90% en 12 años1, 2 y que constituyó el mayor descenso registrado en el hemisferio occidental. Aún así, los niveles de violencia en Colombia son tan elevados que bastan para que se la considere como el primero o uno de los primeros problemas de salud pública.3, 4 Medellín había presentado durante cerca de dos décadas niveles de violencia superiores a los de las demás principales ciudades capitales de Colombia,5 y para la época en que se realizó esta encuesta, se reportó que la proporción de personas víctimas de delitos en los últimos doce meses en Medellín era sensiblemente similar a la de Bogotá (0,58 y 0,53 por 100) y una tercera parte la reportada en Cali (1,58 por 100); la tasa de victimización por contravenciones reportada por los habitantes de Medellín (5,3 por 100) es la mitad de la de Cali (11,8 por 100) y de Bogotá (11,6 por 100).6 En la ciudad hace poco se perdían tantos años de vida saludable por violencia como por todas las demás causas de muerte y discapacidad sumadas.7

A las pérdidas de vidas, a las discapacidades, a los problemas de salud mental —en suma, a los problemas de salud pública que acarrea la violencia— se unen también los costos económicos que ella genera, que en total —costos directos y costos indirectos— rondan por un equivalente al 25% del PIB del país,8 es decir, más del doble del gasto público y privado en salud. La mayoría de los costos por violencia en Colombia se generan en las áreas urbanas.9

Para que una política de salud sea exitosa requiere, entre otras cosas, que sea fundamentada en la evidencia científica.10 La formulación, ejecución, seguimiento y evaluación de políticas públicas de prevención y control de la violencia necesitan de un sistema de información para la acción pertinente y oportuna. Este sistema debe contener información sobre las formas de violencia de mayor impacto en la población y sobre los factores de riesgo y de protección. La mayoría de las estadísticas periódicas con que se cuenta en el país sobre el tema de violencia tienen un porcentaje tan alto de subregistro por falta de información de parte de la ciudadanía11, 12 que no son base sólida para a toma de decisiones.

La Facultad de Salud Pública de la Universidad de Antioquia (área de Comportamiento Humano y Salud) llevó a cabo la primera encuesta sobre agresores, testigos y víctimas de violencia en Medellín, y se ha incorporado al sistema de información para la acción del Programa PREVIVA (SIA-PREVIVA),12 iniciado en 2004 para la formulación, ejecución y seguimiento de políticas públicas de prevención y control de la violencia y comportamientos asociados en Medellín y los otros nueve municipios que conforman el Valle de Aburrá. Esta encuesta se llevó a cabo también en el resto del Valle de Aburrá en el 2004 y, de acuerdo con el convenio suscrito entre la Facultad Nacional de Salud Pública de la Universidad de Antioquia y el área Metropolitana del Valle de Aburrá, se repetirá cada dos años.

El objeto de esta publicación es presentar las estimaciones de la magnitud y la distribución de diferentes formas de violencia en Medellín, así como la percepción de peligrosidad que tienen los residentes de su propio barrio.


Metodología

Se llevó a cabo una encuesta transversal en una muestra representativa de la población de 12 a 60 años residente en el área urbana de Medellín, sin que en la muestra se hubieran incluido los corregimientos. Teniendo en cuenta la disponibilidad presupuestal, se programó un tamaño de muestra de 2.700.

La muestra fue seleccionada por etapas: 1) se asignó a cada una de las 16 comunas urbanas con que cuenta la ciudad una cantidad de encuestas proporcional a su población, 2) utilizando la cartografía del DANE, se identificaron y numeraron los sitios donde se cruzan las calles en cada comuna, y se procedió a la selección al azar del número de sitios en el mapa de cada comuna, 3) el equipo encuestador se trasladó a cada uno de dichos sitios de muestreo y elaboró un mapa de los inmuebles, hasta completar tantos cuantos fueran necesarios para llegar a diez o doce inmuebles que fueran viviendas; esta selección se realizó en el sentido de las manecillas del reloj, hasta tener al menos 45 personas, de entre 12 y 60 años, en cada uno de los sitios de muestreo, y 4) entre las personas de 12 a 60 años se seleccionaron al azar 12 personas de cada segmento muestral.

Se llevó a cabo el cálculo de expansión al universo. El factor de expansión se calculó como el inverso del producto de las probabilidades de selección en cada comuna y en cada segmento 1/(P1 * P2). Se hicieron pruebas de precisión de la expansión y se compararon los resultados con las proyecciones de población del DANE para Medellín.

Las encuestas se desarrollaron mediante entrevistas personales en la casa del encuestado. Se conformaron cuatro equipos de cinco encuestadores cada uno con su supervisor; todos recibieron capacitación sobre la naturaleza y objetivos del estudio, su metodología, la forma de conducir la encuesta y los derechos de los encuestados. Si la persona que se debía encuestar no estaba en su casa, se la visitaba por dos ocasiones más, con citas acordadas previamente; si no se lo hallaba en la tercera ocasión, se daba por terminada la búsqueda y se consideraba un rechazo.

El cuestionario empleado fue fundamentalmente el mismo utilizado en un estudio similar que realizó en Bogotá en el 2002 uno de los autores,11 para cuya construcción se emplearon formas de medición existentes.13-15 El cuestionario original fue sometido a revisión de cuatro expertos para efectos de validez de contenido y comprensión, fue probado en grupos extremos conocidos(población masculina y femenina en cárceles, grupos de meditación y grupos religiosos) y se incluyeron en él solo las preguntas con validez discriminante.11

Se preguntó sobre la presentación de eventos en los últimos doce meses acerca de las formas más frecuentes de violencia: verbal, estafa/engaño, amenazas menos severas, agresión física sin arma, y sobre la presentación en la vida de las formas más severas de violencia: amenaza con arma, amenaza severa, desplazamiento forzado, robo, agresión física con arma, violencia sexual y homicidio.

A cada encuestado se le preguntó por su experiencia como testigo, como víctima y como agresor de los diferentes tipos de violencia, además de las variables sociodemográficas como sexo, edad, estrato socioeconómico (por el recibo de pago de los servicios públicos), educación y estado marital, de los cuales se hace un análisis exploratorio. La tabla 1 contiene la naturaleza de las preguntas sobre cada tipo de violencia.

Tabla 1. Variables resumen. Encuesta sobre magnitud y características de la violencia en Medellín. 2003-2004


Resultados

Descripción de la muestra

Se obtuvo una proporción de respuesta a la encuesta de 92,8%, con la ausencia del encuestado en el sitio de la entrevista como la principal causa de no respuesta. Se contó entonces con 2.500 encuestas realizadas, lo que significa un error de 2%, con un nivel de confianza de 0,95 (tabla 2). No se observó asociación entre el nivel socioeconómico, el sexo y la edad y la proporción de respuestas por comuna. Las comunas con menor proporción de respuesta fueron Laureles, La América y Aranjuez.

Tabla 2. Encuestas programadas y realizadas por comuna, Medellín, 2003-2004


Formas de violencia

La forma de violencia más común en los últimos doce meses es la agresión verbal, seguida de las amenazas y la agresión física sin arma. Cerca de 40% de los entrevistados manifestó haber sido víctima de amenaza con arma, robo sin arma y agresión física con arma en su vida y 5,8%, de violencia sexual. El 20% indicó haber amenazado a alguien en el último año; 17%, que había agredido físicamente sin arma; y 7%, que había engañado o estafado. Cinco de cada cien personas manifestaron haber robado sin arma alguna vez en su vida y seis, haber amenazado con arma; cinco de cada mil indicaron haber sido homicidas o haber sido agresores sexuales (tabla 3). El 40% expresó haber sido testigo al menos de un homicidio en su vida.

Tabla 3. Proporción de prevalencia por 100 de ser víctima, testigo y agresor de diferentes tipos de violencia, Medellín, 2003-2004


El número de víctimas por agresor es mayor a medida que es más severa la agresión. Para las formas de violencia menos severas, como la verbal y las amenazas menos severas, hay 1,2 víctimas por agresor; asimismo, hay 4 a 7,5 en los casos de engaño/estafa, robo, agresión física sin arma y amenazas con arma, y en las formas más severas de violencia —como amenazas severas, agresión con arma y violencia sexual— hay entre 10 y 12 víctimas por cada agresor.

Distribución por variables de persona y lugar

Los hombres reportaron en mayor proporción que las mujeres haber sido, tanto testigos, como víctimas y agresores para casi todos los tipos de violencia estudiados, algunas con diferencias estadísticamente significativas; no se encontraron diferencias significativas en haber sido testigo de violencia verbal y de violencia sexual y agredir con amenazas y violencia sexual. Las excepciones son la agresión física sin arma, el desplazamiento forzado y la violencia sexual, en las cuales las mujeres aparecen en mayor proporción como agresoras en el primer caso y como víctimas en los últimos. También se reportó mayor victimización de mujeres por robo sin arma, con una diferencia que no es significativa (tabla 4).

Tabla 4. Proporción de prevalencia por 100 de haber sido testigo, víctima y agresor de diferentes formas de violencia, por sexo, Medellín, 2003-2004


En el último año, la mayor proporción de las víctimas se encontró entre los menores de edad y los jóvenes de 18 a 34 años, principalmente por agresión verbal y amenazas. La proporción de victimización en los últimos doce meses en todas las formas de violencia descendió a medida que aumentaba la edad, con excepción de estafa/engaño. Las personas entre 18 y 55 años reportaron las mayores proporciones de victimización en la vida por todos los tipos de violencia. Es conveniente resaltar que las diferencias de las proporciones de victimización en la vida no son estadísticamente significativas entre los grupos 18 a 24 y 25 a 34 años. Las de los menores de edad con respecto de los demás grupos etáreos sí lo son para amenaza con arma, amenaza severa y agresión física con arma. Por lo general, todos los grupos de edad tienen proporciones similares de haber sido víctimas de robo sin arma (tabla 5).

Tabla 5. Proporción de prevalencia por 100 de haber sido testigo, víctima y agresor de diferentes formas de violencia, por edad, Medellín, 2003-2004


La probabilidad de haber sido víctima de desplazamiento forzado disminuye con la edad; solo los mayores de 55 años tienen una probabilidad significativamente menor de ser víctimas de desplazamiento forzado que la de los demás grupos de edad. Los menores de edad reportaron la mayor proporción (13 por 100), seguida por la del grupo de 18 a 35 años (9 por 100). Los entrevistados menores de edad y los de 18 a 34 años indicaron haber sido quienes en mayor proporción fueron victimarios de agresión verbal, de engaño/estafa y amenazas severas. Diez de cada cien menores de edad y siete de cada cien personas de 18 a 35 años reportaron haber robado en sus vidas. La mayor probabilidad de haber sido agresor con arma se concentra en el grupo de 18 a 54 años (4 por 100) (tabla 5).

Los encuestados de los estratos 1 y 2 y medio informaron proporciones significativamente mayores de haber sido víctimas de desplazamiento forzado, robo sin arma y agresión física con arma y sin arma. Las meno- res proporciones de victimización por violencia sexual y amenazas fueron informadas por los encuestados de los estratos 5 y 6 (tabla 6). Las personas de los estratos 1 y 2 reportaron en proporción significativamente mayor haber sido agresores de amenazas, amenazas severas y agresión física sin arma, y los encuestados de los estratos 5 y 6 reportaron proporciones significativamente menores de agresión verbal, engaño/estafa y amenaza severa. No hubo diferencias de significación por estrato socioeconómico en cuanto a haber cometido robo sin arma (tabla 6).

Tabla 6. Proporción de prevalencia por 100 de haber sido testigo, víctima y agresor de diferentes formas de violencia, por estrato socioeconómico, Medellín, 2003-2004


La victimización y la agresión no se distribuyen por igual en las comunas de Medellín. La mayor proporción de victimización por amenazas severas y con arma la reportaron los residentes en La Candelaria, seguida por los residentes en las comunas de Robledo, San Javier, Guayabal y El Poblado; las víctimas de desplazamiento forzado residían principalmente en Villa Hermosa y, en menor proporción, en Popular, Santa Cruz, Manrique y San Javier; el robo se reportó en mayor proporción en San Javier, Guayabal y Belén; la agresión a mano armada, en Laureles y la violencia sexual, en las comunas Popular, Castilla y Manrique. Las mayores proporciones de haber amenazado con un arma fueron reportadas por los residentes en las comunas Popular, Manrique y Doce de Octubre; de haber llevado a cabo amenazas severas, por los residentes de Manrique, Popular y Castilla; de haber robado, por los residentes de la comuna de Guayabal, Manrique y Castilla, y de haber agredido a mano armada, en Manrique (tabla 7). Las diferencias entre comunas para muchas de estas agresiones no tienen significación estadística, probablemente debido al menor tamaño de la muestra en cada comuna.


Tabla – Haga un click para ampliar

Tabla 7. Proporción de prevalencia por 100 de haber sido testigo, victima y agresor de diferentes formas de violencia, por lugar de residencia, Medellín, 2003-2004


Uno de cada cuatro habitantes de Medellín tiene la percepción de que en su barrio se han presentado peleas entre vecinos, peleas entre pandillas y delitos contra la propiedad en los últimos seis meses (tabla 8). Los habitantes de las comunas Popular y Santa Cruz perciben en mayor proporción que en sus barrios se presentan amenazas, peleas entre vecinos, peleas entre pandillas y otras formas de violencia. Los de las comunas Laureles y La América reportan mayor percepción de que en ellas se presentan delitos contra la propiedad (tabla 9).

Tabla 8. Proporción de prevalencia por 100 de percepción de que en el barrio se han presentado acciones de agresión en los últimos seis meses, Medellín, 2003-2004


Tabla 9. Proporción de prevalencia por 100 de percepción que en el barrio se han presentado acciones de agresión en los últimos seis meses, por comunas, Medellín, 2003-2004


Discusión

Antes de discutir los resultados de este estudio, que es el primero llevado a cabo en una muestra de la población no institucionalizada (12-60 años) de Medellín, sobre el hecho de haber sido testigo, víctima y agresor de diferentes tipos de violencia, se presentan las limitaciones y fortalezas que tiene, muchas de ellas derivadas de su naturaleza de encuesta seccional de prevalencia realizada por entrevista cara a cara. La información puede estar afectada por el sesgo de recordación y por la tendencia a asociar la respuesta a los estereotipos o modelos sociales; también puede estar influenciada por el temor a responder preguntas sobre temas muy sensibles como los tratados en este estudio. Sin embargo, se ha documentado que las encuestas como la presente acarrean una información apropiada sobre la magnitud de la violencia16, 17 y se ha encontrado que las respuestas de los jóvenes son más fidedignas que las de sus padres.18 Se debe tener en cuenta que no se incluyen grupos poblacionales institucionalizados como prisioneros, militares, conventos, etc., grupos de los cuales unos tienen una muy alta probabilidad de reportar tasas de violencia mayores que los demás ciudadanos y otros, una menor probabilidad. No conocemos el peso que ellos puedan tener en el conjunto social, por lo que las conclusiones no pueden aplicarse a dichos grupos sino a la población no institucionalizada. Este hecho podría significar que las cifras de la violencia en toda la población de Medellín que se presentan en este artículo puedan estar subestimadas en una proporción que no conocemos.

Entre las fortalezas del estudio se pueden mencionar la baja proporción de no-respuesta (7%), y que esta no se haya concentrado en uno o algunos grupos en especial, aunque sí en varias comunas que tienen estratos económicos y sociales diferentes, lo que nos permitiría colegir que las conclusiones podrían no estar sesgadas por ello. Dado que el cuestionario y el diseño del estudio fueron esencialmente los mismos que se emplearon en un estudio anterior en Bogotá,11 ello permite también hacer comparaciones entre estas dos ciudades.

El que se hayan medido las proporciones de prevalencia de haber sido tanto testigo, como víctima y agresor por primera vez en Medellín aporta nuevo conocimiento sobre la violencia en esta ciudad, pues la mayoría de las encuestas sobre la materia se han enfocado en estudiar la victimización.

El conocimiento de las víctimas y sus características es fuente importante para la estimación de la magnitud de la violencia y su distribución por grupos de población; el estudio de los agresores es de valor altamente apreciable para la definición de políticas y programas de prevención y control de la violencia, y la información sobre los testigos y las victimas puede dar pautas importantes acerca de los grupos a los que deberían orientarse las acciones de educación ciudadana para procurar su cooperación con las autoridades, para mejorar el registro de los hechos violentos y obtener la colaboración ciudadana para las acciones de prevención y control de los actos de agresión.

La información acerca de los actos violentos y delitos tiene en general como fuente las estadísticas de muertes y las de denuncia de los delitos a las autoridades. En Medellín, la primera es bastante confiable, dado que el reporte de muertes violentas está precedido por el informe de un médico legista con base en la autopsia, pero la segunda tiene un altísimo subregistro, cercano a 80%.12 Por ello, la importancia de llevar a cabo encuestas seriadas que permitan conocer la magnitud, distribución y tendencia de las diferentes formas de violencia.

Las cifras de prevalencia halladas en esta encuesta son similares a las reportadas para Bogotá con seis anos de antelación.11 En cuanto a ser testigo, en Bogotá se encontró una prevalencia de 70% de personas que presenciaron un asalto a mano armada en su vida (en Medellín fue de 74%); 8,7% de intento o acto de violación (en Medellín fue de 10,5%) y 70% de asalto a mano armada (en Medellín, de 74,7%). En Bogotá, 56% de los entrevistados reportan haber sido agresores verbales en el último año; 27%, agresores físicos; 5,8%, agresores con arma; y 0,3% como agresores sexuales. En Medellín, estas cifras son de 57, 17, 3,6 y 0,5%, respectivamente.

Las cifras de este estudio no son totalmente comparables con las divulgadas en la encuesta de victimización en las tres principales ciudades de Colombia, dado que en esta última se inquirió primordialmente por delitos contra la propiedad y se incluyó una categoría de agresión interpersonal (riñas y golpes), cuya proporción de prevalencia total por ciudad no se halla reportada en el informe de dicho estudio.6

Las cifras de victimización por agresión física con arma son similares a las halladas en el estudio ACTIVA, realizado por la Organización Panamericana de la Salud en varias ciudades de Latinoamérica y en Madrid.19 Las cifras de los estudios de Bogotá y Medellín no son comparables con los informes de las encuestas de victimización del Instituto Interregional para el Estudio del Crimen y la Justicia de las Naciones Unidas (UNICRI), pues nuestra medición se hizo como prevalencia de vida y la de UNICRI como prevalencia en los últimos doce meses.20 Por similares razones y porque se estudiaron proporciones de prevalencia de familia y no de persona, tampoco lo es con la Encuesta Nacional de Seguridad Ciudadana llevada a cabo en Chile.21 Sin embargo, hay una coincidencia en los estudios de Bogotá y Medellín con los hallazgos, tanto en países desarrollados,22, 23 como en vía de desarrollo,20 en el sentido de que las principales víctimas de diferentes tipos de violencia son los hombres, excepto la violencia sexual, los jóvenes y las personas sin pareja.

Con respecto a la agresión, los datos de Medellín son mayores que los del estudio ACITVA, que reporta una proporción de golpear a un no miembro de la familia entre 2,5 y 7,2 por 100 en las ocho ciudades estudiadas,24 con cifras de agresión mayores entre los hombres que entre las mujeres. En nuestra encuesta, el 17 por 100 ha golpeado con o sin un objeto a otra persona (20,1 por 100 hombres y 13,1 por 100 mujeres).

No son muy abundantes los estudios poblacionales que tratan sobre haber sido testigo de violencia. En Canadá (Bay, Ontario) los entrevistados informaron haber sido testigos de agresión sin arma en el último año en 34%,25 cifra sensiblemente menor que nuestros datos (57,3 por 100).

Como consideraciones finales, podemos resaltar que la violencia no se distribuye al azar o de manera similar entre los diferentes grupos poblacionales, ni entre las distintas localidades, y que hay diferencias entre las características de las víctimas y las de los agresores y testigos, información que permite identificar los grupos con los cuales se deben llevar a cabo programas de prevención y control de la violencia. Los agresores son en general hombres jóvenes, excepto para agresión física sin arma, de los estratos medio y bajo, y las víctimas tienden a ser también hombres jóvenes, excepto en el caso de violencia sexual, con variaciones del tipo de agresión según el estrato económico y social.

Es de resaltar que hay una creciente relación entre el número de víctimas por agresor y el grado de severidad de la agresión, lo que está de acuerdo con informes de que los agresores severos son menos de 5% de la población, pero son responsables de 50% o más de las agresiones más graves.26 Cabe subrayar la importancia que tienen los jóvenes y los menores de edad como víctimas y como agresores en Medellín, grupos en los que sería conveniente que se centraran las políticas públicas de prevención y control de la violencia, así como en los niños, con el fin de ir construyendo una sociedad de convivencia e inclusión.

Las autoridades harían bien en incluir en los sistemas de vigilancia epidemiológica de la violencia, además de las características de las víctimas, las de los agresores, por medio de encuestas periódicas, como lo está haciendo el programa PREVIVA en Medellín y los demás municipios del Valle de Aburrá.

La formulación y ejecución de políticas públicas de prevención y control de la violencia tendría un mejor fundamento si se incrementara el muy bajo reporte que víctimas y testigos de violencia presentan a las autoridades. Para ello, es conveniente analizar bases de datos como la nuestra o llevar a cabo otras investigaciones que puedan identificar las características de quienes, habiendo sido víctimas o testigos de violencia, no lo ponen en conocimiento de la autoridad, así como las motivaciones que tienen para no hacerlo. Mientras los niveles de no reporte de la mayoría de las formas de agresión sean tan altos como los hallados en Medellín, es necesario continuar con este tipo de encuestas periódicas.


Reconocimientos y agradecimientos

Al profesor Eugenio Paniagua, quien tuvo a cargo del muestreo y la supervisión de calidad de la información; a Fabio Madrid, coordinador de trabajo de campo; a Marcela Correa, administradora de procesamiento de los datos; y a los supervisores, encuestadores y digitadores. Agradecimientos a la profesora Martha Coulter (University of South Florida), por su asesoría. Agradecimientos especiales quienes respondieron la encuesta.


* Investigación financiada por Colciencias (código 1115-04-11906) y la Universidad de Antioquia

 

Referencias

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