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Revista Facultad Nacional de Salud Pública

Print version ISSN 0120-386XOn-line version ISSN 2256-3334

Rev. Fac. Nac. Salud Pública vol.25 no.2 Medellín July/Dec. 2007

 

Conductas socialmente indeseables asociadas a agresores y resilientes. Un estudio de casos y controles en Medellín, Colombia. 2003 – 2005*

Deviant behaviors associated with aggressors and resilient subjects. A case–control study in Medellin, Colombia. 2003–2005.


Luis F. Duque, MD, MPH
Facultad Nacional de Salud Pública, Universidad de Antioquia.
Cibercorreo: lfduque@guajiros.udea.edu.co y lfduque@une.net.co

Joanne Klevens, MD, PhD
CDC: Center for Injury Prevention and Control. Atlanta, USA.

Nilton E. Montoya, Estadístico

Recibido : 15 Junio 2006 Aprobado: 7 Noviembre 2006


Duque LF, Klevens J, Montoya NE. Conductas socialmente indeseables asociadas a agresores y resilientes. Un estudio de casos y controles en Medellín, Colombia. 2003 – 2005. Rev. Fac. Nac. Salud Pública. 2007; 25 (2): 21–36

Resumen

Con base en un estudio de casos y controles realizado en Medellín, Colombia, entre 2003 y 2005 con el fin de estimar los factores asociados a formas severas de agresión y delincuencia, así como los factores de resiliencia frente a ellas, se estimaron las conductas socialmente indeseables o anómicas vinculadas a cada uno de los grupos estudiados. Metodología: Se estudiaron cinco grupos: agresores severos (n=62), agresores principalmente de riñas graves (n=81), miembros de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) no reinsertados, comúnmente denominados paramilitares (n=72), resilientes (n=59) y controles comunitarios (n=103). A todos se les hizo una encuesta, respondida personalmente en las comunidades donde residen, para ello se los identificó y contactó por medio de entidades y personas de las comunidades que les merecieran respeto y confianza. Resultados: La magnitud de la prevalencia y el número de las conductas de agresión abierta, de agresión encubierta, de oposición y el consumo de sicoactivos es mayor entre los miembros de las AUC, los agresores severos y los agresores de riñas que entre los controles y resilientes. Los resilientes presentan menor número de conductas socialmente anómalas que los controles comunitarios y con una proporción de prevalencia menor. El grupo de AUC no se diferencia de los agresores más severos en cuanto a las conductas que están frecuentemente asociadas a cada uno de estos grupos.
---------- Palabras clave: violencia, delincuencia, agresión abierta, agresión encubierta, resiliencia, comorbilidad, agresores, resilientes, paramilitares, Medellín, Colombia.


Summary

Concurrent risky or deviant behaviors of serious offenders, resilient men and community controls were estimated through a case–control study carried out in Medellin, Colombia between 2003 and 2005. Methodology: Cases: serious offenders (n=62), men involved in violent quarrels or brawls (n=81), and members of Autodefensas Unidas de Colombia –Colombian paramilitary army– (AUC), also known as paramilitaries (n=72) were compared to resilient men (n=59) and community controls (n=103). All were interviewed face to face in their communities. Cases were interviewed at the site, day and hour agreed with the group leader. Controls and resilient men were referred by respected and trusted persons of the community and interviewed in their own communities in a place chosen by them. Results: Antecedents of overt and covert aggression, deviant behaviors and oppositional behaviors, and substance abuse was higher among AUC members (paramilitaries), serious offenders and men involved in quarrels than among community controls and resilient men. Resilient men report a smaller number of concurrent deviant and risky behaviors compared to community controls. AUC members (paramilitaries) are not different from serious offenders in their reports of concurrent risky and deviant behaviors.
---------- Key words: violence, delinquency, overt aggression, covert aggression, resilience, comorbidity, perpetrators, resilience, paramilitaries, Medellin, Colombia.



Introducción

En la segunda mitad del siglo XX se iniciaron varios estudios prospectivos para avanzar en el conocimiento de los tipos de agresores y delincuentes y para identificar los factores asociados y los que mejor predicen el desarrollo de conductas agresivas o criminales.1,2 En hombres, se han identificado tres o cuatro trayectorias hacia la agresión severa o la delincuencia en la adolescencia o la juventud, que parten desde la niñez (6 años): a) los no agresores, que son entre el 20% y el 60% de los niños, o sea niños con muy bajos niveles de agresión, b) los agresores moderados que desisten (52%), o sea los niños que en la edad temprana tienen moderados niveles de agresión, que van disminuyendo progresivamente hasta la adolescencia cuando presentan un nivel de agresión similar al de los no agresores, c) los agresores mas severos que desisten, 28% de los observados, que son niños con altos niveles de agresión en la niñez, que pueden incrementarse hasta los 10–12 años, y que luego van disminuyendo su comportamiento agresivo y d) los agresores severos y persistentes, que son cerca del 5% de los niños, que desde la niñez presentan altos niveles de conductas agresivas, las que se mantienen hasta la adolescencia y la juventud.3 Observaciones similares han sido reportadas por otros autores en edades tempranas o desde la adolescencia (13 años) hasta la adultez (21 años).2,4,5 No hay consenso acerca de una quinta trayectoria, la de inicio tardío, o sea de quienes no habiendo presentado importantes niveles de agresión, incrementan progresivamente el nivel de agresión física hasta la edad adulta.4,6

Loeber y asociados han clasificado a los agresores, con base en sus conductas y trayectorias, en dos grupos: trayectorias hacia la agresión abierta y hacia la agresión encubierta. Ambas están usualmente precedidas de una tercera trayectoria, la de conflicto con la autoridad.7,8

La trayectoria hacia la agresión abierta se inicia con agresiones menores (intimidar o molestar a otros), evoluciona hacia peleas (físicas, entre bandas o pandillas), para concluir en actos violentos (violación sexual, ataques a otras personas, agresión física, asaltos a mano armada). La vía hacia la agresión encubierta se inicia antes de los 15 años con comportamientos anómicos encubiertos (mentir frecuentemente, hurtar en almacenes), luego se presentan actos de daño a propiedades (“graffiti”, vandalismo, incendios), posteriormente estos jóvenes cometen actos delincuenciales moderados o severos (fraude, robo, estafa). La vía de conflicto con la autoridad se inicia antes de los 12 años con comportamiento de oposición o terquedad, posteriormente estos niños presentan comportamientos desafiantes y desobediencia, para llegar en la adolescencia a conductas de evasión de la autoridad (fugarse de casa, permanecer hasta tarde fuera de casa, faltar a clase).8,9,10 Estas trayectorias se caracterizan porque son progresivas, de actos leves en edades tempranas se pasa a actos antisociales más graves y serios en la adolescencia, juventud y edad adulta y porque quienes cometen los actos más leves son un mayor número de personas que los que cometen los más graves. Ya Robins había concluido en 1978 que “el comportamiento antisocial en los adultos está precedido de comportamiento antisocial en los niños, pero la mayoría de los niños con tal comportamiento antisocial no llegan a ser adultos antisociales”.11

Diferentes estudios de cohorte han mostrado posteriormente que la agresión física temprana es el factor que de manera más consistente predice en los niños la delincuencia violenta y no violenta en la adolescencia, que comportamientos anómicos no violentos en la niñez predicen conductas delictivas violentas y que los comportamientos de oposición en la niñez a su vez predicen delincuencia no violenta en edades posteriores. También han demostrado que la hiperactividad per se no está asociada a conductas delictivas en la adolescencia y que las trayectorias de agresión y los factores asociados a conductas delictivas en las niñas adolescentes aún deben esclarecerse mejor.2

Los niños, adolescentes y jóvenes que tienen comportamientos agresivos, tienen una alta probabilidad de exhibir otros desórdenes de comportamiento. Es decir, quien es agresor no es, por lo general, solamente agresor, sino que presenta otros comportamientos socialmente indeseables concomitantemente, o comorbilidades, y tiene en la vida una trayectoria homotípica de agresiones o de conductas delincuenciales, cuando se trata de conductas de tipo similar (por ejemplo, de violencia abierta o de violencia encubierta) o heterotípica cuando se presentan conductas de diferente tipo pero análogas.8,12,13,14,15,16 Las conductas socialmente indeseables van siendo cada vez más severas hasta llegar a la juventud o la adultez.16,17 Las trayectorias hacia la agresión o la delincuencia presentan patrones de estabilidad, aunque con periodos de intermitencia,12 especialmente entre los agresores más severos,8 y ligadas al tipo de temperamento y personalidad.6

Por lo general los estudios sobre conductas anómicas o socialmente indeseables asociadas a ser agresor se han llevando a cabo primordialmente en países desarrollados y son escasos los estudios sobre el tema en países subdesarrollados, que es en los que se presenta la mayoría de las muertes por homicidio y lesiones por agresión interpersonal.18

Es de utilidad para el diseño de programas de prevención de la agresión y la delincuencia en comunidades de países subdesarrollados poder identificar si los agresores severos presentan comportamientos anómicos tempranos diferentes a los de los no agresores, y si la edad en que se presentan por primera vez se diferencia entre ellos. Tal conocimiento permitiría detectar niños que tengan una mayor necesidad de ayuda para prevención de comportamientos agresivos y delincuenciales y diseñar programas que puedan focalizarse en ellos, sus familias y ambiente.

El objeto de este trabajo es estimar si grupos de agresores, resilientes y controles comunitarios de Medellín, Colombia, presentan historias diferentes de comportamientos socialmente anómicos o indeseables.


Metodología

Se llevó a cabo un estudio de casos y controles en Medellín (2003–2005) con tres grupos de agresores, un grupo de resilientes y un grupo de controles con el fin de estudiar los factores asociados a diferentes tipos de agresión severa. Los grupos de agresores son a) agresores principalmente de riñas, b) agresores severos, c) miembros de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) no reinsertados, comúnmente denominados paramilitares.

El agresor principalmente de riñas es aquel que en los últimos 12 meses estuvo involucrado en cuatro o más riñas que llegan a la agresión física o que es un “buscapleitos” que con frecuencia llega a una pelea en la que hay agresión física que genera lesiones. Se definió como agresor severo a aquel joven que en los últimos 12 meses estuvo involucrado en cuatro o más atracos a mano armada, en ajustes de cuentas de parte suya o de parte de otra persona que se lo haya pedido, o que ha herido, asesinado o extorsionado a una persona por su decisión o por encargo de un tercero. Se definió como miembro de las AUC o comúnmente llamado paramilitar a aquel joven que ha pertenecido desde hace por lo menos dos años a uno de los grupos denominados popularmente como paramilitares y que no está reinsertado, ni en proceso de reinserción a la vida ciudadana.

Los resilientes, son jóvenes que han tenido importantes factores de riesgo y presentan un desempeño por encima de lo que se espera de un joven proveniente de las comunidades en las cuales se llevó a cabo el estudio. definimos como resiliente al joven que posee al menos dos de las siguientes características: i) ser hijo de padres separados o hijo abandonado por uno o ambos padres, ii) haber sufrido un trauma o una enfermedad que afecte gravemente su funcionalidad (pérdida de visión o audición, amputación, parálisis, cáncer, pérdida temporal de capacidad cognitiva de uno a dos años), iii) la familia con la que se crió no tuvo con que comprar comida al menos durante tres meses consecutivos, iv) haber tenido que asumir un desplazamiento forzoso, v) haber sido abusado física o sexualmente, y vi) haber padecido asesinato de alguno de sus padres, hermanos o cuidadores y que, además, esta en alguna de las siguientes categorías: i) ser estudiante de alguna de las entidades de educación superior de reconocida calidad académica según los estándares del sistema de acreditación de instituciones y programas de educación superior en Colombia, y es monitor de clases o pertenece a un grupo de “semilleros de investigación”, ii) ser estudiante de secundaria premiado o con reconocimiento formal por su desempeño académico o personal, iii) ser empleado de mandos medios o de dirección de una empresa reconocida en la ciudad, iv) tener su propia microempresa legalmente establecida desde hace dos años por lo menos, o v) ser un líder formal en organizaciones de trabajo comunitario: religiosas, cívicas, deportivas, de promoción juvenil y similares.

Fueron excluidos del grupo de resilientes los jóvenes que, habiendo cumplido con los criterios anteriores, hubieran:

  • disparado a otra persona.
  • asesinado a alguien.
  • llevado a cabo o haber participado en ajusticiamientos, en ajustes de cuentas o en linchamientos en contra de delincuentes o de personas indeseables bien por su propia decisión o iniciativa o por encargo de otra persona.
  • llevado a cabo o participado en limpiezas sociales contra prostitutas, vagos, maleantes o personas que considere indeseables.
  • realizado robos mayores con empleo de arma (automóvil, moto, en casas de habitación o locales comerciales o asalto a mano armada a personas).
  • sido miembro de algún grupo de las AUC.

Finalmente los controles comunitarios son aquellos jóvenes que no presentaron ninguna de las características que definen a los casos y que residían en las mismas comunidades que ellos. Todos los jóvenes del estudio tenían entre 15 y 24 años de edad y vivían en barrios de bajo o muy bajo estrato socioeconómico de la ciudad de Medellín.

En Colombia se ha documentado que los jóvenes agresores internados en entidades de reclusión o rehabilitación responden a encuestas y pruebas de manera diferente a quienes no están institucionalizados,19 se decidió limitar los casos a aquellos no institucionalizados. Para identificarlos, durante año y medio se formó una red de personas capaces de establecer contacto con los diferentes tipos de agresores en la comunidad en la que residen. De esta manera se pudo llegar directamente a los jefes de varios grupos de las AUC no reinsertados, a jefes de organizaciones que tienen por objeto actividades como ajuste de cuentas, homicidios, secuestros, entre otros, y a instituciones de rehabilitación. Las personas identificadas por medio de instituciones de rehabilitación no estaban internas en ellas ni hacían parte de un programa de rehabilitación y, si lo estaban, no llevaban más de dos o tres días en ellas.

Los resilientes fueron identificados por medio de instituciones comunitarias y escolares y mediante contacto con instituciones de educación superior que facilitaron la información necesaria sobre los estudiantes con mayor éxito académico y aquellos que eran miembros de semilleros de investigación o monitores. Cada uno de los jóvenes identificados por estas instituciones fue contactado personal o telefónicamente, informando sobre el objetivo del estudio e indagando por las demás características que debían cumplir para participar. Posteriormente se citaron y entrevistaron.

La identificación y selección de los controles comunitarios se realizó con la ayuda de organizaciones comunitarias y de instituciones educativas, y se tomaron jóvenes que no eran identificados ni como agresores ni como resilientes.

A todos se les realizó una entrevista con preguntas estructuradas y si durante ella se observaba que la persona entrevistada no cumplía con los criterios para ingresar al grupo de estudio en el que originalmente se había catalogado, se le integraba al grupo al cual realmente debía pertenecer, según las definiciones y criterios de clasificación adoptados para el estudio. Si no cumplía con dichos requisitos, no se incluía en el estudio.

Del cuestionario empleado en el estudio se analizaron para este artículo los datos demográficos, así como las preguntas relacionadas con 43 conductas socialmente indeseables, divididas en cuatro grupos: i) conductas correspondientes a una trayectoria de agresión abierta, ii) conductas correspondientes a una trayectoria de agresión encubierta, iii) consumo de sicoactivos, iv) otras conductas anómicas que incluyen: venta de drogas ilegales, haber sido arrestado, haber recibido dinero por servicios sexuales, interrupción o abandono de los estudios, volarse de la casa o la escuela, perder o repetir el año académico, ser miembro de una banda, combo o pandilla. Las preguntas sobre conductas agresivas, consumo de sicoactivos y otras conductas anómicas se elaboraron con base en formas de medición y cuestionarios utilizados en otros estudios.6,20,21,22 Se indagó si alguna vez había presentado cada uno de dichos comportamientos, si lo había hecho en los últimos doce meses y la edad en que lo hizo por primera vez.

Las entrevistas con lo agresores se llevaron a cabo en el lugar, día y hora acordado con el jefe del grupo de las AUC, la banda o la entidad que facilitó el contacto con el entrevistado. Siempre se llevaron a cabo en un lugar de la comunidad en la cual operaba el grupo. A todos los participantes en el estudio se les garantizó el anonimato y confidencialidad de la información. Para ello en cada cuestionario se empleó un código y no el nombre, alias, documento de identificación u otro dato que permitiera identificar a la persona entrevistada.

Las entrevistas fueron llevadas a cabo por un grupo de 7 encuestadores (4 mujeres y 3 hombres), sicólogos o antropólogos, previamente capacitados por los investigadores durante una semana sobre los objetivos y naturaleza del estudio, las estrategias y técnicas para llevar a cabo la encuesta, la estructura y contenido del formulario y los derechos del entrevistado. Adicionalmente, fueron instruidos por una sicóloga familiarizada con el tema sobre el tipo de personas que encuestarían y las comunidades en las cuales se llevarían a cabo las entrevistas. Cada entrevista tomó entre 60 y 90 minutos, con un promedio de 75 minutos.

Las variables de comportamientos anómicos se construyeron siguiendo a Loeber en lo referente a trayectorias de agresión abierta y de agresión encubierta.4,6 En la trayectoria abierta hacia la agresión se estudió: agresión física (peleas a puños o patadas, peleas con un objeto como palo o garrote, peleas con arma blanca o de fuego), violencia severa o delincuencia (robo a mano armada, herir a una persona, asesinar, ajusticiamientos o linchamientos, actividades de “limpieza social” e incluimos también tenencia o porte de armas (tenencia de arma en la casa, aparentar portar un arma, portar un arma fuera de casa). En la trayectoria encubierta hacia la agresión se examinaron comportamientos menores encubiertos (robos pequeños), daño a la propiedad o vandalismo (daño en propiedad pública o ajena), delincuencia (robos mayores sin empleo de arma, robo con engaño, extorsión o chantaje, venta de drogas, secuestrar a una persona, forzar a una persona a cambiar de residencia, intento de violación o violación sexual). Se examinó también el consumo de sustancias sicoactivas: consumo de alcohol hasta la embriaguez, anfetaminas, inhalables, marihuana, cocaína, bazuco o pasta de cocaína y otro tipo de drogas ilícitas. El cuarto grupo de comportamientos anómicos se denominó “otros comportamientos anómicos” y comprende la conducta oposicional o de confrontación con la autoridad8 (escaparse de la escuela o casa), más otras variables que, sin estar incluidas en este modelo, se han asociado a comportamientos agresivos (fracaso o bajo rendimiento escolar, ser miembro de una pandilla y acciones de riesgo de comportamiento sexual, como percibir dinero por ser acompañante sexual).

Los formularios fueron sometidos al juicio de dos expertos internacionales (de los CDC, Atlanta, y la Universidad de California) que validaron su contenido. Además, dos sicólogos conocedores de la cultura de las zonas de la ciudad en las que se desarrolló la investigación juzgaron su comprensibilidad. Posteriormente, se probaron con grupos focales de adolescentes y jóvenes. Fueron excluidas las preguntas que no tuvieron adecuada comprensibilidad, que no discriminaban adecuadamente o que no se consideraron válidas.

Para el análisis se estableció la proporción de participantes en cada grupo que reportó la conducta (o proporción de prevalencia), la razón de disparidad de proporciones y sus intervalos de confianza al 95%, y el test Chi cuadrado para contrastar múltiples proporciones (análogo a ANOVA de una vía). Para la representación gráfica se utilizó el gráfico de burbujas, en que se que cruzaron las variables de comportamiento, edad de aparición y proporción de prevalencia en cada grupo de estudio; los gráficos de burbujas se presentan de tal forma que los diámetros sean comparables entre los diferentes gráficos. Para determinar si en función de las variables de comportamiento existen grupos de estudio semejantes, se utilizó análisis simple de correspondencias.

En los gráficos de burbujas se tomó como patrón para la secuencia u ordenamiento de las variables, la secuencia que tiene la edad de inicio de los diferentes comportamientos en el grupo control, de manera que sean fácilmente comparables a simple vista.


Resultados

De las 373 personas entrevistadas, se incluyen en esta publicación 372: 59 resilientes, 210 agresores (62 agresores severos, 81 agresores predominantemente de riñas, 72 miembros de AUC o paramilitares) y 103 controles. Se excluyó un agresor predominantemente de riñas porque el componente de riñas fue mal diligenciado. De los 372 individuos, 78,2% fueron hombres y 43,6% menores de edad (menores de 18 años) (cuadro 1).

Tabla 1. Distribución porcentual por edad y sexo según grupos de estudio; estudio de agresores severos, Medellín 2004–2005

El análisis de correspondencia simple de las variables que miden los diferentes comportamientos anómicos (figura1) muestra que los grupos de agresores severos y de miembros de AUC o paramilitares realmente no se diferencian entre si, pero los grupos de agresores predominantemente de riñas, los resilientes y los controles si se diferencian tanto entre si, como del grupo de agresores severos/miembros de AUC. Esto permite que en el análisis se tome como un solo grupo a los agresores severos y los miembros de las AUC o paramilitares.

Figura 1. Análisis de componentes simples de comportamientos anómicos, según grupo de estudio. Estudio de agresores severos, Medellín, 2003–2005 Axis F1 = puntaje factorial de las filas Axis F2 = puntaje factorial de las columnas (% de varianza explicado)


Al realizar el análisis bivariado se observó que de los 43 comportamientos anómicos estudiados, tres no están relacionados con ser o no agresor severo, de riñas o ser miembro de las AUC. Todos los demás están asociados a ser agresor de riñas, agresor severo o miembro de las AUC. Los comportamientos que no se hallaron asociados son:

  • haber intentado violar a una persona, o haberla violado, con proporciones de prevalencia por 100 de 0,0 en resilientes, controles y agresores principalmente de riñas, 5,6 en miembros de las AUC y 12,7 en agresores severos.
  • haber consumido bazuco o pasta básica de cocaína, con proporciones de prevalencia por 100 de 2,0 en resilientes, 1,0 en controles, 2,7 en agresores principalmente de riñas, 4,3 en miembros de las AUC y 4,8 en agresores severos.
  • haber manifestado ser o haber sido miembro de otras organizaciones armadas insurgentes (FARC o ELN) o de las milicias urbanas de estas organizaciones, que tiene una proporción de prevalencia por 100 de 0,0 en resilientes y en controles, 1,3% en agresores principalmente de riñas, 4,3 en miembros de las AUC y 6,3 en agresores severos.

En orden de menor a mayor severidad del grado de agresión estarían primero los resilientes, seguidos por los controles, los agresores principalmente de riñas y, luego, los agresores severos y miembros de AUC. Además, se observa que a medida que se pertenece a un grupo con mayor grado de agresividad, se presentan proporciones de prevalencia más altas de los comportamientos anómicos estudiados, edades medias de inicio más tempranas y mayor número de comportamientos anómicos.

Los comportamientos asociados a una trayectoria abierta hacia la agresión que se estudiaron en los resilientes se presentan en menor proporción entre estos que entre los tres tipos de agresores estudiados (el mayor valor p de diferencias por comportamientos fue <0,01) y la edad de inicio en los resilientes es mas tardía. Los agresores severos, los miembros de las AUC y los agresores principalmente de riñas presentan proporciones de prevalencia sensiblemente mayores a las de los controles comunitarios y estadísticamente diferentes; es así como la razón de disparidad de las proporciones de prevalencia de peleas o riñas a puños o patadas o con un objeto que no sea un arma, es entre 1,42 y 5,44, la tenencia, porte o aparente porte de armas varía entre 1,83 y 24,18; las peleas con arma 7,05 a 9,07 y la razón de disparidad varía entre 4,07 y 71,72 para delitos mayores. La única razón de disparidad sin significación estadística fue la de aparentar portar un arma de fuego entre agresores principalmente de riñas y controles. La edad de inicio de las conductas violentas con empleo de arma es más temprana en el grupo de agresores principalmente de riñas que en los otros dos grupos de agresores. En general los agresores manifestaron haber iniciado este tipo de agresiones entre los 13 y 16 años, con excepción de las peleas a puños y a patadas, que se inician a menor edad (figura 2 y cuadro 1, anexos).

Figura 2. Proporción de prevalencia por 100 en la vida y edad media de inicio de “comportamientos asociados a la trayectoria abierta hacia la agresión” en resilientes, agresores y controles, Medellín, 2003–2005


En cuanto a comportamientos que siguen la trayectoria encubierta hacia la agresión, también los resilientes tienen menor número de tales comportamientos y en los resilientes que los han tenido, las proporciones de prevalencia son significativamente menores que entre los diferentes agresores estudiados (p =0,01).

Al comparar los agresores severos y los miembros de las AUC con los controles comunitarios se encontró que la razón de disparidad de las proporciones de prevalencia es significante en cuanto a daño en propiedad pública o ajena, 2,58 (1,63–4,04); robos pequeños sin arma, 1,74 (1,35–2,24); estafa o engaño en un negocio, 6,80 (3,62–12,76); robo de dinero con engaño, 3,31 (1,62–6,73), y robos mayores sin empleo de arma, 15,30 (8,38–27,90). Al comparar los agresores principalmente de riñas con los controles comunitarios se observaron asociaciones con los siguientes comportamientos y ser este tipo de agresor: daño en propiedad pública o ajena, 1,86 (1,06–3,27); robo pequeño sin arma, 1,95 (1,47–2,565); robo mayor sin arma, 5,03 (1,96–12,88), y estafa o engaño en un negocio, 4,70 (2,19–10,04). Los comportamientos encubiertos se inician entre los agresores severos y los miembros de las AUC en edades menores que aquellas en las que se iniciaron estos comportamientos entre los controles y los resilientes (gráfico 3 y cuadro 2, anexos).

Figura 3. Proporción de prevalencia por 100 en la vida y edad media de inicio de “comportamientos asociados a la trayectoria encubierta hacia la agresión” en resilientes, agresores y controles, Medellín, 2003–2005


Tabla 2. Razón de disparidad e IC 95% de proporción de prevalencia de comportamientos de trayectoria abierta hacia la agresión de agresores severos y miembros de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y de agresores principalmente de riñas, comparados con controles comunitarios, Medellín, 2003–2005


El consumo de sustancias sicoactivas es significativamente mayor entre los agresores severos, los miembros de las AUC y los agresores principalmente de riñas que entre los controles, excepto el consumo de bazuco o pasta básica. El consumo de alcohol hasta la embriaguez no se diferencia entre agresores de riñas y controles. La proporción de consumo de alcohol hasta la embriaguez durante la vida fue de 73% entre los controles comunitarios y de 61% entre los resilientes y la de consumo de marihuana fue de 46% en los controles y de 24% en los resilientes, siendo estos (alcohol y marihuana) los dos sicoactivos cuyo consumo se inicia más tempranamente entre los controles comunitarios y los resilientes y más tardíamente entre los agresores estudiados. Los agresores severos y los agresores principalmente de riñas manifestaron que iniciaron el consumo de marihuana, inhalables y cocaína antes que haberse embriagado (gráfico 4, cuadro 3, anexos).

Figura 4. Proporción de prevalencia por 100 en la vida y edad media de inicio de “consumo de psicoactivos” en resilientes, agresores y controles, Medellín, 2003–2005


Tabla 3. Razón de disparidad (IC 95%) de proporción de prevalencia de comportamientos de trayectoria encubierta hacia la agresión de agresores severos y miembros de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y de agresores principalmente de riñas, comparados con controles comunitarios, Medellín, 2003–2005


Los otros comportamientos anómicos siguen un patrón similar al de las trayectorias de agresión abierta y encubierta, es decir, en el grupo de resilientes se presentan menores proporciones de prevalencia de todos estos comportamientos que en los demás grupos estudiados, con diferencias estadísticamente significantes en todos los casos (p <0,000). En los resilientes la proporción de prevalencia de escaparse de la escuela es de 31%, la de no haber aprobado un curso es de 15% y la de volarse de la casa es de 10%. Todos estos comportamientos anómicos se presentaron en general por primera vez a una mayor edad entre los resilientes que entre los grupos de agresores (figura 5, cuadro 4, anexos).

Figura 5. Proporción de prevalencia por 100 en la vida y edad media de inicio de “otros comportamientos anómicos” en resilientes, agresores y controles, Medellín, 2003–2005


Tabla 4. Razón de disparidad (IC 95%) de proporción de prevalencia de consumo de sustancia psicoactivas de agresores severos y miembros de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y de agresores principalmente de riñas, comparados con controles comunitarios, Medellín, 2003–2005


Los agresores severos y los miembros de las AUC, así como los agresores principalmente de riñas presentan este tipo de comportamientos anómicos en mayor proporción que los controles en todos los comportamientos estudiados, excepto en el caso de escaparse de la escuela, en que no hay diferencia significante entre agresores de riñas y controles (gráfico 5, cuadro 4, anexos). La edad de inicio también es más temprana entre los agresores severos y entre los miembros de las AUC que entre los controles. Los agresores severos, los miembros de AUC y los agresores de riñas han sido miembros de bandas o pandillas, con una proporción de prevalencia de 20%, 85% y 81%, respectivamente, mientras que los controles lo han sido en una mínima proporción (1%); las conductas escaparse de la escuela o casa y reprobar un año escolar se iniciaron antes de haber ingresado a la banda o pandilla, pero las demás conductas anómicas en los grupos de agresores se han iniciado por lo general en la edad en que se hicieron miembros de bandas o pandillas o en momentos posteriores, tanto las enmarcadas en las trayectorias abierta y encubierta hacia la agresión, como las de “otros comportamientos anómicos”.


Discusión

Antes de realizar la discusión de los hallazgos presentados conviene resaltar que se trata de un estudio en el que puede estar presente el sesgo de recordación, que es frecuente en estudios de casos y controles retrospectivos como este. Sin embargo, no parece que hubiera razones para pensar que un grupo tuviera mayor probabilidad de equivocarse en los antecedentes de presentar el sesgo de recordación que otros. Además, unos de los grupos estudiados son agresores de gran severidad y miembros de grupos armados ilegales, entre quienes podría existir sesgo en las respuestas hacia imaginarios o patrones culturales a los que no se está adherido, pero que aparecen como deseables cuando se está en programas de reclusión o de resocialización. Para evitar este sesgo se les identificó y entrevistó a todos en sus propias comunidades, es decir, sin que fueran reclusos o retenidos o estuvieran en un proceso de resocialización, y el acercamiento se hizo mediante contactos llevados a cabo por personas o entidades que les merecieran confianza, las encuestas se diligenciaron previa aquiescencia de los jefes de las bandas o grupos armados, en el lugar de la comunidad que ellos seleccionaron y en el día y hora indicado por ellos. Por su diseño, las conclusiones de este trabajo pueden extrapolarse a grupos de resilientes de estratos socioeconómicos bajos, a controles del mismo tipo de comunidades y a agresores severos y miembros del grupo armado Autodefensas Unidas de Colombia que aún no han participado en el programa de paz y de reinserción ciudadana en curso en este momento entre el Gobierno y este grupo armado.

La mayoría de las diferencias entre los grupos son estadísticamente significantes, pero, dado el tamaño de las muestras, el poder del estudio todavía es bajo; entre 0,54 y 0,68, según los grupos comparados. En estudios posteriores debe incrementarse el tamaño de la muestra para aumentar el poder estadístico de las conclusiones.

En términos generales las proporciones de prevalencia de las conductas anómicas estudiadas son mayores en los agresores estudiados por nosotros que las reportadas en otro estudio de agresores tempranos y tardíos llevado a cabo en Colombia,23 con excepción de robo sin arma y escaparse de la casa, las que sólo son menores que las de los agresores tempranos reportados por Klevens et al., pero mayores que en los de inicio tardío. En este estudio se halló una proporción de prevalencia de porte de armas menor que la reportada por la misma autora, pero esto puede deberse a que restringimos la pregunta sólo a porte de armas de fuego mientras que su estudio no se restringe la pregunta a un solo tipo de armas.

Los controles comunitarios presentan proporciones de prevalencia de magnitud mayor a 50% en consumo de licor hasta la embriaguez, escaparse de la escuela y peleas a puños y patadas, lo que da un indicio de un alto nivel de comportamientos agresivos y de riesgo en los niños y jóvenes, hallazgo consistente con el estudio sobre violencia en el Valle de Aburrá realizado en 2004 por el Programa PREVIVA.24

Este estudio muestra que a mayor severidad del agresor (siendo resilientes el menor, seguido por controles, agresores de riñas, y siendo AUC/agresores severos los de mayor grado de agresión) es mayor el número de otros comportamientos anómicos o socialmente indeseables presentes durante la vida y también es mayor la fuerza en la asociación, lo que es consonante con lo reportado por otros autores.12,14,15

En general, todos los comportamientos asociados a la trayectoria abierta hacia la agresión tienen una alta y significativa asociación cuando se comparan miembros de las AUC y agresores severos con controles comunitarios y agresores principalmente de riñas con controles comunitarios, siendo menor la fuerza de la asociación en este último caso. Se observa algo similar con las conductas asociadas a la trayectoria de agresión encubierta, aunque, habiendo agresores severos/AUC y agresores de riñas, no hubo controles que hubieran tenido algunos de los comportamientos más severos en esta trayectoria hacia la agresión, siendo imposible calcular las razones de disparidad.

Si se asemejasen los agresores severos a los denominados agresores persistentes, como parece lógico hacerlo dada la gravedad de sus conductas, de hecho muchos presentan desorden de personalidad antisocial, 25 este estudio no es coincidente con lo reportado en el sentido de que las personas con síndrome de personalidad antisocial presentaron significativamente más conductas de agresión encubierta en la niñez y no de agresión abierta.15

En cuanto al consumo de sicoactivos, también es sensiblemente mayor entre los miembros de las AUC, los agresores severos y agresores de riñas que entre los controles, con la excepción de consumo de bazuco. Tampoco hay una diferencia significativa entre agresores de riñas y controles en lo referente a consumo de alcohol hasta la embriaguez. Las “otras conductas socialmente indeseables” tienen una mayor prevalencia en los grupos AUC/agresores severos y agresores de riñas, que entre los controles, siendo la magnitud relativa similar en los grupos de miembros de las AUC/agresores severos y de agresores principalmente de riñas.

Al comparar los grupos de miembros de las AUC/ agresores severos y de agresores de riñas con los resilientes se observan en general razones de disparidad significativamente mayores que cuando se comparan con los controles. En el caso de “otras conductas socialmente anómicas”, las razones de disparidad de abandono de la escuela, venta de drogas y haber sido arrestado son especialmente altas al comparar agresores con resilientes.

La edad de inicio de las conductas socialmente indeseables entre los tres tipos de agresores estudiados está entre 14 y 16 años, y, como era de esperarse, es menor para las conductas relacionadas con la actividad escolar (escaparse de la escuela y problemas de repetición de años escolares) y agresiones menores (peleas a puños y patadas, robos pequeños sin arma, daño en propiedad pública o ajena). El inicio del consumo de marihuana y de consumo de alcohol es anterior a los 14 años. Como se ha reportado en otro estudio en Colombia,26 las conductas delictivas se presentan a la misma edad o en una edad posterior y muy cercana a la del ingreso a una banda o pandilla. Esto hace pensar que en Colombia, como en otros lugares,27 el ingreso a este tipo de organizaciones juveniles es una etapa intermedia antes de que el adolescente inicie comportamientos de agresión severa o francamente delincuenciales y que durante los primeros años de pertenencia a dichas organizaciones se dispara la comisión de dichos actos.

En primer lugar podemos concluir, como ha sido indicado por otros,28,29 que los programas de prevención de la agresión severa deben iniciarse desde muy temprana edad y, como el periodo de escalamiento de conductas menos severas a más severas dura varios años, la prevención de la agresión más severa y de la delincuencia mayor debe ser un proceso que se inicie tempranamente —ojalá a los tres años o antes— y se adapte al momento de desarrollo de la persona según su edad, de modo que previniendo a temprana edad agresiones o conductas de riesgo menores, se prevengan las de mayor envergadura.30,31

En segundo lugar, para los procesos de reinserción social de los miembros de las AUC es conveniente tener en cuenta sus antecedentes y la magnitud y tipo de conductas agresoras y delincuenciales. Pasar de una vida con tales características a una de convivencia en sociedad es un proceso que no es fácil ni indoloro. Tampoco puede ser un proceso individual, aunque sí es personal. Requiere del apoyo de pares, familia y comunidad. El proceso de reinserción social de miembros de las AUC, como el de otros agresores crónicos y severos, implica cambios en la visión del mundo, en la valoración de la comunidad y en las metas y aspiraciones y los medios para conseguirlas. No es un proceso político, es un proceso de cambio personal con grandes esperanzas y también grandes riesgos, pues la mayoría de quienes inician estos procesos, a la vuelta de unos cuantos años ya no presentan acatamiento de las normas legales y sociales de convivencia. La decisión política puede ser un importante punto de partida, que exige una tarea de transformación personal y apoyo social por un tiempo largo.32

Con el fin de especificar mejor las características de los programas de prevención de la agresión severa y de la delincuencia mayor y los de resocialización de agresores severos, es necesario adelantar análisis sobre factores de riesgo asociados a estas conductas y de protección frente a ellas, lo que será objeto de publicaciones posteriores.


Anexos

Tabla 5. Razón de disparidad (IC 95%) de proporción de prevalencia de “otros comportamientos anómicos” de agresores severos y miembros de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y de agresores principalmente de riñas, comparados con controles comunitarios, Medellín, 2003–2005

* Estudio financiado por el Instituto Colombiano para el Desarrollo de la Ciencia y la Tecnología –Colciencias– y la Universidad de Antioquia (Comité de Investigaciones –CODI–). Contrato RC 511 de 2002 Colciencias–Universidad de Antioquia.


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