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Revista Facultad Nacional de Salud Pública

Print version ISSN 0120-386XOn-line version ISSN 2256-3334

Rev. Fac. Nac. Salud Pública vol.25 no.2 Medellín July/Dec. 2007

 

Similitudes y diferencias entre miembros de las Autodefensas Unidas de Colombia, agresores severos y controles comunitarios en Medellín*

Similarities and differences among paramilitaries, severe aggressors and communal control, a case-control study in Medellín, Colombia

Luis Fernando Duque
Médico, MPH de la Facultad Nacional de Salud Pública de la Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia.
Cibercorreo: lfduque@guajiros.udea.edu.co

Nilton Edu Montoya
Estadístico, Facultad Nacional de Salud Pública de la Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia.
Cibercorreo: nilton_montoya@hotmail.com

Marcela Montoya
Gerente de sistemas de información en salud de la Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia.

Recibido: 7 Noviembre 2006 Aprobado: 24 Enero 2007


Montoya M, Duque LF, Montoya NE. Similitudes y diferencias entre miembros de las Autodefensas Unidas de Colombia agresores severos y controles comunitarios en Medellín: Rev. Fac. Nac. Salud Pública, 2007; 25(2): 37-47

Resumen

Con base en un estudio de casos y controles llevado a cabo entre 2003 y 2005 en Medellín, Colombia, se compararon las características de agresores severos o delincuentes mayores con las de miembros de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), comúnmente llamados paramilitares, y las de controles comunitarios. Los agresores severos y paramilitares tienen un menor nivel educativo que los controles, provienen en menor proporción de familias biparentales, en sus familias de origen había más problemas de consumo de drogas y abuso de alcohol y tuvieron en mayor grado desplazamiento forzado y asesinato de miembros de la familia. No hubo diferencias en cuanto al tiempo de residencia en la ciudad y en el barrio ni en cuanto a la forma de tenencia de la vivienda en la familia de origen, tampoco en cuanto a estresores en la familia actual. Tampoco las hubo en cuanto a la creencia en Dios, la práctica religiosa ni los motivos para practicar la religión. No hubo diferencias entre agresores severos y paramilitares con respecto a las anteriores variables. Los paramilitares indicaron haber padecido condiciones de extrema pobreza en su niñez en mayor grado que los agresores severos y los controles. Se exploró también la percepción de oportunidades de progreso en la sociedad.
---------- Palabras clave: violencia, paramilitares, factores de riesgo, estudio de casos y controles, Colombia, Medellín


Summary

A case-control study was performed in Medellín during 2003- 2004 to compare characteristics of severe aggressors, members of Colombian United Selfdefense Forces members (AUC), otherwise named paramilitaries, and communal control. Severe aggressors and paramilitaries have lower educational level than communal control; their families were biparental in a lower proportion, and experienced drug and alcohol abuse in a higher proportion than in the case of families of communal control. Severe aggressors and paramilitaries' families suffered forced displacement and assassination of one of its members in a higher proportion than those of controls. There were no differences relating time of residence in Medellín or current neighborhood, or current family socioeconomic stressors. No differences were found regarding believing in God, religious practice and reasons for practicing religion. There were no significant differences for all mentioned variables between severe aggressors and paramilitaries. Paramilitaries did inform having suffered extreme poverty conditions during childhood in a higher proportion than severe aggressors and controls. Progress opportunities perception was also explored.
---------- Key words: violence, paramilitaries, risk factors, case control studies, Colombia, Medellín


Introducción

En Medellín se ha presentado una fuerte disminución de la agresión y la violencia, cuya más llamativa expresión ha sido la disminución de mortalidad por homicidios, la mayor presentada en ciudad alguna del hemisferio occidental hasta donde llega nuestro conocimiento. En 15 años bajó de 384 homicidios por 100.000 habitantes (1991) a cerca de 30 (2007),1 es decir, se redujo en más de 90%. Otro hecho de interés es que en Colombia se está llevando a cabo un proceso de desmovilización de miembros de las denominadas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), popularmente conocidos como paramilitares, y de otros grupos armados, cerca de la cuarta parte de los cuales se estima que están o estarán en Medellín.2

La presentación del Alcalde de Medellín del documento Propuesta de una política de reinserción: el modelo Medellín aporta información de interés sobre las características de las personas que están en el proceso de desmovilización.3 Por ejemplo, cerca de una cuarta parte de los desmovilizados en Medellín expresa que entregó las armas bien porque mataron a un ser querido (25%), por recibir una amenaza (25%) o porque atravesaba por una situación económica estresante (23%). Cerca del 80% de los desmovilizados tenía un nivel educativo menor de bachillerato (primaria incompleta 14%, primaria completa 25%, bachillerato incompleto 44%, bachillerato completo 14%, técnica o tecnológica 2% y nivel universitario 1%).

El denominado modelo Medellín de reinserción, de miembros de grupos alzados en armas, ha tenido en cuenta para su formulación y para su ejecución, entre otros, los elementos de juicio mencionados. Pero, ¿hemos constatado si estas y otras características de los desmovilizados son similares a las de otros agresores? ¿Si son similares a las de las personas del común? ¿No será posible que muchas de estas características sean compartidas por violentos y no violentos en un país como Colombia y en una ciudad como Medellín, que han padecido tantas formas de violencia por tanto tiempo, cuyos habitantes viven en ambientes fuertemente violentos y en sociedades con alto grado iniquidad?

En un reciente trabajo4 se documentó cómo las conductas de riesgo, de desafío a la autoridad, de agresión y de delincuencia son similares entre miembros de las AUC y agresores severos no unidos a grupos armados ilegales, pero diferentes a los agresores principalmente de riñas o peleas y a controles comunitarios de Medellín. En el mismo trabajo se reporta que dichos tipos de comportamiento aparecen más tempranamente, son más numerosos y con mayor proporción de prevalencia entre los miembros de las AUC y agresores severos que entre los controles comunitarios y los agresores principalmente de riñas.

Es de interés conocer las características comunes y las que diferencian a los miembros de las AUC de otros agresores severos y de no agresores severos. Esto daría elementos de juicio para enriquecer el proceso de reinserción de miembros de las AUC y también las acciones de resocialización en centros de reclusión; igualmente, para enfocar los programas de prevención de la agresión y la delincuencia desde la infancia que se están desarrollando en Medellín.

Se ha reportado que entre 20 y 60% de niños de diferentes países tienen una trayectoria vital de no agresores, cerca de la mitad a las tres cuartas partes han sido agresores en la niñez o la adolescencia y lo han dejado de ser en su juventud o adultez temprana y cerca de 5% de los niños son agresores persistentes que presentan elevados niveles de conductas agresivas que se mantienen hasta la adolescencia, la juventud o la adultez temprana.5-6 En otros países se ha documentado que los agresores tempranos y persistentes, a pesar de ser pocos en número, son responsables de cerca de la mitad de las agresiones y delitos graves que se presentan en la sociedad.7

El objeto de esta publicación es presentar algunas características semejantes entre tres diferentes grupos de agresores y controles comunitarios de Medellín y algunas características que los diferencian.


Metodología

Se llevó a cabo un estudio de casos y controles en Medellín (2003 a 2005) con tres grupos de agresores, un grupo de resilientes y un grupo de controles con el fin de estudiar los factores asociados a diferentes tipos de agresión severa. Los grupos de agresores son agresores principalmente de riñas, agresores severos y miembros de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) no reinsertados, comúnmente denominados paramilitares.

Se definió como miembros de las AUC —o comúnmente llamados paramilitares— a aquellos jóvenes que han pertenecido desde hace por lo menos dos años a uno de los grupos denominados popularmente como paramilitares y que no están reinsertados ni en proceso de reinserción a la vida ciudadana. Como agresores severos a aquellos jóvenes que en los últimos 12 meses han estado involucrados en cuatro o más atracos a mano armada, en ajustes de cuentas de parte suya o de parte de otra persona que se los haya pedido o que han herido, asesinado o extorsionado a una persona por su decisión o por encargo de un tercero. El agresor principalmente de riñas es aquel que en los últimos 12 meses ha estado involucrado en cuatro o más riñas que llegan a la agresión física o que es un “buscapleitos”, que con frecuencia llega a una pelea en la que hay agresión física que genera lesiones.

Finalmente, los controles comunitarios son aquellos jóvenes que no presentaron ninguna de las características que definen a los casos y que residían en las mismas comunas que ellos.

Todos los jóvenes del estudio tienen entre 15 y 24 años de edad y viven en barrios populares de la ciudad de Medellín de los dos estratos más pobres, en una clasificación de seis estratos, empleada por el Dirección Nacional de Planeación (DNP) y acogida por la Empresas Públicas de Medellín, que figura en las cuentas de servicios públicos, de donde se tomó el dato para este estudio.

Dado que se ha documentado que los jóvenes agresores hallados en entidades de reclusión o de rehabilitación de Colombia responden a las encuestas y tests de manera diferente a como lo hacen quienes no están institucionalizados, 8 se decidió identificar a los integrantes de los grupos de agresores en sus propias comunidades. Para ello se conformó, durante año y medio una red de personas que pudieran establecer contacto con los diferentes tipos de agresores en la comunidad en la que residen. De esta manera se pudo llegar directamente a los jefes de varios grupos de las AUC no reinsertados, a jefes de organizaciones que tienen por objeto actividades como ajuste de cuentas, homicidios, secuestros, etc. y a instituciones de rehabilitación. Estas personas e instituciones facilitaron el contacto con los agresores, controles y resilientes. Las personas identificadas por medio de instituciones de rehabilitación, o bien no estaban internas en ellas ni hacían parte de un programa de rehabilitación o, si lo estaban, no llevaban más de dos o tres días en ellas.

Cada uno de los jóvenes identificados por estas instituciones fue contactado personal o telefónicamente, se le informó del objetivo del estudio y se le indagó por las demás características que debían cumplir para poder participar en él. Posteriormente se citaron y se encuestaron. La identificación y selección de los controles comunitarios se realizó con la ayuda de organizaciones comunitarias y de instituciones educativas, y se tomaron jóvenes que no eran identificados ni como agresores ni como resilientes.

A todos se les realizó una encuesta epidemiológica con preguntas estructuradas. Si durante ella se observaba que la persona encuestada no cumplía con los criterios para ingresar al grupo de estudio en el que originalmente se había catalogado, se le integraba al grupo al cual realmente debía pertenecer, según las definiciones y criterios de clasificación adoptados para el estudio. Si no cumplía con dichos requisitos, no se incluía en el estudio.

Del cuestionario empleado, se analizaron para este artículo los datos demográficos, así como las preguntas relacionadas con características de los tres tipos de agresores y los controles. No se incluyen las relacionadas con resilientes en vista de los criterios de exclusión para este tipo de personas, que impedirían comparaciones sobre muchas de las categorías de interés para este informe.

Las entrevistas con lo agresores se llevaron a cabo en el lugar, día y hora acordado con el jefe del grupo de las AUC, la banda o la entidad que facilitó el contacto con el entrevistado. Siempre se llevaron a cabo en un lugar de la comunidad en la cual operaba el grupo. A todos los participantes del estudio se les garantizó el anonimato y la confidencialidad de la información. Para ello, en cada cuestionario se empleó un código y no el nombre, alias, documento de identificación ni otro dato que permitiera identificar a la persona entrevistada.

Las entrevistas fueron llevadas a cabo por un grupo de siete encuestadores (cuatro mujeres y tres hombres) sicólogos o antropólogos, que fueron previamente capacitados por los investigadores durante una semana sobre los objetivos y naturaleza del estudio, las estrategias y técnicas de cómo llevar a cabo la encuesta, así como la estructura y contenido del formulario y los derechos del entrevistado. Adicionalmente, fueron instruidos por una sicóloga familiarizada con el tema sobre el tipo de personas a quienes se iba a encuestar y sobre las comunidades en las cuales se iban a llevar a cabo las entrevistas. Cada entrevista tomó entre 60 y 90 minutos, con promedio de 75 minutos.

Los formularios fueron sometidos al juicio de dos expertos que validaron su pertinencia, y en cuanto a comprensión se los sometió a juicio de sicólogos conocedores de la cultura de las zonas de la ciudad en las que se desarrolló la investigación. Posteriormente se los probó en grupos focales de adolescentes y jóvenes.

Para el análisis se utilizó la proporción de prevalencia, la razón de disparidad de proporciones de prevalencia y sus intervalos de confianza al 95%, el test Z para dos proporciones y el test chi cuadrado para contrastar mas de dos proporciones, que es análogo a la Anova de una vía. Los datos se procesaron en los programas SPSS versión 10 y G-Stat.


Resultados

La muestra analizada es de 314 personas: 63 agresores severos, 76 agresores predominantemente de riñas, 72 miembros de AUC o paramilitares y 103 controles. La distribución por sexo y edad se detalla en el tabla 1.

Tabla 1. Distribución porcentual por edad y sexo; participantes en el estudio de agresores severos, Medellín, 2003-2005


En primer lugar se observaron los aspectos económicos y sociales para identificar aquellos que diferencian o son comunes a los miembros de los cuatro grupos observados. Los agresores (severos, paramilitares y de riñas) tienen un nivel educativo significativamente menor que los controles. Entre los tres grupos de agresores no se observan diferencias de significación. Las características y la forma de tenencia de la vivienda de la familia en la niñez y en la actualidad son similares en los cuatro grupos, así como el tiempo de residencia en Medellín y en el barrio donde se habita actualmente. Los miembros de las AUC se diferencian de los controles, pero no los de los demás grupos de agresores, en que se consideran en mayor proporción como desplazados y en que sufrieron condiciones más agudas de pobreza en su familia de origen: padecimiento de hambre por falta de ingresos familiares o retiro del estudio de un hijo para que ayudara al sostenimiento de la familia. En este último caso, la diferencia está en el límite de la significación estadística (tabla 2).

Tabla 2. Condiciones económicas y sociales; distribución porcentual (IC 95%) de características de participantes en el estudio de agresores severos, Medellín, 2003-2005


Hay una diferencia marcada en las características de la familia de origen en el sentido de que los controles tuvieron una familia biparental en proporción significativamente mayor que los agresores y no hay diferencias de los tres grupos de agresores entre sí.

Los agresores severos y los paramilitares, comparados con los controles, tuvieron un grado significativamente mayor de estresores en sus familias de origen, como problemas por consumo de alcohol o droga, desplazamiento forzado y homicidio de algún miembro de la familia. También llama la atención que, en general, no hay diferencias de significación entre los miembros de las AUC y los controles severos con respecto a este tipo de antecedentes familiares (tabla 3).

Tabla 3. Características y estresores familiares; prevalencia por 100 (IC 95%) en participantes en el estudio de agresores severos, Medellín, 2003-2005


Tabla 4. Percepción de oportunidades de progreso en la vida y de medios para ello; prevalencia por 100 (IC 95%) de personas que están de acuerdo. Participantes en el estudio de agresores severos, Medellín, 2003-2005


Las circunstancias presentes no muestran una diferencia tan marcada. Al preguntar si en los últimos doce meses se habían presentado estresores familiares como pérdida de empleo o trabajo en un miembro de la familia, disminución importante del ingreso económico familiar, desplazamiento forzado o asesinato de un miembro de la familia, no se reportaron diferencias significantes entre los grupos estudiados. Aunque sin significación estadística, hay una menor prevalencia entre los controles de problemas de consumo de alcohol o droga. El desplazamiento forzado en el último año se presentó menos en las familias de los controles que en las de los miembros de las AUC y los agresores severos (tabla 3).

Al inquirir sobre la percepción que se tiene de las oportunidades que les brinda la sociedad para progresar, se encontró que todos los grupos estudiados, sin diferencia de significación, perciben que personas como ellos tienen oportunidades de progresar por las vías legales en la sociedad. Consideran que estas oportunidades son mayores para las personas de estrato económico y social más elevado y que personas de estratos socioeconómicos bajos, como los que respondieron la encuesta, que hayan estudiado en una buena universidad o institución tecnológica, tienen las mismas probabilidades de progresar que personas de elevado estrato económico y social.

Sin embargo, cuando se preguntó si personas en su familia o barrio tienen que acudir a vías ilegales (contrabando o venta de artículos falsificados, tráfico de drogas, asalto, secuestro o corrupción) para poder progresar y obtener lo que desean en la vida o llegar a ser lo que quieren, cerca de la mitad de los agresores que habían respondido afirmativamente veían posibilidades legales de progresar socialmente, manifestó estar de acuerdo con ello y en una proporción significativamente más alta que los controles. La expresión de anomia (no importa el camino que se escoja para obtener lo que se quiere en la vida) también fue significativamente menor entre los controles que entre los agresores y los miembros de las AUC y los agresores severos no tienen diferencia en este aspecto (tabla 3).

Se exploraron algunos aspectos sobre la religiosidad de agresores y no agresores. No se encontraron diferencias de significación entre unos y otros en cuanto a la creencia en Dios, la asistencia a servicios religiosos, las razones para practicar la religión: espirituales, beneficio propio o por convencionalismo social, considerar que Dios puede evitar que haya violencia o que Dios acepta la violencia. Cerca de 60% cree que Dios puede evitar la violencia y un porcentaje mucho menor, entre 3 y 7%, considera que Dios acepta la violencia. Los agresores severos y los miembros de las AUC manifestaron en una significativa mayor proporción que los no agresores que creen que la Virgen o un santo escuchan a los jóvenes que van a misa, prenden velas, rezan las balas, dan el diezmo y pagan misas a cambio de que les vaya bien en actividades como robar, traficar, asesinar o secuestrar (tabla 5).

Tabla 5. Religiosidad; prevalencia por 100 (IC 95%). Participantes en el estudio de agresores severos, Medellín, 2003-2005


Figura 1. Actitud de colaboración con la autoridad; proporción que está de acuerdo con formas de colaboración con la autoridad; estudio de agresores, Medellín, 2003-2005


También se indagó por la actitud frente a la colaboración con las autoridades para controlar la delincuencia. Los controles indicaron estar significativamente más dispuestos a colaborar con las autoridades en la prevención y control de la criminalidad que los agresores, especialmente los agresores severos y miembros de las AUC. Cerca de una tercera parte de los agresores severos expresaron su acuerdo en que se proporcione información a las autoridades que pueda llevar a la prevención de un delito o a la captura de un delincuente. Un porcentaje mucho menor (11%-15%) está de acuerdo en que alguien denuncie a un amigo que ha cometido un delito. Un 40% de los controles indicó no estar de acuerdo con ello.

Por último, se explora si se presentan diferencias entre los agresores severos y los miembros de las AUC en cuanto a la principal motivación que tuvieron para ingresar a una banda o combo, los primeros, y un grupo de las AUC, los segundos, así como las actividades que desarrollan los dos tipos de organizaciones.

La principal motivación expresada para ingresar a una banda o combo delincuencial o a las AUC fue la consecución de dinero. Los miembros de bandas o combos expresaron que también ingresaron en una alta proporción, similar a la motivación económica, porque tenían amigos en estos grupos, motivación que es significativamente inferior para el ingreso a las AUC (tabla 6).

Tabla 6. Razones para ingresar a una banda o combo (agresores severos) y para ingresar a las AUC, Medellín, 2003-2005


Tabla 7. Actividades que desarrollan las bandas o combos de agresores severos y las AUC, Medellín, 2003-2005


Los miembros de las AUC manifestaron que se dedicaban en una proporción significativamente mayor que los agresores severos integrantes de bandas o combos a vigilancia, patrullaje y protección de la comunidad, capacitación, entrenamiento, presentación y seguimiento de propuestas ideológicas y a la extorsión. Manifestaron que se dedicaban en proporciones similares a eliminar personas indeseables, secuestrar, robar o atracar y al narcotráfico. Los miembros de las AUC participan en 40% más que los miembros de bandas o combos en narcotráfico, diferencia muy cercana al límite de confianza.


Discusión

Antes de llevar a cabo la discusión de los resultados es útil señalar las limitaciones que puede tener este trabajo. En primer lugar, se trata de un estudio en el que puede presentarse sesgo de recordación, frecuente en estudios de casos y controles retrospectivos como este. Sin embargo, no parece haber razones para pensar que un grupo particular tuviera mayor probabilidad a equivocarse en los antecedentes. En segundo lugar, podría existir sesgo en las respuestas concordantes con imaginarios o patrones culturales que aparecen como deseables cuando se esta en programas de reclusión o resocialización. Para evitar este sesgo se los identificó y entrevistó en sus propias comunidades, es decir, sin que fueran reclusos o retenidos o estuvieran en un proceso de resocialización, y el acercamiento se llevó a cabo mediante contactos de personas o entidades que les merecían confianza; las encuestas se cumplieron con previa aquiescencia de los jefes de las bandas o grupos armados, en el lugar de la comunidad que ellos seleccionaron, en el día y hora indicado por ellos. Por último conviene señalar que, por su diseño, las conclusiones de este trabajo podrían extrapolarse a agresores de estratos socioeconómicos bajos, a controles del mismo tipo de comunidades y a miembros del grupo armado Autodefensas Unidas de Colombia que aún no han participado en el programa de paz y de reinserción ciudadana en curso en este momento entre el gobierno nacional y este grupo armado.

La violencia es un problema de salud pública9 y, aun con el notorio descenso de las muertes por causa externa que se ha presentado en Medellín, en 2003 todavía seguía siendo la principal causa de muerte en Medellín, Antioquia y Colombia, seguida por la enfermedad isquémica cardiaca.10 Es probable que con el descenso en la tasa de homicidios, hoy haya pasado a ser la segunda causa de muerte en Medellín. El hecho de que en en esta ciudad se encuentre un porcentaje notorio de miembros de las AUC que se ha acogido al proceso de reinserción hace importante documentar similitudes y disimilitudes que tienen los miembros de las AUC no acogidos aún a este proceso con respecto a otros agresores severos y miembros no agresores de la comunidad. Si bien estas similitudes y disimilitudes no significan factores asociados causalmente a ser agresor, miembro de AUC o control, sí son elementos de juicio que permiten orientar las acciones de resocialización de unos y otros.

Al hacer un recuento de los hallazgos de este estudio, conviene recordar que los controles provienen de las mismas comunas que los diferentes tipos de agresores, lo que significa que es muy probable que las diferencias encontradas sean aun mayores si se compararan los agresores con controles representativos de toda la ciudad, dado que el estudio fue llevado a cabo en comunas de los estratos más pobres de Medellín, que a su vez presentan las tasas más altas de agresión.11

Los agresores informaron que tienen un menor nivel de educación que los controles, que provienen en menor proporción de familias biparentales, que en sus familias de origen fueron más frecuentes que entre las de controles estresores problemas por consumo de drogas, abuso en el consumo de alcohol, desplazamiento forzado y que uno de los miembros de la familia hubiera sido asesinado. Los miembros de las AUC indicaron que habían padecido en su niñez más que los demás grupos condiciones de extrema pobreza (hambre, retiro de los estudios de un hijo de la familia para que aportara al sostenimiento de la familia).

No se reportaron diferencias entre agresores y controles en cuanto al tiempo de residencia en Medellín y en el barrio ni en cuanto a la forma de tenencia de la vivienda en la familia de origen. Tampoco en lo referente a estresores en la familia actual.

Analizadas las similitudes y disimilitudes en lo referente a dos importantes formas de actitud y creencia que pueden estar asociadas con la agresión: la religiosidad y la percepción de oportunidades de progreso en la sociedad, se encontró que no hay diferencias en cuanto a la creencia en Dios, la práctica religiosa y los motivos para practicarla, excepto que 40-60% de los agresores severos y miembros de las AUC cree que los santos y la Virgen escuchan a los jóvenes que les rezan o les hacen ofrendas con el fin de que tengan éxito en sus actividades delictivas, lo que es significativamente diferente de los que creen los controles (11%). A primera vista, podría parecer que estos datos no están de acuerdo con lo reportado por otros estudios en los que se ha observado que la religiosidad está asociada a una menor agresión en los jóvenes,12, 13 en algunos casos con mayor relación entre las mujeres que entre los hombres.14 No obstante, uno de estos estudios reportó que la frecuencia de asistencia a los servicios religiosos no está relacionada con la agresión, aunque sí lo está inversamente la religiosidad de la persona, lo que coincide con nuestro informe, en el sentido de que no se hallaron diferencias en cuanto a la práctica religiosa entre agresores severos/miembros de las AUC y controles y la creencia extendida entre delincuentes severos y miembros de las AUC, más que en los controles, de que los seres celestiales ayudan en sus empresas delictivas a quienes les oran o les hacen ofrendas, lo que es una expresión de religiosidad contraria a lo enseñado por la Iglesia católica15 y, por ende, parece ser más una expresión de fetichismo que de sentimiento religioso. De todas maneras, los agresores incluidos en este trabajo no se han acogido a ningún programa de reinserción social y bien puede ser que tengan creencias religiosas diferentes de quienes sí lo han hecho. Con el fin de sopesar el valor que puede tener un programa de prevención terciaria de la agresión, como puede serlo uno de desaprendizaje de la violencia y reinserción social de agresores, bien vale la pena profundizar en las motivaciones religiosas de quienes se acogen y quienes no, con el fin de establecer si entre nosotros este puede ser un factor protector o de resiliencia que sea conveniente incorporar en la orientación de dichos programas.

La percepción de oportunidades de progreso en la sociedad presenta dos características llamativas: la primera, que la abrumadora mayoría de agresores y no agresores percibe que las personas de bajo estrato económico y social que terminan estudios superiores en entidades universitarias o tecnológicas de calidad tienen similares oportunidades de cumplir sus metas en la vida que las personas de estratos económicos y sociales altos; y la segunda, que cerca de la mitad de los agresores severos y miembros de las AUC presenta signos de anomia y manifiesta que para progresar en la vida y cumplir con sus metas es necesario involucrarse en actividades contrarias a las vías legales. Esto indica que se percibe entre los agresores severos y miembros de las AUC una imposibilidad de progresar por las vías legales en el caso concreto que viven ellos y los miembros de su entorno inmediato, lo que puede ser una expresión tanto de falencia de normas para vivir en sociedad, que recientemente reportamos como muy común entre los medellinenses hoy,16 como de falta de oportunidades o de sentido de futuro en una sociedad que se caracteriza por un estado de pronunciada injusticia social.17 Ante esta situación se presenta la otra cara de la moneda, una importante convicción, entre agresores y no agresores que sufren las mayores condiciones de marginalidad económica y social, de que la educación superior de calidad es un cambio hacia la superación, hacia el progreso. Consideramos que este activo social debe tenerse en cuenta tanto en las políticas y programas de prevención de la violencia, como en los de resocialización de agresores severos o desaprendizaje de la violencia.

La presencia de los padres en la familia de origen y el nivel educativo son diferentes entre los agresores y los controles. Resalta que los agresores tengan menor nivel educativo que los controles y que provengan en un 70% más que los controles de familias en las cuales no estaban presentes los dos padres. También, que los agresores severos y miembros de las AUC hayan tenido estresores en mayor proporción que los controles: asesinato de un miembro de la familia, desplazamiento forzado y problemas por consumo de alcohol y drogas. Estos hallazgos son concordantes con los de otros investigadores que han reportado la importancia para el desarrollo de conductas agresivas o delictivas de la interacción entre el niño, con características personales que lo hacen más o menos propenso a la agresión, y su medio ambiente inmediato, o sea las características de la familia, y otras como las pautas de educación y crianza, los antecedentes de estresores en la familia de origen y las condiciones del medio social y cultural en que se desarrolla el niño.18-19

No se halló diferencia en cuanto a la forma de tenencia de la vivienda y el tiempo de residencia en Medellín y en el barrio. Lo que no concuerda con lo reportado por Sampson, Morenoff y Earls, en el sentido de que la forma de tenencia de la vivienda, como expresión de nivel de pobreza, es un factor asociado a la agresión,20 lo mismo que la inestabilidad residencial, que ha llevado a Sampson y Laub a decir, siguiendo a Michel Foucault, que los agresores persistentes son una especie “nómadas sociales”.21 Bien podría ser que entre nuestros agresores persistentes, como los que fueron encuestados para este estudio, sean más importantes los estresores familiares en la niñez que la diferencia de nivel económico que se pueda observar entre quienes pertenecen a niveles económicos y sociales bajos, y que la inestabilidad residencial no sea un factor asociado a la agresión severa. Recientemente, Dong y colaboradores reportaron que más que la inestabilidad residencial, lo que está asociado a la generación de conductas de riesgo son las experiencias adversas en la niñez, ocultas tras el factor de confusión de cambios frecuentes de residencia.22

Los miembros de las AUC y los agresores severos comparten todas las características estudiadas para este informe excepto dos: los miembros de las AUC padecieron en mayor proporción, al borde de la significación estadística, condiciones de extrema pobreza; y el tener amigos en la banda, combo, grupo delincuencial o alzado en armas es un factor asociado a la pertenencia a bandas entre agresores severos, pero no a los grupos de las AUC. Estas diferencias merecen un estudio más cuidadoso.

Las características de nivel educativo de los miembros de las AUC que han ingresado al programa de desmovilización en Medellín reportadas por la Alcaldía son similares a las de quienes no se han incorporado al programa y a las de otros agresores severos. No son coincidentes las razones expresadas por los miembros de las AUC acogidos en el programa de desmovilización con los estresores que informaron haber padecido en el último año los miembros de AUC de este estudio.

Como principales conclusiones de este informe pueden presentarse las tres siguientes:

– Es importante documentar si los miembros de las AUC que no se han desmovilizado se diferencian de los que sí lo han hecho en cuanto a las características estudiadas, para definir las estrategias futuras de prevención terciaria o de resocialización de este tipo de agresores.

– De todas maneras, esta estrategia debería partir de la base de que los miembros de las AUC no desmovilizados comparten una serie de características con los agresores o delincuentes severos, y la orientación no puede, por lo tanto, sustentarse en los programas clásicos de resocialización de agresores de menor severidad.

– Los programas de prevención primaria de la agresión severa no pueden dejar de lado las características de la familia, las pautas de educación y crianza, la prevención de necesidades extremas, el fetichismo religioso, las medidas por una sociedad justa que provea a niños y jóvenes de estratos marginados oportunidades de progreso social por vías no delictivas, principalmente por medio de la educación superior de calidad y de posibilidades de ejercicio profesional digno.


Reconocimientos

Los autores agradecen a las doctoras Joanne Klevens (CDC, Atlanta, Georgia) y Nancy Guerra (Universidad de California, Riverside, California) por su asesoría en la planeación de este estudio.


Referencias

* Estudio financiado por el Instituto Colombiano para el Desarrollo de la Ciencia y la Tecnología (Colciencias) y la Universidad de Antioquia (Comité de Investigaciones, CODI). Contrato RC 511 de 2002 Colciencias-Universidad de Antioquia.

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