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Revista Facultad Nacional de Salud Pública

Print version ISSN 0120-386XOn-line version ISSN 2256-3334

Rev. Fac. Nac. Salud Pública vol.26 no.1 Medellín Jan./june 2008

 

INVESTIGACIONES

Un viaje que puede controlarse: consumo de drogas en niños en situación de calle

A trip that can be controlled: drug consumption among homeless children living in the streets.



Álvaro Giraldo1; Constanza Forero2; Mario A. Hurtado3; Jamileth A. Ochoa3; Luz M. Suárez3; Alejandra Valencia3

1Magíster en salud pública; Universidad de Antioquia; Medellín, Colombia. Correo electrónico: algipi@guajiros.udea.edu.co
2Enfermera, magíster en salud pública; Universidad de Antioquia; Medellín, Colombia
3Estudiante Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia



(Recibido: Febrero 14 de 2007; Aprobado: Octubre 17 de 2007)



Giraldo A, Forero C, Hurtado MA, Ochoa JA, Suárez L, Valencia A. Un viaje que puede controlarse: consumo de drogas en niños en situación de calle. Rev. Fac. Nac. Salud Pública. 2008;26(1): 11-7


Resumen

Este trabajo fue realizado con niños en situación de calle de la ciudad de Medellín, Colombia.
Objetivo: comprender desde la mirada de los participantes el significado de la droga y del proceso de consumo.
Metodología: estudio cualitativo etnográfico.
Resultados: el proceso de consumo de drogas, al que denominan “viaje”, puede traer beneficios o problemas a los niños mismos, según que los niños tengan dominio o no sobre las drogas.
Conclusiones: la curiosidad, la inducción, el ejemplo y los conflictos familiares inciden en el inicio del consumo. Según se tenga o no control sobre la droga, “el viaje” puede ser o no “bueno”. El control de la droga por parte de sus consumidores implica una coherencia entre lo que se tiene en la mente y las acciones que se realizan. Reflexiones: debe promoverse la investigación cualitativa en este campo para observar la experiencia de los niños desde su óptica y diseñar programas acordes con su realidad. Las instituciones deben hacer un acompañamiento real de los niños porque una de las razones para iniciar el consumo es la búsqueda de compañía; en estas circunstancias, mas que suprimir el consumo de droga es más eficaz enseñar a controlarlo.

Palabras clave: consumo de droga, experiencias, inicio de consumo, niños en situación de calle, significados


Abstract

This research was made with homeless children of Medellín, Colombia.
Objective: to understand from the children’s view the meaning of drug and the process of consumption. Method: qualitative ethnographic research.
Results: the process of drug consumption, what they call “the trip”, can bring benefit or trouble, depending on the control the children have on the drug.
Conclusion: curiosity, inducement, others’ example, and family conflict contribute to the beginning of consumption. Whether they have control over the drug, the “trip” can be or cannot be “good”; the drug control involves coherence between the things they have on their minds and the action they do.
Reflection: To encourage the qualitative research in this field in order to have the view of the children, and be able to design programs according to their reality. Institutions must accompany the children because one of the reasons to start consuming is the seeking of company. In these circumstances, but that to suppress the drug consumption we have to teach how to control drug consumption instead of eliminating it.

Key words: Drug consumption, experiences, beginning of consumption, homeless children, meanings.




Introducción

Los trabajos elaborados en Latinoamérica y en otros países sobre niños en situación de calle son abundantes. La mayoría no aportan cifras sobre el número de niños, grupos de edad ni morbilidad y generalmente parten de la mirada de los investigadores. Sobre el fenómeno de consumo de drogas, la literatura también es extensa, pero muy pocas investigaciones se enfocan a los actores. Ejemplo de ello son los trabajos realizados por Tenorio1 en Ecuador, quien encontró que para los niños de la calle la droga es parte de su vida y les da fortaleza y Castaño2 en Medellín, quien encontró que los niños inician el consumo por la presión de un grupo de pares.

La presente investigación hace parte del proyecto Vivir en la calle, violencia y consumo de droga. Una mirada etnográfica desde la salud pública, financiado por Colciencias y la Universidad de Antioquia, realizado en Medellín por docentes y estudiantes del grupo Cultura y Salud, de la Facultad Nacional de Salud Pública y la Facultad de Enfermería, durante los años 2005 y 2006 con niños en situación de calle, con el objetivo de conocer y comprender, desde la mirada de los participantes, el significado de la droga y del proceso de consumo. Se utilizó el enfoque cualitativo etnográfico, que permitió conocer y comprender el fenómeno.


Metodología

Este artículo pretende comprender, desde la mirada de los participantes, el significado que para ellos tienen la droga y el proceso de consumo. El enfoque utilizado es el de la investigación cualitativa, que “pretende dar cuenta de significados, actividades, acciones e interacciones cotidianas de distintos sujetos, observados estos en un contexto específico o en un ámbito de dicho contexto”.3

La investigación cualitativa es inductiva, interpretativa y no pretende dar explicaciones, sino comprender los fenómenos, teniendo una visión holística de ellos. El trabajo es de corte etnográfico porque permite describir y analizar los procesos culturales dentro de un contexto determinado, según Velasco y Díaz de Rada “como representación de una cultura”,4 o como afirma Reynaga, “consiste en una descripción de los acontecimientos que tienen lugar en la vida del grupo, destacando las estructuras sociales y la conducta de los sujetos como miembros de un determinado grupo, así como las estructuras de sus interpretaciones y significados de la cultura a la que pertenecen”.3

El elemento fundamental de la etnografía es la cultura, entendida, según Geertz, como “estructuras de significación socialmente establecidas”,5 las cuales son complejas, extrañas, contradictorias y son captadas para su interpretación. Esto es lo que Geertz ha denominado “descripción densa”5 y va más allá de la simple descripción, puesto que busca desentrañar esas estructuras significativas. Se pretende además, captar la visión de los niños en situación de calle (visión emic), a conciencia de que toda descripción en sí es una interpretación, como lo afirma Geertz: “La descripción etnográfica [...] es interpretativa, lo que interpreta es el flujo del discurso social”.5

Las técnicas utilizadas fueron las propias de la etnografía, como las entrevistas, las observaciones y el diario de campo.

Las entrevistas

Estuvieron encaminadas a conocer la historia de los niños y, posteriormente, se formularon preguntas más específicas que buscaban profundizar sobre aspectos y eventos de su vida en relación con el consumo de droga. Se realizaron en total 28 entrevistas con duración aproximada de una hora cada una. Se realizaron en distintos lugares y en ellas estuvieron presentes la mayor parte de los integrantes del grupo de investigación. Cada entrevista fue realizada por dos entrevistadores: uno efectuaba la totalidad de la entrevista, mientras que el otro tomaba nota sobre las preguntas que el primero no había realizado, para formularlas una vez este terminara. Esto aseguró la recolección más completa de información y la aclaración de aspectos que quedaban confusos en la primera parte de la entrevista. Se registraron totalmente en video y audio.

Las observaciones

Se llevaron a cabo en los diferentes escenarios frecuentados por los participantes: hogares, instituciones de apoyo, lugares que suelen recorrer en la ciudad. Para ello se contó con el apoyo de algunos niños en situación de calle, personal de las instituciones y adultos que tuvieron experiencias de vida en la calle y ahora trabajan en instituciones de apoyo. Estos recorridos, a la vez que sensibilizaron a las personas del grupo de investigación, favorecieron el establecimiento de contactos y la posibilidad de iniciar diálogo. Algunas de las observaciones se videograbaron para utilizar los registros en el proceso de análisis.

El diario de campo

En el texto figura como DC. Se llevó a cabo por parte de los integrantes del grupo. En él se registraron las actividades, las citas que se acordaban, las conversaciones informales, las expresiones de los niños, las observaciones, los comentarios a las entrevistas y los sentimientos y dudas generados por el trabajo de campo.

El análisis

Se hizo simultáneamente con la recolección de la información, como debe hacerse en toda investigación cualitativa. Para ello fue necesario garantizar que ambos procesos generaran resultados confiables y con calidad. Con ese fin, una vez se determinó que se trabajaría con niños en situación de calle, se les invitó a participar como integrantes del grupo de investigación y a lo largo del proceso adquirieron elementos de investigación cualitativa, lo que les permitió participar activamente, no solo en la recolección de la información, sino en el análisis y en la escritura del artículo. Su integración al grupo garantizó un mayor acercamiento a la mirada de los niños en situación de calle.

Una vez transcritas las entrevistas y observaciones, cada integrante del grupo leyó las transcripciones, escribiendo sus percepciones y sentimientos. Posteriormente se compartieron en forma grupal los comentarios generados por la lectura. Acto seguido se leyó cada entrevista, en voz alta, tratando de generar códigos; se agruparon en categorías y subcategorías y con ellas se diagramaron mapas para facilitar el análisis y se discutieron en grupo. En esta etapa, la participación de los niños en situación de calle fue fundamental, pues velaron por que se mantuviera su visión del fenómeno del consumo de droga, aclararon dudas y explicaron términos y procesos propios. Los niños en sus discusiones validaron los resultados, garantizando el predominio de lo emic. Además los resultados se presentaron en espacios académicos y en las instituciones de apoyo a los niños en situación de calle.

Dificultades y aciertos

Estos pueden ser un poco engañosos. Cuando se leen los resultados de las investigaciones, lo primero que viene a la mente es la grandiosidad de los hallazgos, que no reflejan las dificultades por las cuales pasan los investigadores. En ocasiones, tampoco se ven los avances o aciertos metodológicos. En el proceso de la investigación se tuvieron diversas dificultades: lograr el contacto inicial, por la desconfianza de los niños en situación de calle, generada por experiencias anteriores; la concertación de las citas, ya que el ritmo de vida diaria de los niños difiere del de los investigadores, pues no les preocupan ni los horarios ni las fechas; dificultades iniciales para que los niños que formaban parte del grupo de investigación realizaran las lecturas de artículos; imposibilidad de realizar una segunda o tercera entrevista, por los cambios de lugar de permanencia, porque eran detenidos por las autoridades, resultaban heridos o porque viajaban a otros pueblos o ciudades; desconocimiento por parte de los investigadores del mundo de los niños en situación de calle y dificultades en la trascripción de algunas entrevistas debido a los ruidos externos (carros, motos, conversaciones de las personas) que opacaron las voces de los entrevistados. También se dificultó inicialmente la comprensión de algunas de sus expresiones, por lo que fue necesario elaborar un glosario con los términos más utilizados por ellos.

Entre los aciertos cabe destacar la participación de algunos niños en situación de calle en el grupo de investigación, lo que aseguró los siguientes elementos: tener un predominio de la mirada emic (de los participantes) sobre la mirada etic (de los investigadores); ganar la confianza de los niños; emplear dos entrevistadores, lo que permitió mayor profundización en las entrevistas; incluir la lectura y la escritura individual de los comentarios en el proceso de análisis de la entrevista, a fin de facilitar la comprensión y el avance en el análisis. La vinculación de los niños al grupo de investigación permitió conocer su agilidad en el descubrimiento de los códigos y la discusión de los mapas conceptuales o mentales y lograr que el grupo no solo fuera académico o de investigación, sino que compartiera la vida social. Esto ha permitido que haya mayor compromiso y participación.

La ética

Fue parte integral del proceso. En las entrevistas, observaciones y diarios de campo, se recolectó solo la información necesaria para la investigación. En algunos casos, cuando se grababa y los niños querían compartir con el grupo de investigación hechos que podían comprometerlos con otros niños o con quienes manejaban el negocio de la droga, su distribución o elaboración o con las autoridades, se detenía el registro de audio y video y la información no se consignaba en los diarios de campo. Tanto para la aplicación de las entrevistas como para las observaciones se solicitó permiso a los niños y su participación fue voluntaria. Los datos se analizaron de forma global y cuando alguna información mereció ser precisada, se hizo de manera impersonal. Se tuvo como condición del trabajo de campo el respeto por todas las personas. A quienes participaron se les aseguró la confidencialidad y el respeto por sus opiniones.


Resultados y discusión

“Es mi vida la que viaja”

Mediante este trabajo se encontró que una de las primeras experiencias, cuando los niños salen de sus hogares e inician la vida en la calle, es el consumo de drogas, lo que coincide con lo planteado por Tenorio, quien afirma que “la droga es parte integrante de la vida en la calle”.1 A esta situación que perdurará durante años, ellos la denominan “el viaje”. Lo nombran así porque los saca de la realidad que están viviendo, los lleva a otros mundos, “los transporta a otras nubes”, los hace sentir acompañados. Llevar a cabo el viaje es una experiencia muy importante para los niños; en él se entregan completamente: “Si yo quiero hacer el viaje, no es la droga la que viaja; es mi mente, mi mundo, mi vida la que viaja”. (DC)

El viaje permite al niño tener diversas experiencias relacionadas con el estado de ánimo, sus pensamientos, lo que haya vivido en la calle, sus motivaciones, el tipo de droga que use y su entorno. Para realizar el viaje, los niños buscan lugares seguros, aislados, donde hay menos gente y disminuyen las posibilidades de ultrajes recibidos de otros. Existen similitudes con un estudio realizado por el Ministerio del Interior de España6 en catorce ciudades europeas, en que las personas prefieren consumir durante la noche porque en este momento se tiene poco control por parte de las autoridades: “De noche es más relajado. Hay menos peligro, menos gente y más seguridad”. (DC)

El viaje que se realiza puede ser incierto: “Un viaje de esos es [...] uno como que se despreocupa de lo que está sintiendo. Es triste porque uno está evadiendo lo que realmente está sintiendo. Pero lo difícil es regresar de ese viaje”. (E3 87)

Estos viajes les pueden brindar ciertas posibilidades y para ellos son “viajes buenos”; o les causan problemas y los consideran “viajes no buenos”. Los niños que consumen frecuentemente se autodenominan “consumidores”: “Si uno es consumidor, consume todos los días y empieza a ser como una rutina”. (E4-95)

“Hágale, que esto es bueno”

El consumo de drogas para los niños en situación de calle “hace parte también de los rituales de socialización, en un mundo donde casi la totalidad de habitantes de la calle consume algún tipo de sustancias sicoactivas”2. La experiencia del viaje se puede iniciar de varias maneras: la inducción, el ejemplo y la curiosidad; sin embargo, esta última parece hacer parte de cada una de ellas, lo cual coincide con lo que afirma Krause en un estudio de representaciones sociales en jóvenes, en el cual plantea que “el inicio del consumo incluye: la imitación, la búsqueda de aceptación de pares [...] la diversión, la búsqueda de sensaciones nuevas y la curiosidad”.7

La inducción se refiere al momento de inicio del consumo de drogas, donde los niños son incitados por sus compañeros o “parceros”, desconocidos o niños de algún combo o grupo donde ellos quieren ingresar. “Es cuando aparecen las drogas en relación con el otro, en el grupo de pares, con el parcero. Estas se convierten en ritual de iniciación a lo social”.8 “El grupo de pares de la calle constituye así no solo el medio principal de transmisión de valores y formas sociales, sino que a través de la presión grupal, determina el inicio en el consumo de sustancias sicoactivas, permitiendo el consumo de algunas y regulando incluso la frecuencia”.2

En ocasiones, la inducción se hace mostrando los efectos positivos de la droga como el hacer sentir bien, “tranquilizar”, “sacarlo a uno de este mundo”, “desaburrirse”. “Los significados positivos son determinados por grupos de la sociedad, los más relevantes son los conceptos utilitarios [...] Los conceptos utilitarios son los que los grupos de inicio de consumo tienen de cada droga, supervalorando los efectos positivos y desestimando los daños al organismo”.9 “Con la marihuana, ella fue la que me indujo. Hágale, vea, esto es muy bacano, lo lleva a uno a las nubes; con esto se desaburre un rato. Y yo: sí, venga.” (E6 - 125).

En los niños que apenas han llegado a la calle, el recuerdo de sus padres y hermanos los puede hacer dudar de si se quedan en la calle o regresan al hogar. Una forma de inducirlos es prometerles que el viaje les va a permitir no pensar tanto en la familia: “Hágale, que esto sabe muy bueno y esto la tranquiliza y deja de pensar tanto en la familia”. (E22 - 536)

De la misma forma, la vida compartida con sus padres y hermanos les brinda unas bases que durante algún tiempo permanecen con ellos y corresponde a quienes los inducen a echar por tierra esos principios para lograr que los niños inicien el consumo: “Hágale, que esto es bueno. Y yo: oiga, mi mamá me ha dicho que eso es muy malo. Y ellas: no le pare bolas a su mamá, que eso es mentira. Y yo: venga pues”. (E22 - 536)

El acercamiento al consumo de drogas puede ser rechazado o no y algunas veces se considera a los que los inducen como personas malas o “no amigas”: “Amigas muy malas, eso no son amigas, después que le digan a uno: vea, pruebe, que esto es muy bueno”. (E9 - 203)

Otra forma de iniciar un viaje es mediante el ejemplo y la imitación de familiares, parceros o desconocidos: “Se le pega a uno esas aventuras de los otros amiguitos. Uno quisiera ... experimentar, hacer lo mismo”. (E15 - 392) “A la final, la mamá tirando eso, los hermanos tirando eso; ¿qué más ejemplo va a coger? Uno, por la curiosidad, ¿no?”. (E13 - 291)

Además de la inducción, el ejemplo y la curiosidad, hay otras razones para que los niños inicien el viaje. Generalmente son los problemas que viven en el hogar con padres, padrastros o hermanos. Ellos piensan que de esa manera evaden los problemas: “Yo consumí sacol por los problemas y los conflictos que tenía en mi casa con mi mamá. No con mi mamá, más que todo con el padrastro mío”. (E10-209) “Mi mamá nunca me brindó cariño [...] entoes, no me paraban bolas y hasta que cierto día yo dije: qué va, vos no me querés a mi [...] entoes ahí fue donde yo empecé, a la edad de diez años a tirar vicio”. (E11 - 237)

“Le cojo el sabor a la droga”

Hay un término que usan los niños y que sirve para designar la situación que les permitirá disfrutar del viaje: “cogerle el sabor a la droga”. (E3-83) Esta situación hace que, al realizarlo, cambie su estado de ánimo, perciban cosas diferentes, disfruten o se vean como otras personas: “Mire que uno está muy aburrido, uno está muy triste, pero uno se mete un viaje con la droga y la droga ya lo pone a uno a reír, lo pone de otro ambiente”. (E10-20) “Todo me causaba risa y yo era feliz y dichosa [...] se creían que yo estaba feliz. Claro, yo estaba contenta de la traba tan berrionda”. (E4-95). “En un viaje tú te crees así: otra persona distinta”. (E20-458)

Además de que el viaje puede cambiar el estado de ánimo de la persona, también puede llevarla a no pensar; el consumo de droga les puede permitir dormir y relajarse. Esto se considera un beneficio que posibilita la evasión o desarrollar acciones que, en todas sus facultades, no serían capaces de realizar. De acuerdo con lo dicho por Menéndez, “el uso de drogas [...] tiene, en muchos casos, un tinte de resignación y adormecimiento, de huida de la realidad [...] esta huida paradójicamente permite enfrentar las presiones cotidianas, los malestares de la cultura que se multiplican”.10 “Uno cuando está en medio de la droga, no piensa”. (E10-209)

El consumo de drogas les permite a los niños tener alucinaciones, que pueden ser gratas. En algunos casos ven a sus familiares o a sus compañeros que han muerto o personas cercanas que les manifiestan su cariño y hasta les pueden dar consejos: “Yo un día estaba en una fiesta y estaba comida de sacol. Yo me pegué de esa bolsa. Yo veía a mi abuelita ahí acariciándome el pelo, hablando [...] ella me decía: yo no la quiero ver así”. (E10-211) “Yo llegué a probar el sacol [...] eso lo emboba y usted ve cosas que no son; todo lo que usted ve no es, no es la realidad, pero usted lo ve”. (E6-138) En otros casos, ven cosas o animales que no son reales, pero los sienten como si lo fueran: “Veía muchas cosas —ositos— [...] uno ve muchas cosas”. (E9-204)

El niño en situación de calle generalmente encuentra una familia11 que, además de protección y seguridad, le proporciona alimento o le facilita conseguirlo, pero se pueden dar momentos en los que sufra hambre y entonces recurre al consumo de alguna droga que le suprima esa sensación, lo que coincide con lo planteado por Castaño: “Los niños consumen inhalantes no solo para calmar el hambre y el frío, sino también para ‘matar’ el tiempo, sentirse ‘idos’, relajados y ebrios”.2 “El sacol quita el hambre por eso es que lo tiran tanto los niños de la calle”. (E6-138)

Por medio de sus experiencias, los niños deciden con cuál droga continuarán el viaje, y prefieren aquellas a las que “les cogieron el sabor”: “Solamente consumía marihuana porque me ponía a dormir. Yo dormía todo el día; si me fumaba dos o tres plones, ya ahí quedaba”. (E6-24)

En el estudio de Tenorio se encontró que “los niños buscan en la droga el bienestar y el placer que la sociedad y su familia les han negado o proporcionado en dosis insuficientes”.1

“Esto no es para mí”

La sensación de que el viaje no es bueno tiene que ver con situaciones particulares de cada niño, con los efectos que puedan causarles o con el tipo de droga: “Intenté chupar sacol, pero no me gustó. Eso lo sube a un viaje muy gonorrea, entonces lo saqué de taquito”. (E16-378).

En ocasiones los efectos que algunas drogas ejercen sobre el recuerdo pueden ser beneficiosos, pero en otras causa problemas al opacarlo o suprimirlo. Los niños realizan acciones de las cuales no son conscientes, como agredir, ser agredido o autolesionarse: “Y yo veía cómo se iban... se atentaban contra ellos mismos. Yo decía: no, esto no es para mí, no, esto no es para mí y nunca me gustó”. (E1-25) “La locura, porque al otro día me levantaba llena de sangre o, de pronto, cuando resulté con los tiros: ­ay, ‘jueputa!, ¿esto por qué? Yo: ¿pero por qué tengo esos tiros?”(E1-26)

“Aquí tengo que parar”

Es difícil hablar de terminación o finalización porque, como dicen los niños, “uno puede tomar la decisión de suspender el consumo” (DC), pero pueden ocurrir hechos que sirvan de detonantes y los hagan volver a este. Reflexionar sobre la difícil vida que llevan, darse cuenta de los cambios que la droga puede producir en su cuerpo y el deseo de estudiar les hace determinar la suspensión o disminución del consumo: “¿Qué quiero hacer yo? Terminar mi bachillerato este año, no dejarme llevar así por la droga”. (E21-474) “Las dejé de tomar [las ruedas], porque vi que me estaban llevando a una vida muy tenaz”. (E1-29). “Yo me vi como tan flaca, y yo: ­gas, que cosa tan fea! Y yo me vi tan fea, yo... dije: aquí tengo que parar; que sea lo que sea”. (E3-87) “Si hubiera seguido con la droga, ¿qué sería de mi? Nada, nada, porque yo llegué a mi casa, prácticamente un rejo, flaca de tanto tirar vicio”. (E10-220)

Algunas niñas, mientras están en embarazo o amamantando a su bebé, expresan su deseo de disminuir el consumo y en ocasiones lo logran, generalmente en forma parcial: “Entonces yo pensé: no —yo dije—, no, esto no es para mí, y ya después ya quedé en embarazo. Entoes ya ahí sí, más motivo para no tomarlas [las ruedas]”. (E1-29) “No, yo ya no. ¿No ve que ya tengo un hijo, mami? Ya el niño es sagrado. Y eso que yo a veces sí me las he tomado. Pa qué le voy a decir que no, pero [...] yo las dejé de tomar definitivamente”. (E1-29)

La pérdida de alguna persona cercana o agresiones como una violación los hace reiniciar el consumo de droga o aumentarlo: “Lo volví a coger [...] cuando murió el papá de mi hija. Otra vez recaí”. (E6-125) “Cuando mataron a [...], yo recaí, o sea, yo me sentí después muy mal”. (E3-86) “A los trece años me entregué más al vicio, después de que me violaron. Fue como mi desahogo cuando me violaron”. (E16-368)

“Vos a mí no me vas a manejar”

El viaje comprende, tanto el pensamiento como las acciones de quien lo realiza. Si hay una concordancia entre las acciones y el pensamiento, se puede decir que se ha logrado el control y, por lo tanto, es posible manejar la situación. Esto permite, no solo tener dominio sobre el proceso del viaje, sino también salir del consumo cuando lo deseen. La droga se convierte en su “amiga” y puede brindar “la sensación de compañía” a quien la consume: “O sea, la droga no es una acompañante, no, sino que lo hace sentir a uno así”. (E10-220) Para algunos, cuando se va a consumir una droga, se debe tener la seguridad de que puede ser manejada y se tiene control sobre ella: “Siempre he pensado que yo todo lo sé manejar; todo lo sé controlar muy bien, siempre [...] me he sentido en la capacidad de dominar lo que yo quiera”. (E1-25) “Yo siempre pensaba: [...] yo me voy a tomar esta rueda, pero es porque la voy a manejar [...] yo las miraba. En serio, vos a mí no me vas a manejar, pero me la voy a tomar”. (E1-26)

Cuando se tiene control sobre la droga, es posible “salir del consumo” total o parcialmente. Puede disminuirse y, por lo tanto, no se tienen problemas con ella. El control implica además no solo poder consumir hasta cuando se quiere, sino también realizar acciones acordes con lo que se tiene en la mente: “Ella se mete en la cabeza que tenía que encontrar a tal persona y hasta que no la encontraba y la agrediera, le pusiera problema, no estaba tranquila”. (E3-88) “Yo no amanecía en la calle, de pronto, por ahí tirada de la pepiza, no; yo, por muy rueda que estuviera [...] yo llegaba a mi casa, pero yo en la calle no me amanecía”. (E1-26)

Controlar la droga implica dominio del cuerpo, de los impulsos y de la droga misma: “Manejar la droga es controlar el efecto, no dejarse llevar por los impulsos que ella produce; que no es lo que la droga quiera, ni el deseo de la carne, sino lo que uno quiera”. (E1-97)

“Uno se deja llevar”

En el momento en que las acciones que realizan durante el viaje no están de acuerdo con sus experiencias y pensamiento, consideran que han perdido el control: “Se pierde el control cuando no se pueden manejar las situaciones que el entorno les presenta, cuando reaccionan de manera diferente a la cotidiana”. (DC)

Como proceso mental, el pensamiento en los niños está de acuerdo con la definición de Villarini,12 es decir, una construcción que realizan de forma cultural, que incluye la representación mental de su relación con el mundo. Por lo tanto, al momento del viaje, si no se actúa de acuerdo con una serie de comportamientos, normas y actitudes preestablecidas por ellos en la calle y que posibilitan la supervivencia, se considera que se pierde el control.

No se tiene control cuando la droga domina a quien la consume y en ocasiones se torna en una experiencia negativa, por lo que se decide no volver a consumir y la droga se convierte en enemiga: “La droga no es una acompañante, sino que, de verdad, es el propio enemigo de uno”. (E10-220)

Cuando no hay control, se dice que la droga “se adueña de uno” y “uno se deja llevar”. (E21-492) En este caso, se presenta una contradicción, porque se quiere parar, pero el cuerpo exige cada vez más:“Eso es muy berraco porque uno quiere seguir, así uno también no quiera, el cuerpo lo excita a que haga”. (E6-139)

A veces no es necesario probar la droga para saber que no se va a tener control sobre ella, basta observar a otros y decidir no consumirla: “Yo siempre he pensado que el sacol es algo que yo creo que no puedo dominar, pues al ver que ellos no lo pueden dominar”. (E1-25) Cuando la droga no se controla, además de producirles rechazo, les significa situaciones negativas: “Una perdición ni la hijueputa”. (E16-372) “Una gonorrea; eso es algo que si uno se deja llevar de esa chimbada, lo mata a uno”. (E16-372)

No tener el control hace que el niño realice acciones que no hubiera querido y genere remordimiento una vez pasa el efecto de la droga: “Yo me encontré con alguien con la que tuve un problema y de esas cosas de la vida que la encendí a puñaladas, o sea, al otro día cuando yo desperté, me di cuenta que me salí de control”. (E26-578)


Conclusiones

  • Los niños en situación de calle consideran la droga como “el viaje”, que puede ser “bueno” o “malo”, según las diferentes experiencias, sensaciones y resultados obtenidos.
  • La curiosidad, la inducción, el ejemplo y los conflictos familiares desempeñan un papel importante en el inicio del consumo de droga entre los niños.
  • Los grupos o “parceros” que inducen al consumo de las drogas utilizan argumentos que maximizan sus efectos positivos o minimizan los principios familiares.
  • Cuando “le cogen el sabor a la droga”, el viaje es bueno, los niños disfrutan de él, se sienten acompañados y los efectos les permiten actuar y enfrentar las situaciones que les presenta la calle.
  • Cuando los niños consumen y actúan de acuerdo con el pensamiento que tienen, consideran que logran el control y que la droga es su “amiga”. Esto permite salir de ella cuando lo deseen.
  • Cuando el viaje es malo, los niños realizan acciones de las cuales no son conscientes y cuyo recuerdo los afecta negativamente. Puede suceder también que, una vez regresen del viaje, no recuerden lo que hicieron.
  • Se tiene el control sobre la droga cuando las acciones que se realizan durante el consumo y después de él son coherentes con los pensamientos del consumidor.
  • No se tiene el control cuando la droga se convierte en una experiencia negativa al no actuar de acuerdo con el pensamiento y experiencia propios. En este momento no se puede salir de la droga debido a que es una “enemiga”.
  • Los niños suspenden de forma voluntaria el consumo por razones de imagen personal, estudio o embarazo, en el caso de las adolescentes. Hay situaciones extremas que hacen que aumenten o disminuyan el consumo de forma intempestiva, como la violación o la muerte de un ser querido.

Reflexiones

  • Los niños en situación de calle llegan a la droga por la necesidad de compañía, por lo tanto, las instituciones y programas que trabajan por ellos deben acompañarlos para que no tengan necesidad de buscar la droga.
  • Se debe promover la investigación cualitativa en este campo que permita obtener la visión de los niños para diseñar programas acordes con la realidad que viven.
  • Los programas de asistencia no deben velar por suprimir el consumo de droga en los niños, sino enseñarles a controlarla para que sea más fácil salir de ella.

Colaboradores

En diferentes fases del trabajo contamos con la participación de Biviana Montoya, estudiante de la Facultad Nacional de Salud Pública; Sandra Liliana Ramírez, Leidy Tabares y Luis Fernando Abril, participantes investigadores y Lina Marcela López, trabajadora social egresada de la Universidad de Antioquia.


Agradecimientos

A Colciencias y la Universidad de Antioquia por el apoyo económico; al doctor Adrian Buzzaki, de la Universidad de Alicante, por las orientaciones en el proceso de análisis de las entrevistas; a la Facultad de Enfermería y la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Antioquia; A las directivas y niños del Centro de Acogida.


Glosario

Bacano. Expresión de agrado frente a algo.

Chimbada. Asunto sin importancia.

Chupar. Inhalar Sacol.® Pegamentos derivados del petróleo, acetona, etc. que son inhalados con fines alucinógenos, principalmente por los menores de edad.

Comido. Estar al tope.

Encender a puñaladas. Apuñalar de forma compulsiva.

Entoes. Entonces.

Gonorrea. Término despectivo que identifica algo indeseado; insulto.

Parar bolas. Prestar atención.

Pepiza. Estado generado por el consumo de drogas sintéticas.*

Plon. Aspirada de cigarrillo.

Rejo. Aspecto desagradable de algo o alguien; flaco.

Estar rueda. Estar bajo el efecto de drogas sintéticas.

Sacar de taquito. Eliminar de forma inmediata.

Tenaz. Asunto difícil o duro.

Tirar. Consumir alguna droga.

Berraco. Arriesgado.

Berriondo. Sensación referida a un asunto de impacto fuerte.


Referencias

1 Tenorio R. Fundación nuestros jóvenes. Los niños en la calle y el uso de drogas. Quito: Síntesis; 1989. Serie: Los niños en la calle. El Sistema de Drogas Ecuatoriano.        [ Links ]

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* Sustancias o mezclas de sustancias exclusivamente sicoactivas producidas a través de medios químicos cuyos componentes activos no se encuentran en la naturaleza

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