EDITORIAL

Un escenario para la Atención Primaria en Salud

El devenir de los sistemas de salud del mundo ha transitado en los últimos decenios por senderos algunas veces divergentes con respecto a la vinculación de las políticas públicas y la asignación de los recursos hacia sectores prioritarios de la población. Es una constante histórica que los trascendentales redireccionamientos del sector salud se encuentren vinculados a momentos importantes de la geopolítica mundial.

En este sentido se pueden relacionar la Conferencia de Punta del Este, celebrada en abril de 1967, en donde se formulan los principios que conforma el sistema Interamericano, con las orientaciones que la Organización Panamericana de la Salud (OPS) planteó en los años sesenta, las cuales impulsaron en la región los modelos de planificación de salud basados en el modelo CENDES/OPS con la incorporación de una fuerte presencia en los niveles de rectoría del sector. Esto implicó una vinculación del sector de la salud al desarrollo socioeconómico ajustada al modelo capitalista. En su momento estos acontecimientos determinaron un nuevo rol de los Estados bajo unas condiciones de enfrentamiento entre unas seudodemocracias ubicadas a espaldas de las necesidades de los pueblos y el surgimiento de un proceso de implantación de estados de orientación marxista-leninistas como reflejo del triunfo de la revolución cubana. Una concepción de planificación centralizada con un papel hegemónico del sector público y las agencias de seguridad social avanzaron hacia objetivos de consolidación de los sistemas nacionales de salud.

En 1978 con la conocida Conferencia Internacional de Atención Primaria celebrada en Alma Ata, convocada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) se logra poner en acuerdo a países de todas las orientaciones políticas hacia metas de cobertura universal con amplia participación social. El mundo, entonces, pasaba por una época de gran desarrollo técnico científico al lado de profundas desigualdades e injusticias sociales entre países. El marco geopolítico de la conferencia lo constituía el Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI). Esta oportunidad no logró prosperar. Las intenciones económicas y de salud para todos no pasaron de ser una débil quimera frente al arrollador impacto que estuvo enmarcado con la caída del muro de Berlín y el fin del bloque soviético.

Frente al derrumbe del modelo socialista, a partir de los años noventa se torna hegemónico el paradigma capitalista y con la formulación del Consenso de Washington, se planteó un paquete de medidas económicas pensado originalmente para los países de América Latina, y que luego se convirtió en un programa general para los países en desarrollo con graves consecuencias en la calidad de vida de los pueblos. En 1993 con la publicación del informe del Banco Mundial “Invertir en Salud” se inicia un periodo de expansión de las llamadas reformas sectoriales que buscaron incorporar modelos de mercado en la financiación y prestación de los servicios de salud. Atrás quedó el horizonte de salud para todos frente al imperativo de otorgarle a los sistemas sanitarios criterios de eficiencia económica. Los Estados se replegaron a un rol mínimo y la llegada de agentes económicos privados dieron una configuración de empresas rentables a las que históricamente venía siendo concebidas como entidades de salud establecidas bajo principios de utilidad común con metas de bienestar social.

Hoy el mundo asiste a una profunda crisis económica que mueve los cimientos al modelo de mercado en un escenario de baja regulación gubernamental y se desploman los mercados mundiales. En el estadio inicial se escuchan voces que reclama la intervención pública con medidas económicas conducentes al salvamento de las empresas privadas afectadas. Sin embargo dentro de una visión coherente con una ética de lo público, lo que el mundo reclama es la renovación de los modelos de estados de bienestar con amplia participación de los Estados en la regulación económica y la renovación de metas de gran impacto social.

Por ello hoy mas que nunca es imperativo darle vía libre a lo que la oms denomina la Atención Primaria en Salud Renovada, pues las reformas sectoriales de la última década dejaron una gran deuda social y ha sido imposible ocultar el deterioro de importantes indicadores sanitarios, el surgimiento de enfermedades reemergentes y el bajo impacto en la cobertura y la calidad que se desprende del incremento de los gastos en el sector salud. Una importante franja de los presupuestos sanitarios se ha destinado a objetos diferentes de la atención de los problemas, de salud, siendo aplicados en asuntos de carácter administrativo, gestión de pólizas de aseguramiento, costosas bases de datos aplicadas solo para demostrar la posesión de un derecho que por su esencia debería ser universal, gastos en sistemas de auditoría e interventoría, márgenes de utilidad a los empresarios y una gran cuota de corrupción.

La incorporación de los principios y estrategias de la aps en la gestión de los sistemas de salud en sus niveles territoriales constituye una ruta clara para el logro de los compromisos que frente a los Objetivos del Mileno corresponden al sector salud, los cuales difícilmente pueden lograrse con el modelo de mercado vigente.

Nuestra Facultad Nacional de Salud Pública aporta a este proceso con la celebración del Sexto Congreso Internacional de Salud Pública con el tema de “Atención Primaria en Salud. Un compromiso de todos con la equidad” que tendrá lugar en Medellín Colombia los días 11, 12 y 13 de junio del 2009. Es importante que las voces de quienes tenemos esperanzas en un sistema de salud realmente justo, equitativo y universal estén presentes en este certamen y desde allí podamos catapultar propuestas ajustadas a las metas sociales de la humanidad.

Álvaro Olaya Peláez
Editor