EDITORIAL

Por una apertura de la comunicación científica

Estamos asistiendo a un momento histórico en donde el componente de ciencia y tecnología de la sociedad se incorpora en la agenda de las políticas públicas como un ingrediente indispensable del desarrollo social y económico de las naciones. Cada día se hace más evidente la necesidad vincular a los investigadores con otras esferas de la sociedad diferentes al círculo, algunas veces cerrado, de lo que se denomina la comunidad científica. Investigar y publicar desde los científicos y para los científicos ha sido una práctica común en la historia de la modernidad, lo cual generó la existencia de una organización insular excluyente, semejante a un selecto club en donde solo tienen cabida quienes comparten una compleja trama de lenguajes, saberes y paradigmas científicos. La ciencia tenía su templo y las revistas científicas fungían de vestales con el compromiso de mantener vivo el fuego divino de la ciencia. Mientras tanto la población en general se limitaba a esperar a que algunos de sus logros alcanzaran la suficiente resonancia para que los medios masivos de comunicación los convirtieran en noticia y de esa forma, rodeados de un aparato mediático se masificaran los resultados. Hemos asistido a un abismo entre el mundo de la ciencia con su lógica excluyente y muchas veces elitista y el escenario social exterior que en última instancia debe ser el beneficiario de la investigación.

La comunicación científica en una sociedad que busca superar los escollos del subdesarrollo por medios idóneos exige a las revistas especializadas replantear su papel y aproximarse hacia metas que hagan posible cerrar la brecha del saber de tal manera que la sociedad se convierta en asociado y beneficiario de la causa. No olvidemos que dentro de propuestas de democratización de los asuntos públicos, los vínculos entre la sociedad civil y el estado se constituyen en vehículos para la formulación de políticas públicas. Se trata de buscar un compromiso ciudadano con la ciencia y en lo posible lograr en el público visiones suficientemente fundamentadas para vincularlos con la gestión de decisiones que involucren estos tipos de conocimientos y que afecten diversos sectores de la sociedad. El apoyo a este proceso de parte de los ciudadanos comprometidos con la ciencia y la tecnología le otorga un nuevo sentido a la ciencia y a su vez fortalece la gestión de lo público. Algo que debemos evitar es que se menosprecie la capacidad de la población para acceder a la información científica.

Las características particulares del tema central de esta publicación, la salud pública, reclaman con más urgencia la apertura de sus contenidos a amplios grupos de población. Asumiendo los fundamentos conceptuales de la promoción y la atención primaria en salud, la sociedad civil a través de sus formas organizativas autónomas asume el derecho y el deber de participar de manera activa en la conducción de los sistemas de salud y los académicos e investigadores estamos comprometidos en poner al alcance de ellos el fruto de la labor investigativa. En concordancia con los enunciados de Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación de Colombia (Colciencias) ofrecemos nuestra publicación como un medio más para que la sociedad cuente con una cultura científica, tecnológica e innovadora; que sus regiones y la población, hagan presencia en las estrategias y agendas de investigación y desarrollo.

Desde nuestra publicación nos comprometemos a avanzar en la generación de condiciones para lograr estos nuevos escenarios de comunicación científica. Como primer paso se ha dispuesto del acceso libre a todos los contenidos a los cuales se puede llegar ya sea directamente en la plataforma de la revista o por medio de buscadores generales disponibles en la red. Esto sin olvidar el permanente esfuerzo por estar presentes en las bases de datos con acceso a la comunidad académica. Falta aún mucho camino por recorrer, pues es evidente que la estructura de las colaboraciones está sujeta a unas normas rigurosas que han sido inherentes a la escritura científica y por eso mismo no siempre acuden a un lenguaje amigable y comprensible para lectores que no hayan estado sumergidos en el campo de las disciplinas académicas. Una vez abiertos los canales de acceso a la comunidad en general, debemos propiciar espacios de diálogo entre investigadores y público que de manera gradual vayan construyendo un escenario de comunicación con contenidos y códigos compartidos. La meta es que exista un espacio de encuentro entre investigadores, sociedad civil y formuladores de políticas aunando esfuerzos hacia una sociedad incluyente que se apropie de los beneficios sociales.

Álvaro Olaya Peláez
Director