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Revista Facultad Nacional de Salud Pública

Print version ISSN 0120-386XOn-line version ISSN 2256-3334

Rev. Fac. Nac. Salud Pública vol.28 no.1 Medellín Jan./Apr. 2010

 

INVESTIGACIONES

La función del embarazo en adolescentes sobre la resignificación de la sexualidad

The role of adolescent pregnancy on the new meaning of sexuality



Sandra Castrillón C1.

1 Psicóloga, magíster en investigación psicoanalítica, docente de pediatría y puericultura de la Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia. Correo electrónico: sandraelenac@yahoo.com




Castrillón S. La función del embarazo en adolescentes sobre la resignificación de la sexualidad. Rev. Fac. Nac. Salud Pública 2010; 28(1): 42-47

RESUMEN

El artículo expone los hallazgos efectuados en la investigación realizada dentro del contexto de la maestría en investigación psicoanalítica del Departamento de Psicoanálisis de la Universidad de Antioquia en el año 2008.
Objetivo: responder a la pregunta por la función que cumple un hijo para una mujer adolescente en la resignificación de la sexualidad infantil. Metodología: entrevistas a siete mujeres adolescentes entre los quince y los diecisiete años, cinco embarazadas y dos que ya son madres.
Resultados: las adolescentes quedaron embarazadas a partir de su deseo, no por la ignorancia en cuanto a métodos anticonceptivos o a factores externos a ellas. A través del embarazo y de la posterior presencia del hijo, se tramitan asuntos simbólicos que es preciso resolver en la adolescencia: el duelo por los objetos parentales, el cuerpo de la infancia y el rol infantil.
Conclusiones: el embarazo y un hijo en la adolescencia le permiten a la joven resignificar la sexualidad infantil, donde están incluidos los objetos más antiguos del sujeto: los parentales.
Discusión: estos hallazgos se presentan como novedosos porque aquí se muestra una explicación desde la elección del sujeto, desde su responsabilidad subjetiva.

Palabras clave: adolescencia, resignificación, feminidad, embarazo, hijo

ABSTRACT

This article presents the findings of the research accomplished in the master in psychoanalytic research for the Department of Psychoanalysis in the University of Antioquia in 2008.
Objetive: to respond to the question about the function that a child has for a teenager woman in the process of resignifying infantile sexuality.
Methodology: seven adolescent women with ages ranging from 15 to 17 years were interviewed, five girls were pregnant and two were already mothers.
Results: teenagers became pregnant from her desire, not because of ignorance about contraceptive methods or factors external to them. Through pregnancy and the subsequent presence of the child, symbolic issues are handled to be resolved in adolescence: the duel for the parental objects, the body of the child and the child role.
Conclusions: pregnancy in the adolescence allows the young woman to resignify the infantile sexuality, where the oldest objects of the subject are included: the parental objects.
Discussion: these findings become innovative because in this research an explanation is offered from the point of view of the choice of the subject, in terms of his subjective responsibility.

Key words: adolescence, resignification, femininity, pregnancy, child




Introducción

En el ámbito de la maestría de investigación psicoanalítica del Departamento de Psicoanálisis de la Universidad de Antioquia, surgió la pregunta por el embarazo en las mujeres adolescentes de la ciudad de Medellín. Mientras que el referente teórico era el psicoanálisis, la intención de la investigación apuntaba a dilucidar cuál era la función que podía tener un hijo para una mujer en la adolescencia, considerada esta última como un momento subjetivo, esto es, un momento de elaboración, más que como ciclo cronológico delimitado por años. La adolescencia, entendida como el reencuentro inconsciente del sujeto con aspectos muy antiguos de su infancia, especialmente de la sexualidad infantil, no puede delimitarse de manera precisa en un período cronológico, aunque por lo general se lleva a cabo en aquellas edades en las cuales la pubertad hace su aparición con sus consecuencias asociadas a este ciclo vital.

Se sabe que la pubertad ocurre entre los once y los quince años, aproximadamente; de allí que pueda decirse que la mayoría de los sujetos vivencian la adolescencia entre los once y los veinte años, pero como ya se ha escrito, no siempre es así: la pubertad no siempre produce la adolescencia en tanto elaboración; otros eventos pueden dispararla, tales como el enamoramiento, los ideales políticos o religiosos, o un evento significativo para el sujeto que lo disponga a una elaboración de su infancia.

Cuando se hace investigación con el psicoanálisis, se tiene en cuenta, de entrada, que se trabaja con el sujeto del inconsciente, esto es, con contenidos que el sujeto probablemente no conoce. Esto quiere decir que, a través de la palabra, el sujeto produce un saber para sí, aunque no sea consciente de la elaboración que se está efectuando, pero a partir de lo cual surgen consecuencias mediante pensamientos y actos. En la clínica, lo que se capta en la escucha es devuelto al sujeto como un señalamiento. El investigador utiliza los conceptos para poner a funcionar una escucha que capte ese desvelamiento del inconsciente que puede surgir en la entrevista, para luego revelarlo como parte del hallazgo investigativo, a partir de lo cual se fortalecen los conceptos mismos.


Metodología

Para la investigación se eligió una población objetivo de siete adolescentes con edades entre los quince y los diecisiete años; dos de ellas ya eran madres y cinco estaban embarazadas. Los criterios de elección de la población eran dos: uno, que estuvieran en los rangos de edad en los que por lo general se produce la adolescencia subjetiva, tal como se la considera en el psicoanálisis y que está definida más arriba; y dos, que estuvieran embarazas o que fueran madres. Debido a que se tenía cercanía con las instituciones educativas Tulio Ospina y Javiera Londoño del municipio de Medellín, las adolescentes fueron contactadas en estos espacios. Su nivel de escolaridad está situado entre décimo y undécimo grado.

A cada una de ellas se le realizaron entre dos y tres entrevistas semiestructuradas, de aproximadamente treinta minutos de duración, grabadas en casete y luego transcritas, para lo cual las jóvenes dieron su consentimiento. La entrevista iniciaba mediante preguntas que apuntaban a indagar por las razones que tenían las adolescentes para embarazarse, pero era a partir del discurso de las jóvenes como surgían los interrogantes mismos. De esta manera, los resultados, las conclusiones y los hallazgos que se muestran en el presente artículo responden a las elaboraciones que las jóvenes efectuaron en las entrevistas y a la construcción teórica llevada a cabo desde los primeros capítulos de la investigación. En concordancia con esto, los resultados que se exponen a continuación no pretenden generalizarse ni postularse como definitivos ante la pregunta de cuál es la función de un hijo para una mujer adolescente.


Resultados

Como parte de los resultados, pudo encontrarse, mediante el rastreo del estado de la cuestión (1), que la mayoría de los investigadores consideran que, por lo general, cuando una mujer queda embarazada en la adolescencia, algunos aspectos aparecen como problemáticos, tales como el económico, puesto que los gastos y la manutención del niño pasan a ser un asunto que deben enfrentar los padres de la adolescente. También se ven afectados aspectos sociales, en tanto que esa adolescente tendrá mayores dificultades para terminar su preparación académica, lo que interfiere con procesos sociales más globales y amplios: la disminución de la preparación académica y, como consecuencia de ello, la disminución de la producción cultural de una población especifica afecta el desarrollo de un país, y esto, a su vez, repercute en aspectos psicosociales a escala mundial.

Se encontró también que el embarazo y el puerperio de una mujer muy joven traen mayores costos al sistema de salud, por la rigurosidad que debe estar presente en los cuidados clínicos y hospitalarios, pues una mujer en los primeros años de la pubertad (entre los diez y los catorce años), debido a la inmadurez biológica, tiene mayores riesgos de presentar preeclampsia y amenaza de aborto; además, los cuidados del posparto deben ser más rigurosos en pro de la salud del bebe y de la madre (2). Los investigadores han señalado como causa de este fenómeno la pobreza, la falta de conocimiento sobre métodos anticonceptivos y las pocas oportunidades laborales para la mujer (1).

En la investigación se pudo construir que la adolescencia es un momento subjetivo en el que se pasa por elaboraciones que están en relación con la vida infantil. Es en la infancia donde se dan las primeras vivencias afectivas y sexuales con mayor presencia, en tanto la educación aún no ha efectuado su trabajo de represión. De acuerdo con Freud (3), quien escuchó el retorno de la infancia a través del discurso de sus pacientes, esas vivencias afectivas y sexuales están dirigidas a los padres, los cuidadores del cuerpo indefenso del niño, pero a la vez, primeros objetos de amor, que se invisten de contenido sexual. Al proceso de cuidado que la madre realiza se le ha llamado el maternaje (4), el cual contiene tanto los cuidados esenciales para la supervivencia del niño como la estimulación de su despertar sexual, lo cual no sucede de manera consciente entre el niño y la madre. Entre las pérdidas más importantes de la infancia se encuentra el distanciamiento que experimenta cada sujeto de sus objetos sexuales primeros, esto es, los parentales, como imperativo de crianza o sujeción a la cultura.

El modo como vivencia un niño esa historia infantil y como se dan los procesos de represión (educación) que también le vienen de los padres es lo que retorna más tarde, en ese momento subjetivo que se ha llamado adolescencia. Este momento, que es entonces la reelaboración de la infancia, se inicia a propósito de un evento, como puede ser la pubertad, el enamoramiento o un acontecimiento social. La educación mantuvo la libido (energía sexual) al servicio de la formación académica y social en un momento que Freud designó como de latencia (5), pero eventos como los que se acaban de enumerar vuelven a dirigir la libido hacia los objetos antiguos: los parentales. Ello pone al sujeto en una vacilación que lo lleva a interrogar por la sexualidad (qué objeto elegir, ahora que no pueden ser los padres). La norma (el ideal del padre de la infancia) se cuestiona, e incluso, se interroga por el lugar que ocupará socialmente.

Estos procesos se dan desde la historia particular de cada sujeto; cada uno hará estas elaboraciones en el tiempo que su lógica subjetiva le permita, esto es, de acuerdo con su íntima historia de crianza. Podría suceder que algunos sujetos no pasen por la elaboración de la adolescencia o que eternicen el proceso hasta una edad avanzada.

Otro de los resultados es que el estrato social, el nivel académico y el desconocimiento de los métodos anticonceptivos no son factores que aparezcan en el discurso de las jóvenes entrevistadas al ser interrogadas por el embarazo o el hijo en ese momento de sus vidas. Que estas particularidades se presenten no implica que los sujetos que habitan en esas condiciones tomen como medida de salvamento el embarazo y la maternidad. Ellas lo expresaron así en sus palabras: “Me dieron como ganas, entonces yo le dije a mi novio que yo quería tener un hijo” (adolescente, madre de 17 años). “Fue consciente. Sabíamos que eso iba a pasar. Nos relajamos. Fue así como cinco meses” (adolescente, embarazada, 17 años).

Para estas jóvenes entrevistadas, el embarazo no significa lo mismo que la maternidad. El embarazo es una tentativa mediante la cual se trata de dar resolución a una serie de conflictos psíquicos. Lo primero que aparece es que el embarazo es deseado para estas jóvenes; no se nombra como producto de la falta de conocimiento sobre los métodos anticonceptivos o como consecuencia del nivel económico o educativo. Por ello la pregunta que atravesó la investigación consistió en indagar cuál era la función del embarazo o del hijo para algunas adolescentes: si una vez nacido el hijo, la madre manifiesta displacer en cuanto a su cuidado. La siguiente viñeta da cuenta de cómo ésta adolescente refiere haber deseado el niño, en el tiempo del embarazo, y luego, define otra posición frente a él:

“Ya después de lo hecho no hay deshecho; yo lo quería tener y ya. Yo a él lo quiero mucho a pesar de todo, de todas las dificultades que yo tuve, pero... me dañé la vida, porque yo lo quería tener, pero me la dañó. Yo no sabía que eso era tan duro; aunque muchas personas me decían que eso era muy duro, yo no lo tomé en cuenta.”;

Yo ahora, sinceramente, no me arrepiento de haberlo tenido, porque yo lo tuve fue porque quise, pero en algunas cosas sí me arrepiento, porque es como decir:

“Mi mamá no es alcahueta, mi mamá no me lo cuida para yo salir a divertirme”. Yo pensé que eso no se iba a acabar, y ya veo que sí; a veces hasta lloro, porque me toca quedarme allá en la casa encerrada, con él, yo veo que eso es muy duro (adolescente, madre, 17 años)”.

En el embarazo, el bebé como tal, en cuanto niño encarnado, no está en juego aún, no adquiere un estatus real. En torno a él se pueden construir fantasías, tramitar mediante la ensoñación de la espera elaboraciones que no pasan por la conciencia ni por la palabra. Las elaboraciones tienen que ver con la irrupción de la pubertad, las construcciones que traza alrededor de los objetos de la infancia (parentales) y el lugar que le dará a un partenaire.

Es así como la transformación que causa el embarazo en el cuerpo oculta o engrandece la transformación puberal que requiere de una introyección y elaboración. El desconcierto ante la metamorfosis del soma es vivido por algunas adolescentes como angustiante y no se elabora mediante lo simbólico, como lo permite un rito social o los elementos decorativos del encuentro de pares. El embarazo permite entonces tramitar la irrupción de la pubertad, pero sin que la adolescente se haga cargo de ello conscientemente:

“Cuando yo lo conocí a él, yo era así, y él me leía libros de autoestima, me hacía preguntas: que no sé qué; y sí me ayudó, porque yo era toda descuidada y luego me empecé a maquillar; y él me decía: “Ya no es la misma de antes, ya ha cambiado mucho”. Pero ya ahora pienso por el embarazo, me tengo que cuidar mucho. Yo antes me veía tan fea, que yo no me vestía como una mujer, parecía un hombre con una ropa ancha, negra, como esa gente que son alternitos, que se visten de negro. No era nada femenina, hasta que lo conocí a él; por él empecé a cambiar (adolescente embarazada, 17 años)”.

La relación con los padres de la infancia que retorna se resuelve mediante el hijo esperado, construyendo alrededor del embarazo discursos y significaciones en torno a los padres. Eso explica por qué la mayoría de estos niños vienen en relación con los padres de la joven. Se trata de un hijo que habrá de ofrecérseles, un hijo que dificultará o permitirá el desasimiento de la autoridad parental. Lo dificulta, en tanto un niño las unirá más a ellos subsumiéndolas en una posición infantil, pues, en la mayoría de las adolescentes entrevistadas, a partir del nacimiento del niño, la joven debe renunciar a gran parte de su vida social y ha de requerir de apoyo monetario por parte de sus padres para la manutención del bebé.

Pero un hijo, como pudo ilustrarlo uno de los casos, también puede facilitar dicho desasimiento, pues sería la vía de salida del entorno familiar. Sin embargo, es importante señalar cómo en la mayoría de las veces estas jóvenes eligen como padres de sus hijos a muchachos que no van a propiciarles ese desasimiento por su propio momento subjetivo y por sus condiciones económicas y sociales: “Mi novio es muy infantil, pero muy lindo. Se puso feliz cuando supo lo del embarazo, pero era que no había pensado que tenía que comprar pañales, en que tenía que trabajar” (adolescente, embarazada, 17 años).

Asimismo, de acuerdo con sus palabras, la presencia de ese hijo no va a permitirle a la joven la construcción de lazos sociales, en tanto las nuevas obligaciones dificultarán que asuma de manera autónoma su rol en lo social, su protagonismo en la cultura y el disfrute de espacios sociales propios de sus vivencias:

“No, que las jóvenes no se pongan a tener muchachitos tan ligero, que eso le arruina la vida mucho a uno, y ya. Que un hijo es una responsabilidad muy grande, tanto en lo económico como en lo... Uno ya no es lo mismo, ya tiene que pensar primero en él que en uno. Primero uno pensaba: “Me voy a comprar estos zapatos”, pero el niño ya no tiene pañales, entonces ya tiene que comprarle uno los pañales a él en vez de comprarse los zapatos; entonces ya no es lo mismo, es una responsabilidad muy grande (adolescente madre, 17 años)”. “Porque ya salgo de estudiar, ya voy a estar con el niño, porque pues, lo cuidaba mi mamá; ya, si voy a estar con él, ya me toca tomar el papel de mamá y que me toca cuidar de él, trabajar por él; ya voy a ver como qué es ser mamá, ya si voy a empezar a ver (adolescente madre, 17 años)”.

Algunas de las adolescentes entrevistadas dan cuenta de que hay en ellas una dificultad en la elección de objeto, esto es, de un compañero afectivo y sexual, por fuera de los objetos parentales, uno de los aspectos más importantes a resolver en la adolescencia. Freud aseveró que estos objetos primeros siguen siendo los modelos a través de los cuales se eligen los posteriores, pero bien puede darse el caso de que resulten muy difíciles de suplir. Freud fue reiterativo en mostrar cómo la mujer vive impedimentos más frecuentes respecto al cambio de objeto parental (6), lo cual se debe a la particularidad de la estructuración psíquica femenina, en la cual el primer objeto de amor para la niña es la madre y luego el padre, travesía que define laberintos y que hace borroso el momento de salida de la relación edípica con el padre. Las jóvenes entrevistadas permitieron escuchar cómo el embarazo les propicia a la mayoría de ellas adosarse a las figuras parentales y no desamarrarse de esos vínculos primeros:

“Hay gente que dice que uno en el embarazo le coge rabia al hombre. Sería eso, porque él era normal, supercariñoso, de todo (Madre adolescente, 17 años)”. “Sí, él y yo estamos viviendo todavía juntos, pero con mi mamá; por el momento estamos viviendo con mi mamá. Mi mamá va a comprar una casa y la está buscando es con techo para nosotros poder construir, ya, pues yo de todas maneras de mi mamá no me separo (adolescente embarazada, 16 años)”. “Yo pensé que el papá de él iba a estar siempre conmigo, pero él se mantiene con los amigos y yo, en la casa sola (madre adolescente, 17 años)”.

Una de las explicaciones posibles sobre la función del hijo en el embarazo de algunas mujeres adolescentes es que mediante este evento la mujer reactualiza la relación con la madre de la infancia. De esta manera lo que sucede en la adolescencia tiene que ver con la tentativa de elaborar el resto que no fue finalmente elaborado en el encuentro con su primer objeto erótico y de amor: la madre, y de su segundo objeto: el padre. Una de las fantasías infantiles en el preedipo de la niña es darle un hijo a la madre (7), entonces, cuando en la adolescencia se da el retorno de esas fantasías inconscientes, el embarazo, la espera del niño le permiten a la adolescente fantasear en el cumplimiento de esa antigua fantasía, lo que hace de ese embarazo una función simbólica que permite entender que, más allá del estrato social o del acceso al método anticonceptivo, un embarazo adolescente, en algunos casos, es una tramitación simbólica. Cuando las jóvenes entrevistadas regresan sobre la madre del primer Edipo, en sus discursos, al ser interrogadas sobre su embarazo, parecen dar a ese hijo el lugar de cumplimiento de la fantasía infantil; se lleva efectivamente un hijo a la madre, es un don que se le ofrece:

“Después de la niña, mi mamá siguió igual, bien, solo que siempre les dio duro, pero con mi mamá, superbién. Me adora, ella me dice mucho que me quiere, que le di lo mejor de la vida de ella, que es la niña, que la adora, que gracias, que gracias por la niña, que se la regale. Ella feliz, donde yo se la regalara”. “Ella tenía un dicho que les decía a mis hermanos (hombres): “Los hijos de mis hijas mis hijos serán, pero los hijos de mis hijos en duda estarán” (madre adolescente, 17 años)”. “Sí, mi mamá dice que uno dice primero mamá que papá, porque la mamá es bendita; pues para mí también el papá es bendito, pero más bendita y más sagrada la mamá que el papá, porque mamá, yo siempre he dicho que mamá es una sola y papá puede ser cualquiera... Porque todavía no me he salido de los brazos de mi mamá, de mi abuela, no me he ido de casa, entonces yo todavía me considero una niña, y ya (adolescente embarazada, 16 años)”.

Además de ello, éstas jóvenes, en sus elaboraciones, han dado cuenta del amor hacia el padre, situado en algunas entrevistas, en el centro de las razones para esperar o tener un hijo. Se ve emerger de esta manera la realización del deseo de llevarle un hijo al padre, efectuándose un embarazo en pos de él:

“Pensaba mucho en mi papá, en que conociera a su nieto. Será el primero. El parece mi marido: me alimenta, me cuida, me da todo. Mi novio no lo demuestra casi, o no sé si será que yo le doy más valor a mi papá; así lo considero (adolescente embarazada, 17 años)”. “Esa es la adoración de mi papá, porque él dice que por ejemplo tiene veinte mil pesos y que no hay leche para el niño y no hay comida, que prefiere comprarle la leche al niño... sí, él dice que se lo regale, él dice que es de él (adolescente, madre, 17 años)”.

Con alguna frecuencia, la joven regresa al cobijo de sus padres, a un cobijo que se vuelve más riguroso que antes, bajo obligaciones que la privan de su vida social y la posicionan en lugares casi infantiles. De hecho, el niño, como también lo muestran las entrevistas anteriores y el trabajo de campo de otros autores (1), pasa a convertirse en “un hermanito” de ellas, un hijo más de su propio padre y/o madre, pues el discurso de cada una marca la variación: a veces se le lleva ese niño al padre, otras veces a la madre. En algunos casos, los propios padres de la joven optan por el reconocimiento civil del niño.


Conclusiones

En la maternidad, el hijo nacido no es asumido mediante el deseo, y por ello mismo se convierte en un asunto que molesta y que no es bien recibido. Ya no se necesita a ese niño para las elaboraciones que se produjeron en el proceso del embarazo. Es aquí cuando aparece la queja por un hijo a esas edades, por la libertad perdida, por obligaciones frente al cuerpo indefenso que es necesario enfrentar. El hijo, al nacer, no es imantado del peso que significaba simbólicamente en cuanto a ese retorno, aunque esté allí para llevar a cabo una función para la adolescente. Aparece más bien como el regalo infantil donado a los padres, que sirve para ataviarlo de vestidos, ponerle colonia, sacarlo de cuando en cuando a pasear. Pero la angustia por la pregunta de cómo ser una madre para esos niños se hace evidente.

De acuerdo con esto, se puede concluir que un embarazo –y como consecuencia un hijo–, en los casos entrevistados, es la vía de respuesta que se retoma en la adolescencia para tramitar el reencuentro con los objetos parentales, con la aparición de un cuerpo que resalta la diferencia entre lo masculino y lo femenino y con la posibilidad de construirse un lugar en lo social. De manera que el embarazo, el hijo, aunque no es una elección consciente en algunas situaciones, puede ser la consecuencia de lo que se tramita de manera inconsciente en torno a lo que adviene de la infancia, y por ello se torna en una función. Pero este modo de resignificar también puede convertirse en un callejón sin salida, esto es, en una dificultad mediante la cual la joven no resuelve las elaboraciones a las que es llamado el sujeto en este tiempo: el encuentro con la transformación del cuerpo, el desasimiento de la autoridad parental y la elección de objetos que estén por fuera del círculo familiar.

Según lo anterior, apuntar a trabajar por los duelos propios de la adolescencia, que se producen en un tiempo que es particular a cada sujeto, sería uno de los factores a tener en cuenta en las propuestas de promoción y prevención. Si un adolescente está enredado con estos asuntos psíquicos, si encuentra dificultad para tramitarlo por lo simbólico –la palabra, la creación artística, los construcciones con sus pares–, la información y los métodos anticonceptivos que se le ofrecen se dejan de lado por la elección inconsciente que habita y lleva a cabo acciones tan ininteligibles para la sociedad en general como para los encargados de velar por la salud pública. Es como si la verdad del inconsciente emergiera, anteponiéndose al conocimiento sobre los métodos anticonceptivos y sobre las posibilidades o no de acceder a ellos.

Quizá deba pensarse en espacios para los adolescentes donde la elaboración particular prime, donde preguntas personales puedan ser trabajadas, en espacios donde se puedan escuchar estos discursos. De lo contrario, el acto del embarazo como tal seguiría siendo, en algunos casos, una manera de responder por el enigma de lo que se adolece.


Referencias

1 Castrillón SE. Estado de la cuestión. En: La función de un hijo para una mujer adolescente. Medellín: Trabajo de investigación presentado para optar al título de magister en investigación psicoanalítica, Universidad de Antioquia, Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, Departamento de psicoanálisis, 2008.        [ Links ]

2 Unión De Ciudadanas De Colombia. Del fracaso al éxito. Proyecto de capacitación para el desarrollo personal y la generación de ingresos a jóvenes pobres que son madres solas, embarazadas o adolescentes en situación de riesgo en la ciudad de Medellín, Colombia, 2002. p. 7.        [ Links ]

3 Freud S. La metamorfosis de la pubertad. En: Tres ensayos para una teoría sexual. Tomo 2. España: editorial Biblioteca nueva; 2003. p. 1225.        [ Links ]

4 Soler C. Declinaciones de la angustia. Estudios de psicoanálisis. Bogotá: editora Gloria Gómez, Colección Ánfora; 2007. p 139.        [ Links ]

5 Freud S. Tres ensayos para una teoría sexual. Tomo 2. España: editorial Biblioteca Nueva, 2003.        [ Links ]

6 Freud S. La Metamorfosis de la pubertad, en: Tres ensayos para una teoría sexual. Buenos Aires: Amorrortu editores; 1905. p. 206-207.        [ Links ]

7 Freud S. La feminidad, en: Nuevas lecciones Introductorias al Psicoanálisis Tomo 3. España: Editorial Biblioteca Nueva; 2003. p. 3168- 3169        [ Links ]

Recibido: 16 de agosto de 2009.
Aprobado: 24 de marzo de 2010

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