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Revista Facultad Nacional de Salud Pública

Print version ISSN 0120-386XOn-line version ISSN 2256-3334

Rev. Fac. Nac. Salud Pública vol.28 no.2 Medellín May/Aug. 2010

 

REVISION DE TEMA

Psicopatología y complejidad

Psychopathology and complexity



Leonardo Y. Álvarez R1.

1 Psicólogo, especialista en Desarrollo cognitivo unab, docente-investigador Facultades de Psicología Universidad Autónoma de Bucaramanga y Universidad de Santander udes, Facultad de Psicología unab. Correo electrónico: leonardoalvarez64@gmail.com.




Álvarez LY. Psicopatología y complejidad. Rev. Fac. Nac. Salud Pública 2010; 28(2): 169-173

RESUMEN

El paradigma de la complejidad plantea que la realidad posee una dinámica caótica, ambigua, borrosa, paradójica, y que no sigue los valores de orden, armonía y perfección que tienden a simplificarla; sin embargo, dicho caos es una forma de organización y orden. El comportamiento humano abordado por este paradigma reivindica así el papel representativo de lo irregular y lo contradictorio del comportamiento al lado de lo lineal y predecible. La presente revisión de tema tiene como propósito describir algunos conceptos y supuestos en los que el enfoque de la complejidad basa su visión de lo complejo en el comportamiento, en particular, del psicopatológico en el individuo. Se establecen algunas comparaciones con conceptos asociados a lo complejo en enfoques científicos de la psicología, tales como el conductismo contextual, el conductismo paradigmático y el interconductismo desde su perspectiva, todo ello, destacando la muticausalidad recíproca, el aprendizaje complejo y jerárquico, lo histórico y contextual en la comprensión de la conducta, y buscando hacer algunas extrapolaciones al comportamiento psicopatológico. Esta aproximación se considera útil y necesaria para comprender e intervenir entidades nosológicas que plantean desafíos clínicos.

Palabras clave: complejidad, caos, contextualismo, conductismo psicológico, psicopatología

ABSTRACT

The paradigm of complexity states that reality conveys a chaotic dynamics, ambiguous, blurred, and paradoxical, and that it does not fulfill the values of order, harmony nor perfection. However, such a chaos represents a specific way of organization and order. Human behavior explained by this paradigm vindicates on this way the outstanding role of contradiction and irregularity aside of what is linear and predictable. The purpose of this review has the primary aim to describe some concepts and assumptions that give support to the approach to complexity in behavior, especially concerning the psychopathological behavior of an individual. Some comparisons with concepts associated to complexity in scientific approaches to psychology (contextual and paradigmatical behaviorism and interbehaviorism from its own persepctive) are stablished. All these elements are developed underlining the concepts of reciprocal multicausality, complex and hierarchical learning, historical and contextual factors in the comprehension of behavior, and trying to make some extrapolations on the psychopathological behavior. This approach is hence considered appropriate and necessary to understand gnosiological entities and to intervene them in their role of clinical challenges.

Key words: complexity, chaos, contextualism, behaviourism, psychopathology





Psicopatología y complejidad

En la actualidad, el advenimiento de la complejidad como paradigma de comprensión de la realidad ha penetrado también en la investigación psicológica (1-3) y con ello, en el plano de la psicopatología, desde donde Masterpascua y Perna (4) retoman los procesos de caos para comprender la naturaleza y funcionamiento de los trastornos psicológicos y extienden aplicaciones de tipo psicoterapéutico derivadas de la perspectiva de la complejidad. Por otra parte, los enfoques psicológicos de orientación comportamental han venido planteando explicaciones de la conducta como una unidad de estudio compleja dentro de su propia naturaleza paradigmática.

El paradigma de la complejidad sigue una ruta comprensiva del comportamiento que incluye lo contradictorio, lo paradójico, lo borroso, lo discontinuo en él; es decir, hay tanto de predicción como de incertidumbre, hay tanto de certeza como de duda, hay tanto de control como de impredictibilidad en el análisis del comportamiento del individuo, y estas inclusiones explicativas lo confrontan y distancian de la manera como se acerca el enfoque comportamental a su unidad de análisis (la conducta), ya que lo hace desde una mirada rigurosamente predictiva, controladora, como es lo propio de la ciencia moderna. Esto hace que sus valores discrepen del enfoque de la complejidad, ya que están basados en valores de orden, armonía y perfección.

Se habla así de una simplificación de la realidad por parte de la ciencia del comportamiento, en tanto que no aborda en éste otras propiedades que lo caracterizarían, tales como la contradicción, la ambigüedad, la impredictibilidad, que coexisten en el comportamiento del individuo haciéndolo complejo (5). Por su parte, si bien el enfoque comportamental mantiene los valores ya aludidos, la comprensión del objeto de estudio o conducta ha sido objeto de explicaciones cada vez más complejas, aunque desde las particularidades paradigmáticas que le son propias al enfoque, como puede apreciarse en el conductismo contextual, el conductismo psicológico de Staats o en el conductismo relacional, en el cual las relaciones recíprocas o de múltiple contingencia entre los estímulos, los reforzadores y el organismo inauguran una relación compleja de interacciones entre los elementos implicados en la explicación del comportamiento (6- 8). Por otra parte, el conductismo psicológico de Staats incorpora el aprendizaje complejo basado en las leyes del aprendizaje.

En lo relacionado con el comportamiento en general, y el psicopatológico en particular, la concepción de alteración o trastorno deriva de los valores de orden propios de las ciencias naturales. Aquí el comportamiento se divide en normal y anormal, y esto último debe ser corregido, modificado, no solo desde el exterior, sino también desde el propio individuo, de manera intencional (autoafirmaciones, diálogo interno) (9). En la misma línea, pueden esbozarse propuestas psicológicas basadas en juicios normativos, vistos por el enfoque de la complejidad como regularizantes y simplificadores del comportamiento, en tanto lo asocian adaptativamente con un estándar o deber ser social; allí se incluyen conceptos como “madurez”, que según Marietan (10) comporta cualidades tanto sociales como individuales.

Entre las primeras está, por ejemplo, “el ajuste” a la realidad propia y la del entorno (laboral, familiar) como indicador de normalidad; así como la independencia, la tolerancia al fracaso, la resistencia a las adversidades y los defectos de los demás, la responsabilidad por sí mismo (autocuidado) y por otros y la creatividad, como indicadores de lo que podría mostrar qué tan sano está alguien. Adicionalmente propone la capacidad de aceptarse, de autorregularse, de automotivarse y establecer vínculos, y de estar solo, entre otras, como estándares de “normalidad”.

Desde la perspectiva de la complejidad, sin embargo, lo anterior resulta limitado comprensivamente, pues los tipos ideales o representativos, tales como la madurez, el comportamiento adulto no serían reglas absolutas en el continuo del comportamiento, sino posibilidades coexistentes con las excepciones a los mismos. A propósito de esto, Mandelbrot (11) alude al fractal –dentro del modelo de la complejidad– como patrón regular de organización que indica un orden complejo en comportamientos aparentemente aleatorios; esto es, el self del individuo sería siempre el mismo (self regular al seguir una regla o patrón) al ser siempre diferente. En otras palabras, aunque el individuo no pasa a ser otro (self irregular por no seguir una regla o patrón), su mismidad tiene referentes no cristalizados que van variando en la escala del tiempo. Lo que precede y lo que continúa en el comportamiento está entremezclado, interceptado, y da lugar a patrones de comportamiento autosemejante, unas especies de continuidad independiente de las circunstancias (escalas) de observación espaciales, temporales o situacionales (12). Este supuesto en el paradigma de la complejidad establece la existencia de una organización confirmadora del comportamiento del individuo generadora de sus idiosincrasias. En otros términos, la presencia de lo irregular en lo regular.

En el conductismo psicológico de Staats (13) puede apreciarse una formulación explicativa del comportamiento que pareciera mantener similitudes con lo anterior, sin que para ello se adopte el concepto de fractal. Staats plantea que en el comportamiento del individuo, los aprendizajes generales y particulares se van reuniendo en un repertorio comportamental complejo, esto es, se combinan y extienden los principios del aprendizaje por condicionamiento clásico e instrumental de primero y segundo orden y se consideran variables como la historia de aprendizajes acumulativos y jerárquicos (niveles simples a complejos), en lo que constituye los repertorios de respuesta particulares del individuo a las situaciones de su vida (13).

En esta dirección, los aprendizajes no adaptativos (psicopatológicos, para nuestro caso) seguirían una jerarquía y acumulación en los repertorios básicos de conducta (cognitivo-lingüísticos, emotivo-motivacionales y motor-sensoriales) del individuo; así, la situación estimular presente (sistema afectivo-discriminativo-reforzante) se relaciona con los repertorios de aprendizaje distal y se correlacionan con las condiciones biológicas (estados orgánicos eventuales o constitucionales) que median lo anterior (13). Hay una continuidad multinivel de los principios de la conducta elemental hasta los eventos sociales y de estos a la conducta compleja.

Desde la teoría del caos, se formula el concepto de atractor extraþo, que puede entenderse como principio de organización de un fenómeno en el tiempo a partir de su condición inicial. Estos atractores influyen en este a través de sus fluctuaciones irregulares garantizando la estabilidad, coherencia o permanencia del fenómeno. En términos del comportamiento psicopatológico, la entidad nosológica podría desarrollarse de manera distinta a como comenzó; sin embargo, pese a sus fluctuaciones irregulares, su atractor le permitiría mantener sus propiedades esenciales; de esta manera, el atractor funciona como principio de certeza en medio de estados que pueden hacer parecer como imprevisible el comportamiento.

Las experiencias tempranas del individuo constituyen un atractor, ya que sus efectos pueden demorar mucho en hacerse evidentes (14). En el caso de la depresión, su evolución remite a dinámicas impredecibles que podrían corresponder a comportamientos complejos. Esto puede apreciarse en individuos que pueden permanecer crónicamente deprimidos, mientras que hay otros que experimentan una remisión o un curso episódico en la depresión. En el caso de la distimia, Akiskal (15) encontró el curso de la entidad fluctuante con exacerbaciones que podían clasificarse en un episodio depresivo mayor.

En el caso de la clasificación de los trastornos del estado de ánimo, la impredictibilidad deja evidencias claras, confirmando una dinámica compleja, por ejemplo, cuando, siendo probable que en un trastorno haya fases diferentes, la perspectiva normatizante regularizadora u ordenadora lleva a hacer clasificaciones del mismo en entidades clínicas distintas, según el incremento o decremento de respuestas a eventos estresantes de la vida (16). A propósito de esto, Keller y Shapiro (17) acuþaron el término doble depresión (en la cual a la distimia le siguen episodios depresivos) como categoría inexistente en el sistema de clasificación nosológico actual de los trastornos del estado de ánimo.

Así las cosas, los pacientes son diagnosticados con los dos trastornos (depresión mayor y distimia), y es probable que en el caso de doble depresión, se trate de fases diferentes de una misma condición, que terminan diagnosticadas como dos entidades clínicas distintas atendiendo a un incremento o decremento de síntomas en respuesta a eventos vitales estresantes. Este argumento resulta confirmatorio de una dinámica compleja en estos trastornos, que lleva a imprecisiones cuando se interpreta desde una visión simplificadora basada en los valores de orden propios de una mirada naturalista del comportamiento.

Algo similar ocurre, por ejemplo, con la aplicación del valor de perfección en las relaciones causa-efecto en los trastornos comportamentales, en particular, en el caso de los trastornos del estado de ánimo; por ejemplo, en la depresión: Nettle (18) ha encontrado que muchos estudios reportan que no todos los individuos que se deprimen lo han hecho a partir de un evento estresante; adicionalmente, no todos los individuos tendrían disposición para deprimirse (15), pero, en cambio –y esto confirmaría la complejidad del trastorno y su comprensión–, existiría más bien un continuo de riesgo para la depresión (18).

Bornas y Noguera (19), desde una posición comportamental, han defendido la incorporación de lo caótico y de las relaciones no lineales en la variabilidad de la conducta y, aun, de formas superiores de autoorganización dentro de la terapia del comportamiento. Esto se ve apoyado por algunos estudios, como el del caos en el electrocardiograma de estudiantes con miedo a volar (20), en el cual se halló que el sistema cardiovascular se comporta como un sistema dinámico no lineal (21), aunque un salto a la no linealidad no debe interpretarse como prueba definitiva de caos determinista de un sistema, según estos últimos autores. Adicionalmente, habría que apuntar que desde el mismo punto de vista complejo, existen ecuaciones deterministas (22, 11) según las cuales se puede replicar el comportamiento, aunque su actividad (como fractal) parezca aleatoria, si se cuenta con los datos de su inicio, lo cual desvanece posiciones absolutistas en el debate linealidad-circularidad en la explicación del comportamiento y, para el caso que nos ocupa, de la psicopatología.

Desde la visión compleja, el orden es incierto y cierto a la vez, y esto da origen a una autoorganización con saltos cualitativos, lo cual tiene implicaciones importantes para lo psicopatológico. La identidad psicológica (self) (incluída la mayor o menor psicopatología allí inserta) de cada sujeto humano es el resultado único de procesos de autoorganización en los que cogniciones, emociones, comportamientos (psicopatológicos o no) que se van construyendo recíproca y progresivamente (23) se van integrando a lo largo del desarrollo (24). Las emociones (incluyendo las propias de los trastornos psicopatológicos) son en sí mismas unidades autoorganizadas que incorporan, necesariamente, procesos cognitivos y social-contextuales (25).

El desarrollo de estas interpretaciones cognitivoemocionales del mundo (en mayor o menor grado de psicopatología) se autoorganizan en el nivel microevolutivo (tiempo real) hasta constituirse en atractores (o, en su caso, fuentes) del sistema psíquico (o psicopatológico). En la depresión, es importante destacar cómo la personalidad puede estar influida por las crisis que pueden llevar a que el individuo adquiera formas de respuesta más estables (rasgo de personalidad) a sus problemas (26). En el nivel macroevolutivo (a largo plazo), estas interpretaciones se van consolidando como especialmente relevantes (en un tiempo y situación concretos). Las coyunturas evolutivas o variaciones de fase (o bifurcaciones), en las que aparecen fluctuaciones críticas asociadas a la maduración de los sujetos, llevarían a la ruptura del ensamblaje entre emociones, cogniciones y comportamientos, que pueden tener implicaciones en el surgimiento de trastornos psicopatológicos, puesto que los grados de libertad del sistema en el tiempo permiten la emergencia de interpretaciones idiosincrásicas de la realidad y nuevos patrones de acoplamiento cognitivo-emocional.

A propósito de esto, el planteamiento de Le Moigne (27) resulta pertinente en cuanto al caos, esto es, en cuanto que desde el concepto de crisis, el comportamiento humano no funciona bajo una lógica exclusivamente lineal, puesto que le es inherente también lo inestable, no solo lo estable.

La crisis, según Le Moigne (27), tendría dos sucesos simultáneos que pueden retomarse también para lo psicopatológico desde la perspectiva compleja: la regulación y la transformación, pues estos se coordinarían entre sí en la crisis (psicopatología). Uno de ellos sobrevendría sobre el otro (conjunción), en un antagonismo polarizador en el cual el comportamiento podría percibirse amplificado en un polo, en vez de regulado (por ejemplo, negativismo sobre optimismo, la hipercrítica, la pérdida sobreenfatizada en la depresión, la duda permanente y magnificada sobre las propias posibilidades). La regulación en este caso supondría el descubrimiento de nuevas reglas en la organización del individuo, un nuevo equilibrio relativo (reformulación de problemas). Desde la perspectiva de Huprich (28), no está claro si la distimia y el trastorno depresivo de la personalidad se solapan completamente y constituyen un mismo constructo, mucho más cuando los síntomas de la distimia parecen similares a los de la personalidad depresiva. Huprich (29) encontró que, a pesar de que la personalidad depresiva muestra niveles moderados de correlación con otros trastornos de esta, ella puede disminuir los síntomas depresivos.

Tomando en cuenta ahora las propuestas comportamentales de la complejidad, el asunto de la comprensión del comportamiento ha ido avanzando, como se planteó antes, con fidelidad a sus conceptos centrales: el contextualismo (30) introduce las “interconexiones de los acontecimientos al marco espacio-temporal en el cual ocurren” (31). Según este enfoque reciente del conductismo, el individuo combina, compara, transforma, integra, vincula lo aprendido en diferentes contextos, los cuales constituirían el marco espacio-temporal-relacional en el que el aprendizaje ocurre; y esto, aplicado al comportamiento psicopatológico, implica que las variables específicas e históricas cuentan a la hora de explicarlo, con lo cual se advierten cada vez mayores y más rigurosas explicaciones complejas del comportamiento (30).

De esta manera, el enfoque contextual contrapondría una mirada en la cual defiende la “conducta en interacción” en un contexto histórico (espacio-temporal) y también desde una mirada no de estado-rasgo (estática), sino de proceso (dinámica), destacándose el valor de lo semántico en la estructuración del comportamiento. En esta misma defensa de la incorporación de una mirada compleja al comportamiento psicopatológico, podría retomarse el interconductismo, con su planteamiento de relaciones, no solo entre el sujeto y su mente, sino entre él y su entorno (32).

El contexto es la situación donde la interacción se lleva a cabo; elimina la dicotomía “interior”-“exterior” del organismo, con lo cual desaparece el énfasis en posibles “entidades internas”, en su explicación de las relaciones recíprocas del comportamiento (33). En el interconductismo, Ribes y López (34) plantean una complejidad progresiva que avanza de la mera adaptación del individuo al medio, a la acción de aquel sobre el segundo, generando cambios por reactividad a la incorporación de respuestas selectivas en el individuo frente a la diversidad estimular del medio, pasando a la creación que trasciende la realidad concreta del individuo gracias al lenguaje y las convenciones sociales que, además, le facilitan la reflexión, para finalizar en la completa relación simbólica por la mediación lingüística. Cada uno de estos órdenes permitiría una comprensión organizada de lo psicopatológico, en que la reactividad y proactividad del individuo en el proceso de adquisición de nuevos repertorios de afrontamiento responde al estrés y, en esto, la mediación lingüística deviene como factor fundamental.

En conclusión, si bien los enfoques científicos del comportamiento han mantenido su fidelidad a sus conceptos básicos para explicar el comportamiento y han mantenido la relevancia de los valores de orden, perfección y armonía propios de las ciencias, su aproximación al estudio y explicación del comportamiento ha venido otorgando un papel primordial a lo relacional, a lo contextual, a lo histórico, a lo jerárquico en los aprendizajes comportamentales, y ha introducido conceptos y variables que permiten dar cuenta de la conducta como una unidad de alta complejidad explicativa, para lo cual no se plantea como necesario recurrir a la incorporación de conceptos o modalidades de otras visiones paradigmáticas para responder por este carácter propio de la unidad de análisis.


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Recibido: 31 de mayo de 2010
Aprobado: 29 de julio de 2010.

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