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Revista Facultad Nacional de Salud Pública

Print version ISSN 0120-386X

Rev. Fac. Nac. Salud Pública vol.32 no.3 Medellín Sept./Dec. 2014

 

Editorial



En el tiempo en que este editorial se escribe, la población colombiana asiste a unos debates acompañados de gran despliegue en los medios masivos de comunicación, relacionados con la aplicación de la vacuna contra el Virus del Papiloma Humano (VPH) en mujeres adolescentes de una región del país. Se trata de la aparición en un municipio de la costa atlántica de algunos síntomas en las niñas a quienes previamente se les aplicó la vacuna. La comunidad desde su propia visión, asocia de inmediato estos dos eventos, y con la participación de los medios masivos de comunicación, en especial de los noticieros nacionales de televisión, se irriga la idea de que la vacuna es la causante de los episodios de desmayos y otras molestias de la niñas y por ende se provoca una reacción ciudadana en contra de los programas de vacunación provistos por el Estado. El Ministerio de Salud por su parte entra en el debate con afirmaciones que defienden su interés político en la vacunación, la cual se considera de impacto positivo sobre la salud de las poblaciones, por su capacidad de disminuir la incidencia del cáncer de cuello uterino, y se acompaña de argumentos que refuerzan la validez de los estudios científicos que evidencian la eficacia de la vacuna y los bajos índices de efectos colaterales.

Estos debates, que podrían considerarse como episódicos en el devenir de los asuntos de salud pública, ponen de manifiesto lo complejo de las relaciones entre la ciencia, la política y la cultura en un universo en el cual la modernidad se esfuerza por consolidar el imperio de la razón haciendo uso de los argumentos que las ciencias positivas aportan, mientras coexisten otras dimensiones míticas, que desde una amplia perspectiva antropológica, son valoradas como verdades particulares, aunque no siempre reconocidas como tal desde las miradas de la ciencia formal. A su turno, desde su lugar de instancia portadora de la autoridad, el poder político representado en las autoridades sanitarias nacionales, se esfuerza por mantener las riendas de la institucionalidad y desconoce cualquier otra lógica. Sumémosle a esto el interés mediático de los noticieros quienes usufructúan estos fenómenos en su afán de ampliar la circulación de noticias.

Debe empezarse por darle un lugar al avance de las ciencias biológicas, en donde se ha demostrado la eficacia de las vacunas como instrumento para lograr reales metas de prevención de muchas patologías. Respecto a la vacuna contra el vph hay recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para aplicarla en población en donde sea más factible la máxima protección, es decir, aplicar la vacuna antes de que las niñas entre en contacto con el virus del papiloma humano. Por tanto, y considerando los datos sobre inicio temprano de la actividad sexual, la recomendación de la oms es que se logra mayor efectividad cuando se aplica en niñas entre los 10 y 13 años. Hasta aquí parece apropiado el inicio de los programas de vacunación en esta población.

Sin embargo algo no funcionó. Una posible ruta explicativa puede estar en la indagación sobre la superposición en los ámbitos cultural y educativo de un universo mítico alrededor de la pubertad de la mujer, con las particularidades que brinda el entorno histórico y cultural de la región en donde se presenta el problema. ¿Qué puede suceder en el imaginario de una niña preadolescente cuando en la misma época en la cual descubre un nuevo cuerpo, que le abre las puertas a maravillosas experiencias de la sexualidad y la maternidad, se les muestra a su vez como grupo de población en riesgo de contraer el cáncer de cuello uterino y por ende candidata a la muerte precoz?. No conocemos el lugar que la cultura particular otorga a la mujer púber, así como tampoco sabemos la aceptación que la población tiene sobre los enunciados de las ciencias médicas. En un entorno en donde los saberes ancestrales se entrecruzan con mitos y experiencias narradas, el discurso oficial es un discurso más y en muchos sectores de la comunidad hay dudas sobre su legitimidad.

Con la intención de que desde fuera de nuestro país se comprenda la cultura de la zona atlántica, podemos decir que es en esos territorios en donde precisamente se construyó el mundo macondiano narrado por García Márquez. Allí lo mágico corre de la mano de lo lógico. La cotidianidad es una mixtura variopinta de visiones del mundo, en donde conviven las utopías con las frustraciones, los miedos y las aspiraciones; lo real junto a lo mágico en una unidad asumida como válida aunque no sea posible desentrañar lo complejo de las relaciones. Cuando no es considerada esta diversidad en la instalación de programas y proyectos sanitarios se corre el riesgo de chocar con las poblaciones y por consiguiente se puede llegar al fracaso de iniciativas que vienen acompañadas de la suficiente indagación clínica y el adecuado soporte político, pero deja de lado la dimensión humana.

Desde el ámbito académico de las revistas científicas nos atrevemos a recomendar la instauración de acciones complementarias de parte de investigadores ubicados desde paradigmas cualitativos aunados a los estudios empíricoanalíticos desde las ciencias positivas. Hay que asumir que para la ciencia las comunidades son mucho más que agregados estadísticos de individuos biológicos y por ende las categorías de análisis se enriquecen cuando además de la evidencia de laboratorio se llenan de significados y comprensiones de la complejidad humana. Entender lo anterior es un camino hacia la reconstrucción de la confianza mutua entre las instancias políticas y académicas con las comunidades, quienes en última instancia son la razón de ser de la investigación en salud pública.

Álvaro Olaya Peláez

Director

Profesor Facultad Nacional de Salud Pública

Universidad de Antioquia