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Revista Facultad Nacional de Salud Pública

Print version ISSN 0120-386X

Rev. Fac. Nac. Salud Pública vol.37 no.2 Medellín May/Aug. 2019

https://doi.org/10.17533/udea.rfnsp.v37n2a07 

Ensayo

La educación para la salud y la educación popular, una relación posible y necesaria

Education for health and popular education, a possible and necessary relationship

Educação para a saúde e educação popular, uma relação possível e necessária

Luis Emilio Zea-Bustamante1  , Profesor

1 Enfermero. Magíster en Desarrollo Educativo y Social. PhD en Educación. Profesor vinculado de tiempo completo. Universidad de Antioquia. Colombia. luis.zea@udea.edu.co. orcid: https://orcid.org/0000-0003-0606-8375.


Resumen

El campo de la salud se ha constituido en un escenario propicio para el desarrollo de acciones educativas en diferentes ámbitos y escenarios, acogiendo para ello elementos y metodologías diversas. Los avances teóricos de la educación para la salud han puesto en evidencia la necesidad de disponer de reflexiones pedagógicas para redireccionar las acciones que se hacen tanto en el ámbito clínico como en el comunitario. Esta apuesta por nutrir pedagógicamente la educación para la salud permite mirar al campo de la educación como escenario natural para la reflexión pedagógica, siendo la educación popular un lugar propicio para evocar un diálogo interdisciplinar entre la salud y la educación. Gracias al desarrollo epistemológico, pedagógico y político de la educación popular, puede ser el escenario de confluencias y articulaciones para que la educación en el campo de la salud retome a su interior ciertas reflexiones que le permitan avanzar en su consolidación como escenario de transformación. De los múltiples aspectos que podría la educación popular aportar a la educación para la salud, se toman el diálogo como epicentro de las acciones educativas y la apuesta por un sujeto crítico, en tanto se convierten en elementos centrales de cualquier proceso educativo que deba gestarse en el campo de la salud.

Palabras clave: Educación para la salud; educación popular; educación comunitaria en salud; promoción de la salud

Abstract

The health sector has become a favorable scenario for the development of educational actions in different areas and scenarios through the adoption of different elements and methodologies. The theoretical progress of education for health has shown the need for pedagogical reflections to redirect the actions both in the clinical and the community environments. This effort on pedagogically nurturing education for health allows looking at the field of education as a natural scenario for pedagogical reflection; popular education is then the right place to have an interdisciplinary dialogue between health and education. Thanks to the epistemological, pedagogical and political development of popular education, it can be the scenario of confluence and articulation where education in the health sector reconsiders certain reflections that allow it to further consolidate as a transformation scenario. Of the many aspects that popular education could provide to education for health, dialogue as the epicenter of educational actions and the bet on a critical subject are chosen, as they become central elements of any educational process that may originate in the health sector.

Keywords: Education for health; popular education; community health education; health promotion

Resumo

O campo da saúde tornou-se um cenário favorável para o desenvolvimento de ações educativas em diferentes áreas e cenários, recebendo diferentes elementos e metodologias para isso. Os avanços teóricos da educação em saúde mostraram a necessidade de reflexões pedagógicas para redirecionar as ações que são realizadas tanto na clínica quanto na comunidade. Esse compromisso de educar pedagogicamente a educação em saúde nos permite olhar o campo da educação como um cenário natural para a reflexão pedagógica, sendo a educação popular um lugar propício para evocar um diálogo interdisciplinar entre saúde e educação. Graças ao desenvolvimento epistemológico, pedagógico e político da educação popular, pode ser o cenário de confluências e articulações para que a educação no campo da saúde retorne ao seu interior certas reflexões que lhe permitam avançar em sua consolidação como cenário de transformação. Dos muitos aspectos que a educação popular poderia contribuir para a educação em saúde, o diálogo é tomado como o epicentro das ações educativas e do compromisso com um tema crítico, pois se tornam elementos centrais de qualquer processo educacional que deve ocorrer no campo da saúde.

Palavras-chave: Educação para a saúde; educação popular; educação em saúde comunitária; promoção da saúde

Educación en el campo de la salud y la educación popular

Si bien la educación que llevan a cabo los agentes de salud tiene como fin último aportar al mejoramiento de la salud y la vida de personas y comunidades, esta ha sido abordada de maneras distintas, estableciendo en ella objetivos, estrategias y metodologías diferentes. Así, los agentes realizan acciones educativas desde sus propios conocimientos o experiencias, ya sea aprendidas en la academia o en el devenir de sus acciones en el ámbito laboral.

Lo anterior ha permitido que en la educación en el campo de la salud se reconozca que existen por lo menos tres áreas o procesos: la educación en salud [1], la educación para la salud [2] y la educación sanitaria [3].

Por educación en salud se entienden aquellos procesos educativos que buscan cambiar los comportamientos y las actitudes de los individuos frente a las enfermedades y las causas que las generan, las cuales, en gran parte, están relacionadas con las funciones del cuerpo [4]. Esta educación se caracteriza, entre otras cosas, por ser de corte preventivista y centrada en la transmisión de información, donde se instaura la verticalidad en la relación entre los agentes de salud y los pacientes. Al respecto, Isabel Valadez et al. plantean que estos modelos sitúan la enfermedad en el individuo, considerando lo biológico como único lugar de origen de lo patológico, y desconociendo las circunstancias sociales que determina su salud y vida [5].

Por otro lado, se ha asumido que la educación en salud son todos aquellos procesos de formación del talento humano en salud, ya sea para auxiliares, técnicos o profesionales que realizan acciones en el campo de la salud [6].

En cuanto a la educación sanitaria, esta gestiona la promoción de conductas positivas y favorables en salud, y promueve los cambios en el contexto social y ecológico donde habitan las personas, asumiendo la transferencia de información del personal de salud hacia los pacientes [3].

La educación para la salud ha sido un asunto de interés para quienes desarrollan acciones en el campo de la salud [7], ya sea en el ámbito clínico, comunitario, académico o investigativo. Este interés ha posibilitado la construcción de un amplio y diverso desarrollo teórico y metodológico en franco aumento, que abarca diferentes enfoques y paradigmas [8]; esto ha gestado propuestas pedagógicas en consonancia con los cambios históricos y políticos que intervienen en las transformaciones de los paradigmas tanto en la salud como en la educación [5].

De esta manera, la educación para la salud se ha concebido como “práctica social intencionalmente dirigida a fortalecer las percepciones y significaciones que sobre la salud hacen los individuos y las comunidades, con el fin de favorecer los procesos de toma de decisiones frente a la salud, la calidad de vida y el desarrollo humano” [9]. También es asumida como un proceso continuo, reflexivo y crítico [10], una educación que supera la visión individualista y transmisionista de las dos anteriores. Para Axel Kroeger y Ronaldo Luna, esta educación apuesta por la resignificación de las percepciones que las comunidades tienen y usan para leer el mundo, y buscar su transformación [11].

Como puede verse, estas tres definiciones sobrepasan un asunto netamente de denominación, puesto que se diferencian entre sí por la forma como conciben la salud, la educación, el papel del agente de salud y la visión sobre el otro, ya sea como un sujeto activo y crítico, o como un individuo al que se le culpa por su enfermedad.

Por otro lado, por educación popular se asume la definición propuesta por Alfonso Torres, en la cual establece que es “el conjunto de prácticas sociales y construcciones discursivas en el ámbito de la educación, cuya intencionalidad es contribuir a que los diversos segmentos de las clases populares se constituyan en sujetos protagónicos de un cambio profundo de la sociedad” [12] p. 17.

La educación popular aparece en América Latina en las décadas de los sesenta y de los setenta del siglo xx, en medio de un contexto social y político enmarcado en la Guerra Fría y en las continuas tensiones entre las ideologías neoliberales y comunistas a lo largo y ancho del mundo [13,14], así como del surgimiento de grupos sociales, campesinos e intelectuales que luchan por la superación de las inequidades sociales [15].

Frente a estas tensiones, la educación aparece como el medio para reproducir el statu quo de los gobiernos de turno, como lo diría Paulo Freire, una educación donde “el saber, el conocimiento, es una donación de aquellos que se juzgan sabios a los que juzgan ignorantes” [16]. En contraposición a esto, aparece una educación crítica, como estrategia de empoderamiento y transformación de la realidad en países como Brasil.

Freire concibe esta educación como una educación liberadora, la cual, a través de diferentes estrategias, como los círculos de lectura, el diálogo, la participación y la reflexión, transforma la visión instrumental de la educación, permitiendo superar la linealidad y la ahistoricidad de la enseñanza, [17].

Una década más tarde, el mismo Freire propone la educación popular con el propósito de cimentar acciones de reflexión de la realidad, que permitan la concreción de nuevas realidades sociales, superando situaciones que impiden la libertad del ser, tales como la ignorancia o la pobreza; una educación que conlleva la movilización para la transformación [18].

Aportando a esta configuración de la educación popular, Jorge Ramírez agrega que la educación popular es un conjunto de prácticas educativas, que construye una propuesta alternativa eminentemente política, que busca construir nuevos escenarios de poder, basados en la acción colectiva [19], definición que es respaldada por Torres [20], quien propone que además de lo político, la educación popular se caracteriza por ser un proceso colectivo.

Ahora bien, si la educación popular propone el diálogo, la participación, la apuesta por un sujeto crítico, la organización comunitaria, el empoderamiento y la lectura crítica de la realidad, entonces ¿qué elementos de la educación popular le pueden aportar a la educación en el campo de la salud?

Responder a este planteamiento sitúa la discusión en reconocer que la educación para la salud y la educación popular surgen como escenarios que reivindican y sugieren otro tipo de educación: una histórica, crítica, ética y política. Las cercanías y confluencias entre ambas es lo que permite establecer que esta relación es hoy en día posible y necesaria para transformar la praxis en las acciones que desarrollan los agentes de salud.

Tanto la educación para la salud como la educación popular se encuentran en diferentes asuntos epistemológicos, metodológicos, políticos y pedagógicos. Algunos de estos asuntos son: la visión holística del ser humano, la comprensión de la educación como un acto de transformación del ser y de la realidad, la configuración del diálogo y la reflexión como epicentro del acto educativo, entre otros [21-23]. Entre los aportes de la educación popular se pueden mencionar: la participación crítica [24], la lectura de la realidad [25], y temas como el diálogo [26] como epicentro de sus acciones y el lugar del sujeto crítico en la educación y la transformación de sus realidades [26,27].

Si bien todos estos aspectos son importantes, se exponen los dos últimos para, desde ellos, abrir la puerta para otras reflexiones que puedan hacerse, y desde los cuales se pueden establecer nuevas formas de ver, sentir y construir salud.

El diálogo como epicentro de la educación para la salud y la educación popular

Hablar del diálogo como epicentro de las acciones de la educación popular implica entender la educación como un acto de amor, como un encuentro intencionado y nunca neutral, donde, a través de la palabra, se logra que quienes participan en el acto educativo -estudiantes, docentes y comunidad- signifiquen su mundo, reconozcan los aspectos que lo constituyen y puedan así establecer procesos de empoderamiento para transformar sus realidades. En términos de Freire, “al intentar un adentramiento en el diálogo, como fenómeno humano, se nos revela la palabra: de la cual podemos decir que es el diálogo mismo” [16].

Para Freire y Carlos Rodrigues [28], el diálogo como encuentro con el otro, donde se provocan reflexiones pedagógicas, construye un conocimiento libertario y emancipador, que le permite al hombre transitar hacia su integración con el mundo, hacia una conciencia crítica que le hace sujeto social.

Por su parte, autores como Germán Mariño [26], Alfredo Ghiso [29] y Marco Raúl Mejía [30,31] concuerdan con Freire que el diálogo no solo es uno de los medios por el cual se producen conocimientos, sino también se establece como espacio de reflexión -de encuentro sincero y crítico sobre el mundo y la forma como se transita en él-, donde se pueden compartir saberes y experiencias populares, lo que Lola Cendales propone como escenario ideal para la concreción de procesos colectivos [32].

Al mirar el diálogo desde la educación popular, en relación con la educación para la salud, es necesario hacer una pregunta: ¿en qué sentido el diálogo, como lo entiende la educación popular, debe ser epicentro y parte estructural de la educación en el campo de la salud?

Según María Isabel Serrano [8], existen en la educación para la salud tres modelos que se han consolidado en el tiempo, donde cada uno posee una relación directa con elementos como el concepto de salud, de enfermedad, de educación, y establecen diferencias en la forma como se abordan las acciones educativas en salud.

Los tres modelos propuestos por Serrano son: el informativo, el persuasivo motivacional y el político-económico-ecológico [8]. La forma como son abordados en su texto puede relacionarse con las definiciones ya dadas anteriormente de lo que se considera hoy en día como educación en salud y educación para la salud. Es en el modelo político-económico-ecológico donde Serrano asume el diálogo como un punto central,

Retomando esta misma línea, Valadez et al. asumen que existen dos momentos en la formación de lo que se denomina “modelos de intervención” en la educación en el campo de la salud [5]: en el primer momento o momento clásico, presenta dos enfoques de educación que se acentúan en los preceptos de la educación tradicional de corte positivista e instrumental. Y un segundo momento, ligado a las corrientes críticas de la educación, esta es participativa y emancipadora, donde el diálogo es asumido como epicentro de las acciones en salud.

De esta manera, la apuesta es por una educación en el campo de la salud que implica el diálogo como parte estructural, en tanto los encuentros entre las comunidades y el agente de salud son, en su esencia, lugar de privilegio de la acción comunicativa y dialógica. En este sentido, el diálogo visto desde la educación popular posibilita:

  • El reconocimiento del otro como agente válido, histórico y con saberes.

  • Replantear los espacios de poder en el acto educativo, la educación como escenario de negociación cultural, donde se pongan en juego los saberes, las experiencias y las prácticas comunitarias, donde la historia y los conocimientos de las personas sean el punto de partida para la concreción del acto educativo [31].

  • Establecer un acto de amor, es decir, el diálogo como encuentro y reconocimiento de la alteridad, reconocimiento del otro con quien se puede transformar el mundo [16].

La apuesta por un sujeto crítico

La educación en el campo de la salud, en cualquiera de sus áreas: educación en salud, educación sanitaria o educación para la salud, han asumido al sujeto como epicentro de las acciones. Desde algunas perspectivas de esta educación, este ha sido visto de diferentes formas, entre las cuales están aquella que le reconoce como un individuo que no hace parte de la historia, desprovisto de experiencias y saberes, al quien se le debe iluminar con el conocimiento; o también le considera como un sujeto participante y activo, que busca el saber y aprende de sí, del otro y del mundo.

Si bien las reflexiones que se hacen al interior del campo de la salud sobre el sujeto son amplias, aún hay elementos que se pueden aportar a dicha discusión desde la educación popular y su forma de asumir al sujeto.

En la educación popular, Freire propone asumir al sujeto como un ser crítico de su realidad, en transformación de sí y de sus realidades, en interacción permanente con el otro y con su entorno. Este sujeto, al existir dentro de un mundo en constante cambio y tensión, aparece nombrado por Freire de dos formas: como un ser adaptado, o como un ser integrado.

El autor define estas categorías como dos escenarios de vida, donde el individuo devela una forma de ver al mundo. El primero de ellos, el ser adaptado, es un ser pasivo, un hombre incapaz de alterar la realidad, de generar transformaciones en su contexto; por el contrario, se altera a sí mismo para adaptarse, para subsumirse en las lógicas establecidas, sin romper esquemas, se adapta, se acopla; “en la medida en que el hombre pierde la capacidad de optar y se somete a prescripciones ajenas que lo minimizan, sus decisiones ya no son propias, porque resulta de mandatos extraños, ya no se integra. Se acomoda, se ajusta” [25].

En cambio, el segundo, el ser integrado, se caracteriza por ser crítico e histórico, alguien que mantiene una constante búsqueda de la liberación de sí ante las situaciones que le oprimen. Una libertad transformadora de realidades, gestora de emancipaciones, constructora de sujetos determinados y sintientes; para Freire: “el hombre integrado es el hombre sujeto” [25].

Cuando se habla del sujeto en la educación popular, se alude tanto al educador como al educando, ambos en una confluencia de tensiones e intereses, quienes adoptan un papel activo y transformador en las prácticas educativas. Esta visión sobre el educador aparta la educación popular de las apuestas tradicionales en educación, en las cuales aquel es el proveedor de la verdad, quien tiene el poder del conocimiento y la verdad [33].

Es importante señalar el papel del educador en la educación para la salud y en la educación popular, en tanto este es un sujeto con sus propias búsquedas, con aciertos y desencuentros. Su papel está orientado hacia la concreción de espacios de reflexión, que permitan instaurar el diálogo como epicentro de dicho encuentro.

El educando, por su parte, aparece como un ser integrado e inacabado [16], en constante reflexión sobre la vida y las situaciones que la determinan, exponente de sus saberes, sujeto que se construye en derredor del otro, de sus causas comunes, de sus búsquedas comunes.

He aquí un posible aporte de la educación popular a las prácticas de la educación para la salud: las acciones educativas deben crear escenarios de diálogo, donde el sujeto busque y logre su integración activa con el mundo; que ocasione, dentro de sus prácticas y contextos, cambios voluntarios y conscientes, generados a través de la reflexión permanente de su mundo, de su identificación como sujeto histórico.

Reflexión final

Hablar de una relación posible y necesaria entre la educación popular y la educación para la salud lleva la discusión al plano de los aportes que la primera puede ofrecerle a la segunda. Como se ha señalado anteriormente, entre los múltiples aportes de la educación popular están el dialogo como epicentro de las acciones educativas, y la intencionalidad por propender por la configuración de sujetos críticos al interior de los procesos educativos.

Ahora bien, esta relación es posible, porque ambas educaciones comportan un mismo interés por el diálogo y por el sujeto en sus prácticas educativas, un interés que permite entablar relaciones teóricas, metodológicas y pedagógicas entre ambas. La educación popular, por su parte, brinda elementos para favorecer la reflexión al interior de las prácticas de educación para la salud, los cuales pueden aportar a lo ya desarrollado en los modelos críticos -como el propuesto por Serrano-, donde se refuerza la idea de centrar sus acciones en el diálogo y en la perspectiva política del ser, en la posibilidad de un accionar educativo que supere las entrañas biomédicas de otros modelos, y plantee discusiones epistemológicas y pedagógicas propias de un discurso que ya no solo se gesta en el campo de la salud, sino también debe mirarse desde el campo de la educación.

Por otro lado, la educación popular recrea, al igual que los modelos críticos de educación para la salud, una apuesta por el diálogo, que supera la visión lineal del acto comunicativo, que se recrea como escenario de transformación y de empoderamiento. El diálogo, así, aparece como un acto de amor, lugar que la educación para la salud puede tomar como suyo, y buscar, de este modo, nuevas formas de interacción entre los agentes de salud y las comunidades.

La educación popular, al proponer al sujeto como un ser activo, crítico, histórico y propositivo, se distancia de las educaciones tradicionales que lo subsumen, que lo llevan a la adaptación en vez de la integración al mundo. La educación popular, al proponer un sujeto crítico, le permite a la educación para la salud adoptar unas apuestas políticas por la reivindicación de la salud como derecho, brindando elementos de reflexión en torno a las obligaciones del Estado y a los deberes de los ciudadanos.

Asimismo, permite a la educación para la salud redireccionar sus acciones metodológicas, donde la participación, el empoderamiento y la lectura de la realidad sean garantes de la generación de espacios críticos y reflexivos; donde, a través del diálogo, se permita la resignificación del ser como un ser amoroso y transformador.

Ahora bien, esta relación es necesaria, en tanto se deben llenar de contenido y sentido pedagógico las acciones en el campo de la salud. Esto parte de reconocer que los agentes de salud tienen, en su acervo profesional, una tarea fundamentalmente de protección a la vida, la cual sobrepasa el asunto de la atención individual en salud, y busca que las personas y comunidades determinen y se responsabilicen de sus acciones propias de cuidado, donde la educación es el escenario más propicio para que las personas reflexionen sobre su salud, y sobre las condiciones sociales, culturales, políticas y económicas que le determinan, y poder, así, transformar dichas condiciones.

Poner de manifiesto la necesidad de revisar la forma como se están llevando a cabo las acciones educativas en el campo de la salud es reconocer que a pesar de los esfuerzos hechos por académicos y por agentes de salud, esta sigue privilegiando las acciones instrumentales y de contenido propias de modelos informativos, donde sus métodos se centran en hacer “charlas” sin tener en cuenta las condiciones particulares de las comunidades, asumiendo los mismos contenidos para cualquier grupo social.

Revisar la educación para la salud y buscar aportes de la educación popular significa entablar una relación de construcción conjunta, donde se reconozca la existencia de asuntos que ya se han abordado ampliamente por la educación popular y que pueden recrear las acciones educación en el campo de la salud.

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Financiación Recursos propios

Declaración de responsabilidad Se declara que los puntos de vista expresados son responsabilidad del autor y no de la institución en la que trabajan.

*Zea Bustamante LE. La educación para la salud y la educación popular, una relación posible y necesaria. Rev. Fac. Nac. Salud Pública. 2019;37(2):61-66. DOI: 10.17533/udea.rfnsp.v37n2a07.

Recibido: 12 de Septiembre de 2017; Aprobado: 13 de Marzo de 2019

Conflicto de interés

Declaro que durante la realización del estudio no se tuvo conflicto de intereses.

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