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Revista de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas

versión impresa ISSN 0120-3886

Rev. Fac. Derecho Cienc. Polit. - Univ. Pontif. Bolivar. vol.42 no.117 Medellín jul./dic. 2012

 

Una aproximación a la cultura política colombiana desde el debate contemporáneo de la democracia*

An approach to Colombia's political culture from the contemporary debate of democracy

Uma abordagem da cultura colombiana político do debate contemporâneo sobre a democracia

Une approche à la culture politique de la Colombie de la discussion contemporaine sur la démocratie

Juan David Cárdenas Ruiz1

*Esta investigación fue realizada por el Observatorio de Medios de la Facultad de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de la Sabana a través del proyecto del Seminario de Investigación en Comunicación Publica. La investigación fue financiada en su totalidad por la Facultad y se desarrolló con fines estrictamente académicos.
1Politólogo, docente de la Facultad de Comunicación de la Universidad de la Sabana. Magíster en Estudios Políticos del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales IEPRI de la Universidad Nacional de Colombia.

Este artículo fue recibido el día 19 de julio de 2012 y aprobado por el Consejo Editorial en el Acta de Reunión Ordinaria N°. 15 del 18 de septiembre de 2012.


Resumen

Este artículo se centra en la cultura política en Colombia a partir del estudio realizado por el Observatorio de Medios de la Universidad de la Sabana entre Febrero y Julio de 2011. La intención es presentar los resultados y la metodología y partir de esto proponer un debate frente a las categorías de análisis de la cultura política teniendo como perspectiva el concepto de la democracia en el sentido más amplio e integral que permita trascender el ámbito meramente electoral y permita comprender mejor la cultura política colombiana.

Palabras clave: Sistemas Políticos, Democracia, Cultura, Socialización Política, Investigación .


Abstract

This paper focuses on the Colombian political culture from a study done by the Observatorio de Medios de la Universidad de la Sabana between February and July 2011. The intention is to present the main results and methodology of the study, and from these, to propose a debate about the main theoretical categories of political culture. These categories are derived from the concept of a wider and more integral democracy that goes beyond just the electoral scope.

Keywords: Political Systems, Democracy, Culture, Political Socialization, Research.


Resumo

Este artigo incide sobre a cultura política na Colômbia a partir do estudo realizado pelo Observatório de Mídia da Universidade de Sabana, entre fevereiro e julho de 2011. A intenção é apresentar a metodologia e os resultados propor uma discussão sobre as categorias de análise da cultura política como tomada de perspectiva do conceito de democracia no sentido mais amplo e abrangente que permite transcender o meramente eleitoral e permitir entender melhor a cultura político colombiano.

Palavras-chave: Sistemas Políticos, cultura, democracia, socialização política, investigação.


Résumé

Cet article se centre sur la culture politique en Colombie, à partir d'une étude de l'observatoire des médias de l'Université de la Sabana réalisé entre le mois de février et le mois de juillet 2011. La finalité de cette recherche est de présenter les résultats et la méthodologie et proposer un débat face aux catégories d'analyse de la culture politique. Le débat se fera depuis une perspective démocratique vaste et intégrale, permettant ainsi d'aller au delà du milieu électoral pour mieux comprendre la culture politique colombienne.

Mots-clés: Systèmes Politiques, Démocratie, Culture, Socialisation Politique, Recherche.


Sumario

Introducción.1. ¿Qué entender por cultura política? 2. Una mirada multidimensional al fenómeno de la cultura política. 2.1. ¿Qué estudiar cuando se estudia cultura política? 2.1.1. Representación y participación política. 2.1.2. Hábitos de comunicación política. 2.1.3. Legitimidad institucional. 2.1.4. Percepción sobre asuntos públicos. 2.1.5. Imaginarios y valores. 3. Algunas reflexiones teóricas útiles para el análisis de la cultura política democrática en Colombia. 4. Resultados del estudio. 5. La construcción del valor democracia como núcleo de la cultura política colombiana. 5.1. La cultura política colombiana a la luz del imaginario de la democracia. 6. A futuro. Referencias.


Introducción

La cultura política es uno de los fenómenos de las ciencias sociales que más debates teóricos y metodológicos ha despertado a lo largo de las últimas décadas. Al ser un concepto amplio, a la vez ambiguo, y que puede ser interpretado de distintas maneras, la cultura política ha sido abordada desde distintos paradigmas conceptuales y su estudio se ha visto orientado desde métodos tanto cualitativos como cuantitativos.

En América Latina, el estudio de la cultura política, al menos la corriente dominante, ha estado enfocado en el estudio de la relación de los ciudadanos con un concepto central: la democracia. Estudios anuales como el Latinobarómetro2, el Barómetro de Gobernabilidad de las Américas3 y el estudio LAPOP4 utilizan métodos estadísticos cuantitativos para medir las actitudes y percepciones de los ciudadanos de la región frente a fenómenos políticos coyunturales y frente a variables ligadas al ejercicio democrático como la participación política electoral, la filiación partidista, la legitimidad gubernamental, entre otros.

La Facultad de Comunicación, a través del Observatorio de Medios5 y el Seminario de Investigación en Comunicación Pública, inició en el mes de enero de 2010 una serie de estudios sobre el fenómeno de la cultura política. A lo largo de año y medio, hasta julio de 2011 se realizaron tres estudios específicos sobre el fenómeno. De enero a junio de 2010 se hizo una primera exploración a la cultura política de los jóvenes universitarios en la ciudad de Bogotá. De junio a diciembre de 2010 se realizó una segunda exploración, esta vez a la cultura política de los bogotanos entre los dieciocho y los sesentaicinco años. Y, finalmente, entre enero y junio de 2011 se hizo un estudio más profundo en las dieciséis principales ciudades del país.

Estos tres procesos, enfocados desde igual número de proyectos de investigación, empezaron con la consolidación de un estado del arte de los estudios sobre cultura política para dar paso a la estructuración de un marco teórico y conceptual que sirvió como base para el trabajo de campo.

La primera investigación se realizó en las instituciones de educación superior y consistió en la aplicación de un instrumento de recolección de información, entrevistas y conversaciones informales, ejercicios de observación y la realización de grupos focales. La segunda investigación consistió en un ejercicio realizado en diecinueve de las veinte localidades de Bogotá6 en donde se aplicó un instrumento de recolección de datos, ejercicios de observación y grupos focales. La tercera investigación, la más ambiciosa de todas, se desarrolló en las dieciséis principales ciudades por medio un instrumento de recolección de datos vía telefónica.

Esta ponencia busca, por una parte, dar una discusión sobre el concepto de la cultura política y sus distintos abordajes, para llegar a una conceptualización propia que sirvió como guía para la elaboración de la investigación. Por otra parte, se mostrarán los principales resultados de la investigación de la cultura política de las dieciséis principales ciudades de Colombia y las reflexiones metodológicas que surgieron después del proceso investigativo. Y finalmente, se centrará sobre el imaginario de la democracia y cómo la cultura política colombiana ayuda a sostener una estructura que en la práctica estaría alejada del deber ser de una sociedad democrática.

1. ¿Qué entender por cultura política?

La cultura política como fenómeno de estudio de las ciencias sociales, quizás sea uno de los conceptos que más se ha estudiado, conceptualizado y analizado. El entendimiento de la cultura y lo cultural y el entendimiento de la política y lo político, en si ya encierra todo un debate. Al respecto Fabio López de la Roche sostiene que

    Con la noción de cultura política se ha abordado un conjunto de fenómenos, de temas, problemas bastante amplio y heterogéneo. Para algunos investigadores la cultura política tendría que ver con los conocimientos, valores, creencias, sentimientos, predisposiciones y actitudes de los individuos ante la política y los asuntos a ella ligados. Esta visión prioritariamente psicológica de la cultura política se relaciona sobre todo con disposiciones y orientaciones de los individuos y los grupos hacia los objetos políticos, las cuales son estudiadas y medidas a través de encuestas o escalas de actitud. Desde otras perspectivas teóricas y metodológicas, historiadores de la cultura, antropólogos y psicólogos sociales han empezado a interesarse en estos años por un conjunto de fenómenos que también tienen que ver con la cultura política: los imaginarios y las mentalidades, las representaciones sociales que distintos grupos conforman acerca de la realidad... (2000, p.97)

De igual manera, otros autores han tratado de delimitar el ámbito de estudio del fenómeno de la cultura política. Morán sostenía que "la cultura política, bajo cualquiera de las diversas denominaciones que ha recibido, remite a los complejos vínculos que se tejen entre la esfera pública, la vida política y los universos o representaciones que sobre esta poseen los miembros de toda comunidad política" (1999, p.98). Gutiérrez definía la cultura política como "un conjunto de interpretaciones heterogéneas y a veces contradictorias y desarticuladas de valores, conocimientos, opiniones, creencias y expectativas que integran la identidad de los ciudadanos, grupos sociales u organizaciones políticas" (1996, p.43).

Debemos partir, entonces, por entender que la cultura política es un concepto en permanente construcción, objeto de estudio de diversas disciplinas, y que se ha estudiado utilizando diferentes referentes metodológicos.

Se puede encontrar un primer antecedente conceptual en el estudio de Verba y Almond, Te Civic Culture: Political Attitudes and Democracy in Five Nations realizado en 1963. Este estudio se enfocó sobre tres dimensiones de la relación entre los ciudadanos y sus instituciones: dimensión cognoscitiva, dimensión afectiva y dimensión evaluativa. Básicamente, lo que Verba y Almond quisieron plasmar en su estudio fue una tipología de culturas políticas de acuerdo con las variables del conocimiento, los sentimientos y los juicios y opiniones de los ciudadanos frente a las instituciones que los gobernaban. Para entender la orientación del estudio de la cultura política en Verba y Almond es importante comprender qué entendían ellos por cultura y más adelante por cultura política. Según los autores

    Aquí únicamente podemos subrayar que empleamos el concepto de cultura en uno solo de sus muchos significados: en el de orientación psicológica hacia objetos sociales. Cuando hablamos de la cultura política de una sociedad, nos referimos al sistema político que informa los conocimientos, sentimientos y valoraciones de su población. (1963, p.14)

Más adelante, va a surgir, desde esta misma escuela de los estudios del comportamiento, la aproximación al fenómeno de la cultura política de Ronald Inglehart que se ve materializado en el Estudio Mundial de Valores (World Value Survey)7 Según Ingelhart

    el concepto de cultura política ha tenido una historia llena de claroscuros. Sus proponentes han argumentado que la evolución y la persistencia de una democracia de masas estable requiere de la aparición de ciertas actitudes y hábitos de apoyo entre la población. Esta cultura política consiste en un consenso sobre ciertas reglas de juego o procedimientos constitucionales; y el surgimiento de ciertas actitudes culturales básicas como la confianza interpersonal y la predisposición a participar en política. (1998, p. 48)

Ingelhart incursiona en el estudio de valores sociales y culturales presentes en entornos familiares, comunitarios y otros escenarios de interacción de las personas para entender cómo se forman los patrones de comportamiento político de las sociedades.

Un enfoque distinto de aproximación al estudio de la cultura política va a surgir del paradigma de la sociología interpretativa. Autores como Cliford Geertz abordarán la problemática partiendo de afirmaciones como

    Aquí, cultura no es ni culto ni usanza, sino que son las estructuras de significación en virtud de las cuales los hombres dan forma a su experiencia; y la política no es aquí golpes de estado ni constituciones, sino que es uno de los principales escenarios en que se desenvuelven públicamente dichas estructuras. Una vez reformuladas así política y cultura, determinar la relación que hay entre ellas es una empresa práctica y no ciertamente modesta. (1973, p.262)

El estudio de la cultura política desde una perspectiva sociológico-interpretativa apuntará a evidenciar las prácticas, los códigos, los significados y los imaginarios de la acción política de los ciudadanos pretendiendo metodológicamente un acercamiento más profundo y directo a los espacios cotidianos de interacción de las personas a partir de los cuales se construyen las pautas de acción política individual y colectiva.

    Formulado de una manera general, la perspectiva de la interpretación sostiene, en una línea marcadamente hertziana, que la cultura no constituye una variable a la que se puedan imputar causalmente acontecimientos y procesos sociales, modos de conducta o instituciones, sino que, muy al contrario, es en verdad un contexto de significados dentro del cual puede practicarse la descripción densa de todos esos fenómenos. Lejos de tratar de esclarecer si determinadas estructuras de significado son el fundamento inmediato del comportamiento y de las estrategias activadas por los sujetos, el analista debe proceder a la interpretación de los elementos culturales-matrices simbólicas, prácticas rituales, configuraciones discursivas, creencias, valores, etc.- que en última instancia permiten comprender la vida política de la comunidad. (Romero, 2000, p.258)

El estudio de la cultura política debería, entonces, tratar de implementar metodologías que permitan el abordaje de sus distintas variables y dimensiones. Esto es, utilizar las técnicas de investigación social que sean necesarias, incluso combinando modelos cuantitativos con modelos cualitativos en búsqueda de hallazgos más fidedignos con la realidad de la cultura política de las distintas sociedades. Para reforzar este pedido Cliford Geertz afirmaba que

    Las cuestiones metodológicas son múltiples y abarcan cuestiones de definición, verificación, causalidad, representatividad, objetividad, medición, comunicación. Pero en la base de todas ellas está esta cuestión: cómo realizar un análisis de significaciones -las estructuras conceptuales que los individuos usan para interpretar la experiencia- que sea a la vez lo bastante circunstanciada para resultar convincente y lo bastante abstracta para formular la teoría. Ambas condiciones son igualmente necesarias; decidirse por una a expensas de la otra lleva a meras descripciones o a vacuas generalidades. Pero también ambas, por lo menos superficialmente, se mueven en direcciones opuestas, pues cuanto más invoca uno los detalles tanto más ligado se ve a las peculiaridades del caso inmediato y cuanto más los omite, tanto más pierde contacto con el terreno en que se apoyan sus argumentos. Descubrir la manera de escapar a esta paradoja -o, más exactamente, la manera de mantenerla a raya, pues en realidad nunca es posible escapar a ella- es lo que se propone metodológicamente el análisis temático. (Geertz, 1973, p.263)

Comprender la cultura política como un concepto dimensional es necesario para abarcarlo de la manera más amplia posible y esta amplitud debe reflejarse en los diseños metodológicos de la investigación

2. Una mirada multidimensional al fenómeno de la cultura política

El propósito del proceso investigativo del Observatorio de Medios de la Universidad de la Sabana de la mano del Seminario de Investigación en Comunicación Pública fue buscar un punto de encuentro entre las distintas conceptualizaciones que a nuestro juicio aportan, cada una, dimensiones y aspectos claves de la cultura política que no se pueden dejar de lado.

En ese orden de ideas se partió de tener una mirada lo más amplia posible de los fenómenos, relaciones sociales, espacios y dinámicas que pueden ser considerados políticos y frente a los cuales los seres humanos adoptan una postura o un comportamiento determinado a lo largo de su existencia. Es allí donde nos desligamos de algunas corrientes de estudio de la cultura política que dan más énfasis a una concepción de lo político como lo estatal o lo gubernamental y tratamos de conciliar esta posición con enfoques sociológicos que nos hacen situar en un escenario en donde las personas construyen su cultura política a partir de sus relaciones sociales no solo con el Estado, sino con un conjunto más amplio de actores políticos y no políticos de la sociedad.

2.1 ¿Qué estudiar cuando se estudia la cultura política?

Desde nuestro planteamiento se categorizaron al menos cinco aspectos que, creemos, componen el núcleo central del fenómeno de la cultura política y que encierran en su interior dinámicas y relaciones sociales, políticas, culturales y comunicacionales que contribuyen a la adopción de un comportamiento frente a la política, los políticos y los procesos sociales.

Es necesario establecer la existencia de ciertos hábitos que podrían derivar una categoría de una cultura política performativa referente a acciones tangibles de la persona como informarse, participar, opinar, y unos comportamientos más reflexivos, internos, en los que adopta unos juicios, ideas y opiniones frente a fenómenos de distinta naturaleza de su cotidianidad.

En ese orden de ideas, se decidió agrupar todas las variables e indicadores en cinco grandes categorías: Representación y participación política, Hábitos de comunicación política, Legitimidad Institucional, Percepción sobre asuntos públicos e Imaginarios y valores.

2.1.1 Representación y participación política

La primera dimensión de análisis del fenómeno de la cultura política tiene que ver con los diversos procesos de representación y participación política que se presentan en el interior de la sociedad en donde los ciudadanos tienen una participación directa e indirecta, y sostiene el principio de que lo político se circunscribe al ámbito de lo público y recoge dimensiones institucionales formales y legales, sociales, comunitarias e incluso individuales. En ese orden de ideas, como dimensión de estudio de la cultura política encontramos varios aspectos objeto de análisis como lo son la participación o no en los procesos electorales para elegir autoridades, el nivel de conocimiento y participación en procesos electorales para aplicar mecanismos de participación ciudadana, la pertenencia a organizaciones y asociaciones de distinta naturaleza en defensa de un interés o una creencia particular, la participación en procesos sociales participativos no formales o no convencionales, la relación de los ciudadanos con los partidos políticos en términos de militancia activa, afiliación, simpatía o desencanto.

2.1.2 Hábitos de comunicación política

La segunda dimensión de análisis del fenómeno de la cultura política se enfoca sobre los procesos de construcción de significados y opiniones acerca de la realidad política. En ese orden de ideas, es esencial poder conocer los medios y los espacios de socialización informativa que tiene los ciudadanos en el interior de un sistema. Los hábitos de comunicación política serían aquellas prácticas personales o colectivas mediante las cuales los ciudadanos adquieren información sobre los temas públicos, los espacios de discusión e interacción política y el uso que hacen de los medios y las tecnologías informativas en sus prácticas políticas.

2.1.3 Legitimidad institucional

La tercera dimensión de análisis del fenómeno de la cultura política tiene que ver con la relación entre la ciudadanía y las instituciones que rigen la vida colectiva de una nación políticamente organizada. En esta dimensión son centrales conceptos como al legitimidad, la credibilidad, la confianza y la percepción sobre la gestión de las instituciones públicas que representan al estado en su relación con la ciudadanía. En ese orden de ideas, unas instituciones que sean legítimas, creíbles, confables y eficientes tendrán un mayor margen de gobernabilidad y aceptación voluntaria de su autoridad por parte de los ciudadanos.

2.1.4 Percepción sobre asuntos públicos

Si bien el estudio de la cultura política de un país debe poner la mirada sobre los procesos estructurales de construcción de esos patrones de comportamiento político, hay temas o asuntos públicos que nos permiten monitorear la estabilidad de dichos patrones o identificar transformaciones en los mismos. Los temas coyunturales pueden ser un termómetro que por medio la construcción de la opinión pública nos permita inferir la trayectoria de la cultura política de una sociedad

2.1.5 Imaginarios y valores

Finalmente, consideramos fundamental entrar a diferenciar, para poder contrastar y conocer el trasfondo de la cultura política de un país, entre el ser y el deber ser de la política, los procesos políticos y los actores políticos. A menudo puede haber diferencias entre lo que una persona considera es y debe ser el fin último de la política, los roles y valores de los líderes políticos y los valores que debe defender un sistema político

3. Algunas reflexiones teóricas útiles para el análisis de la cultura política democrática en Colombia

Ya hemos visto que el concepto de la cultura política es supremamente amplio y multidimensional. El análisis de la cultura política democrática no escapa a ese escenario complejo, siendo la democracia, hoy en día, un significante vacío. Así lo reafirma Michelangelo Bovero cuando expresa que

    «Democracia» es una de las palabras que más han padecido una situación infacionaria en el lenguaje común, a tal grado que corre el riesgo de convertirse - si es que no lo ha hecho ya - en una palabra vacía. Corre el riesgo de perder cualquier significado compartido. Es por eso, yo creo, que en los últimos años varios estudiosos estamos intentando, desde distintas perspectivas, de restaurar el significado de la palabra «democracia»; es decir, reconstruir el concepto de democracia. (2010, p.11)

El término democracia carece de un único significado, y eso no es algo negativo per se, pero en el mundo pragmático de la política no es sorprendente observar gobiernos de distinta naturaleza, con orientaciones políticas e ideológicas distintas y en algunos casos opuestas autoidentificarse como regímenes políticos democráticos.

Al respecto de la democracia latinoamericana Jorge Iván Bonilla asegura que

    En América Latina la democracia como sistema no se ha convertido en un ethos o modo de vida para el común de los ciudadanos, porque poco o nada han sido invitados a participar de los beneficios y privilegios de la democracia. La formación ciudadana no ha sido posible por la existencia generalizada de prácticas de exclusión de los sectores más amplios de la sociedad en la toma de decisiones, la eliminación o amenaza permanente de todo probable disenso, la injusticia en la distribución de recursos y el bajo acceso a la educación profesional y universitaria. A nuestros países, históricamente, las elites locales en unión con las transnacionales del capital los han explotado en sus recursos mientras las ganancias se invierten en Miami. Así, nuestros ciudadanos han sido sistemáticamente expulsados de las esperanzas. Por lo tanto, la democracia no significa un símbolo ni político ni mucho menos una práctica de libertad y una manera de vivir la existencia. (2004, p.2)

Este estado de cosas nos pone frente a un cuestionamiento sobre la naturaleza y el alcance de la democracia. Autores como Hugo Quiroga plantean un dilema entre un modelo de democracia procedimental y un modelo de democracia sustantiva (Quiroga, 2000). El primer modelo pondría el énfasis sobre el rigor de los procedimientos en la competencia por el poder político y el ejercicio de las libertades individuales. El segundo modelo, sobre el hecho de que los procedimientos no se deben agotar en sí mismos y que la legitimidad del poder político debe descansar sobre la creación y la defensa de un orden justo que responda a las necesidades de los ciudadanos.

Esta caracterización es muy pertinente para el análisis de la democracia en América Latina, ya que la realidad nos muestra una región donde la democracia después de los procesos de transición democrática se ubica como el valor político y social privilegiado, y sin embargo los gobiernos democráticos atraviesan en sus distintas representaciones y construcciones procesos de crisis políticas, económicas sociales y, sobre todo, de legitimidad, debido a que el componente procedimental de la democracia se viene imponiendo sobre el componente sustantivo de la misma en la gran mayoría de países de la región.

A propósito de esa particularidad del desarrollo de la democracia en la región se pueden recoger algunos aportes conceptuales que pueden dar una luz sobre este fenómeno. Una primera mirada a partir del artículo "Democracia sin demócratas" de Dietmar Dimosser, que parte de la siguiente hipótesis:

    América Latina vive una tendencia altamente notoria al debilitamiento de la democracia, y en consecuencia, al fortalecimiento de rasgos autoritarios en los gobiernos. Pero de ningún modo puede decirse que las instituciones democráticas hayan sido socavadas únicamente por los gobernantes. En todo el espectro de actores sociales y políticos se encuentran inclinaciones autoritarias y conductas antidemocráticas. (2005, p.30)

En ese artículo el autor identifica una serie de rasgos característicos de las democracias latinoamericanas que nos llevan a pensar en que la democracia y la construcción de una cultura política democrática puede estar en crisis. Estos rasgos son: ampliación del poder del ejecutivo en detrimento de las otras ramas del poder público, incapacidad de las instituciones democráticamente constituidas de solucionar los problemas de corrupción, desigualdad e impunidad, tránsito de la dialéctica política a escenarios no formales que llevarían la acción política a encauzarse en prácticas antidemocráticas y antisistémicas.

Otro aporte que puede ser útil para conceptualizar la problemática de estudio es el concepto de autoritarismo competitivo de Steven Levitsky y Lucan Way (2004). Los autores plantean la problemática en términos de abandonar el discurso de las transiciones democráticas y empezar a caracterizar los regímenes políticos de la región a la luz de cuatro principios que deberían cumplir los regímenes democráticos: 1) elección de autoridades ejecutivas y judiciales mediante elecciones abiertas, libres y justas, 2) derecho al voto de todos los adultos, 3) protección y garantía de derechos políticos y libertades civiles, 4) autonomía gubernamental frente a control militar o religioso. Se define el autoritarismo competitivo como

    regímenes donde las instituciones democráticas formales son ampliamente vistas como medios principales para obtener y ejercer la autoridad política; regímenes que no alcanzan a ser democracias ni autoritarismos absolutos; regímenes donde los funcionarios pueden manipular las normas democráticas mas no eliminarlas o reducirlas". (Levtisky y Way, 2004, p.53)

Este concepto nos pone de cara a un tipo de régimen político en el que la democracia procedimental es la fuente de legitimidad del poder, pero en el trasfondo de las dinámicas del sistema político se presentan relaciones políticas, sociales, económicas e incluso culturales que irían en contra de los cuatro principios planteados, lo que se vería reflejado en mayor medida en una disminución de los espacios y derechos políticos de los grupos opositores. Estos regímenes políticos pondrían mucho énfasis en cambios de la cultura política que le permitan normalizar sus políticas generando un apoyo colectivo a modelos autoritarios amparados por la celebración de procesos electorales.

Finalmente, encontramos otro aporte conceptual que puede servir como guía para el análisis pretendido. Hacia 1997 Fareed Zakaria acuñó el término democracias iliberales para alertar sobre una contradicción que la misma democracia como procedimiento estaba creando al servir de formas de acceso al poder a gobernantes y movimientos que a su juicio no defenden ni garantizan los principios del constitucionalismo liberal. Dice el autor que es difícil reconocer este problema debido a que en occidente la democracia significa democracia liberal -un sistema político marcado no solo por elecciones libres y justas, sino también por el imperio de la ley, la separación de los poderes, y la protección de las libertades esenciales- lo que históricamente puede ser distinto al concepto clásico de la democracia que descansa sobre la soberanía del poder popular (Zakaria, 1997). Para analizar el alcance de un sistema democrático el autor propone la siguiente reflexión:

    Por supuesto que las elecciones deben ser abiertas y justas, y esto requiere algunas protecciones para la libertad de opinión y reunión. Pero para ir más allá de esta definición minimalista y etiquetar como democrático a un país solo cuando garantice un catálogo comprehensivo de derechos religiosos, políticos, sociales y económicos convierte la palabra "democracia" en una placa de honor más que en una categoría descriptiva. (1997, p.22)

En síntesis, el análisis de la cultura política democrática debe partir de una mirada amplia sobre el concepto mismo de la democracia, en la que, por un lado, se deben cumplir unos procedimientos y unas garantías de derechos y, por otro, debe abarcar una dimensión sustantiva en la que esos principios que constitucionalmente pueden estar declarados se materialicen en el ejercicio de los gobiernos. La construcción de esta cultura política tiene distintos espacios y actores estatales y no estatales y el juicio sobre la existencia o no de una cultura política democrática debe abordar estas dimensiones dándole a cada una la misma importancia.

Resultados del estudio

A continuación se presentan los principales resultados del estudio del Observatorio de Medios de la Universidad de la Sabana acerca de la cultura política de las dieciséis principales ciudades de Colombia (Ver Anexo 1. Ficha Técnica del Estudio).

Frente al ámbito de la participación en política de los encuestados encontramos que existen tres grupos de ciudadanos de acuerdo con el interés que dicen tener frente a la política. Un primer grupo que dice no tener ningún o muy poco interés en la política (38%), un segundo grupo de ciudadanos interesados medianamente en la política (31%), y un último grupo de ciudadanos con un interés alto en la política (27%).

Relacionado con el interés frente a la política iría una intención o no de participar en asuntos políticos, lo que en el marco de una sociedad democrática debería reflejar una tendencia positiva de involucramiento de los ciudadanos al interior del sistema como una forma de sentirse parte de él y legitimarlo.

Al respecto, el 68% de los encuestados manifestó no participar en asuntos políticos frente a un 31% que afirmó hacerlo. Frente a esa participación/no participación manifestada por los encuestados es útil distinguir entre formas tradicionales o formales que legalmente están reguladas por la Constitución política colombiana y la legislación nacional y otras formas de participación alternativas o no tradicionales. Al indagar el conocimiento y el uso que tienen los colombianos que afirmar participar encontramos lo siguiente:

Los mecanismos de participación más conocidos por los ciudadanos son las elecciones (97%), acción de tutela (81%), huelga o paro laboral (75%), marcha civil (74%), referendo y derecho de petición (69%). Los mecanismos de participación menos conocidos por los ciudadanos son la revocatoria de mandato (37%), cabildo abierto (37%) y las veedurías ciudadanas (37%). Con respecto al uso de los diversos mecanismos los más utilizados son las elecciones (84%), el derecho de petición (47%) y la marcha civil (44%), mientras que los menos utilizados son la revocatoria de mandato (10%), cabildo abierto (13%) veedurías ciudadanas (17%), huelga o paro laboral (21%) y audiencias públicas (25%). Se evidencia una mayor propensión a participar en mecanismos que no requieren de acciones o iniciativas ciudadanas colectivas en defensa del interés público o particular. Esto puede verse reflejado en una cada vez menor tendencia a la organización social de los ciudadanos.

Frente a la pertenencia organizacional, que sería un motor desencadenante de la acción ciudadana, es evidente que las causas políticas y la defensa colectiva de intereses cada vez atraen menos la atención de ciudadanos que no por esto viven aislados socialmente. El patrón de pertenencia organizacional nos muestra lo siguiente:

El 31% de los encuestados manifestó pertenecer a una organización religiosa, el 18% a organizaciones comunales/vecinales y el 17% a organizaciones deportivas. Tan solo el 13% manifestó pertenecer o militar en organizaciones de carácter político, lo que muestra un alejamiento ciudadano de este tipo de organizaciones que en el seno de la democracia serian los intermediarios de la ciudadanía frente a las instituciones del estado. Esto se ve reforzado por un patrón doble que es muy particular, que quizás viene ocurriendo no solo en Colombia, sino en toda la región a raíz de la crisis de los partidos políticos y el ascenso de gobiernos personalistas: la desafección partidista y la indeterminación ideológica.

Al ser indagados por sus afinidades partidistas, casi la mitad, el 48% de los encuestados, manifestó no tener ningún tipo de afinidad, cercanía o simpatía por ninguno de los partidos del sistema político colombiano. Algo similar ocurre cuando se propone un ejercicio de autoubicación ideológica en el que los encuestados tienen la opción de ubicarse ideológicamente donde ellos se consideran según su pensamiento político.

El 37% de los encuestados manifestó no ubicarse en ninguna de las posiciones ideológicas, el 22% se ubicó en el espectro de la derecha, el 22% en el centro y tan solo el 11% se ubicó en la izquierda. Este resultado es interesante y debe analizarse a la luz de los resultados electorales que marcarían que un gran porcentaje de ciudadanos que no se ubican ideológicamente terminan decantándose electoralmente por opciones del centro y de la derecha del espectro ideológico.

Ahora bien, en la búsqueda del porqué de estos dos fenómenos consideramos necesario explorar la dimensión de los imaginarios y valores políticos de los encuestados, siendo en este caso útil tratar de construir la representación colectiva que tienen frente a tres conceptos: la política, la democracia y el liderazgo democrático.

Frente a la pregunta "describa con una palabra lo que para usted significa la política" el 33% de los encuestados la asoció con la corrupción, el 10% con la injusticia, el 9% con la democracia, el 5% con el bien común, y el 18% no supo describirla. Predominan las asociaciones negativas sobre las asociaciones positivas

Los resultados nos mostrarían que los colombian7os asocian la política con dos dimensiones principales: la corrupción y las malas prácticas institucionales, y las instituciones y procedimientos gubernamentales. Esto generaría un imaginario negativo y una especie de círculo vicioso que se vería reflejado en la desconfianza que les despiertan la mayoría de las instituciones del sistema.

Frente a la confianza institucional se observa un promedio general de 3,0 en una escala de 1 a 5 en la que se evidencian niveles bajos de confianza frente a instituciones que representan a las ramas judicial y legislativa, niveles regulares de confianza frente al gobierno y niveles medio altos de confianza frente a instituciones cuya naturaleza en principio no es política como los medios de comunicación y la iglesia. En el caso colombiano, inmerso en un conflicto armado, es normal ver niveles relativamente altos de confianza en la fuerza pública, sobre todo a partir de hechos coyunturales puntuales como bajas de jefes guerrilleros y acciones militares contundentes en contra de los grupos al margen de la ley.

Ahora bien, en un escenario marcado de desconfianza institucional es útil indagar frente a los valores que para los encuestados serían fundamentales para el desarrollo de una democracia en Colombia.

En la escala de valores la transparencia con un 25% sería el más privilegiado por los encuestados, seguido de la igualdad, la tolerancia, la justicia y la libertad. Frente a la misma pregunta enfocada hacia los valores/cualidades de un líder político democrático se encontró que el valor principal es la honestidad con u 62% y el liderazgo con el 8%.

En los procesos de construcción de estos imaginarios es fundamental distinguir que hay dos dimensiones que operan de manera importante como insumos informativos, siendo la realidad misma una de ellas y la dimensión informativa de donde muchos ciudadanos adquieren información para darle un significado a esa realidad. Dentro de esos actores o instituciones que influyen sobre las decisiones políticas de los encuestados encontramos unos de naturaleza social (familia, amigos, compañeros de trabajo/estudio, vecinos) que suman un 72% y unos de naturaleza mediática (medios de comunicación, líderes de opinión) que suman un 26%.

El trasfondo de este escenario lo vamos a encontrar cuando veamos el porcentaje de personas que dice informarse regularmente sobre temas políticos y los medios mediante los cuales se informa.

El 59% manifestó informarse sobre asuntos políticos frente a un 41% que afirmó no hacerlo. De ese porcentaje de personas que se informan de asuntos políticos el 60% lo hace a través de la televisión, el 19% a través de los periódicos, el 12% a través de la radio, el 7% a través de Internet y el 2% por medio de revistas.

5. La construcción del valor democracia como núcleo de la cultura política colombiana

La cultura política colombiana está fuertemente condicionada por la evolución histórica de las instituciones políticas y el discurso que legitima este proceso en medio de un país y una sociedad enmarcados por variables sociopolíticas como la violencia, el bipartidismo y la fuerte presencia de una cultura religiosa desde los procesos de construcción de la nación

    Colombia es quizás uno de los países de América Latina con una tradición democrática más antigua y más estable. Durante gran parte de nuestra historia republicana el sistema político estuvo dominado por dos grandes organizaciones políticas: Partido Liberal y Partido Conservador. A pesar de que la democracia procedimental siempre ha estado vigente en Colombia, estos dos partidos políticos compitieron por el poder mediante el uso de la violencia en algunos periodos de la historia. Adicionalmente, se estima un promedio histórico del 55% de abstención electoral y una baja cultura de la participación ciudadana en espacios no electorales.

La celebración ininterrumpida de procesos electorales y la inexistencia de una dictadura de la misma naturaleza de otras dictaduras de la región ha consolidado en el pueblo colombiano un respeto sagrado por la democracia como sistema político. Esto se puede ver constantemente en el discurso de diversos actores políticos y sociales que se refieren a la "defensa de la institucionalidad" cuando se presentan hechos o amenazas que ponen en riesgo la estabilidad y permanencia del sistema político y sus instituciones.

Y, precisamente, el discurso de la defensa de la institucionalidad se convierte en un pilar del sistema al encontrar, en el caso colombiano, una contraparte: los grupos insurgentes que en el medio del conflicto armado que atraviesa el país son posicionados mediática y políticamente como la amenaza a esas instituciones frente a las cuales los colombianos debemos unirnos en su defensa.

5.1 La cultura política colombiana a la luz del imaginario de la democracia

Al estar relacionado el valor de la democracia con la misma supervivencia de un sistema político sin unos rasgos claros identificables, su significado o su construcción social de sentido hacen pensar que más que hablar de una democracia sustantiva, en el caso colombiano estaríamos frente a una democracia procedimental. Explicaciones para este fenómeno encontraremos en los resultados del estudio cuando observemos las diferencias sustanciales entre el conocimiento y uso de formas de participación formales e informales y la poca cultura participativa y de iniciativas por la defensa de intereses comunes en el ámbito de lo público. Es evidente que, a pesar de la baja participación electoral, los procesos electorales siguen siendo el escenario cumbre de la democracia colombiana, lo que genera unos vacíos entre una elección y otra, en los que son esporádicos y accidentales los casos en donde la ciudadanía participa en los distintos mecanismos y espacios de participación política.

Es más, el imaginario colectivo de la democracia, o de la defensa del sistema democrático, impulsado por los partidos que ostentan el poder y los medios de comunicación, percibe en la participación informal un peligro a la estabilidad del sistema, lo que ha hecho que muchas de estas iniciativas sean invisibilizadas y criminalizadas cuando son interpretadas dentro de ese marco.

Una contradicción evidente que se puede observar es que las instituciones políticas que vendrían a sostener y legitimar el sistema democrático no gozan de la confianza ciudadana y se observa una tendencia a la personalización y la desinstitucionalización del sistema sin que esto sea interpretado como un riesgo para el mismo. Esta situación es más clara cuando se observa un nivel medio bajo de interés por los asuntos políticos, una baja tasa de pertenencia a organizaciones y movimientos políticos, una alta desafección partidista y una escasa identificación con una ideología o marco de pensamiento político.

Otro aspecto que se debe resaltar como un hallazgo particular es el mal concepto que se tiene de la política, que es asociada por la gran mayoría de los encuestados con la corrupción y la injusticia, lo que explicaría la desconfianza institucional a partir de múltiples hechos que ocurrieron, vienen ocurriendo y seguramente seguirán ocurriendo en el interior del sistema.

Frente a los valores del sistema democrático y los líderes que deben gobernar el imaginario negativo de la política influirá en el imaginario o el deber ser que construyen los ciudadanos. Los valores transparencia y honestidad, respectivamente, se imponen a valores centrales de la democracia como la justicia y la igualdad.

A modo de conclusión se podría afirmar que la valoración que se hace de la democracia en Colombia está fuertemente atravesada por variables históricas que no se pueden dejar de lado. Estas variables hacen que la limitación de la democracia a los aspectos procedimentales y formales no sea vista como algo negativo, sino como una necesidad en la defensa de la estabilidad del sistema. Y este vacío de significado hace posible que candidatos, partidos y líderes de opinión utilicen el concepto según sus intereses y sus convicciones haciendo pasar políticas y decisiones como democráticas cuando van en contra de los principios básicos y esenciales de la democracia como sistema político y como valor filosófico.

Esto último serviría de base para dejar planteado el cuestionamiento acerca de la verdadera naturaleza democrática del sistema político colombiano y la existencia de un contexto de una "democracia procedimental sin democracia sustancial" o de una invisibilización de los verdaderos problemas que impiden un sistema democrático sustancial en que los medios de comunicación, especialmente la televisión, como principal fuente de información política, la apatía política de la ciudadanía, y la fuerte convicción en la eficacia de los procesos electorales de la mano de una ausencia de una verdadera cultura de la participación ciudadana en defensa de lo público serían los principales obstáculos en ese propósito.

6. A futuro

Como posible escenario investigativo se podría entrar a profundizar en el marco de los imaginarios sobre la democracia que tienen los colombianos utilizando técnicas cualitativas que permitan ahondar en estas tendencias que se logran identificar en el estudio. Esa triangulación metodológica es un principio del modelo que proponemos para estudiar la cultura política y puede ayudarnos a darles sentido a muchos datos que a veces no trascienden la frialdad estadística.

El contexto político colombiano se muestra como un ámbito en el que sería muy productivo hacer este tipo de estudios a partir de las transformaciones que se vienen presentando desde la llegada a la presidencia de Juan Manuel Santos y los giros discursivos y políticos que se vienen dando, la fragmentación de la izquierda colombiana y la reaparición, en la agenda temática, de debates como la existencia del conflicto armado, la reparación integral a las víctimas, las garantías a la participación formal e informal y la reforma a los órganos de la justicia.

Finalmente, este estudio pretender ser el primero de una serie de estudios que a largo plazo nos permitan generar toda una línea de investigación sobre cultura política en Colombia, que ojalá pueda trascender las fronteras y generar estudios comparativos sincrónicos y diacrónicos que posicionen las categorías planteadas como un eje conceptual que permita una estudio más integral de la cultura política tanto teórica como metodológicamente.


Notas

2Latinobarómetro. (2011). Informe 2011-2012. Recuperado de http://www.latinobarometro.org/.
3CIMA. (2011). Barómetro de Gobernabilidad de Iberoamérica 2011. Recuperado de http://www.cimaiberoamerica.com.
4Universidad de Vanderbilt. (2011). Cultura política de la democracia en Colombia 2011. Recuperado de http://www.vanderbilt.edu/lapop/colombia/2011-Colombia-Cultura-politica-de-la-democracia.pdf.
5Grupo de investigación reconocido por Colciencias. Organismo acreditado por el Consejo Nacional Electoral para realizar y publicar estudios de opinión pública. Recuperado de http://sabanet.unisabana.edu.co/comunicacion/observatorio2006/inicio.htm.
6La ciudad de Bogotá está dividida administrativamente en veinte localidades. Por motivos de orden público y baja representatividad en el 1 % de población de la ciudad se excluyó la localidad de Sumapaz.
7Disponible en la web: http://www.worldvaluessurvey.org.

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