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Revista de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas

versión impresa ISSN 0120-3886

Rev. Fac. Derecho Cienc. Polit. - Univ. Pontif. Bolivar. vol.52 no.137 Medellín jul./dic. 2022  Epub 19-Mayo-2023

https://doi.org/10.18566/rfdcp.v52n137.a3 

Artículos

Emergencia, resignificación y politización de identidades en contextos de dislocación social: caso barra "Los Del Sur", 1997-20161

Emergence, resignification, and politicization of identities in contexts of social dislocation: case group "Los Del Sur", 1997-2016

Santiago Carmona-Cardona* 
http://orcid.org/0000-0002-5873-9567

*, Politólogo Universidad de Antioquia - Colombia, Correo electrónico: santiago.carmonac@udea.edu.co, ORCID: https://orcid.org/0000-0002-5873-9567


Resumen

Desde un enfoque no esencialista este artículo brinda un análisis sobre el carácter contingente de las identidades. Tomando como referente a la barra popular Los Del Sur, se muestra como las identidades políticas pueden emerger, resignificarse y politizarse en contextos de dislocación social. En este orden de ideas se describe en qué medida factores como el contexto, la institucionalidad por medio de las políticas públicas, la estructura organizativa y el repertorio de prácticas de la barra han incidido durante el desarrollo histórico del grupo, en su identidad política.

Palabras clave: Identidades políticas; subjetividades; procesos de subjetivación; dislocación social; los del sur; barra popular; barrismo

Abstract

Since an anti-essentialist approach this article provides an analysis about the contingent nature of identities. Taking as reference the popular group Los Del Sur to show how political identities can emerge, resignify, and become politicized in contexts of social dislocation. Hence, it is described to what extent factors such as context, organizational structure, the group's repertoire of practices, and institutionality through public policies have influenced the historical development of the organization, in its political identity.

Keywords: Political identities; subjectivities; subjectivation process; social dislocation; los del sur; barra popular; barrismo

Introducción

"El fútbol es a sus seguidores lo que la revolución es a sus agitadores: un sueño eterno, siempre cercano, siempre distante, una conquista posible, una aspiración improbable, efímera, inevitablemente inconclusa".

(Gentili, 2018)

La aparición del fútbol en la ciudad de Medellín se da a comienzos del siglo XX paralelamente a los procesos de expansión urbana, al crecimiento de la actividad industrial y al aumento de exportaciones de materias primas desde Europa y Estados unidos (Jaramillo, 2011). En este proceso, la presencia de extranjeros fue vital, los suizos Juan Heiniger y Jorge Herzig fundan en 1912 al primer equipo de la ciudad que se denominó Sporting Foot-Ball Club; posteriormente los hombres más poderosos de aquel momento en la ciudad, de la élite conservadora del Valle de Aburrá, decidieron crear en 1913 al Medellín F.B.C (Castro, 2011).

Por su parte, la masificación del fútbol en la ciudad se presentó gracias a las industrias que se empezaban a consolidar en la región antioqueña como Fabricato, Coltejer y Gaseosas Posada Tobón, son algunos ejemplos, sus trabajadores se encargaban de protagonizar la actividad futbolística en la ciudad las tardes de cada domingo; bajo esa lógica industrial, surge en 1947 el Club Atlético Municipal, que posteriormente -en 1950- pasaría a nombrarse Atlético Nacional (Castro, 2011).

Con el transcurrir de los años, la profesionalización del fútbol a nivel mundial trajo consigo la configuración de diferentes fenómenos a su alrededor pues este deporte no solo como juego, sino como competencia, permitió la estructuración de todo un entramado social, cultural, económico y político que ha influido en el propio deporte, en las personas y en los contextos donde se desarrolla. Así, es posible señalar que el fútbol como deporte, aunque con las mismas reglas a nivel global, cuenta con matices que se producen en cada sociedad en que se despliega, es decir, las formas de vivirlo, de darle sentido, entre otras, varían de forma contextual; precisamente aquí se encuentra el barrismo, una actividad forjadora de identidad que en la ciudad de Medellín denota sus propias características en la medida en que se ha venido desenvolviendo.

Por otra parte, el fútbol puede ser comprendido académicamente como un fenómeno sociológico, económico, antropológico y, para esta investigación, como un fenómeno politológico. En efecto, se puede plantear que el fútbol como hecho político se materializa en tres campos: el primero se configura cuando se observa como estrategia política de gobernabilidad, esto es, el fútbol en tanto se entiende como estrategia, permite a los gobiernos respaldar procesos políticos, controlar masas y encubrir situaciones que puedan alterar el orden público1. En segundo término, el tinte político en el fútbol se denota en la construcción de identidades, de acción colectiva y/o movimientos sociales (barras u organizaciones) de carácter político con fines de reivindicación social o nacionalista2. Y en última instancia, el fútbol es un fenómeno político en la medida en que se pueden concebir las instituciones deportivas (clubes, confederaciones y grupos de aficionados organizados) como entidades que pueden detentar y ejercer poder sobre las personas3.

Esta investigación se concentra en interrogar el aspecto identitario, el fútbol como generador de identidades, pero no de identidades aisladas, sino de identidades que son construcciones y se forjan a partir de un esquema relacional que tiene como consecuencia que estas sean movedizas y se puedan transforman y/o resignificarse (Arditi, 2009).

Así, el desarrollo de esta investigación tuvo como objetivo general analizar de qué forma la identidad barrista de Los Del Sur pudo emerger, resignificarse y politizarse en contextos de dislocación social entre los años 1997-2016.

Para responder al objetivo mencionado se utilizó un enfoque de investigación cualitativo y se partió de una perspectiva de análisis constructivista (Casas y Losada, 2008); en este sentido, lo que se pretendió realizar con la investigación es una descripción causal del proceso de emergencia, resignificación y politización de una identidad en un contexto de dislocación social.

La estrategia metodológica que se utilizó cuenta con dos elementos: por un lado, se configura como un estudio de caso, y por el otro, se estructura como un análisis del discurso que, en clave metodológica, establece una relación entre la construcción teórica y la operación empírica (Sayago, 2014), es decir, proporciona la capacidad de examinar a diversos actores (no solo institucionales) en los diferentes niveles del discurso (teórico y aplicado).

Las técnicas de recolección de información que se utilizaron pasaron por una triangulación de: información bibliográfica (revisión documental y rastreo de prensa en el diario "El colombiano" entre 1997-2016), trabajo de campo (2 entrevistas semiestructuradas a dos líderes de la barra), y consulta de registros audiovisuales.

Contextualización de las prácticas barristas

Medellín: entre violencias, pobrezas y resistencias ciudadanas

Medellín es la segunda ciudad de mayor relevancia en el país, capital del departamento de Antioquia. Administrativamente la ciudad está dividida en 16 comunas y 5 corregimientos, cuenta aproximadamente con una población de 2.417.325 habitantes, representando el 42% de la población de Antioquia; el 80% de la población se encuentra ubicada en los estratos 1, 2 y 3 que, de acuerdo con el sistema de estratificación colombiano, representa a los hogares con mayores necesidades insatisfechas (Gil, 2013).

El departamento de Antioquia entre las décadas de 1990 y 2000 fue uno de los epicentros del conflicto armado en Colombia, debido a la coexistencia de diversos grupos armados que se disputaban estratégicamente el territorio rural y urbano, lo cual tuvo como una de sus consecuencias la gran cantidad de desplazamientos forzados desde zonas rurales hacia la ciudad, e igualmente, el desplazamiento intra-urbano dentro de la mismo área metropolitana:

En 1997 los desplazados fueron más de 15.000 y en el momento más fuerte, en 2001 eran 41.636 personas (...) el desplazamiento forzado a Medellín es comprensible por la centralidad que representa la ciudad no sólo respecto a Antioquia sino también para Chocó y las zonas limítrofes de la costa Atlántica. (Centro Nacional de Memoria Histórica, 2017, pág. 88).

Ahora bien, aunque la desigualdad y la brecha social es notable en Medellín, la pobreza no se configura necesariamente como mecanismo de explicación causal de la violencia4 en la ciudad, se trata tan solo de un factor contextual explicativo (Gil, 2013).

Max Yuri Gil Ramírez (2013) identifica las tres principales coyunturas de violencia homicida en la ciudad pos-cartel de Medellín5: año 1991 con 6.349 homicidios; año 2002 con 3.721 homicidios y el año 2009 con 2.190 homicidios. Si bien los números muestran una tendencia al descenso de homicidios, aún sigue existiendo una violación desmedida al derecho a la vida en la ciudad; de esta forma, el principal factor explicativo de la violencia homicida en Medellín, según Gil (2013) se puede identificar fundamentalmente en la constitución de un entramado criminal dedicado a actividades ilegales, principalmente el narcotráfico.

En esta medida, la intensificación de la violencia homicida que se efectuó en la ciudad entre los años 1998 y 2003 no solo se generó por la presencia del narcotráfico sino también por la presencia de grupos paramilitares, bandas y milicias, hecho que amplió la violencia en todas sus manifestaciones-, articulando lo político, lo social, lo económico y lo delictivo (Blair, Marisol, & Muñoz, 2009).

Así, en Medellín se presenta una diversidad de conflictividades urbanas enraizadas en un conjunto de tramas barriales que prexisten al conflicto político mismo, que no se desvanecen con él, sino que se articulan en formas complejas y bastante inexploradas de conflictividad (Kalyvas, 2004).

[...] en el caso Medellín debe llamarse conflictividades urbanas más que «guerra» urbana (...) Decir que más que la expresión local de conflicto político a nivel nacional se trata de «conflictividades urbanas» con un enorme peso en lo local, ¿significa que asumimos estas violencias como «no políticas»? De ninguna manera. Sin duda, estas conflictividades urbanas se desarrollan en un contexto intrincado de relaciones de poder que generan conflictos específicos que son lo que caracteriza «lo político» (Bolívar, 1999), pero sí significa que no son políticas en el sentido institucional-estatal que suele atribuirse a la política o a «lo político», negándole este carácter a relaciones de poder que no son necesariamente estatales o institucionales. (Blair, Marisol, & Muñoz, 2009, pág. 49).

Lo que en efecto se evidencia en los barrios de Medellín, son relaciones de poder que afirman el carácter político de esas violencias, que se vislumbran a través de los intereses e intencionalidades de cada uno de los actores sumergidos en las dinámicas conflictivas de la ciudad.

Dentro de este cuadro de violencia se ha generalizado la tendencia de pensar que los jóvenes de la ciudad son los principales que la generan y, paralelamente, se les señala una actitud apática a la participación en la esfera política, sin embargo, los jóvenes no pueden analizarse bajo una óptica puramente pública, al menos de la actividad política que solo se circunscribe dentro del ámbito y la dinámica estatal (Hurtado, 2010), esta perspectiva inhibe la posibilidad de comprender cómo los jóvenes redimensionan la política desde sus contextos, pues aunque manifiestan un malestar no han abdicado a la misma.

La actividad política de los jóvenes no se reduce solo a la adherencia a un partido político, los jóvenes de la ciudad de Medellín mediante diferentes manifestaciones (culturales, artísticas, deportivas, entre otras) han redimensionado el ámbito de participación política y se resisten a ser una víctima pasiva (Nieto, 2009), el barrismo es precisamente una de esas manifestaciones.

La importancia de analizar esta información estriba en vislumbrar que el fenómeno barrista de la ciudad de Medellín se ha desarrollado bajo un contexto de violencia y resistencia, el cual lo ha influenciado y condicionado su formación.

Interacción de la barra con el contexto, la incidencia de actores externos

La barra que surgió en noviembre de 1997, como grupo inmerso en la sociedad tuvo que interactuar inevitablemente con el contexto -nacional y local-, allí actores externos a la misma -del territorio rural y urbano-, como las barras de los otros equipos, las bandas delincuenciales, los grupos guerrilleros y paramilitares, los medios de comunicación, la sociedad, la institucionalidad misma, entre otros, se configuraron como factores que inherentemente han incidido, para construir identificaciones y desidentificaciones, en lo que hoy se constituye como "identidad barrista".

En consecuencia, ser barrista en aquel momento no solo era contar con amor y pasión por un equipo, representaba también estar dispuesto a asumir una variedad de peligros que proporcionaba el contexto.

Viajar por estas carreteras a principios de milenio fue poner en riesgo nuestras vidas, nuestros carros, los conductores, pero no nuestra pasión, por lo que nunca dejamos de hacerlo, ni cuando el ELN nos retuvo a la altura de San Luis (...) ni cuando debíamos pasar por el Magdalena Medio (cuna del paramilitarismo) cuando íbamos a Bogotá, Bucaramanga, Cúcuta, Ibagué, Neiva, Villavicencio, etc. (Martínez, 2016, pág. 138).

Medellín, por ejemplo, se encontraba dividida con fronteras internas que delimitaban el territorio controlado por cada actor armado, la ciudad contaba entonces con aparatos de control diferentes a los del Estado, por ejemplo los paramilitares que controlaban las dinámicas barriales; en zonas como la comuna 13 esa manifestación fue predominante, y cuando las barras empezaron a generar algún tipo de violencia, esos organismos -informales e ilegales- a los que no les convenía que un grupo de jóvenes barristas generara desórdenes, comenzaron a realizar advertencias a muchos de ellos (Pinilla, 2013).

Estos grupos paramilitares, al constituirse como un fenómeno de escala nacional intentaron filtrar su visión en los diversos campos y dinámicas de la sociedad colombiana, el barrismo y Los Del Sur de forma concreta, no fueron ajenos a ello:

Cuando la seudo violencia se impuso en la ciudad, ellos no tardaron en hacer llegar su mensaje de que tuviéramos cuidado. Era muy fácil que ellos al ver unos pelao's peludos en el estadio, territorio sin mayor conflictividad histórica, tirando piedras o pintando paredes, pudiésemos ser parte de un fenómeno que para ellos fuese peligroso y al cual ellos tuvieran que tomar las medidas que el Estado no había tomado para entonces contrarrestarnos. Menos mal ellos no tomaron medidas inmediatas, sino que mandaron la razón y, al mandarla, nos dijeron "tengan cuidado, no vuelvan el fútbol que es una fiesta en una situación que no es, y por el contrario, ayuden a que el fútbol continúe siendo una fiesta". Tuvimos la fortuna de haber recibido un aviso pacífico, al que no tuvimos inconveniente de hacer caso no solo porque nos dimos cuenta con el paso de los años, de que a pesar de que era un llamado desde una fuerza ilegal, era un llamado con el que estábamos de acuerdo; pero desafortunadamente no pasó lo mismo con pelao's del Medellín, quienes no hicieron caso del llamado y sí tuvieron que poner víctimas a la problemática. (F. M. comunicación personal, 11 de mayo de 2018).

Se puede afirmar que el rol que ha jugado el paramilitarismo en el barrismo de la ciudad de Medellín estuvo direccionado en controlar los posibles desmanes que se hubiesen podido presentar afuera del estadio y en los barrios de la ciudad, acciones que no se encuentran por fuera de lo que el fenómeno paramilitar realizó en las áreas donde tenían control; en esta vía Felipe Muñoz - uno de los líderes de la barra-, sostiene:

El papel que ha jugado es el mismo papel que ha jugado en la filosofía que ellos impartieron a nivel nacional de tener o contrarrestar conductas delincuenciales que ellos relacionaban con la subversión y que pudieran afectar la tranquilidad de unos territorios donde ellos decían ser actores de paz o de convivencia, según ellos, por la ausencia del Estado. Por tal razón, única y exclusivamente cuando ellos veían que en los barrios o que el en sector del estadio había actividades que iban en contra de la convivencia en nombre del fútbol, ellos hacían su aparición enviando un mensaje, en nuestro caso, única y exclusivamente un mensaje (...) No siendo este un comportamiento exclusivo de ellos en el fútbol, sino a su vez de todas las dinámicas donde participaban jóvenes en todos los barrios. (F. M. comunicación personal, 11 de mayo de 2018).

El paramilitarismo ha sido un actor más al cual se ha tenido que afrontar no solo Los Del Sur, sino también la sociedad en general, ha sido un actor proveniente de un contexto de violencia que ha incidido inevitablemente en las formas de interacción que establecen los individuos y colectivos en sus respectivos territorios y, continuamente, ha incidido en el abanico de prácticas de los mismos; en el barrismo de la ciudad por ejemplo, disminuyó los posibles brotes de violencia en torno al espectáculo del fútbol.

Una de las ofertas que hizo la Oficina en su tránsito paramilitar fue tener un control fundamental, una incidencia importante sobre las dinámicas de violencia de la ciudad, especialmente las dinámicas colectivas y ahí se presenció un sometimiento también de las barras y de lo que se llamaba como el tropel en el entorno del estadio. Uno inclusive podría decir que una cosa similar se intentó con el tropel en la Universidad de Antioquia, especialmente en el período 1998-2000 cuando aparece el Bloque autodefensas Universidad de Antioquia y matan a Hernán Henao, a Gustavo Marulanda y a otros personajes de la Universidad de Antioquia. Lo que hubo fue una incidencia sobre la dinámica de la barra misma. (M.Y. comunicación personal, 31 de julio de 2018).

Hasta este punto se vislumbra que el surgimiento del fenómeno barrista en la ciudad de Medellín se configura al igual que el resto de las acciones colectivas de la ciudad: bajo un sello definido por la presencia de un contexto de violencia prolongada (Gónzalez, 2009). No obstante, si bien Los Del Sur inicialmente estuvieron sumidos ante la naturaleza conflictiva de su sociedad, posteriormente, también reconocieron en el conflicto un rasgo que permite iniciar procesos de cambio -subjetivación- en donde la violencia, al menos, es un referente para superar.

Referentes teóricos: sobre dislocación, identificaciones, subjetivaciones y acción pública

Dislocación social y violencia

La dislocación social es un referente conceptual abordado principalmente por Ernesto Laclau, se constituye como la incapacidad de establecer con éxito una fijación definitiva de la identidad y del orden social. La imposibilidad de alcanzar una objetividad en las identidades y en los órdenes sociales son producto de la existencia de un otro, de un exterior constitutivo que constantemente pone en peligro la estabilidad y el mantenimiento de estas (Gadea, 2008).

La dislocación es la fuente de la libertad (...) ésta no es la libertad de un sujeto que tiene una identidad positiva -pues, en tal caso, sería tan sólo una posición estructural- sino la libertad derivada de una falla estructural, razón por la que el sujeto sólo puede construirse una identidad a través de actos de identificación. (Laclau, 1993, págs. 58-60).

El proceso de dislocación social como falla constitutiva posiblita el surgimiento y/o transformación de las identidades, ya que el exterior constitutivo se configura como el factor, que si bien niega, tambien es la condición de posiblidad de existencia de un orden u identidad (López, 2010). Es decir, la dislocación posibilita tanto el surgimiento como la tranformación de las identidades, ambas se generan como resultado del colapso de la objetividad en el orden.

Las transformaciones que sufre un orden social y las identidades por el fenómeno dislocatorio, es muestra de que la identidad como artefacto está en disputa constante con un exterior, ello refleja relaciones de poder que son asimétricas (López, 2010) pues en el orden social existen identidades con mayor poder que otras, no obstante, si bien se presentan pretenciones de homogeneización, las identidades ya existentes se transforman para poder pervivir y mantenerse en el orden social, ya sea adaptandose o por el contrario, resistendo, "(...) hay libertad por que la sociedad no logra constituirse como un orden estructural objetivo" (López 2010, Pág. 42).

Toda unidad es entonces la suspensión temporal de una división que puede reactivarse de nuevo o que en algún momento puede generar nuevas divisiones, se puede comprender que es precisamente en la división, en la heterogeneidad, en lo que Benjamín Arditi (2009) denomina comunidad escindida donde puede indentificarse el presupuesto para entender los procesos de dislocación social.

Como consecuencia a la división originaria, las sociedades se han visto en la necesidad de formar instituciones, y para formarlas -o para apartarse-se ha utilizado a la violencia como uno de los elementos que cuenta con la capacidad de ser instituyente, es un componente que en palabras de González Gil (2010) se instala como factor estructurante-desestructurante de lo social. En consecuencia, entender la violencia como factor instituyente obliga a distanciarse del enfoque tradicional y positivista que ha comprendido la violencia como aquella acción encaminada a propinar un daño fisico a través de la fuerza; se adopta entonces una postura que entiende a la violencia como elemento instituyente, es decir, como "elemento presente simultáneamente en procesos de disolución social y de cohesión que, bajo determinadas circunstancias, deviene en factor "estructurante" de lo político y lo social" (González Gil, 2010).

La violencia, por su parte, cuando se instala como contexto predominante, como manifestación del proceso dislocatorio, adquiere una funcionalidad social, un carácter fundador, se convierte en un momento de apertura de lo social en el cual, mediante una interacción de los sujetos con el contexto, emergen y se transforman las identidades.

Aunque los enfoques estructurales han partido de explicar la violencia como resultado de la desigualdad de la distribución de poder y recursos (González, 2010), esta investigación considera más pertinente sostener que la desigualdad económica y las relaciones de dominación cultural se esbozan como variables contextuales y no causales para el mantenimiento de esta.

La hipótesis que se plantea se direcciona a comprender que al surgir en medio de un contexto violento el repertorio de prácticas de la barra Los del Sur, en un inicio, respondió a la reproducción del medio hostil en el cual se encontraban inmersos los jóvenes integrantes de la barra; no obstante, la identidad de la barra se reconfigura debido al proceso dislocatorio, en el cual, a través de su politización (por vía interna y externa) conduce al redireccionamiento de las practicas barristas, no violentas, aún sin importar, que se mantuviesen en medio del sello proporcionado por un contexto de violencia prologada.

Identidad y subjetivación política

El concepto de identidad se aborda como una construcción social, un proceso de negociación que se genera a través de la interacción entre los individuos en un orden social. De esta manera, lo que se busca resaltar es que "el contexto de violencia prolongada deviene en un sello que incide en la construcción de identidades" (González Gil, 2010), en este caso, la de Los del Sur. Lo anterior, si se tiene en cuenta que al decir de Alberto Melucci (1994):

La identidad colectiva es una definición interactiva y compartida, producida por varios individuos y que concierne a las orientaciones de acción y al ámbito de oportunidades y restricciones en el que tiene lugar la acción: por "interactiva y compartida" entiendo una definición que debe concebirse como un proceso, porque se construye y negocia a través de la activación repetida de las relaciones que unen a los individuos (pág.172).

En consecuencia, la identidad en esta investigación se analizó a partir de la tradición posfundacionalista; esta piensa "la identidad como una cierta regularidad entre distintas posiciones de sujeto, pero una regularidad que siempre va a estar subvertida por un exceso que impide cerrar el círculo de la identidad de una vez por todas" (Arditi, 2009), se rechaza entonces la posibilidad de que exista una identidad plena.

Ernesto Laclau al concebir los sujetos con "carencia de ser", sostiene que estos al encontrarse dentro de un orden simbólico, lo que intentan por medio de procesos de identificación con representaciones, con algo "otro", es completar su identidad; sin embargo, la identidad no se puede señalar como algo rígido, como algo que no se mueve, pues si se le entiende como un proceso de identificación con representaciones dentro de un orden simbólico, dicho proceso terminará siendo interminable dado que la sociedad está en constante cambio y, como consecuencia, las identidades se redefinirán constantemente.

Ahora bien, si la identidad se redefine continuamente, las representaciones son las que se materializan y posibilitan realizar los procesos de identificación por medio de la pertenencia. En esta vía Étienne Balibar (2004) señala:

[...] la identidad es una noción vasta, abstracta, casi metafísica. Se hace un poco más concreta si se relaciona con la de pertenencia. (...) diré que la identidad y la pertenencia viajan entre la adherencia y la adhesión: por un lado, aquello a lo cual uno está pegado, y por el otro, la comunidad que se elige, el cual se entra o se cree poder entrar y salir libremente. (págs. 112-113).

En efecto, que la identidad también se propicie a través de la adhesión y pertenencia frente a lo que uno elige, nos introduce a afrontar el fenómeno de la subjetivación como un acto que es premeditado por los individuos o colectivos. Así, la subjetivación es un proceso de desidentificación o desclasificación, en palabras de Jacques Ranciére (2000) "es la formación de un «uno» que no es un yo sino la relación de un yo con otro".

Es la reflexividad del individuo frente a sus experiencias y circunstancias-contexto lo que posibilita que emerjan procesos de subjetivación. De este modo, la subjetivación política no puede entenderse como la simple afirmación de una identidad, al contrario, se configura al mismo tiempo como rechazo a una imputación de identidad dada por el orden dominante u otro agente.

La subjetivación también puede partir de identidades existentes en el orden simbólico, es decir, dicho proceso puede generarse desde los sujetos como individuo o como colectivo. Discrepar de un orden predominante y pensar diferente no significa que se tenga que formar una nueva identidad, solo cambiar su argumento Ranciére (2000).

Acción Pública: diversidad de actores en la formación de un problema de política pública

Acción pública hace referencia a la gestión que hace tanto lo institucional, el Estado, como la sociedad frente a los fenómenos que emergen en su contexto, en palabras de Jean Claude Thoenig (1997):

La acción pública como la manera en que la sociedad construye y califica los problemas colectivos y elabora respuestas, contenidos y procesos para abordarlos. El acento se pone más sobre la sociedad en general, no sólo sobre la esfera institucional del Estado (Pág. 28).

De esta forma la acción pública es consciente de que el Estado como actor no actúa solo, sino con otros interlocutores que se encuentran inmersos en la sociedad y considera válidos (no es cualquier interlocutor), ello viabiliza que los procesos que emprenda el Estado tengan presente los imaginarios sociales, posibles alternativas de solución y, al momento de materializar la acción, contar con legitimidad.

En efecto, la sociedad recurre a múltiples formas de tratamiento de sus problemas colectivos, entre los cuales, la esfera pública sólo representa una de las posibilidades (Thoenig, 1997). El tratamiento de problemas no siempre tiene que pasar por la institucionalidad, la sociedad civil como ente autónomo también puede elaborar respuestas ante los fenómenos que se presenten.

Este elemento puede ser analizado en primera instancia desde los imaginarios que tanto la sociedad como el Estado tienen acerca de un fenómeno, como también desde las respuestas que cada uno decide realizar, ya sea de forma autónoma o conjunta.

En el estudio de las políticas públicas en esta etapa representaría lo que se denomina identificación del problema y formación de agenda. Este proceso se desarrolla de acuerdo con las reglas del sistema político bajo el cual se está inmerso, estas reglas señalan las formas de participación política que se encuentran social e institucionalmente permitidas para que los actores políticos procesen sus demandas (Maldonado & Casar, 2008).

La estructura institucional se configura entonces como un elemento que "habilita" o "inhibe" a los participantes, pues esta determina el conjunto de actores que tienen la autoridad y capacidad de hacer llegar un asunto de interés al estadio de su procesamiento (Maldonado & Casar, 2008). En este punto se empiezan a vislumbrar algunas características para que algo concebido como problema, pueda llegar a ser tramitado por la institucionalidad.

Es válido sostener entonces que no todos los problemas llegan a tornarse necesariamente en públicos, o al menos, no todos llegan a ser atendidos por la esfera institucional. Identificar los factores que inciden e influencian para que un problema alcance la atención de las autoridades públicas es de vital importancia para analizar el proceso de agendamiento de un problema como problema de política pública que amerita atención gubernamental.

Barra Los Del Sur, la emergencia y resignificación de una identidad en medio de un escenario de dislocación social: procesos de identificación y subjetivación política

La ciudad de Medellín ha contado con dos equipos de fútbol que compiten en la liga de fútbol profesional del país: Deportivo Independiente Medellín y el Club Atlético Nacional, ambos cuentan con barras organizadas que animan a cada equipo en sus encuentros deportivos. En el caso del Club Atlético Nacional se puede rastrear que las primeras organizaciones de hinchas se empezaron a gestar desde los años 70. Una de las primeras barras organizadas del país fue la denominada "La Academia Verde", fundada en 1971 con tan solo 6 miembros, que aún hoy, sigue vigente. Otra barra importante fue "Escándalo Verde", fundada también en 1971, la cual se estructuró como la semilla para lo que posteriormente se convertiría en la barra popular Los Del Sur. (Bedoya, 2016, pág. 37).

El acompañamiento que estas primeras barras brindaban en aquellas épocas era muy distinto al estilo actual, no habían sido influenciados por barras u estilos extranjeros, "eran barras con una función muy puntual, el acompañamiento al equipo en el estadio" (G. Medina, comunicación personal, 4 de mayo de 2018); de esta forma los partidos se observaban en plena calma, sentados y en familia.

No obstante, fue el Escándalo Verde el que empezó a introducir una nueva manera de vivir el fútbol en Medellín dentro del estadio: "sus miembros saltaban, cantaban y gritaban durante todo el partido acompañados de banderas con los colores y/o el escudo de Nacional. Asimismo, fue la primera barra que comenzó a viajar a otras ciudades en caravanas" (Bedoya, 2016, pág. 37). No obstante, lo que caracterizaba a estas barras era que se estructuraban a partir del pago de membresías, de la carnetización de sus afiliados, del uso de uniformes y de un acceso restringido a la zona del estadio que la barra había determinado como distintiva y propia (Domínguez, 2010).

En el libro de Pinilla (2013) "La vida por esta pasión, el libro de Los Del Sur", se relata el surgimiento de la barra, los primeros integrantes y sus ideas para entonces. Allí se nombra a Gerar y Rotten como miembros míticos y fundadores de Los Del Sur que previamente habían pertenecido a Escándalo Verde:

Para él -Gerar-, la directiva de Escándalo Verde había cometido un error: limitaron la tribuna y le ponían cuerdas para que los demás no entraran (...) hacía unos años había conocido a Rotten en la propia barra. En compañía de él, pensaron que esos límites que se imponían no estaban de acuerdo con una verdadera barra. Además, a ambos les gustaba más el estilo argentino y el Escándalo practicaba otro estilo (...) Como al el Escándalo hacía solo lo que los líderes permitían, Gerar y Rotten querían poner tiras pero nos lo dejaban. Con el paso del tiempo ya no eran solamente dos los inconformes. (Pinilla, 2013, pp. 29-30).

La desidentificación respecto a Escándalo Verde por parte de este grupo de jóvenes inconformes solo se llegó a materializar hasta 1997 en un partido de Supercopa ante el club River Plate de Argentina, cuando estos se ubicaron en la tribuna sur del estadio Atanasio Girardot, en este sitio colocaron las primeras tiras6 y entonaron los primeros cánticos. Rápidamente la barra empezó a crecer y para ellos, que se identificaban con el estilo de los países del sur: Argentina -tiras y canto-, Chile -extintores y humo de colores-, y Brasil-banderas grandes de asta-, se hacía evidente que el error del Escándalo Verde era la virtud de Los Del Sur, en la popular "sur" todos tenían cabida:

Lo que la barra planteaba en un comienzo y que siempre ha perdurado es lindo: era más amplia, más popular, más incluyente, más abierta. Eso discrepa de lo que hacía el Escándalo Verde: tener que comprar una camiseta, tener un carné, estar en un espacio más pequeño. Los Del Sur rompieron con ese esquema al tener una tribuna entera para ellos, no se trataba de tener un carné sino actitud frente al equipo. Cantar, brincar, acompañar a Nacional a todas partes, estar alrededor de Nacional era lo que querían que los identificara, no la compra de un carné al que tenía acceso los que tuvieran plata (Pinilla, 2013, pág. 48).

Este punto vislumbra que la barra fue producto de un proceso de subjetivación a partir de la desidentificación hacia lo que eran las barras para aquel entonces. Los primeros integrantes de Los Del Sur fueron un grupo de jóvenes que se desidentificaron de un conjunto de prácticas que realizaba la barra Escándalo Verde y, en consecuencia, decidieron desligarse de aquella organización formando su propia barra con unas características totalmente distintas producto de los actos de identificación con fenómenos externos, las barras de los países del sur del continente.

En una comunicación personal con Felipe Ospina, uno de los líderes de Los Del Sur, sostiene que al menos en los inicios de la barra, se presentó una identificación con el fenómeno de las barras bravas del sur del continente, proceso de identificación que se generó gracias a los medios de comunicación, particularmente por la televisión:

La mayoría de personas que pertenecían a la barra en sus inicios eran de la Villa de Aburrá, un barrio tranquilo. Allí casi todos tenían parabólica y podían ver a las hinchadas argentinas por TyC (...) Yo considero que sí, al principio teníamos ese ideal de barra brava, me refiero a que teníamos los mismos cánticos, la misma parafernalia, nos reuníamos en el mismo sitio, había acciones violentas (F. O. comunicación personal, 5 de mayo de 2018).

La identidad se forma y se construye cuando las personas comparten un conjunto de características, en otros términos, cuando comparten algo en "común" ya sea por elección propia o porque pertenecen a un mismo grupo social. Sin embargo, lo común no debe entenderse solo como un atributo compartido por los miembros de un conjunto, sino que lo común es aquello que hace o produce la comunidad (Barros, 2010), es decir, lo común no es que las personas se encuentren reunidas en una plaza pública, lo común es que dichas personas se encuentran allí reivindicando las mismas demandas.

La emergencia de Los Del Sur evidencia precisamente esto, la constitución y aceptación de esta identidad se genera como un acto de decisión propia por parte de cada individuo, lo común allí, además de animar a un mismo equipo, es el tipo de aliento que se genera desde la barra, es el querer alentar al equipo con un conjunto de prácticas propias: los cantos acompañados de un grupo musical instrumental, la producción de banderas, el viajar a cada sitio donde dispute un partido el equipo, entre otros. Si los individuos no se identificaran con estas prácticas, las personas libremente asistirían a otras tribunas; si los primeros integrantes no se hubiesen identificado con dichas prácticas, la barra simplemente no existiría.

Mutaciones de la estructura organizativa de Los Del Sur

Para comprender la organización interna de la barra, se debe ser consciente de que aunque es una organización donde sus miembros comparten ciertos códigos y características comunes, ello no quiere decir que en el interior la barra sea homogénea; todo lo contrario, Los Del Sur al apropiarse de un carácter popular ha posibilitado que allí cohabiten diversas posturas políticas y sociales; izquierda, derecha, socialdemócratas, liberales, conservadores, comunistas, entre otros, todos estos sectores de la sociedad se encuentran en la barra, en sus integrantes y líderes (Martínez, 2016).

Teniendo como precedente lo anterior, se hace comprensible entender que una organización tan heterogénea tuviese que pasar por un proceso de organización para poder cohesionarse, para poder tener claridad sobre lo que en un inicio fueron y lo que a futuro querían ser. Al respecto, Raúl Martínez (2016) sostiene:

No se puede pretender que desde el inicio y desde sus orígenes la barra tuviera claras muchas de las cosas que ahora muestra. En el transcurso de este tiempo la barra ha cambiado, construido y consolidado una noción de su quehacer desde la que parte para el desarrollo de lo que se quiere como barra y a la vez como grupo social de la ciudad. En esto último está parte de su transformación (Martínez, 2016, pág. 140).

La claridad de la barra requería entonces una organización fuerte a su interior, la consolidación de una estructura interna que permitiese hacer más viable y llevadero todos los objetivos y proyectos que la barra se propusiese. Así, la barra estructuró un Comité Central y una variedad de comités que cumplen funciones específicas respecto a las actividades logísticas que requiere el funcionamiento de una organización de esta índole.

El Comité Central se configura como la máxima instancia de participación y decisión, allí se encuentran representados los 25 grupos más grandes y antiguos de la barra en la ciudad, más miembros integrantes de otros comités. Este Comité se reúne cada ocho días y es el lugar donde se manifiestan los problemas, quejas y/o propuestas para la barra, los 25 integrantes tienen, en consecuencia, una igualdad en tanto participación, voz y voto. Las decisiones se logran por medio del consenso, pero cuando no se alcanza, las diferencias se dirimen a través del mecanismo de la votación (Martínez, 2016).

El Comité Central y su modelo de funcionamiento interno ha sido entonces uno de los factores más importantes que ha permitido que Los Del Sur mantenga una cohesión con sus grupos internos desde su fundación, y posteriormente, con las más de 40 filiales (Sierra, 2015) que tiene la barra adheridas en todo el territorio nacional. El Comité central como cabeza del cuerpo es el encargado de mantener el direccionamiento cohesionado de la barra, su modelo de funcionamiento incluyente y de tipo democrático ha posibilitado menguar las confrontaciones internas que, en su momento, pudieron haber dividido y fracturado internamente a la barra.

La barra que antes del 2004 solo contaba con un grupo de líderes que se posicionaban allí por ser los fundadores y los más viejos (F. O., comunicación personal, 5 de mayo de 2018) tuvo que mutar como consecuencia del transcurrir de los años, de los reiterativos episodios violentos, por el crecimiento de ella y su complejidad para manejarla. De esta forma, uno de los momentos fundamentales para Los Del Sur, al juicio de esta investigación, es la temporalidad 2004-2006, en esta temporalidad de forma gradual se generaron una serie de procesos de desidentificación y de identificaciones, la barra replanteó su accionar con miras a constituirse como un actor social activo.

[...] entre 2004 y 2006 cambia toda la estructura, eso conlleva a que toda la línea de la barra cambie por completo, ¿por qué?, porque habían más cabezas pensando, porque había más participación, porque involucrábamos más barrios, porque se involucraban diferentes liderazgos. (F. O. comunicación personal, 5 de mayo de 2018).

El cambio de discurso genera una proyección distinta a nivel social, la subjetivación empieza precisamente por aquí, en la medida en que un sujeto o colectivo se da cuenta de que su habla, razones y argumentos son diferentes a los que tenía preestablecidos.

Esto se evidencia en Los Del Sur con su reestructuración organizativa a partir de sus actos de desidentificación con la violencia y su aspiración a configurarse como actor de mayor incidencia comunitaria en la ciudad, incidencia que se efectuaría con mayor impacto y facilidad si la barra no solo fuera ello, sino que además tomara otras formas, configurándose como otro tipo de entidades paralelas que proporcionasen, asimismo, empleo y réditos económicos para los integrantes de la barra:

Precisamente en ese (cambio de mentalidad) la barra quiso fortalecerse como una organización con estructura capaz de tener alcances, de lograr que algunos de los integrantes y líderes pudiéramos encontrar en la barra una forma de vida, un sustento de vida. Ello significó tener que organizarnos para poder tener un local comercial, unas unidades de trabajo, unas unidades de negocio. Ahí el modelo no podía ser el mismo de unos manes en una esquina en la 70, detrás del obelisco oyendo música, tomando, había que tomar un punto de partida diferente organizacional para que la barra tomara otra conformación, y eso con el paso del tiempo significaría crear unos comités internos de trabajo y unas delimitaciones organizacionales internas, para lograr hoy, tener una buena organización (...) pero todo fruto de la conciencia de que no seamos únicamente una barra, seamos unas unidades de trabajo para vivir, y eso es lo que somos hoy en día. (F. M. comunicación personal, 2018).

La barra no solo como un espacio destinado para alentar un equipo durante sus encuentros deportivos, sino también como una organización que ofrece una variedad de servicios (logísticos, comerciales, formativos, audiovisuales, entre otros), llevó a que Los Del Sur pudieran tener ingresos económicos con los cuales pudiesen financiar sus actividades, excursiones y salidas, pero además, también posibilitó que se estructurase la barra como una fuente de vida para sus integrantes, una estabilidad y empleabilidad que no proporciona una barra, sino una empresa. Este factor se torna central, pues representa uno de los mayores impulsos para la resignificación del accionar de la barra.

Los Del Sur son conscientes de que no son un actor ajeno a la ciudad, por el contrario, se consideran un actor activo que debe preocuparse por la misma, en sus palabras, son "un grupo potencial de trabajo" compuesto por los mismos integrantes de la barra, pero que tienen presente y como presupuesto que antes de ser integrantes de la misma, son ciudadanos de la ciudad. En esta medida se identifican por un lado como una barra popular que tiene prácticas sociales -barrismo social- y, por el otro, como ciudadanos.

En consecuencia, la resignificación de la identidad de la barra no fue algo que se hubiese realizado de forma abrupta, allí han incidido tanto el contexto, como los diferentes actores y las experiencias de la barra. Que Los Del Sur no sean solo un lugar donde se consuma la adolescencia, sino que además sea una forma de vida y de sustentación de esta ha sido uno de los motivos, derivado de la restructuración organizativa, que ha permitido replantear el horizonte y el accionar de la barra y de sus integrantes. Sin embargo, como se verá más adelante, otros factores importantes jugaron un papel en profundizar esa resignificación y la politización de la identidad.

Los procesos de subjetivación y resignificación: de prácticas violentas a la realización de proyectos socioculturales, formación de líderes y respaldo a reivindicaciones sociales

Prácticas iniciales de la barra, una relación intermitente con la violencia

Cuando se abordó el tema de la emergencia de la barra, se señalaron dos aspectos que deben ser retomados para analizar este punto: lo primero es que la emergencia de la barra Los Del Sur se produjo bajo una identificación con las denominadas barras bravas del sur del continente y los hooligans, ello desembocó en, que de forma contigua, se asimilaran las prácticas (en mayor parte violentas) que han caracterizado a ese tipo de organizaciones; lo segundo, es que la barra Los Del Sur surge en medio de un contexto violento, la violencia allí, tanto a nivel nacional como local, se manifestaba en la mayoría de los espacios del país y de la ciudad de Medellín, dicha manifestación condicionaba las dinámicas sociales y, por ende, hacía viable que las prácticas violentas se pudieran reproducir dado que el contexto lo posibilitaba.

La violencia, en consecuencia, no se puede entender como un factor que se hubiese manifestado de forma espontánea en la barra, ella es fruto de un contexto de violencia prolongada (González, 2010) y de un acto de identificación, para aquel momento, con unos actores externos.

De esta forma, los incidentes que más frecuentaba la barra en las afueras del estadio estaban relacionados con consumo de alcohol, enfrentamientos con la fuerza pública, riñas y hurtos hacia otras hinchadas. Dichas acciones provocaron que los medios de comunicación realizaran un despliegue de imputaciones negativas al fenómeno barrista no solo de la ciudad, sino de todo el país.

Tras realizar un rastreo de prensa en el periódico El Colombiano desde 1997 hasta 2016 se pudo identificar varias particularidades: la prensa local desde 1998 hasta 2001 solo se enfocó en emitir imputaciones y juicios negativos a la barra, y esporádicamente hasta el año 2015, ello producto de los episodios violentos que se presentaban en el estadio.

El primer reportaje del periódico El Colombiano mostrando una cara distinta -se podría decir positiva- de Los Del Sur solo se llega a denotar hasta el año 2001 cuando se vislumbran los programas sociales que la barra había empezado a desarrollar en diferentes sectores de la ciudad. De allí en adelante, tanto los reportajes con un tinte negativo como positivo han convivido, siendo predominantes los reportajes con una impregnación negativa.

Decir que Los Del Sur es una barra naturalmente violenta, sería reducirla a actos momentáneos y esporádicos, pues si bien se puede identificar que la barra ha sido partícipe de acciones violentas, estas se efectúan en marcos muy específicos y con algún tipo de contenido racional. En esta misma vía, José Garriga (2007) sostiene que la violencia que se presenta en el fútbol no es un cúmulo de actos irracionales:

Algunas corrientes de opinión, el sentido común y ciertas escuelas académicas conciben a la violencia en el fútbol como el gesto de irracionalidad que identifica a un grupo de sujetos como el revés antagónico de una sociedad civilizada. Desde esta perspectiva los simpatizantes del fútbol, actores de prácticas violentas, son concebidos al margen del cauce de las relaciones sociales. De esta forma, al identificarlos como violentos, salvajes, inadaptados o bárbaros, se eliminan, al estigmatizarlas, las particularidades sociales de sus acciones. Y se elimina, por el mismo acto, la violencia como una acción social provista de sentidos, ubicándola fuera del ámbito de lo posible de ser pensado e investigado (p.17).

En este orden de ideas, que las acciones violentas estén dotadas de sentido o puedan tener un contenido racional, tampoco quiere decir que sean justificables, no obstante, esto si permite entender el fenómeno bajo otra lógica explicativa que no se reduce tan solo, a comprenderlos como un actor irracional7.

Si bien se asimila que la violencia que se ha presentado en la barra ha sido momentánea, paralelamente, también se debe ser consciente de que la realización de los programas sociales que la barra ha efectuado desde finales de los años 90 se ha mantenido hasta hoy con la particularidad, además, de que cada vez se han sumado más iniciativas de carácter social y cultural. Desde que Los Del Sur ha adoptado este tipo de acciones (programas) han tenido continuidad en su desarrollo histórico, cosa contraria a la manifestación violenta, la cual ha sido circunstancial y momentánea.

De la tribuna a los demás espacios de la ciudad: los proyectos socio-culturales como manifestación de nuevas identificaciones y subjetivaciones políticas

Es pertinente señalar que en su inicio la barra no estuvo direccionada a configurarse como un grupo social que se responsabilizase o tuviese la intención de sumarse a procesos sociales, a transformar espacios o construir comunidad; en su inicio la barra no pensaba más que en la labor de acompañar y alentar a Atlético Nacional. En el video-documental oficial de Los Del Sur (2013) uno de los fundadores, Carlos Araque conocido en la barra como el "Tama", manifiesta que cuando entró a la barra en 1998 "me pasaba la vida chimbiando8 en el estadio, buscando problema, esperando otras hinchadas; hasta que empiezo a trabajar por la barra, ahí es donde empieza todo el proceso".

Lo que evidencian las palabras de Carlos Araque es que los integrantes de la barra por aquel entonces tenían un repertorio de prácticas muy distintas a las que se vislumbran actualmente, ello fue producto de un contexto violento y de tener como referente unos actores externos que abogan por ese tipo de prácticas.

Es la reflexividad que los individuos y/o colectivos realizan frente a sus experiencias y contexto lo que viabiliza que emerja la subjetivación política, esta no se puede entender como la simple afirmación de una identidad, al contrario, se torna como el rechazo a una identidad dada por el orden dominante u otro agente (Ranciére, 2000), en este caso, la desidentificación respecto a las barras bravas y hacia un contexto caracterizado por la presencia de la violencia.

Los procesos de desidentificación conducen a que se relocalicen paralelamente nuevos procesos de identificación con algo otro, esto precisamente hace referencia a lo que Ranciére denomina la creación de una ficción política, Amador Fernández Savater (2012) recogiendo esta idea argumenta:

La ficción es la potencia de humanización por execelencia: si los seres humanos no somos simplemente un "producto necesario" de las determinaciones biológicas y sociales, sino que tenemos la capacidad de hacernos un cuerpo nuevo, la ficción actualiza y verifica esa potencia, interrumpiendo los automatismos, haciéndonos insumisos a nuestro destino escrito en los genes, los apellidos, el lugar de nacimiento o la condición social (Pág. 8).

Lo que produce una ficción política es un desdoblamiento, pues según Ranciére, uno se divide en dos: "mediante la ficción nos desincorporamos (abandonamos un cuerpo) y nos reincorporamos (a un campo nuevo de posibilidades). Hacemos "como si fuésemos algo distinto de lo que somos y de ese modo generamos efectos de realidad". (Fernández, 2012, pág. 8). La ficción es entonces una fuerza material que, desde el momento en que se cree en ella, produce consecuencias en el sujeto que lo asimila y en los individuos que están a su alrededor.

La subjetivación de la barra viabilizó, en consecuencia, que se produjese un desdoblamiento, la desincorporación de un conjunto de prácticas asociadas a la violencia y la incorporación de una nueva visión de barra, una ficción que se ha manifestado en la adopción de un nuevo repertorio de prácticas que tienen como intención, generar un impacto social.

La emergencia de la ficción política hace necesario reconocer la diferencia mencionada por Fernández Savater (2012) entre identidad política e identidad sociológica: la primera supone una ruptura con la segunda, es decir, dejar de ser lo que la realidad nos obliga a ser, abandonar los lugares a los que pertenecemos (identidad sociológica); la identidad política se estructura más como un espacio que se inventa, una identidad en construcción que se genera principalmente, a través de la subjetivación individual o colectiva; la identidad de Los Del Sur no es un atributo que sea inherente al individuo, es una elección, la misma identidad surge como un acto de desidentificación, de un rechazo frente a las prácticas que para entonces realizaba la barra Escándalo Verde, y posteriormente, un rechazo a lo que se supone deberían ser las prácticas -violentas- de una barra en Suramérica.

Los proyectos que ha formulado y ejecutado son precisamente la manifestación de esto, de la posibilidad de incidir socialmente como organización y, además de ello, poder generar un tipo de rédito económico. No obstante, esto no quiere decir que todos los proyectos que adelanta la barra tengan un componente productivo y dejen réditos económicos, también se presentan aquellos proyectos que se realizan única y exclusivamente de forma solidaria. Los proyectos sociales que ha adelantado la barra desde su inicio se han planteado autónomos, han sido diseñados y ejecutados bajo la gestión autónoma, sin embargo, dado los resultados que se han presentado, entidades gubernamentales han sumado algún tipo de apoyo:

Con la consolidación del trabajo, algunas instituciones del Municipio de Medellín y del Departamento de Antioquia se han vinculado para el fortalecimiento de éste, pero siempre conservando la autonomía de la barra sobre los proyectos y el rumbo de éstos. (Martínez, 2016, pág. 144).

El impacto y la seriedad de los trabajos que Los Del Sur ha adelantado en los barrios de la ciudad por medio de sus combos9, son precisamente los incentivos que han recibido las administraciones municipales para sumarse a la realización de estos proyectos que tienen objetivos muy específicos, pues ayudan a fortalecer e incentivar la participación de los integrantes de la barra con los procesos sociales que se adelantan en la ciudad fomentando, además, la apropiación de espacios y el fortalecimiento de vínculos entre la barra y las diferentes comunidades con las que tienen constante contacto. Los proyectos se estructuran como la mejor forma de irradiar hacia el exterior los objetivos sociales que tienen Los Del Sur.

Entre los proyectos que ha formulado la barra y que se han convertido en referente por su impacto y cobertura, resaltan los siguientes: Con la pelota en la cabeza, Navidad verdolaga, Tienda Barrista, Club deportivo Los Del Sur, AN logística, Sede social y cultural Los Del Sur, entre otros10.

Haciendo referencia al impacto e incidencia que ha tenido la barra con sus proyectos y acciones en los barrios, integrantes y sociedad en general, Felipe Muñoz añade:

Más que los reggaetoneros, más que los jóvenes que les gusta la música electrónica, más que los rockeros, más que los jóvenes que asisten a las discotecas, más que cientos de agrupaciones, culturas o subculturas de la ciudad. Pocas veces he visto yo movimientos en la ciudad que hagan tanto trabajo solidario -movimientos que no hagan parte por su naturaleza del movimiento solidario, social, cultural o comunitario-, es decir, nosotros por naturaleza no hacemos parte de ese movimiento, nosotros hacemos parte del movimiento futbolero de alentar un equipo, en ese orden de ideas, de no ser parte específica de ciertos movimiento solidarios, creo que somos el grupo externo a ello que más incidencia ha tenido (...) hoy en día el pela'o que quiera ser un sureño de verdad, tiene que saber que un sureño de verdad es el que alienta siempre a Nacional donde sea, en las buenas y en las malas, y segundo, no puede causarle ningún daño a la ciudad (F M., comunicación personal, 11 de mayo de 2018).

En efecto, Los Del Sur no hacen parte por su esencia y naturaleza del movimiento solidario o comunitario de la ciudad, sin embargo, tras adoptar un discurso que los hace reconocerse como un colectivo que se debe a la ciudad, ha llevado a que se apropien y actúen de forma coherente -responsablemente-para aportar, desde sus acciones, a la construcción de una mejor ciudad.

La apropiación y materialización de esta nueva visión de mundo por parte de Los Del Sur ha derivado en que los integrantes de la barra se apropien de ese nuevo discurso que se replica no solo en la tribuna, sino en todos los escenarios de ciudad donde estos se encuentren, los barrios son un claro ejemplo de esto, tanto de la adopción de un nuevo repertorio de prácticas, con impacto social, por parte de los integrantes de la barra, como del cambio de percepción de la comunidad respecto a la barra.

Este tipo de sucesos lo que evidencia es la aparición de un tipo de fenómenos conexos a la apropiación del discurso proveniente de la emergencia de la nueva ficción política -subjetivación- efectuada por la barra, esto es, la formación de líderes que no solo se distinguen en la barra, sino que también adquieren un reconocimiento social fruto de emprender y respaldar ejercicios comunitarios en los barrios de la ciudad.

Lo que ha ocurrido es que los líderes de nuestra estructura interna, no solo se han convertido en líderes que lideran 50, 80, 100 pelao's en su barrio, en su grupo de amigos, en su universidad o en su comuna, sino que además lograron una envestidura tal, que empezaron a ser reconocidos como líderes comunitarios (...) sin querer queriendo el reconocimiento que él adquiere por su conducta como sureño logra un posicionamiento comunitario a tal punto que termina trasladando su liderazgo al barrio y a que también sea empoderado por el barrio para hacer tareas barriales (F. M., comunicación personal, 11 de mayo de 2018).

En efecto, comprender a Los Del Sur como un sujeto que ha adquirido una conciencia y una autodeterminación amplía del espectro para conceptualizar el término politización, aquí se denota y se manifiesta en tanto se presenta un cuestionamiento a la dominación, a los imaginarios y discursos predominantes; la barra -tras sufrir un proceso de subjetivación- se ha politizado en la medida en que ha discrepado de las dinámicas y prácticas que se han instaurado en un contexto mediado por la violencia, y continuamente, se ha constituido como un actor que resiste a la misma por medio de la apropiación de una visión de barrismo que hace énfasis en una forma de ser social y popular.

Esta vía de reconocerse como sujetos que cuentan no solo con derechos sino también con deberes sociales y políticos, ha hecho que la barra se apropie y respalde en circunstancias muy puntuales reivindicaciones sociales que se encuentran en la esfera pública de su entorno, demandas y reivindicaciones a las cuales no son ajenos, sino que simultáneamente los toca, los afecta. Los Del Sur se ha configurado como un grupo que articula y brinda respaldo a los procesos de reivindicación y de demanda de derechos de otros sectores que están en el contexto, en otras palabras, si bien la barra no genera demandas (fuera de las deportivas), ni reivindicaciones desde la tribuna, su espacio de manifestación pública, respalda. Estos son algunos ejemplos:

Fuente: www.hichasantifacistas.blogspot.com.co.

Imagen 1 Los Del sur respaldando la marcha contra la Ley 30. 

Fuente: www.hsbnoticias.com.

Imagen 2 Los Del Sur apoyando el paro agrario de 2013. 

Con esto presente, se vuelve más evidente la sensibilización y potenciación ciudadana que ha generado la barra en sus integrantes, ha sido un tránsito entre el enfrentar violentamente a otras barras, como práctica predominante en los alrededores del estadio a liderar proyectos comunitarios y sociales, de manera significativa. Cambio que viabilizó la reflexividad e interpelación de la misma barra, un grado importante de organización y cohesión que fue adquirida con el trasegar de los años y experiencias.

Institucionalidad y políticas públicas: ¿un intento insuficiente para incidir en la identidad barrista de Los Del Sur?

Entre imaginarios e imputaciones y el barrismo como problema de política pública

Las imputaciones e imaginarios son elementos que recogen las autoridades gubernamentales, junto con la opinión pública y medios de comunicación, en la medida en que se aborda un fenómeno que se empieza a estructurar como un problema que requiere la intervención de las instituciones del Estado para su tratamiento. De esta forma, se vuelve razonable que dependiendo de la forma como se defina y se entienda la problemática social, etapa de agendamiento de la política pública, en consecuencia, se planteé la ruta de respuesta al fenómeno, es decir, el barrismo como un problema de política pública.

El politólogo Santiago Arango (2016) sostiene que el fenómeno barrista en la ciudad se estructuró como un problema debido a que:

Tiene incidencia directa en varios sectores de la ciudad, lo cual irrumpe con las propuestas de seguridad, respeto a la vida y cultura ciudadana que plantea el Estado en su rol de garante de derechos.

Como consecuencia de lo anterior se observa que permea un alto número de habitantes de Medellín lo cual lo convierte en un problema de ciudad, que visibiliza acciones de violencia, territorialidad, des-escolaridad y consumo de sustancias psicoactivas. (págs. 76-77).

La inscripción de la problemática del barrismo a la agenda pública y gubernamental, estuvo asociada a las acciones violentas que se desplazaron a diferentes lugares de la ciudad, pero también a la visibilización de otras problemáticas socioeconómicas y culturales relacionadas con la juventud en la ciudad.

Arango (2016) citando a Castrillón (2016) indica que a nivel local los primeros acercamientos -fallidos- por parte de la administración municipal se intentaron gestar durante el mandato de Luis Pérez (2001-2004):

Con Luis Pérez se hicieron los primeros acercamientos y la barra no estuvo muy interesada en participar de esa administración en pro de todo este tema de convivencia, puesto que eran más las medidas represivas que las inclusivas, esas fueron las primeras veces que se para la barra como tal, se paró así de la silla (pág. 71).

Fue hasta el año 2010, mediante el Proyecto Acuerdo 302 de 2010 y posteriormente materializado en el Acuerdo Municipal 78 de 2010, que se empezó a gestar la idea en la ciudad de proponer una política pública que atendiese la problemática que supuestamente estaba causando el barrismo. Allí, fueron vitales los medios de comunicación, estos se encargaron de visibilizar el problema y presionar al gobierno de turno para que se ocupara del asunto.

Por iniciativa de los concejales de la bancada liberal Aura Marleny Arcila, Fabio Humberto Rivera y Bernardo Alejandro Guerra Hoyos, quienes se apropiaron de la problemática, en consecuencia, se aprobó en el Concejo Municipal el Programa "Barras Fieles" como política pública (Arango, 2016). Tenía como objetivo promover y estimular la convivencia y el buen comportamiento ciudadano alrededor de los espectáculos públicos deportivos, particularmente el fútbol; de esta forma, el discurso se estructuró de una forma mucho más conciliadora y pedagógica, tanto lo fue, que precisamente el nombre de la iniciativa "Barras Fieles" pretendía menguar la connotación y carga negativa con la que contaba el barrismo para aquel momento, "Que en vez de "Barra Bravas" haya "Barras Fieles" al fútbol, a la alegría, al respeto, a la paz y a la vida" (Arango (2016) citando a Arcila (2011)).

Este aspecto vislumbra la forma como desde una instancia gubernamental, como lo es el Concejo de la ciudad de Medellín, la institucionalidad visualizó la forma de abordar el fenómeno, el nombre de la política pública pone en manifiesto que la representación que adquirió la administración local coincidía con las imputaciones negativas que trasmitían los medios de comunicación.

Estas representaciones se matizaban con la reconversión, e intento de resignificación desde la institucionalidad, del término "barras bravas" por el de "barras fieles", concepto con significado y connotación distinto. La "fidelidad" hace referencia al respeto, a la convivencia, a la paz, a la vida, al fútbol mismo.

Para el año 2016, sostiene Arango (2016), la implementación de la política pública Barras Fieles no había cumplido con todo lo que se había propuesto seis años después de su aprobación, solo dos acciones fueron emprendidas por algunas de las Secretarías del Municipio: la sensibilización con el componente comunicacional y la creación de una Mesa de Diálogos entre los hinchas y la administración local, conocida como Mesa Pedagógica para la Convivencia en el Fútbol 2012-2016.

Plan Decenal de Seguridad, Comodidad y Convivencia en el Fútbol, 2014-2024. Institucionalidad y barra, una relación de doble vía.

A nivel nacional, hasta el año 2017, el país ha contado con 4 normativas legales que han intentado regular el fútbol en Colombia, pero no solo en tanto espectáculo que se realiza durante dos horas en un estadio, sino también como elemento que produce diversos fenómenos sociales a su alrededor, entre ellos, el barrismo.

La primera iniciativa de orden nacional de la cual se tiene registro es la Ley 1270 de 2009, por la cual se creó la Comisión Nacional para la Seguridad, Comodidad y Convivencia en el fútbol (CNSCCF); la segunda iniciativa fue la Ley 1445 de 2011, denominada también Ley del Fútbol o el Deporte; la tercera es el Decreto 1007 de 2012, por el cual se expide el estatuto del aficionado al fútbol en Colombia; por último, tenemos el Plan Decenal de Seguridad, Comodidad y Convivencia en el Fútbol, 2014-2024. Este último es la política pública que actualmente rige el espectáculo del fútbol en Colombia, la cual ofrece, además, los lineamientos generales para que se construyan las demás políticas que se gestan a nivel municipal para tratar el tema.

Según Martínez (2016) los dos pilares que han marcado una radical diferencia entre la política pública en Colombia -Plan Decenal de Seguridad, Comodidad y Convivencia en los Estadios, 2012-2024- respecto a los demás países de Suramérica, radica en que su realización tuvo: "a) el reconocimiento de las barras como sujetos sociales y políticos. b) El reconocimiento del "barrismo social" que no es más que las prácticas sociales y culturales de las barras colombianas, dentro y fuera del estadio". (pág. 150).

Esto representa un nuevo paradigma en el mundo del barrismo, la posibilidad de que las barras puedan participar en la construcción de la política pública que los va a reglamentar es un acontecimiento que en pocas partes del mundo se pueda observar. La relación que se estableció con el Estado fue, entonces, en doble vía; el reconocimiento y participación fue recíproco -al menos en la construcción del Plan Decenal-. De forma particular, Los Del Sur participaron en la etapa exploratoria y, luego en los tres ejes constitutivos: a) foros regionales, b) fútbol en paz y c) hincha responsable (Martínez, 2016).

Sin embargo, después de que el Ministerio del Interior publicara el Plan Decenal, el resultado final no cumplió con las expectativas que la barra tenía pues respecto a los aportes que habían realizado, muchas de sus consideraciones no se encontraban allí plasmadas. En consecuencia, Los Del Sur han desarrollado una posición crítica frente a esta política pública:

Si bien la barra considera acertada la decisión de que exista una política pública y, que además se construya con la participación de la mayoría de los sectores que se encuentran alrededor del fútbol, lo que señalan de manera puntual, es que se realizó una política pública para un negocio de privados, pues los Clubes de fútbol en Colombia no son en sentido estricto "clubes" con socios, son entidades privadas que funcionan bajo la lógica del mercado; de esta forma, piensan que el Plan Decenal debería ser mucho más amplio, debería enfocarse más en el deporte y no tanto en el espectáculo (Martínez, 2016).

Estas críticas las exponen frente al Plan Decenal, no obstante, también presentan una postura reacia frente a los lineamientos que devienen más allá del Estado nacional, es decir, de las instituciones extranjeras y supranacionales como la FIFA, pues después de la realización del Mundial Sub-20 en Colombia (2011) en los estadios del país se vienen desarrollando medidas que buscan el control total sobre el público en los estadios, principalmente en los sectores populares. Así, por ejemplo, se plantea el aumento del valor de la boletería como uno de los mecanismos para erradicar la violencia, la visión elitista de la herramienta señala que los pobres son el problema, desconocen el entramado socio-cultural que tiene el asunto.

[...] FIFA, la cual dice que todos los seguidores en el mundo debemos de tener la misma forma de ser hincha, de ver el partido y casi que quieren homogeneizar el sentimiento y la reacción a las emociones producidas por el fútbol, reprimir la cultura propia de vivir el fútbol, la capacidad de espontaneidad que tenemos en nuestra forma de vivir y sentir el fútbol, en el ser hinchas en un país suramericano, que no quiere decir violencia pero sí amor, sentimiento, espontaneidad, fiesta, aguante, fuerza (Martínez, 2016, pág. 154).

Estas posiciones críticas frente al Plan Decenal y la normatividad en general, no son más que el florecimiento de la subjetividad de la barra, que en palabras de Ranciére (2000) lo que se genera es un proceso de desidentificación o desclasificación de la intención clasificadora que pretende cobijarlos, de imponerles un lugar único en la manera de abordar, en este caso, lo que debe ser el barrismo. Este proceso lo realiza Los Del Sur frente a las posiciones que por vía institucional les intentan imponer, es precisamente la reflexividad de la barra como colectivo la que les ha permitido rechazar -al menos mantener una posición crítica- al intento de modificar de forma abrupta sus prácticas, en otras palabras, de modificar su identidad como barra popular del continente suramericano y enmarcarse en unos lineamientos globales que son emanados por una entidad extranjera, que entiende y concibe el papel del hincha de otra forma.

La imposibilidad de la existencia plena de una identidad se ejemplifica en la barra Los Del Sur, su identidad nunca se ha cerrado y, por el contrario, se han generado diferentes procesos de identificación y de subjetivación política que, en última instancia, han llevado a que la barra discrepe de la reproducción de prácticas predominantes provenientes de un barrismo y de un contexto caracterizado por la presencia de la violencia. Señalar que las identidades no son estáticas, sino movedizas, permite analizar el fenómeno de las barras desde una perspectiva que posibilita entender a este tipo de organizaciones como actores que no surgen de forma espontánea y aislada, antes bien, su emergencia y formación corresponde a un entramado social que al ser afectado por las condiciones contextuales, brinda un marco explicativo para aprehender el porqué de la forma determinada de actuar de una barra, de comprender por qué sus acciones -algunas asociadas a la violencia- poseen un sentido y un contenido explicativo, que son razonamientos o significantes que pueden resignificarse.

Las barras no son entonces actores que deban tratarse, de forma per se, como el factor causante que incita a los jóvenes que componen a ese tipo de organizaciones al consumo de drogas o al uso de la violencia, existe un preámbulo que recubre la emergencia de la barra -un contexto-, la formación misma de cada individuo; es decir, lo que se debe observar son aquellos factores más estructurales que explican la presencia de estos fenómenos no solo en una barra, sino también en otros escenarios sociales. A la barra más que señalarla como causante, se le debería concebir, por el contrario, como un actor u espacio que puede incidir y aportar al desarrollo de los jóvenes que allí se encuentran; si se analiza en detalle, se puede concluir que las prácticas violentas han sido intermitentes, los proyectos de tinte social han mantenido su vigencia hasta el presente.

La emergencia y/o nacimiento de la barra Los del Sur, se debe precisamente a un proceso de subjetivación, a un proceso de desidentificación frente a las prácticas marcadas por la exclusividad y el decisionismo de algunos pocos, en este caso, algunos miembros de lo que para entonces era la barra Escándalo Verde.

En su inicio Los Del Sur, gracias a los medios de comunicación, particularmente la televisión, tenían como referente -se identificaron- con el repertorio de prácticas que incluía consigo el fenómeno de las barras bravas del Cono Sur del continente (principalmente las argentinas) y los hooligans de Inglaterra, prácticas que fueron de fácil asimilación por parte de los integrantes de la barra ya que no eran disímiles a las prácticas violentas que predominaban en sus barrios. Este fue, podría decirse, el primer proceso de identificación que realizó la barra Los Del Sur con el correlato de subjetividades y prácticas agresivas, incluso violentas.

La investigación permitió vislumbrar, también, el papel que jugaron los grupos ilegales que se encontraban en la ciudad y el país -controlando las dinámicas de todos los pobladores en general, no solo de las barras-, particularmente los paramilitares controlaron el desborde de la violencia a la cual se encontraban expuestos los barristas dado el contexto y a las confrontaciones que se presentaban entre las principales barras del país, no solo en el sector del estadio sino también en los barrios de la ciudad.

Los significantes aguante y barrismo, a partir del auto reconocimiento como barra popular se dotan de nuevos significados, logra desactivar identificaciones con prácticas violentas, llevando paulatinamente a la modificación de las prácticas de la barra. Se hace evidente entonces que tanto el barrismo como el aguante son significantes al que cada actor le proporciona un significado según sus identificaciones, intereses, e incluso su visión de mundo.

El cambio organizativo tuvo un momento o período significativo entre los años 2004-2006; lo cual permite hablar de un segundo proceso de subjetivación frente a los conflictos que la ciudad de Medellín presentaba; el que la barra dejase de ser solo un grupo para compartir y pasar el tiempo en una tribuna, y se configurase como una fuente de trabajo de sus integrantes, hizo que el fenómeno barrista se resignificara para ellos, que las prácticas de tinte violento declinaran, y fuesen ya los proyectos económicos, comunitarios, culturales y sociales -acompañados del tradicional aliento al equipo- sus nuevos estímulos, sus nuevos referentes bajo los cuales se fue configurando un proceso de politización de la barra.

El cambio en el repertorio de prácticas que ha experimentado la barra ha incidido directamente en sus integrantes, se ha presentado una potenciación ciudadana en los mismos. El apostar por un barrismo dirigido a tener un impacto social ha hecho que la barra se configure como un escenario en el que se forman líderes, pero no solo internos (en la barra) sino también sociales, incluso líderes políticos, las nuevas prácticas que tienen los integrantes de la barra no solo se quedan en la tribuna, también se trasladan a los barrios donde estos habitan.

La barra como colectivo que se debe a la ciudad presenta entonces un reconocimiento paralelo, se reconocen como barristas, pero también como ciudadanos, reivindican ese estatus como condición previa al mismo fenómeno barrista, y es precisamente a través de un repertorio de prácticas que tiene más incidencia social como lo demuestran sus objetivos sociales en el ámbito de la ciudad. Así, La barra no es un actor ajeno y mucho menos pasivo respecto a lo que sucede en su entorno, esto ha hecho que Los Del Sur se apropien y respalden en circunstancias muy específicas reivindicaciones sociales que demanda la población, aunque la barra no genera estas demandas, respalda procesos reivindicativos de ciudad y de país.

En relación con la interacción de la barra con entes gubernamentales, a nivel de ciudad, la primera política pública se configuró como un intento de incidencia por parte de la institucionalidad sobre la barra. Se advierte un tratamiento superfluo en las definiciones y representaciones para nombrar el fenómeno, con un evidente desconocimiento de los barrismos en la ciudad.

La evidencia de la existencia de nuevas prácticas en el estadio, en el espacio público y comunitario en el caso de la barra Los del Sur, logró un reconocimiento de la organización como sujeto social y político valido para la interlocución con el Estado, configurándose, entonces, como un actor que cuenta con la capacidad de establecer diálogos con los entes gubernamentales -a escala local y nacional-, lo cual tuvo una expresión importante en la construcción de la política pública de orden nacional: Plan Decenal de Seguridad, Comodidad y Convivencia en el fútbol, 2014-2024.

Para que la incidencia externa -institucional o administrativa- pueda tener algún efecto, no se debe generar imposiciones a las barras, como se mencionó anteriormente, al contrario, se les debe reconocer como agentes que pueden aportar a la formación de los jóvenes. Lo más conveniente es brindarles un acompañamiento frente a los proyectos sociales que visualizan hacer, brindando a los jóvenes barristas un respaldo y reconocimiento como parte de un sector de la ciudad que puede incidir positivamente en la construcción de convivencia social.

En definitiva, la investigación planteó cómo las identidades mediante procesos de identificación y desidentificación con el caso de la barra Los del Sur, emergen, se resignifican y politizan en contextos de dislocación social, dando muestra de la que las identidades son un factor contingente y proclive al cambio, más aún, cuando se presentan escenarios de apertura social.

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Entrevistas

Comunicación personal con Gonzalo Medina (4 de mayo de 2015). (Carmona, S. Entrevistador). Medellín. [ Links ]

Comunicación personal con Felipe Ospina (5 de mayo de 2018). (Carmona, S. Entrevistador). Medellín. [ Links ]

Comunicación personal con Felipe Muñoz (11 de mayo de 2018). (Carmona, S. Entrevistador). Medellín. [ Links ]

Comunicación personal con Max Yuri Gil (31 de julio de 2018). (Carmona, S. Entrevistador). Medellín. [ Links ]

Video documental

Los Del Sur. (2013). La vida por esta pasión. El documental de Los Del Sur [DVD]. Colombia [ Links ]

1 El presente artículo es resultado del proyecto de investigación "Emergencia, resignificación y politización de identidades en contextos de dislocación social: caso barra "Los Del Sur", 1997-2016", adscrita y financiada por el Centro de Investigaciones de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia.

1 Francisco Alcaide (2009) en su libro "Fútbol: fenómeno de fenómenos" hace referencia a este tipo de situación usando varios ejemplos, particularmente menciona el caso italiano con el Mundial de 1934, el cual fue instrumentalizado para exaltar, junto con el triunfo de la selección italiana, el régimen fascista de Benito Mussolini.

2Este caso se visualiza cuando los clubes o los grupos de hinchas se apropian y respaldan movilizaciones respecto a coyunturas sociales específicas. Igualmente, se refiere a barras con una impregnación ideológica, que en el caso europeo se denominan "Ultras". Como ejemplo se puede referenciar a los "Boixos Nois", ultras del F.C Barcelona quienes respaldan abiertamente la postura independista de Cataluña sobre España; otro ejemplo puede ser la "Curva Nord Livorno", ultras de A. S Livorno Calcio de Italia quienes históricamente han estado ligados al partido comunista de Italia.

3Los clubes como entes de poder tienen la capacidad de incidir en el comportamiento de las personas, especialmente de los seguidores, de esta forma estas entidades pueden transmitir posturas hacia sus seguidores. Para ampliar información ver "La cuestión de la identidad en Cataluña" de Guido Fontanarrosa (2012); "Fútbol como estrategia política. El estudio de caso: Joan Laporta en las elecciones catalanas de 2010" de Marta Sánchez Hunt (2013).

4Si bien existen diversos tipos de violencia, aquí se hace referencia a la homicida.

5El contexto de Medellín no puede leerse de forma aislada, debe tenerse en cuenta el marco nacional, pues la crisis social y económica que se vivió finalizando los 90's afectó a todas las regiones del país.

6Hacen referencia a unos cortes de tela que se ubican en la tribuna donde se encuentra la barra.

7Como el robo de trapos y banderas, si bien es una acción violenta, su racionalidad se encuentra orientada hacia un fin: herir el honor del rival.

8Palabra del parlache juvenil colombiano que hace referencia a fastidiar o molestar a otra persona.

9Los combos son los grupos de jóvenes, normalmente pertenecientes a los barrios, que conforman la barra de forma general.

10Para ampliar información de cada uno de los proyectos de la barra se sugiere remitirse a (Martínez, 2016).

Cómo citar este artículo: Carmona Cardona, S. (2022). Emergencia, resignificación y politización de identidades en contextos de dislocación social: caso barra "Los Del Sur", 1997-2016. Revista de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, 52(137), pp. 406-442. doi: https://doi.org/10.18566/rfdcp.v52n137.a3

Recibido: 21 de Marzo de 2020; Aprobado: 02 de Diciembre de 2020

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