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Revista Colombiana de Educación

Print version ISSN 0120-3916

Rev. colomb. educ.  no.62 Bogotá Jan./June 2012

 

Marta Ocampo de Vásquez

Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora

Marta Vásquez es la presidenta de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora. Marta es la madre de María Marta Vásquez, detenida-desaparecida el 14 de mayo de 1976 junto a su marido César Lugones. En ese momento, María Marta tenía 23 años de edad, estaba embarazada, era psicopedagoga y realizaba apoyo escolar en una Villa de Bajo Flores.

La historia de Marta

Marta Vásquez nació en Bahía Blanca y creció en la ciudad de La Plata, provincia de Buenos Aires. El 3 de octubre de 1946 se casó con José María Vásquez, diplomático de carrera.

"En La Plata estaba muy contenta, tuve una adolescencia muy feliz y con muy buenos recuerdos. En aquella época las cosas eran muy distintas, vivíamos de fiesta en fiesta, siempre en reuniones que se hacían en casas y clubes. En uno de esos almuerzos, en una estancia cerca de La Plata, conocí a mi marido, José María Vásquez. Nos pusimos de novios y a los dos años nos casamos. Él murió cuando llevábamos 47 años de casados".

Siguiendo los destinos de su marido, Marta formó su hogar en distintos países del mundo mientras criaba a sus hijos: José María, Luis Alberto, Rafael Marcelo, María Marta, Raúl y Gustavo.

"Nosotros tuvimos seis hijos, María Marta fue la cuarta y era la única mujer. Primero mi esposo fue nombrado diplomático en Italia y allá nacieron los tres primeros. Luego en Argentina, nacieron otros dos, y el último fue en Chile. Íbamos con la casa a cuestas para todos lados y, en general, en cada sitio estábamos 4 años. Hace poco me puse a contar y llegué a la cuenta de que nos mudamos 17 veces de casa...Yo me dedicaba a los hijos y a acompañar a mi marido. Con José María éramos muy unidos. También ayudaba mucho a los chicos, los traía, los llevaba. Después se convirtió en uno de los padres de Plaza de Mayo, aunque siempre temeroso de que me pasara algo".

El recuerdo de María Marta

María Marta fue la única hija mujer del matrimonio Vásquez Ocampo. Con la ternura de una madre surgen estas palabras desde el corazón que la recuerdan en la inocencia de su infancia y en los ideales de su adolescencia. Acompañada por el programa Educación y Memoria, Marta concurrió a la Esc. Nº 20 DE 19 y a la Esc. Nº 3 DE 13 compartiendo los recuerdos de su hija a partir de las preguntas de los alumnos y alumnas.

"Mi hija se llama María Marta Vásquez de Lugones y nació el 28 de diciembre de 1952. Era la única mujer entre 5 varones. María Marta era increíble. Era psicopedagoga. Ella estudió en Perú y terminó quinto año en Argentina porque nos vinimos para nuestro país".

De niña ¿a qué le gustaba jugar?

María Marta era una niña muy femenina, yo me preocupaba porque se criaba entre 5 varones pero ella siempre tuvo sus amiguitas. Jugaba como todas las nenas de su edad: a las muñecas, a las mesitas y siempre tenía alguna amiguita en la casa o iba ella de visita. Era la princesita de la casa a la que todos los hermanos querían. Y obviamente, era la debilidad de su papá.

¿Qué música o cantante escuchaba?

María Marta, cuando terminó el secundario y empezó su carrera de psicopedagoga, junto con sus compañeras, animaba fiestas infantiles. Ella tocaba la guitarra. Después se dedicó a cantar folclore y, la verdad, que la música que escuchaban los chicos de esa época era la de los Beatles. A mí a veces me molestaba porque decía que hacía mucho ruido pero ahora me encanta.

Cuéntenos alguna travesura que recuerde

Bueno, después de tanto tiempo pareciera que nuestros hijos eran perfectos. Yo me acuerdo una vez, cuando María Marta tenía 2 años, vivíamos en Vicente López, en una casa. Y un día salí al patio y no la encontraba. Entonces la empecé a buscar. ¿Dónde estaba? ¡Estaba caminando por la cornisa de la terraza! ¡Casi me dio un soponcio! No sabía cómo hacer, llamé a los hermanos y uno de ellos despacito se acercó y la agarró. De mis hijos varones tengo miles de travesuras, pero de ella no muchas.

¿Cómo conoció María Marta a su marido?

María Marta en esa época ya se había recibido de psicopedagoga y apenas conoció a las monjas empezó a misionar en el sur, en la zona de Maitén y en Lago Puelo. Así conoció a su marido, César Lugones. Se casaron el 15 de septiembre de 1973. Hacían el mismo trabajo, tenían las mismas ideas... Después de un tiempo se desilusionaron de cómo actuaban algunas personas, autoridades. Ellos llevaron hasta molinos para enseñarles a los mapuches a trabajar la tierra. Pero después supieron que las autoridades se quedaban con las cosas que ellos llevaban. Eso aportó a que se fueran y pasaran a realizar otro tipo de acciones. María Marta, César y varias de las chicas que secuestraron trabajaban en la villa del Bajo Flores con niños y jóvenes. Construyeron una guardería para que las madres pudieran ir a trabajar. Ella hacía apoyo escolar y cuando faltaba una maestra, me llamaba desesperada y me decía: "¿No podés venir?". Yo soy maestra pero nunca había ejercido...

La búsqueda y la lucha con las Madres

El golpe de Estado encontró a Marta Vásquez y a su marido lejos del país, en tierras mexicanas.

"A mi hija se la llevaron el 14 de mayo de 1976 a las tres de la mañana junto con su marido, César Amadeo Lugones. Fue de los primeros secuestros. Estábamos en México porque mi marido era Ministro Consejero en la embajada argentina. Nos llamaron a las 5 de la mañana para avisarnos. No entendíamos nada. No sabíamos lo que estaba pasando. Me avisó uno de mis hijos: 'Mamá, se llevaron a María Marta y a César'. Pero yo no sabía qué quería decir ese 'se llevaron'. Entonces le pasé el teléfono a mi marido y salí corriendo a despertar al menor y a buscar otro teléfono para escuchar lo que hablaban. Nunca imaginamos lo que pasó. A los chicos se los llevaron en un inmenso operativo que empezó a las 11 de la noche y terminó a la madrugada. Se llevaron a siete muchachos. En ese grupo también estaba Mónica Mignone. Ellas eran compañeras de colegio".

Al igual que la mayoría de las Madres, la noticia de la desaparición de su hija cambió completamente la rutina familiar. En los inicios, el dolor de la búsqueda fue transitado en soledad pero, poco a poco, las Madres fueron acercándose y nucleándose llegando a transformarse en un movimiento social de renombre internacional.

"Yo el primer año no me moví tanto. Se movía mi marido. Él estaba muy relacionado, era amigo de militares, de aeronáuticos y de otras fuerzas, y cuando teníamos destinos internacionales siempre estábamos con ellos...

Así que para nosotros todavía fue más doloroso ver la actitud que tuvieron. A mí fue como si se me bajara una cortina y esos 43 años de diplomacia no existieran más. A la cancillería sólo volví como Madre de Plaza de Mayo. No quería ni ver a las mujeres de los diplomáticos que se juntaban en las reuniones... algunas hasta dejaron de saludarme. Lo mismo con algunos parientes. Salvo mi papá, que nos apoyó en todo a las Madres. Era el abuelo de Plaza de Mayo y como vivía cerca de la Plaza a veces nos juntábamos en su casa".

Marta no sabía el destino de los jóvenes que desaparecían y durante muchos años albergó la esperanza de que volvieran con vida: "Ninguna de nosotras imaginaba lo que pasaba... Fue muy duro todo ese tiempo. Durante los primeros 8 años yo estaba convencida de que María Marta volvería, que le estaban haciendo un lavado de cerebro. En 1984 vinieron periodistas de Italia y se quedaron muy sorprendidos cuando yo les dije con vehemencia que estaba segura de que mi hija volvería. Hasta me molestó. Con el tiempo me pregunté qué habrán pensado de mí... Fue duro saber la verdad, en realidad lo que imaginamos que pasó, porque es poco lo que sabemos hasta ahora".

Cuando la secuestraron, María Marta estaba embarazada...

"Yo me enteré bastante después que mi hija estaba embarazada. No lo sabía. Después fui conociendo lo que decían algunas amigas, incluso me lo dijo una médica que atendió a mi hija y que me encontró mucho después a raíz de una entrevista en la radio. Estaba de muy poquito. Ya en 1996 supe lo que dijo Adolfo Scilingo (represor de la marina, el primero en hablar públicamente sobre los "vuelos de la muerte"). Él dijo que el bebé habría nacido. Pero yo tengo muchas dudas. Llega un momento en que no sabés qué pensar...".

El reclamo de las Madres no se quedó circunscripto al ámbito nacional sino que desde un principio intentó cruzar las fronteras del país extendiendo el reclamo a ámbitos internacionales y transmitiendo las palabras de las Madres en búsqueda de verdad y justicia.

"Yo participé en numerosos Congresos en el interior y exterior de la Argentina, representando a la Asociación de Madres, como ser en el Primer Congreso de la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Familiares de Detenidos Desaparecidos (FEDEFAM) en Costa Rica en enero de 1981. También estuve presente en el Coloquio de París de 1981, imágenes que quedaron grabadas en mí para siempre. Lo que viví entonces fue completando el largo camino recorrido. Y permitiéndome adquirir nuevas experiencias. He asistido en diversas oportunidades a reuniones de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas. En 1999 fui elegida presidenta de la FEDEFAM, cargo que desempeñé hasta noviembre del 2003".

Marta hoy

"Actualmente soy presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, Línea Fundadora. No solo me gusta viajar sino que me gusta todo lo que es el derecho internacional, las normas de Naciones Unidas. Además de llevar nuestra historia y nuestra lucha, uno de los grandes logros de los organismos de varios países fue la Convención Internacional para la Protección de todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas, votada por Naciones Unidas, que entre otras cosas, declara la desaparición forzada de personas como un crimen de lesa humanidad. Esto es muy importante: no es lo mismo que un hijo se muera de una enfermedad a que sea víctima del terrorismo de Estado. La desaparición forzada es un delito de lesa humanidad porque es un delito contra la humanidad, un delito permanente, un delito que no prescribe. Yo suelo decir que el delito es permanente de la misma manera que el dolor de un familiar, de una madre o padre, es un dolor permanente. Y no nos lo pueden cambiar. Cuando sepamos la verdad, quizás tengamos el consuelo de saber pero por ahora el dolor siempre permanece"

Construir la memoria en el ámbito educativo es uno más de los desafíos que asumen las Madres. Marta, como muchas de sus compañeras, transita las aulas dando testimonio de su vida y de su lucha.

"Siempre es una fiesta ir a los colegios, nos maravilla, volvemos con una alegría muy fuerte en el corazón. Cuando vamos a las escuelas con las Madres, el vínculo que se establece con los chicos y docentes es impresionante y nos genera una emoción increíble. Volvemos completamente contentas de lo que vemos, de lo que sentimos, porque realmente es una sorpresa dialogar con los chicos: cómo se interesan, cómo saben, cómo nos reciben, las muestras de cariño y respeto que nos brindan. Y esto no ocurre solo con los alumnos de primaria: recuerdo que una vez me invitaron a un jardín de infantes y quedé asombrada con esos chiquitos. Los maestros deben seguir adelante cada día más con esta tarea, no tienen que cambiar. Para nosotras es una gran tranquilidad pensar que el futuro está en manos de esta excelente juventud. Esto nos da la pauta de que realmente vamos bien: con educación, la historia no puede repetirse. Estamos más tranquilas, pensamos que no va a haber más dictaduras, que el "Nunca más" es posible".

"Las Madres estamos recorriendo un largo camino todavía. Y en distintos momentos, hemos tenido prioridades. Ahora que vemos tantas cosas que ya han pasado y que se han cumplido, nuestra inquietud es la esperanza de ver quiénes van a seguir nuestra tarea, nuestros pensamientos, nuestro accionar. En todos estos años, las Madres salimos a la calle sin saber lo que íbamos a hacer pero realmente alguien nos iluminó. Nosotros decimos siempre que fueron ellos, nuestros hijos, quienes nos marcaron el camino y poco a poco hemos llegado a este punto. Hoy la memoria nos resulta indispensable para el futuro. No se puede perder, es nuestra esperanza de aquellos que nos van a seguir, que van a enseñar a la juventud, a los niños. Cuando vamos a las escuelas, es el futuro el que nos está hablando".

Las Madres hoy...

Marta, con sus palabras, continúa legando su ejemplo de resistencia, de vida y de esperanza: "Hoy tenemos la suerte de poder decir que las Madres no caminan solas. Tenemos mucha gente alrededor. Tenemos mucha gente del pueblo que asume nuestra lucha, que la comprende y la defiende. Por eso decimos que no hay que parar, hay que seguir. No hay que perder la esperanza. Nuestra vida es esta: la defensa de los derechos humanos para que reinen en el mundo, que haya paz y que haya justicia. Es la única manera que nuestros pueblos puedan vivir en paz. Nosotras estamos viejas, seguimos y seguiremos hasta el fin de nuestros días. Y estamos felices porque tenemos quienes tomen la posta".

"La memoria no puede olvidarse, tiene que estar siempre presente porque nuestros hijos ofrendaron la vida por su pueblo, para que hubiera un país con libertad, con paz y bienestar para todos. Eso lo deseaban nuestros hijos y eso mismo lo pedimos hoy nosotras".