Introducción
El sector de la educación superior ha mostrado un crecimiento en Brasil, tal como ocurre en el resto de la región y en la mayor parte del mundo, lo que requiere una mejora constante en los métodos utilizados, las nuevas tecnologías educativas, la gestión académica y la gobernanza universitaria (Brunner y Ganga-Contreras, 2016; Ganga-Contreras, 2017; Ganga-Contreras et al., 2018; Ganga-Contreras et al., 2019; Calvo-Rubio y Ufarte-Ruíz, 2020; Acosta-Silva et al., 2021). En este sentido, el significado mismo de la universidad como pilar fundamental para el desarrollo de un país también sufre transformaciones necesarias en razón de los desarrollos sociales asociados a los avances tecnológicos (Bustos-Martínez et al., 2019; Cerdán-Martínez et al., 2020; Muñiz-Velázquez y Navazo-Ostúa, 2021).
De ser un espacio exclusivo para el desarrollo de pensadores, la universidad ha evolucionado hacia un papel más cercano a la sociedad y al mercado laboral (Rolim et al., 2007; Jiménez-Sánchez y Vayas-Ruiz, 2021). Este cambio de paradigma requiere una nueva postura de las Instituciones de Educación Superior (IES), principalmente a través del rol del docente en el aula. Esta actuación, a su vez, es importante en todo tipo de docencia practicada, ya sea presencial o a distancia (Borges et al., 2014).
La realidad demuestra que, a pesar de todas las innovaciones tecnológicas (Bello y Morales-Lozano, 2019; Bustos-González, 2019), el desempeño docente sigue siendo uno de los principales factores de éxito en la educación superior (Jardim et al., 2007; Franco, 2021).
Según Ventura et al. (2011), existe cierto consenso sobre los comportamientos esperados de un alumno, y lo mismo ocurre en relación con el docente. Aunque no es el único elemento significativo en el proceso educativo, como se desprende de Botella y Escorihuela (2020), Viloria-Matheus y Reyes (2020) y Cruz-Sánchez et al. (2022), le corresponde al docente tomar decisiones sobre la práctica pedagógica. A partir de los múltiples contextos y funciones que asume en su labor, el docente construye la representación de lo que significa ser un buen docente.
Por tanto, el perfil del profesor universitario es cada vez más complejo, ya que requiere habilidades que demuestren tanto el conocimiento de su disciplina como la innovación en la práctica docente. En este contexto, el docente debe tener la capacidad de reflexionar e investigar (Suárez-Amaya et al., 2022), integrando conocimientos disciplinarios y pedagógicos, brindando un clima de motivación y trabajo colaborativo, y apuntando a un aprendizaje de calidad (Álvarez, 2009; Ventura et al., 2011; Merlyn-Sacoto et al., 2018; Montesdeoca et al., 2020; Trigo-Ibáñez et al., 2021; Roa-Cárdenas y González- Puebla, 2022).
La discusión sobre lo que hace a un buen maestro ha existido desde hace mucho tiempo, y con el avance de las tecnologías (Catalina-García et al., 2019), así como del aprendizaje a distancia, esta discusión se ha ampliado en respuesta a las nuevas realidades sociales (Tejedor et al., 2020; Salcedo y Uzcátegui Pacheco, 2021; Ascanio-Rengifo, 2022), como lo evidencian los acontecimientos derivados de la pandemia (Barrientos-Báez et al., 2021; Sotelo-González et al., 2021; Sánchez-Díaz et al., 2021). Así, en la última década, conocer lo que los estudiantes consideran como un buen docente ha sido el foco de muchas investigaciones, no solo por las repercusiones en la formación docente y la calidad de la enseñanza, sino también en la imagen social y profesional de la función docente (Beijaard et al., 2000; Cunha, 2010; Abadía et al., 2015; Alonso, 2019).
Numerosos estudios han abordado lo que hace a un buen profesor, desde los aspectos motivacionales hasta las habilidades relacionales (Zabalza, 2016; Keeley et al., 2016; Shawer, 2017; Rivera-Ferrer y Guerra-Guirola, 2019; Navia et al., 2020; Buraphadeja, 2020; Merellano-Navarro et al., 2021; Ripoll-Núñez y Arrieta-Caycedo, 2022). La identidad profesional del docente es un proceso continuo de integración de los aspectos profesional y personal; esto se debe a que los docentes, además de ser profesionales, son personas cuyas vidas están influenciadas por factores ambientales que inciden en su integración social y su relación con los estudiantes (Beijaard et al., 2004; Merellano-Navarro et al., 2021; Cuesta-García et al., 2023).
Definir la imagen del docente es complejo, ya que implica abordar múltiples aspectos interrelacionados, incluidas las experiencias vividas (O'Connor, 2008). La identidad profesional es, a su vez, una imagen transmitida, y se cree que, si el profesional proyecta una imagen positiva ante los estudiantes, esto no solo le beneficiará a él, sino también a la institución educativa.
Las discusiones teóricas sobre los docentes de educación superior son extensas, y uno de los puntos centrales es el relacionado con las técnicas de enseñanza, sobre las cuales se estudian temas de evaluación, disciplina, relación con los estudiantes, perfil del docente, entre otros (Lowman, 2004; Guzmán, 2021).
Por lo tanto, es evidente y necesario resaltar la relevancia de la calidad de la enseñanza. En este plano, es fundamental que el docente tenga dominio del contenido, mantenga una buena relación con los alumnos, posea capacidad para seleccionar el tipo de clase adecuada en función de los objetivos de la asignatura y muestre interés por los problemas de los estudiantes (Bevilacqua, 2004; Escribano, 2018; López et al., 2018; Estévez y García, 2019; Jornet-Meliá et al., 2020). En esta línea, Luaiza (2008) sostiene que, para lograr mejores resultados en el proceso de enseñanza-aprendizaje, el docente debe considerar el uso de diferentes tipos de clases: conferencia (exposición), seminario (trabajo en equipo), taller (actividades prácticas) y laboratorio (estudio de caso), orientado a la calidad de la docencia.
Este tema es tan relevante para una universidad que existe una relación estrecha entre el desempeño de los docentes en clase y la percepción que los estudiantes tienen de la calidad de los servicios brindados por una Institución de Educación Superior (IES) (Cerchiaro y Mota, 2010; Escribano, 2018; Chamorro-Atalaya et al., 2021).
Cuando los profesores utilizan prácticas claras para explicar la teoría y responder a las dudas de los estudiantes, esto contribuye a aumentar su satisfacción; sin embargo, "enseñar es mucho más que la transmisión de conocimientos" (Beijaard et al., 2000, p. 751). Se trata de una actividad compleja (Sutherland et al., 2010), ya que, además de las actividades pedagógicas, los docentes tienen responsabilidades sociales (Núñez et al., 2019), las cuales acaban influyendo en la formación de su imagen (Thakor, 1996). Por tanto, los profesores deben utilizar valores socialmente aceptados y su experiencia de vida para enseñar tanto contenidos como valores a los estudiantes, ya que esto contribuye al proceso educativo (Pantic y Wubbels, 2010).
En consecuencia, los docentes necesitan reflexionar constantemente sobre su labor, con el objetivo de proyectar una buena imagen no solo en el entorno universitario, sino también en la comunidad (Griffiths, 2000). La reflexión docente se vuelve esencial para una mejor definición de su imagen, ya que están constantemente expuestos a la mirada de los estudiantes, quienes en muchos casos se identifican con la figura del docente (Sutherland et al., 2010; Villalta-Paucar et al., 2022).
Kagan (1992) menciona que un docente posee una imagen que lo acompaña durante toda su vida profesional y que es percibida principalmente por los estudiantes. En esta línea, Abreu y Guimarães (2003) estudiaron algunos factores de satisfacción entre los docentes, los cuales pueden contribuir a mejorar su imagen, tales como la relación entre teoría y práctica, las capacidades investigativas, la calificación profesional y el dominio del contenido.
Morales (2006) presentó algunas características sobre el perfil del buen docente, según la opinión de los estudiantes, y encontró que este análisis abarcaba aspectos como la vestimenta del docente, su didáctica, la gestión de la clase, la igualdad en el trato, la atención a las necesidades individuales, la preocupación por el desempeño de los estudiantes, la educación y el respeto, la dedicación y la motivación para realizar su labor, el estímulo al estudio, los elogios oportunos, y la transmisión de seguridad y humildad.
En esta misma línea se encuentra el trabajo de Borges et al. (2014), quienes presentan una investigación realizada con 502 estudiantes de una facultad de Maranhão, en la que se midieron 36 ítems y 5 dimensiones para evaluar la imagen de un profesor universitario. Como resultado, los ítems más relevantes para que los docentes proyecten una buena imagen fueron: dominio del contenido, actitud educada y respetuosa, calificación-educación del docente, comportamiento ético y compromiso con su trabajo.
Otro estudio destacable es el de Toni et al. (2006), quienes mejoraron la Técnica de Configuración de Imágenes (TCI), un instrumento diseñado para analizar la satisfacción a partir de la percepción que tiene la población sobre los atributos o dimensiones del servicio analizado.
En este contexto, el presente estudio puede contribuir a una mejor comprensión de las dimensiones que la literatura ofrece sobre lo que define a un maestro de calidad, mediante el análisis de las características de un profesor, según la percepción de los estudiantes universitarios del Centro de Ciencias Sociales de una entidad educativa del sur de Brasil. Además, se analizarán los aspectos relacionados con la dimensión tecnológica, que resultó ser predominante en la imagen percibida por los estudiantes investigados, resultados que difieren de estudios previos como el de Olivera et al. (2012).
Por otro lado, este trabajo permitirá a las instituciones de educación superior tomar decisiones sobre la formación y capacitación de los maestros, incrementando las posibilidades de mejorar la calidad en el proceso de enseñanza-aprendizaje y favoreciendo la retención de los estudiantes, lo que impactará positivamente en la imagen institucional.
Metodología
Para analizar las características de un buen profesor universitario desde la perspectiva de los estudiantes de cursos del área de ciencias sociales aplicadas, se realizó una encuesta cuantitativa mediante la aplicación de un cuestionario en el aula de manera presencial. Desde el punto de vista tipológico y en cuanto a su alcance, se trata de una investigación descriptiva.
La población de estudio comprende 969 estudiantes inscritos en los cursos de Administración, Ciencias Contables, Ciencias Económicas, Tecnología en Comercio Exterior y Tecnología en Marketing en la Fundação Universidade Regional de Blumenau en 2018. De este grupo, 224 estudiantes completaron todas las preguntas del cuestionario aplicado. La muestra fue seleccionada de manera no probabilística por conveniencia (Otzen y Manterola, 2017) y consistió en los estudiantes que accedieron a participar en la encuesta.
El cuestionario se elaboró en dos bloques: el primero contenía preguntas relacionadas con la caracterización de los encuestados, tales como género, grupo de edad y curso; el segundo bloque se centró en las características de un buen docente.
El instrumento utilizado fue desarrollado en la investigación de Nogueira et al. (2012), basado en los trabajos de Lowman (2004), Marsh (1991), Pan et al. (2009) y Whale (2006).
El análisis de los datos se realizó mediante estadística descriptiva y análisis factorial. Los datos recolectados fueron ingresados y procesados en el Paquete Estadístico para Ciencias Sociales (SPSS), utilizando análisis factorial exploratorio para identificar dimensiones y puntos en común, aplicando el índice Kaiser-Meyer-Olkin (KMO).
Resultados
La mayoría de los estudiantes encuestados pertenecen al curso de Administración (32,6%), seguido por los estudiantes del curso de Tecnología en Comercio Exterior (25 %), Contabilidad (20,5 %), Ciencias Económicas (11,2 %) y Tecnología en Marketing (10,7 %).
En cuanto al sexo de los encuestados, más de la mitad son hombres (56,7 %), mientras que las mujeres representan el 42,9 %; el porcentaje restante no se identificó con ninguno de los dos géneros definidos en el instrumento (0,4 %).
En relación con la edad, predominan los estudiantes jóvenes, ya que el 70,5 % de los encuestados tiene hasta 21 años.
En cuanto al periodo académico, el mayor porcentaje de estudiantes (46,4 %) está cursando el primer año de su carrera (tabla 1).
Tabla 1 Datos del encuestado
| Sexo | Edad | Curso | Curso del tiempo | ||||
|---|---|---|---|---|---|---|---|
| Masculino | 56,7 % | Hasta 21 años | 70,5 % | Gestión | 32,6 % | 1 año | 46,4 % |
| Femenino | 42,9 % | Entre 22 y 29 años | 25,9 % | Ciencias Contables | 20,5 % | 2 años | 22,3 % |
| Otros | 0,4 % | Entre 30 y 39 años | 3,1 % | Ciencias Económicas | 11,2 % | 3 años | 4,5 % |
| más de 40 años | 0,4 % | Tech. Comercio Exterior | 25 % | 4 años | 26,8 % | ||
| Tech. Marketing | 10,75 | ||||||
Fuente: datos de la investigación.
Para analizar la imagen del profesor universitario, primero se calcularon las medias, las desviaciones estándar y la varianza de cada enunciado; todos estos datos se muestran en la tabla 2.
Tabla 2 Estadística descriptiva de las preguntas
| Ítem | Promedio | Desviación estándar | diferencia | Mínimo | Máximo |
|---|---|---|---|---|---|
| Q1 | 9,692 | 0,7744 | 0,600 | 5,0 | 10,0 |
| Q2 | 9,674 | 0,7553 | 0,570 | 5,0 | 10,0 |
| Tercer trimestre | 9,719 | 0,6672 | 0,445 | 6,0 | 10,0 |
| Cuarto trimestre | 8,460 | 1,6723 | 2,797 | 1,0 | 10,0 |
| Q5 | 8,656 | 1,4649 | 2,146 | 4,0 | 10,0 |
| Q6 | 8,210 | 1,8377 | 3,377 | 1,0 | 10,0 |
| Q7 | 9,567 | 0,9681 | 0,937 | 4,0 | 10,0 |
| Q8 | 9,268 | 1,0629 | 1,130 | 5,0 | 10,0 |
| Q9 | 9,295 | 1,1839 | 1,402 | 4,0 | 10,0 |
| Q10 | 9,652 | 0,6791 | 0,461 | 6,0 | 10,0 |
| Q11 | 8,844 | 1,6560 | 2,742 | 1,0 | 10,0 |
| Q12 | 8,826 | 1,3890 | 1,929 | 4,0 | 10,0 |
| P13 | 7,250 | 1,8241 | 3,327 | 1,0 | 10,0 |
| Q14 | 7,719 | 2,1547 | 4,643 | 1,0 | 10,0 |
| Q15 | 8,710 | 1,5036 | 2,261 | 1,0 | 10,0 |
| P16 | 9,000 | 1,3559 | 1,839 | 2,0 | 10,0 |
| Q17 | 9,080 | 1,2430 | 1,545 | 4,0 | 10,0 |
| Q18 | 8,406 | 1,7969 | 3,229 | 1,0 | 10,0 |
| P19 | 8,170 | 1,9769 | 3,908 | 1,0 | 10,0 |
| Q20 | 7,353 | 2,2522 | 5,072 | 1,0 | 10,0 |
| Q21 | 7,759 | 1,8714 | 3,502 | 1,0 | 10,0 |
| Q22 | 6,960 | 2,2337 | 4,989 | 1,0 | 10,0 |
| Q23 | 8,603 | 1,5147 | 2,294 | 3,0 | 10,0 |
| Q24 | 8,862 | 1,3472 | 1,815 | 4,0 | 10,0 |
| Q25 | 9,455 | 1,0057 | 1,011 | 3,0 | 10,0 |
| P26 | 9,192 | 1,3405 | 1,797 | 1,0 | 10,0 |
| Q27 | 9,228 | 1,2765 | 1,630 | 2,0 | 10,0 |
| Q28 | 7,973 | 1,8435 | 3,398 | 1,0 | 10,0 |
| P29 | 7,393 | 2,3518 | 5,531 | 1,0 | 10,0 |
| Q30 | 7,286 | 2,2981 | 5,281 | 1,0 | 10,0 |
| Q31 | 2,982 | 2,4032 | 5,775 | 1,0 | 10,0 |
| Q32 | 7,857 | 2,2385 | 5,011 | 1,0 | 10,0 |
| Q33 | 7,433 | 2,1038 | 4,426 | 1,0 | 10,0 |
| Q34 | 8,433 | 1,6553 | 2,740 | 1,0 | 10,0 |
| Q35 | 9,397 | 1,2305 | 1,514 | 1,0 | 10,0 |
| Q36 | 7,821 | 1,9510 | 3,807 | 1,0 | 10,0 |
| Q37 | 8,607 | 1,6064 | 2,580 | 2,0 | 10,0 |
| P38 | 8,759 | 1,6196 | 2,623 | 1,0 | 10,0 |
| Q39 | 8,268 | 1,8629 | 3,471 | 1,0 | 10,0 |
| Q40 | 7,326 | 2,4688 | 6,095 | 1,0 | 10,0 |
| Q41 | 6,804 | 2,5476 | 6,490 | 1,0 | 10,0 |
| Q42 | 6,362 | 2,5707 | 6,609 | 1,0 | 10,0 |
| Q43 | 6,339 | 2,4661 | 6,082 | 1,0 | 10,0 |
Fuente: datos de la investigación.
Para el análisis factorial, se utilizó la prueba de KMO y la prueba de esfericidad de Bartlett con el objetivo de probar las siguientes hipótesis:
H0: No existe un nivel de correlación suficiente entre los ítems para el uso del análisis factorial, por lo tanto, este análisis no es adecuado para este estudio.
H1: Existe un nivel de correlación suficiente entre los ítems para el uso del análisis factorial, por lo tanto, este análisis es adecuado.
La prueba de esfericidad arrojó un valor de p menor a 0,05, lo que permitió rechazar la hipótesis nula (H0) y aceptar la hipótesis alterna. Adicionalmente, la prueba KMO presentó un valor aproximado de 0,855, lo cual, según Pestana y Gageiro (2005), implica que existe una correlación considerada buena entre los ítems, lo que también permite rechazar la hipótesis nula. De acuerdo con ambas pruebas, el uso del análisis factorial fue adecuado. Además, es posible extraer once factores que explican aproximadamente el 64 % de las variaciones totales de los ítems utilizados. A través de la matriz de correlación anti-imagen, que revela la adecuación individual de las variables, se observó que las variables MSA presentaban una medida de adecuación muestral (MSA) superior a 0,50, lo que aumentó el poder explicativo del modelo.
Se verificó la proporción de varianza explicada por cada ítem en los factores mediante el análisis de la comunalidad. Los valores estimados de los comunes, luego de extraer los componentes, variaron entre 0 y 1 -0 cuando los factores comunes no explican ninguna varianza de la variable y 1 cuando explican la varianza total- (Pestana y Gageiro, 2005). Se excluyeron aquellos ítems cuya proporción de varianza explicada era menor a 0,60 en la matriz de puntos en común. En este caso, se excluyeron los ítems Q1, Q12, Q28, Q31, Q32, Q33, Q35, Q36 y Q39. En la segunda ronda, se excluyeron del análisis los ítems Q8, Q14, Q16 y Q27. En la tercera ronda se excluyeron los ítems Q15, Q23 y Q37. Tras estas rondas de exclusión, quedaron 28 ítems de los 42 iniciales (tabla 3).
Tabla 3 Estadística descriptiva de variables
| 1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10 | |
|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
| Q1 | 0,4 % | 0,4 % | 1,8 % | 6,7 % | 8,0 % | 82,6 % | ||||
| Q2 | 0,4 % | 1,8 % | 7,6 % | 9,8 % | 80,4 % | |||||
| Tercer trimestre | 0,9 % | 6,7 % | 11,2 % | 81,3 % | ||||||
| Cuarto trimestre | 0,9 % | 0,9 % | 3,1 % | 5,4 % | 17,4 % | 19,6 % | 12,1 % | 40,6 % | ||
| Q5 | 0,9 % | 2,7 % | 4,0 % | 15,6 % | 18,8 % | 15,2 % | 42,9 % | |||
| Q6 | 1,8 % | 0,4 % | 1,3 % | 3,1 % | 7,1 % | 16,5 % | 21,4 % | 15,2 % | 33,0 % | |
| Q7 | 0,4 % | 0,9 % | 1,3 % | 1,8 % | 5,4 % | 14,7 % | 75,4 % | |||
| Q8 | 0,9 % | 1,8 % | 4,0 % | 14,7 % | 20,1 % | 58,5 % | ||||
| Q9 | 0,4 % | 1,3 % | 3,1 % | 2,7 % | 12,5 % | 15,6 % | 64,3 % | |||
| Q10 | 0,4 % | 0,9 % | 6,3 % | 17,9 % | 74,6 % | |||||
| Q11 | 1,8 % | 0,4 % | 0,4 % | 2,7 % | 11,2 % | 17,9 % | 14,3 % | 51,3 % | ||
| Q12 | 1,3 % | 0,9 % | 4,9 % | 9,8 % | 18,3 % | 19,2 % | 45,5 % | |||
| P13 | 0,9 % | 0,9 % | 0,9 % | 2,2 % | 11,2 % | 16,5 % | 20,5 % | 24,6 % | 7,6 % | 14,7 % |
| Q14 | 0,9 % | 0,9 % | 2,2 % | 1,8 % | 12,9 % | 11,6 % | 9,4 % | 19,2 % | 8,9 % | 32,1 % |
| Q15 | 0,4 % | 1,3 % | 2,2 % | 2,2 % | 12,1 % | 23,2 % | 14,3 % | 44,2 % | ||
| P16 | 0,4 % | 0,4 % | 1,3 % | 2,7 % | 7,6 % | 17,4 % | 18,3 % | 51,8 % | ||
| Q17 | 0,9 % | 1,3 % | 0,9 % | 8,9 % | 14,3 % | 21,0 % | 52,7 % | |||
| Q18 | 0,9 % | 0,4 % | 1,8 % | 3,6 % | 8.5 % | 10,7 % | 21,0 % | 11,6 % | 41,5 % | |
| P19 | 1,3 % | 1,3 % | 0,4 % | 2,2 % | 4,0 % | 6,7 % | 13,8 % | 20,1 % | 15,2 % | 34,8 % |
| Q20 | 3,1 % | 0,4 % | 2,7 % | 5,4 % | 8,0 % | 9,8 % | 16,1 % | 21,4 % | 11,6 % | 21,4 % |
| Q21 | 0,9 % | 0,4 % | 1,8 % | 1,3 % | 8,0 % | 7,6 % | 21,4 % | 21,0 % | 15,2 % | 22,3 % |
| Q22 | 3,6 % | 1,8 % | 3,1 % | 2,7 % | 10,7 % | 14,7 % | 19,6 % | 19,6 % | 8,9 % | 15,2 % |
| Q23 | 0,4 % | 0,9 % | 4,0 % | 4,0 % | 10,7 % | 22,8 % | 17,4 % | 39,7 % | ||
| Q24 | 0,4 % | 2,7 % | 4,5 % | 4,5 % | 24,6 % | 17,4 % | 46,0 % | |||
| Q25 | 0,4 % | 0,4 % | 0,4 % | 3,1 % | 12,1 % | 13,8 % | 69,6 % | |||
| P26 | 0,4 % | 0,9 % | 0,9 % | 1,8 % | 3,6 % | 16,5 % | 15,2 % | 60,7 % | ||
| Q27 | 0,4 % | 0,4 % | 0,9 % | 1,8 % | 6,3 % | 12,1 % | 16,1 % | 62,1 % | ||
| Q28 | 0,4 % | 0,9 % | 0,4 % | 4,0 % | 4,0 % | 7,6 % | 18,3 % | 21,9 % | 15,2 % | 27,2 % |
| P29 | 3,1 % | 3,6 % | 0,9 % | 4,0 % | 6,7 % | 11,2 % | 12,5 % | 21,9 % | 14,3 % | 21,9 % |
| Q30 | 2,2 % | 3,1 % | 2,7 % | 3,6 % | 5,8 % | 14,7 % | 17,4 % | 19,2 % | 7,6 % | 23,7 % |
| Q31 | 25,9 % | 41,5 % | 7,6 % | 3,1 % | 5,4 % | 6,3 % | 1,3 % | 3,1 % | 2,7 % | 3,1 % |
| Q32 | 1,3 % | 1,3 % | 2,7 % | 3,6 % | 7,1 % | 8,9 % | 11,2 % | 17,9 % | 10,7 % | 35,3 % |
| Q33 | 2,2 % | 2,2 % | 4,9 % | 8,0 % | 11,6 % | 15,2 % | 25,0 % | 9,4 % | 21,4 % | |
| Q34 | 0,4 % | 0,9 % | 4,0 % | 6,7 % | 12,1 % | 23,2 % | 16,1 % | 36,6 % | ||
| Q35 | 0,4 % | 0,4 % | 3,1 % | 4,5 % | 8.5 % | 10,7 % | 72,3 % | |||
| Q36 | 0,9 % | 1,3 % | 1,8 % | 2,7 % | 6,7 % | 5,4 % | 13,8 % | 29,9 % | 14,3 % | 23,2 % |
| Q37 | 0,9 % | 0,4 % | 0,4 % | 3,1 % | 4,5 % | 11,6 % | 21,9 % | 14,3 % | 42,9 % | |
| P38 | 0,9 % | 0,4 % | 0,4 % | 2,2 % | 4,5 % | 8,0 % | 21,0 % | 14,7 % | 47,8 % | |
| Q39 | 1,3 % | 0,9 % | 1,3 % | 2,2 % | 7,6 % | 15,2 % | 21,4 % | 14,7 % | 35,3 % | |
| Q40 | 4,0 % | 4,9 % | 2,2 % | 2,2 % | 3,6 % | 9,4 % | 17,4 % | 20,5 % | 14,3 % | 21,4 % |
| Q41 | 4,5 % | 5,8 % | 4,0 % | 3,6 % | 8,0 % | 10,7 % | 16,1 % | 20,1 % | 12,1 % | 15,2 % |
| Q42 | 5,8 % | 7,6 % | 2,7 % | 4,0 % | 12,5 % | 13,4 % | 15,6 % | 18,8 % | 7,6 % | 12,1 % |
| Q43 | 6,3 % | 6,3 % | 1,8 % | 3,1 % | 13,8 % | 16,1 % | 17,4 % | 18,3 % | 6,3 % | 10,7 % |
Fuente: datos de la investigación.
El mejor escenario presentó la extracción de seis factores que explicaban aproximadamente el 59 % de las variaciones totales de las variables utilizadas. De acuerdo con los resultados presentados en la tabla 4, la prueba de esfericidad, se obtuvo un valor de p de cero, es decir, menor al nivel de significancia de 0,05 y KMO de 0,836, demostrando además que existe una correlación considerada buena entre los ítems (Pestana y Gageiro, 2005).
Tabla 4 Prueba de kmo y Bartlett
| Medida de adecuación muestral de Kaiser-Meyer-Olkin. | 0,836 | |
| Prueba de esfericidad de Bartlett |
Aprox. chi cuadrado df |
2501,092 351 |
| Seg. | 0,000 | |
Fuente: datos de la investigación.
La tabla 5 presenta el análisis factorial de los factores y su confiabilidad. El factor 1 está relacionado con aspectos tecnológicos, el factor 2 con las relaciones, el factor 3 con la calificación del maestro, el factor 4 con la capacidad docente, el factor 5 con los conocimientos y la motivación del docente, y el factor 6 con los atributos personales del profesor.
Tabla 5 Análisis factorial con análisis de confiabilidad y rotación Varimax
| Variables | Factor 1 | Factor 2 | Factor 3 | Factor 4 | Factor 5 | Factor 6 |
|---|---|---|---|---|---|---|
| 20. Uso de recursos de video o música en el aula | 0,767 | |||||
| 13. Utilice contenido de Internet | 0,760 | |||||
| 21. Uso de tecnologías digitales para comunicarse con los estudiantes | 0,754 | |||||
| 22. Usa software para resolver actividades. | 0,731 | |||||
| 11. Sea dinámico en clase | 0,502 | |||||
| 4. Sea amable con los estudiantes | 0,804 | |||||
| 5. Sea comprensivo con los estudiantes | 0,792 | |||||
| 6. Sea gracioso en clase | 0,714 | |||||
| 19. Sea amigable con los estudiantes | 0,528 | |||||
| 43. Tener producción científica | 0,852 | |||||
| 42. Tener dedicación exclusiva | 0,786 | |||||
| 40. Título de profesor | 0,770 | |||||
| 41. Tiempo de experiencia | 0,767 | |||||
| 25. Sea respetuoso con los estudiantes | 0,805 | |||||
| 17. Sea accesible para los estudiantes | 0,681 | |||||
| 24. Sea útil | 0,620 | |||||
| 10. Sea claro en las explicaciones | 0,552 | |||||
| 7. Capacidad de explicación (didáctica) | 0,468 | |||||
| 2. Saber hacer la conexión entre teoría y práctica. | 0,747 | |||||
| 3. Dominar el contenido que está enseñando | 0,670 | |||||
| 38. Metodología de enseñanza utilizada | 0,578 | |||||
| 9. Tener conocimiento de la práctica de la asignatura que impartes | 0,467 | |||||
| 26. Ser entusiasta acerca de la entrega de contenido | 0,361 | |||||
| 29. Tener un tono de voz agradable | 0,662 | |||||
| 30. Tener letra legible al escribir en la pizarra | 0,614 | |||||
| 34. Tener asistencia | 0,581 | |||||
| 18. Dar retroalimentación sobre los puntajes de las pruebas rápidamente | 0,393 | |||||
| Alfa de Cronbach | 0,825 | 0,833 | 0,824 | 0,734 | 0,613 | 0,625 |
Fuente: datos de la Investigación.
Es interesante observar que los resultados obtenidos destacan la dimensión tecnológica en las respuestas de los estudiantes. En comparación con la investigación de Nogueira et al. (2012), esta dimensión ocupó el tercer lugar.
Otra dimensión relevante en la percepción de los estudiantes fue la calificación de los docentes.
Conclusiones
La investigación destaca la importancia del perfil del profesor universitario en el entorno académico, especialmente en un contexto social cada vez más complejo. No obstante, se reconocen las limitaciones de este estudio, como el enfoque en una muestra específica de estudiantes de ciencias sociales aplicadas y la focalización en una única universidad, lo que restringe la generalización de los resultados a otras áreas y contextos universitarios.
Se identifica un consenso sobre la necesidad de que los profesores universitarios posean competencias que combinen el dominio disciplinario con la capacidad de innovar en la enseñanza. Esto implica habilidades para la reflexión, la investigación y la integración de conocimientos en un ambiente motivador y colaborativo.
El estudio revela que los estudiantes valoran en gran medida el uso adecuado de la tecnología por parte de los docentes, como el empleo de recursos audiovisuales, contenidos de Internet, tecnologías digitales para la comunicación y software para resolver actividades. Asimismo, aprecian el dinamismo en clase, la amabilidad, la comprensión, el sentido del humor, la accesibilidad y el respeto del profesor.
Se subraya la importancia de que los profesores cuenten con un sólido dominio del contenido que imparten, así como de la capacidad de articular la teoría con la práctica. Es fundamental que empleen metodologías de enseñanza adecuadas y posean un profundo conocimiento práctico de la materia. Además, deben transmitir entusiasmo al impartir el contenido, mantener un tono de voz agradable, escribir con claridad en la pizarra y estar disponibles para ofrecer orientación a los estudiantes. También es crucial proporcionar retroalimentación rápida sobre los resultados de las evaluaciones, contar con una producción científica relevante, dedicar tiempo exclusivo a la enseñanza, poseer la titulación adecuada y tener experiencia docente.
Estos descubrimientos ofrecen tanto oportunidades para la reflexión individual de los docentes como para la revisión de los procesos de formación continua por parte de las autoridades universitarias. Resulta fundamental que las instituciones académicas respalden a su cuerpo docente en la adquisición de habilidades tecnológicas necesarias para satisfacer las expectativas de los estudiantes.
Además, este estudio sienta las bases para futuras investigaciones en otras universidades brasileñas y más ampliamente en toda Latinoamérica, lo que podría enriquecer aún más nuestra comprensión del perfil del profesorado universitario y de las necesidades educativas en la región.














