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Biomédica

versão impressa ISSN 0120-4157versão On-line ISSN 2590-7379

Biomédica v.27 n.1 Bogotá jan./mar. 2007

 

Editorial

Retos renovados enfrenta el Instituto Nacional de Salud a sus 90 años

El Instituto Nacional de Salud (INS) cumple 90 años. Una verdadera hazaña en el ambiente de inestabilidad que se vivió, durante las últimas dos décadas, en las instituciones estatales generadoras de conocimiento, diferentes a las universidades. Esa permanencia refleja un reconocimiento social tácito de su importancia y de su potencial para apoyar al desarrollo del país.

Hace 10 años celebrábamos los 80 recibiendo la Cruz de Boyacá por servicios distinguidos a la nación colombiana. Uno de los regalos que nos dimos fue un libro en el que, miembros del Instituto, recogimos fragmentos de historia y nos atrevimos a develar algunos sueños. En un capítulo introductorio, como director del momento, planteaba yo los que en mi opinión serían retos inmediatos y fundamentales. Creo que vale la pena revisarlos y ver en qué medida eran reales, cómo fueron enfrentados y qué tan actuales siguen siendo.

Decía en ese escrito que el INS es una institución compleja, con desarrollo parecido a otras de salud en Latinoamérica. Durante los años fue sumando algunas funciones y separando y dando autonomía a otras, pero conservando propósitos y una misión bien centrales. En aquel momento tenía tres funciones principales que se veían reflejadas en las subdirecciones. La Industrial, la de Epidemiología y Red Nacional de Laboratorios y la de Investigación y Desarrollo. Argumentaba que existía una tensión que debía resolverse para bien de la Institución. Mientras que la legitimidad social y política parecía depender de las primeras dos subdirecciones, es decir de su producción de biológicos y de sus programas de Salud Pública, la identidad del INS en el imaginario de sus propios trabajadores y en el de la sociedad parecía estar construida sobre la investigación científica. Cuando se preguntaba qué era el INS se respondía sin vacilación que una institución de investigación y de desarrollo de conocimiento y de tecnología. Sin embargo, cuando se iba a conseguir presupuestos se resaltaba su papel en la producción local e independiente de vacunas y sueros de excelente calidad y su impacto sobre los programas del Sistema Nacional de Salud.

Sobre la producción de biológicos planteaba yo que era indispensable encontrar formas administrativas y de gestión que le permitieran a esa actividad ser competitiva. Por la época estábamos gestando el acercamiento a lo que hoy se llama "socios estratégicos" para reestructurar totalmente el área y constituir una verdadera empresa productiva. Infortunadamente esas iniciativas no fueron recogidas por la administración siguiente y se frustraron con la pérdida para el país de ese gran potencial estratégico. Eventos posteriores, que demostraron la fragilidad de la dependencia en productores externos para el suministro de vacuna contra la fiebre amarilla y sueros antiofídicos, debilitaron la imagen del INS en la sociedad.

Por otro lado, la tensión entre investigación y acción en programas de Salud Pública es hoy más actual que nunca, y no tengo duda de que el futuro del Instituto depende de la manera como sepa resolverla. En estos 10 años ha habido importantes logros en una y otra dirección, pero no se ha resuelto el problema. Más bien se ha vuelto más crítico con el aumento de la brecha de conocimientos entre las naciones más desarrolladas y las subdesarrolladas. La necesidad de una investigación relevante pero de alta calidad y de gran profundidad es mayor que antes. La globalización creciente ha producido también un cambio en la manera como se produce la ciencia; el conocimiento sigue, y seguirá por muchos años generándose en las universidades y en los institutos de investigación, pero cada vez más se plantean megaproyectos con características diferentes. La división entre ciencias básicas y aplicadas ya no tiene significado. En estos proyectos, están mezcladas y se llevan a cabo simultáneamente en contextos híbridos públicos y privados, universitarios y empresariales. No es suficiente responder a la sociedad con actividades rutinarias de atención mínima a necesidades inmediatas. Estas son importantes pero pueden ser atendidas por entidades con una vocación distinta. Las instituciones que, como el INS, tienen la misión de generar conocimiento deben estar en la frontera, produciendo nuevas ideas, innovando en productos y en procesos y generando conocimientos novedosos a partir de los cuales se construya una sociedad que pueda responder con fuerzas propias a los retos que no se han resuelto y a los nuevos que surgen todo el tiempo. El INS tiene, por un lado, la gran responsabilidad de participar en esta empresa nacional liderando las iniciativas en el campo de la salud, del que debe ser rector natural, asociándose con otros agentes sociales interesados. Por otro lado debe reconocer que es la única vía para resolver productivamente la tensión descrita anteriormente, y que de esa solución depende que no pierda el lugar que ha venido ocupando en la sociedad colombiana durante los últimos 90 años.

Moisés Wasserman, Ph.D.

Ex director General, Instituto Nacional de Salud

Investigador Emérito, Instituto Nacional de Salud

Rector, Universidad Nacional de Colombia

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