La transmisión de la malaria, o paludismo, en la región Caribe de Colombia es endemoepidémica (1,2). El departamento de La Guajira, ubicado en dicha región, tiene una población aproximada de 526.148 habitantes, de los cuales 44,9 % son indígenas de la etnia wayúu (3,4), históricamente afectados por enfermedades transmitidas por insectos como la encefalitis equina venezolana en 1996 (5), y la malaria, con más de 5.853 casos registrados en los municipios de Riohacha, Manaure, Dibulla y Maicao en el año 2000 (6,7).
Durante el 2013, año en que se llevó a cabo el presente estudio, La Guajira registró 35 casos de paludismo por Plasmodium vivax (8,9) que afectaron a 62 % de la comunidad wayúu (6,10). Riohacha, capital del departamento y municipio donde se encuentran las rancherías Marbacella y El Horno de la etnia wayúu, constituye el segundo municipio endémico para malaria en La Guajira (2,11), y presentó un incremento en la incidencia de la enfermedad de 524 casos por 100.000 habitantes en el 2010 a 701 casos por 100.000 habitantes del área rural en el 2011 (3,8,10). Anopheles albimanus Wiedemann 1820 (Diptera: Culicidae), con amplia distribución geográfica en La Guajira (2,9), se considera el vector primario de malaria en ese departamento (9,12,13).
El objetivo de este estudio fue describir algunos aspectos de la bionomía de las especies del género Anopheles presentes en dos rancherías de la etnia wayúu.
Materiales y métodos
Las rancherías Marbacella (11° 30’ 24,5” N, 72° 59’ 09,7” O; World Geodetic System, WGS 84) (figura 1) y El Horno (11° 30’ 16,35” N, 72° 59’ 21,31” O; WGS84) se encuentran en el área rural de Riohacha, a siete kilómetros de la cabecera municipal. Riohacha registra una población estimada de 170.000 habitantes (11) y corresponde a una zona de bosque seco tropical (Bs-T) (14) con elevaciones entre los 0 y los 45 msnm, una temperatura promedio anual de 28 a 39 °C, una precipitación promedio anual entre 500 y 1.000 mm, y una vegetación típica compuesta por árboles, arbustos y herbáceas, primordialmente de las familias Cactaceae, Capparidaceae, Mimosaceae y Fabaceae.
El clima de la zona se ve modificado por la brisa marina y los vientos alisios del noreste que soplan durante la mayor parte del año y determinan una temporada de lluvias generalmente en los meses de septiembre a noviembre, cuando la zona de convergencia intertropical se desplaza hacia el norte.
Riohacha registró un promedio anual de lluvias de 738 mm, con un promedio de 33 días de precipitaciones, entre 1981 y 2010. Según los testimonios de la población de las dos rancherías, en el 2013 el ciclo de lluvias fue atípico para el departamento, puesto que las precipitaciones fueron menores de lo esperado y se configuró como un año seco para la región (15).
El Horno cuenta con ocho viviendas y Marbacella, con 67, con un promedio de cinco personas por vivienda. En general, las viviendas tienen paredes de bahareque sin revocar (78,1 %), suelo de tierra o arena (91,8 %) y techo de cinc (67,1 %); todas cuentan con una cocina y una enramada para el descanso al atardecer en el exterior. La pesca es la actividad principal de sus habitantes, así como la elaboración de artesanías y el pastoreo de ganado caprino. No se cuenta con un puesto de salud local, por lo que los habitantes deben acudir al área urbana de Riohacha para su atención.
Se hicieron tres muestreos de adultos y de formas inmaduras de las especies de Anopheles entre los meses de mayo a julio y de septiembre a octubre que, según los registros climatológicos del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales, IDEAM, correspondieron a los meses con mayor precipitación en la región durante el periodo de 1982 a 2010 (16). Los mosquitos adultos se recolectaron al posarse en sujetos humanos, previo consentimiento informado, y empleando trampas de luz Shannon y CDC (17,18). La recolección de mosquitos al posarse en los sujetos se hizo durante 45 minutos cada hora a lo largo de 12 horas (18:00-6:00) en tres días consecutivos, tanto en el intradomicilio como en el peridomicilio de dos viviendas con historia de episodios previos de malaria. Las capturas estuvieron a cargo de parejas compuestas por personas capacitadas que se rotaban entre el intradomicilio y el peridomicilio cada dos horas, con el fin de evitar efectos de sesgo en el muestreo. Las trampas CDC se colocaron en el peridomicilio durante doce horas a partir de las 18:00 horas, en tanto que las trampas Shannon se colocaron en el exterior de las viviendas entre las 20:00 y las 22:00 horas durante los mismos tres días consecutivos. El peridomicilio se estableció como el perímetro de diez metros alrededor de la vivienda, y el extradomicilio, como el área comprendida más allá del peridomicilio. Los mosquitos Anopheles spp. se capturaron con aspirador manual y se mantuvieron vivos con solución azucarada al 10 % (17,18) en frascos plásticos etiquetados con la hora, lugar y tipo de muestreo, con el fin de obtener las isofamilias.
En cada ranchería se hizo el reconocimiento del área circundante en un radio de 1 km, aproximadamente, con el propósito de describir los posibles criaderos de las especies de Anopheles presentes y aquellos registrados por la Secretaría Departamental de Salud de La Guajira. Se inspeccionaron los cuerpos de agua con base en los datos de georreferenciación, de pH, de temperatura del agua a diez cm de profundidad, y de vegetación emergente, flotante o circundante, y se recolectaron larvas de tercer y cuarto estadio con el método del cucharón (10 cucharones por cada metro cuadrado de superficie) (18). Las larvas recolectadas se preservaron con agua del criadero en frascos limpios de 15 ml, y se separaron larvas de cuarto estadio para la obtención de las exuvias y los adultos emergentes (18).
El manejo de este material biológico se ciñó a la normatividad para la recolección, el empaque, el transporte, la remisión y el manejo en el laboratorio de muestras entomológicas, contemplada en los lineamientos nacionales para el manejo de las enfermedades transmitidas por vectores (19). Las formas inmaduras se procesaron para su montaje permanente, los adultos se montaron en alfiler (20), y la determinación taxonómica se hizo con base en los caracteres morfológicos (20,21).
El trabajo de laboratorio se realizó en el Laboratorio de Entomología, Área de Genética de Insectos de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá.
Aspectos éticos
La recolección del material entomológico estuvo a cargo de funcionarios de la Secretaría Departamental de Salud de La Guajira y de los investigadores del estudio, quienes firmaron un consentimiento informado en el que se explicaba su objetivo y los posibles riesgos. Las actividades de recolección de insectos se explicaron a la comunidad wayúu de las rancherías Marbacella y El Horno, cuyos líderes aprobaron el desarrollo del proyecto “Coconstrucción de una estrategia de Ecosalud para la prevención, vigilancia y control de enfermedades transmitidas por vectores en comunidades indígenas de Colombia”. El proyecto contó con el aval del Comité Corporativo de Ética en Investigación de la Fundación Santa Fe de Bogotá (Acta N° 7 del 6 de mayo de 2013).
Resultados
Se recolectaron 13 hembras adultas silvestres (n=11; 84,6 %) al posarse en los sujetos humanos, con 154 horas de esfuerzo. Dos (15,3 %) mosquitos se recolectaron mediante búsqueda directa en abrigo animal, con 1,15 horas de esfuerzo. No se obtuvieron isofamilias de los mosquitos recolectados. Tras 62 horas de exposición de las trampas CDC y tres de las trampas Shannon, no se recolectaron mosquitos adultos del género Anopheles. Todos los especímenes recolectados eran An. (Nyssorhynchus) albimanus. Dada la poca cantidad de mosquitos, no fue posible determinar el patrón de la actividad hematófaga. Sin embargo, se capturaron cuatro (36,6 %) mosquitos en el intradomicilio: dos entre las 18:00 y las 20:00 horas, y dos entre las 21:00 y las 23:00 horas; y en el peridomicilio se capturaron siete (63,6 %) mosquitos: dos entre las 18:00 y las 20:00 horas, cuatro entre la 1:00 y las 3:00 horas, y uno entre las 5:00 y las 6:00 horas.
Se describieron diecinueve criaderos en las rancherías Marbacella y El Horno (cuadro 1), 11 de los cuales fueron positivos para larvas de An. albimanus. El hábitat más frecuente fueron los jagüeyes (n=7; 38,8 %), es decir, excavaciones en el suelo, de origen antrópico, utilizadas para el almacenamiento de aguas lluvias y de escorrentía para uso doméstico. El agua se encontró turbia, con fondo lodoso y, en algunos casos, con materia orgánica y vegetación emergente y flotante. Los jagüeyes tenían una profundidad entre uno y tres m, y su área fluctuaba entre los 200 y los 12.000 m; la vegetación circundante estaba compuesta por leguminosas, cactáceas y herbáceas. El jagüey más cercano a las viviendas se encontró a 51 m, justo entre las dos rancherías (cuadro 2). Los charcos (n=2) representaron 10,5 % del total de los criaderos con presencia de la especie; estos son pequeñas depresiones naturales del terreno que acumulan agua lluvia y son menos profundos que los jagüeyes (profundidad máxima de 0,7 m), con suelos lodosos o arenosos; en ellos se encontró materia orgánica, así como leguminosas, cactáceas y herbáceas circundantes y emergentes. En los estanques piscícolas, excavaciones de origen antrópico con el propósito de almacenar agua para la cría de camarones, con un pH entre 7,35 y 7,51 y una temperatura entre los 26 y los 31 °C, de fondo lodoso y con vegetación emergente, flotante y circundante asociada, también se encontraron formas inmaduras de la especie (n=2).
Discusión
Anopheles albimanus constituyó la única especie registrada en las rancherías Marbacella y El Horno, tanto en sus formas inmaduras como adultas. Esta especie se considera uno de los principales vectores de malaria en Colombia (14,22-24). Las capturas solo se lograron durante los meses de septiembre a octubre, en los cuales se registró la mayor precipitación, con 155 mm y 183 mm, respectivamente (25). Anopheles albimanus se considera una especie oportunista (26,27) que puede adaptarse a criaderos en función de las precipitaciones y de la presión antrópica, y que busca reservorios de agua para uso doméstico (28,29).
En general, los cuerpos de agua registrados en la zona de estudio presentaban áreas grandes, hasta de 22.800 m 2 con una profundidad máxima de tres m, y estaban situados cerca de las viviendas, ya que la comunidad wayúu los utiliza en todas las actividades rutinarias, como el lavado de la ropa y el baño diario, y para el consumo humano y de los animales, entre otros. Es claro que los jagüeyes constituyen los criaderos más aptos para la especie, con nutrientes esenciales derivados de las aguas de escorrentía, exposición al sol que asegura la conversión de ácidos grasos esenciales para las formas inmaduras (30) y espejos de agua que cubren entre 4.000 y 24.000 m , lo cual permite el crecimiento de vegetación que sirve de refugio de las larvas frente a los depredadores (8,31,32).
Esta situación permite la aparición de criaderos permanentes y temporales cercanos a las viviendas y asegura una fuente de alimento para los mosquitos adultos, así como la diversidad de hábitats que contribuyen a la amplia distribución geográfica característica de An. albimanus tanto en áreas rurales como urbanas (20,33). Las larvas suelen desarrollarse aprovechando criaderos de gran extensión, en aguas dulces o salobres, limpias, o con alto contenido de materia orgánica, aunque también se pueden encontrar larvas en pequeños depósitos de agua, preferiblemente naturales, por presión de la selección y por oportunismo, así como en recipientes artificiales (26,28,33-35).
La Guajira registra nueve especies de Anopheles (7,9,11,13) y la presencia de los tres principales vectores de malaria en el país: An. albimanus, An. darlingi Root y An. nuneztovari Gabaldon; sin embargo, en la epidemia de malaria de 1999 a 2000, solo se incriminó a An. albimanus (7,35). Muchos factores confluyeron en la epidemia de malaria en La Guajira, pero el incremento de la precipitación, que generó inmensos criaderos aptos para la especie, fue esencial para el aumento de las poblaciones (7). Sin embargo, en la época seca los mosquitos adultos también pueden encontrar refugio, pues vuelan grandes distancias (26), y mantener las características genéticas propias de una metapoblación aptas para su adaptación ecológica durante todo el año (26,29,36-40).
Anopheles albimanus se describe como una especie predominantemente exofágica, con preferencia por animales, que presenta actividad hematófaga durante toda la noche (13,26,28,29,36). A pesar de la poca cantidad de adultos recolectados durante este estudio, existe un gran riesgo de transmisión de la malaria, pues los ejemplares se encontraron picando a humanos hacia el crepúsculo, momento en que se desarrollan múltiples actividades domésticas en el peridomicilio, y hacia la media noche, cuando las personas se encuentran durmiendo y no tienen defensas para las picaduras, a menos que se cubran con mosquiteros (12,24,29,40-43).
El comportamiento y la distribución de algunos vectores de la malaria se relacionan estrechamente con las condiciones climáticas, especialmente la temperatura y las precipitaciones (44,45). Se ha planteado la hipótesis de que el cambio global en el clima generará condiciones desfavorables para An. albimanus en ciertas regiones de Mesoamérica, incluida La Guajira, lo cual podría ocasionar un desplazamiento de la especie a zonas con condiciones más favorables para su desarrollo, aumentando así su rango de distribución geográfica (46). Sin embargo, esta transición hacia un incremento en la temperatura ambiental puede contribuir a aumentar el riesgo de transmisión de la enfermedad debido a que los ciclos gonotróficos se hacen más cortos, y ello se traduce en un mayor número de picaduras (47). Las características abióticas de la zona, la cosmología de sus habitantes y las necesidades básicas insatisfechas de la comunidad wayúu, exigen la ejecución de programas de prevención, control y vigilancia de insectos vectores que involucren el manejo ambiental, la planificación, la organización y la implementación de estrategias para disminuir la carga de la enfermedad en esta zona del país. Es muy importante promover las buenas prácticas para el manejo del agua y de los residuos sólidos, así como las alertas tempranas durante los períodos de precipitación típicos de la zona (48).