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Praxis Filosófica

versão impressa ISSN 0120-4688versão On-line ISSN 2389-9387

Prax. filos.  n.24 Cali jan./jun. 2007

 

KIERKEGAARD ANTE LOS PROBLEMAS DE LA PURA IRONÍA*

 

Brad Frazier
Lee University

Traducción:
Jennifer Hincapié Sánchez

 


RESUMEN

La tesis de Søren Kierkegaard, Sobre el concepto de ironía en constante referencia a Sócrates, contiene una interesante crítica de la pura ironía en dos sentidos: a) la pura ironía es una postura incoherente y por tanto irrealizable; b) la búsqueda de la pura ironía es moralmente débil, psicológicamente destructiva y culmina en el límite de las costumbres. En este ensayo intento primero clarificar el pensamiento de Kierkegaard de la pura ironía como “negatividad infinita y absoluta”. Luego planteo una crítica enfática de la pura ironía. Finalmente considero una distinción teológica en la crítica de Kierkegaard. Argumento que esta característica de la exposición kierkegaardiana puede y debe distinguirse de la crítica ética de la pura ironía. Mi objetivo final en este ensayo es revelar la plausibilidad de la crítica de Kierkeggard a la pura ironía.

Palabras clave: Kierkegaard, ironía, pura ironía, Sittlichkeit, identidad personal.

 


ABSTRACT

Søren Kierkegaard’s thesis, The Concept of Irony, contains an interesting critique of pure irony. Kierkegaard’s critique turns on two main claims: a) pure irony is an incoherent and thus, unrealizable stance; b) the pursuit of pure irony is morally enervating, psychologically destructive, and culminates in bondage to moods. In this essay, first I attempt to clarify Kierkegaard’s understanding of pure irony as “infinite absolute negativity”. Then I set forth his multilayered critique of pure irony. Finally, I consider briefly a distinctly theological component in Kierkegaard’s critique. I argue that this feature of Kierkegaard’s account can and should be distinguished from the broadly ethical critique of pure irony that I sketch in the second section, even if these components of Kierkegaard’s position are found together as a unified whole in The Concept of Irony. My overall goal in this essay is to reveal the subtlety and plausibility of Kierkegaard’s critique of pure irony. I also attempt to disclose the richness of the Hegelian account of ethical life to which Kierkegaard recurs in his thesis.

Key words: Kierkegaard, irony, pure irony, Sittlichkeit, personal identity

 


Es seguro decir que Kierkegaard estuvo preocupado por la ironía y sus relaciones con la vida moral. Su primera obra sustancial, Sobre el concepto de ironía en constante referencia a Sócrates, que también fue su tesis, refleja explícitamente estos intereses, como se puede argüir de su más importante obra firmada con seudónimo, Postscriptum conclusivo y no científico. Este interés en la ironía se muestra también en un sentido sutil en muchos de los escritos de Kierkegaard; por ejemplo, en su primer trabajo firmado con seudónimo, O/o (O Esto o Aquello), Kierkegaard bosqueja un carácter, “A”, que toma y ejemplifica la ironía como una comprensiva postura existencial. Luego, encubierto en el nombre de un tal Judge William, que representa un punto de vista ético, Kierkegaard ofrece una crítica extensa de esta postura. La maestría en la ironía, un concepto que Kierkegaard bosqueja en la breve pero altamente sugestiva sección de conclusión de su tesis, discute además “la clave de los seudónimos de Kierkegaard”1 . Se trata de un concepto interpretativo clave que ilumina muchos temas filosóficos de las obras de Kierkegaard firmadas con seudónimo, y quizás el más utilizado de ellos; además de su reconocida maestría irónica hacia sus lectores.

En este ensayo discuto la versión original de Kierkegaard sobre la ironía, tal como la presenta en su tesis. Intento clarificar cómo Kierkegaard concibe la ironía como una postura comprensiva y cómo, en cuanto tal, es una postura de “negatividad infinita y absoluta”, como Kierkegaard mismo propuso siguiendo a Hegel2 . También expongo por qué Kierkegaard piensa que la ironía, como una postura comprensiva, es inestable y destructiva de ciertos atributos morales. Finalmente examino de manera breve la posición teológica de Kierkegaard del vivir poéticamente y cómo funciona ésta en su crítica de la ironía.

1. Ironía como negatividad infinita y absoluta

El concepto de ironía de Kierkegaard es un trabajo difuso, sutil y complejo. La primera mitad del trabajo, que constituye el grueso del mismo, enfoca a Sócrates y la ironía socrática. Sócrates es el tópico principal de la discusión de Kierkegaard debido a que para Kierkegaard, Sócrates es el primer ironista, lo que quiere decir que es la primera persona que ejemplifica la ironía como una postura existencial3 . Kierkegaard piensa igualmente que es provechoso presentar y clarificar el concepto de ironía a través de un análisis del carácter y la personalidad de este primer ejemplar. Así expone:

    [E]l concepto de ironía hace su irrupción en el mundo precisamente con Sócrates. Sucede que los conceptos tienen su historia, lo mismo que los individuos, y al igual que éstos, incapaces de resistir los embates del tiempo, conservan pese a todo una suerte de nostalgia hacia su tierra natal4. [P]or lo que respecta al concepto de ironía, importa que la filosofía no detenga la mirada en un aspecto particular de su existencia fenoménica, y menos que nada en su apariencia, sino que vea la verdad del concepto en y con lo fenoménico5 .

La segunda mitad de la tesis ofrece un tratamiento algo más analítico del concepto de ironía previo al cambio hacia la crítica de la ironía romántica. Luego Kierkegaard concluye su tesis con una viva discusión acerca de la “verdad” de la ironía como un elemento controlado (o dominado). Para mis propósitos en el presente ensayo, enfocaré la discusión sobre la ironía en la segunda mitad de la tesis de Kierkegaard.

Como anotamos atrás, Kierkegaard caracteriza la ironía que es una postura comprensiva como “negatividad infinita y absoluta”. Por mor a la simplicidad, me referiré a esta suerte de postura como una postura de pura ironía. De acuerdo con Kierkegaard, pura ironía es una postura radical y absoluta del distanciamiento crítico de la sociedad humana. Kierkegaard expone:

    La ironía sensu eminentiori no se dirige a esta o aquella cosa existente en particular, sino que se dirige a toda la realidad dada en un cierto tiempo y bajo ciertas circunstancias […]. No es este o aquel fenómeno, sino el conjunto de la existencia lo que considera sub specie ironía. En este sentido se ve cuán correcta es la caracterización hegeliana de la ironía en tanto que negatividad infinita y absoluta”6 . “Si retomamos aquí la caracterización general de la ironía hecha anteriormente, la ironía como negatividad infinita y absoluta, queda señalado de manera suficiente que la ironía no se vuelve ya contra este o aquel fenómeno, contra algo existente en particular, sino que toda la existencia se ha vuelto extraña para el sujeto irónico, y éste a su vez extraño a la existencia, y que, habiendo la realidad perdido para él su validez, se ha vuelto él mismo en cierta medida irreal. El término “realidad” debe ser tomado aquí, sin embargo, ante todo en el sentido de la realidad histórica, es decir, la realidad dada en un cierto tiempo y bajo ciertas circunstancias7 .

Kierkegaard adelanta aquí varias consideraciones importantes acerca de la pura ironía. Primero, la pura ironía (o ironía en el sentido eminente) es una postura crítica y destacada contra un “presente” (término que debe ser clarificado más adelante) enteramente dado. Segundo, quienes adoptan esta postura (ironistas puros) ganan una perspectiva de acuerdo con la cual todas las cosas en su presente dado aparecen vanas. Tercero, como resultado, ellos consiguen una especie de libertad negativa a través de su reconocimiento de la vanidad de todas las cosas. Y cuarto, desde el punto de vista de la pura ironía “todas las cosas devienen nada”, como las personas devienen alienadas debido a la presente “pérdida de valor” para ellas desde el punto de vista de su distanciamiento? Cuarto, ¿por qué se llama a esta suerte Muchas preguntas emergen en este punto. Primero, ¿qué es un “presente” dado y qué implica estar alienado como una cosa? Segundo, ¿en qué sentido cada cosa en esta actualidad deviene vana o “nada” para una persona que toma una postura de pura ironía, y por qué sucede esto? Tercero, ¿qué suerte de libertad obtiene un ironista de postura “negatividad infinita y absoluta”? Tomaré estas preguntas en orden. Es probable que por “una actualidad enteramente dada”, Kierkegaard entienda la noción Sittlichkeit o vida ética, de Hegel. Allen Wood ayuda a clarificar la Sittlichkeit hegeliana de la siguiente manera:

    Hegel utiliza Sittlichkeit para significar dos cosas enteramente distintas en apariencia: Primero, se refiere a cierto tipo de orden social, el cual es diferenciado y estructurado en un sentido racional. Por tanto “vida ética” es el nombre que da Hegel a un conjunto completo de instituciones […]. La familia, la sociedad civil y el moderno estado político. Segundo, sin embargo el término se refiere también a cierta actitud o “disposición subjetiva” por parte de los individuos hacia su vida social, una actitud de identificación armónica con dichas instituciones8 .

Charles Taylor agrega:

    ‘Sittlichkeit’ se refiere a las obligaciones morales que tengo con una comunidad dada de la cual hago parte. Estas obligaciones están basadas en el establecimiento de normas y usos, razón por la cual la raíz etimológica ‘Sitten’ es importante para Hegel. La característica crucial de Sittlichkeit es que nos ordena efectuar algo ahora. Este es un sentido paradójico de imposición, pero en efecto la vida en común, que es la base de mi obligación Sittlich, es con anterioridad una existencia […]. La doctrina del Sittlichkeit reside en buscar moralmente su complemento en una comunidad9 .

Tomando estos pasajes juntos, tenemos que la Sittlichkeit hegeliana se refiere a: a) un tipo de orden social estructurado, el cual incluye instituciones como la familia, la sociedad civil, otras instituciones mediáticas y el estado; b) una actitud del ciudadano de identificación armónica con estas instituciones; y c) las obligaciones morales que provienen de practicar roles sociales en las respectivas instituciones.

La postura de la pura ironía comienza a ser enfocada ahora como una negación de Sittlichkeit. Considérense primero a aquellas personas que sirven como contraste del ironista puro. Dichas personas se identifican con las instituciones que componen su orden social. A cierto respecto, se definen a sí mismos como personas que comparten varios roles sociales que contribuyen a hacer alarde de su comunidad; se evalúan a sí mismas en vista de las normas y expectativas que acompañan dichos roles. Los ironistas, en cambio, toman un punto de vista a partir del cual el orden social parece perder su significado y normatividad. No se encuentran a sí mismos por largo tiempo, por decirlo así, en sus diversos roles sociales. Como resultado, llegan a ser alienados de las instituciones sociales y con quienes se identifican y toman seriamente las metas e ideales de dichas instituciones.

Pero ¿por qué sucede esto? ¿Qué visión provoca en una persona esta suerte de desempeño radical? La respuesta de Kierkegaard al final de su tesis, es sutil y doble. Primero, Kierkegaard advierte que para ser irónico en un sentido comprensivo menor, esto es, tener ironía “como un elemento menor”, es tener “mirada segura frente a lo torcido, equivocado, lo vano de la existencia”10 . Los ironistas puros, por supuesto, también tienen esta suerte de habilidad para percibir boquetes entre lo que es y lo que debe ser en la vida. Por tanto, en primer lugar su reconocimiento de varias incongruencias en su medio social los lleva a un tipo de distancia crítica que no está disponible para otros que no perciben tales disparidades. Por sí mismo, sin embargo, este hecho no explica por qué los ironistas puros llegan a estar alienados y distanciados, cuando otras personas que son irónicas al mismo respecto no llegan a estar alienados y destacados en la sociedad. Para plantear este punto desde otra perspectiva, aunque tener ojo para las incongruencias en la vida es una condición necesaria para ser un ironista puro, de acuerdo con Kierkegaard, esta no es condición suficiente. Por tanto, ¿qué hace que el ironista puro esté radicalmente separado mientras otros reconocen las mismas incongruencias sin llegar a la conclusión de que todas las convenciones de la sociedad y la cultura son vanas?

En un respecto comprensivo mínimo, la diferencia entre un ironista puro y una persona que es irónica, es esta: los ironistas puros, de acuerdo con Kierkegaard, fundamentalmente quiere estar libres de las obligaciones, restricciones y compromisos a largo plazo que acompañan cuando se toma seriamente un lugar dado en un complejo orden social. Quieren tener los beneficios de vivir en un medio social en el cual otras personas toman en serio habitualmente estas molestas obligaciones. Los ironistas puros en cambio no quieren verse confinados a tales cosas. Podemos interpretar este deseo básico de libertad negativa como un deseo de identidad-conferida que el ironista tiene. Esto los motiva a tomar las incongruencias que perciben en su medio social como razón suficiente para bosquejar su serio compromiso de limitar sus roles sociales. Después de todo, no es como si, desde el punto de vista de Kierkegaard, los ironistas pudieran llegar a la conclusión de que todas las cosas son vanas o que sea esta la única conclusión garantizada. Antes bien, la evidencia determina el salto hacia el radical distanciamiento. El deseo básico de un ironista por la libertad negativa hace la diferencia. Como Kierkegaard expone:

    [L]a ironía es esencialmente práctica […]. Por eso, cuando la ironía viene a ventilar que detrás del fenómeno debe esconderse algo distinto de lo que hay en el fenómeno, lo que no deja de tener importancia para la ironía es que el sujeto se sienta libre, de modo que el fenómeno no cobre nunca realidad para él […]. En la ironía, el sujeto está siempre queriendo apartarse del objeto, y lo logra en tanto que toma a cada instante conciencia de que el objeto no tiene realidad alguna […]. En la ironía el sujeto está siempre retrocediendo, impugna la realidad de cada fenómeno a fin de salvarse él mismo, es decir, a fin de preservarse él mismo en la negativa independencia respecto de todo. Dado que la ironía, finalmente, proclamaría el mismo principio que el temperamento piadoso al tomar conciencia de que la existe4ncia no tiene realidad alguna, podría parecer que la ironía fuese una suerte de recogimiento […]. Incluso los más penetrantes escritos de edificación muestran que el alma piadosa, justamente, estima que su propia personalidad finita es lo más miserable de todo. En la ironía, en cambio, puesto que todo se hace vano, la subjetividad se libera. Cuanto más vano se vuelve todo, tanto más leve, tanto más despojada, tanto más fugaz se vuelve la subjetividad11 .

Por tanto, de acuerdo con Kierkegaard, el deseo de una forma radical de libertad negativa es la motivación principal de la postura de distanciamiento que los ironistas toman hacia sus comunidades y hacia los roles sociales que comparten. De momento, un ironista comienza sospechando que su actitud separada y poco seria puede no estar garantizada, lo retira a un punto de vista mucho más crítico y apartado, con el fin de perseverar su libertad (para sustentar la “no realidad” del fenómeno, como plantea Kierkegaard). Como resultado, la actitud del ironista pasa a estar más distanciada, más alienada y tanto menos definida en sus roles sociales ? un proceso que Kierkegaard oscuramente, pero a propósito, refiere como volatilización12 .

El bosquejo que Kierkegaard nos da aquí es un retrato de alguien que juega a representar con su actitud varios roles sociales, como ser una empleada, amiga, hija, madre y colega, por ejemplo13 . En ocasiones la persona comienza a sentirse constreñida por uno o más de estos roles o comienza a tomarlos seriamente, o los rechaza o recurre a la posición según la cual (una vez más) aparece frívola o justa en ciertos sentidos fundamentales de la vida humana. Como reconoce Kierkegaard14 , para que una persona sostenga esta postura apartada, en ciertos casos ella puede necesitar engañar a otra persona mirando su actitud hacia algunos de sus roles sociales. Por ejemplo, una empleadora que descubre que su empleada no toma su trabajo en serio, probablemente no retendrá a dicha persona. Una persona que descubre que su amiga simplemente hace el papel de ser una amiga, como si no hiciera más que jugar a la segunda base en un equipo de softball, puede intentar persuadirla para que tome más seriamente el objetivo y las obligaciones de la amistad. El punto crucial es que en ambos casos la persona que juega a ser una empleada o a ser una amiga, y quien no puede simplemente abandonar estos roles, puede encontrar la libertad que desea más difícil de alcanzar y de mantener, si su irónico distanciamiento es descubierto. Por tanto el ironista puede disimular acerca de sus compromisos en presencia de otros con el propósito de realzar su inclinación a la libertad, tal como él la entiende.

Por qué quiere alguien encontrar esa suerte de libertad atractiva? Esto puede parecer poco atractivo e incluso repulsivo para nosotros. En el contexto de la nada, pueden manifestarse por sí mismos varios sentidos de la ironía, Kierkegaard sugiere la siguiente respuesta:

    Por lo general, y por una cuestión de brevedad, suele traducirse ironía por simulación. Pero la simulación designa más bien el acto objetivo en el que se consuma la disrelación entre la esencia y el fenómeno; la ironía designa además el goce subjetivo, puesto que a través de la ironía el sujeto se libera de las ataduras en las que lo retiene la continuidad de las circunstancias de la vida; por eso puede decirte también que el ironista se desata15 . En la ironía, el sujeto es negativamente libre, pues falta la realidad que le proveería un contenido; el sujeto es libre de las ataduras con las que la realidad dada retiene al sujeto, pero es negativamente libre, y como tal, puesto que no hay nada que lo retenga, queda suspendido. Pero es esa libertad, es ese estar suspendido el que da al ironista un cierto entusiasmo, pues es como si se embriagase en la infinitud de las posibilidades, pues en caso de necesitar consuelo frente a tanta ruina puede refugiarse en la enorme reserva de la posibilidad16 .

Por lo tanto, de acuerdo con Kierkegaard los ironistas son atraídos por la posibilidad de cortar con los compromisos y comenzar de nuevo, desembarazándose de mayores intereses y nuevas relaciones y sentidos de la vida.

Ahora que he clarificado lo que entiende Kierkegaard por un presente dado, por la negación del presente en la postura de la pura ironía, y por la suerte de libertad que persigue un ironista adoptando tal postura, intentaré clarificar lo que entiende Kierkegaard cuando se refiriere específicamente a la ironía como “negatividad infinita y absoluta”. Aunque Kierkegaard toma prestada esta descripción de ironía de Hegel, reconoce que es oscura a propósito, incluso para sus contemporáneos; lo que clarifica en los siguientes términos:

    He ahí, pues, la ironía en tanto que negatividad infinita y absoluta. Es negatividad, puesto que sólo niega; es infinita, puesto que no niega este o aquel fenómeno; es absoluta, pues aquello en virtud de lo que nie3ga es algo superior que, sin embargo, no es17 .

Varios puntos importantes emergen de este pasaje. Primero, de acuerdo con Kierkegaard, pura ironía es una postura enteramente negativa. No es negatividad al servicio de algún alto ideal positivo. Adoptar un alto ideal positivo mirando a través de los ideales de una comunidad es abandonar la postura de la pura ironía, tal como la entiende Kierkegaard. Segundo, y estrechamente relacionado, los ironistas no miran simplemente a un mejor juego de convenciones diferente de aquellos que han heredado. Los ironistas sostienen la idea de que ningún juego dado de convenciones toma en serio algo, por tanto lo que ellos pueden perseguir de manera más efectiva, es más libertad de la que pueden tener de las cerradas obligaciones que se desprenden de los roles sociales y de otra suerte de convenciones. A este respecto, la negatividad de la pura ironía es “infinita”, o abierta y sin límites.

El reclamo final de Kierkegaard, que el ironista niega a través de la invocación de “algo grande que no es nada todavía”, sugiere que aunque el ironista tiene compromisos absolutos de alguna suerte, tales compromisos absolutos están desprovistos de un contenido positivo, en tanto comprometan la libertad negativa y la vanidad de todas las convenciones sociales. Anthony Rudd añade a esta sugestiva interpretación:

    El individuo empieza a ser auto-conciente informándose acerca de sí mismo como individuo, retirándose de todas las convenciones establecidas de la sociedad y la cultura, de todo lo que es aceptado como saber y conocimiento por quienes lo rodean. Sin posibilidad de acertar quiénes están incapacitados o errados, socava los estándares planteando preguntas al respecto que no consiguen ser respondidas adecuadamente. Lo que ha sido previamente aceptado sin reparo como verdad cierta y evidente, es expuesto ahora simplemente como un prejuicio infundado18 .

La lectura que hace Rudd de los ironistas niega por tanto, sin postular algo positivo en el hecho de que éstos simplemente socavan creencias y prácticas poniéndolas en cuestión, sin advertir que son erradas o infundadas y sin argumentar creencias y prácticas alternativas. Kierkegaard identifica igualmente otros sentidos sutiles con los cuales se socavan las convenciones sociales sin acertar positivamente si son inválidas o vanas. Anota, por ejemplo, que un ironista puede socavar lo que toma como una absurda convención social pronunciando una simple (irónica) oración, la cual llama la atención de los demás, hasta que esta colapsa; se trata por tanto de hablar bajo la gravedad de una reexaminación cerrada19 . El punto crucial es que aunque el ironista tiene un compromiso fundamental con la libertad negativa y con la trayectoria de esta vía critica de las convenciones sociales existentes, emergen ideales no positivos de su punto de vista.

2. Los problemas de la pura ironía

De acuerdo con Kierkegaard, la pura ironía es una postura inestable, auto-impedida y psicológicamente enfermiza. Un problema surge primero en relación con cómo toman los ironistas su ironía. ¿Toman ellos su postura irónica como una seria elección de vida con su propia gama de compromisos? ¿Si así lo hacen, no es en consecuencia esta señal un límite de su ironía? ¿Si no lo hacen así, hay por tanto un sentido en el que su ironía no es absoluta? ¿Si es así, por qué considerar a los ironistas puros como personas que usan la ironía como un “elemento menor”, tal como lo considera Kierkagaard? Segundo, los ironistas pagan un alto precio por su distanciamiento. De acuerdo con Kierkagaard, carecen de continuidad en sus identidades, y regularmente termina esclavizados del flujo de sus humores, el cual los conduce al tedio20 .

Por tanto los ironistas fracasan al contemplar un bien básico que desean como ironistas, el bien del “interés” o de “lo nuevo”, debido precisamente a que son ironistas puros. A este respecto, sus propósitos irónicos fracasan incluso en sus propios términos estéticos21 . Según Kierkagaard, los ironistas también fracasan al realizar la libertad positiva. En otras palabras, fracasan al realizar la libertad que procede de abrazar enérgicamente sus roles sociales. De acuerdo con Kierkagaard, cuando se tiene con otras personas el compromiso de la responsabilidad de la comunidad, se experimenta en este sentido un tipo de libertad en los límites dispuestos por esa comunidad, que no puede realizarse por fuera de esos límites. Esta es la libertad que llega por no haber reconsiderado algunos compromisos cada vez que se encuentra una alternativa tentadora en el curso de la acción o en el sentido de la vida. Es también la suerte de libertad que una persona moralmente virtuosa disfruta cuando no actúa a contrapelo de su carácter, concentrada en llevar a cabo sus diferentes responsabilidades. Desde el punto de vista de Kierkagaard, un ironista provisto de libertad negativa impide esto experimentando la libertad buena o positiva. En esta sección intentaré clarificar de manera más precisa estos problemas de la pura ironía y cómo surgen.

¿Es la pura ironía una posición coherente? En Sobre el concepto de la ironía Kierkagaard sugiere que no. Argumenta que los problemas significativos emergen como intentos irónicos para desembarazarse de los compromisos o abstenerse de tomar en serio cualquier descripción de sí mismo. Kierkagaard expone:

    Cuando la ironía debe postular un principio supremo, en efecto, procede como toda posición negativa, expresa algo positivo y da seriedad a lo que dice. Para la ironía, nada está establecido, hace y deshace cualquier cosa ad libitum; pero cuando quiere expresar esto, dice algo positivo, con lo cual su soberanía alcanza su término […]. La dificultad que aquí se presenta es que, en realidad, la ironía no puede jamás plantear un principio en sentido estricto, pues la ironía es una determinación del sujeto que es para sí, que en su incesante agilidad no puede captar en una perspectiva de conjunto el hecho mismo de que la ironía no deja nada en pie […]. En última instancia, el ironista debe siempre afirmar algo, si bien lo que afirma de este modo es nada. Claro que es imposible tomar la nada con seriedad sin obtener algo (como ocurre cuando se la toma especulativamente en serio). El ironista, sin embargo, no hace ninguna de las dos cosas, y en este sentido puede decirse también que no la toma en serio […]. Puede decirse, por tanto, que la ironía a nada le da seriedad en la medida en que no le da seriedad a algo. Concibe siempre la nada en oposición a algo y, a fin de liberarse seriamente de algo, se queda con nada. Pero tampoco llega a darle seriedad a nada, a menos que no le dé seriedad a algo22 .

Considero la siguiente línea de pensamiento como un intento de recapitulación del razonamiento de Kierkegaard en estas páginas. Supongamos primero que cualquier cosa diferente de la pura ironía es, esencialmente, la objeción formal acerca de algo. De manera inmediatamente se presenta un juego de palabras: ¿es un ironista formal acerca de no ser formal acerca de algo? Si la ironía es formal acerca de algo, por tanto, no por mucho tiempo es una ironía pura, puesto que la pura ironía es incompatible con la formalidad acerca de algo, incluyendo la ironía misma. Si el ironista no es formal acerca de no ser formal acerca de algo, no está por tanto seriamente comprometido a ser un ironista. En tal caso, como Kierkegaard plantea, la ironía puede ser aplastada por alguna relación y ser subsecuentemente “impedida por una situación anterior”. En otras palabras, si la ironía no es vigilante de estar distanciada de sus roles sociales, es responsable de perder la libertad que desea frente a los compromisos serios. Kierkegaard expone:

    Esa libertad es lo que la ironía busca. Por eso vela por sí misma, y a nada le teme tanto como al hecho de ser desbordada por alguna que otra impresión; cuando se es así de libre, en efecto, no se vive sino de manera poética, y se sabe que la gran exigencia de la ironía consiste en vivir de manera poética23 .

El problema es que lo que un ironista vigila, lo cual exige mantener su postura de pura ironía, es en si mismo un tipo de seriedad acerca de mantener una postura de no seriedad acerca de algo diferente. De ahí por qué la condición de Kierkegaard de que la postura de la pura ironía involucra finalmente la postura acerca de algo y es por eso un tipo de formalidad, incluso si no es formal acerca de algo (positivo) en particular. Sin embargo, si la pura ironía es incompatible con el compromiso formal y el compromiso formal con una postura de la pura ironía, es necesario mantener tal postura, por tanto la pura ironía es una posición incoherente. No puede realizarse.

Andrew Cross hace una lectura similar, pero desde otro ángulo:

    Kierkegaard plantea en ocasiones que el ironista no puede tener un “contenido positivo”; no es nada mas que una entidad negativa, derogación y distanciamiento, se ocupa de su propio interés antes que del interés por alguna alternativa positiva. Para él tener alguna clase de contenido positivo puede tender hacia algo que no es irónico y si hay tal cosa, entonces no es puro, lo que quiere decir, ironista total […]. Pero ¿qué hay de la actitud del ironista hacia sí mismo ? esto es, hacia lo irónico mismo, la cosa que es puesta aparte del cuerpo social y que es juguetonamente manipulada? ¿Se identifica el ironista a sí mismo con la actividad de ironizar, y como él ve esta actividad, mantiene hasta cierto punto este tipo de orientación? Parece así que el ironista ha sido retirado a una esquina. Si toma esta vía de existencia seria, su ironía por tanto cesa de ser comprehensiva; existe un sentido de la vida que él no “niega” ni repudia, principalmente la vida irónica. Para ampliar lo que es esto, él no es un total ironista puro, no va lejos en su auto-distanciamiento, como si se alejara su propio auto- distanciamiento.

    Por tanto, si hay una cosa tal como una postura de total o comprehensivo distanciamiento irónico, debe estar ligado a la otra posibilidad de disociación de su propia ironización. Esta posibilidad amenaza inmediatamente con un retroceso infinito del distanciamiento irónico en relación con el distanciamiento irónico […]. ¿[Q]ué ha sido retirado precisamente a otra posición cuya situación como objeto de concernir e identificar serio ha sido excluida por adelantado? Mientras no haya diferencia material entre la posición de retiro y la posición de retirada, el problema no es el retirarse infinitamente, como no lo es propiamente el retirarse24 .

Cross ayuda a clarificar que la disociación de un ironista de su propia ironización es por si misma una postura que puede llegar a ser un compromiso serio. Por tanto, el ironista también necesita disociar su disociación (inicial) de una postura irónica. Esta nueva posición, sin embargo, necesitará ser vaciada de su seriedad y así sucesivamente ad infinitud. Finalmente, nada está acabado en este proceso. Si determino no tomar seriamente mi postura de no tomar nada seriamente, ¿qué he realizado? ¿Debo tomar ahora las cosas seriamente? Supóngase que yo determino no tomar esta postura seriamente ? la postura de no tomar seriamente de mi postura de no tomar nada en serio. ¿Debo por tanto tomar las cosas seriamente hasta que me ocurra que también he tomado seriamente mi actitud de no tomar las cosas en serio?

Hay cierta intriga en esta manera de formular este particular problema de la pura ironía. Sin embargo, si construimos el problema justo en este sentido, podemos estar invitados a pensar que el problema simplemente es un tipo de problema pseudofilosófico (o metafísico) que puede ser resuelto de manera práctica, si no teórica. Razón por la cual también es importante tener en mente la primera formulación del problema tal como quedó bosquejado más arriba. En esta lectura de Kierkegaard, los ironistas pueden estar comprometidos con su postura (original) de pura ironía a fin de mantenerla. Este mantenimiento requiere vigilancia, la cual es incompatible con la ironía como postura comprensiva. Consecuentemente, resulta que la pura ironía acarrea la semilla de su propia caída.

Supóngase, sin embargo, que los ironistas ignoran o fallan al reconocer este problema y continúan apartándose de su entono social en procura de su libertad negativa. Puede no importar, hablando de manera práctica, que no puedan instanciar la pura ironía; pueden ser capaces de aproximarla bastante para satisfacer su deseo de libertad, tal como ellos mismos lo entienden. Por tanto ¿por qué desisten de su propósito de pura ironía en favor de su no realización? ¿Por qué no insisten en perseguir esto como un ideal inacabable pero indigno?

Esta pregunta nos lleva al segundo plano de la crítica Kierkegaardiana de la pura ironía. Declarado de manera simple, Kierkegaard argumenta que la prosecución de la pura ironía: a) lleva a una significativa pérdida de libertad, en cuanto los ironistas fallan en lo que atañe a la libertad positiva y comienzan a esclavizar los ánimos; b) retorna al tedio; y c) es destructivo del valor de la individualidad25 . La crítica de Kierkegaard depende en parte de su punto de vista que en el presente, como clarificamos arriba, es a la vez un “don” y una “tarea”26 . Es necesario por tanto como primera medida clarificar brevemente esta idea.

Si recurrimos a la discusión de la hegeliana Sittlichkeit expuesta atrás, la idea de que el presente es a la vez un don y una tarea comienza a ser puesta en consideración. Si veo el presente como un don, reconozco el lugar en el orden social dado que habito como el lugar donde mi proyecto de auto-ayuda se lleva a cabo. Reconozco además que la persona que soy brota inextricablemente en quien estoy formado y, a su vez, con quien formo este lugar dado que habito en este tiempo dado. Por tanto, soy un yo con una historia ineludible, con relaciones inevitables con las otras personas y con instituciones de mi entorno social. No importa qué suerte de persona llegue a ser eventualmente, este hecho acerca de mi identidad no cambia.

Una persona puede observarse a sí misma, a otros, y las convenciones de su sociedad justo en este sentido, y continuar tomando sin embargo el proyecto de pura ironía como un proyecto de vida básico. Dicha persona puede simplemente tomar su medio social como un don en el sentido en que la provee plenamente de cosas de las cuales está desilusionada y de las cuales se aparta. Como Richard Rorty anota, “Los ironistas tienen algo de lo cual tienen duda, algo de lo cual están alienados27 . Sin embargo, Kierkegaard piensa el presente como un don en un sentido diferente. No es un don en el sentido en que lo es sólo para el uso personal y el disfrute de la persona a la cual está dirigido, en el sentido por ejemplo en que un oso de juguete es un regalo para un niño. Antes bien, es un don que acarrea con determinada responsabilidad moral para la persona que lo recibe, algo en el sentido en que una mascota puede ser un regalo para un niño. En otras palabras, quienes reciben este don están obligados propiamente a relacionarse con él debido a su valor significante. Puede ser inmoral para ellos disponer del regalo del que sin embargo sacan placer.

Este punto conduce a la idea relativa de que la actualidad también es una tarea. Quizás sea más útil clarificar esta idea a través de un ejemplo. Soy hijo, nieto, esposo, padre, empleado, colega, profesor, amigo, mentor y sobrino, indicando precisamente que represento alguno de estos roles sociales. Mi “presente” incluye estos roles y las normas que los acompañan, sumados a muchas otras cosas de mi entorno social. Consecuentemente, si me comprometo con esta tarea, de acuerdo con Kierkegaard, puedo esperar construir mi identidad en estos roles, sin apartarme de ellos. Este punto no implica, sin embargo, que acepte simplemente estos roles sociales tal como los entiende corrientemente mi comunidad. Puedo definirme a mí mismo en oposición a mi sociedad como alguien que no es ni será lo que otros esperan que yo sea. Esta postura puede ser consistente tomando mi presente como una tarea, si mi actitud rebelde no está motivada simplemente por un deseo de libertad negativa. Después de todo, una persona puede estar forzada por razones morales a tomar una postura combativa. Además, dicha persona puede continuar tomando seriamente los roles sociales que representa, al igual que procura modificar la comprensión de su comunidad. Ciertamente, dicha persona puede estar motivada por la concepción alternativa de un rol social, en el sentido en que, por ejemplo, muchas personas oponen una comprensión sexista y degradada a ser mujer, esposa y madre.

De acuerdo con Kierkegaard, tomar la actualidad como un don y una tarea, implica tomar seriamente un lugar determinado en un orden social complejo, con las diferentes responsabilidades y roles que acompañan a dicho lugar. Una persona que se relaciona con su presente en este sentido, acepta que su proyecto de ser un yo ocurre en un contexto social particular, incluso si tiene la expectativa de alterar radicalmente las prácticas sociales que lo componen. Dicha persona acepta que su socialización acarrea determinadas responsabilidades, las cuales ponen de manifiesto su deseo de ser un yo nuevo y autónomo.

Kierkegaard plantea:

    Pero la realidad (la realidad histórica) entra en relación con el sujeto de dos maneras: por un lado, como un don que no admite rechazo, y, por otro lado, como una tarea que se ha de realizar. La disrelación que la ironía entabla con la realidad ha sido ya suficientemente indicada en el hecho de que la orientación irónica es esencialmente crítica […].

    Puesto que, como dije anteriormente, la realidad se ofrece en parte como un don, con ello queda expresada la relación del individuo con un pasado. Este pasado quiere tener valor para el individuo, no quiere que se le pase por alto ni que se le ignore. Pero para la ironía no había propiamente ningún pasado […]. En cambio, la historia propiamente dicha, aquella en la que el individuo obtiene su libertad positiva puesto que por ella es dueño de sus promesas, debía ser dejada de lado28.

    Pero la realidad es también, para el individuo, una tarea que hay que realizar […]. Para que el individuo actuante, en efecto, sea capaz de cumplir con su tarea y de dar realidad a lo real, debe sentirse inserto en un contexto mayor, debe tomarse en serio su responsabilidad, consentir y respetar cada consecuencia racional. La ironía cuenta con la libertad para hacerlo. Se sabe en posesión del poder de comenzar de cero cuando le parezca, no hay nada previo que la ate a lo previo29 .

Estos pasajes son importantes debido a que presentan una de las principales críticas de Kierkegaard a la pura ironía y refieren un tipo de alternativa de libertad que el ironista no consigue realizar. Por tanto reclaman cuidadosa atención.

Se nota primero que, de acuerdo con Kierkegaard, los ironistas malinterpretan el presente. Esta observación implica, por supuesto, que hay un sentido que ellos pueden relacionar con el presente. Pueden considerar el presente como un don y una tarea, pero no lo hacen. Los ironistas fracasan al tratar el presente como un don en el sentido en que intentan pasar por alto o ignorar su relación con “un pasado”. Es probable que Kierkegaard relacione de esta manera el sentido de orden social de los ironistas, en el cual están socializados, con varias prácticas y tradiciones, simplemente como algo dominante, no como algo que lo reclama. No obstante, de acuerdo con Kierkegaard, incluso si los ironistas quieren y ven sus identidades heredadas en este sentido, sin embargo, no serían capaces de ignorar esta herencia. Los ironistas no serían capaces de ignorar esto en el sentido en que si lo ignoran, sufrirán las consecuencias. La primera consecuencia que Kierkegaard menciona es la pérdida de “libertad positiva”.

Kierkegaard indica que las “premisas” de la libertad positiva están localizadas en una de las “historias presentes” que los ironistas ponen aparte. ¿Qué significa esto? Es como si la “historia presente” fuera justamente un sinónimo de presente. En este caso, de acuerdo con Kierkegaard, se alcanza la libertad positiva “poseyendo una de las premisas” en uno de los presentes dados. A su turno, poseo mis premisas en mi presente dado relacionándome propiamente con mis roles sociales y las otras prácticas y tradiciones de mi orden social.

Es interesante el uso que Kierkegaard hace del término libertad para describir el estado de una persona que se relaciona apropiadamente con el presente, refiriéndose en el mismo contexto a la “posesión” de las premisas de una persona. Llevado por estos movimientos que se relacionan propiamente con el presente dado de una persona, no involucra su pasividad llegando a ser justamente un producto de su entorno social, en tanto que enfatiza en este contexto los propios límites de la libertad, advirtiendo sin embargo, que las personas necesitan abrazar su “historia presente” con el fin de llevar a cabo cierto tipo de libertad positiva.

Esta lectura está confirmada por las observaciones de Kierkegaard concernientes a cómo las persona llevan a cabo la tarea del presente. Como se anotó en una cita anterior, de acuerdo con Kierkegaard, para el “presente realizado”, uno debe: a) sentirse a sí mismo integrado en un contexto amplio; b) sentir la seriedad de la responsabilidad; y c) sentir y respetar “cada consecuencia razonable”. Advierte cómo cada una de estas condiciones distingue una actitud que contrasta con la postura que toma un ironista puro, por tanto, como Kierkegaard indica, la ironía está “libre de esto”. Primero, sentirse integrado a un contexto amplio no es estar alienado por él ni desilusionado de él. Positivamente, es tener el mínimo de identificación armoniosa con un orden social que es característico del (un aspecto del) Sittlichkeit hegeliano. Segundo, sentir la seriedad de la responsabilidad es tomar seriamente las obligaciones morales que corresponden a uno de los roles sociales, no ver éstas como sin sentido o incapaces de cortar con alguna de las conveniencias. Tercero, como resultado de esto, se aceptan las consecuencias que proceden de abrazar uno de los roles sociales y las normas que los gobiernan. Ahora bien, como Kierkegaard plantea, uno siente y respeta “cada consecuencia razonable”30 .

Sin embargo, los ironistas puros fracasan al poner estas condiciones, pues para ellos “nada que haya ocurrido antes está limitado”. El resultado es que fracasan en la experiencia de la libertad positiva ? la suerte de libertad que uno gana relacionándose apropiadamente con el presente, tomando este como un don y una tarea y llevando a cabo la tarea que plantea.

Como insinué anteriormente, esta línea de interpretación sugiere que el esbozo de las tesis de Kierkegaard de la vida ética como una alternativa a la postura de pura ironía anticipa la explicación de la vida ética que propone como una alternativa del sentido estético de la vida en el volumen dos de O/o (O Esto o Aquello), bajo el seudónimo de Judge William. El análisis de Rudd de O/o (O Esto o Aquello) ayuda a clarificar este punto. Rudd expone:

    El esteta no puede evitar por completo desempeñar roles sociales, pero rehusará admitir que éstos hace algo para definirlo como una persona […].

    El ético es diferente, en el hecho de que elige aceptar roles sociales, eligiendo aceptar por tanto el criterio institucionalmente definido de actuaciones buenas y malas […]. Si, con un criterio objetivo de la sociedad en la cual vive, es malo siendo determinadas cosas, no es un criterio del que el pueda reírse […]. Ambos criterios salen del corazón […]. El ético reflexivo está informado de que el orden social en el cual vive no es inmutable; sabe que puede rehusar adoptar posiciones sociales, o que incluso si las acepta, puede tomar una actitud irónica de distancia en relación con ellas. Pero elige no hacerlo. Elige comprometerse con determinadas relación, contribuyendo en parte a una organización social. En general elige aceptar las convenciones sociales atendiendo a la distinción entre comportamientos buenos y malos31 .

Rudd acentúa el aspecto volitivo del “presente realizado” debido a que tiene en consideración la posición del Judge William, no la explicación de Kierkegaard en Sobre el concepto de ironía. Su lectura resuena con los criterios de interpretación descritos más arriba. Esto indica que el primer gran trabajo de Kierkegaard después de su tesis propone líneas de razonamiento inicialmente desarrolladas en aquella. Por medio de la construcción de “A”, Kierkegaard descubre un sentido más provocativo y cercano para plantear el problema de la pura ironía. A través de Judge William, Kierkegaard revisita y elabora posiciones bosquejadas inicialmente en su tesis, pero con una aproximación un tanto más personal e informal32 .

Ahora que tenemos una comprensión del sentido kierkegaardiano de que el presente es simultáneamente un don y una tarea, podemos ver más claramente por qué Kierkegaard piensa que quienes toman (propugnan por) una postura de pura ironía, de este modo pierden la posibilidad de ser positivamente libres. También podemos ver más claramente por qué Kierkegaard piensa que la búsqueda de la pura ironía es destructiva del bien de la individualidad y lleva al aburrimiento y a la esclavitud de las costumbres. Aquí está cómo describe Kierkegaard el alto precio que pagan los ironistas, quienes persiguen la libertad negativa como un bien básico:

    La ironía es libre, por cierto, libre con respecto a las preocupaciones de la realidad, pero también libre con respecto a sus satisfacciones, libre de su bendición; dado que no hay nada superior a ella misma, de hecho, no puede recibir bendición alguna, pues es siempre el menor el que es bendecido por el mayor […]. Pero así como los mediocres no tienen ningún an sich [en sí] sino que podrían convertirse en lo que fuese, tampoco el ironista lo tuvo. Pero no por ser un mero producto de su entorno, ya que, por el contrario, se encuentra por encima de éste, sino porque para poder realidad, pero también libre con respecto a sus satisfacciones, libre de su bendición; dado que no hay nada superior a ella misma, de hecho, no puede recibir bendición alguna, pues es siempre el menor el que es bendecido por el m “La ironía es libre, por cierto, libre con respecto a las preocupaciones de la ayor […]. Pero así como los mediocres no tienen ningún an sich [en sí] sino que podrían vivir de manera poética, para poder eficazmente crearse a sí mismo de manera poética, el ironista no debía tener ningún « an sich ». De este modo la ironía sucumbe a aquello contra lo que más combate, pues el ironista alcanza una cierta similitud con respecto al hombre completamente prosaico, con la salvedad de que el ironista tiene la negativa libertad de situarse por encima de sí mismo de manera poéticamente creativa. De ahí que el ironista, por lo general, no llegue a nada, pues vale para el hombre lo que no vale para Dios, que de la nada, nada proviene. Pero el ironista conserva siempre su libertad poética, y también poetiza el hecho de no llegar a nada en absoluto, como se sabe, es uno de los puestos y cargos poéticos que la ironía instaura en la vida, e incluso el más distinguido de todos ellos […]. Para el ironista todo es posible. Nuestro Dios está en los cielos y puede hacer cuanto quiere; el ironista está en la tierra, y hace todo lo que tiene ganas de hacer. No debe extrañarnos, sin embargo, que al ironista le cueste tanto convertirse en nada, pues cuando se tiene ante sí unas posibilidades tan extremas no es fácil elegir33 .

Tomaré en orden los principales reparos que hace Kierkegaard en estos pasajes. Primero, considérese el reclamo de Kierkegaard de que mientras la libertad de los compromisos serios en los roles sociales y en otros aspectos del presente pueden tener algunos beneficios, estos tienen adicionalmente otros costos significativos. No es difícil ver lo que Kierkegaard tiene en mente. Considérese, por ejemplo, a una persona que toma el rol social de ser un padre como una carga con serias restricciones de su libertad (negativa). De igual manera una persona puede no ser capaz de evitar algunas dudas en relación con la paternidad. Sin embargo, pudiendo vacilar ante compromisos serios de parentesco, en la medida de lo posible dicha persona lleva a cabo su paternidad con alguna formalidad y entusiasmo, conservando como sea posible una amplia libertad en relación con sus hijos y con la madre de estos. Un padre de estas características no experimentará muchos de los beneficios del parentesco. Cuando sus hijos den el primer paso, cuando sepan leer y escribir, jugar baloncesto, graduarse de la secundaria y de la universidad, encontrar amigos y tener acaso sus propios hijos, él no experimentará los beneficios que experimentan otros que han sido padres. Admite, sin embargo, que cuando sus hijos sufren, él no sufre como un padre comprometido lo hace presenciando el sufrimiento de sus hijos. Sin embargo, pocos padres que han experimentado los beneficios de la paternidad cambiarían de lugar con aquellos por esta razón.

Comparativamente, el siguiente punto abordado por Kierkegaard es oscuro. Sugiere que el ironista puro finalmente se asemeja “a las personas del común”, para quienes son muchas las cosas que se buscan evitar. No obstante, ¿cómo vienen a parecerse a las personas del común? Además, ¿en qué sentido es esta consecuencia de las muchas cosas lo que quieren evitar?

La condición de personas del común de Kierkegaard no tiene ningún “an sich”. El contexto inmediato sugiere que este reclamo significa que las personas del común no tienen suficientemente desarrollada su individualidad, en tanto que son conformistas irreflexivos quienes acogen su orden social de manera acrítica34 . Kierkegaard establece:

    En ese vivir de manera poética, sin embargo, la ironía entendió algo más. No sólo protestaba contra toda la miseria, que no es otra cosa que el lamentable producto de su entorno, contra todos esos hombres mediocres de los que tan lleno está el mundo, sino que buscaba algo más35.

No es de extrañar que “an sich” tenga algo que ver con la carencia de visión crítica que distingue a los conformistas sociales irreflexivos de aquellos que asumen propiamente su presente como un don y una tarea. Este último grupo de personas reconoce que su orden social es carente y contingente y como tal soportable. A este respecto, estas personas se asemejan a los ironistas, sin embargo, no se apartan como los ironistas lo hacen, sino que asumen sus roles sociales con seriedad. A este respecto, se asemejan a las personas del común.

¿En qué respecto, no obstante, vienen los ironistas a parecerse a las personas del común? Es obvio que, en la exposición de Kierkegaard, los ironistas puros no son conformistas sociales irreflexivos. Ciertamente Kierkegaard critica la ironía desenfrenada debido a que esta alimenta la excesiva individualidad y criticismo del orden social. Presumiblemente, he aquí por qué Kierkegaard valora como lo hace la observación de que los ironistas vienen a parecerse a las personas del común. Por tanto, la semejanza entre un ironista y una persona del común debe localizarse además en otro lugar más.

El reparo de Kierkegaard de que frecuentemente los ironistas “devienen en nada” provee una ayuda clave sobre cómo comprender esta supuesta semejanza. Tal como interpreto a Kierkegaard, los ironistas “devienen en nada” debido a que persiguen todo aquello que desean, y no clausuran a largo plazo los compromisos que les proporcionan determinado centro de atención y la piedra de toque crítica para sus intereses. Consecuentemente, los ironistas están inundados de posibilidades. He aquí por qué las posturas de Kierkegaard, de manera exhaustiva y por mor a la novedad, finalmente “dejan al destino y a la suerte decidir” por ellos qué hacer. Aunque en este sentido los ironistas dejan al destino y a la suerte dar definitivamente forma a sus vidas, sin embargo llegan a parecerse a las personas del común, quienes son solamente producto de su entorno. Por tanto, en un sentido irónico, la excesiva individualidad de un ironista y su actitud hipercrítica eventualmente es puesta en el mismo predicamento de la de un conformista insensato.

Hay aquí entonces, de acuerdo con Kierkegaard, similitudes relevantes entre los ironistas y las personas del común. Primero, en un sentido amplio, ambos desentienden el presente. Las personas del común fracasan al tomar el presente como un don y una tarea en el sentido en que tienen una postura excesivamente pasiva hacia estos; heredan simplemente una identidad social y acrítica orientada a conformarse con aquello. Los ironistas, en cambio, procuran arrojar del todo la identidad social heredada, o lo intentan simplemente como recubrimiento de sus proyectos de distanciamiento. Segundo, los ironistas y las personas del común fracasan al desarrollar una individualidad saludable. Una razón importante es que las personas del común reconocen muy pocas, los ironistas demasiadas posibilidades36 . Para una persona del común, el orden social tal como ellos lo reciben es necesario. Para un ironista, el orden social es cabalmente contingente en el sentido en que no es una herencia o un reclamo de ésta. Por tanto, la identidad social heredada por un ironista y el entorno social en el cual esta identidad está imbuida da forma a su proyectos de individualidad sólo en un sentido negativo ? como que dicha identidad no es tomada seriamente o como que es una sátira y ve a través de ella. Este conjunto de relaciones contrarias hace posible causas semejantes entre las personas del común y los ironistas llevándolos a fracasar como individuos en comunidad con otras personas. Las personas del común fracasan al ser individuos en comunidad con otros. Los ironistas fracasan al ser individuos en comunidad con otros. Kierkegaard toma ambos resultados como formas de individualidad distorsionada o insalubre, o sentidos menos que deseables para ser una persona individual.

Mientras las razones que hay tras estos reclamos pueden estar todavía un poco oscuras, quizás ayude volver al ejemplo del padre no comprometido. Supóngase que esta persona pone en práctica todos sus roles sociales en el sentido en que trata de ser padre. Supóngase además que la razón por la que practica estos roles sociales va en el sentido en que un ironista mira la libertad negativa. No es difícil advertir el sentido en el que él quiere “convertirse en nada”. Si él viviera consistentemente de esta manera, al final de su vida podría decir tan solo que no ha sido definido por nada en particular. Excepto que sus compromisos no le incumbirían como compromisos. Sin embargo, si él tomara seriamente el hecho de ser un padre, sus elecciones para realizar ello ganarían una suerte de atención que de otra manera faltaría. Para iniciar, algunas cosas que para él pudieron haber sido posibles de hacer antes para tomar seriamente la paternidad, pueden no atraerle mucho. Dichas opciones pueden por tanto ser anuladas por sus compromisos de paternidad. Por otra parte, su vida puede cambiar en un sentido más radical si desarrolla el mismo tipo de formalidad de ser un esposo, empleado, amigo, colega e hijo por ejemplo. Cada nuevo compromiso puede traer nuevos enfoques en su decisión. Por supuesto, hay también un extremo en evitar, de otro lado, este continuo ? del conformismo acrítico que es precisamente la sumatoria de sus roles sociales. De acuerdo con Kierkegaard, la salud individual está en ser encontrado en algún lugar entre la postura de un ironista y la de un insensato conformista37 .

Si concedemos a Kierkegaard los reparos que realiza de la pura ironía en relación con la pérdida de libertad y el menoscabo de lo bueno de la individualidad, sin embargo, ¿por qué pensar que también producen tedio las costumbres? He aquí lo Kierkegaard tiene para decir en respuesta a esta pregunta:

    El ironista permanece orgullosamente encerrado en sí mismo y hace que las personas vayan pasando, como los animales ante Adán, sin hallar compañía para sí […]. La vida es para él un drama, y su atención está puesta en los ingeniosos enredos de ese drama. Él mismo es un espectador, pese a ser él mismo quien actúa […].

    Puesto que, de este modo, el ironista se poetiza a sí mismo y al mundo circundante con la mayor licencia poética posible, puesto que vive de manera totalmente hipotética y subjuntiva, su vida pierde toda continuidad. Por eso sucumbe totalmente al estado de ánimo. Su vida es puro estado de ánimo […]. Pero puesto que en el ironista no hay continuidad alguna, los estados de ánimo más contrastantes se suceden unos a otros. A veces es un dios; otras, un grano de arena. Sus estados de ánimo son tan azarosos como las encarnaciones de Brama. Y el ironista, creyéndose libre, sucumbe de ese modo a la terrorífica ley de la ironía del mundo y se presta a la más terrible servidumbre […]. Pero puesto que siempre debe haber un lazo que ciña todos esos contrastes, una unidad en la que se resuelvan las enormes disonancias de esos estados de ánimo, un examen más atento encontrará también en el ironista una tal unidad. El aburrimiento es la única continuidad que el ironista posee38 .

La cadena de razonamientos de Kierkegaard nos mueve a lo siguiente. A favor de su búsqueda de la libertad negativa, los ironistas se alienan a ellos mismos de otros en un sentido tal que sus relaciones son a lo más superficiales. Además, no tienen por largo tiempo compromisos o proyectos positivos. En consecuencia, sus identidades flaquean continuamente y se hunden. Este vacío es llenado en sus identidades por costumbres transitorias y actitudes y deseos momentáneos, los cuales producen pequeños proyectos de vida. Desde que los ironistas no tengan otra alternativa que la de optar por esta suerte de vida, si ellos están para mantener una postura desprendida, finalmente sucumben al tedio y a la tiranía de las costumbres. Los ironistas fracasan al desarrollar el rasgo característico que se necesita para evitar este desenlace. Si buscamos un aspecto común entre los varios y disparatados pequeños proyectos de vida de un ironista, es porque todos estos proyectos son finalmente tentativas insignificantes para escapar del tedio39 .

Construido este sentido, la posición de Kierkegaard guarda interesantes paralelos con la posición que propone Bernard Williams al Construido este sentido comienzo de su ensayo «Persons, Character and Morality». Las nociones de “proyecto de base” y “deseos categoriales” de Williams y el papel que juegan en relación con la identidad personal son especialmente relevantes40. Williams argumenta que, como individuo, una persona tiene “un conjunto de deseos, inquietudes o […] proyectos, los cuales ayudan a constituir un carácter”41 . Aproximadamente, los deseos categoriales son aquellos deseos que “lo impelen a uno”42 . Esto significa que tales deseos son deseos básicos que persisten más allá del tiempo y motivan a las personas a seguir persiguiéndolos por largo tiempo y a dar inicio a nuevos proyectos. Los proyectos fundamentales son aquellos que (cuanto menos relativamente) existen desde hace mucho tiempo y, como tal, son centrales para la identidad de una persona. De acuerdo con Williams, en un grado significativo, “tienen un sentido” para la vida de las personas43 . La discusión de Williams ayuda a iluminar el hecho de que algunos deseos y proyectos confieren identidad, mientras que otros tienen un papel más marginal en la formación de una identidad.

En relación con la crítica de Kierkegaard de la pura ironía, la significación de la discusión de Williams es esta: para complementar que los ironistas tienen identidad en lo concerniente a deseos y proyectos, estos son principalmente negativos ? estar libre de los roles de confinamiento social y evitar el tedio. Consecuentemente, los ironistas fracasan al tener suficiente continuidad en sus identidades debido a que la categoría de sus deseos y el fundamento de sus proyectos es estrecho (o negativo) para generar tal continuidad. Para complementar un poco el planteamiento de Williams, podemos decir además que finalmente el carácter de una persona procede de las cualidades básicas que ésta persigue, las cuales se reflejan en la categoría de sus deseos y en el fundamento de sus proyectos. Por tanto, si aquéllas son estrechas y tienen un fundamento trivial de sus proyectos, verosímilmente llega a ser una persona cerrada, que está ocupada con asuntos supremamente triviales. Del mismo modo, si los valores básicos que persigue son transitorios, adolecerá profunda y continuamente de su carácter. Si su proyecto más básicos es no tener un proyecto positivo, no tendrá por tanto alternativa de encontrar su identidad excepto en novedades transitorias. De acuerdo con Kierkegaard, este es el retrato de una persona que persigue la pura ironía. A partir de este análisis vemos además que la carga de Kierkegaard a los ironistas, que lleva a éstos a ser esclavos de sus costumbres y a sucumbir al tedio, es una variación en el tema de la pura ironía que socava la individualidad (o la salud de la identidad personal).

Resumiendo, de acuerdo con Kierkegaard, la pura ironía es una postura que abunda en problemas. Primero, es una posición inestable inherente. Para mantener el distanciamiento que caracteriza a la pura ironía, los ironistas deben estar vigilantes y serios en no dejarse enmarañar ni ser definidos por su roles sociales (o más exactamente, como anota Kierkegaard por su presente). Para completar esta tarea, los ironistas toman en serio el distanciamiento irónico, sin embargo, de este modo socavan su objetivo no tratando todas las cosas con formalidad. Segundo, el propósito de la pura ironía tiene muchas repercusiones para los ironistas, quienes buscan una especie de libertad (negativa), pero son dominados por las costumbres y fracasan en reconocer y realizar el bien de la libertad positiva. Además los ironistas buscan trascender completamente su orden social y especialmente la disposición mental de las personas del común que están determinadas por ello. De acuerdo con Kierkegaard, sin embargo los ironistas llegan a parecerse a las personas del común. Por agotamiento y por motivo de la novedad, eventualmente los ironistas generan influencias sociales. En este sentido, junto con las personas del común, los ironistas fracasan al querer ser individuos. No obstante, y dicho de otra manera, los ironistas luchan por tener continuidad y profundidad como personas. La razón es que el fundamento de sus proyectos y la categoría de sus deseos se centra en torno a la búsqueda de transitoriedades y bienes limitados (o negativos).

3. Algo teológico en la crítica kierkegaardiana de la pura ironía

Hay un aspecto teológico distinguido en la crítica kierkegaardiana de la pura ironía, el cual he dejado hasta aquí a un lado. Para clarificar esta característica de la exposición de Kierkegaard, comienzo distinguiendo dos perspectivas entre las críticas de Kierkegaard a la pura ironía. La primera perspectiva es la estrictamente ética que he tratado de exponer en la sección anterior. La segunda es una perspectiva ético-religiosa que se orienta decididamente hacia algunos principios del teísmo cristiano. El conjunto de críticas que Kierkegaard presenta en la primera perspectiva no permanece decisivamente entre las presuposiciones teológicas. Incluso si Kierkegaard presenta estas críticas debido a que él mismo es un cristiano44 , y máxime si estas críticas resuenan más con la forma de un cristianismo ortodoxo, estos hechos (si son hechos) no implican que se pueda ser cristiano con el propósito de coincidir con el criticismo kierkegaardiano. Puedo considerarlo así, precisamente en el sentido en que el presente es un don y una tarea que no requiere una mirada teológica. Para Kierkegaard el presente es un don y una tarea como versión de su cristianismo. Sin embargo, una persona sin una fe religiosa puede concebir finalmente un sentido muy similar.

A diferencia de Kierkegaard tal vez, esto es importante debido a que debemos confrontar a Rawls cuando se refiere “al hecho de un pluralismo razonable”45 . Este hecho tiene muchas implicaciones. Una implicación que es relevante aquí es la siguiente: es especialmente importante para nosotros practicar las virtudes de la civilidad y la tolerancia inclusive, especialmente en nuestro filosofar. Una vía para practicar estas virtudes en este contexto es distinguir en la exposición de Kierkegaard los aspectos que pueden ser endosados a una persona que no comparte sus convicciones teológicas, de los aspectos de quienes requieren tales convicciones como punto de partida. Una ventaja de esta aproximación es que ayuda a revelar el fundamento sustancial que las personas pueden compartir con Kierkegaard, incluso si tales personas no abrazan su teísmo cristiano. Otra ventaja de esta aproximación es que nos recuerda que hay algunos aspectos de la posición de Kierkegaard que otros razonablemente no tienen la expectativa de aceptar, a menos que sean convertidos al teísmo cristiano.

Por supuesto, Kierkegaard es penetrantemente conciente del papel decisivo que juega a menudo la fe religiosa en su exposición. Por otra parte, en sus escritos distingue entre una perspectiva ética amplia y una perspectiva diferenciadamente ético-religiosa. Desde luego, Kierkegaard se propone escribir de ambas perspectivas con el fin de ilustrar las similitudes y diferencias que existen ente ellas46 . Hay por tanto un precedente en los escritos de Kierkegaard con el que se distingue un punto de vista ético amplio de uno diferencialmente religioso47 .

Con estas advertencias en mente, exploraré brevemente en la crítica de Kierkegaard a la pura ironía, un elemento importante aunque decididamente teológico. Kierkegaard distingue entre dos concepciones opuestas acerca del vivir poéticamente, una concepción irónica y una concepción cristiana. Los ironistas piensan que vivir poéticamente es “poetizarse uno mismo”48 . De acuerdo con Kierkegaard, el problema con esta concepción, es que ignora ampliamente el hecho de que el yo que se compone poéticamente tiene una inherencia social y una identidad religiosa, la cual no puede simplemente ser desdeñada. En la concepción cristiana de Kierkegaard, vivir poéticamente es, por el contrario, “dejarse poetizar”49 . Obviamente hay una pasividad acentuada en este sentido de vivir poéticamente; dicha pasividad deriva de la creencia de que Dios es el creador de los seres humanos. Como resultado, la naturaleza humana ha recibido un telos de unión con Dios, el cual no puede realizarse a través de ningún sentido de la vida. Más específicamente, se puede realizar a través de la búsqueda de la pura ironía. Sylvia Walsh expone:

    Como Kierkegaard observa, la existencia humana no es solamente un proceso de conversión o un simple asunto de conversión en no importa qué que tenemos por suerte o que acaecerá, como en el caso de los ironistas románticos; por el contrario, es un proceso de conversión en algo en particular - principalmente, en nosotros mismos, el cual definimos originalmente como ser e intentar llegar a ser… Desde un punto de vista cristiano no somos totalmente libres, como los románticos piensan, para hacer de nosotros mismos lo que queramos. En cambio, podemos llegar a ser “completados” por Dios, prestando atención de modo sinérgico al perfeccionamiento de las “semillas”, o potencialidades, implantadas en nosotros por el Creador. Los rasgos de este Dios-dador constituyen el límite en el cual la libertad poética y la productividad artística son ejercidas en relación con la vida personal. Para Kierkegaard, por tanto, vivir poéticamente es un asunto no de auto-creación sino de auto-desarrollo de acuerdo con el don natural de cada uno50 .

Por tanto, el punto de vista de Kierkegaard del vivir poético es un punto de vista decididamente cristiano que contrasta ampliamente con el del ironista (romántico)51 . Tal como expone Kierkegaard, las observaciones de Walsh sugieren que el vivir poético va más allá de una estrecha perspectiva ética.

Desde el punto de vista de Kierkegaard, la naturaleza humana genera normas para distinguir las vías de auto realización de las vías de autodestrucción de la vida52 . Las vías de autodestrucción de la vida no cuentan como ejemplos del verdadero vivir poético. Además, de acuerdo con Kierkegaard, una vida de pura ironía es un tipo de autodestrucción de la vida humana. Por tanto, estrictamente hablando, los ironistas puros no viven poéticamente. Antes bien, toman licencias poéticas extremas con sus vidas como intentar apartarse de la comunidad humana y, más importante en este contexto, de la relación con Dios. Kierkegaard expone:

    Y se sabe que la gran exigencia de la ironía consiste en vivir de manera poética. En ese vivir de manera poética, sin embargo, la ironía entendió algo más, algo diferente de lo que esa expresión haría pensar a cualquier hombre razonable, respetuoso del valor del ser humano y dotado de sentido para lo que hay de originario en el hombre […]. No lo entendió según el modo en que la piensa el cristiano piadoso cuando toma conciencia de que la vida es un aprendizaje, un proceso formativo que no tiende a hacer de él, valga la aclaración, algo totalmente diferente […], sino que debe desarrollar los gérmenes que Dios mismo ha depositado en el hombre, pues el cristiano sabe que él es quien tiene realidad ante Dios. En esto el hombre viene también en ayuda de Dios, es algo así como su colaborador en la terminación de la gran obra que Dios mismo comenzó53 .

Encuentro instructivo que Kierkegaard invoque la perspectiva de una “persona sensible” que respeta “el valor y la originalidad de un ser humano” a fin de prestar soporte a su crítica de la pura ironía. ¿Debe Kierkegaard intentar equilibrar la perspectiva de una “persona sensible” con la del “cristiano pío”? Si es así, inscribe distintamente los preceptos cristianos en el sentido común de su tiempo. Este movimiento puede entenderse, siguiendo el contexto histórico de Kierkegaard. Dudo, sin embargo, que Kierkegaard trate de equilibrar estas perspectivas; se trata además para él, y en el mismo contexto, de un vivir poéticamente que está localizado antes de la concepción cristiana y de la concepción ironista. Kierkegaard plantea:

    El cristiano se deja poetizar, y en este sentido un simple cristiano vive de manera mucho más poética que muchas cabezas bien dotadas. Pero también aquel que en sentido griego se poetiza a sí mismo reconoce que se le ha impuesto una tarea. Por eso le importa tanto llegar a ser consciente de lo que en él hay de originario, y esa originalidad es el límite dentro del cual poetiza, dentro del cual es poéticamente libre54 .

Para mis propósitos, lo que es crucial en relación con vivir poéticamente “en un sentido griego”, como lo concibe Kierkegaard, es que pese a la concepción ironista, reconoce que la identidad social que hereda una persona representa una tarea para ella en un sentido importante. La persona no se compone a sí misma poéticamente a través del desprendimiento irónico de sus roles sociales, sino a través de su elección responsable en relación con ellos. Esta tarea no tiene sin embargo una distinción adicional de componente teológico. Para Kierkegaard basta que el vivir poéticamente cuente como un sentido, incluso si no es este el mejor sentido del vivir poéticamente. Podemos concebir por tanto esta concepción del vivir poéticamente como una concepción ética amplia que tiene mucho en común con una concepción decididamente cristiana, incluso si esta no recurre a un sentido cristiano de la naturaleza y el destino humano. Esta lectura es correcta, incluso cuando Kierkegaard vincula explícitamente las premisas cristianas en su crítica de la pura ironía, reconociendo que puede ser criticado solamente desde una amplia perspectiva ética. En otras palabras, se necesita no ser cristiano para estar de acuerdo con Kierkegaard que la pura ironía es éticamente problemática. Por tanto, Kierkegaard advierte mucho sentido común entre una persona que toma una perspectiva ampliamente ética y una que adopta un punto de vista explícitamente cristiano de pura ironía55 .

En otro contexto, “la ironía presupone una cultura intelectual muy específica, la cual es muy rara en cualquier generación”56 . Si vivir una buena vida es vivir una vida poética Resta un punto en la explicación de Kierkegaard del vivir poético que puedo pasar por alto. De acuerdo con él, “todo hombre puede vivir de manera poética si de verdad así lo quiere”57 . Kierkegaard piensa que esta característica de su explicación es otra ventaja que se tiene sobre la manera como un ironista entiende el vivir poético. Si el vivir poético requiere el tipo de desprendimiento reflexivo característico de la pura ironía, las personas comunes y sin educación encontrarán verdaderamente difícil, si no imposible vivir poéticamente. Como Kierkegaard establece o si una vida poética es la mejor manera de vivir bien, entonces las personas educadas, inteligentes y relativamente sanas tendrán una abrumadora ventaja sobre otras en su búsqueda de una vida buena. Kierkegaard no tiene nada de esto. Como cristiano, considera ofensiva la idea de que esta suerte de parecer moral juegue un papel decisivo en la búsqueda de una vida buena58 .

No importa qué hagamos aquí con la posición de Kierkegaard, su propia explicación del vivir poético enfrenta un problema que es similar al que buscamos encontrar en la posición del ironista. Para Kierkegaard es dudoso pensar que cualquiera puede vivir cristianamente si verdaderamente así lo quiere59 . En este caso, contra Kierkegaard, no está en capacidad de vivir poéticamente quien realmente quiere vivir en este sentido, excepto quizás en un amplio sentido ético. Tal vez Kierkegaard tiene en mente algo como esto. Es posible que crea que las personas pueden vivir cristianamente sin ser concientemente cristianas ejemplificando varias virtudes que la cristiandad endosa. En este caso, muchas más personas serán capaces de vivir poéticamente, como Kierkegaard entiende vivir poéticamente (opuesto a como los ironistas lo entienden).

Las observaciones de Kierkegaard en la sección final de su tesis confieren cierto crédito a esta lectura. En el contexto de reclamo que manifiestan los trabajos de Shakespeare y Goethe por la “ironía controlada”, Kierkegaard establece:

    Lo que hace que el poeta viva de manera poética, en efecto, no es el hecho de crear una obra poética […], sino que sólo vive de manera poética cuando él mismo está orientado y situado en relación con la época en la que vive, cuando es positivamente libre en relación con la realidad a la que pertenece. Claro que, entonces, cualquier otro individuo puede vivir de manera poética60 .

Obsérvese que Kierkegaard hace equivalentes aquí vivir poéticamente con llegar a ser positivamente libre. En la sección anterior vimos que para Kierkegaard una persona llega a ser positivamente libre cuando se relaciona abiertamente con su presente, cuando reconoce éste como lo dado y como una tarea, y vive responsablemente. En este sentido, Kierkegaard no sugiere que se llegue a ser un cristiano con el propósito de alcanzar la libertad positiva; se sigue por tanto para él, que se puede vivir poéticamente incluso si no se es una persona religiosa o, más específicamente, un cristiano. Podemos ver ahora más claramente por qué Kierkegaard cree que todo hombre puede llevar una verdadera vida poética. Lo máximo que podemos decir a favor de Kierkegaard es, por tanto, que desde su exposición, muchas personas pueden vivir poéticamente en un alto grado. De acuerdo con Kierkegaard, quienes pueden abrazar explícitamente un sentido cristiano, pueden ir más allá de este punto a un alto grado de existencia poética61 .

 

4. Conclusión

He argumentado que para Kierkegaard la pura ironía o la ironía como una postura comprensiva es una posición enteramente negativa. Como tal, es también una posición altamente problemática. Los ironistas intentan distanciarse de los compromisos de cualquier orden para alcanzar la libertad negativa; a fin de mantener esta postura de distanciamiento, piensan, deben comprometerse con su mantenimiento. De otra manera están sujetos a ser “impedidos por situaciones próximas”, o confinados en algún sentido por sus relaciones con los demás. El resultado es que la pura ironía no es realizable.

La búsqueda de la pura ironía trae consigo, no pocas consecuencias negativas que el ironista intenta eludir. Para comenzar, los ironistas buscan en primer lugar una especie de libertad; sin embargo, de acuerdo con Kierkegaard, llegan a ser menos libres a través de su búsqueda de la pura ironía. Fallan al reconocer y realizar la libertad positiva que procede de: a) estar integrados en cierto sentido en una sociedad no entera o fundamentalmente alienada por dicho sentido y b) ser confiados a otros a través de la elección responsable de roles sociales en una sociedad. Asimismo, eventualmente ironistas llegan a ser prisioneros de sus costumbres; esto ocurre debido a que fracasan al desarrollar y sostener por largo tiempo proyectos y relaciones para los cuales deben desarrollar necesariamente continuidad en la identidad. Los ironistas buscan además ser superiores a las personas comunes, en tanto que esperan trascender las trivialidades que definen a tales personas; sin embargo, de acuerdo con Kierkegaard, vienen a parecerse a las personas comunes en ciertos aspectos importantes. Su falta de compromiso con las demás cosas (lo otro en tanto que ironía), fuera del agotamiento y el cambio, les da la posibilidad de su aquiescencia a las influencias sociales de su entorno. En este sentido, su alto desprendimiento reflexivo colapsa en cruda conformidad social. Además, como las personas comunes, quienes de manera no crítica abrazan sus roles heredados y sus prácticas sociales, los ironistas interpretan mal su medio social. De acuerdo con Kierkegaard, por diferentes razones ambos tipos de personas fracasan al querer ser individuos en comunidad con otras personas. El resultado de todo esto es que los ironistas desarrollan una suerte de individualidad verdaderamente malsana, la cual es además destructiva de ciertos valores comunes.

Hasta donde puedo ver, estas críticas no dependen crucialmente de la comprensión cristiana de Kierkegaard de la naturaleza humana. Incluso si Kierkegaard mismo llega a estas críticas debido a que es un cristiano, e incluso si basa sus críticas en su punto de vista de que el presente es a la vez don y tarea, no se sigue de ahí que estas críticas sean plausibles sólo desde un punto de vista religioso o particularmente cristiano. Por tanto, tal como he expuesto la posición de Kierkegaard, he tratado de mantener separadas estas amplias líneas éticas de la crítica de la pura ironía y de la línea crítica que depende crucialmente de la comprensión cristiana de Kierkegaard del vivir poético. Estas líneas críticas se admite que se encuentran juntas en Sobre el concepto de ironía. Sin embargo, este hecho simplemente confirma mi lectura que, como he argumentado, puede ayudar a mostrar que para Kierkegaard es común el terreno entre quienes siguen una aproximación crítica a la pura ironía desde una ética amplia y quienes la siguen desde una ética religiosa.

La lectura de Sobre el concepto de ironía que he bosquejado aquí señala que dicha obra preconiza desde una mirada profunda algunos temas centrales que Kierkegaard desarrolla en sus últimos escritos, especialmente en sus trabajos con seudónimo. Particularmente O/o (O Esto o Aquello) sobresale como un trabajo que aproxima perspectivas y amplía temas de las tesis kierkegaardianas. En consecuencia, no debe ser interpretado al margen de Sobre el concepto de ironía. Alasdair MacIntyre comete este error cuando argumenta que en O/o (O Esto o Aquello) Kierkegaard nos presenta sin un criterio de elección los modos de existencia éticos y estéticos62 . En vista de la estrecha afinidad entre el esquema de Kierkegaard y el análisis de la pura ironía en sus tesis y la presentación y evaluación del sentido de la vida de “A” en O/o (O Esto o Aquello), es muy probable que para Kierkegaard y no solamente para Judge William, el irónico distanciamiento de “A” se presente como un sentido de vida debido a que fracasa al realizar los mismos valores éticos, estéticos y psicológicos que Kierkegaard invoca en su tesis de la crítica de la pura ironía63 . Como resultado, la unidad subrayada en varios escritos de Kierkegaard, los cuales invoca retrospectivamente en Point of View, se hace más fuerte64 . Sobre el concepto de ironía sobresale por ser un trabajo central que dispone el escenario para la autoría de los seudónimos de Kierkegaard.

 


* Publicado en Journal of Religious Ethics, Inc. 2004. JRE 32.3:417-447.

Brad Frazier, Ph. D. de la Sanit Louis University. En la actualidad es profesor investigador de la Lee University, en Cleveland – Estados Unidos.

Estudiante del programa de Licenciatura en Filosofía del Departamento de Filosofía, Universidad del Valle.

1 Robert L. PERKINS. «What a Hegelian Fol. I Was», en History of European Ideas 20. 1995, pp, 177-181.

2 Søren KIERKEGAARD. Sobre el concepto de ironía en constante referencia a Sócrates, en Escritos Vol. I. Editorial Trotta. Valladolid. 2000, p. 285, 287. Traducción del danés de Darío González y Begonya Saez Tajafuerce.

3 Podemos matizar esta declaración de manera más modesta como la afirmación de que Sócrates es el primer ironista conocido o el primer ironista bien conocido. Esta manera de entender la declaración de Kierkegaard acerca de Sócrates no altera sustancialmente lo que él tuvo en mente. Para una discusión útil de la ironía socrática y del cambio que ocurre en el pensamiento de Kierkegaard acerca de ésta, partiendo inicialmente de considerar a Sócrates como un tipo de ironista puro, hasta llegar a verlo como un ejemplo de pensador subjetivo que emplea acertadamente la ironía como incógnito de su pasión ética. Véase: John LIPPITT. Humour and Irony in Kierkegaard’s Thought. New York. St. Martin’s Press. 2000, pp. 135- 157. Kierkegaard articula la posición formal en sus tesis y el posterior y más positivo punto de vista acerca de Sócrates y la ironía socrática en el Postscriptum, encubierto en el nombre de Johannes Climacus. Véase: Søren KIERKEGAARD. Sobre el concepto de ironía en constante referencia a Sócrates, en Escritos Vol. I. Ed. cit., p. 81.

4 Ibíd.

5 Ibíd., p. 82.

6 Ibíd., p. 281.

7 Ibíd., p. 285.

8 Allen W. WOOD. Hegel’s Ethical Thought. Cambridge. Cambridge University Press. 1990, p. 196.

9 Charles TAYLOR. Hegel. Cambridge. Cambridge University Press. 1975, pp. 376-377.

10 Søren KIERKEGAARD. Sobre el concepto de ironía en constante referencia a Sócrates, en Escritos Vol. I. Ed. cit., p. 283.

11 Ibíd., p. 284.

12 El consejo que “A”, el joven del primer volumen de O/o (O Esto o Aquello), ofrece en relación con la amistad en un ensayo titulado «Rotación de Crops: Una aventura en una teoría de la prudencia social», ilustra precisamente la distancia de esta postura. Kierkegaard anota: “Guárdate entonces de la amistad. ¿Cómo se define un amigo? Un amigo no es lo que la filosofía llama el otro necesario sino el tercero superfluo […]. Dos amigos de una cercana amistad, con el fin de ser el uno para el otro, incluso piensan que ningún ser humano puede ser para otro ser humano, excepto si lo son en el mismo sentido[…]. Pero precisamente porque queda claro lo de la amistad, uno no vive por esta razón sin contacto con las personas. Por el contrario, estas relaciones pueden tomar un cambio profundo ahora y después, dado que uno siempre ¯ incluso pensando mantener por un tiempo la misma paz ¯ tiene suficiente resera de velocidad para huir lejos de ellos” (Søren KIERKEGAARD. Either / Or. Vol. 1. Editado y traducido por Howard V. Hong y Edna H. Hong. Princeton. Princeton University Press. 1987, pp. 295-296). En respuesta a “A”, Judge William claramente hace eco de Kierkegaard: “Continuamente ronda usted arriba de usted mismo, pero la atmósfera elevada, la refinada sublimación en la que se ha vaporizado usted, no tiene nada de desesperación, y usted ve debajo suyo una multiplicidad de asuntos, visiones, estudios y observaciones que no tienen más realidad para usted que la que usted caprichosamente utiliza y combina para decorar tan elegantemente como puede el palacio suntuoso del intelectual en el cual usted ocasionalmente reside” (Ibíd., Vol. 2, p. 198).

13 Para una discusión productiva de este punto, véase Anthony RUDD. «Kierkegaard’s Critique of Pure Irony», en Kierkegaard: The Self in Society. Editado por George Pattison y Steven Shakespeare. New York. St. Martin’s Press. 1998, pp. 82-86.

14 Cf. Søren KIERKEGAARD. Sobre el concepto de ironía en constante referencia a Sócrates, en Escritos Volumen I. Ed. cit., p. 275.

15 Ibíd., p. 282.

16 Ibíd., pp. 287-288.

17 Ibíd., p. 287.

18 Anthony RUDD. «Kierkegaard’s Critique of Pure Irony», en Kierkegaard: The Self in Society. Ed. cit., p. 82.

19 Søren KIERKEGAARD. Sobre el concepto de ironía en constante referencia a Sócrates, en Escritos Volumen I. Ed. cit., p. 278-279.

20 Cf. Ibíd., p. 281.

21 Aquí (con respecto al nuevo criticismo) Kierkegaard anticipa el argumento de Judge William sobre la superioridad en un sentido ético de la vida en relación con una vida de desapego irónico de «La validez estética del matrimonio» (Søren KIERKEGAARD. Either / Or. Vol. 2. Ed. cit., pp.3-154).

22 Søren KIERKEGAARD. Sobre el concepto de ironía en constante referencia a Sócrates, en Escritos Volumen I. Ed. cit., p. 294.

23 Ibíd., p. 302.

24 Andrew CROSS. «Neither Either Nor Or: The Perils of Reflexive Irony», en The Cambridge Companion to Kierkegaard, editado por Alastair Hannay y Gordon D. Marino. Cambridge. Cambridge University Press. 1998, pp. 125-153. Cross llega a enfatizar que el problema que tiene un ironista en esta situación es que ésta ordena además una postura irónica que no es total (o pura) o, si adopta una actitud irónica hacia su propia ironización, abandona la idea de que es superior a las otras personas a fuerza de su ironización, en tanto que es “precisamente una actividad más sin sentido” (Ibíd., p. 139). Sin embargo, que incluso el pensamiento de Kierkegaard reclame que todas las formas de ironía envuelven un sentido de superioridad (Søren KIERKEGAARD. Sobre el concepto de ironía en constante referencia a Sócrates, en Escritos Vol. I. Ed. cit., p.p. 248-249), no se sigue que considere este sentido como uno de los principales valores en juego para un ironista en este dilema (ello mientras Kierkegaard lo reconozca o no). Después de todo, en estas circunstancias un ironista puede continuar reteniendo un sentimiento de superioridad, concluyendo que su realización en un sentido irónico de la vida, es tan solo otra actividad sinsentido en sí misma, superior a las perspectivas de los otros, personas menos reflexivas, que no han hecho este descubrimiento acerca de su sentido de la vida. Además, como John Lippitt apunta, no es difícil exagerar la naturaleza exclusiva de la ironía y el sentido de superioridad que acompaña (John LIPPIT. Humour and Irony in Kierkegaard’s Thought. New Cork. St. Martin Press. 2000. p.p. 150-151). Por tanto seremos suspicaces al dar un sentido de superioridad a uno de los valores centrales en juego en el dilema que resulta de intentar la postura de la pura ironía. Además, en esta crítica de la pura ironía, Kierkegaard tiende a focalizar varios valores morales y estéticos que simplemente están en juego para los ironistas (como él los ve), los cuales puede reconocer clara e incipientemente el ironista, o en algunos casos, de ninguna manera. La lectura de Cross, en tanto que sugestiva e instructiva, puede descuidarse para oscurecer este punto sugiriendo que Kierkegaard enfatiza en un ironista potencial la pérdida de un sentido de superioridad, el cual, desde una perspectiva amplia, es algo trivial.

25 Alternativamente, la ironía es destructiva del bien de la identidad personal. Por supuesto, entiendo aquí la identidad personal en un sentido ético amplio y no metafísico.

26 Cf. Søren KIERKEGAARD. Sobre el concepto de ironía en constante referencia a Sócrates, en Escritos Vol. I. Ed. cit., p.p. 300-301. Para una discusión provechosa de esta idea, véase Sylvia WALSH. Living Poetically: Kierkegaard’s Existential Aesthetics. University Park, PA: The Pennsylvania State University Press. 1994, especialmente pp. 56-62.

27 Richard RORTY. Contingency, Irony, and Solidarity. Cambridge. Cambridge University Press. 1989, p. 88.

28 Søren KIERKEGAARD. Sobre el concepto de ironía en constante referencia a Sócrates, en Escritos Vol. I. Ed. cit., p.p. 299-300.

29 Ibíd., pp. 301-302.

30 La calificación “razonable” puede aludir al hecho de que, bajo el propósito de llevar a cabo la tarea del presente, no se deben aceptar pasivamente, de manera acrítica y total, los roles sociales heredados y las normas que los gobiernan.

31 Anthony RUDD. Kierkegaard and the Limits of the Ethical. Oxford. Clarendon Press. 1993, p. 73.

32 El juez William escribe cartas a “A”. No obstante, mientras participa con estas cartas de un género diferente al de la tesis de Kierkegaard, se interna a la vez en una difusa y compleja filosofía.

33 Søren KIERKEGAARD. Sobre el concepto de ironía en constante referencia a Sócrates, en Escritos Vol. I. Ed. cit., p.p. 302-304.

34 Para servirnos de la terminología de Richard Rorty, tales personas toman de manera radical y necesaria la contingencia de las convenciones sociales. Es importante tener presente lo que Kierkegaard establece con la frase “personas del común”; no sólo tiene en mente a las personas comunes, sino a las personas que son irreflexivos conformistas sociales. Para una mayor discusión del sentido Kierkegaardiano de “personas del común”, véase Jorgen BUKDAHL. Søren Kierkegaard and the Common Man. Traducido por Bruce H. Kirmmse. Grand Rapids. Eerdmans. 2001.

35 Søren KIERKEGAARD. Sobre el concepto de ironía en constante referencia a Sócrates, en Escritos Vol. I. Ed. cit., p.p. 302.

36 Los lectores familiarizados con La Enfermedad para la Muerte de Kierkegaard, reconocerán aquí una prefiguración de la discusión sobre la desesperanza de la necesidad y la desesperanza de la posibilidad del Anti-Climacus. Véase: Søren KIERKEGAARD. The Sickness Unto Dead, A Christian Psychological Exposition for Upbuilding and Awakening. Editado y traducido por Howard V. Hong y Edna H. Hong. Princeton. Princeton University Press. 1980, pp. 29- 42.

37 Si esta observación parece demasiado vaga, considérense entonces estos puntos. Primero, como Aristóteles nos advierte, no deberíamos reclamar mayor precisión en la cuestión del sujeto que la que éste permite. Segundo, la vaguedad de esta observación puede tener fuerza en el sentido en que una observación más específica puede inadvertidamente excluir sentidos de la vida que ejemplifican la salud individual. Tercero, en la siguiente sección cualifico la posición de Kierkegaard, como él lo hace, en un sentido que será más privativo. Cuarto, es importante, sin embargo, no hacer esto más privativo aún de lo que en efecto es. Hago elaboraciones en este punto en la siguiente sección.

38 Søren KIERKEGAARD. Sobre el concepto de ironía en constante referencia a Sócrates, en Escritos Vol. I. Ed. cit., pp. 304-306.

39 Tal vez podamos poner esto en este sentido. El proyecto secreto de un ironista es realizar la libertad negativa. Sin embargo, este proyecto remite a numerosos subproyectos, al punto que la libertad negativa se encuentra a ella misma intentando salir del tedio como su meta inmediata. “A” está bastante cerca de esto. En «Rotation of Crops» clarifica que el principio básico que subrayan sus diferentes tendencias de prudencia social es que “todo el mundo está aburrido”. Además, reclama que el tedio es “la raíz de todo mal” (Søren KIERKEGAARD. Kierkegaard. Either / Or. Vol. 1. Ed. cit., p. 285). Por tanto, si hay alguna cosa semejante a un telos humano, es escapar del tedio, de acuerdo con “A”, y se puede no alcanzar esta meta con otras personas en medio de la comunidad.

40 Por supuesto, el punto completo de Williams es que las teorías morales utilitarista y kantiana no dan cuenta adecuada de “la importancia del carácter individual y las relaciones personales en la experiencia moral”. Verse Bernard WILLIAMS. «Persons, Character and Morality», en The Identities of Persons. Editado por Amelie Oksenberg Rorty. Berkeley. University of California Press. 1976, pp. 197-216.

41 Ibíd., p. 201.

42 Ibíd., p. 208.

43 Ibíd., p. 209.

44 Hay una razón para creer que Kierkegaard tiene una conversión decisiva al cristianismo en 1838, precisamente antes de que complete y defienda su tesis en 1841.

45 Se trata de la idea de que en nuestra sociedad “hay diversidad de doctrinas comprehensivas, todas perfectamente razonables”. Sin embargo, esta condición no es afortunada, ya que de acuerdo con Rawls se agota rápidamente. Este es el resultado inevitable de la “libre razón humana”. Por tanto, desde que tomamos el libre ejercicio de la razón humana como un bien básico que puede engrandecer a todos los ciudadanos, queremos dar a entender que continuará siendo una diversidad razonable de doctrinas comprehensivas y que esto es una buena cosa. Ver: John RAWLS. Political Liberalism. New York. Columbia University Press. 1993, pp. 24-25 n. 27; 36-37.

46 Considérese, por ejemplo, el amplio punto de vista ético de Judge William en el segundo volumen de O/o (O Esto o Aquello) y el riguroso punto de vista cristiano que adopta Kierkegaard bajo el seudónimo de Anti-Climacus en La práctica en el cristianismo.

47 No sugiero en todo caso que en Sobre el concepto de ironía Kierkegaard ya claramente tenga en mente esta última distinción entre formas de existencia éticas y ético-religiosas. Sólo sugiero que en este trabajo hay posiciones centrales que no dependen de presuposiciones cristianas, y hay otras que dependen de tales asunciones. Estoy sugiriendo que, aunque estas posiciones con frecuencia no las distingue Kierkegaard claramente, no es anti-kierkegaardiano distinguirlas. Desde mi punto de vista, incluso si están presentes, no sería sin embargo una razón lo suficientemente buena no distinguirlas.

48 Søren KIERKEGAARD. Sobre el concepto de ironía en constante referencia a Sócrates, en Escritos Vol. I. Ed. cit., p. 303.

49 Ibíd.

50 Sylvia WALSH. Living Poetically: Kierkegaard’s Existential Aesthetics. Ed. cit. p. 57.

51 En la exposición de Kierkegaard, no hay una distinción importante entre un ironista romántico y uno puro.

52 Sin embargo, Kierkegaard no sugiere que los seres humanos tengan más que una comprensión falible de algunas de aquellas normas.

53 Søren KIERKEGAARD. Sobre el concepto de ironía en constante referencia a Sócrates, en Escritos Vol. I. Ed. cit., p. 302.

54 Ibíd, p. 303. La referencia de Kierkegaard a un “simple cristiano” que vive “más poéticamente que muchos brillantes intelectuales” anticipa una importante distinción que plantea en Postscript, bajo el seudónimo de Johannes Climacus, entre modos simples e intelectuales de autorealización. Véase Søren KIERKEGAARD. Concluding Unscientific Postscript to “Philosophnical Fragments”. 2 vols. Edited and translated by Howard V. Hong y Edna H. Hong. Princeton. Princeton University Press. 1992, pp. 1: 159-181. Para ayudar a la discusión de la distinción de Climacus, véase además C. Stephen EVANS. Kierkegaard’s “Fragments” and “Postscript”: The Religious Philosophy of Johannes Climacus. Atlantic Highlands, HJ: Humanities Press. 1983, pp. 190-192.

55 Ciertamente, él mismo Kierkegaard se mueve atrás y adelante entre estas perspectivas en su crítica de la pura ironía.

56 Søren KIERKEGAARD. The Point of View. Editado y traducido por Howard V. Hong y Edna H. Hong. Princeton. Princeton University Press. 1998, p. 64.

57 Søren KIERKEGAARD. Sobre el concepto de ironía en constante referencia a Sócrates, en Escritos Vol. I. Ed. cit., p. 316.

58 Kierkegaard también puede objetar a esto con una exposición de su humanismo. Véase C. Stephen EVANS. Kierkegaard’s “Fragments” and “Postscript”: The Religious Philosophy of Johannes Climacus. Atlantic Highlands. NJ: Humanities Press. 1983, pp. 190-191.

59 Está más allá del alcance de este ensayo explorar esta observación en detalle. Sin embargo, he aquí algunos puntos que lo sustentan: Para comenzar, muchas personas nunca se enteran de los sentidos cristianos de Dios y humanidad. Otras experimentan estos sentidos tan extraños que les son ininteligibles. Además, muchas personas que encuentran dichos sentidos, son testigos de la crueldad de algunos cristianos para quienes es casi imposible considerar un sentido cristiano de Dios y la humanidad como punto de partida plausible para una reflexión moral de la condición humana. Finalmente, algunas personas experimentan un mal terrible de semejante sentido, que llega a ser imposible para ellas ver el mundo de manera teísta.

60 Søren KIERKEGAARD. Sobre el concepto de ironía en constante referencia a Sócrates, en Escritos Vol. I. Ed. cit., pp. 338-339.

61 Este límite se refiere al punto en el cual un sentido ético de la vida pasa a uno éticoreligioso. Hay precedentes bien documentados en los escritos de Kierkegaard para demarcar un límite entre estos sentidos de la vida.

62 Cf. Alasdair MacINTYRE. After Virtue. 2nd ed. Notre Dame. University of Notre Dame Press. 1984, pp- 39-45.

63 Para un análisis más crítico de la interpretación de MacIntyre de Kierkegaard y una réplica de MacIntyre, véase: John J. Davenport y Anthony Rudd, eds. Kierkegaard After MacIntyre: Essays on Freedom, Narrative, and Virtue. Chicago. Open Court. 2001.

64 Agradezco a Eleonore Stump, Richard Dess, Summer Twiss y a un lector anónimo por sus provechosos comentarios al bosquejo previo de este ensayo. A este respecto estoy especialmente agradecido con Greg Beabout.


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