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Praxis Filosófica

Print version ISSN 0120-4688On-line version ISSN 2389-9387

Prax. filos.  no.24 Cali Jan./June 2007

 

CARLOS EMILIO GARCÍA

Popper’s Theory of Science. An apologia London: Continuum, 2006, 166p.

Germán Guerrero Pino

Universidad del Valle

 

El libro del profesor García tiene un doble mérito respecto al estado de la filosofía en nuestro país: contener una investigación original sobre filosofía de la ciencia y estar escrito en inglés. El desarrollo profesional de la filosofía de la ciencia en Colombia es bastante reciente, podríamos decir que no lleva más de dos décadas. Y la publicación de un libro con las características del de García nos sirve, en parte, como un indicador de éste desarrollo, pero sobretodo como un derrotero a seguir en la investigación filosófica sobre la ciencia. Esta publicación nos enseña que no es suficiente con hacer una investigación con influencia local sino que debemos buscar que nuestra producción trascienda estas barreras, y no sólo ello, también nos enseña que lo podemos hacer.

Pero desde luego que el libro de García es evidencia de su importante recorrido intelectual y profesional en esta área de la filosofía, la filosofía de la ciencia y en particular la filosofía de Popper, que ha quedado marcado con libros suyos anteriores como Introducción a la lectura de Popper (2001), Paul K. Feyerabend y otros: Discusiones sobre ciencia y sociedad (1997), Evolución histórica del pensamiento científico. Desde la antigüedad clásica hasta el período moderno (1997) y El crecimiento de la ciencia: Las versiones de Popper y Feyerabend (1990).

Popper’s Theory of Science. An apología (La teoría de la ciencia de Popper. Una apología), como el título lo indica, es una defensa de la teoría de la ciencia de Popper, en el que se presentan las ideas centrales de lo que podríamos llamar el sistema popperiano sobre la ciencia y se hace un análisis pormenorizado, bajo una argumentación rigurosa, de las principales críticas que se le han hecho. En este sentido la investigación de García se enmarca dentro de la tradición y el estilo analíticos de la filosofía. La defensa que adelanta García, en cada uno de los casos, no consiste en una repetición o rehabilitación de los argumentos dados por Popper en su momento, sino en argumentos y contra-argumentos nuevos e ingeniosos que, al parecer de García, se enmarcan dentro del sistema conceptual de la teoría de la ciencia de Popper, y en este sentido son herederos de dicho espíritu. Es en estos precisos términos como hay que entender que el libro de García constituye una apología de la obra de Popper. Y desde luego que muchos menos hay que identificar el libro con una apología del pensador.

De acuerdo con García, el sistema popperiano se compone de cuatro partes relacionadas entre sí: el problema de la inducción, que incluye la propuesta de solución, y las nociones de falsabilidad, corroboración y verosimilitud. García considera y muestra que la falsabilidad es la columna vertebral del sistema, de ahí la importancia conceptual de aclarar sus relaciones con la corroboración y la verosimilitud. La imagen de la ciencia empírica desarrollada por Popper depende enteramente de estos conceptos y relaciones. Además García nos plantea que estas distintas cuestiones son suficientes, desde una perspectiva popperiana, para explicar los problemas cruciales de la epistemología, esto es, la naturaleza del conocimiento científico y las distintas formas en que este progresa. Todo este tipo de precisiones conceptuales y metodológicas son las que se presentan en el primer capítulo, “Introduction” (Introducción).

En el capítulo 2, “Solution to the Problem of Induction” (Solución del problema de la inducción), García comienza por precisar que este problema tiene que ver fundamentalmente con la cuestión de ¿cuál es el método correcto empleado por la ciencia a la hora de evaluar o valorar sus teorías, si éste es inductivo o deductivo o qué otro podría ser? Es importante recordar que los miembros del Círculo de Viena, que promovieron en filosofía el positivismo lógico, y Karl Popper fueron quienes, en la década de los treinta del siglo pasado, hicieron de la filosofía de la ciencia una disciplina autónoma. En este sentido nuestra disciplina les debe mucho, pero en la década de los sesenta comienza una oleada de ataques contra prácticamente todas las ideas defendidas por los positivistas lógicos, muy arraigadas también en su forma peculiar de concebir y hacer filosofía. Una de estas ideas, también apoyada por Popper (aunque no en los mismo términos sino en términos completamente opuestos), era la posibilidad de hablar de un método científico que recogiera no la manera como se llega al conocimiento sino la forma como se justifica dicho conocimiento una vez obtenido. Los positivistas lógicos eran verificacionistas (confirmacionistas) mientras que Popper era falsacionista. Para los primeros, podríamos decir que una teoría es aproximadamente verdadera entre más contrastaciones exitosas y significativas tenga, mientras que para Popper no podemos aspirar a asegurar la verdad de una teoría sino sólo falsarla, esto es, debemos buscar experiencias o fenómenos de los que no dé cuenta la teoría, es decir, fenómenos que la falseen.

Esto es, como dice García, Popper dejó bien sentado, por una parte, que no se puede justificar en forma definitiva la verdad de un enunciado universal a partir de la verdad de ningún número de enunciados observacionales, tal y como pretendían los positivistas lógicos; y, por otra parte, que sí se puede garantizar la falsedad de un enunciado universal a partir de la falsedad de un enunciado que es implicado por él. En esta última idea radica la falsabilidad popperiana y el argumento contiene la esencia de la solución de Popper de una versión del problema de la inducción, el cual, de acuerdo con García, “pocos filósofos estaban preparados para concordar, ni con el método que empleó para atacar este problema, ni con sus conclusiones al respecto”. Así, García presenta, analiza y resuelve las principales críticas al respecto, sacando adelante la solución popperiana de la inducción. Esto lo hace reconstruyendo por completo los principales argumentos de Popper, comenzado por la formulación misma del problema planteado por Hume. Así, y en particular, muestra que una teoría de la ciencia no verificacionista, no justificacionista, como la de Popper, puede eliminar la inducción y que, además, su teoría de la ciencia no contiene premisas inductivas ocultas.

En síntesis, hemos de concluir que el método de la ciencia para Popper debe tener un carácter deductivo y, por tanto, debe ser el método de la falsación. Convirtiéndose así la falsabilidad en una noción básica y central en el sistema popperiano, tal y como la enfatiza García. Aún más, para él la noción de falsabilidad, en sentido popperiano, es una noción lógica, y esta propiedad es importante tenerla presente para evitar muchas de las confusiones comunes en las críticas a su teoría de la ciencia. El capítulo 3, “Falsifiability” (La falsabilidad) se ocupa en forma sistemática de este polémico concepto: explica las dos definiciones posibles del término “falsabilidad” y establece las diferencias entre este término y “falsación”; de igual modo se precisan las nociones de enunciados básicos, falsadores potenciales, grados de falsabilidad y de contenidos lógico y empírico. También se examinan, una por una, las principales críticas a la teoría de la falsabilidad de Popper hechas por Kuhn, Lakatos, Feyerabend y Dersksen, fundamentalmente, mostrando en cada caso cómo la noción de falsabilidad de Popper puede hacer frente a todas ellas.

El propósito principal del capítulo 4, “Corroboration” (La corroboración), es rechazar la idea bastante común de establecer la equivalencia entre corroboración y confirmación. García muestra claramente que esta última categoría era la que privilegiaban los positivistas lógicos, en tanto que la noción popperiana de corroboración, tal y como se aplica en las teorías científicas, no tiene un carácter lógico, aunque esta noción se suele aclarar recurriendo a la teoría de la probabilidad. Pero aún así, argumenta García, no es lógica en la medida que no cumple o satisface los axiomas del cálculo de probabilidades. A continuación García introduce la distinción entre corroborabilidad y corroboración, mostrando que la primera noción opera en un contexto modal y la segunda no. Bajo este análisis García logra compatibilizar la falsabilidad con la corroboración, aún más, aclara la relación entre ellas y muestra que, si son bien entendidas, es posible satisfacer ambas nociones de manera simultánea sin ninguna concesión o apelación a la inducción.

En el quinto, y último, capítulo, “Verisimilitude” (La verosimilitud), García se ocupa de la tercera noción clave del sistema popperiano, de su relación con la falsabilidad y, lo que es más importante, de presentar y argumentar una propuesta de solución del problema de la verosimilitud. Esta última parte es la más novedosa e ingeniosa de todo el libro, y como tal no deja de ser polémica. Pero especialmente es arriesgada porque el mismo Popper aceptó algunas de las críticas que le hicieron a su noción de verosimilitud.

Para Popper ‘verosimilitud’ equivale a ‘verdad aproximada’. Es claro que nuestras teorías no pueden aspirar a ser absolutamente verdaderas, pero una meta más modesta y realista para la ciencia es que las teorías sucesivas se aproximen más a la verdad; esto es, que nuestras teorías sean cada vez más verosímiles, estén cada vez más próximas a la verdad. Como dijera Popper: somos buscadores de la verdad, aunque nunca nos sea lícito concluir que la poseemos. El principal problema de la teoría de la verosimilitud radica, según García, en buscar una forma de determinar si se está haciendo progreso hacia la verdad y una formulación que nos permita aplicarla a una serie de teorías, que –hasta donde sabemos– son potencialmente falsas, pero pueden, sin embargo, aproximarse a la verdad.

Como bien se sabe, y en términos generales, Popper recurre a la noción tarskiana de contenido lógico para definir la verosimilitud; la cual, en últimas, queda definida en términos de contenido de verdad y contenido de falsedad. Ahora bien, Tichy y Miller demostraron en 1974 que la noción de verosimilitud no es útil para hacer comparaciones del tipo de las que serían necesarias en una teoría de la ciencia capaz de elegir entre teorías competidoras que difieren precisamente en este aspecto. El problema radica en que, al aplicar la noción comparativa de verosimilitud a un par de teorías tal que cada una de ellas se encuentra a una distancia diferente de la verdad, y por lo tanto tiene un grado diferente de verosimilitud, resultan ubicadas exactamente en el mismo punto, como si tuvieran el mismo grado de verosimilitud. Así las cosas, la noción de verosimilitud no logra discriminar entre dos teorías falsas que se encuentran, respectivamente, a una distancia diferente de la verdad, lo cual hace el criterio inaplicable. Ahora bien, si entendí bien la propuesta de García, esta dificultad queda superada al definirse la verosimilitud eliminando toda referencia a los grados negativos de corroboración y a los grados negativos de verosimilitud e introduciendo algunas distinciones y prohibiciones sintácticas adicionales que son consistentes con los elementos centrales de la teoría de la ciencia de Popper. Como dice el mismo García, su propuesta “tiene las virtudes de ser más simple y más intuitiva”. No cabe duda que esta parte del libro, en especial los respectivos argumentos, es la más compleja y técnica de todas. De modo que una valoración responsable de esta parte del trabajo, que es el punto final de todo el tejido construido a lo largo de los capítulos anteriores, sólo puede ser posible si se hace una atenta y juiciosa lectura del libro. De ahí mi invitación a leer el libro, sin perder de vista estas palabras de García: “pero aún en el caso de que mi análisis resulte defectuoso en algún aspecto, espero que lector me mostrará cierta indulgencia basado en el hecho doble de que el presente trabajo promueve la discusión de los problemas epistemológicos desde el punto de vista del racionalismo critico y de que hace mucho que estamos en mora de reconsiderar la teoría de la ciencia de Popper desde esta óptica”.

Finalmente, el libro se cierra con el apéndice “Lista de definiciones”, que contiene las definiciones de los términos más técnicos empleados en libro. Esta lista presta un gran servicio al lector porque normalmente se dificulta retener el sentido exacto de los términos técnicos, que es muy necesario a la hora de seguir una rigurosa argumentación y reconstrucción conceptual del tipo de las que hace García.

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