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Praxis Filosófica

Print version ISSN 0120-4688On-line version ISSN 2389-9387

Prax. filos.  no.26 Cali Jan./June 2008

 

ON THE ORIGINS OF HUMAN EMOTIONS A SOCIOLOGICAL ENQUIRY INTO THE EVOLUTION OF HUMAN AFFECT Jonathan H. Turner California: Stanford University Press, 2000, 189 páginas.

María del Mar Cabezas Hernández

Universidad de Salamanca, España


Quiénes somos y cómo hemos llegado a ser quienes somos son los eternos enigmas a cuya resolución se consagran, directa o indirectamente, múltiples disciplinas en un intento por resolver una parte del puzzle. J. Turner también se embarca a través de las páginas de la presente obra en esta investigación concretando la pregunta en un aspecto de nuestra naturaleza, a saber, el social, transformando así el enigma inicial en cómo hemos llegado a ser seres sociales. Para responder a ello el presente libro aporta pistas sumamente valiosas en la reconstrucción del puzzle, reparando en una pieza olvidada y al mismo tiempo clave para entender la identidad de los humanos: las emociones, llegando así a defender la sorprendente y poco frecuente tesis de que las emociones son el fundamento de los lazos sociales en los humanos.

On the origins of human emotions trata, pues, de descifrar mediante una historia –lógica y factible– “cómo operó la selección para hacer de los humanos los animales más emocionales que existen sobre la tierra.”1 Para ello J. Turner, profesor de sociología de las emociones en la Universidad de California (Riverside), realiza un recorrido interdisciplinar, sin por ello abandonar su enfoque sociológico, con el fin de anclar su tesis en distintos puertos intelectuales, mostrando así, como él mismo señala, que la trasgresión de estas fronteras en el conocimiento se perfila cada vez más necesaria en cualquier estudio del ser humano.

Así, con el fin de entender mejor la dinámica de las emociones en las relaciones humanas desde una perspectiva sociológica y evolucionista, J. Turner elabora un argumento original y riguroso, transportándonos al comienzo de nuestra historia como especie. Para el autor se hace evidente, siendo este el punto central de toda su argumentación, que la capacidad emocional fue la manera más eficaz que tuvo la evolución para garantizar nuestra supervivencia; y esto se justifica por dos ideas básicas sobre las que se levanta toda la argumentaci ón. Turner parte, por un lado, del hecho de la existencia de cierta tendencia al individualismo en nuestros ancestros más que a la cooperación en grupo y, por otro, de las circunstancias que se derivan de la nueva vida en la sabana, a saber, la necesidad de una mejor organización del grupo para sobrevivir. Esto a su vez, se traduce, según el autor, en una clara necesidad de mejorar las capacidades comunicativas empezando -y esto es tan bien lo novedoso- por aquella que es más básica: la gestual. Así, se sustenta la hipótesis de que tuvo que desarrollarse primero la capacidad para comprender el lenguaje no verbal, esto es, los gestos faciales de los otros miembros del grupo y las señales visuales, cuya inmediatez ofrece un conocimiento sobre peligros y demás avatares de gran utilidad en situaciones hostiles para el grupo, y, en segundo lugar, la comunicaci ón verbal. Al mismo tiempo, este tipo de comunicación, esta capacidad para leer las emociones primarias del otro, aumenta la cohesión, la solidaridad en el grupo, pues implica el desarrollo de lazos afectivos entre sus miembros. Prueba clara de esto es para el autor el hecho de que quienes no desarrollaron esta capacidad se extinguieron. En otras palabras, la tesis de Turner nos lleva a admitir que la selección natural llevó al ser humanos a convertirse en un animal más emocional, lo que implica, 1) que esta dimensión se convirtió en la condicion sine qua non de la cultura, 2) una reestructuración neuronal, 3) una expansi ón del repertorio emocional de los actuales humanos en comparación con otros animales y 4) un extraordinario desarrollo de vínculos sociales con los miembros del grupo, dando lugar a “códigos morales, responsabilidades para sancionar, intercambio afectivo y toma de decisión orientada hacia las expectativas de los demás.”2 Todo ello justifica el hecho de que Turner aporte una clasificación de las emociones primarias y secundarias, del mismo modo que analiza a continuación el origen neuronal de esta capacidad y su manera- inconsciente- de operar.

De entre las muchas aportaciones que este libro ofrece- no sólo para la sociología- cabe destacar algunos de sus presupuestos de fondo tales como que “somos homínidos en nuestro corazón (…) [y] no podemos, por tanto, desarrollar teorías y programas de investigación sobre los humanos sin tomar en consideraci ón el legado biológico de nuestros ancestros en tanto que continua influyendo en la acción y la interacción humana;”3 o su defensa de la interdisciplinariedad pues, en sus propias palabras, “no podemos estudiar la interacción cara a cara de los humanos metiendo la historia de la evolución humana y la neurología que cambió esta historia en una caja negra.”4 En efecto, esta obra es una muestra de lo que puede aportar al conocimiento del ser humano un punto de vista interdisciplinar.

Asimismo, Turner lleva a cabo este proyecto sociológico con una sorprendente facilidad para presentar datos, hipótesis, teorías, tablas y gráficos de manera atrayente, sugestiva, cercana y comprensible.

Si bien es excesiva la auto-justificación del autor frente a supuestas futuras críticas y si bien la tesis de J. Turner puede tornarse excesivamente tautológica, pues parecería que hemos llegado a ser sociales gracias a las emociones y hemos desarrollado una dimensiona emocional por la necesidad de organizarnos socialmente, es loable su esfuerzo por crear un hilo conductor coherente y por no dejar por el camino una faceta tan importante como la emocional en beneficio de la eficacia o la racionalidad, reparando en la importancia de una dimensión olvidada y comprendiendo que, si la evolución ha perpetuado la dimensi ón emocional es porque es funcional para el ser humano.


1Turner, J. H., On the origins of human emotions. A sociological enquiry into the evolution of human affect, Stanford University Press, California, 2000, p. 26.

2 Turner, J. H., Op.Cit. p. 83.

3 Turner, J. H., Op.Cit. p. 1.

4 Turner, J. H., Op.Cit. p. 116.

 


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