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Praxis Filosófica

Print version ISSN 0120-4688On-line version ISSN 2389-9387

Prax. filos.  no.46 Cali Jan./June 2018

https://doi.org/10.25100/pfilosofica.v0i46.6150 

Artículo de Investigación

La enseñanza del proyecto filosófico de Adam Smith en la historiografía del pensamiento económico

The teaching of Adam Smith's philosophical project in the historiography of economic thought

Pilar Piqué1 

1Universidad de Buenos Aires, Facultad de Ciencias Económicas, Centro de Estudios sobre Población, Empleo y Desarrollo- Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Buenos Aires, Argentina.


Resumen

Habida cuenta de la relevancia que los libros de texto de historia del pensamiento económico tienen en la formación de los economistas en la historia de su ciencia, nos proponemos exponer de qué modo los libros de texto de historia del pensamiento económico han enseñado (e investigado sobre) la obra de Adam Smith y, en particular, qué impacto ha tenido la “disciplinarización” de la historia del pensamiento económico en la relectura de un aspecto de su obra que hoy por lo general no es común a las investigaciones de la ciencia económica convencional: la ligazón conceptual de la Economía Política smithiana con el campo general de conocimientos filosóficos en el que trabajó este autor. Mostraremos cómo este tema ha perdido peso en la historiografía del pensamiento económico (especialmente de los libros de texto), que le han asignado mayor importancia a otros aspectos de la obra de Adam Smith (principalmente económica, es decir, de La Riqueza de las Naciones) más próximos a los usos y costumbres de la ciencia económica del siglo XX. Consideramos que destacar el relego del estudio de este problema puede contribuir no solo a un mejor entendimiento de la obra de Adam Smith sino, asimismo, a una enseñanza más completa de esta.

Palabras clave: enseñanza; Historia del pensamiento económico; Economía Política; Filosofía Moral; Jurisprudencia

Abstract

Given the relevance of the history of economic thought to the training of economists in the history of their science, we propose to show how textbooks on the history of economic thought have taught (and investigated) the work of Adam Smith and, in particular, what impact has the "disciplinarization" of the history of economic thought in the re-reading of an aspect of his work that today is not usually common to conventional economic science research : The linkage of the Smithian Political Economy with the general field of philosophical knowledge in which this author worked. We will show how this topic has lost weight in the historiography of economic thought (especially in textbooks), which have given greater importance to other aspects of Adam Smith's work (mainly economic, that is to say, related to The Wealth of Nations) closer to the uses and customs of 20th century economic science. We believe that highlighting the relevance of the study of this problem can contribute not only to a better understanding of the work of Adam Smith but also to a more complete teaching of this.

Keywords: teaching; History of Economic Thought; Political Economy; Moral Philosophy; Jurisprudence

Introducción

Habida cuenta de la relevancia que los libros de texto de historia del pensamiento económico tienen en la formación de los economistas en la historia de su ciencia, nos proponemos exponer de qué modo los libros de texto de historia del pensamiento económico han enseñado (e investigado sobre) la obra de Adam Smith y, en particular, qué impacto ha tenido la “disciplinarización” de la historia del pensamiento económico (o la historia del pensamiento económico devenida disciplina especializada) en la relectura de un aspecto de su obra que hoy por lo general no es común a las investigaciones de la ciencia económica convencional: la ligazón conceptual de la Economía Política smithiana con un campo general de conocimientos filosóficos. Mostraremos cómo ese tema ha perdido peso en la historiografía del pensamiento económico (especialmente de los libros de texto con los que habitualmente se forman los estudiantes universitarios de las carreras de Economía), que le ha asignado mayor importancia a otros aspectos de la obra de Adam Smith (principalmente económica, es decir, de La Riqueza de las Naciones) más próximos a los usos y costumbres de la ciencia económica del siglo XX. Consideramos que destacar el relego del estudio de este problema puede contribuir no solo a un mejor entendimiento de la obra de Adam Smith sino, asimismo, a una enseñanza más completa de esta.

Aludimos a interpretaciones “disciplinarizadas” porque la historiografía del pensamiento económico que estudiaremos fue desarrollada una vez establecidas las fronteras entre la Economía Política y las comúnmente denominadas Ciencias Sociales (la otrora Filosofía Moral) y a) entre estas, las convencionalmente llamadas Ciencias Naturales y la Filosofía (concebida no como una disciplina más sino como “la madre de las ciencias”), y b) entre cada una de estas y sus historias respectivas. Este hecho acarrea algunas constataciones y ciertos interrogantes. En primer lugar, como mencionáramos, que aquellos cismas señalados no estaban consumados en lo que hoy podemos reconstruir como la época y la obra del autor escocés. En segundo lugar, también como dijéramos ya, que eso ha significado que los libros de historia del pensamiento económico le asignen preeminencia a aquellos aspectos de la obra de Adam Smith que caben dentro de los dominios convencionales de la ciencia económica contemporánea.

Para realizar este trabajo hemos consultado y estudiado alrededor de cuarenta libros de texto sobre historia del pensamiento económico, la mayoría de ellos publicados a lo largo del siglo XX y XXI (utilizados para la enseñanza de esta disciplina en las Facultades de Economía), que complementamos con libros de historias de otras disciplinas. Estructuraremos el trabajo en tres partes. En la primera parte, realizaremos algunos comentarios acerca del problema de interpretación de obras pasadas en la historiografía del pensamiento económico en general y de la obra de Adam Smith en particular. En la segunda parte, sobre la base de la lectura y consulta de estos libros, reconstruiremos cómo los textos sobre historia del pensamiento económico abordaron, al trabajar la obra smithiana, la relación entre la Economía Política y el proyecto filosófico que procuró constituir el autor. Rastrearemos qué huellas dejó la mirada “disciplinaria” de la historiografía del pensamiento económico a esta relación y qué lugar le otorgaron estos textos a la elaboración del proyecto filosófico en el que se inscribió la creación de la Riqueza de las Naciones así como del alcance conceptual de la Economía Política (y en particular, en qué sentido podía aportar conceptualmente a la concreción de aquel proyecto filosófico). En la última parte, expondremos los resultados principales del trabajo y enfatizaremos la importancia de revertir los límites de la enseñanza de historia del pensamiento económico mediante los libros de texto actualmente vigentes.

1. Exégesis y eiségesis en la historiografía del pensamiento económico.

Las grandes obras de la historia del pensamiento económico, algunas de las cuales han ganado en el imaginario social el título de clásicas, lo han hecho porque su vigencia no es meramente circunstancial o episódica, sino debido a que se recrea y se transmite incesantemente generación tras generación. “Viven sus propias vidas” 1 porque su significado y actualidad se tejen y destejen en la sucesión de interpretaciones acerca de ellas en el discurso común (o ideología de la época) y en los saberes convencionalmente aprendidos por el economista, que les asigna a cada una de ellas una determinada jerarquía dentro de un rango de jerarquías, una importancia precisa, una idea básica definida acerca de sus aportes y de sus yerros.

Las obras pretéritas, por tanto, no pueden concebirse como tesoros científicos consumados o fosilizados, o reconstruirse bajo la premisa de que es posible desatender ese “imaginario social” y ese aprendizaje convencional del economista desde un lugar presunta y unilateralmente impoluto. Pues es insuficiente pensar que la tarea de investigación y de enseñanza de una obra del pasado se reduce a abrir el libro y leerlo concienzudamente para extraer solo de aquella actividad toda la verdad ya contenida y constituida en la obra (como también es incompleto, por su parte, pensar que la sola lectura de libros de textos de historia del pensamiento económico nos permite dispensarnos de la lectura cuidadosa de esa obra original). Los aportes científicos de las obras del pasado, se recrean permanentemente a partir de la elaboración de preguntas teóricas sobre ellas que inspiran a cada nueva generación (o, más en general, a cada nueva época). Dicha reelaboración (y transmisión) se realiza en el marco de instituciones de investigación y de enseñanza históricamente específicas.

Nos proponemos investigar un objeto hasta hoy no suficientemente explorado ni por los diversos tipos de trabajo de investigación sobre historia del pensamiento económico ni por aquellos específicamente dedicados a la obra de Smith: la enseñanza de la historia del pensamiento económico (específicamente, de la obra de Adam Smith) por medio de libros de texto, o, dicho en otros términos, el impacto de este tipo de enseñanza en la elección, el orden, la jerarquización y la transmisión de los aportes de los autores pretéritos de la historia del pensamiento económico.

Escoger ese objeto de incumbencia nos conduce a indagar acerca de qué (noción de) historia del pensamiento económico transmiten los libros de texto, es decir, no solo qué aspectos generales, particulares y singulares destacan de las obras de los autores pretéritos (y, especialmente para este trabajo, de la obra de Adam Smith) sino asimismo, qué entienden por historia del pensamiento económico, cómo la elaboran, la ordenan, la trasmiten, la desarrollar y la enseñan. A los fines del desarrollo de nuestro argumento, incorporamos dos figuras analíticas, que nacieron y se emplearon preeminentemente en la tradición interpretativa de los textos bíblicos pero que procuraremos aquí redefinir para que sus usos tengan sentido en la discusión sobre la lectura e interpretación de la obra de autores pretéritos de la historia del pensamiento económico: la exégesis y la eiségesis2. Llamaremos “exégesis” a la tarea de describir aquello que dijo un autor pretérito en su obra y en su contexto. Por su parte, llamaremos “eiségesis” a la labor de explicar de qué modo se integra aquello que el autor dijo en un campo más general de conocimientos que excede a los alcances de su obra misma. En el caso de nuestra investigación, ese campo más general de conocimientos es el de la historia del pensamiento económico.

El hecho de que establezcamos y distingamos dos figuras analíticas no significa tomar a cada una como si fuera un ente puro y plenamente diferenciado e independiente del otro. Una “pura exégesis” sería lisa y llanamente la transcripción completa de la obra pasada, lo que carecería de sentido como trabajo de reconstrucción; una “eiségesis pura” sería una interpretación sobre el aporte de la obra que en ningún momento remita a estudiarla seriamente y a entenderla, lo que también carecería de sentido como trabajo de historiografía3. Nuestra intención de distinguir la exégesis y la eiségesis es, entonces y de hecho, una instancia para ponerlas en relación recíproca que puede ser fértil para comprender cómo es la enseñanza de las obras pasadas a través de los libros de texto de historia del pensamiento económico, cuáles son sus limitaciones principales y en qué sentido esa enseñanza puede verse enriquecida o transformada.

Con una primera presentación de estas dos figuras ya realizada, podemos señalar que todo libro de texto que se propone enseñar la obra de un autor pretérito a la historia del pensamiento económico se ve en la misión de formular e integrar a su propósito un momento exegético y un momento eisegético. Es decir, debe formar una imagen de lo que el autor dijo (momento exegético), una imagen del campo de conocimientos que comprende la historia del pensamiento y, una vez elaboradas ambas imágenes (con mayor o menor detalle, y estén implícita o explícitamente volcadas en el texto), y exponer en qué sentido aquello que el autor escribió significa un aporte para la historia del pensamiento económico (momento eisegético).

Lo que pretendemos mostrar en el trabajo es que la exégesis y la eiségesis serán más o menos abarcadoras cuanto más o menos abarcadora sea la imagen de los conocimientos relevantes que componen la historia del pensamiento económico que se hayan formado los libros de texto. Si, por ejemplo, los libros de texto restringen el campo de conocimientos relevantes de su disciplina a las nociones y conceptos desarrollados por una doctrina particular referidos a la determinación de los precios, centrarán el “momento exegético” de la obra smithiana a la exposición de aquellos pasajes en los que el autor se refiera a esas nociones y conceptos y el “momento eisegético” a dilucidar en qué sentido significan un avance o un retroceso en relación al desarrollo realizado por otros autores. Si, en cambio de eso, conciben a la historia del pensamiento económico como un campo de conocimientos que incluye no solamente la historia de la Economía Política sino su ligazón con el cuerpo de la ciencia y de la filosofía, el “momento exegético” consistirá en el estudio de la obra smithiana completa y del papel que en ella desempeñaran la Ética, la Jurisprudencia y la Economía Política y el “momento eisegético” consistiría en explorar en qué sentido ese proyecto fue o no retomado por otros autores de la historia de la Economía Política.

Así, los casos que mostraremos en las próximas páginas expondrán algunos aspectos de la enseñanza de la historia del pensamiento económico (y específicamente, de la obra smithiana) por parte de los libros de texto, que son comunes a estos libros aun cuando provengan de tradiciones interpretativas de corrientes económicas diversas: que su proceso de elección, orden, jerarquización y transmisión de estudio de la obra smithiana y de sus aportes a la historia del pensamiento económico se ha centrado primordialmente en el estudio de diversos aspectos particulares y exclusivos de La Riqueza de las Naciones y ha desdeñado o incluso obviado la lectura e investigación de La Teoría de los Sentimientos Morales, de la relación entre esas dos obras y del aporte de su proyecto filosófico y de su Economía Política a la historia del pensamiento económico. Esta situación impacta indudablemente en la enseñanza de la obra smithiana y, por ende, en la formación de los economistas universitarios. Pues, su “aprendizaje sobre Smith” supone principalmente formarse para entender la “disección” que se hace de su obra “económica” y no incluye la formulación de preguntas acerca del alcance de su proyecto de Economía Política, de la relación de ese proyecto con su empresa filosófica, de la manera filosófica de desarrollar conceptos a lo largo de todas sus obras, por solo mencionar algunas dimensiones que iremos mostrando en el transcurso del trabajo.

Nadie duda acerca del hecho de que los historiadores del pensamiento escogen los fragmentos de la obra de Adam Smith (y del resto de los autores que consideran relevantes para la historia del pensamiento económico) a ser sometidos a un riguroso estudio exegético y eisegético acerca de este campo mediante patrones interpretativos sobre los que forman una determinada jerarquía de conceptos a ser estudiados de la obra de Smith y del resto de los autores del pensamiento económico. Pero pocos reparos (y, más importante aun, investigaciones) se han hecho acerca de en qué sentido este hecho impacta en el tipo de enseñanza de los aportes de los distintos autores estelares del pensamiento económico que las distintas generaciones de economistas reciben a través de los libros de texto y, en definitiva, de la relevancia que estos (libros de texto y economistas) le asignan a la actividad de entender la historia de la ciencia en la que han decidido trabajar.

2. Acerca del significado de la Economía Política smithiana

Tan solo diecisiete años pasados desde la publicación de La Riqueza de las Naciones y tres años tras la muerte de su autor, el filósofo Dugald Stewart elaboró y expuso frente al auditorio de la Sociedad Real de Edimburgo la primera interpretación acerca de la vida y obra de Adam Smith (publicada en versión impresa en la recopilación póstuma de “Essays on philosophical subjects” (Smith (1982):

Sus clases en esta materia estaban divididas en cuatro partes. La primera contenía la Teología Natural. Allí se exploraban las pruebas del ser y los atributos de Dios, así como aquellos principios de la mente humana sobre los que se funda la religión. La segunda comprehendía a la Ética, y consistía principalmente en la colección de las doctrinas que luego resultarían en la publicación de La Teoría de los Sentimientos Morales. En la tercera parte, trataba con detalle aquella rama de la moral relativa a la justicia que, por ser susceptible de reglas precisas, requiere de una explicación completa y particularizada ((Stewart, I.18), citado en Skinner (2003b, 94), traducción propia).

Aquella “explicación completa y particularizada” sobre la justicia, según los relatos de John Millar, tenía como propósito trazar el proceso gradual de la Jurisprudencia, tanto pública como privada, desde las edades más remotas hasta los tiempos presentes, así como destacar los efectos que provocaban aquellas artes que contribuían a la subsistencia y la acumulación de la propiedad sobre la ley y el gobierno. En la última parte de sus lecciones se ocupaba de examinar aquellas regulaciones políticas (plasmadas en las instituciones relativas al comercio, las finanzas y los establecimientos eclesiásticos y militares) orientadas al incremento de la riqueza, el poder y la prosperidad del Estado.

Más de dos siglos pasados tras la conferencia de Stewart, el historiador del pensamiento filosófico Charles Griswold (1999, 31), en su obra “Adam Smith and the Virtues of the Enlightenment”, a partir del trabajo con fuentes primarias y secundarias de la obra consumada de Adam Smith escritas a lo largo de los más de dos siglos que siguieron a la muerte del autor, sostuvo sobre la base de citas alusivas de Smith que el corpus del proyecto filosófico smithiano podía dividirse en dos ramas: la Filosofía Moral y lo que este autor bautizó como Historia Filosófica de las Ciencias Liberales y las Artes Elegantes. Dentro de la Filosofía Moral podían distinguirse dos capítulos conceptuales principales: la Ética y la Jurisprudencia. La Ética podía subdividirse a su vez en dos áreas: la virtud y la psicología moral. En la Jurisprudencia Natural, por su parte, también podían contemplarse dos secciones: una teoría de los principios de la justicia y un recuento de sus distintos cambios a lo largo de las diferentes etapas históricas de la sociedad humana. Esta segunda parte incluía el tratamiento de la justicia, de la policía, los ingresos y las armas. El autor se encarga de aclarar que Adam Smith, en la advertencia preliminar a La Teoría de los Sentimientos Morales (que incluyó el mismo año de su muerte a la sexta revisión en vida que hizo de esa obra), anunció que su avanzada edad le impediría completar su proyecto de Jurisprudencia, aunque había incursionado en él de manera parcial en La Riqueza de las Naciones, específicamente en lo atinente a (la historia de) los principios generales del derecho y del gobierno referidos a la administración, las finanzas públicas y la defensa (Smith, 2002, 44).

Con la mirada puesta en la obra completa de Adam Smith, diversos historiadores del pensamiento económico le han asignado a la Economía Política smithiana la cualidad de ser solo una parte de un sistema de conocimientos de mayor generalidad y alcance perseguido por el autor. Así, James Alvey (1999), en “A short history of ethics and Economics”, señaló que la Economía Política smithiana se ubicaba dentro de un gran esquema de Filosofía Moral; Alain Béraud y Gilbert Faccarello (1992), en “Nouvelle histoire de la pensé economique”, que integraba un todo coherente que incluía el análisis de aspectos jurídicos, lingüísticos y morales; Allesandro Roncaglia (2006), en “The wealth of ideas: a history of economic thought”, que constituía un engranaje de una investigación más amplia sobre el hombre y la sociedad (entendidas à la Francis Hutcheson como un objeto de estudio unificado); Joseph Schumpeter (1954), en “History of economic analysis”, que formaba parte, junto a La Teoría de los Sentimientos Morales, de un todo sistemático.

Con un cuadro de la obra smithiana de conjunto semejante in mente, Terence Hutchison (1990, 83-84), en un ejercicio contrafáctico con intención alegórica, indicó que Smith jamás habría aceptado que interpretaran que su obra estaba centrada en la Economía Política, incluso luego de haber escrito La Riqueza de las Naciones y habiendo obtenido un resonante éxito por aquel libro; él se habría considerado a sí mismo como filósofo en un sentido hondamente comprehensivo, centrado en lo que el autor denomina la filosofía legal y social y en la psicología de la ética. A juicio de este autor, Smith consideraba a la Economía Política solo como un capítulo, y no el más importante, de un amplio estudio de la sociedad y el progreso humano. Por su parte, Walter Bagehot (1881), citado en Hutchison (1990, 84) y Thomsom (1987, 83), señaló que Smith jamás consideró a la Economía Política como una especialidad confinada y separada y que se topó con ella como una parte inseparable de su desarrollo intelectual, en la vasta conexión conceptual que concibió a lo largo de su carrera filosófica.

Algunos historiadores del pensamiento económico y de otras disciplinas, entre ellos Campbell y Skinner (1982), Hont e Ignatieff (1983), Thomsom (1987), Mair (1990), Rothschild (2001), Broadie (2003), Sakamoto y Tanaka (2005), concibieron a la Economía Política smithiana y a su obra completa en la tradición de la ilustración escocesa y consideraron que su pensamiento económico debía comprenderse dentro un contexto político y económico particular; en definitiva, que la tradición escocesa en Economía Política era producto del movimiento filosófico ilustrado que se desarrolló en aquel país al calor de grandes cambios históricos4. En pos de explorar el significado de la Economía Política smithiana dentro de ese contexto, diversos estudios de historiadores del pensamiento político y filosófico (en su mayoría, compuestos por autores no formados como economistas en la universidad) posaron la atención en su relación con el proyecto de Jurisprudencia del autor. Según Griswold (1999, 32), la Economía Política smithiana estaba subordinada a la Jurisprudencia, lo que significaba que el estudio de la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones era un subconjunto de una empresa mayor que tenía como propósito el estudio del gobierno, la ley y la justicia natural. La Riqueza de las Naciones debía entonces ser comprendida en términos de un proyecto y concepto ético más extenso. Para la historiadora de la cultura y la literatura de la era victoriana, Claudia Klaver (2003, 6) (así como para el especialista en la obra de David Hume, Carl Wennerlind (2007, 46) y para el historiador intelectual Donald Winch (1992, 94)), la Economía Política era para Smith parte de la “ciencia de la Jurisprudencia”, y esto significaba la concepción de una teoría económica imbricada en cuestiones de moral y de virtud, ambas contempladas por el autor dentro del dominio de lo racional y lo científico. Un razonamiento semejante se encuentra en la estudiosa de ética aplicada Patricia Werhane (2006, 209), quien sostuvo que para Smith la Economía Política gozaría de “buen funcionamiento” (well-functioning Political Economy) siempre y cuando la ética (como prudencia y cuidado personal), la economía (el logro del bienestar económico para cada ciudadano) y la política (protección de los derechos y justicia conmutativa por parte de las leyes y los guardianes del sistema) estuvieran interrelacionadas y fueran inseparables y necesarias.

Skinner (2012, 170), en un artículo titulado “Adam Smith: theory and policy”5, alertó que la Economía Política para Smith debía comprenderse como una rama de la ciencia del gobernante o del legislador en el sentido antiguo del término, en tanto para el autor escocés era deber de los filósofos “el desarrollo de activas actitudes públicas del legislador” (tomado de Winch (1983, 503)). La Riqueza de las Naciones brindaba una estrategia para convertir a la conducta de los legisladores en un objeto de indagación científica. Ese propósito no podía lograrse solamente ateniéndose a razonamientos unilateralmente económicos en el sentido convencional del término. Shoji Tanaka (2005, 134)6, por su parte, ubicó a la Economía Política como una vía para la realización del propósito científico de cultivar la prudencia de los legisladores (de ese propósito nace, en efecto, la palabra jurisprudencia: del vocablo latino jurisprudentia. Iuris: derecho y prudentia: sabiduría, previsión) y realizar los ideales de la ilustración dieciochesca. A juicio del autor, tanto Smith, como Hume, Home y Kames se valían de su actividad científica como medio para la construcción de una sociedad libre y civilizada que incrementara la riqueza de las naciones a partir de la expansión del comercio, así como de la formación de sujetos independientes libres de las relaciones feudales y las ilusiones religiosas. Un argumento semejante puede encontrarse en Emma Rothschild (2001, 2), Jerry Evensky (2003, 3) y Fabrizio Simon (2013, 393)7. Uno de los resultados de aquel propósito fueron las objeciones smithianas a las doctrinas mercantilistas, que constituían la defensa de uno de los resabios premodernos de la época colonialista concerniente al período conocido como capitalismo comercial. A este respecto, el economista Athol Fitzgibbons (1997, 8), en tono metafórico, sostuvo que la “cola económica” estaba hecha para que “el perro filosófico se moviera”, como manera de aseverar que no podía comprenderse el propósito de la filosofía moral smithiana sin comprenderla en relación con su proyecto de Economía Política. Ingrid Rima (2003, 87) con una intención semejante a la de Fitzgibbons, consideró que La Riqueza de las Naciones como una piedra angular en el desempeño de Smith como filósofo8.

Ese carácter sabio de la Economía Política smithiana, derivado de la sabiduría concebida como un sistema de conocimiento completo plasmado en una conducta prudente y sensata, fue progresivamente siendo desatendido por los economistas e historiadores del pensamiento económico desde finales del siglo XIX. Ya incluso a finales de aquel siglo, Bonar y Backhouse (2000, 149-50), en su libro “Philosophy and political economy in some of their historical relations”, comentaban que, si bien Adam Smith indudablemente tuvo el propósito de ofrecer un panorama filosófico completo, solamente era recordado por su trabajo en Economía Política. De hecho, dic en los autores a Smith no se lo rememora como uno de los arquitectos del siglo xviii sino como uno de sus iconoclastas. Unas décadas más tarde, Charles Gide y Charles Rist (1926, 59-60), en “Histoire des doctrines économiques. Depuis les physiocrates jusqu´a nos jours”, también señalaban que la obra de Smith anterior a la publicación de La Riqueza de las Naciones estaba siendo olvidada. Según Méndez Baiges (2004), el afán de centrarse exclusivamente en La Riqueza de las Naciones coadyuvó a desdibujar la conexión entre La Riqueza de las Naciones y la empresa filosófica smithiana.

Sakamoto y Tanaka (2005, 1) ensayaron una explicación para comprender esa progresiva desatención en relación a la primera etapa de las investigaciones de Smith. A juicio de los autores, debido al elevado grado de especialización y la demanda general por exactitud analítica, se convirtió en una tarea crecientemente dificultosa para los historiadores del pensamiento económico profesionales, especialmente en Occidente, explorar la infancia de esta ciencia. La presunta y asumida autonomía de “la Economía” los ha prevenido de formarse en aspectos más generales como éticos o políticos de gran relevancia para la ilustración presente en aquel país. Según Werhane (2006, 202), una de las razones de este problema obedece a la “balcanización de la ciencia”, sobre la que se cimenta la certidumbre de la autonomía de las esferas política, ética, y económica, respectivamente. Roncaglia (2006, 118), por su parte, consideró un error ignorar los otros escritos de Smith y concentrarse solamente en La Riqueza de las Naciones, aunque eso, según su interpretación, es lo que las generaciones de historiadores del pensamiento económico han hecho. Lo cierto es que, aun cuando hubiera enfadado a Smith que La Riqueza de las Naciones se comprendiera como una disciplina separada, es de hecho lo que ha sucedido en la mayoría de los escritos de los historiadores del pensamiento económico sobre su obra (Dow et al. (1998, 3)

¿Qué sucedió al respecto específicamente con los libros de textos que usualmente se emplean para la formación en historia del pensamiento por parte de los economistas? La discusión acerca del conjunto de conceptos en los que se funde la Economía Política smithiana con su proyecto filosófico está prácticamente ausente en reconocidos libros de historia del pensamiento económico reconocidos, que se ocuparon eminentemente de comentar los aciertos y traspiés del autor en su “obra económica”. Blaug (1997, 63-64), en su libro “Economic theory in retrospect” sugiere bibliografía para estudiar la relación de La Riqueza de las Naciones con aspectos “no económicos” de la obra smithiana recién en la notas para lecturas posteriores (al final del capítulo dedicado a Adam Smith). Negishi (2014, 71-72), en “History of economic theory”, solo dedica “una breve descripción de la vida y los escritos tempranos de Adam Smith” como paso previo a su interpretación del contenido de La Riqueza de las Naciones (lo mismo sucede en “Histoire des faits et des idées économiques” de Mazerolle (2006, 9), en “A history of economic thought” de Barber (1993, 10-11) y en “History of Economic Thought” de Colander y Landreth (1994, 80)). Mills (2002, 64), en “A critical history of economics” también destina unos pocos renglones a la vida y el trabajo de Smith anterior a su “obra económica”, y evoca solo La Teoría de los Sentimientos Morales, sobre la base de una cita de la obra de Galbraith “A history of Economics. The past as the present”, para indicar que allí radica la fuente del sentido de motivación económica que atraviesa a La Riqueza de las Naciones. Screpanti y Zamagni (2005, 68), en “An outline of the history of economic thought”, realizan algunos comentarios sobre la filosofía política jusnaturalista y la tradición escocesa para comentar que la verdadera innovación de Smith en esta tradición es la idea que reza los hombres, al guiarse por su propio interés, sirven al interés colectivo”. Luego acomete directamente nociones económicas básicas de La Riqueza de las Naciones. Haney (1936), en “A history of economic thought” elabora un corto semblante de algunos de los antecesores smithianos (Hutcheson, Ferguson, Tucker, Hume), describe la relación de Smith con la fisiocracia y se dirige directamente a describir los capítulos de La Riqueza de las Naciones (también hacen lo propio Gide y Rist (1926) en “Histoire des doctrines économiques depuis les physiocrats jusqu´à nos jours”). Groenewegen (2002, 5), en “Eighteenth Century Economics” puntualiza que el énfasis de su escrito está puesto en “la economía” de Adam Smith, por lo que la ligazón de esta con otros campos de la ciencia no es motivo de discusión en su obra. Hutchison (2002), en “The uses and abuses of Economics. Contentious essays on history and method”, en su afán por demostrar que la obra de Adam Smith inaugura la tradición de la economía política clásica (y distinguirla de otras tradiciones, especialmente la neoclásica), se detiene entonces en la figura del “Smith economista”. Algo semejante ocurre en Kicillof (2010), donde no aparece ninguna mención de La Teoría de los Sentimientos Morales. Meek (1967), en “Economics and ideology and other essays: studies in the development of economic thought” y especialmente Hunt y Lautzenheiser (2015) (en “History of economic thought. A critical perspective”), antes de adentrarse en La Riqueza de las Naciones, ponen el acento en la doctrina de los estadios (iniciada por Montesquieu y continuada por los ilustrada escoceses, entre ellos Smith), para recalcar la intuición smithiana acerca de la lucha de clases. (Ekelund y Hèbert (1992), en “Historia de la teoría económica y su método”, analizan la figura de Smith como “constructor de un sistema” económico y si bien comentan que construyó sistemas en otras dimensiones conceptuales, se detienen exclusivamente en el primero. Hollander (2013), en “Essays on classical and marxian political economy”, como habíamos comentado anteriormente, lo unge como pionero de la noción de fallas de mercado y campeón de un sistema de libertad natural y alude a pasajes de La Teoría de los Sentimientos Morales en pos de abonar a aquella idea. Roll (1969) en “Historia de las doctrinas económicas”, si bien alerta que no es posible comprender a La Riqueza de las Naciones prescindiendo de la Teoría de los Sentimientos Morales y viceversa, dedica el apartado de “filosofía política” smithiana a describir el “sistema de libertad natural” vinculado principalmente a los asuntos mercantiles del comercio y la política económica de los Estados nacionales descriptos en La Riqueza de las Naciones. Robbins (1998) menciona haber leído numerosos obras de y sobre Smith, pero se refiere a La Teoría de los Sentimientos Morales solo para desechar la hipótesis que arguye que Smith piensa que todas las acciones sociales están basadas en el interés propio, y para sostener, sin sobrada seguridad, que el principio de simpatía presente en aquella obra no desaparece en La Riqueza de las Naciones. Aspromourgos (2013), en “On the origins of classical Economics: distribution and value from William Petty to Adam Smith”, solo se entrega a mencionar su interpretación acerca de cómo son empleadas esas dos nociones económicas por el autor escocés. En otra de sus obras, “The science of wealth. Adam Smith and the framing of political economy” (Aspromourgos, 2008:2), resume con claridad el sentido y la intención que le confiere al proyecto filosófico de Adam Smith a la hora de examinar su obra convencionalmente denominada económica (lo propio sucede en Galbraith (1991). Rubin (1979, 168), en “A history of economic thought” y Dobb (1975, 38), en “Theories of value and distribution since Adam Smith. Ideology and economic theory”, por su parte, consideraron que uno de los méritos de la “Escuela Clásica”, cuyo fundador es Smith, es haber convertido a la Economía Política en una ciencia independiente que descubra leyes específicamente económicas. Roll (1969, 144) señaló incluso que Adam Smith “fue el primer economista académico y su carrera no es muy diferente a la de muchos economistas de los últimos ciento cincuenta años”.

Existen sin embargo ciertos textos sobre historia del pensamiento que, a diferencia de los anteriormente nombrados, dedican algo más que un par de párrafos (aunque, en algunos casos, no más que eso), a procurar establecer conexiones nocionales entre La Riqueza de las Naciones y la labor científica y filosófica smithiana previa a la elaboración de aquella obra. Roncaglia (2006) considera que La Teoría de los Sentimientos Morales es decisiva para el entendimento de la noción de interés propio en la que sostiene que se apoya Smith en su análisis económico y que permite desarrollar una noción más compleja de mercado que la convencional. El ensayo que Smith escribiera sobre la historia de la astronomía, por su parte, permite identificar el modo smithiano de hacer ciencia. En definitiva, a juicio del autor, una mirada a la obra completa de Smith posibilita reconocer aquellos elementos que Smith considera que garantizan el desarrollo de las sociedades civilizadas. Un argumento similar lo ofrecen Vaggi y Groenewegen (2003, 105) en “A concise history of economic thought. From mercantilism to monetarism”. Brue y Grant (2009), en su libro “Historia del pensamiento económico” aprecian que La Teoría de los Sentimientos Morales y La Riqueza de las Naciones exploran aspectos diferentes pero complementarios en la obra smithiana. La primera obra realiza una indagación acerca de las conductas humanas que contienen el egoísmo y propician la viabilidad de la sociedad. La segunda supone la existencia de una sociedad justa y analiza de qué modo el individuo se guía y a la vez se limita por fuerzas económicas. Beraud y Faccarello (1992) aseveran que la unidad de la obra smithiana reside en el postulado fundamental sobre el que se apoya el pensamiento de Smith de conservación y propagación de la especie y que, para comprender la sociedad, concibe a la filosofía como una máquina que conecta fenómenos (avala esto con citas smithianas del ensayo sobre la historia de la astronomía) y que le posibilita constituir un sistema donde el rol del Estado se reduce a dictaminar un conjunto de reglas para el derecho, la administración y la defensa. La simpatía (noción estelar de La Teoría de los Sentimientos Morales) explica el origen y la naturaleza de los juicios morales (y no es un sentimiento que suscita acciones) por lo que no es incompatible con el interés propio que permea La Riqueza de las Naciones. Asimismo enfatiza que Adam Smith es crítico por igual de la sociedad comercial en ambas obras. Por último, Overton Taylor (1965), en “Historia del pensamiento económico”, entiende que La Teoría de los Sentimientos Morales es necesaria para comprender lo que llama “el punto de vista de La Riqueza de las Naciones”: el liberalismo económico. Lo que el autor denomina “el control moral (limitación) del juego del “propio interés” en la vida económica por el clima moral y la estructura legal engendrada por las “simpatías” mutuas de los hombres” desarrollado en La Teoría de los Sentimientos Morales está para el autor presupuesto, aunque no siempre explícito, en La Riqueza de las Naciones. Un argumento de tenor similar se encuentra en Rima (2003, 90).

Si nos guiáramos solamente por comprobar si los libros de texto responden a la pregunta acerca de la relación entre el proyecto de Economía Política y de Filosofía smithianos, sin reflexionar sobre la pregunta (sin ubicarla en un contexto teórico determinado) y con la sola intención de distinguir a aquellos libros que sí mencionan nociones “económicas” y “filosóficas” de aquellos que no lo hagan, tendríamos en este apartado un resumen de tal tarea (incluido los matices al interior de cada uno de esos dos subgrupos). En el último apartado alegaremos en conjunto los resultados compuestos acerca de los desafíos de la enseñanza en historia de la Economía Política.

3. Resultados principales de la Sección. Balance de la recepción de la obra smithiana por parte de los textos sobre historia del pensamiento económico.

Como dijéramos ya, nuestra incursión en los libros de texto no se reduce a completar algún tipo de formulario dictaminando cuáles de estos cumplen o no con hacer mención a los dos aspectos de la obra smithiana que escogimos. Hemos expresado que su importancia radica en que constituyen un engranaje del curso de fragmentación en el que se halla la actividad científica de enseñanza e investigación, en tanto en ellos se plasma la noción de la historia del pensamiento económico como una disciplina especializada (o, mejor dicho, fragmentada9), que no tiene que responder a la exigencias de la teoría económica ni del resto del campo del conocimiento científico (así como tampoco de su historia conceptual) sino principalmente presentar un conjunto de enseñanzas de un autor ya delimitadas, “extraídas directamente” de la lectura de las obras originales. Por eso, al querer nosotros interrogarlos al respecto de cómo abordan la obra de Adam Smith, en particular la ligazón de la Economía Política con el campo de conocimientos generales del siglo XVIII estamos anticipando el cariz de las respuestas que volcamos en los capítulos precedentes, cuyo significado aquí pretendemos resumir.

Anticipábamos que indagar acerca de los libros de texto de historia del pensamiento económico permitía comprobar a su vez de qué manera se moldea la formación de los economistas en la comprensión del legado teórico de las obras de los autores pretéritos. Las sentencias de estos libros acerca de lo que es y lo que no es relevante de la obra de un autor pasado ahorma las inquietudes (o la falta de estas por parte) del estudiante, quien de algún modo también se forma para abonar a la idea de que la historia del pensamiento económico es una materia más en el plan de estudios, que narra testimonios teóricos o doctrinarios pasados finalizados, cada uno de ellos adscripto a (o emparentado con) un autor.

¿Qué testimonios al respecto de este retrato sobre los libros de historia del pensamiento cotejamos en nuestra exhibición de los puntos salientes sobre los dos aspectos de la obra de Adam Smith estudiados? En primer lugar, un aspecto soslayado, ligado a lo que hemos proferido anteriormente acerca de la historia del pensamiento entendida como una colección de aciertos y errores consumados por sus autores estelares, es el fracaso como fuente del progreso de la teoría. La noción de error es por lo general tildada como una equivocación que es luego subsanada por otros autores que toman el camino cierto, y no como un traspié que deja a su paso una serie de preguntas, inquietudes y misterios conceptuales que le imprimen nuevo vigor autotransformativo a la actividad teórica10. El fracaso como necesidad de la ciencia que concebimos encierra una “sutil pero importante diferencia” con el fracaso que se dignifica en las lecciones sobre perseverancia moral (tenax propositi (Firestein, 2015, 17). En este caso, el fracaso es al mismo tiempo el éxito de la teoría, una parte intrínseca de ella. El resultado que se obtiene de los fracasos teóricos no es una técnica, es decir una actividad pasible de ser reproducida, sino algo completamente original, un conjunto de conceptos nuevos o transformados que se integrarán en el trance de su propio autodesarrollo.

Es cierto que los señalamientos de “errores” no son tan comunes en lo que respecta a la discusión acerca del propósito de la Economía Política en el proyecto filosófico smithiano. Sí lo fueron en el caso del renombrado “Das Adam Smith Problem”, que, si bien hizo época en la literatura sobre Adam Smith a finales del siglo XIX y permeó la mirada de un considerable número de economistas a lo largo del siglo XX11, fue rechazado por algunos historiadores del pensamiento económico (como en los casos de Thomsom (1987,3), Béraud y Faccarello (1992, 310), Roncaglia (2006, 121) y Brue y Grant (2009,62), quienes enfatizaron el hecho de que La Teoría de los Sentimientos Morales haya sido editada por Smith en numerosas ocasiones, incluso luego de haber publicado La Riqueza de las Naciones) o bien no fue siquiera mencionado. La indicación de contradicción, entonces, no tiene tanta presencia en este caso. Al ser el proyecto filosófico smithiano un aspecto que cae fuera de los dominios autoasignados por los libros de texto, por lo general, si se lo indica, se le asigna un apartado introductorio y separado del concerniente a los “asuntos económicos”. De hecho, no hay evidencias de que se haya escrito en estos libros de texto ni que el proyecto filosófico de Smith ni que su proyecto de Economía Política hayan fracasado en su ensayo de síntesis de campos conceptuales diversos; en general, siquiera se emplea la palabra proyecto o bien alguna otra que al menos insinúe un propósito teórico inacabado.

En el caso de los problemas abordados en la obra de Adam Smith que sí son entendidos convencionalmente como económicos, nos encontramos con un problema semejante en relación a la integración conceptual aunque, en este caso, del territorio específico de la Economía Política. Los diversos “temas económicos” son también tratados en distintos apartados sin establecer ni desarrollar cuál es la base conceptual común de todos ellos. Así, se suceden apartados tales como “valor y precios”, “distribución del ingreso”, “acumulación”, “crecimiento económico”, “economía internacional”, “política económica”, completados con aquello que los distintos autores sostienen “que dijo Smith” al respecto pero sin establecer ni exponer cuáles son los conceptos que labran el terreno común entre cada uno de ellos. La “disciplinarización” de la historia del pensamiento económico ha impactado no solo en relectura de los aspectos “no económicos” sino incluso en los aspectos “económicos” pues le ha asignado preeminencia a aquellos que caben dentro de los dominios convencionales de la ciencia económica contemporánea, que son más próximos a sus propios usos y costumbres. En definitiva, la muestra de la manera en que los libros de texto abordan problemas teóricos de autores pretéritos nos revelan cómo su mirada disciplinaria ha impactado en la manera de entender también “disciplinarizadamente” una obra tan compleja y de profundidad filosófica como la de Adam Smith. Consideramos que apostar a una enseñanza de su obra más completa exige cultivar una formación científica y filosófica que trascienda los límites que se le han impuesto a las formaciones del economista y del historiador profesional.

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1 "Los libros –como los niños- se hacen seres independientes una vez abandonada la casa paterna. Viven sus propias vidas, mientras que los autores viven las suyas" (Schumpeter, 1954, 13).

2El término exégesis fue empleado famosamente en la historiografía del pensamiento económico por George Stigler (1965), aunque en un sentido y con un propósito distinto al nuestro. El autor lo emplea para diferenciar dos “métodos” de la historiografía del pensamiento económico para resolver las tensiones que se presentan cuando la obra de un autor pretérito contiene frases contradictorias entre sí: ¿cómo deben ser interpretados? ¿Cuál hay que priorizar? El primer método, “la exégesis científica”, consiste en construir una mirada general sobre la obra del autor (y su aporte a la teoría económica) y contrastar esas frases con esa visión general. El segundo método, “la exégesis personal”, consiste en comparar esas frases con el “estilo” del autor, para tratar de dilucidar lo que “verdaderamente dijo”.

3En la jerga habitual de la historiografía del pensamiento económico se emplearon diversos pares de términos para procurar distinguir entre lo que llamamos exégesis y eiségesis, aunque generalmente referidos a las posturas que adoptan los historiadores del pensamiento económico (y usualmente tomadas como posturas dicotómicas), como las interpretaciones “historia whig/presentismo”, abolutismo/relativismo“, “racional/histórica”, “sincrónica/diacrónica”. With a little training in German philosophy it is possible to represent the conflict in terms of two polar opposites: absolutism and relativism. The relativist regards every single theory put forward in the past as a more or less faithful reflection of contemporary conditions, each theory being in principle equally justified in its own context; the absolutist has eyes only for the strictly intellectual development of the subject, regarded as a steady progression from error to truth. Relativists cannot rank the theories of different periods in terms of better or worse; absolutists cannot help but do so. Now, of course, few commentators have ever held either of these positions in such an extreme form, but almost every historian of economic thought can be placed near one or the other pole of what is in fact a continuum of attitudes to the theories of the past” (Blaug, 1997, 1-2). Un compendio de los diversos tipos de jergas empleados en la historiografía del pensamiento económico al respecto se encuentra en la segunda parte del libro de Samuels et al (2003).

4Tales los títulos alusivos de sus respectivas obras: “The origins and nature of the scottish enlightenment”, “The Scottish enlightenment and political economy” (capìtulo del libro compilado por Lowry (1987), “Wealth and virtue: the shaping of political economy in the Scottish enlightenment”, “The Scottish contribution to modern economic thought” (compilado de artículos de autores diversos), “Economic sentiments. Adam Smith, Condorcet and the enlightenment”, “The Cambridge companion to scottish enlightenment”, “The rise of political economy in the scottish enlightenment”.

5Este artículo pertenece al libro “Handbook of the history of economic thought” de Jürgen Backhaus (2012)

6Nos referimos al capítulo titulado “The main themes and structure of moral philosophy and the formation of political economy in Adam Smith”, que compuso para el libro ya mencionado de Sakamoto y Tanaka (2005).

7 Los tres autores son historiadores del pensamiento económico especialistas en la obra smithiana y en las doctrinas del siglo XVIII.

8Los libros de estos dos historiadores del pensamiento económico se llaman “Adam Smith´s system of liberty, wealth and virtue. The moral and political foundations of the Wealth of Nations” y “Development of economic analysis”.

9Llamamos disciplina especializada al conjunto de conceptos que se sabe específico, es decir, la especie de un género con el que debe reformular permanentemente sus obligaciones conceptuales; la disciplina fragmentada, en cambio, no se autoimpone aquella tarea, pues en general no la juzga necesaria para el progreso científico dentro de su territorio.

10 Stuart Firestein (2015) dedicó un libro completo a argumentar que los fracasos son la fuente del progreso de la ciencia (y otro a la ignorancia como conductor de la labor científica). Hegel (2007, 52) había denominó a la actitud de rechazo al error como “temor a errar”.

11El “Das Adam Smith Problem” fue una controversia que nucleó a economistas ingleses pero especialmente alemanes de cuño historicista a fines del siglo XIX en torno a la existencia de una presunta inconsistencia entre la noción de la interés propio expuesta en La Riqueza de las Naciones y la de simpatía desarrollada en La Teoría de los Sentimientos Morales.

Recibido: 08 de Junio de 2017; Aprobado: 15 de Septiembre de 2017

* Pilar Piqué: Licenciada en economía de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. Actualmente realiza doctorado de Ciencias Económicas de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. Becaria doctoral de Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Profesora adjunta de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. E-mail: pilarpique@gmail.com

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