SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 número53El problema del cambio de mundo: un enfoque conceptualista índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • En proceso de indezaciónCitado por Google
  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO
  • En proceso de indezaciónSimilares en Google

Compartir


Praxis Filosófica

versión impresa ISSN 0120-4688versión On-line ISSN 2389-9387

Prax. filos.  no.53 Cali jul./dic. 2021  Epub 27-Ago-2021

https://doi.org/10.25100/pfilosofica.v0i53.11534 

Editorial

Nota editorial

François Gagin1 

1Editor General, Revistas Praxis Filosófica, Universidad del Valle, Cali, Colombia


Querido Lector,

Acontecen los días, las semanas, los meses, mas el tiempo cuantitativo difiere del cualitativo. Las agujas que marcan incansable y mecánicamente el paso y retorno de las horas en el reloj en una suerte de material objetividad, difieren de la percepción de esos sujetos que somos en el grado de recepción consciente e inconsciente de los acontecimientos que nos atraviesan desde lo que consideramos que es nuestra vida. Dado que la existencia está en juego en medio de esa prolongada pandemia, nuestro cuerpo, que paradójicamente es nuestro y no lo es, es atravesado por unos cambios que remiten por así decirlo tanto al campo de lo somático -esto es una evidencia- como al de lo espiritual -otra evidencia, por cierto-. Los cuerpos arropados bajo el uso de las máscaras, del distanciamiento social y el auge sin precedente de una comunicación virtual conllevan a una modificación de lo que impropiamente se denominaba hasta ahora la vida ordinaria o normal. Y ello sin contar con los efectos socio-económicos que inevitablemente surgen como resultado de la imposición producida por la transmisión del virus acompañado de su mediatización a diario. ¿Estamos todos en la capacidad de integrar una verdad que vivimos, sufrimos, soportamos, quizás regulamos en un símil de voluntarismo, a saber que estamos muchísimo más afectados de lo que creemos? Y si es así, ¿cómo modular esto que debería presentar en un modo afirmativo, quizás aforístico, sin desmentir de nuestra singularidad y de nuestra personalidad? ¿En la hipótesis de que conformamos, aunque ficcionalmente, los contornos de una identidad, la nuestra, a lo largo de lo que comprendemos como nuestra vida, qué hacer con los aconteceres recientes, que sean colectivos o individuales? Parecería imponerse con fuerza la inquietud filosófica sobre el sentido o el sinsentido de la existencia misma y sobre las posibilidades de una actuación libre …

Uno de los efectos de la pandemia es la ultra-valorización de la virtualidad informática y comunicativa -los profesores y estudiantes, entre otros, probaron y siguen experimentando asombrosamente ese pathos, vale la redundancia, comunicativo y virtual- que asimismo alimentó y paradójicamente reveló una suerte de inconsistencia en la denominada gestión de la crisis. ¿De quién es la culpa? Dicha crisis bien podría declinarse con los calificativos de sanitaria, económica, social y, por supuesto, de política y estética; los cuerpos moribundos asistidos en y fuera de la administración hospitalaria sería una, y no poca, muestra de lo dicho. Una vez más, esa probación -deberíamos decir irónicamente comprobación virtual- remite inevitablemente a la antaña y actual cuestión occidental de la identidad y de la corporeidad. Precisemos, de nuevo, que en un modo que remite de lejos a la postura fenomenológica se asume que tengo un cuerpo a la vez que soy un cuerpo.

Michel Foucault -hasta lo sabemos- no asentó una reflexión sobre los medios de comunicación virtuales, los cuales efectúan una suerte de revolución en los modos de comportamientos ordinarios. Una vez más, la pandemia reveló el impacto de esa servidumbre voluntaria, muy a menuda amable, muy a menuda celebrada. Por varias razones que no son del caso comentar aquí, sería impropio reprochar al pensador francés esta ausencia en la materia. No obstante, la situación vivida y sufrida remite, por lo menos intelectualmente, a la cuestión de las virtualidades utópicas de los cuerpos y, más tradicional y académicamente a la de la identidad de cara a la singularidad. Con la famosa máxima délfica-socrática, conócete a ti mismo, asociada al recuerdo de la prevalencia del cuidado de sí desde un posible comentario del Alcibíades I, se inaugura en un modo patente los contornos identitarios asociado a un método de investigación con sus derivaciones, para bien o para mal, transcendentes e inmanentes. En un modo contemporáneo, ese postulado llevaría a pensar y asumir los cuerpos como si fuesen unas estrategias de resistencia1. Al asumir esa modalidad somática, se afirmaría que la realidad del cuerpo se da como una posibilidad expresiva, la de las virtualidades utópicas -o más bien heterotópicas- y que conformaría una suerte de pharmakon artificial y sin límite engendrado precisamente por la realidad virtual. Si el cuerpo es afuera o siempre vinculado a un afuera, es también aquel que emerge en el obrar literario y filosófico2. ¿En definitiva, qué es la literatura y la filosofía, qué tienen en común? Con su perspicacia y sus lecturas reflexivas y críticas emprendidas con nuestra revista y con otras publicaciones, Usted intentará, si así lo desea, propiciar una respuesta… No obstante, atrevámonos a decir lo siguiente: en búsqueda de la verdad o de unas verdades que se difumen apenas se intentan probar, la filosofía y la literatura en la alteridad requerida y provocadora que se teje entre el autor, el lector y la obra, están abiertas a lo indecible, a lo sorpresivo en pro de un decir y un pensar inventivo e imaginativo. En todo caso se da, a partir de unos compromisos existenciales, una experimentación del arte de la libertad que, dentro de unos cánones literarios, pone a prueba estilística y teóricamente lo indecible en su improbable transmisión. He ahí que resuena, entre líneas, la famosa pregunta: ¿qué puede un cuerpo?, pregunta que fuerza la imaginación; interrogación ésta que podemos contrastar con la menos famosa afirmación utópica del mayo del 68: ¡La imaginación al poder!

El cuerpo que se adivina a menudo en su hybris utópica, dotado de lenguaje, es así mismo lenguaje. Desde una perspectiva foucaultiana, un asumido anti-platonismo quisiera rebajar al sujeto filosófico clásico, síntesis y unidad de todas las representaciones. Digamos de paso que, si uno se convencería de la muerte del sujeto, su sombra avivada permanece por doquier. Según esa óptica, las prácticas de resistencia de los cuerpos animados por una rabia utópica rebajarían los códigos usuales, garantes de la identidad institucionalizada -y, por ende, de los criterios que le son co-sustanciales- y de la verdad oficial, reguladora de los comportamientos públicos y mediáticos.

En medio de la pandemia y de los recientes acontecimientos históricos en Colombia -el paro nacional de ese semestre- confluyeron en un modo aparentemente abigarrado unas apacibles aspiraciones al diálogo, una situación insurreccional y una violencia de la cual unos dirán que es marginada, otros que es altamente sintomática de una nación que no ha podido asumir y digerir un pasado conflictivo y que, por ende, sufre su presente. Se advirtió también de una versatilidad jovial y bastante juvenil de los cuerpos que resisten frente a una verdad con pretensión, para bien o para mal, de ser oficial. Cali y el Valle del Cauca, denominado centro de la resistencia por parte de unos manifestantes, es ilustrativo de esa suerte de utopía y de heterotopía de los cuerpos, dado, sin duda, la prevalencia de una cultura popular altamente musical, vinculada al goce del baile; aunque las menciones invocadas no son del todo suficientes para dar razones de la temporalidad y de la espacialidad del acontecimiento referido. Los eslóganes, los grafitis, inventivos y poéticos, la gestualidad rítmica y musical de los manifestantes son bastante ilustrativos de esa puesta a prueba de los cuerpos3. También se manifestó ostensiblemente un deseo de decir la verdad, un decir-veraz (y auténtico) sobre el otro y sobre sí mismo (de los manifestantes hacia los representantes del gobierno y viceversa). La emergencia de una verdad opacada que muchos se resistían a escuchar se volvió audible y, sobre todo, visible mediante la pandemia cuyo efecto fue revelar las deficiencias estructurales -en término socio-económicas- del país. Ese decir verdad en algo se asemeja a la ascesis cínica. ¡Bellos propósitos, aunque el precio para pagar puede ser el costo de la vida! Frente a la pérdida de los valores y al derrumbe de todo tipo de trascendencia, ese ejercicio de transgresión radical de las normas instituidas bien podría ser una condena y alimentar lo que se rechaza en principio: un exceso de narcisismo y de individualismo consumista. Un cuerpo político, es decir colectivo, debe reconfigurarse en pro del devenir democrático sin negar de los anhelos de las personalidades de cada uno

Mediante la virtualidad y, a pesar de ella, se da igualmente una invención y una exigencia de un cuerpo que escribe a un cuerpo que lee. La lectura atenta, amable y aprehensiva entiende y siente lo que es un corpus editorial. Y la figuración de ese corpus, en caso de Praxis Filosófica, implica un cierto voluntarismo en el intento de asegurar permanentemente un ordenamiento de los artículos. En esta formalización, entre presentación y contenido, no dude, Lector, de su contribución y acompañamiento. Desde su singularidad, desde sus intereses e inquietudes que no son exclusivamente intelectuales, se propicia un diálogo en donde nos adivinamos y que contribuye a una identidad que difiere de los usos administrativos ordinarios porque es otra; es editorial. Que la singularidad proveniente de la lectura se sobrepasa en el obrar circunscrito por el ir y venir entre las páginas es otra manera de entender la política, de hacer política, una manera carnal, viva y espiritual.

¡Que siga lo inventivo, Lector, sin demeritar de las exigencias formales y académicas que nos imponemos y que siga apropiándose de Praxis Filosófica y de sus números hasta nuestro próximo y anhelado encuentro!

Notas:

1Cf. Sforzini, A. (2014). Michel Foucault, une pensée du corps. PUF, p. 9, 119.

2Sobre esa primicia del afuera, Cf. Foucault, M. (2009). Le corps utopique, les hétérotopies, Nouvelles Éditions Lignes, pp. 17- 18.

3Para una muestra, cfr. Dia-logos, Arte y cultura, conversatorio sobre arte urbano, murales y graffiti, Universidad del Valle, Sede Norte, 9 de agosto del 2021: https://drive.google.com/file/d/1c6c1¡-1gNah8ViZlj-0fmyK6WiuzyEfJ/view

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons