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Praxis Filosófica

versión impresa ISSN 0120-4688versión On-line ISSN 2389-9387

Prax. filos.  no.54 Cali ene./jun. 2022  Epub 09-Mar-2022

https://doi.org/10.25100/pfilosofica.v0i54.11932 

Artículo de investigación

¿Religión y ciencia sin creencia?

Religion and Science Without Belief?

1 Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa, México. E-mail: cintora1@icloud.com


Resumen

Se describen dos ejemplos de tradiciones religiosas en las que se enfatiza el ritual, la ortopraxis, para posteriormente argumentar que ejemplos como estos hacen sicológica y sociológicamente plausible la actitud hacia la religión de un Sexto Empírico, para el que la religión es exclusivamente ritualista, sin doctrina, mientras suspende el juicio sobre el credo, sobre la ortodoxia; se argumenta que los pirrónicos también procedían así con relación a la medicina. Se esboza un argumento en favor de un pirronismo rústico.

Palabras clave: ritualismo; ortopraxis; religión japonesa; religión pagana romana; pirronismo rústico

Abstract

Two examples of ritualistic religious traditions are described, traditions that emphasise orthopraxis, then it is argued that such examples make psychological and sociologically plausible the attitude of Sextus Empiricus towards religion, an attitude in which religion is exclusively ritualistic, in which religion is doctrineless, while he suspends judgement on doctrine, on orthodoxy; and it is argued that the pyrrhonist also proceeded thus in relation to medicine. It is also sketched an argument in favour of a rustic interpretation of Pyrrhonism.

Keywords: Ritualism; Orthopraxis; Japanese Religion; Roman Pagan Religion; Rustic Pyrrhonism

I. Preámbulo

Se busca ilustrar cómo la actitud de Sexto Empírico hacia la religión no era del todo excéntrica en el ámbito del paganismo romano del siglo segundo de la EC, el siglo de Sexto, pues el paganismo tenía una actitud análoga a la pirrónica hacia las creencias religiosas, actitud que también encontramos en la religiosidad predominante en el Japón contemporáneo; lo que otorga plausibilidad sicológica y sociológica a la actitud de Sexto hacia la religión, con su énfasis en la ortopraxis. Concluimos con algunos comentarios sobre la análoga actitud de Sexto hacia la práctica médica de su tiempo y su agnosticismo de las teorizaciones sobre la anatomía y fisiología humanas de algunos de sus contemporáneos médicos.

Así mismo, se aclara que aquí se interpreta al pirrónico como uno ‘rústico’, como uno que suspende el juicio, que no se pronuncia sobre el valor de verdad, de toda creencia; y no como un escéptico ‘urbano’, uno que solo suspendería el juicio sobre las afirmaciones sobre inobservables de los teóricos, ya sean filósofos, científicos, religiosos, etc. Esbozaremos algunas razones, desde luego no conclusivas, para preferir la interpretación rústica

II. Dos ejemplos de tradiciones religiosas ritualistas

Existen y han existido tradiciones religiosas ritualistas, tradiciones donde el énfasis está en los rituales y no en las creencias, no en la ortodoxia religiosa, así:

La religión romana es muy diferente de la mayoría de las religiones contemporáneas con las que estamos familiarizados (…) Por ejemplo un elemento ético en general está ausente … Para los romanos, la religión no era un asunto de fe o de creencia, de doctrina o credo, sino más bien de culto - de adivinación, oración y sacrificios. La meta era pragmática: evitar la cólera de los dioses y asegurar su favor (Warrior, 2006, pp. 14-15, se añadieron cursivas).

E. Gibbon nos dice sobre la religiosidad en el siglo segundo, el siglo de los Antoninos (y el de Sexto Empírico):

En cuanto a los distintos tipos de culto que prevalecían en el mundo romano, el pueblo los consideraba igualmente ciertos; el filósofo, igualmente falsos, y el magistrado, igualmente útiles, de modo que la tolerancia produjo no sólo indulgencia mutua, sino incluso concordia religiosa2.

La superstición del pueblo no estaba envenenada por ninguna mezcla de rencor teológico ni tampoco se encontraba confinada por las cadenas de ningún sistema especulativo. El politeísta devoto, aunque profundamente apegado a los ritos nacionales, admitía sin reservas las distintas religiones de la Tierra (Gibbon, 2008, p. 49).

De modo que la religión romana precristiana enfatizaba el ritual y no la creencia personal. Encontramos una actitud religiosa análoga en el Japón contemporáneo:

En contraste con ambos la Cristiandad y el Islam (aunque quizá más cerca del Judaísmo), las tradiciones religiosas japonesas se caracterizan por un énfasis en el ritual y la práctica sobre la creencia o doctrina, o incluso la ética como se la entiende tradicionalmente (Shields, 2010, p. 3, se añadieron cursivas).

[…] Es completamente común para una persona japonesa ser llevada como niño pequeño a recibir bendiciones a un templo Shinto, casarse en una ceremonia Cristiana y eventualmente tener un funeral budista. El pluralismo religioso no es solo tolerado - es un aspecto fundamental del ambiente religioso japonés (Kavanagh, 2016, p. 5).

Entonces es frecuente que los japoneses sigan rituales de credos incompatibles: el animismo del Shinto, el ateísmo o agnosticismo budista y el monoteísmo cristiano. Sin embargo,

Los japoneses en general tienen un alto nivel de participación religiosa - y son por lo tanto un pueblo religiosamente activo a pesar de bajos niveles de creencias explícitas en doctrina religiosa - esto debido a su apego a la costumbre y a los rituales culturalmente prescritos, que son vistos menos como asuntos de creencia y más como normas sociales. Así la religión japonesa ha sido ampliamente caracterizada en términos de etiqueta, convención, acción social y hábito cultural: uno se dirige a los dioses no solo cuando se tienen problemas, sino por razones de costumbre, deber y conveniencia social (Reader & Tanabe, 1998, p. 256).

E incluso,

[…] En Japón el endoso de una identidad religiosa tiene entre el público general amplias connotaciones negativas … Una razón para esto es la naturaleza sincrética y pluralista del ambiente religioso japonés. No se requiere de los individuos que se auto identifiquen como miembros de alguna religión específica, la norma es participar en múltiples tradiciones … (Kavanagh & Jong, 2020, p.155).

Estos ejemplos de tradiciones religiosas que enfatizan el ritual y la ortopraxis ponen en duda el supuesto de que la praxis, la conducta y el ritual, requieren de la doctrina, que requieren de la creencia y cuestionan la identificación de la religiosidad con la creencia; quizá la relación entre ritual y creencia es más bien una de interdependencia, o incluso una en que en ocasiones simplemente se puede ignorar la doctrina.

III. Escepticismo pirrónico y religión

Estos ejemplos de tradiciones ritualistas dan plausibilidad sicológica y sociológica a la actitud de Sexto Empírico hacia la religión, una religiosidad, la de este escéptico, que aspira a ser exclusivamente ritualista, una sin doctrina3, una adoxástica, pues Sexto nos dice que vive adoxastôs, “sin creencias”.

Como se recordará el pirrónico suspende el juicio (epojé) con relación a las afirmaciones que hacen los diversos teóricos, los ‘dogmáticos’, sobre la naturaleza real de las cosas, sobre como realmente son las cosas, más allá de cómo nos parecen. Y este escéptico actúa guiado por las apariencias que le otorgan los sentidos, así como constreñido por sus requerimientos e inclinaciones biológicas, además sigue pasivamente los usos y costumbres de su comunidad: tales como convenciones culturales y leyes, suspendiendo el juicio sobre su corrección objetiva, sobre su valor de verdad; donde su comunidad será aquella donde creció, donde fue aculturado y donde residen sus afectos.

El escéptico induce a la suspensión del juicio sobre las diversas afirmaciones de los ‘dogmáticos’, buscando enfrentar las razones y apariencias que aducen los diversos dogmáticos, aquellas en favor y las otras en contra de estas afirmaciones, de modo de alcanzar la isostenia entre estas razones en oposición, esta búsqueda de oposición es potencialmente aplicable a cualquier creencia o afirmación4; así mismo, en la búsqueda de la suspensión del juicio el escéptico también echa mano de algunos modos argumentales tales como el trilema de Agripa5.

Aquí interpretamos la postura de Sexto como la de un pirrónico ‘rústico’, uno que suspende el juicio sobre la corrección, tanto de las afirmaciones teóricas de los dogmáticos, así como sobre los pronunciamientos del sentido común, aceptando pasivamente (pero no6) estos últimos, es decir sin comprometerse con su valor de verdad, con su corrección objetiva; en esta lectura, el pirrónico seguiría los usos y costumbres cotidianos y las afirmaciones del sentido común análogamente como hacemos con las convenciones, procedería con su vida cotidiana, dependiendo de los usos y costumbres y creencias de su comunidad, como un parásito de sus opiniones7.

Esta preferencia por la interpretación rústica de la postura pirrónica obedece a que:

  1. Tanto el Agripa como la isostenia son potencialmente aplicables a todas las afirmaciones que trasciendan las apariencias, son aplicables a toda afirmación que vaya más allá de la descripción de las apariencias de cualquier sujeto en un momento y lugar dados, todas pueden ser desafiadas, cuestionadas, induciendo a la suspensión del juicio y no hay razón, o argumento, para circunscribir la búsqueda de isostenia (y para restringir la aplicación del Agripa) solo a las afirmaciones teóricas sobre inobservables de los dogmáticos, hacerlo sería arbitrario. Estas estrategias argumentales pueden aplicarse incluso auto referencialmente, autosocavandose y entonces el escéptico también suspenderá el juicio sobre la corrección objetiva de sus estrategias argumentales8.

  2. El sentido común no es ateórico, está empapado de presupuestos teóricos de trasfondo, aun tácitos, por ejemplo, hoy en día el sentido común presupone: i) una metafísica de objetos, ii) una física pre relativista con simultaneidad absoluta y iii) una sicología ‘pop’; amén de que el sentido común cambia, así, era geocentrista y ahora no lo es, lo que exhibe que tiene presupuestos teóricos de trasfondo. Similarmente ocurre con las apariencias, pues estas una vez que son descritas vía conceptos en algún lenguaje, también presuponen alguna teoría, pues los conceptos están integrados en teorías, puesto de otra forma, los enunciados observacionales asumen teorías; entonces el pirrónico, en tanto que agnóstico de las afirmaciones de los teóricos también deberá permanecer agnóstico sobre la corrección de sus enunciaciones de sus apariencias, o sino permanecer afásico.

  3. El pirrónico no se comprometerá con alguna de las tesis sobre si el sentido común y los reportes de apariencias presuponen o no teoría, pues no es un dogmático, suspenderá el juicio sobre la corrección de las tesis enfrentadas en este debate inter teórico (contraponiendo argumentos en favor y en contra de estas tesis de modo de alcanzar la isostenia) y en consecuencia también suspenderá el juicio sobre la corrección de sus reportes de apariencias y sobre las creencias de sentido común, pues bien podrían tanto apariencias y sentido común presuponer una teoría. De ser así, si el pirronismo ha de ser coherente deberá ser rústico.

  4. Además, la interpretación rústica, incluso si estuviese históricamente errada en el caso de Sexto (que no necesariamente para otros pirrónicos, como Pirrón mismo, dadas las anécdotas que nos han llegado sobre Pirrón9), es preferible porque es filosóficamente fructífera al generar interesantes desafíos filosóficos como ¿sería posible vivir sin creencias? de ser así, ¿cómo? ¿si el rústico carece de creencias, cuáles son sus actitudes proposicionales?10

De modo que,

“… la vida del escéptico, tal y como Sexto la describe, sería como la de: un vigoroso polemizador, con la meta, no de ganar debate alguno, sino de llevar todos a un empate; y precisamente como resultado de este empate, procedería en el resto de su vida, como alguien que exteriormente actúa convencionalmente, … pero sin ningún compromiso o involucramiento con las actividades que desarrolla” (Bett, 2019, p. 179, se añadieron cursivas).

Con relación a la religión Sexto nos dice:

“… nosotros, siguiendo a la gente normal, decimos sin dogmatismos que hay dioses, y reverenciamos a esos dioses, y afirmamos que son providentes” (PH III, 2, se añadieron las cursivas).

De este pasaje y otro análogo11 se concluye que la actitud de Sexto hacia la religión es la de una religiosidad sin creencia, una en la que el escéptico sigue pasivamente los rituales de su comunidad; entre estos rituales están algunos lingüísticos, como lo son las plegarias y algunos dichos como el de ‘los dioses existen’. El pirrónico sigue estos rituales, porque le fueron enseñados desde niño, aunque suspendiendo el juicio sobre su valor o propósito. Cuando Sexto dice que los dioses existen, simplemente repite roboticamente los pronunciamientos convencionales de su comunidad, sin comprometerse con su valor de verdad.

Se podrían seguir los rituales, porque se creyese, por ejemplo, que coadyuvan a la paz, o a la cohesión social, pero esta no puede ser la postura de un Sexto rústico, él también deberá suspender el juicio sobre el valor o propósito de los rituales. Así mismo, suspenderá el juicio sobre las teorizaciones de los filósofos sobre si el lenguaje religioso ha de interpretarse, por ejemplo, proposicional, o metafóricamente.

Nótese, que los pirrónicos solo dicen que los dioses existen, pero no afirman que lo crean. Pero ¿por qué decirlo?, porque esa y otras expresiones son las convencionales en su contexto religioso, porque son los dichos estereotipados, los acostumbrados en su comunidad, los que el pirrónico sigue pasivamente, aunque siempre suspendiendo el juicio sobre sus putativos referentes.

La actitud de Sexto, dado el tipo de religiosidad predominante en el imperio romano de su época (la mayor parte de su vida coincide con el reinado de de Marco Aurelio) no era del todo excéntrica, así:

Ahora es algo de un lugar común que uno no debe pensar la religión pagana de la antigüedad como centrada primariamente alrededor de creencias; lo que es más básico son los rituales mismos y estos no necesariamente - y en algunos casos, claramente no de hecho - acarreaban algunas creencias particulares sobre por qué eran realizados, o acerca del carácter de los dioses en cuyo honor se estaban llevando a cabo. Esto puede parecer acomodarse bastante bien con la descripción de Sexto de su propia actitud religiosa como un simple producto de la ley y la costumbre; él participa en ciertos sacrificios y hábitos alimenticios porque esas son las cosas con las que creció - puramente como un asunto de hábito, sin creencia alguna de que estas sean las correctas - y podríamos decir, que así también en general procedían los practicantes de la religión de la antigüedad (Bett, 2009, p. 183, se añadieron cursivas).

Además,

[…] El escéptico ciertamente no es el único entre los filósofos que participa en formas cotidianas de culto; los platonistas, estoicos, peripatéticos e incluso los epicúreos también tomaban parte en los cultos tradicionales - esto a pesar del hecho de que muchos de ellos eran altamente críticos de aspectos de la religión tradicional (Bett, 2015, p. 53).

Bett apunta, sin embargo, que no es plausible asumir que la religiosidad cotidiana pagano-romana, aunque predominantemente ritualista, careciese de toda creencia religiosa. Sexto concede esto, pues en algunos pasajes (por ejemplo, en AM IX, 50 12), incluye como creyentes en la existencia de los dioses tanto a la mayoría de los dogmáticos, como a la mayoría del vulgo y contrapone, a esta creencia en la existencia de los dioses -tanto por parte del dogmático, como del vulgo- la suspensión del juicio.

R. Bett, entonces argumenta que Sexto es inconsistente porque:

En la caracterización de Sexto el común de la gente no solo realiza rituales por costumbre; sino que también tiene creencias acerca de los dioses y estas creencias están entre aquellas sobre las que el escéptico suspende el juicio. La práctica religiosa de Sexto, la que él presenta como en conformidad con la práctica ordinaria, incluye decir ciertas cosas que están precisamente entre aquellas, a las que él induce, en otro lugar, a la suspensión del juicio (Bett, 2009, p. 183).

Y agrega,

Esta actitud puede ser considerada como hipócrita o insincera, ya sea porque lo involucra en hacer afirmaciones sin creerlas, o porque hace dudosa su afirmación de que está siguiendo una vida ordinaria (Bett, 2009, p. 180).

Para evitar la inconsistencia, Sexto tendría que conceder que no es religioso en el sentido ordinario, dado que el común del religioso romano, aunque predominantemente ritualista, al menos cree que existen los dioses, creencia esta, sobre la que Sexto suspende el juicio. De ser así, se sostendría la acusación de hipocresía, de fingimiento en contra de Sexto - o siendo caritativos - de prudencia, quizá por miedo a ser acusado de irreligioso y sus posibles consecuencias.

IV. Ventajas de una religiosidad ritualista

Es de esperarse que una religiosidad predominantemente ritualista será en general más tolerante y religiosamente pluralista que una que haga énfasis en la ortodoxia, que tendrá menos posibles puntos de fricción con la ciencia y la filosofía; quizá esto explique la inexistencia de análogos a los juicios y condenas de Giordano Bruno o Galileo en la historia de Japón13, así como su ausencia (salvo que el juicio de Sócrates sea una excepción) en el mundo grecorromano pre constantiniano; por ejemplo, Lucrecio y los epicúreos, no sufrieron persecución por su naturalismo cum materialismo y esto a pesar de las acusaciones de ateísmo, algo que por otro lado, no impidió que los epicúreos participasen en los rituales y prácticas religiosas de sus comunidades, así

[…] De La Piedad de Filodemo y de otros lugares, queda muy claro, que Epicúro y otro Epicúreos participaron y recomendaban entusiastamente participar en prácticas religiosas ordinarias (Bett, 2015, p. 63). Cristianos y judíos sufrieron en cambio algunas persecuciones en el mundo romano por su negativa a participar en los rituales religiosos de los dioses y en aquellos del estado romano, así la causa fundamental de la persecución fue el concienzudo rechazo cristiano a los dioses cuyo favor se creía había dado éxito al imperio. Pero la desconfianza aumentó por el desapego y aversión de los cristianos por participar en la administración del imperio y en el ejército (Encyclopedia Brittanica).

De modo que los cristianos y judíos sufrieron persecuciones por su anti pluralismo religioso, por su exclusivismo religioso, por su intolerancia, por su pretensión de haber alcanzado la verdad en el ámbito religioso,

[…] La opinión cristiana de otras religiones (excepto el judaísmo) era en general muy negativa. Todas las formas de paganismo - las religiones mistéricas orientales (salvacionales) de Isis, Attis, Adonis y Mitra, así como los tradicionales politeísmos grecorromanos y el culto del emperador - eran consideradas como el culto de espíritus malignos. como los judíos, los cristianos (salvo que fueran gnósticos), se oponían al sincretismo (Encyclopedia Brittanica).

Esta actitud cristiana queda ejemplificada en una carta que San Ambrosio de Milán (en el 384 EC) envió al emperador Valentiniano II, donde lo exhorta a rechazar una petición de algunos senadores paganos de regresar la escultura y altar de la victoria alada a la casa del senado romano y le dice:

[…] El Dios verdadero, el Dios de los cristianos …

Él es el único Dios verdadero … respecto a todos los dioses de los paganos, son solo ídolos […] (San Ambrosio de Milán, carta XVII).

V. Analogías con el arealismo científico de Sexto

El arealismo religioso (o agnosticismo religioso) de Sexto podría tener un análogo en el ámbito de la ciencia, con un tipo de arealismo científico de corte agnóstico, en el que el escéptico no se pronuncia sobre la verdad de las afirmaciones teóricas científicas sobre inobservables (el análogo a la doctrina religiosa) y tampoco se pronuncia sobre la verdad del análogo de los rituales religiosos, es decir, los protocolos de investigación, los estándares lógicos y metodológicos de la ciencia, los canons de racionalidad científica, sobre estos últimos,

El escéptico procede efectivamente de acuerdo con el principio de no contradicción y otros aspectos constitutivos de la racionalidad. Pero de ninguna manera se sigue que el escéptico estaría dispuesto a defender estos aspectos constitutivos como garantizados, justificados, o correctos; de hecho, Sexto en sus trabajos lógicos ataca vigorosamente la totalidad de la idea de la deducción, inducción, demostración, así como numerosos otros aspectos centrales del razonamiento tanto ordinario como filosófico, buscando inducir a la suspensión del juicio acerca de su validez. Entonces, cuando Sexto se adhiere a los canons de racionalidad, él diría que está simplemente siguiendo las inclinaciones con que le proveyó su capacidad natural de pensamiento, sin convicción alguna (en una u otra dirección) sobre si estos canons son los correctos (Bett, 2019, p. 141, se añadieron cursivas).

D. Machuca abunda sobre este punto,

[…] Aunque el pirrónico suspende el juicio sobre lo que los dogmáticos llaman “lógica”, sus pensamientos siguen involuntariamente ciertas reglas de inferencias que le han sido inculcadas por la educación recibida y vía sus interacciones con otros, y que han resultado funcionar (y aún lo hacen) en contextos prácticos. Sobre esto uno podría argumentar que la capacidad natural de pensamiento del pirrónico también incluye el uso de tales reglas. En una palabra, el uso del pirrónico de reglas de inferencia tales como el modus ponens y el modus tollens ha de explicarse en parte como una maniobra dialéctica y en parte como un constreñimiento sicológico, de la misma manera que su uso de las varias versiones del principio de no contradicción (Machuca, 2012, p. 74, se añadieron cursivas).

Sexto empero argumenta contra la validez de la inducción, de modo de inducir a la suspensión del juicio sobre su corrección, veamos,

[…] Creo que también es fácil de descalificar el principio de inducción. En efecto, cuando con ella pretenden garantizar la universal a partir de las particulares, o lo harán recorriendo todos los casos particulares o solo algunos. Pero si solo algunos, la inducción no será segura al ser posible que algunos de los casos particulares descuidados en la inducción contradigan la universal. Y si todos, se afanaran en una cosa imposible al ser infinitos e indeterminados los casos particulares. De modo que así, en cualquiera de ambos casos resulta -creo yo- que la inducción se tambalea (PH II, 204).

Y sobre las pruebas silogísticas Sexto argumenta que terminan en circularidad, por ejemplo,

Así pues, cuando argumentan que “todo hombre es animal; Sócrates es hombre; luego Sócrates es animal” queriendo concluir a partir de la premisa universal “todo hombre es animal” en la premisa particular “luego Sócrates es animal” ¡que es precisamente la que según el principio de inducción garantiza la premisa universal, como hicimos notar!, incurren en un razonamiento de círculo vicioso; pues justifican la premisa universal por inducción sobre cada una de las particulares a la vez que justifican estas a partir de la universal (PH II, 196).

Sexto argumenta que para alcanzar la premisa mayor se requiere previamente conocer la conclusión y que, por ende, se incurre en circularidad. Entonces el pirrónico arealista científico suspendería el juicio sobre el valor de verdad de las explicaciones y afirmaciones que hacen los teóricos en el ámbito de los inobservables, pero también sobre la corrección y el propósito epistémico de los protocolos, los rituales, de investigación (que si el objetivo es la verdad, que si es el entendimiento, que si es la adecuación empírica), se seguirían estos rituales de investigación, porque son los que se aprendieron en la comunidad científica donde uno fue entrenado y de la cual se forma parte; y se seguirían por hábito y por propensión natural: como D. Hume con la inducción y la causalidad.14 Un ejemplo de esto, lo encontramos en la actitud ateórica de Sexto hacia la medicina, en la que se le practica, siguiendo rutinas que en el pasado resultaron exitosas, sin teorizar sobre sus fundamentos anatómicos y fisiológicos, permaneciendo agnósticos de cualquier explicación biológica, bioquímica o biofísica, una medicina así, es posible,

[…] Tratando a la medicina simplemente como una serie de rutinas para ser aplicadas en circunstancias apropiadas, sin teoría alguna acerca de las causas subyacentes de su éxito; si alguien tiene una fiebre, uno realiza las rutinas A, B y C - usualmente parecen dar resultado y nunca te preguntes por qué… en este modelo, aprender medicina, o cualquier otra habilidad, es como aprender a andar en bicicleta - es saber hacer (‘know-how’) sin algún conocimiento proposicional (Bett, 2019, p. 141, se añadieron cursivas).

La medicina, como la practica Sextus, consiste en seguir pasivamente, robóticamente -como resultado del hábito o propensiones sicológicas y sin hacer inferencias - las aparentes regularidades previas entre algunos síntomas y ciertos remedios, aquellos que en el pasado resultaron eficaces, sin teorizar sobre las causas, o la permanencia futura de estas regularidades: la medicina es mera práctica.

Y se llega a las correlaciones, a las regularidades entre observables, vía ciertos ‘signos’, por ejemplo, cuando Sexto experimenta humo (quedando oculto su origen) le viene el recuerdo del fuego y este es un proceso involuntario y meramente causal, no es un proceso inferencial; el humo es para Sexto un signo de fuego (lo que Sexto denomina un signo ‘conmemorativo’ del fuego.) Este proceso es análogo al que inicia la magdalena de Marcel Proust, la que, al ser probada con té, le trajo a Marcel innumerables destellos involuntarios de reminiscencias de tiempos perdidos. Este proceso ha sido descrito como uno de recolección,

[…] Porque funciona por medio de la observación frecuente pasada del humo acompañado de fuego; dada la correlación regular pasada del humo y el fuego, la observación presente (de solo) humo causa en uno la realización de que hay fuego. Sexto, sin embargo, no está sugiriendo que uno se involucra en un proceso de razonamiento … Más bien, el proceso es puramente causal (Bett, 2019, p. 85).

Los pirrónicos, sin embargo,

[…] Desde luego, afirman haber amasado un cierto cuerpo de verdades. Pero estas son solo verdades acerca de qué tratamientos han sido observados como exitosos para qué condiciones médicas, sin intento alguno de explicar cómo o por qué funcionan estos tratamientos. No se involucran en teorizar, ni siquiera para el propósito meramente instrumental de lograr una mejor práctica; simplemente siguen la práctica pasada - o más bien, aquellas prácticas pasadas que han resultado eficaces (Bett, 2019, p. 213).

Sexto, empero, no es un empirista en el sentido de creer en una doctrina epistemológica como aquella de la escuela médica empirista contemporánea de Sexto que hacía afirmaciones dogmáticas negativas, tales como que el conocimiento de inobservables es imposible y que la posibilidad de conocimiento está confinada a los objetos perceptibles15 Sexto considera la actitud escéptica como más afín a la de la escuela médica ‘metódica’:

Y puesto que algunos dicen que la filosofía escéptica es idéntica también a la corriente empírica -una de las corrientes de la Medicina- ha de saberse que, si bien esa corriente empírica se pronuncia afirmativamente en lo de la inaprehensibilidad de las cosas no manifiestas, ni es idéntica al escepticismo ni le iría bien al escéptico abrazar esa doctrina. Según me parece a mí, mejor le podría ir abrazar la llamada ‘corriente metódica’. En efecto, entre las corrientes de la Medicina, solo ella parece no engañarse sobre las cosas no manifiestas aventurándose a decir si son aprehensibles o inaprehensibles; antes bien, haciendo caso de las cosas manifiestas según la norma de conducta de los escépticos, toma de ellas lo que parece ser conveniente (PH I, 236-7).

La actitud de la escuela metódica contrasta con la de otra escuela médica de la antigüedad, la que Galeno, denomina racionalista, esta última escuela,

[…] No solamente acumula una serie de rutinas que han sido observadas como exitosas; sino que también se involucra en teorizar acerca de por qué funcionan. Y esto lleva al racionalista al ámbito de la naturaleza subyacente del cuerpo humano, incluyendo quizá algunas preguntas más generales de la física … Parece ser correcto decir que los racionalistas son realistas científicos; ellos suponen que es legítimo pensar en términos de entidades subyacentes inobservables, y creen que pueden construir inferencias fiables de los fenómenos observables a la naturaleza de estas entidades subyacente (Bett, 2019, pp. 213-4, se añadieron cursivas).

Los médicos racionalistas de la antigüedad serían realistas científicos porque el realista científico supone que es posible conocer tanto aspectos observables como algunos aspectos inobservables del mundo, en particular, argumenta que las afirmaciones que hacen nuestras teorías empíricamente adecuadas, empíricamente exitosas, sobre las causas inobservables de los fenómenos son verdaderas, o al menos aproximadamente verdaderas. El realista científico es un optimista epistémico que cree que nuestras mejores teorías empíricas16 nos otorgan conocimiento tanto de aspectos observables, como inobservables del mundo; por ejemplo, que las afirmaciones de la teoría atómica sobre entidades inobservables (que no indetectables) como los electrones o quarks son verdaderas o aproximadamente verdaderas y que estas entidades tienen las propiedades que les atribuye la teoría física, siempre y cuando la teoría empírica sea genuinamente exitosa; de ahí que la antigua escuela médica racionalista pueda ser caracterizada como una realista científica17.

En contraste con la escuela médica racionalista, Sexto es agnóstico de las teorizaciones, de las explicaciones causales en términos de inobservables propuestas por estos racionalistas. Sexto se circunscribe a echar mano de signos (‘conmemorativos’) que apuntan a observables por ahora no observados, pero previamente observados, como el ejemplo del humo-fuego, pero Sexto no acepta aquellos signos (los que denomina ‘signos indicativos’) que sirven para revelar, abducir cosas que por su naturaleza no son manifiestas a la experiencia directa, signos estos que supuestamente apuntan a entidades inobservables, entidades estas que putativamente explicarían las apariencias18. Los signos indicativos serían invocados por los médicos racionalistas en sus teorizaciones para inferir la existencia de inobservables. En el caso de los signos indicativos,

[…] Se requiere una inferencia a algo cuya existencia nunca puede ser directamente observada, pero que se cree que es requerida dado el signo que uno observa; por ejemplo, uno observa sudor y, considerando esto como un signo indicativo de poros, uno infiere que el cuerpo tiene que tener poros - no hay otra forma de dar cuenta del sudor (Bett, 2019, p. 215).

Pero ¿podría alguien como nuestro Sexto rústico hacer investigación científica? De otra forma, ¿puede una ciencia circunscribirse a seguir pasivamente apariencias - tanto de sensaciones particulares, como de aparentes regularidades y de aparentes estrategias y rituales, de investigación aparentemente exitosos - sin pronunciarse sobre su valor de verdad, o corrección? ¿Puede hacerse ciencia sin buscar explicación para el aparente éxito de las prácticas pasadas? ¿Se puede hacer ciencia sin tampoco teorizar para buscar mejorar la práctica pasada aparentemente exitosa?19

Si la ciencia busca el entendimiento fáctico del mundo, si busca explicaciones causales para los fenómenos - aun cuando estas explicaciones requieran de abducciones a putativos inobservables- entonces la respuesta es negativa. De ser así, esto ofrecería un argumento en favor del proceder de los médicos ‘racionalistas’ contemporáneos de Sexto; estos buscaban y ofrecían explicaciones teóricas del éxito de la práctica médica vía inferencias abductivas a mecanismos y entidades inobservables, buscaban explicar las aparentes regularidades (regularidades que consideraban no solo aparentes, sino objetivas) y, por ende, tenían una actitud realista científica.

Algunas posturas filosóficas contemporáneas, como el arealismo científico de Van Fraassen, uno que permanece agnóstico de las explicaciones científicas en términos de inobservables, tienen cercanas analogías con la postura de Sexto y simpatizarían con una actividad como la de Sexto, pues Van Fraassen suspende el juicio sobre las afirmaciones sobre inobservables que hacen las teorías científicas, aun si estas teorías empíricas son adecuadas o exitosas20.

VI. Conclusiones

Se han ofrecido algunos argumentos en favor de la interpretación rústica del pirronismo y se ha argumentado que este escéptico tendría una actitud agnóstica hacia las doctrinas religiosas y también hacia la función y eficacia de los rituales religiosos y se ha discutido que este escéptico tenía una actitud agnóstica análoga con relación a los intentos explicativos en términos de inobservables de los médicos racionalistas y con relación a las reglas de inferencia y protocolos de investigación. Se han mencionado cómo algunas tradiciones religiosas y algunas filosofías de la ciencia contemporánea asemejan la actitud de este escéptico y su decanto por la ortopraxis, tanto en el ámbito de la religión, como en el de la ciencia. Finalmente se ha concluido que, si la ciencia es una actividad que busca el entendimiento fáctico y la verdad o aproximada verdad, tanto en el ámbito de los observables como de los inobservables del mundo, entonces alguien como Sexto no podría involucrarse en investigación científica.

Referencias bibliográficas

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Bett, R. (2015). God. En K. Algra & K. Ierodiakonou (Eds.), Sextus Empiricus and Ancient Physics (pp. 33-73). Cambridge University Press. [ Links ]

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Notas:

2Análogamente se atribuye a Lucio Séneca este aforismo: '"La religión es verdad para la gente común, falsa para los sabios y útil para los poderosos.” Un filósofo como Sexto, sin embargo, no afirmaría que las creencias religiosas son falsas, simplemente suspendería el juicio sobre su valor de verdad.

3R. Bett aclara que el término doctrina (la traducción de Bett de lo que Sexto denomina ‘dogma’) y el término opinión son cuasi sinónimos para Sexto, difiriendo solo en que para Sexto opinión se refiere no solo a las afirmaciones de filósofos y teóricos sobre la naturaleza real de las cosas, sino que también incluye a las afirmaciones del vulgo que van más allá de lo que es aparente en la experiencia, (cf.Bett, 2021, p. 43). De hecho, aquí emplearemos doctrina, dogma y opinión como sinónimos.

4“Y el escepticismo es la capacidad de establecer antítesis en los fenómenos y en las consideraciones teóricas, según cualquiera de los tropos; gracias a la cual nos encaminamos -en virtud de la equivalencia entre las cosas y proposiciones contrapuestas- primero hacia la suspensión del juicio …” (PH I, 8)

5Para un comentario y análisis del trilema de Agripa, (cf.Zuluaga, 2005)

6La aceptación no va necesariamente acompañada de creencia, así un científico podría aceptar y usar una teoría como parte de un programa de investigación, pero no creerla, porque sabe que esta teoría se enfrenta a numerosas dificultades conceptuales y empíricas, pero con la esperanza de poder modificarla y mejorarla, (cf.Van Fraassen, 1980).

7Más problemático sería un Robinson Crusoe rústico que se enfrentara a situaciones novedosas, pero aun en este caso podría sobrevivir y prosperar, siguiendo sus inclinaciones naturales y apariencias, además si es correcto que los animales, digamos los primates no humanos, carecen de creencias (cf.Davidson, 1982) y dado que estos animales han podido sobrevivir y lidiar con los retos cotidianos, al menos en situaciones filogenéticas estándar, esto ilustraría que las creencias no son indispensables para la sobrevivencia.

8“[…] hay muchas cosas que hacen consigo lo mismo que hacen a otras: por ejemplo, igual que el fuego, tras consumir la leña, se destruye también a sí mismo, y del mismo modo que los purgantes, tras expulsar los humores del cuerpo, también se eliminan ellos mismos, así también el argumento contra la demostración, una vez que ha acabado con cualquier demostración, se cancela también a sí mismo. Y una vez más, como no es imposible que una persona que ha subido por una escalera a un lugar elevado, después de subir vuelva sobre sus pasos por la escalera, del mismo modo no es extraño que el escéptico, tras alcanzar el objetivo que se había propuesto utilizando, cual si fuese una escala, el argumento que prueba que no existe demostración, deseche entonces ese mismo argumento” (AM VIII, 480-81).

9(Cf.Burnyeat & Frede, 1997, pp. 4-5)

10La interpretación ‘rústica’ ha sido desde luego debatida, para esta polémica, cf.Burnyeat & Frede (1997) y para un resumen del debate Fogelin, 1994, pp. 5-9 (aunque Fogelin, siguiendo a M. Frede es partidario de una interpretación alternativa de Sexto, una ‘urbana’, en la que el escéptico no suspende el juicio sobre las creencias del sentido común.)

11“[…] tras investigar acerca de la noción de los dioses, examinemos también la cuestión de su existencia … el escéptico … de acuerdo con los usos ancestrales y con las leyes, afirma que los dioses existen y cumple con todo lo que tiende a su culto y veneración, aunque sin aventurarse en absoluto por lo que respecta al examen filosófico.” (Sexto, Contra los Dogmáticos, M 9.49, se agregaron cursivas.)

12“Pues bien, entre quienes han indagado sobre la existencia de dios, unos afirman que existe dios, otros que no existe, y otros que existe no más que no existe. Que existe, lo afirman la mayoría de los dogmáticos y la presunción general de la vida ordinaria.” (AM IX, 50, se agregaron cursivas); véase también (cf. Bett, 2009, p. 181).

13En el caso de Japón, S. Yamamoto, ha argumentado que la tolerancia religiosa de Japón se manifiesta en que: “Japón nunca tuvo algo como el juicio de Galileo o el ‘monkey trial’ acerca de la evolución. Nunca se llevó a la hoguera a un Giordano Bruno japonés por ateísmo” (Yamamoto, 1992, p. 237).

14“Las diversas tradiciones filosóficas de la antigüedad daban por sentado, sin embargo, la existencia, la realidad, de un mundo físico independiente de la mente humana, en este restringido sentido todas estas tradiciones eran realistas” (cf.Bett, 2019, pp. 217-19)

15(Cf.Allen, 2010, p. 243).

16Un requerimiento frecuente para que una teoría empírica sea considerada como exitosa es que haga predicciones novedosas y que al menos algunas de estas predicciones sean corroboradas por la observación o el experimento.

17El realismo científico ha sido caracterizado por S. Psillos como consistiendo de una trinidad de supuestos: a) la tesis metafísica, que afirma que hay un mundo con una estructura independiente de la mente humana, este primer supuesto era compartido por las diversas filosofías de la antigüedad, cf., nota 12 supra; b) la tesis semántica, que sostiene que tanto los enunciados sobre observables, como aquellos sobre inobservables, de las teorías científicas tienen valores de verdad y que las afirmaciones sobre inobservables son irreducibles a afirmaciones sobre observables y c) la tesis epistémica, que dice que las afirmaciones sobre inobservables de nuestras teorías científicas empíricamente adecuadas o exitosas, son verdaderas, o probablemente verdaderas, o aproximadamente verdaderas (cf.Psillos, 1999, pp. XVII-XVIII)

18Para una caracterización ulterior de los signos indicativos, consultar PH II,101-2, y AM VIII, 288.

19(Cf.Bett, 2019, p. 213).

Recibido: 07 de Julio de 2021; Aprobado: 04 de Agosto de 2021

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Doctor en Filosofía de la Ciencia por la London School of Economics, 2001. Maestro en Biofísica por la Universidad de California - Berkeley, 1979; profesor investigador de la UAM-Iztapalapa, Ciudad de México. Centra sus estudios en debates de “Epistemología”, “Racionalidad científica”, “Escepticismo filosófico” y “Realismo científico”.

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